Remember

Harry Potter - J. K. Rowling Doctor Who (2005) Junjou Romantica Mermaid Melody Pichi Pichi Pitch
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Summary
Inoko ha olvidado quién es, pero sus amigos y familiares no, y en su búsqueda para responder a todas sus preguntas y sobre todo por qué se le aparece en sus sueños un barco pirata con nueve tripulantes en ella, un peligro aparece en su mundo y la única manera de eliminarlo es ir a la Escuela de Magia que dirige el hombre que la acogió cuando estuvo en peligro muchos años atrás. Para ello, contará con la ayuda de un trío que cada año escolar se mete en problemas debido al chico con un rayo en su frente, un chico de pelo platino y ojos tristes y un extraño hombre del Espacio que viaja en una cabina de policía de los años 50. ¿Conseguirá Inoko recordar aquello que ha olvidado?
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Buena suerte

-He vuelto.- Anunció Inoko entrando en el apartamento de Akihiko. Una vez más se tenía que quedar mientras sus padres volvían a salir para sus negocios, aunque esta vez iba a ser diferente porque los primos de Akihiko habían venido para pasar una temporada.

-Bienvenida, Inoko.- Misaki la recibió con una sonrisa. Él y Kaoruko estaban preparando un pastel. -¿Qué tal las clases?-

-Aburridas.- Gimoteó mientras dejaba su maletín a un lado de la puerta y se acercaba a ellos, sentándose en uno de los taburetes. -Aunque hoy he anunciado que me voy.-

-¿Cómo se lo han tomado?- Preguntó Kaoruko. Las dos no eran primas realmente, pero al conocerse desde pequeñas, crearon un vínculo que ninguno tenía y sabían que cuando alguna tenía un problema, la otra la ayudaría siempre. Kaoruko vio en Inoko un apoyo dentro de la familia que les había tocado tener.

-Bastante bien, aunque sí que les ha dado mucha pena. Pero es normal.-

-¿Y Kaji?- Preguntó Mizuki desde el salón, sentado en el sofá y leyendo un libro.

-¡Oye, idiota, ¿cómo se te ocurre...?!- Pero Inoko paró a Kaoruko.

-Es al que más le ha afectado, pero lo entendió. Al fin y al cabo ya no tenemos nada.-

-¿Habéis vuelto a hablar después de aquel día?- Inoko miró a Misaki y negó ligeramente con la cabeza.

-Muy poco, sólo cuando estamos con los demás, pero fuera de ahí, nada.- Se quedaron todos en silencio hasta que Inoko puso las manos sobre la encimera. -Voy a cambiarme y os ayudo con el pastel.- Misaki y Kaoruko asintieron con una sonrisa y vieron cómo Inoko subía las escaleras y entraba en su habitación que ahora compartía con su prima.

-Es una idiota por irse.- Dijo Mizuki en cuanto Inoko se fue y enseguida Kaoruko le lanzó una cuchara de madera a la cabeza.

-A ti no te incumbe nada de lo que haga ni ella ni nadie con su vida.- En cambio Misaki se quedó mirándolos a los dos, extrañado por aquel comportamiento. Al fin y al cabo Inoko sólo se iba a Inglaterra por un curso de arte, ¿no?

Un par de golpes sonaron en la puerta de la habitación de Inoko y ella, terminando de ponerse la camiseta del chándal, anunció que ya podían entrar. Enseguida la puerta se abrió y apareció Usagi con un cigarrillo en la mano y las gafas puestas.

-Hay que decírselo.- Inoko miró a su hermano. -No pienso esperar ni un día más. En cualquier momento verá que algo extraño pasa.-

-Mizuki ya se ha ido de la lengua...- Murmuró Inoko, sabiendo perfectamente lo que había dicho su primo a pesar de no haber estado delante. -Lo voy a matar.- El humo dorado rodeó sus manos, pero la mano de Usagi sobre su cabeza la calmó.

