
¿A quién le importa?
Canción de Alaska y Dinarama, del año 1985, que se ha convertido aquí en España en un himno LGTBIQ+ desde hace años, así que no puede faltar en este mes del Orgullo. Para mí, una canción muy importante, tanto que llevo su título tatuado en el brazo derecho, como recordatorio de lo poco que me tiene que importar lo que diga la gente de mi. Para nuestros protagonistas, un himno a la rebeldía y a reivindicarse.
Personajes: James y Regulus, aquí acaba su pequeña historia.
— Creía que ibas a mudarte.
James miró a su padre, sentado frente a él en el salón de la casa de Regulus. Su casa estaba terminada desde hacía dos meses y había estado posponiendo el encontronazo con sus padres.
— No tengo planes a corto plazo de mudarme. Harry y yo estamos bien aquí. Y la ayuda de Regulus para cuidar de Harry es inestimable.
Su madre levantó la barbilla, ofendida.
— Nosotros podríamos ayudarte igual, te lo hemos ofrecido muchas veces. Es nuestro nieto y con nosotros podría criarse en un ambiente más...
Se detuvo por la mirada de advertencia de su marido. James suspiró con fuerza. Sus padres eran terriblemente conservadores, miembros de una iglesia muy estricta. Tras el accidente, habían intentado por todos los medios que se mudaran con ellos, pero James se había resistido. Había salido de ese ambiente al ir a la universidad y no tenía intención de volver. Pero sus padres desaprobaban a los hermanos Black, abiertamente gays los dos, así que aún no había tenido el valor de ser sincero y decirles que Regulus ya no era un compañero de piso. Sonrió un momento recordando aquel día en que había ido a buscarlo a casa de Sirius...
El día se fue y cuando quisieron darse cuenta estaban dándole las buenas noches a Harry. Al salir de la habitación del niño, James se dio cuenta de que Regulus se quedaba atrás en lugar de ir al salón. Se dio la vuelta y lo vio, abrazándose con un brazo y con la otra mano tapándose la cara.
— Reg, ¿estas bien? —preguntó acercándose en dos zancadas, sintiéndose estúpido conforme la pregunta salía de su boca.
— Ha sido un día largo, anoche apenas dormí. Creo que me voy a ir a la cama —le contestó sin mirarle, frotándose la cara.
James hizo un gesto de asentimiento que Regulus no vio. Lo siguió con los ojos, los brazos picando por abrazarlo, mientras se alejaba pasillo abajo.
— Reggie —lo llamó antes de que cerrara la puerta.
Los ojos grises, bordeados de rojo, se giraron un momento.
— Lo dije en serio, si nos quieres contigo, no iremos a ninguna parte.
Se quedó mirándole, en silencio, los puños apretados a los costados, James no supo interpretar el gesto.
— ¿Por qué?
La pregunta del millón. Se acercó despacio, prudente.
— Porque te queremos, Regulus. Y si tú nos quieres, no voy a ser tan tonto como para elegir marcharme.
— ¿Compañeros de piso? —preguntó con voz ahogada.
Esa era la pregunta del billón . Y James necesitó acercarse más para contestar. Y más, hasta estar apenas a un palmo.
— No.
Sonrió, esa sonrisa Black que tan pocas veces dejaba ver, antes de estirarse un poquito para salvar la distancia y besarle con suavidad. James se preguntó brevemente porque había tardado tanto en tener eso, antes de ponerle las manos en las caderas y acercarle a él. Cualquier extrañeza por el hecho de estar besando a un hombre, por sentir el mentón sin afeitar contra el suyo, desapareció rápidamente, sustituida por la necesidad de estar más cerca.
Regulus sonrió y apoyó la frente contra la suya. Tomó su mano derecha morena y la puso sobre su corazón. No hacía falta explicar nada, el galope del músculo bajo su mano le dijo a James todo lo que necesitaba saber. Sonrió a su vez y replicó el gesto, su corazón también latiendo acelerado contra la mano más pálida.
— James, ¿me estás escuchando?
Parpadeó, saliendo del recuerdo, un poco sonrojado. Aquella noche habían dormido juntos, solo dormir, demasiados exhaustos emocionalmente para pensar en nada más, hasta que les había despertado por la mañana un furioso Sirius Black colgado de su timbre.
— Disculpa papá, me he distraído.
— Te preguntaba si esta situación es a largo plazo. Sinceramente pensamos que esta no es la vida que necesita Harry.
— ¿Por qué? está cuidado, feliz, tiene personas que le quieren, ¿qué crees tu que necesita mi hijo y no tiene?
— Necesita una figura femenina —intervino su madre—. Criarlo de esta manera... podría acabar como Regulus o Sirius.
El gesto de repugnancia de su madre al decir las últimas palabras le hizo hervir la sangre.
— ¿Una figura femenina como tú?¿con tu intransigencia? ¿crees que tus rancios valores son mejores para mi hijo que los que le estamos transmitiendo ahora?
— No le hables así a tu madre —le reprendió su padre, inclinándose hacia delante en su asiento—. Lo que queremos decirte es que es el momento de que rehagas tu vida, tu hijo necesita una madre y crecer en un hogar normal.
— En primer lugar, padre, nuestro hogar es completamente normal. Mi hijo ya tiene el recuerdo de su madre, que nos esforzamos mucho todos por manterner vivo para él. Es un niño feliz y adora a Regulus. ¿Qué es para ti un hogar normal? ¿cómo el vuestro, con el temor de dios sentado a la mesa? No, me niego.
— James... los niños necesitan una madre y un padre.
—¡Yo tuve una madre y un padre! —explotó James— ¿Y eso me hizo mejor persona? ¿impidió que me emborrachara en la universidad? ¿que fuera de fiesta en fiesta? ¿que dejara embarazada a mi novia y tuviera que casarme? Dime, madre, de qué me ha servido tu normalidad.
— ¡Basta! —gritó su padre, poniéndose de pie con el rostro enrojecido— Vas a volver a tu casa, vas a buscarte una esposa y a alejar a mi nieto de los hermanos Black.
— ¿O qué? —respondió, poniéndose también de pie y encarándose con su padre.
— O te desheredaré.
James se queadó callado un momento, mirando a su padre y luego a su madre, antes de responder con contundencia.
— Fuera de mi casa.
— ¿Cómo te atreves? —se indignó su madre.
— He dicho que fuera de mi casa. Olvidaos de mí, olvidaros de mi hijo y meteos vuestro dinero por donde os quepa. Y ah, para que lo sepais —remató, abriéndoles la puerta de la calle—. La razón por la que no voy a irme de esta casa es que estoy enamorado de Regulus.
Sus padres se congelaron los dos en el recibidor, mirándole estupefactos. Entonces se escuchó una voz desde el rellano.
— Y yo de su hijo —afirmó con la barbilla en alto Regulus, con Harry firmemente tomado de su mano.