
Crónica de una Catástrofe Anunciada (Cortesía de Potter)
Jason regresó a Ilvermorny y Draco a Hogwarts para comenzar su segundo año, el cual Draco esperaba fuera menos problemático que el primero.
Con la rutina de clases y el aburrimiento habitual, Draco encontró un respiro cuando sus amigos lo animaron a unirse al equipo de Quidditch de Slytherin. Aunque al principio se mostró interesado, su interés se desvaneció al enterarse de que Harry Potter era el nuevo buscador de Gryffindor. "Lo último que necesito es más drama relacionado con Potter", pensó Draco. Pero nuevamente sus amigos insistieron y Draco, para complacerlos y, en un intento de evitarse problemas, aplicó como cazador en lugar de buscador, como muchos esperaban. Para sorpresa de todos, su talento natural lo llevó a quitarle la titularidad a uno de los jugadores veteranos tras las primeras prácticas, algo sin precedentes en Slytherin.
Sin embargo, como Draco bien sabía, 'nada en su vida salía como quería'.
Empezando por su primer partido, que fue contra Gryffindor. Draco brilló como una estrella, anotando 180 puntos él solo, una hazaña que habría asegurado la victoria... si no fuera porque el maldito Harry Potter atrapó la snitch, dándole a su equipo una victoria por unos miserables 10 puntos. Para colmo, en su frenético intento por estabilizarse tras atrapar la snitch, Potter perdió el control de su escoba, chocando con Draco y tirándolo al suelo desde varios metros de altura.
Draco lo supo en ese momento: Harry Potter sería su ruina en Hogwarts.
“Estar cerca de Potter es un desastre… ¿Es muy tarde para darme de baja del equipo?”
Mientras Blaise y Pansy lo llevaban tambaleándose hacia la enfermería, Draco refunfuñaba, dolorido y lleno de indignación:
—Entra al equipo, dijeron, será divertido, dijeron. Todo es seguro, nadie va a tirarte de tu escoba, dijeron. —Se quejó con un dramatismo exagerado. —Debí meterme al club de astronomía o al de pociones. Lo que fuera que no implicara al maldito Harry Potter.
Si Draco les mandara un galeón a Theo y Jason cada vez que mencionaba a Potter en sus cartas o llamadas, ambos podrían financiarse un lujoso tour por toda Europa mágica y aún les sobraría para souvenirs.
Draco se recordó a sí mismo que, a pesar de todo, era un ser de luz. Solo tenía que esperar el momento adecuado para "accidentalmente" empujar a Potter por las escaleras del tercer piso. Si tenía suerte, el otro se rompería algo, lo suficiente para dejar de fastidiarlo al menos unos días. Porque pensar en semanas de tranquilidad era un nivel de optimismo del cual Draco Malfoy no disponía.
A Draco L. Malfoy
Querido Draco,
¿Te encuentras bien? Tu última carta me dejó preocupada. No puedo recordar la última vez que mencionaste haberte caído de una escoba... ¿Desde que tuvimos siete años, tal vez? Y eso fue porque decidió montar bajo una tormenta en pleno enero. Draco, te lo digo en serio, tu seguridad en Hogwarts me inquieta. Tal vez deberías considerar mantener tu impecable promedio académico un año más y buscar un intercambio a Durmstrang para estar conmigo. O, si prefieres algo más salvaje, Ilvermorny con Jason. Creo que ambos podemos estar de acuerdo en que cualquier institución sin Harry Potter sería más segura para ti.
Dejando de lado mi preocupación, quería compartir una noticia que, espero, te alegrará: mis padres han confirmado que pasaremos las vacaciones de Yule en la finca Malfoy, al menos hasta Año Nuevo. Estoy deseando verte y hacer planes… Aunque, por favor, que no sean tan “emocionantes” como tus últimas vacaciones con Jason y Sirius Black.
Con cariño,
Teodoro Nott
Draco no podía contener su alegría al leer aquella carta. La emoción le irradiaba por los poros, y una ligera ansiedad le acompañaba junto con esa inesperada felicidad. Tanto así, que incluso tuvo la insólita iniciativa de dirigirle la palabra a un chico de Hufflepuff. Algo impensable en su estado de ánimo habitual, donde la indiferencia era su carta de presentación.
Pero el universo, como siempre, parecía empeñado en arruinarle la vida. Draco estaba seguro de que había alguna entidad o deidad suprema en su contra, porque justo cuando pensaba que ni Harry Potter podría joderle sus tan esperadas vacaciones de invierno, la situación dio un giro tan dramático que ni el propio Draco podía simplemente catalogarlo como su mala. suerte habitual. Durante los días previos a las vacaciones de Yule, una serie de incidentes (todos, por supuesto, con Potter como epicentro de su infortunio), los cuales culminaron en un castigo tan severo que ni la influencia de Lucius Malfoy ni las persuasivas de Severus Snape. Pudo cambiar la decisión del director.
El brillo de felicidad que había iluminado a Draco se extinguió tan rápido como había llegado. Y mientras los pasillos de Hogwarts se vaciaban con la partida de los estudiantes hacia sus hogares, Draco se encontraba atrapado en aquel castillo con la persona que más detestaba en el mundo.
Draco, atrapado en Hogwarts y con Potter como compañía forzada, solo podía concluir que el universo no solo era una perra, sino que también tenía un muy retorcido sentido del humor.
"Esto no puede empeorar", pensó Draco. Pero en el fondo sabía que, tratándose de Potter, siempre podía.
—No puedo creer que no me dejaran volver a casa para Navidad. —Se quedó Potter en una de las casi mesas vacías del Gran Comedor, intentando ganarse algo de simpatía.
Draco, que ya estaba al límite de su paciencia, respiró hondo para contener las ganas de ahorcarlo con su corbata. “La violencia no es la solución, y Azkaban no merece tanto esfuerzo”, recordó, “aunque podría idear una forma de matarlo y que el crimen quede impune”.
—¿De quién cree que es la jodida culpa, cuatro ojos de pacotilla? —escupió Draco, mirándolo con desprecio. —¿Sabes lo importantes que eran estas vacaciones para mí?
—¿Crees que eres el único con aviones? —replicó Harry, cruzándose de brazos. —Mi padrino iba a llevarme a Francia.
—¡Oh, sí, Francia! ¡Qué gran plan! —se burló Draco, levantándose de la mesa con un gesto teatral. —Yo iba a ver a mi mejor amigo estas vacaciones. A Theo no lo veo desde hace casi dos años, y por primera vez iba a pasar Yule con mi familia. Y ahora estoy aquí, atrapado contigo en este maldito colegio al que ni siquiera quería venir en un inicio. —Lo miró con furia, cada palabra cargada de resentimiento. —Mi único consuelo es que tú también arruinaste tus vacaciones. Porque, gracias a ti, probablemente pasará otro año más antes de que pueda volver a ver a Theo. ¡Maldito imbécil desconsiderado!
Draco salió del Gran Comedor, dejando a Harry solo con un fuerte sentimiento de culpa. Por más que intentara justificarse, no podía negar que, de una forma u otra, siempre parecía estar en el centro de los problemas de Draco.