
I was made for loving you
Temazo para bailar, no puedo evitar el buen rollo que me da esta canción. En este caso, es el título el que inspiró el OS. ¿Qué puedo decir? soy una persona muy descreída, pero, cuando se trata de escribir sobre criaturas mágicas, me encanta el rollo de los vínculos y la existencia de alguien hecho a la medida de otro.
Personajes: Dom Weasley y Scorpius Malfoy. De nuevo en el universo de Su presencia, pero comprensible sin haberla leído. Y no implica spoiler.
Una de las cosas maravillosas del instinto de las criaturas mágicas era que te lleva de cabeza a la persona para la que serías perfecto. También es una de las cosas malas si esa persona no lo ve tan claro.
Dom no había tenido una adolescencia común, así que asumió que el instinto de pareja destinada no se activaría hasta un tiempo después de acabar su transición. Tanto él como su madre asumieron que su veela estaba tranquila, esperando a que su parte humana estuviera bien, agusto con su cuerpo y su identidad.
No le extrañó que su hermano pequeño le adelantara. A los quince años, Louise hizo algo tan inesperado que eclipsó por un tiempo sus propios dramas. Durante una comida familiar, un domingo Weasley como otro cualquiera, atacó a su hermana mayor mientras esta hacía el tonto con Teddy Lupin durante una partida de cartas.
Nadie lo vio venir, en un momento estaban tan tranquilos, jugando al snap con Fred y Roxy y al siguiente Louis tenía a Victoire tumbada en el suelo y la sujetaba con fuerza mientras le enseñaba los dientes y las garras.
Fue una suerte que los adultos reaccionaran rápidamente y los separaran antes de que Vic pudiera devolver el ataque. En el momento que su padre le tocó el hombro, Louise soltó un gemido asustado y se escondió en sus alas, aislándose del revuelo y de las reacciones de los demás.
Oportunamente, la abuela Molly llamó a todos a comer y se quedaron solos en el jardín ellos cinco. Su madre aún sujetaba a Victoire, con los labios apretados, mientras su padre estaba en cuclillas junto al bulto que era su hermano pequeño, al que podían escuchar sollozar.
Fue Dom el que rompió el silencio.
— ¿Qué ha pasado aquí?
Sus padres se miraron y miraron a su hermana mayor, que bajó la cabeza ruborizada. Una conversación silenciosa fluyó entre los tres antes de que su madre se decidiera a hablar, tras exhalar un largo suspiro.
— Louise ha atacado a Victoire por Teddy.
Dom miró sorprendido a su hermana y al bulto que era su hermano, al que su padre abrazaba protectoramente. Parecía que él era el único que no entendía nada.
— Teddy no lo sabe, mamá, no lo está ignorando a posta —explicó Victoire en voz baja.
— Los lobos son animales de manada, no se vinculan hasta que la pareja es adulta. Y creo que Louis acaba de descubrirlo. ¿Tú si lo sabías, Vic? —preguntó su padre entrecerrando los ojos.
Ella negó con la cabeza, mirando horrorizada a su padre.
— ¿Crees que haría algo así a mi hermano pequeño? Papá, yo tenía la esperanza de que algún día pasara de repente. Pero solo yo, en realidad Ted nunca ha dado un paso hacia mi.
Por fin Dom entendió el lío de veelas: su hermana y Teddy eran uña y carne de siempre, todo el mundo daba por hecho que acabarían vinculándose. Pero en realidad ese vínculo tan estrecho que tenían seguramente era parte del hecho de que Ted estuviera destinado a Louise. Aunque no había desarrollado la licantropía, al igual que Bill, sí presentaba algunas características y parecía que el instinto de vinculación iba a ser una de ellas. Lo cual era un lío porque Louise tardaría dos años más en ser adulto.
Se acercó a abrazar a su hermana. Entendía que era duro para ella saber que nunca se cumpliría su sueño. Y que tendría que ser testigo del amor de su mejor amigo con su hermano pequeño.
Durante los dos años siguientes, aprendió mucho sobre parejas vinculadas gracias a la nueva pareja. Aprendió que podía ser extraño e incómodo, porque sólo uno de los dos estaba vinculado, lo que hacía a Louise mostrarse muy posesivo. Vio a Teddy agobiarse, a su hermana pasarlo mal y a Louise llorar muchas noches de pura impotencia, porque no podía controlarse. Su madre trataba de explicarles que el instinto es más agresivo cuando la otra persona es una criatura mágica también, aunque sólo fuera en parte, pero eso no quitaba drama a sus vidas.
Un día especialmente difícil, Louise le explicó que era como una vieja canción muggle que a su padre le encantaba, cuya letra hablaba de estar hecho a la medida de alguien y ser perfecto para esa persona. Y por un lado quería vivirlo, saber lo que se sentía, y por el otro le daba miedo, porque él aún no se sentía perfecto ni tan siquiera para quererse a sí mismo.
Era un día de verano luminoso y cálido. Dom estaba tumbado al sol junto al lago. Podía escuchar a sus primos y hermanos alborotando en el agua, a sus tíos y tías sentados dispersos por la orilla. Él disfrutaba del momento a solas, de la recarga de energía del sol. Era su primer verano tras el tratamiento, el primero que podía tumbarse al sol con el torso desnudo sin glamour.