-Hay que decírselo.- Tras mirarse unos segundos, Inoko asintió resignada. No podía ocultarle más tiempo a su cuñado la verdad sobre ella y sobre sus poderes. Al principio no quiso, a pesar de que Akhiko se negase, pero comprendió que era para protegerle por si acaso algo malo sucedía. Pero ahora no podía ocultarlo más tiempo, no si se acercaba el día de irse y por los nervios cada vez más perdía el control de sus poderes. Había tenido suerte de que cuando eso sucedía, Misaki estaba en la Universidad o por la noche en la habitación con Usagi, pero la suerte puede cambiar rápidamente.

-Dile que venga.- Dijo por lo bajo y se sentó al borde de la cama mientras Usagi iba a por Misaki.

¿Cómo iba a hacerlo? No era como cuando llegó a Japón que estaban todos los miembros de la familia en la boda y vieron a Inoko perder el control de sus poderes durante el banquete. Hubo revuelo, pero la madre de Inoko explicó la situación y aunque a todos les costó tener a un miembro en la familia con tal poder y tan... distinto, lo tuvieron que aceptar, por el bien de la familia. Ahora era distinto, no solo porque Inoko había crecido, sino que sus poderes también lo habían hecho y mostrarlos a alguien era un misterio por cómo iba a resultar todo.

La puerta abriéndose la hizo salir de sus pensamientos y vio a Misaki con el ceño fruncido y a Usagi detrás, cerrando la puerta en cuanto entró.

-Ah, hola Inoko, ¿sucede algo?-

-Por favor, siéntate Misaki.- Se puso frente a él en cuanto se sentó al borde de la cama, mirándola curioso. -Voy a mostrarte algo, pero quiero que me prometas que no vas a gritar y mucho menos que lo dirás a alguien que no sea de la familia.- Misaki miró a Usagi y él tan solo asintió, como si dijera que nada malo iba a pasar. Cuando miró a Inoko abrió los ojos asombrado. Delante de él ya no estaba la chica pálida y de ojos azules como el cielo de noche, sino que había una chica de piel más tostada, ojos verdes y pelo mucho más largo y de un castaño más claro. Abrió la boca para decir algo, pero la mano de Usagi sobre su hombro le hizo callarse y sus ojos violetas le hicieron saber que no debía mencionar ese detalle. Después, todo alrededor empezó a cobrar vida, los osos de peluche que había por la habitación comenzaron a andar por todo el lugar, de las manos de Inoko salía un humo dorado que la rodeó y se iba haciendo más grande y una sensación abrumadora llenó los cuerpos de Akihiko y Misaki.

Todas las luces se encendieron y Misaki comenzó a oír una voz, como si una mujer tararease una canción. A este paso Inoko había cerrado los ojos y su mente se había ido lejos de la habitación donde mostraba su poder a Misaki. Se encontraba en una playa, la más bonita que había visto nunca. El sol se reflejaba en el agua y era cristalina hasta el punto de poder ver los peces y todas las piedras de colores. Entonces, escuchó que la llamaban y al darse la vuelta vio a un chico con el pelo castaño y ojos verdes que la sonreía de oreja a oreja. Cuando estiró el brazo para tocarle el rostro algo tiró de ella hasta entrar en el agua y en ese momento abrió los ojos y el humo dorado que se movía suavemente por toda la habitación la rodeó e Inoko jadeó echando la cabeza y sintiendo sus poderes descontrolarse y sus pies elevarse cada vez más por encima del suelo.

-¡INOKO!- Akihiko fue a por ella y la cogió antes de caer al suelo, viendo el humo dorado desaparecer en segundos. -Inoko vamos despierta.- Estuvo dándole golpes en la mejilla, intentando que abriera los ojos. -Otra vez no, por favor.- Murmuró por lo bajo y Misaki abrió los ojos. ¿Ya había pasado algo así antes?

