
Di sí
Esta canción es del año 2014. El YouTube que la escribió, Rush Smith, quería animar a vivir las oportunidades. Salió del armario en Youtube poco después y yo siempre he querido pensar que esta canción habla también un poco de eso: de aprovechar la oportunidad de vivir de verdad y ser valiente, y para mí como persona LGTBIQ eso es un mensaje directo.
Personajes: Dominique Weasley- Delacour. Quiero aclarar que es casualidad que haya dos personajes trans seguidos, en realidad este OS es de los primeros que escribí y no lo he publicado hasta ahora porque pertenece al universo de Su presencia, que se acaba ya. Este OS y el siguiente están unidos y luego los subiré también en esa historia como extras, aunque se pueden leer independientes y no hacen spoiler.
Se miró en el espejo. Hacía tiempo que no tenía la fuerza de ponerse ante el espejo de cuerpo entero y verse desnudo. De niña había sido todo confuso, no entendía lo que sentía al mirarse. Durante un tiempo pensó que eran los genes veelas, su madre le había explicado conforme crecía que su herencia se podía manifestar de muchas maneras.
Lo que había empezado como un malestar, un no entender qué estaba mal en su reflejo, se convirtió en la adolescencia en un tremendo rechazo. Incluso su veela al empezar a manifestar estaba incómoda.
Una noche de verano, con trece años, tumbada en la habitación que compartían ella y Victoire, se animó a preguntarle a su hermana.
— Oye Vic, ¿tú crees que hay algo mal con mi cuerpo?
Su hermana se giró a mirarle, confusa.
— Yo te veo bien, ¿tú no?
Movió la cabeza. Empezaba a ser agobiante, a ratos no podía respirar.
— Creo que me pasa algo, ¿puede ser que mi veela no esté bien?
Su hermana se levantó para tumbarse junto a ella.
— ¿Qué le pasa?
— Creo que a mi veela no le gusta mi cuerpo.
Victoire se tomó un tiempo para contestar y lo hizo despacio, reflexiva.
— Dom, tu veela es parte de ti, no una entidad aparte. Si tu instinto veela te está diciendo que algo va mal sólo es porque amplifica tus propios sentimientos.
Se echó a llorar. Victoire le abrazó, fuerte, dejando a su propia veela libre para amparar a su hermana con sus alas. Entonces un pensamiento le atravesó.
— ¿Se han desplegado?
La cara llorosa se levantó a mirarle, sin entender la pregunta.
— Tus alas, ¿se han desplegado ya?
— No —susurró—. ¿Eso está mal?
La hermana mayor apoyó la barbilla sobre la cabeza de la pequeña y suspiró, abrazándola más fuerte.
— No lo sé, quizá sería mejor hablar con mamá.
Fleur se sentó con una taza de té frente a su marido, con gesto reflexivo.
— ¿Cómo está? —preguntó Bill, tomando su mano sobre la mesa.
— Confusa. O confuso, ya no sé.
Sintió un pequeño apretón en su mano y levantó la mirada hacia su compañero, que le miraba interrogante.
— Ya lo había visto antes, en la Fundación. Pero los instintos veela lo amplifican todo y lo hacen mucho más confuso. Creo que en realidad lo que ocurre es que Dominique es un chico.
Bill levantó las dos cejas, sorprendido.
— ¿Cómo puede ser?
— Los muggles lo llaman ser trans, Bill. Los magos vivimos tan atrasados...
— ¿Es algún tipo de enfermedad? —preguntó asustado.
— No, no —respondió rápidamente—. Simplemente nosotros decidimos que era una niña por su cuerpo al nacer, él no se siente así. Hay gente que lo entiende desde pequeño, pero para los magos es más difícil porque no saben ni que existe esa posibilidad.
Bill estaba pálido, con los labios tensos.
— ¿Hemos hecho algo mal entonces? ¿Es culpa nuestra?
Fleur se levantó y se sentó en su regazo, abrazándole.
— No, cariño. Pero ahora nos necesita, mucho. Me gustaría llevarle conmigo al trabajo y que pueda conocer gente como él. Y si cree que lo necesita, hablar con Harry.
— ¿Como ha reaccionado... él?
— Diría que con alivio, ahora necesita procesar.
