Nada en la Vida de Draco Malfoy Sale Como Él Quiere.

Harry Potter - J. K. Rowling Batman (Comics) Batman: Wayne Family Adventures (Webcomic)
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Nada en la Vida de Draco Malfoy Sale Como Él Quiere.
Summary
Hay un principio muggle que Draco Malfoy cree que describe su vida a la perfección: la ley de Murphy. Según este principio empírico, "si algo puede salir mal, seguramente saldrá mal". Y, francamente, Draco estaba convencido de que alguna identidad cósmica se estaba riendo de él desde que tuvo uso de razón. Los hechos hablaban por sí solos.Cuando intentó hacer amigos, terminó mal. Muy mal.Quiso ir a Beauxbatons con Jason y Theo, pero no, claro que no. Acabó en Hogwarts. Y solo.Quiso mantenerse alejado de Harry Potter y, ¿adivinen qué? El imbécil de Gryffindor lo arrojó de su escoba.Planeó pasar Yule tranquilamente en casa con sus amigos, pero no, terminó castigado en el castillo por culpa de Potter.Pero, de entre todos esos infortunios, uno sobresalía como el epicentro de su desgracia: Harry maldito Potter. Porque, desde el momento en que puso un pie en Hogwarts, todo empeoró. ¿Coincidencia? Draco lo dudaba. Era como si Potter tuviera una conexión mágica con su mala suerte, una especie de imán que hacía que todo lo que podía salir mal, saliera aún peor.Así que, si algo estaba claro en la vida de Draco Malfoy, era esto: nada en su vida salía como él quería.
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Harry Potter y el Eterno Fracaso de Caerle Bien a Draco Malfoy

Harry Potter no era un mal chico. Podía jurarlo. Él no quería hacer enojar tanto a Draco Malfoy, ni tampoco quería que todo saliera mal cada vez que intentaba hablar con él. Pero, de alguna manera, parecía un talento innato, casi una ley universal: todo lo que involucraba a Draco Malfoy inevitablemente terminaba en caos.

La primera vez que Harry lo vio fue unos días antes de empezar Hogwarts, en la tienda de Madam Malkin. Harry, emocionado por su entrada a la escuela, se apresuró a entrar a la tienda de túnicas cuando notó a un chico de cabellos rubios platinados en la vitrina. Algo en su puerta, en la forma en que sus ojos grises brillaban como el mercurio líquido, lo hizo detenerse en seco.  

Cuando entró, el rubio le dirigió la palabra, pero Harry apenas pudo procesarlo. "Así deben verse los ángeles", pensó, grabando los cuentos de su madre sobre figuras celestiales. Por supuesto, ese momento mágico no duró mucho: Ron irrumpió en la tienda con un comentario que hizo que el rostro del rubio se endureciera. Harry no intervino; Estaba demasiado ocupada tratando de entender por qué el chico que parecía salido de un cuadro de arte podía ser tan bueno lanzando insultos.  

 

—Malfoy. Draco Malfoy —se presentó. Y Harry pensó que incluso su nombre era perfecto. Draco. Dragón.

 

Lamentablemente, lo que pudo haber sido una buena primera impresión terminó en desastre, y una vez en Hogwarts, la rivalidad entre Gryffindor y Slytherin no ayudó en absoluto. Harry intentó en varias ocasiones acercarse al rubio, pero cada intento solo parecía empeorar las cosas.  

Un día, decidido a ser amistoso, fue hasta las mazmorras con Ron, pensando que sería una buena idea ir juntos al Gran Comedor. Sin embargo, su comentario acerca de cómo el rubio parecía no tener amigos fue malinterpretado, y Ron, con su burla, acabó haciendo que Draco se marchara enfadado; Claro estaba que les insultó antes de marcharse.  

 

—¿Por qué lo intentas, Harry? —le preguntó Hermione, frustrada.  

—Porque creo que podríamos llevarnos bien —respondió él, sinceramente.  

 

Hermione arqueó una ceja.  

 

—Llevarse bien? ¿Con Draco Malfoy?  

—Sí, ya sé que no suena lógico, pero... Tiene algo. No sé qué es, pero lo tiene.

 

Lo que más dolió fue ver cómo Blaise Zabini y Pansy Parkinson lograron, con facilidad desconcertante, calmar y animar a Draco en cuestión de minutos. Harry no podía evitar sentir celos. Fue entonces cuando empezó a idear bromas elaboradas para captar su atención, aunque los resultados eran mixtos. Aún así, cuando Draco finalmente le reveló una de las bromas, Harry sintió un destello de esperanza. A pesar de todo, incluso cuando el rubio lo ridiculizó frente a todos en el tren al final del primer año, Harry no pudo molestarse. Llámenlo masoquista, pero lo único en lo que podía pensar era en la sonrisa satisfecha de Draco y en cómo, por una vez, el otro chico parecía por fin prestarle toda su atención.

En el segundo año, Harry pensó que las cosas serían diferentes. Al enterarse de que Draco iba a presentarse a las pruebas de Quidditch, decidió probar suerte también, buscando una oportunidad para enfrentarse a él cara a cara como buscador. Grande fue su desilusión cuando descubrió que Draco había solicitado la posición de cazador en lugar de buscador.  

 

—Bueno, al menos parece que lo disfruta —comentó Harry a Hermione, tratando de no mostrar su frustración.  

 

El problema era que Harry tenía una habilidad especial para arruinar todas sus oportunidades con Draco.

Su determinación de acercarse a Draco siguió firme. Sin embargo, la mala suerte no dejó de acompañarlo; es como si la falta de suerte persiguiera todo lo que estaba directamente relacionado con Draco Malfoy. En el primer partido de la temporada, después de atrapar la snitch, Harry intentó felicitar a Draco. Pero el brillo del sol sobre el cabello del rubio lo distrajo tanto que perdió el control de su escoba, provocando que Draco cayera de la suya. 

Curiosamente, casi matarlo no fue lo peor que Harry hizo en el año. Lo peor del segundo año llegó cuando una de las bromas de Harry, dirigida a un Hufflepuff que había estado hablando mucho con Draco, salió terriblemente mal. La broma accidentalmente afectó al propio Draco, quien terminó haciendo magia accidental y rompiendo una ventana del castillo. Ambos fueron castigados y obligados a quedarse en Hogwarts durante las vacaciones de Navidad.  

Una noche, mientras intentaban evitar el castigo del Filch, Harry rompió el silencio:  

 

—Oye... Siento mucho lo de las vacaciones. No quería que esto pasara.  

 

Draco lo miró con una mezcla de incredulidad y cansancio.  

 

—¿Por qué siempre que estás cerca pasa algo, Potter? —preguntó Draco exasperado, mientras ambos limpiaban pergaminos viejos como parte de su castigo.  

—No lo sé —respondió Harry, sinceramente apenado.  

 

Draco bufó, pero Harry notó un atisbo de algo parecido a una sonrisa.  

A pesar de todo, Harry seguía pensando que había una posibilidad de poder acercarse a Draco. Aunque torpe y lleno de errores, algo en esas interacciones caóticas con Draco lo hacía querer intentarlo una vez más. Quizás, algún día, finalmente podría hacer que el rubio lo mirara como algo más que un fastidio.

El segundo año aún no terminaba y Harry estaba decidido a seguir intentando estar cerca de Draco Malfoy, no importaba cuántas veces fallara en el proceso.

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