A los pocos minutos Inoko fue abriendo los ojos, de nuevo azules y en su rostro apareció preocupación al ver a Akihiko a punto de llorar.

-¿Qué ha pasado?-

-Tus poderes se descontrolaron y te desmayaste, ¿recuerdas algo?- La ayudó a sentarse en el suelo mientras Inoko pasaba la mano por su frente.

-No, no recuerdo nada.- Miró a Akihiko. -Lo siento. Cada vez se descontrolan más.- Y tanto ella como Misaki se asombraron cuando vieron que Usagi la abrazaba con fuerza. Al momento llegaron Kaoruko y Mizuki detrás. Habían escuchado los gritos y subieron enseguida.

-Todo el mundo fuera.- Dijo Akihiko echándolos a todos y dejando que Inoko se sentase en la cama. A los pocos segundos tuvo a Misaki frente a ella.

-Gracias por compartirlo conmigo.-

-¿No estás asustado?- Misaki sacó una pequeña sonrisa y negó ligeramente con la cabeza.

-¿Por qué iba a estarlo?- Inoko abrió los ojos ligeramente por el asombro y enseguida sonrió junto a él.

-Eres algo extraordinario, Misaki.- Con una última mirada, Misaki se fue de la habitación cerrando la puerta y dejándola sola de nuevo.

Esperando un par de segundos que nadie entrase de sorpresa, se levantó de la cama y fue corriendo hasta la mesa donde estudiaba. Con un chasqueo de dedos todos los apuntes, cuadernos y libros de clase se ordenaron a un lado del escritorio y sacó de su mochila su libreta de dibujos y su lápiz. Al agarrarlo, comenzó a dibujar, haciendo rápidos trazos y frunciendo el ceño a cada línea que hacía. Terminó a los pocos minutos y observó su dibujo.

-¿Por qué siento que te conozco?- Acarició el dibujo con sus dedos mientras notaba su corazón latía con fuerza y a lo lejos escuchaba un canto que se le hacía familiar. ¿Qué estaba pasando? Gruñendo al no encontrar respuesta, miró al techo y estiró los brazos, moviendo las manos ligeramente hasta ver el humo dorado rodeándolas. Sabía que se estaba acercando a algo, pero no sabía el qué y aunque debía tener miedo, en cambio se sintió emocionada por lo que estaba a punto de llegar.

*

-Muy bien. Los banderines de un extremo a otro del escenario y por favor, que alguien coloque de una vez los carteles de ocupado en los asientos donde nos vayamos a sentar todos.- Decía Inoko desde el escenario, señalando todas las indicaciones y viendo a muchos alumnos moverse de un lado a otro siguiendo sus órdenes.

-Ha sido una suerte que el director haya adelantado la ceremonia de graduación para que tú no te la pierdas.- Decía Kahoko colocando los diplomas en la mesa donde se sentarían los profesores. En cambio Inoko suspiró.

-Ahí ha tenido algo que ver mi padre.- Y en el fondo agradecía la suma de dinero que había dado al instituto para que eso sucediera. No iba a permitir que Inoko se fuera del instituto a un par de semanas de terminar las clases. Al escuchar a Kahoko reír se dio la vuelta para empezar a reír las dos.

-¡Oye Inoko, te necesitan en el almacén!, ha habido un problema con los micrófonos.- Exclamó Ryotaro desde los asientos e Inoko asintió, bajando enseguida del escenario y saliendo de allí. Sin moverse, Ryotaro y Kahoko sonrieron cómplices.

Los días fueron pasando y el día de la graduación llegó y el colegio se llenó de los alumnos a punto de terminar una etapa en su vida y de sus familiares con grandes sonrisas de orgullo. A la ceremonia acudieron Fujihiko, Masumi y Haruhiko por una parte en una lujosa limusina que llamó la atención de muchos alrededor; y por otra Akihiko acompañado de Misaki en el deportivo rojo. Cuando ambas partes se reencontraron se formó un silencio alrededor, todo el mundo estaba pendiente de aquella guerra de miradas que había en el clan Usami. En cambio, Masumi, con una cálida sonrisa, se acercó hasta Misaki.

