¿Rendirnos? ¡Jamás!

Harry Potter - J. K. Rowling
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¿Rendirnos? ¡Jamás!
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Liderazgo

Categoría: Ejército de Dumbledore.

Prompt: Liderazgo.

Condición general: Debe aparecer un OC (personaje original).

Palabras: 500

 

Seamus Finnigan estaba irreconocible, y él lo sabía perfectamente. Se veía diariamente en el espejo. Pero su rostro magullado y las heridas en el cuerpo producto de enfrentarse diariamente a los Carrow no le importaban. Él tenía que luchar por quienes ahora estaban huyendo, como era el caso de su mejor amigo Dean Thomas, quien aunque en realidad era mestizo, no tenía cómo demostrarlo pues su padre lo había abandonado siendo muy chico y se había visto obligado a huir para así evitar ser arrestado y encarcelado por la Comisión de Registro de Hijos de Muggles. 

Si bien es cierto él había dudado de Harry a inicios del quinto año, eso era cosa del pasado y ser parte del restaurado ED era un orgullo. Era un año muy duro, pero el que Neville, Luna y Ginny compartieran el liderazgo del grupo a pesar de la ausencia del trío dorado les infundía valor para seguir enfrentándose al nuevo régimen en Hogwarts.

A pesar de todos los problemas que tenía, había reparado en una alumna nueva de Slytherin llamada Evangeline Lestrange que cursaba su mismo nivel. Aunque en cuarto año había tenido cierto interés en Lavender Brown, había descubierto que ese enamoramiento pasajero en nada se comparaba con lo que su nueva compañera le hacía sentir. 

En varias ocasiones ella lo había sorprendido mirándola descaradamente, y es que la belleza de la muchacha era casi fuera de este mundo. Su largo cabello negro, verdes ojos almendrados y muy blanca piel lo tenían hechizado.

Neville, a quien había sustituido como nuevo mejor amigo en ausencia de Dean, ya le había puesto en sobre aviso cuando le comentó la admiración que tenía por la chica.

—No te dejes deslumbrar por una cara bonita. Es hija de un mortífago. No debes fiarte de ella —le había aconsejado, pero él sentía que esas advertencias eran infundadas. La chica era toda dulzura y le sonreía con frecuencia. Él era un mestizo… si ella fuera mala persona ni siquiera lo alzaría a ver, pensaba con frecuencia.

—Hola Seamus —le dijo abriendo mucho aquellos hermosos ojos que lo estaban desvelando por las noches con aquel meloso acento extranjero, una mañana antes de entrar en el Gran Comedor. Parecía que lo había estado esperando—. Anoche te busqué después de la cena… Quería preguntarte sobre algo de encantamientos que no tengo muy claro… pero nadie me dio razón de ti… Estuve esperándote fuera del retrato de tu casa pero me dijeron que dentro no estabas… 

Seamus tartamudeó antes de dar una respuesta. La noche anterior había habido reunión con el ED, pero él no podía decirle eso… Debía hacerle caso a Neville y no confiar plenamente en ella, pero eso era algo que le costaba cada vez más… 

—Ya van varias noches que no te encuentro… No será que tendrás en secreto alguna noviecita… —le dijo acomodándole la siempre torcida corbata y limpiando imaginarias pelusas de su túnica. Su simple contacto lo estaba ablandando—. Me romperías el corazón si así fuera… 

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