
LEVII'S JEANS
“Sabes que me encantaría ser tus vaqueros Levi / para poder abrazar ese culo todo el día"
-LEVII’S JEANS, Beyoncé & Post Malone -
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30 de abril
Marta nunca, nunca jamás vestía mal. Eso de entrada. A Fina le molestó enormemente ese comentario en el que Petra se mofó de su estilo. Sólo vestía un poquito preppy, pero igualmente Fina amaba llegar a la universidad cada mañana y darle un besito de buenos días en la mejilla mientras admiraba su outfit del día. Al igual que con el maquillaje, su amiga siempre usaba prendas de la calidad más exquisita. Y aunque no fuese común vestir tan formal como ella, en el fondo Fina sabía que era en vano intentar negar que el caché le sentaba bien. Seguramente lo que a Petra y Sonsoles les molestaba era que incluso el jersey más barato de Marta De la Reina valía más que los conjuntos más caros que ellas utilizaban.
Era imposible cogerla desprevenida o mal arreglada. Incluso la vez en que Fina pasó por su casa a las nueve de la noche para devolverle un libro que su amiga le había prestado (e invitarla a una fiesta ya de paso) ella estaba impecable. Con su pijama de algodón egipcio y sus zapatillas de casa rosas, hasta la goma de pelo que utilizaba era de una marca cara y elegante.
Fina sonrió con descaro sin molestarse en disimular: Marta la había pescado mirándole el culo.
Estaba tan absorta en su fantasía de meter a su amiga a un cubículo, bajarle los vaqueros y agarrarle los muslos mientras le quitaba el gloss de los labios a besos que no se había percatado de que ésta vigilaba su reflejo desde el espejo y no le dio tiempo ni de apartar la mirada.
-¿Tengo algo en el pantalón? -preguntó mientras se lo sacudía un poco intentando mirarse. La morena se maravillaba todos los días observando cómo una persona podía ser tan inteligente y tan tontísima a la vez.
-Qué va. Estás perfecta.
-¿Entonces qué pasa? ¿Qué tengo en el culo?
-Estaba mirándote… eh, la etiqueta.
-Ah. Son unos Levi, si es eso lo que querías saber. -Marta se levantó un poco el jersey para enseñarle el logo de cuero que llevaba la prenda a la altura de la cintura. -La casa De La Reina está haciendo una colaboración con algunas marcas de ropa este año… entre ellas esa. ¿Te gustan?
-Me encantan. Con ese cuerpazo que tienes te queda bien todo.
-Bueno… Si sabes cómo escoger las tallas y luego te la ajustan es difícil que algo te quede mal. Además la ropa de buena calidad le sienta bien a todo el mundo. Seguro que si tú te lo pusieses te quedarían mejor que a mi. Puedo conseguirte unos si quieres.
Un día más, Fina había sobreestimado las capacidades de la joven para enterarse de lo que sucedía a su alrededor. Iba a necesitar ser un poquito más obvia.
-Con las caderas que tengo dudo mucho que esos pantalones me subiesen por encima de las rodillas. Pero a ti te hacen un culo maravilloso, que lo sepas.
-¿Debería ponérmelos más a menudo?
-Puf... Deberías quitártelos.
La rubia frunció el ceño y Fina se arrepintió automáticamente de su comentario: claramente no había entendido el tono y ahora tendría que darle muchas explicaciones para salir del paso. La cuestión era que como aún no estaba segura de si sus sentimientos por su amiga eran recíprocos, no podía confesárselos por miedo a que la otra chica se echase atrás y no quisiese seguir con el vínculo y las rutinas que las unían. Una vez más pensar con el culo le había llevado por el peor de los caminos.
-¿Por qué me dices que me quedan bien y luego que me los quite? Si algo se ve bien, lo lógico sería usarlo más, no menos.
-Vale, sí. Ahí tienes razón. La cosa es que… -la morena titubeó, buscando otra forma de decir lo que tenía en mente sin asustar a su amiga. -Es que me das mucho calor cuando te veo así.
-No entiendo. Soy yo la que los lleva puestos. ¿Cómo van a darte calor a ti?
-Calor metafórico, corazón.
-¿Calor metafórico? -Marta se rascó la nuca, aún confusa. -¿Te refieres a que te preocupas porque la ropa me aumente demasiado la temperatura corporal? ¿O te refieres a algo como cuando la gente dice que algo está para comérselo pero en realidad no quieren comérselo?
-Algo así.
La rubia torció el gesto como si sólo hubiese comprendido una parte del mensaje. Luego miró sus propios vaqueros, evaluándolos.
-La verdad es que estoy muy bien. Te agradezco que pienses en mi comodidad pero no hace mucho calor hoy como para ir sin pantalones.
-Me alegro, la verdad es que sí que pienso mucho en tu comodidad. A lo que yo me refería es a que no es solo que te queden bien, es que… acentúan ciertas… cualidades tuyas.
-¿Te refieres a que resaltan la forma de mi cuerpo? -La rubia ladeó la cabeza, pensativa.
-Exacto. Veo que me vas entendiendo.
—Entonces si me favorecen la silueta, técnicamente debería ponérmelos más seguido en vez de quitármelos, ¿no?. Si me quedan bien, ¿por qué no usarlos más?
Fina intentó no mirar al techo rezando por ayuda, mas no fue una batalla sencilla de ganar. Tenía la absoluta certeza de que el universo la estaba poniendo a prueba.
-Es solo que… -empezó, apretando los labios con frustración. Comenzaba a ponerse un poco nerviosa y no sabía bien cómo salir del paso. -No se trata de que tú lo notes, sino de que otros no lo noten tanto. Quiero decir, a veces, hay momentos en los que no quiero que todo el mundo vea… bueno, esas cualidades que resaltan tanto. Porque me gustan mucho, tanto que las quiero sólo para mí.
Marta la miró, con una mezcla de confusión y genuina curiosidad, como si hubiera abierto una caja misteriosa sin saber lo que había dentro. Aún no había comprendido el mensaje pero estaba dispuesta a seguir intentando.
-A ver si lo entiendo bien… Opinas que me quedan muy bien los vaqueros pero al mismo tiempo no quieres que otras personas lo vean porque tienes envidia de mi culo. ¿Preferiría que me los pusiera solo cuando estamos tú y yo, y no en público? -preguntó con una calma total.
Su amiga la miró e hizo una pausa larga, tratando de reunir las palabra correctas: se había quedado tiesa. No, no podía ser real, pensó.
-Marta.
-¿Sí?
-Por favor, eh.
-¿Por favor, qué? - Marta pestañeó varias veces, claramente volvía a estar más perdida que una monja en los coches de choque.
-Nada, olvídalo. No tiene importancia, en serio.
La morena se masajeó el puente de la nariz a la par que negaba con la cabeza. Hacerle ver lo que estaba pasando de verdad iba a ser una guerra larga y estaba claro que sólo podría ganarla dejándose de rodeos y arriesgándose. Marta se encogió de hombros y siguió a lo suyo; esa rutina de skincare no iba a terminarse sola, al fin y al cabo. Fina por su parte miró el reflejo de su amiga una vez más y se prometió que si alguna vez esa chica llegaba a pillar una de sus indirectas, haría una fiesta en honor a la ocasión.