-Es un placer verte de nuevo, Misaki, ¿cómo va la Universidad?-

-Muy bien, señora Usami, aunque con mucha presión con el trabajo final.- Rió nerviosamente Misaki y Masumi sonrió cálidamente. En ese momento escucharon una voz que los llamaba y al girar todos el cuello vieron a Inoko corriendo hacia ellos moviendo el brazo y con una gran sonrisa en su rostro.

Masumi, al ver a su hija, se alejó de todos y fue a recibirla con los brazos abiertos.

-Cariño, estás preciosa. No puedo creerme que ya te gradúes.- Le acarició la mejilla con cariño y madre e hija se sonrieron mutuamente hasta que el resto de la familia Usami y Misaki se acercaron a ellas para felicitar a Inoko.

Los tres la felicitaron, aunque como era de esperar, su padre la abrazó con fuerza y sus dos hermanos rodaron los ojos, pensando que aquella muestra de afecto sobraba y, más en el fondo, que nunca la había mostrado con ellos. Pero no podían culparle, se trataba de Inoko e incluso el terminar el instituto era algo de lo que estar orgulloso, sobre todo por lo que eso significaba y lo que estaba por venir.

Tras entrar en el auditorio, todos, tanto padres como alumnos, se sentaron en sus respectivos asientos y vieron al director aparecer en el escenario para empezar con la ceremonia. Empezó con un discurso estándar que seguro había repetido en todas las ceremonias de graduación y tras varios bostezos que salieron de los estudiantes y sus familiares, el director presentó a Inoko, que al ser la representante de estudiantes, se encargaba de hacer el siguiente discurso. Y al escuchar su nombre, todos sus compañeros y compañeras, pero sobre todo Misaki y Masumi (porque Akihiko, Haruhiko y Fujihiko prefirieron mantener la compostura) estuvieron vitoreando al ver a Inoko salir al escenario con una gran sonrisa y lágrimas a punto de caer por sus mejillas.

-Queridos compañeros, compañeras y profesores. Gracias por darme la oportunidad de permitirme hacer el discurso en este día tan importante para todos nosotros. Muchos dicen de este momento como uno en el que se cierra un ciclo, pero yo no lo veo así. Lo veo como la puerta a un lugar lleno de experiencias que todos viviremos lo mejor que podamos, llevando a todos los amigos, amigas e incluso parejas que hemos hecho en estos últimos tres años, dos o incluso uno para todos los que hayan venido o se hayan ido. Cada persona aquí ha dejado su huella para los futuros alumnos y alumnas que crucen las puertas con esperanzas por lo que estén a punto de vivir.- Se quedó unos segundos en silencio, observando su discurso, aunque lo cerró. -Me gustaría dar las gracias a todos los profesores y profesoras que han estado a nuestro lado todos los días, apoyándonos en cualquier momento y enseñándonos todo lo que ahora mismo sabemos; pero me gustaría dar las gracias en concreto a mi familia, sobre todo a mi madre por haberme enseñado que puedo ser capaz de cualquier cosa si me lo propongo, por haberme criado todos estos años y por ayudarme a ser quien soy a día de hoy. Muchas gracias a todos.- Y todo el estadio se llenó de aplausos y silbidos y antes de desaparecer de allí para que la ceremonia de entrega de diplomas continuara, vio a su madre llorando y con una gran sonrisa y así, volvió a su asiento junto con Kahoko que la abrazó con fuerza.

