
Chapter 1
Viserys estaba en su habitación, sumido en pensamientos y sintiéndose culpable por sus decisiones. Hacía unos momentos, lady Alicent se había retirado de sus aposentos después de leer uno de sus libros y charlar sobre cosas sin importancia.
Estaba mirando a la nada, tomando una copa de vino de Arbor, cuando escuchó un sonido que parecía el de una puerta que se abría. Al girarse, vio que una parte de una de las paredes revelaba una puerta, por la que salió alguien.
Estaba paralizado, no de miedo, sino de incredulidad. Él no sabía que hubiera pasadizos en la fortaleza. Tal vez hubiera sentido miedo si no conociera a la persona que entró por allí.
—¿Hija, qué haces aquí? —preguntó.
—Padre, vine a hablar contigo, o tal vez podría decir que vine a contarte una historia —respondió Rhaenyra.
—Una historia... ¿Desde cuándo conoces estos pasadizos? ¿Cómo los encontraste? —preguntó él con tono confundido.
Se sentía un poco mareado, aunque no le dio mucha importancia. Tal vez fuera el vino o las pocas horas de sueño que había tenido desde hacía unas noches.
Rhaenyra se sentó en la silla que estaba junto a él y lo miró fijamente un momento antes de hablar.
—Sabes, padre, que los sueños de dragón representan...
—Son muestras de lo que sucederá en el futuro, visiones enviadas por los dioses —contestó él sin dudarlo.
—Tienes razón, pero son más que eso. No son solo cosas que sucederán en el futuro, sino que nos muestran las catástrofes del futuro; son dados a nosotros para que evitemos que sucedan —dijo Rhaenyra.
Él se quedó paralizado, nunca lo había visto de esa manera, nunca había pensado que eran cosas que tenían que evitarse. Aunque ahora que lo pensaba, tanto el sueño de Daenys como el de Aegon mostraban la destrucción que ocurriría.
—Pensaste que tenías que tener al hijo que viste en tu sueño, cuando en realidad era una advertencia de los dioses, te mostraron lo que sucederá si tienes un hijo varón —dijo la princesa.
Él se quedó mudo, ¿cómo sabía su hija sobre su sueño?
Su cara mostraba una expresión de confusión, y entonces ella respondió:
—Viví una vida llena de dolor, y aunque en ese momento no lo quise ver, todo el dolor que sufrí fue causado por tus decisiones y debilidad. Por confiar en las personas que nos querían ver muertos y destruir nuestro legado. Pero nunca confiabas en tu familia, las personas que te amaban y que te eran realmente leales.
El rey estaba sin palabras, confundido y sin realmente entender lo que ella decía, así que ella continuó:
—Cuando llegue el momento en que te vuelvas a casar, ya estarás encariñado con Alicent por las visitas que te hace.
Él abrió mucho los ojos cuando ella dijo esas palabras.
—Debido a eso, te casarás con ella, y tendrás tres hijos y una hija con ella, aunque me mantendrás como tu heredera. Creíste que eso sería suficiente para que los señores me aceptaran a mí antes que a tu primogénito, pero eso no sucedió. Me obligaste a casarme con Laenor Velaryon tratando de reparar el orgullo de la serpiente marina luego de haber elegido a la hija de un segundo hijo en lugar de a su hija.
Él prefería la compañía de los hombres, por lo que no pudimos tener herederos y me vi obligada a buscar un hombre que pudiera dármelos. Ellos tenían la apariencia de su padre, por lo que toda su vida fueron acosados por los susurros de su bastardía. Susurros esparcidos por tu esposa y tú nunca hiciste nada contra ellos.
-Diez años después de mi boda, mi tío y yo quedamos viudos y finalmente pudimos casarnos. Aunque para mí era un matrimonio que había deseado siempre, también fue por la desesperada necesidad de ayuda y aliados.
Se detuvo un momento, con la mirada perdida, como si estuviera recordando algo. Viserys se sentía más mareado con cada minuto que pasaba, y casi no podía moverse, pero veía y escuchaba perfectamente.
-Nos exiliaste de Desembarco del Rey por casarnos sin el permiso de la corona, vivimos seis años felices, tuvimos dos hijos hermosos y estaba esperando un tercero cuando un día llegó Rhaenys con la noticia de tu muerte y la usurpación del trono. A raíz de eso comencé mis labores antes de tiempo y mi hija murió. Luego de eso perdí uno a uno a mis hijos de las maneras más horribles, y luego también perdí a mi esposo. Solo me quedaba un hijo, mi primer hijo con Daemon, cuando tuve que salir de la capital cuando la gente se volvió contra mí. Viajé con mi hijo a Dragonstone, sin saber que allí me esperaba mi hermano usurpador, el cual me asesinó con fuego de dragón.
El rey respiraba agitadamente, ya sin poder moverse y su vista se estaba volviendo borrosa. La princesa se levantó y se acercó a su padre.
-No puedo permitir que esto suceda, eso causó la muerte de los dragones y cuando la larga noche llegó, no quedaban dragones para combatir junto al heredero prometido.
-Rhaenyra, ¿qué hiciste? —dijo el rey entrecortadamente y en apenas un susurro.
-Tu muerte era la manera más fácil de evitarlo, tú nunca hubieras creído que Otto haría algo así. Creerías ciegamente en él a pesar de todo, así que no tuve otra opción —dijo ella.
Ella acomodó al rey de manera que no se cayera y alertara al guardia en la puerta. Esperó unos minutos más y luego se fue de los aposentos de su padre. Caminó por los pasadizos hasta llegar a su habitación. Una vez en ella, se cambió y se acostó. Unos minutos después, cayó en un sueño profundo, sintiéndose completamente tranquila.