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Harry Potter - J. K. Rowling Harry Potter and the Cursed Child - Thorne & Rowling
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Agua

Para mí, esta canción de Jarabe de Palo es una de las mejores canciones de amor que se han escrito. Podría imaginar al adolescente Regulus escuchándola en bucle, como lo hacía yo cuando me enamoré de mi mejor amigo a los 18. Porque habla de eso, de cómo mantenerse lejos de la persona que amas cuando es tu amigo. 

Personajes: esta vez es James el que cuenta la historia, continuando el último OS, No puedo vivir sin ti. Y tranquiles, hay tercera parte.


Tenía un pensamiento en el fondo del cerebro, martilleando : “Sirius va a matarte”. No era la primera vez que lo tenía. Cuando éramos unos críos en el colegio, Regulus se convirtió en esa persona a la que quería abrazar cada vez que me lo cruzaba en los pasillos. Eran tan pequeño, todo ojos y pelo oscuro bien peinado, nada que ver con su hermano. Y entonces ya pensé en más de una ocasión que mi mejor amigo me mataría si descubría que yo quería ir abrazando a su hermano pequeño.

Luego crecimos y Lily se convirtió en una pequeña obsesión. Ellos eran amigos, los tres, así que yo quería igualmente abrazar a Regulus cuando lo pillaba mirándome con ojos de pena, aunque entonces no lo entendía, mi poco cerebro de adolescente estaba volcado en la conquista de esa mujer increíble. Y en reírme de Sirius y sus terribles intentos de conectar con el tercero de ese trío de empollones.

La vida me enseñó el dedo del medio el día que me quito a Lily. Fue terrible, la explosión, la casa cayendo sobre nosotros. Aún hoy me parece un milagro que Harry y yo sobreviviéramos, estábamos lejos de la cocina, pero ella estaba demasiado cerca del conducto de gas defectuoso. Cuando desperté en el hospital y vi la destrozada expresión en la cara de Sirius, supe que mi vida no volvería a ser igual.

Aún así, era padre, me debía a mi hijo. Y entonces esos grandes ojos grises, y ese pelo bien peinado, se acercaron a ofrecer ayuda. Sirius y Severus vivían en un piso diminuto en el campus en el que Sev enseña. Pero Regulus se había quedado con la casa familiar. Dudé, porque en ese momento tenía la mente muy confusa, pero mi amigo me convenció para que aceptara.

Tarde varios meses en salir del aturdimiento de haber perdido a Lily. Y francamente, no sé como lo habría hecho sin Regulus. Muchas noches, era yo el que necesitaba ser abrazado, pero nunca me atreví a pedírselo. Él guardaba las distancias físicas, mucho. No me parecía extraño, sabía de donde venía, sus padres no eran un modelo de amor precisamente.

Cuando llego el primer verano juntos, el aturdimiento dio paso a confusión. Reg empezó a retraerse en sí mismo y ahora soy consciente de que era por mi culpa, porque le incomodaba que yo no tuviera pudor en andar por casa en ropa interior, pero en ese momento empecé a agobiarme y a pensar que le molestábamos. Claro, él era joven y soltero, no era tan raro pensar que estuviera harto de lidiar con un niño pequeño y un padre desastroso.

Yo no quería irme, esa es la verdad, pero pensaba que debía irme. Y me agobiaba pensar que llegaría el momento en el que Regulus querría librarse de nosotros, no quería ponerle en esa tesitura. Entonces llegó la carta de mi abogado: nuestra casa iba a ser reconstruida. Me pareció una señal, aunque por otro lado empecé a notar un persistente dolor de estómago conforme se acercaba el momento de decirle a nuestro anfitrión que nos íbamos a marchar.

No se lo dije a nadie. Ni tan siquiera a Sirius, porque últimamente me miraba demasiado a menudo con su cara de “Voy a matarte”, y bueno, no quería saber exactamente cuál era el motivo de esa cara. Cuando por fin me senté a hablar con Regulus no esperaba para nada esa reacción.

Verlo llorar… me llevó de vuelta al colegio, a cuando trataba de protegerle de niños más grandes sin que Sirius se enterara. Y le abracé, aunque en realidad lo que quería era fundirlo a mí y protegerlo de todo mal, empezando por mi propia estupidez.

Suplicó, me suplicó que no le dejara, las mismas palabras con las que yo había suplicado a Lily que aguantara mientras llegaban las ambulancias. Me bloqueé completamente al darme cuenta de repente de todo lo que había tenido delante de mis narices el último año. Y claro, la cagué brutalmente.

 

Cuando Harry vino a despertarme al día siguiente, yo apenas había dormido, pero debí de caer justo en el rato en el que Regulus había salido silenciosamente de la casa. Mi pequeño me miró con reproche cuando no supe decirle por qué su tío adorado no estaba en casa. Esos dichosos ojos verdes, era capaz de poner la misma mirada de decepción que su madre con poco más de dos años.

Y así había llegado a ese momento, en la puerta del salón de su hermano y su mejor amigo. Harry le estaba hablando de tortitas y Regulus le sonreía, le abrazaba y yo me di cuenta en ese momento de cuanto quería ese hombre a mi hijo. Y de cuanto lo quería yo a él. Sirius me iba a matar, si no lo hacía Severus antes. 

 

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