*

-¡Inoko!- La muchacha giró la cabeza y vio a Misaki levantando el brazo y a su familia junto a él, todos con grandes sonrisas, incluso Haruhiko e Inoko se arrepintió de haber dejado la cámara en su habitación porque ese momento pocas veces lo iba a ver. Tras disculparse con un par de compañeros con los que estaba hablando, fue corriendo al reencuentro con su madre que la abrazaba con fuerza e incluso lloraba en su hombro. -Te has hecho tan mayor.- Acarició su rostro mientras las lágrimas seguían bajando. -Estoy muy orgullosa de ti.-

Inoko tan solo sonrió como agradecimiento y sintiendo que también acabaría llorando. Detrás de su madre estaban Usagi, Misaki, su padre y Haruhiko, y cuando se separó de Masumi el único que fue a abrazarla fue Misaki. Ambos estuvieron unos minutos, la oji azul riendo porque sentía a su cuñado llorar en su hombro, por lo que le acarició el pelo con una mano y dándole suaves palmadas en la espalda con la otra mano.

Al separarse Inoko apartó los restos de lágrimas de la cara de Misaki con los pulgares y le dio una suave sonrisa que imitó el muchacho, alejándose de ella para que tanto Akihiko como Haruhiko se pusieran frente a ella. Los tres se quedaron en silencio, observándose durante unos minutos hasta que Inoko abrió los labios.

-¡Bien!- Colocó una mano sobre su cintura y con la otra estiró el brazo para señalarlos. -¡Y ahora daros la mano para enterrar el hacha de guerra!-

-Jamás.- Dijo Akihiko cruzándose de brazos y mirando a otro lado.

-Ni estando loco.- Haruhiko hizo igual e Inoko suspiró resignada mientras cerraba los ojos y bajaba los brazos.

-Son de lo que no hay.- Murmuró y tras dar dos pasos hacia sus hermanos les agarró a cada uno de las orejas dejando a todos alrededor asombrados, incluido Misaki, mientras de Masumi y Fujihiko reían escandalosamente por aquella escena. -Os debería dar vergüenza estar enfadados cuando estoy a punto de irme, ¿es que no podéis ser un poco más considerados?- Gruñía ignorando los quejidos de ambos hombres.

-Oye, Inoko, creo que...- Misaki intentó acercarse pero Inoko giró el cuello y el muchacho vio que sus ojos estaban oscuros al igual que el aura que había a su alrededor y del miedo que recorrió su cuerpo entero, se alejó de allí un par de metros.

-¡Inoko!- Escuchó la voz de Kahoko a lo lejos y soltó a sus hermanos, girándose para ver a su mejor amiga acercándose a ella con un sonrisa. -Ha habido un problema en la sala de delegados y te necesitan.- Inoko gruñó mientras miraba al cielo. No se esperaba que una vez graduada tuviera que seguir ejerciendo de delegada de los alumnos, pero tampoco podía irse sin arreglar lo que sucediera.

-Ve.- Miró a su madre. -Nos veremos en casa.- Inoko asintió con la cabeza y siguió a Kahoko. Estuvo despidiéndose de profesores y alumnos y estos le deseaban buena suerte en Inglaterra y ella solo les respondió con una sonrisa, sintiendo el miedo llenar su cuerpo por la guerra que estaba a punto de llegar.

Al entrar en el edificio fueron subiendo las escaleras lentamente. Inoko observó las aulas vacías y se imaginó cada momento vivido en esas paredes y pasillos, desde los buenos y alegres hasta los malos y tristes. Todos importantes y que guardará en su corazón para siempre. El primer beso con Kaji, ambos con apenas 17 años, los dos solos en todo el instituto y los rayos de sol que atravesaban las ventanas e iluminaban sus pieles. La primera vez que habló con Kahoko cuando llegó al colegio y cómo ese mismo día descubrió de sus poderes cuando evitó que cayera un cubo en su cabeza por las obras que estaban haciendo (Kahoko juró no decir nada y a cambio le enseñó su violín mágico y el hada que lo protegía). La pelea de globos de agua que tuvieron en un festival todos los de su grupo un día caluroso que anunciaba la llegada del verano y donde acabaron con la ropa empapada y pegada a sus cuerpos. Aquellas cosas las echaría de menos y se apartó la lágrima que cayó por su mejilla.