Bill se abrazó más fuerte a su mujer, asustado y preocupado por lo que pudiera pasarle a su Dominique.
Ponerlo en palabras había ayudado. Incluso su veela se sentía más tranquila. El malestar seguía ahí, porque ahora era más consciente.
— ¿Quieres hablar conmigo, Dom?
Miró a su tío, sentado junto a él en el jardín de la Fundación. Había escuchado cosas, años atrás. Él y su marido habían iniciado una pequeña revolución que había cambiado cosas, pero no lo había entendido hasta ahora.
— ¿Está bien que me sienta mejor pensando en mí en masculino?
Harry asintió, sin dejar de sonreír. Siempre había pensado que tenía una sonrisa preciosa.
— Está bien lo que te haga sentir bien. Hay tantas maneras de identificarse como personas.
— ¿Conoces a más gente como yo?
Volvió a asentir, mirando hacia la casa. En la ventana de su despacho ondeaba una bandera de vistosos colores.
— Es parte de lo que hacemos aquí, ayudar a gente como tú o como yo a saber que no están solos ni son raros. Y muchas de esas personas tienen tu edad y familias que no les entienden.
Dom sonrió.
— Mis padres son geniales.
— Tu familia es genial, te van a querer siempre, Dom, y eso es estupendo.
Se quedó un rato callado, observando al resto de las personas en el jardín. Había estado allí montones de veces con su madre, pero nunca se había parado a pensar en todas esas personas y en como la Fundación se convertía en su familia.
— Aún no me siento bien del todo. ¿Eso cambiará?
El tío Harry le pasó el brazo por los hombros.
— Mejorará, con el tiempo. Te ayudaremos a poder entender el malestar y a buscar soluciones.
Apoyó un poco la cabeza en su hombro. Su tío olía a paz y hogar, su veela se calmaba cerca de él.
Los siguientes tres años fueron difíciles. Su madre siempre le recordaba que, además de estar atravesando su transición, era un adolescente y un veela, era normal que a veces las emociones se salieran de control.
Pasó miedo al volver a Hogwarts tras el verano. Se sentía mejor con uniforme de chico y el cabello corto como su hermano. Pero ese confort no era suficiente para ayudarle a enfrentarse a las preguntas y las reacciones negativas. En el fondo, tenía la suerte de ser un Weasley, vivía rodeado de defensores, pero resultaba agotador tener que defenderse a cada paso.
El tío Harry había tenido razón, tenía una familia increíble, con todos ellos, primos, tíos, incluso los abuelos, se había sentido acogido y protegido todo el verano.
El curso siguiente fue más fácil. Aprendió a dominar el Glamour, para darle a su aspecto exterior la imagen que quería tener. Y poco a poco la gente lo había integrado y dejado de ser un fenómeno.
El verano de sus dieciséis, sus padres se sentaron con él.
— Hemos estado investigando y hay un grupo de medimagos en Suecia ayudando a personas trans.
El estómago le dio una voltereta.
— ¿Qué tipo de ayuda?
El no necesitaba otro psicomago, el suyo era genial.
— Con tu cuerpo. Los muggles cuando pasan su transición a veces hacen cambios en su cuerpo para sentirse más a gusto con él.
— ¿Como cuando uso el Glamour?
— Más definitivo —explicó su padre— Toman medicamentos y se someten a cirugías.
— ¿Quitarse los pechos?
Esa era la parte que más odiaba de su cuerpo.
— Entre otras cosas, sí. Estos medimagos suecos han trabajado en ese tipo de intervenciones pero con hechizos y pociones. ¿Eso estaría bien para ti?
Vio tanta preocupación en los rostros de sus padres... siempre pendientes de él, de ayudarle, de escucharle y de protegerle de la hostilidad del mundo. Afirmó con la cabeza antes de abalanzarse sobre ellos para abrazarles.
Su vida, esa que había decidido vivir conforme a lo que sentía, había recomenzado al mirarse en el espejo de cuerpo entero. Aún no era perfecto, pero ese cuerpo era el suyo, ese era él, era Dominique Weasley, de 17 años. Mago, veela, hombre. Levantó la barbilla, orgulloso, y vio por primera vez sus alas desplegarse. Y la sonrisa más grande del mundo brilló en su cara.