Voluntad de fuego

Harry Potter - J. K. Rowling
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Voluntad de fuego
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Summary
La guerra de creía pérdida, pero Harry Potter ha regresado. Con él surge la esperanza de que se cumpla la profesía, más la oscuridad amenaza con consumirlo.
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Conflictos

Capítulo 5: Conflictos

Lo primero que notó Harry al despertar fue que se encontraba de vuelta en las instalaciones de la Orden del Fénix y que no estaba solo. Luna se encontraba a su lado, colocando trozos de tela sobre su frente. Neville se veía preocupado y listo para ayudar en cuanto fuera necesario. Una de las mangas de su camisa había sido arrancada. Si Harry no hubiera estado tan aturdido les habría preguntado por la forma en que lo localizaron. Era la segunda vez que escapaba y la segunda vez que lo rastreaban con gran facilidad.
—¿En dónde te duele? —le preguntó Luna.
—No me duele nada.
Mintió. Harry sentía un profundo dolor en la zona de la frente y varias de las heridas que Bellatrix le había hecho durante su cautiverio se habían abierto. No quería que le tuvieran lástima y menos que se interpusieran en sus planes. Estaba decidido a escapar y lo haría en cuanto tuviera una varita.
A pesar de los muchos motivos que tenía Luna para enojarse, no había ningún rastro de enojo en su voz o mirada. Todo lo que Harry pudo encontrar fue comprensión y preocupación. De los dos era Neville el que más molesto se encontraba, pero no demasiado. Prueba de ello era que no le había reclamado o comenzado a gritar.
—¿Cómo me encontraron?
—Lo sabrás cuando llegue el momento.
Aunque Harry sabía que no había malas intenciones en la voz de Neville, le molestaba el que le estuvieran ocultando cosas. Desde que había despertado la forma en que lo trataban le daba la sensación de que les preocupaba que hiciera algo imprudente y eso le parecía absurdo. Sentía que había perdido mucho tiempo y que ellos solo lo estaban retrasando.
—¿Por qué no me lo dicen ahora?
—Ambos sabemos el motivo —respondió Neville con amargura.
Harry no estaba seguro de lo que Neville quería decir, pero tenía una sospecha. Él sabía que su amigo y antiguo compañero de clases le había hecho, o sabía de algo con lo que podría rastrearlo en cualquier momento y quería saber qué era para poder deshacerse de eso o inhabilitarlo. Colocó su mano sobre la suya, esperando tener una visión que le diera una pista sobre lo que tanto deseaba saber.
Tuvo una visión, pero no estaba seguro de que fuera lo que quería ver. Pudo reconocer a Neville hablando con Lobo acerca de un ataque a un pueblo muggle y a los dos trabajando en una estrategia para evacuar a los habitantes de dicho lugar. Lobo se veía molesto, pero la ira de su rostro no podía ser comparada con la que él había presenciado cuando los ayudó a escapar. También notó a una niña que los acompañaba. Ella era la que tenía un mapa y la que estaba trazando sobre este algo que le pareció una ruta.
La visión terminó y él trató ponerse de pie, tropezando en el intento. Quiso pretender que estaba bien, pero dolía demasiado como para poder disimular. Luna lo atrapó antes de que pudiera tocar el suelo y Neville no tardó en brindarle un hombro para que pudiera apoyarse.
—Sin mentiras ¿Cómo te sientes?
—Cansado, es todo.
“Y adolorido”, quiso agregar. Los sanadores habían hecho un gran trabajo sanando sus heridas y eran pocas las cicatrices que le quedaban, pero durante dos años Bellatrix había estado torturándolo y las secuelas que le quedaron eran profundos en muchos sentidos. El dolor que experimentó horas atrás no se había desvanecido del todo.
—¿Vas a volver a escapar? —le preguntó Luna, en su rostro había una seriedad poco usual en ella.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Lo mucho que te conocemos —interrumpió Tonks y Harry se sobresaltó. Hasta ese momento no había sido consciente de su presencia.
—Si les digo ¿intentaran detenerme? —le dijo Harry aceptando su derrota —, no puedo quedarme aquí sabiendo que hay una guerra afuera y que el asesino de Hermione está libre.
—¿Crees que vengar su muerte la traería de vuelta? Ella preferiría que vivieras.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Preferiría que te recuperaras por completo antes de salir, pero todos sabemos que contigo eso no funcionará, así que lo mejor es ceder. Ollivander te está fabricando una varita, en cuanto terminé te la haremos llegar.
De todos los escenarios que Harry llegó a plantear en ninguno de ellos los miembros de la Orden del Fénix estaban dispuestos a dejarlo pelear. Eso lo hizo sentirse un poco más tranquilo. El no tener que preocuparse por escapar le daba más tiempo y energía para enfocarse en lo que realmente importaba. Había perdido mucho tiempo, no quería que la situación siguiera alargándose aún más.
