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Harry Potter - J. K. Rowling Harry Potter and the Cursed Child - Thorne & Rowling
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Devuélveme la vida

La canción es de Antonio Orozco, yo la llevo en la versión dúo con Malú. Esta canción siempre me ha evocado a ruptura, a amantes clandestinos. Hasta ahora la infidelidad ha sido un tabú para mi escribiendo, pero hoy... vamos a dejarlo en que es el día para esto. De momento es el primero de tres OS.

Personajes: Blaise y Ron.


— Auror Zabini, no puede…

Ron levantó la cabeza de los papeles que rellenaba, alertado por el tono molesto de su ayudante. La puerta de su despacho se abrió de golpe y Blaise Zabini entró como un huracán, cerrando la puerta detrás de él con un portazo.

— ¿De qué cojones vas, Ron?

— Buenas tardes, Blaise. Permíteme recordarte que aquí soy tu jefe, antes de que sigas gritándome. ¿Quieres sentarte? —le dijo sin inmutarse y sin levantar la mirada de los papeles que rellenaba.

Blaise dejó caer su largo cuerpo en la silla frente a su jefe. Su rostro moreno estaba ruborizado y apretaba los dientes.

— Acaban de traer a Antoine.

— ¿A tu hijo? —preguntó sorprendido, soltando la pluma y mirándole por fin.

— No te hagas el sorprendido conmigo —contestó con la mandíbula aun apretada— . A mi hijo de diecisiete años, sí.

— ¿Qué ha ocurrido? ¿Y por qué crees que yo tengo algo que ver? —inquirió, echándose hacia atrás en el sillón y cruzando las manos sobre el estómago.

— Escándalo público.

— Vaya.

— ¿Eso es todo lo que tienes que decir?

— Igual necesito más información, auror Zabini —volvió a amonestarle por el tono.

— Les han pillado montándoselo en los baños de Florean Fortescue.

Ron mantuvo el rostro en blanco, resistiendo la tentación de acercarse. Aún así, silenció y cerró previsoramente la puerta de su despacho, por lo que pudiera pasar.

— Bueno, todos hemos sido jóvenes, Blaise. Será una amonestación y una multa y ya está.

La mirada de su subordinado le dijo que la cosa no quedaba ahí.

— Pregúntame con quién se lo estaba montando mi hijo pequeño.

— ¿Con quién se lo estaba montando tu hijo mayor de edad? —preguntó con un mal presentimiento.

— Con tu hijo pequeño. ¿En serio quieres que crea que no lo sabías?

Que cabrón el karma, pensó el jefe de aurores, levantándose con un suspiro de la silla para sentarse junto a Zabini. Extendió su mano, a la espera de que fuera tomada. Su subordinado suspiró también y tomó la mano tendida, entrelazando sus dedos.

— ¿Por qué iba a saberlo y hacerlos arrestar? —interrogó, intententando entender por dónde andaba el hilo de sus pensamientos.

— ¿Crees que es una señal? —murmuró Blaise, ignorando su pregunta, cerrando los ojos y dejándose caer contra el respaldo de la silla.

— Creo que simplemente son amigos del colegio —contestó prudente.

— Me reí de Draco cuando Scorpius empezó a salir con Albus.

Ron no pudo evitar sonreír al recordarlo, él también lo había hecho, pero no era el mismo caso. Ellos dos no eran Draco y Harry, que eran libres cuando empezaron a salir.

— No puedo seguir con esto, Ron.

— Blaise… —intentó razonar, como cada vez que tenían esa conversación.

— No me uses ese tono paternalista—le cortó—. ¿Cuántas veces has dicho que la dejarías? ¿Tienes idea de lo que me dolió ver las fotos del otro día de la Ministra y su esposo saliendo a cenar por su aniversario? ¿Dónde me deja eso? Ah sí, en el triste apartamento en el que me echas un polvo una vez a la semana. No puedo más Ron. No aguanto más mentiras ni andar viéndote a escondidas. Necesito que me devuelvas mi vida.

— No me hagas esto por favor, yo te quiero, lo sabes —suplicó, acercando más su silla.

Los ojos rasgados se abrieron y le miraron llorosos. El dolor que reflejaban era muy profundo, una herida que supuraba desde hacía mucho tiempo.

— Tú no me quieres. Si me quisieras, elegirías. No voy a seguir siendo tu sucio secreto, Ronald. ¿Cómo voy a ver a mi hijo con el tuyo dentro de unos minutos sin sentirme una mierda?

Se puso en pie y caminó hacia la puerta, tirando del pomo sin resultados.

— Abre la puerta.

— Lo siento — se disculpó, acercándose.

— ¿Y de qué me sirve que lo sientas si esta noche vas a volver a la cama de tu mujer? — contestó con la voz rota.

— Voy a pedirle el divorcio a Hermione, te lo prometo —murmuró, abrazándole por detrás.

— Búscame cuando la prensa lo haya hecho público. Ahora abre la puerta.

No lo hizo, en lugar de eso lo abrazó más fuerte y apretó su frente contra su nuca. Entonces ocurrieron dos cosas: Blaise, contra su voluntad, comenzó a relajarse y la puerta se abrió desde fuera. Solo una persona de las que trabajaban allí era capaz de levantar un hechizo del jefe de aurores: su mujer.

 

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