-¿Estás bien?- La voz de Kahoko la sacó de sus pensamientos y la miró. Estaba preocupada pero Inoko enseguida le mostró una sonrisa mientras asentía con la cabeza.

-Echaré de menos todo esto.- Miró a su alrededor y vio cómo su amiga se acercaba a ella y ambas se abrazaron con fuerza en mitad del pasillo durante varios minutos.

Al separarse no se dijeron nada y continuaron andando hasta llegar a la sala de alumnos. La puerta estaba cerrada y no se escuchaba nada en el interior.

-Kahoko, ¿estás segura de que hay algún...?- Y las palabras se quedaron en sus labios cuando al entrar vio a todos sus amigos allí, con grandes sonrisas, lanzando confeti y gritando un alto SORPRESA mientras Ryotaro y Len mostraban un cartel que ponía en letras grandes Bon Voyage. -¿Pero qué...?- Sus ojos se llenaron de lágrimas y no pudo hablar más de la emoción por aquella fiesta de despedida que le habían hecho todos sus amigos.

Las chicas fueron a abrazarlas aunque también lo hizo Kaji, pero él se quedó detrás, observando a Inoko llorar en los brazos de sus amigas. Cuando se separaron los dos se abrazaron también. Así estuvieron varios minutos, Kaji rodeando con fuerza la cintura de Inoko con sus fuertes brazos y ella agarrándose a su chaqueta. Los dos estuvieron llorando hasta que se calmaron y las lágrimas se secaron en sus rostros. Se miraron una última vez y antes de separarse Kaji dejó un beso sobre su frente y vio a Inoko ir a saludar al resto de sus amigos.

Había bebidas y comida en una mesa apartada y música sonando por un altavoz en otra mesa. Allí harían la fiesta que el director les había permitido hacer con la condición de limpiar todo antes de irse.

-¿Cómo estás?- Miró a Len que se ponía a su lado. Después de bailar un rato y de cantar a pleno pulmón, Inoko se alejó un poco de ellos y se puso en una esquina del aula, junto a la ventana.

-Estoy bien.- Inoko le sonrió levemente con los labios. -Bueno, la universidad de Julliard.- Len asintió y en sus ojos pudo observar un poco de orgullo aunque también tristeza. -Estaréis bien.- Puso la mano sobre su hombro y no necesitó preguntar qué sucedía porque sabía que se trataba de Kahoko y de que estarían mucho tiempo separados. - Falta que Harvard le conteste a la solicitud y con las notas tan buena que tiene y el programa internacional la admitirán.- Ambos amigos se miraron y Len, al ver a Inoko a los ojos, sintió que todos esos miedos y preocupaciones se alejaban.

Kahoko llegó enseguida para agarrarla del brazo y tirar de ella hasta donde estaban el resto de sus amigas, cantando a pleno pulmón una canción de hace varios años.

*

Al llegar la noche decidieron terminar la fiesta y entre todos limpiaron el aula y se fueron de allí como si no hubieran estado bailando, cantando y comiendo. Inoko, como presidenta del consejo de estudiantes (aunque ese título lo había dejado de tener al graduarse), se encargó de cerrar todas las puertas y dejó la llave en el cajón del conserje que entraría en unos minutos. Todos sus amigos estaban fuera, con lágrimas en los ojos por la despedida e Inoko les abrazó a cada uno, aguantando las ganas de llorar porque sabía que se le haría más duro irse.

La última era Kahoko, que estaba junto a Len (y aunque él no lo fuera a admitir, también aguantaba las lágrimas por despedirse de su amiga) y ambas se dieron un abrazo que duró largos minutos.