—Por ahora duerme. Pelear en tus condiciones sería un suicidio y no lograrías nada.
Harry cerró los ojos e intentó descansar. Durante los primeros minutos lo logró, luego comenzó a soñar. No había imágenes, solo una profunda oscuridad y la voz de Bellatrix narrándole lo que ocurría fuera del calabozo. Quiso despertar, pero no pudo. Era incapaz de moverse y eso le hizo pensar que había caído en una trampa y que todo lo que había vivido desde que dejó la mansión Lestrange era un engaño.
Cuando finalmente logró despertar lo primero que vio fue una mano sobre su frente. Esta pertenecía a Luna, quien se encontraba bastante aterrada. Harry no recordaba haberla visto en ese estado antes. Llevó su mano hasta su frente, comprobando lo que ya sospechaba. Estaba cubierto de sudor.
—Iré por una poción para que duermas sin sueños.
Luna se alejó corriendo y en pocos minutos llegó con la poción de la que hablaba. A pesar de las dudas que Harry tenía, la bebió. Luna era su amiga y, aunque las sospechas no habían desaparecido del todo de su ser, estaba dispuesto a confiar en ella, necesitaba hacerlo.
Despertó tres días con el estómago vacío. Con mucho esfuerzo se levantó y se dirigió a la cocina. Cho se encontraba desayunando, pero en cuanto lo vio, no dudó en ayudarlo a llegar a la mesa y servirle algo para comer.
—Debes estar hambriento —le dijo Cho mientras colocaba unos huevos con tocino frente al niño que vivió —, comételo y si quieres más, solo tienes que decírmelo.
—¿Dónde están los demás?
—Salieron, a buscar provisiones y a ayudar poblados muggles. Tu varita está lista, comételo todo y podrás usarla.
A pesar de que para Harry resultó evidente que Cho había mencionado la varita para desviar la conversación, decidió no seguir hablando del tema. No quería darle motivos para que se arrepintiera de darle una varita y estaba seguro de que poder descubrir la verdad por sus propios medios. Comió todo lo que Cho le había servido e incluso repitió. No tenía hambre, tan solo un deseo de luchar que lo estaba consumiendo por dentro, pero también era consciente de que en su estado no podría hacerles frente a los mortífagos, menos a Voldemort. En más de una ocasión se había sentido mareado y poco le había faltado para desmayarse.
Cho lo llevó hasta la habitación de Ollivander. Esta se encontraba abarrotada por muchas cajas y el dueño de esta terminando los detalles de su más reciente creación. Lo vio sonreír y supo que llevaba rato esperándolo.
—Tienes suerte, muchacho, logramos conseguir todos los materiales para tu varita. El Fénix que me dio la pluma del núcleo vino aquí poco después de que comenzara con la fabricación de la varita.
Cuando Harry tomó la varita no sintió nada. Se dijo que eso podía haber ocurrido porque no era su varita, idea que descartó casi al instante. Ollivander la había hecho para él y él nunca olvidaba una varita. Probó hacer un hechizo y nada pasó. Recitó todos los encantamientos que conocía sin obtener ningún resultado.
—Déjeme intentarlo —le dijo Ollivander, su rostro denotaba una profunda preocupación y es que él ya sospechaba lo que ocurría —. Lumus.
De la punta de la varita brotó una luz y con ello Harry sintió que su mundo se derrumbaba. Probó con diferentes varitas. No solo con las que Ollivander había fabricado, también con la de los miembros de la Orden que estaban en el cuartel, pero cada intento terminaba de la misma manera.
Harry no quería creerlo, pero cada vez resultaba más difícil no hacerlo. Las varitas se negaban a reaccionar y él no podía sentir la magia fluyendo en su interior. No había perdido la cordura durante el tiempo que Bellatrix lo había torturado y, aunque la mayoría de sus heridas habían sido tratadas, todavía quedaban secuelas. Su incapacidad para hacer magia era solo una de ellas.
Había muchas emociones en el interior de Harry, pero la más fuerte era el odio. No solamente odiaba a los mortífagos por la forma en que lo habían dañado, también sentía un profundo odio por sus seres queridos, culpaba a los que murieron por dejarlo solo con una carga demasiado pesada, a los que seguían a su lado por no detener la guerra, pero principalmente a sí mismo. Sin su magia sentía que no había nada que pudiera hacer y odiaba el haberle fallado a todos.
—Tranquilo, Harry, encontraremos la manera de restaurar tu magia —le dijo Ollivander —, debe ser estrés, es algo que le ha pasado incluso a los mejores magos.
—Como si tuviéramos tiempo —murmuró Harry con amargura —, con cada minuto que pasa, nuestros enemigos siguen afuera y se hacen más fuertes.
—Debemos pelear, pero esa no es la manera. Si no actuamos con prudencia solo estaríamos condenándonos a una muerte segura.
—Vol… ese mago oscuro no puede matarme, yo comencé a morir cuando fui encerrado en el calabozo de la mansión Lestrange y Bellatrix me contaba sobre las muertes de mis aliados.

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