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Amanecía un brillante día de verano, por las ventanas abiertas entraban los cálidos rayos y una agradable brisa mañanera. Sin embargo, no fue el canto de los pájaros lo que despertó a Megumi, tendido en su blanca cama apenas cubierto por una sábana, sino ruidos ajenos, ruidos de personas, ruidos de cosas. Por qué de repente en su tranquilo vecindario había tanto escándalo a esas horas de la mañana?
Mundanza.
Frunció el ceño y a duras penas se fue despegando del colchón entre quejidos y suspiros. Cuando finalmente estuvo de pie se frotó los ojos y se puso la primera camiseta que vio en el suelo.
Fue al baño descalzo, bostezando seguido de un punzante dolor de cabeza, era la última vez que le hacía caso a Nobara y salían por Shibuya, había sido un caos y la resaca lo estaba matando como consecuencia.
Se lavó la cara con agua fría y fue directo a prepararse un café bien cargado. Los ruidos se escuchaban más allí, se acercó a la ventana que daba con la del edificio de al lado, con cautela, casi escondido detrás de la cortina. Entornó los ojos y , a pesar del reflejo del sol en el cristal, pudo ver el interior del piso con montones de cajas y gente entrando y saliendo sin parar. Con lo tranquilo que estaba él sin vecinos en frente pudiendo pasearse por la cocina con las ventanas abiertas de par en par, saliendo al balcón en ropa interior si fuese necesario y ahora perdería intimidad.
-Que fastidio- susurró apoyándose en el marco dando un largo sorbo a su café.
Seguro era una familia con niños estrepitosos o una anciana sorda que pone la tele muy alta, o unos universitarios que hacen fiesta todos los findes. Megumi siempre se ponía en lo peor de lo peor, estaba listo para cerrar las cortinas y no abrirlas jamás hasta que otro pensamiento cruzó su cabeza.
“llevo más tiempo viviendo aquí, no me voy a dejar intimidar, si quiero tener la ventana abierta todo el día la tengo, si no quieren verlo que la cierren ellos”
Un razonamiento un tanto estupido, quien pensaría tanto en esas cosas? Pues alguien como él, con mucho tiempo libre y un alma cascarrabias.
Dejó el café en la mesa y abrió las ventanas de par en par, determinado a dejar pasar la brisa con olor a sol pero para su sorpresa no fue el único.
La ventana de enfrente también se abrió a lo grande, asomándose a respirar profundo un chico, un chico joven, no parecía mucho mayor que él, con una sonrisa de oreja a oreja llenando sus pulmones del aire exterior tan exageradamente que parecía que iba a robar todo el oxígeno de la tierra. Expiró largo y tendido abriendo sus ojos avellana encontrándose con los de un perplejo y vergonzoso Megumi .
-Oh!! Hola vecino! Soy nuevo, acabo de mudarme justo en frente!!
“No jodas sherlock” eso era lo que quería decir pero jamás se atrevería a ser tan maleducado.
-Hola- dijo seco y se metió al salón escapando de esa interacción lo más rápido que pudo dejando al otro chico con la palabra en la boca un poco confuso.
-Que vergüenza- murmuró para sí mismo mordiéndose las uñas.
Bueno por lo menos no era una vieja sorda.