Girlie Pop

Sueños de libertad | Dreams of Liberty (Spain TV)
F/F
G
Girlie Pop
Summary
Marta no es como las demás chicas. Fina es exactamente igual que el resto… Salvo en las cosas en las que no lo es.Todo empezó porque a Fina le encantaba el maquillaje, concretamente el de Marta. A Marta le encantaba Fina y no se daba cuenta de que el sentimiento era mutuo.
Note
Holiholi. Estoy resubiendo dos historias que ya tenía en mi perfil. Pero antes de que me funéis por descarada me explico.Estoy recopilando en una sola publicación los one shots que tengo de este AU, que aprovecho para decir que se llama Girlie Pop porque está inspirado en canciones de pop de artistas femeninas (mind blowing lo sé……).La razón para hacer esto es que tengo pensado continuar con este AU pero creo que es lioso y horrible subir 20 one shots de 500 palabras. Sé que podría dejarlo como una colección de AO3 pero no quiero llenarme el perfil de cosas cortitas, prefiero tener una sola historia para recopilarlo todo. En mi opinión es más agradable de leer así, y también hace más sencillo navegar por los perfiles de la gente y las diferentes partes de un AU.
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(say my name and) Everything Just Stops

"Only bought this dress so you could take it off"
- Taylor Swift, 'Dress' -

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Marta sospechaba que a su novia le iba a encantar ese vestido, pero con lo mucho que le costaba a veces adivinar las cosas no podría tenerlo por seguro hasta ver su reacción personalmente. Lo cierto era que lo compró con ella en sus pensamientos. Claro que era un vestido hermoso, pero se le hacía el tipo de prenda que ella admiraba y luego no se pondría. De no ser porque quería darle una sorpresa a Fina ella probablemente ni siquiera valoraría llevar algo así.

Hasta hace bien poco detestaba la época estival con todas sus fuerzas. No sólo porque el calor le molestase y se pusiese borde cuando sudaba, sino porque no le gustaba del todo lo que veía en el espejo cuando le tocaba llevar ropa que no la cubriese.

Nunca le había parecido que su cuerpo tan delgado y anguloso pudiese ser remotamente sexi hasta que empezó a salir con Fina, que no se cansaba jamás de repetirle lo muchísimo que le gustaba. Todas y cada una de las veces que habían tenido una de sus sesiones de besos ella le ponía las manos en las caderas, le susurraba muy bajito que era la chica más hermosa que había conocido nunca y Marta no podía evitar derretirse de amor. Y cuando los besos iban subiendo de temperatura, Fina le apretaba el culo con firmeza y ponía esa cara suya, como si no pudiese creerse que la vida la hubiese escogido a ella para disfrutar semejante tesoro.

Así que ahí estaba Marta, con uno de esos ‘sundress’ tan bonitos que siempre había admirado en el cuerpo de Fina pero que a ella le hacían sentir medio ridícula. ¿Quizás era demasiado? ¿Y si ese estilo no le gustaba? ¿Y si el rosa le parecía demasiado infantil a su novia? Plantada ante la puerta de ella, le costó varios minutos mentalizarse para llamar al timbre. Finalmente lo hizo porque no soportaba la idea de llegar tarde.

El vestido era vaporoso y de color rosa, pero no cualquier tono: era algo a medio camino entre rosa cuarzo y rosa palo. Aunque no se atrevía a corregir a la gente que lo designaba incorrectamente para Marta era importante especificar los detalles, al menos en su propia mente, porque le gustaba llamar a las cosas por su nombre. La prenda estaba diseñada para quedar justo por encima de la rodilla, pero era tan alta (según ella tenía las piernas demasiado largas) que le quedaba un par de centímetros más corto de lo que debería.

Cuando Fina abrió la puerta de su casa y se encontró a Marta en ese vestido... Casi se le cae la mandíbula al suelo. La rubia podría jurar que su novia puso una cara equivalente a esos dibujos animados en los que los personajes ponían ojitos con forma de corazón y podías ver pulsaciones saliendo de su pecho.

-En toda mi vida no he sido más lesbiana que ahora mismo. -alcanzó a decir mientras la miraba de arriba a abajo.

-Hola. ¿Te gusta el vestido entonces?

-¿Que si me gusta? Por favor mi amor, no sabes las ganas que tengo de levantártelo ahora mismo y comértelo todo. No recuerdo si antes de este momento había alguien más bonita que tú en Toledo pero definitivamente has destronado a todas las chicas de la ciudad.

Marta se sonrojó ante el cumplido.

-¡Fina! ¡Que te va a oír tu padre!

-No te preocupes, aún le queda una hora para volver. ¿A qué hora decías que empieza la película?

-En una hora y veinte minutos.

-¿Y cuánto camino tenemos de aquí hasta el cine? -Fina le agarró la mano a su chica, invitándola a pasar y cerrando la puerta tras ella.

-Veinticinco minutos. Pero me gusta llegar pronto. -la rubia no pudo contener una risita como si fuese una niña viviendo su primer amor. Más o menos lo que era, vaya.

-¿Y crees que podemos prescindir de… digamos… cuarenta y cinco de esos minutos que nos sobran?

-Creo que sólo vamos a tener treinta. -declaró Marta muy seria.

-¿Treinta? ¿Por qué sólo treinta? -Fina la miró confundida.

-Porque los otros quince los voy a tener que pasar reanimándote cuando veas lo que tengo debajo del vestido... -susurró Marta mirándola con ojos seductores.

Fina no tenía manera de ver su propia reacción, pero estaba bastante segura de que debió haber sido muy parecida a la que tuvo cuando de cría sus padres le dijeron que la iban a llevar a Disneyland.

-Me vas a volver loca un día de estos... Dime por favor que me vas a dejar llevarte al cine con lo que llevas puesto debajo y meterte las manos bajo ese vestido cuando estemos a oscuras.

La morena le deslizó la mano por debajo de la falda, tratando de averiguar cuál era ese secreto que la esperaba debajo. Marta le sujetó la mano sobre su propio muslo justo antes de que pudiese rozarle la ropa interior.

-Sabes que no me gusta mucho distraerme cuando estoy concentrada viendo algo.

-Okey amor, te prometo que no te voy a molestar. Va a ser muy difícil pero lo haré.

-Eso sí, si te sientes muy valiente... -la rubia se acercó un poquito más a su novia, deslizándole la mano que le sujetaba unos centímetros más arriba para que ella encontrase lo que buscaba. -Siempre me puedes meter mano en el autobús, que es un poquito más arriesgado.

-Me parece que esos quince minutos para reanimarme al final van a ser treinta. -sonrió Fina.

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