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Harry Potter - J. K. Rowling Harry Potter and the Cursed Child - Thorne & Rowling
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¡Chas! y aparezco a tu lado

¿El título de esta canción no os evoca algo mágico? en este caso, a mi me a hecho pensar en un Sirius acosador, que aparece allá donde está Remus y la lía. Esto enlaza con el OS anterior, el resacoso, por si queréis leerlo antes. ¡Se me olvidaba! el temazo es de mi infancia, allá a finales de los ochenta-principios de los noventa, de Alex y Christina, todas queríamos ser Christina Rosenvinge y tener su pelazo y su actitud.

Personajes: seguimos con el Wolfstar, pero vemos de refilón al Black pequeño y su novio...


— Amigo, tienes que parar.

Sirius miró mal a James. Muy mal.

— Es increíble que sea yo el que te diga esto, pero tienes que dejar en paz a Remus.

Los ojos grises se perdieron por el Gran Comedor hasta encontrar a Remus, que estaba sentado en la mesa de Slytherin con una taza en la mano mientras charlaba con Lily, Regulus y Snape.

— Te dijo que te daría una cita, y Remus no miente nunca, Sirius —apostilló Peter entre dos bocados de tarta.

— Dijo que se lo pensaría —contestó enfurruñado, sin dejar de mirar a Lupin—. Pero pasa tiempo con todo el mundo menos conmigo.

James suspiró, girándose también para mirar a Lily.

— Créeme que sé por experiencia que insistirle no es la solución. Dale tiempo.

— Le dijo la sartén al cazo… —murmuró Sirius entre dientes, volviendo su mirada a su desayuno.

Una promesa arrancada una tarde de septiembre. Y estaban casi en noviembre y nada de nada.

Había empezado a seguirle a todas partes una semana después de aquella tarde de domingo. No había resultado difícil conseguir que James le prestara la capa y el mapa. Y puede ser, podría ser, que se hubiera puesto un poquito acosador.

Dorcas le había retirado la palabra después de que le prendiera fuego al bajo de su túnica por acercarse demasiado a Remus en las gradas del campo de Quidditch.

Frank le había maldecido por empujar a Alice al lago mientras ella y Remus estudiaban juntos.

Marlene directamente le había puesto un ojo morado por atacar a Dorcas y por echarle a ella la taza de café caliente por encima solo por sentarse junto a Remus en el desayuno.

Después de varios incidentes más que implicaban a gente de otras casas, y que acabaron en la enfermería al menos dos veces, con los consiguientes castigos de Mc Gonagall, Remus había optado por ignorarle y juntarse con las tres personas a las que Sirius jamás en la vida atacaría: Lily, porque respetaba a James y porque la bruja era absolutamente temible y le gustaban sus pelotas donde estaban, gracias; Regulus, porque su hermano era sagrado, y Snape, que, a pesar de su desagrado, era el novio de su hermano (y sí, un contrincante feroz, no es que le temiera, pero el Slytherin sabía hechizos espeluznantes).

Y aquí estaba, a punto de llegar la cena de Halloween, con su correspondiente baile para los de quinto, sexto y séptimo, y él cabreado y frustrado.

— Creo que deberías calmarte, devolverme la capa y el mapa, y portarte bien unos días. Quizá así Moony te perdone y quiera ir contigo al baile —insistió James.

Sirius le miró con la ceja alzada.

— Vale, quizá me convenga que Remus se calme para poder intentar pedirle yo a Evans que venga conmigo al baile. Pero lo primero es recuperar a Moony antes de la próxima luna llena.

Mierda, pensó Sirius, escondiendo la cara en las manos. Ni siquiera había pensado en eso aún, en tres días había luna llena y si Remus no les hablaba, tampoco les permitiría acompañarles.

— Déjame la capa y el mapa sólo hoy, prometo devolverte todo mañana. Y dadme un rato antes de subir a la habitación —suplicó antes de ponerse en pie al ver a Remus y Lily salir del comedor.

Subió las escaleras usando todos los atajos que el mapa del merodeador le ofrecía y consiguió llegar, sin aliento, justo a tiempo de ponerse la capa antes de que Remus entrara por la puerta.

Lo vio deambular por la habitación recogiendo sus libros mientras sorteaba, con la habilidad de la práctica, cosas tiradas por el suelo. Al pasar junto a su cama, lo vio agacharse a recoger una camiseta que se había puesto para dormir los últimos días. Y boqueó alucinado cuando Remus la acercó a su cara y la olió con los ojos cerrados.

Después, Remus dobló con cuidado la camiseta y la guardó bajo su propia almohada, a sabiendas de que Sirius jamás se daría cuenta de que le faltaba. Lo observó acabar de recoger sus cosas y dirigirse a la puerta y el cerebro le entró en cortocircuito, lo único que atinó a hacer fue un Fermaportus. Pero claro, con los nervios lo de ser sigiloso como que no le funcionó, prácticamente lo gritó, y Remus se dio la vuelta con el ceño fruncido, escaneando la habitación.

— Abre la puerta, Sirius, vamos a llegar tarde a clase. Y devuélvele la capa a James de una vez.

No le hizo caso, avanzó hacia él con la capa aún puesta.

— Puedo dejársela bajo la almohada, ¿verdad Moony? —le dijo apenas a un metro de él.

Remus se ruborizó, pero no sonrió.

— Abre la puerta.

— Ven conmigo al baile.

— ¿Por qué haría eso después de lo que has hecho el último mes?

Sirius hizo un puchero, que obviamente Remus no vio, y dio un pequeño golpe con el pie en el suelo, delatando su posición. Escapó por poco a la mano de Lupin intentando quitarle la capa.

— Porque te gusta mi olor y sería mucho mejor dormir conmigo a hacerlo con mi camiseta, reconócelo.

Jamás había visto a su amigo tan rojo.

— Ven conmigo al baile, Moony, por favorrrrrrr. Si no sale bien te prometo que no volveré a insistir nunca más.

— Si digo que sí, le devolverás la capa a James y dejarás de molestar a la gente que se me acerque.

No era una pregunta, era una imposición, pero aún así asintió, dejando que la capucha le resbalara de la cabeza.

Remus le miró fijamente, aún sonrojado, pero su mirada era firme. Y debió ver algo en el gesto de Sirius que le hizo rendirse.

— Más te vale comportarte —masculló mientras Sirius liberaba la puerta—, porque Severus me ha enseñado hechizos realmente interesantes.

La amenaza fue totalmente en balde, porque Sirius no le escuchaba, estaba corriendo y saltando por la habitación, totalmente inmerso en su victoria. 

 

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