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Harry Potter - J. K. Rowling Harry Potter and the Cursed Child - Thorne & Rowling
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I love my life

No soy muy fan de Robbie Williams, pero esta canción tiene algo especial. Según me dijo la amiga que me la recomendó, madre como yo de una niña, está dedicada a su hija, y a mi me pareció al ver la letra que venía muy al pelo de la situación del songfic de hoy.

Personajes: Draco en el día más feliz de su vida.


De niño, Draco admiraba a su padre. Su altura, su actitud, su aire de tener todo controlado en la vida. Y su pelo. Siempre pensó que cuando fuera grande llevaría el pelo como él, largo, brillante y con aspecto de ser muy suave.

En su juventud, Draco se rebeló contra su padre. ¿Natural, no? La guerra se llevó su adolescencia y dejó a su paso un reguero de seres queridos muertos, recuerdos terribles y condenas. Era más fácil estar enfadado con Lucius y plantearse todo lo que no quería hacer como él, que dolerse por haber perdido a su padre por el beso de un dementor.

Él quería otra cosa para su hijo. La primera vez que lo tuvo en brazos, su pensamiento se fue a invocar todas las cosas buenas que quería para él en la vida: quiero que seas fuerte, que seas libre, que tu vida sea maravillosa; quiero que ames ser un mago y puedas descubrir todo tu potencial; y quiero amarte, que ames y seas amado.


Los tres padres se encontraron en el pasillo de los paritorios una mañana de comienzos de año. Claro que él y Potter se habían cruzado muchas veces durante sus años de estudio, parte de las clases de los pocionistas se daban en los laboratorios y la botica del hospital. Y las prácticas. Pero sus encuentros siempre se habían resuelto con una inclinación de cabeza.

Estaba sentado en una silla dura e incómoda, tratando de mantener un gesto neutral, que no trasluciera su ansiedad. Tres sillas más allá, un pelirrojo fornido y con los brazos llenos de cicatrices miraba con fijeza la puerta de una de las salas de parto. Estaba claro que era un Weasley y recordaba vagamente haberlo visto durante la batalla, pero no tenía ni idea de que era el marido de Potter hasta que este salió por la misma puerta que el pelirrojo miraba.

Salió pisando fuerte y con el ceño fruncido, lo que hizo que su marido se levantara de un salto con cara de susto.

— ¿Va todo bien?

Por respuesta Potter le abrazó.

— Sí, sí. He puesto nerviosa a la sanadora Collins y me ha echado.

El pelirrojo soltó una breve carcajada y le dio un beso entre el pelo revuelto.

— Aún queda un rato...

Se interrumpió al escuchar voces fuertes salir de la otra sala de partos. Draco también se sobresaltó y se puso en pie, haciendo que Potter se diera cuenta por fin de que estaba allí. Adiós al gesto neutral, bienvenida la cara de angustia. Sin dudar, Harry se acercó a él y le puso una mano en el hombro.

— Entraré a preguntar si todo va bien, ¿sí?

Ni siquiera pudo contestar. Se limitó a quedarse allí, de pie, con los puños pretos y el alma en vilo. Sintió la presencia silenciosa de Weasley a su lado, cerca pero respetando su espacio vital, los dos con la mirada fija en la puerta por la que había entrado Potter.

El sanador volvió a salir unos minutos después, con cara seria.

— Ha sido un desmayo, pero tu mujer ya está consciente y recuperada. Oficialmente no trabajo hoy, pero me han permitido que me haga cargo de tu bebé, seguramente para que deje de importunar con el mío.

Los tres sonrieron un poco y a Draco le fallaron las piernas por la tensión. Con amabilidad, Charlie lo cogió al vuelo y le ayudó a sentarse.

— El parto va muy bien, Malfoy —le tranquilizó Potter, poniéndole de nuevo la mano en el hombro—. Voy a ir a cambiarme y a entrar otra vez, enseguida podrás conocer a tu bebé.

Le sonrió y él lo siguió con la mirada mientras iba hacia el vestuario.

— Es bueno, cuidará muy bien de tu pequeño.

Draco se giró y miró por primera vez de verdad al pelirrojo, que le tendió la mano con una sonrisa.

— Charlie Weasley.

Le estrechó la mano sin titubear.

— Draco Malfoy. Gracias por esto.

Charlie se encogió de hombros sin dejar de sonreír.

— Harry siempre dice que lo mejor de su trabajo es cuando presenta un niño a sus padres. Es pediatra.

— Lo había oído. ¿Quien...? —preguntó, señalando con la cabeza a la otra sala.

— Mi hermana Ginny. Por segunda vez.

— Es muy generoso por su parte —afirmó con suavidad.

— Lo es. Con James ya la ascendí a hermana preferida...

Draco rió por lo bajo y volvió la vista a la puerta tras la que nacía su hijo.

— He oído a Teddy hablar de James, pero no sabía que era hijo vuestro. A veces me cuesta seguirle cuando habla.

— Y tengo muchos sobrinos, puedes decirlo, es verdad —respondió jocoso.

— Teddy es afortunado de estar creciendo tan acompañado —comentó Draco con un poco de melancolía.

— El también nos ha hablado de ti. Y de Scorpius. Está muy emocionado.

La cabeza rubia se giró sorprendía y Charlie se encogió de hombros, avergonzado.

— Vivimos en la casa Black, el árbol genealógico le puso el nombre hace días. Tranquilo, no lo hemos comentado con nadie.

— No pasa nada —respondió, volviendo a mirar la puerta— , ¿el vuestro es niño o niña?

— Niño. Albus Severus.

Esta vez el giro fue un cambio de postura para poder mirar más cómodamente al pelirrojo.

— ¿El nombre del héroe y su asesino? Tenéis gustos raros.

— Que no te oiga Harry hablar así de Snape. Lo admira profundamente.

— Vaya, eso sí que no me lo esperaba. Lo trataba muy mal cuando fuimos a la escuela.

— Bueno, por lo que he oído vosotros tampoco erais exactamente amigos y aún así aquí estamos, a punto de acompañarte a conocer a tu hijo.

Y justo en ese momento se abrió la puerta de la sala y allí estaba Potter, con una gran sonrisa y un pequeño bulto envuelto en una mantita.

— Felicidades papá, tienes un niño sano y precioso —le dijo, colocándolo en sus brazos—. Astoria está bien, la llevarán a una habitación enseguida a descansar. Puedes disfrutar de tu pequeño mientras, luego lo llevarán con mami.

Boqueó, intentando pronunciar palabras de agradecimiento, pero le distrajo un pequeño movimiento en sus brazos. Bajó la mirada y ahí estaba, pelusilla rubia, pequeños ojos grises mirándole, naricilla puntiaguda y un gesto de asombro. No pudo resistirse a besar su frente mientras cerraba los ojos y un par de lágrimas se deslizaban traidoras por sus pálidas mejillas. Era padre.

Charlie abrazó a Harry por la cintura y le besó en la mejilla. La estampa de Draco Malfoy llorando mientras abrazaba a su hijo la llevarían con ellos durante mucho tiempo, ahora entendía que ese fuera el momento preferido de su marido en su día a día laboral. Entonces la puerta de su propio paritorio se abrió y allí estaba, una mantita envolviendo a un montón de pelo negro y crespo y unos puñitos apretados. Su hijo.

 

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