-Por favor, ten mucho cuidado.- Susurró en su oído de manera que solo Inoko lo escuchó. -Y escríbeme, no me importa que aparezca una lechuza o alguien en mi habitación en mitad de la noche.-

-Lo sé.- Se miraron. -Te voy a echar tanto de menos.- Volvieron a abrazarse y lloraron un par de minutos más hasta que se despidieron, unos metros de distancia, con sonrisas agridulces en sus rostros y sus manos moviéndose en el aire.

Finalmente Kaji y ella se quedaron solos y tras mirarse unos segundos, él le ofreció su brazo y ella, tras enlazarlo con el suyo y compartir pequeñas sonrisas, pusieron rumbo a la casa de ella. Apenas compartieron palabra, solo algunas miradas que acababan en sonrisas. Sus pasos eran lentos, como si no quisieran separarse tan pronto y estuvieran aprovechando el tiempo que les quedaba solos.

Al pasar por el parque vieron un puesto de helados abierto y sin decir nada, Kaji se separó de Inoko para acercarse al pequeño puesto. Inoko esperó pacientemente a un par de metros, viendo las parejas alrededor y a las familias que volvían a sus casas. Sonrió al verles tan felices y tan.... en paz. Pero enseguida la llenó un sentimiento de tristeza al pensar en la guerra que se avecinaba y que amenazaba con todo eso y no solo en Inglaterra, sino en el resto del mundo si ganaba Voldemort.

-Ey.- La voz de Kaji la hizo volver y tras dar un pequeño bote por el susto le miró. -Aquí tienes.- Le entregó un helado de chocolate, su favorito. Tras agarrarlo le dio una pequeña sonrisa y murmuró un bajo 'gracias'. con eso ellos siguieron su camino aunque esta vez fueron por el parque. Estaba quedándose vacío por lo que se podía escuchar a los grillos o a los animales que había allí y paseaban por sus anchas. -La luna está preciosa esta noche.- Ella conocía la historia detrás de esa frase y no necesitó pensárselo dos veces para decir:

-Sí que lo está.- Giró el cuello para mirarle y se encontró con que él también la miraba. En sus ojos se veía el cariño que le tenía y seguramente en los de ella estaba ese mismo sentimiento. -Te voy a echar muchísimo de menos.- Ambos se abrazaron. Tal vez se mancharon mutuamente con el helado que se derretía por segundos, pero les daba igual. Kaji lloraba en sus brazos e Inoko le consolaba, acariciando su cabeza y mirando al cielo mientras pedía a la luna y las estrellas brillantes ahí arriba que le dieran suerte en aquella misión.

Cuando finalmente llegaron a la casa de Inoko se volvieron a mirar.

-Buena suerte.- Se dijeron mutuamente y empezaron a reír.

-Nos veremos pronto.- Dijo Inoko y su corazón dio un vuelco. ¿Y si no volvía a verle?, ¿ni a Kahoko?, ¿ni a ninguno de sus amigos?

¿Y si moría?

-Nos veremos pronto y tú serás una gran artista.- Cierto. Él pensaba que se iba a una beca de arte. Como respuesta le sonrió y sacó las llaves de su bolso, lista para entrar en su casa.

Y antes de irse se lanzó a sus brazos rodeándole el cuello y Kaji le rodeaba la cintura. Estuvieron en esa posición durante minutos; o tal vez segundos; pero disfrutaron de aquel momento hasta que se separaron y se miraron unos segundos. En un último movimiento Inoko se puso de rodillas y dejó un beso sobre la frente de Kaji, apartando los mechones de su flequillo.

-Gracias por todo.- Susurró y finalmente se alejó de él, yendo definitivamente a su casa aguantando las ganas de llorar hasta que cerró la puerta tras de sí. Enseguida sintió una mano sobre mi hombro y al levantar la vista vió a Tanaka que la observaba con una cálida sonrisa y le tendía un pañuelo con la otra mano. -Gracias.- Dijo con un hilo de voz agarrando el pañuelo para quitarse los restos de lágrimas.