Estaba feliz. Se sentía feliz y cálido. Las cosas en casa estaban más tranquilas conforme se acercaba el 17 cumpleaños de Louise. Sus padres empezaban a relajarse, porque había un cambio en el aire. Todo estaba bien.
Escuchó nuevas voces llegar. Sonrió, el tío Harry y el tío Draco siempre le hacían sonreír. Escuchó los chapoteos de sus primos pequeños corriendo a meterse en el agua. Entonces el viento cambió y un olor le picó en la nariz.
Abrió los ojos con el ceño fruncido. Miró a su alrededor, buscando el origen del olor. Sintió un escalofrío cuando notó de dónde venía, apenas a diez metros, los dos rubios Malfoy hablaban en voz baja, así que el chapoteo que había oído debían ser su prima y su otro tío.
Sintió otro escalofrío cuando Draco miró en su dirección, con el ceño también fruncido, mientras su hijo le decía algo. Aunque Draco movió la cabeza negativamente, Scorpius caminó en su dirección y se dejó caer junto a él en el césped.
— Hola — le saludó con una amplia sonrisa.
— Ey Scorp. ¿Todo bien?
Fue lo único que atinó a decir, porque se sentía extrañísimo. Le picaban las encías y tenía una sensación rara en el estómago.
— Tu olor ha cambiado, Dom.
Aquella frase le hizo levantar las cejas y sintió la necesidad de incorporarse para poder mirar mejor a su primo.
— ¿Qué? —fue todo lo que consiguió articular.
— Hacía días que quería hablar contigo, pero papá me dijo que era mejor esperar.
— No entiendo nada.
Su primo se sonrojó y miró un momento a Draco y a Fleur, que hablaban con las cabezas muy juntas.
— ¿Sabías que los genes veela a veces se saltan una generación? Cuando vienen por línea paterna.
Lo miró estupefacto, todo el mundo sabía que los Malfoy eran el epítome de la pureza de sangre.
— Mi padre lo descubrió cuando murió mi abuelo hace un par de años. Lo dejó escrito.
— ¿Entonces tú...?
Scorpius asintió, mirándole. Y vio como, bajo su labio superior asomaban dos puntas.
— Tu olor cambió hace unos meses, ¿no te lo han dicho en casa?
— Mi madre lo comentó, pensó que era porque por fin me sentía yo mismo.
— Yo pensé lo mismo. Me gusta tu olor, Dom.
Esto último lo dijo muy sonrojado, sin poder mirarle. Y en un momento todas las piezas cayeron en su lugar.
Sintió un ramalazo de pánico y miró a su madre. Ella le devolvió una mirada tranquilizadora y una sonrisa. Tomó aire, y lo soltó. Al ir a cerrar la boca notó que el picor en sus encías era porque sus colmillos sobresalían más de lo habitual. Volvió a mirarla y ella le hizo un gesto con la cabeza que le transmitió un mensaje de que todo iba bien. A su lado el tío Draco parecía tenso, pero no enfadado.
Respiró hondo de nuevo, llenándose los pulmones del olor de Scorpius. Un leve gruñido salió de su garganta sin que pudiera controlarlo.
— ¿Lo sientes? —le murmuró Scorp, aún sonrojado pero mirándole con ojos esperanzados.
Lo sentía, la sensación en el estómago de burbujas felices. Quería desplegar las alas y cobijar al pequeño rubio con él. Asintió, todo su cuerpo picando por el tacto del otro.
Scorpius miró a su padre con una sonrisa radiante, Draco en respuesta cerró los ojos y los apretó fuerte mientras Fleur le palmeaba el hombro.
— ¿Desde cuándo lo sientes? —preguntó, sin poder dejar de mirarlo
— Desde que vine por las vacaciones de Pascua. Lo hablé con mis padres y pensamos que era mejor darte tiempo, después de todo lo de Teddy y tu hermano estaban un poco preocupados.
— Quiero tomarte la mano. ¿Eso sería correcto? Eres tan joven...
Una mano blanca y pequeña se colocó sobre la suya. De inmediato, el tacto le confortó. Cerró los ojos un momento, saboreando esa nueva sensación de felicidad. Se sentía completo. Sintió la cabeza rubia apoyarse en su hombro y el suave roce de su pelo. Su olor le envolvió, aumentando esa sensación tan agradable en su estómago.
— He leído un montón sobre veelas estos meses. Pero la sensación es mucho mejor de lo que describían.
Abrió los ojos y besó la rubia coronilla.
— ¿Qué dicen los libros de un caso como el nuestro? —preguntó con un poco de temor.
Scorpius se giró para mirarle, los ojos grises le parecieron en ese momento lo más bonito que había visto en su vida.
— ¿Te refieres a la diferencia de edad?
— Me refiero a que soy un chico pero tengo partes femeninas.
Su pareja, que bien se sentía ese pensamiento, se encogió de hombros.
— Eres demasiado especial para los libros, Dom. Y a mí no me preocupa. ¿A ti te preocupa que solo tenga catorce años?
— La verdad es que ahora mismo me siento tan feliz que no hay nada que me preocupe —respondió, girando la mano para poder entrelazar sus dedos—. Creo que al que sí le preocupa es a tu padre.
Los dos miraron a Draco, que en ese momento los miraba mientras era abrazado por su marido.
— Se acostumbrará, papá Harry le ayudará..
Dom sonrió y cerró los ojos de nuevo, dejando a sus alas salir para envolverles a los dos, mientras canturreaba "I was made for loving you, baby, you was made for loving me..."