-Todo saldrá bien, señorita Usami.-

-Puedes llamarme Inoko. Te lo he pedido desde pequeña.-

-Y seguiré llamándola señorita Usami.- Inoko sonrió tras el pequeño llanto y le entregó el pañuelo a Tanaka que lo guardó con cuidado en su bolsillo. -La cena está servida.-

-¿Hay alguna manera de poder hacerlo en mi habitación?- Tanaka se quedó unos segundos pensativo y después asintió con la cabeza.

-Le comunicaré a sus padres que se encontraba cansada.- Inoko le dio un pequeño abrazo y enseguida subió por las escaleras procurando no hacer ruido que la pudiera delatar.

Tanaka le entregó la cena a los pocos minutos y la cenó frente en el alféizar de la ventana, observando el cielo brillante y mientras masticaba la comida que se enfriaba por momentos, con sus dedos practicó su magia y cosas inimaginables sucedieron en su habitación: desde peluches que limpiaban como lápices que pintaban las paredes hermosos dibujos. A la vez su ropa fue directa a la maleta, toda doblada y dejando espacio para varias de sus cosas que necesitaría en Hogwarts, tales como sus cuadernos de dibujos como de encantamientos o pociones y el libro, aquel que la había ayudado a resolver varias dudas sobre sus poderes.

Cuando terminó de cenar con un chasquido de dedos el plato desapareció, sabiendo perfectamente que estaría en la cocina, listo para ser lavado y que Takana y el resto del servicio le agradecería el gesto.

Se tumbó en la cama el resto del tiempo, observando los dibujos que había estado haciendo durante los últimos meses y con los que había estado soñando desde entonces. Siempre los mismos 10 rostros, ahora con color y aunque todos eran tan diferentes (incluso había un ciborg, un esqueleto y un reno de nariz azul), había dos con los que no podía apartar su mirada. Uno era un muchacho de piel tostada, ojos verdes como esmeraldas y pelo castaño claro. Mostraba una pequeña sonrisa y cada vez que lo miraba escuchaba a lo lejos una nana que se le hacía muy familiar, tal como le hacía sentir aquel dibujo. En cambio el otro rostro era de un muchacho de piel un poco más oscura, el ceño fruncido y los ojos oscuros que hacía su corazón latir con fuerza que parecía que se saldría de su pecho.

-Por favor hacedme recordar.- Murmuró aun sin darse cuenta de lo que había dicho y cuando quiso darse cuenta, la luna brillaba con fuerza en el cielo y no se escuchaba a nadie en la casa. Mirando el reloj de la mesilla vio que eran las 2 de la madrugada y con eso llegó la hora de marcharse. Se levantó de la cama y guardó los dibujos en su mochila. Agarrando la maleta y otra bolsa miró a su alrededor y toda la habitación estaba vacía salvo por los muebles. Tantos años en aquel sitio para que se quedase en la nada, todo guardado en su maleta.

Al sacar la bolsa de polvos flu escuchó unos golpes en la puerta.

-Supuse que te irías sin despedirte.- Al ver el rostro de su madre asomándose soltó todo y fue corriendo para abrazarla. -Mi pequeña.- Murmuró al rodearla con sus brazos. -Ten muchísimo valor y vuelve sana y salva a casa.- Las dos se miraron y su madre le agarró el rostro con las manos. -Muchísima suerte, mi tesoro.- Besó su frente.

-Tengo miedo.- Dijo Inoko al borde de las lágrimas.

-Es normal, pero teniéndoles a todos ellos no hay nada que temer.- Juntó sus frentes. -Eres muy valiente y tienes mucho poder, úsalo para vencer a Voldemort.-

-Lo intentaré.- Se dieron un último abrazo y Masumi vio a su hija entrar en la chimenea y tras darse pequeñas sonrisas, Inoko soltó el puñado de polvos sobre sus pies mientras exclamaba: -¡Grimmauld Place, número 12!- Y tras aparecer un fuego verde, Inoko ya se había ido y Masumi rompió en llanto.

Continuará...

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