
Tierno
Esta canción es especial para mí, aunque no sabría decir porqué. Su autor es un youtuber al que sigo hace mucho, Rush Smith, y os recomiendo ver el vídeo, está en su cuenta. La canción habla de besos, básicamente, y el vídeo muestra a tres parejas diferentes besándose, una que es la primera vez que se besa, otra que es dulce y tímida y otra que es fogosa.
Personajes: James y Teddy. Seguimos en el universo de "Sin él", en tres momentos separados en el tiempo. Ahh, y podría haber un poquito de lemon.
Desde su asiento en la zona reservada a las familias, vio a Edward subir a recoger su diploma. Auror, wow. Lo siguió con la mirada, con el corazón latiendo un poco más rápido de lo habitual, mientras él volvía a sentarse con sus compañeros de clase.
Conocía su perfil de memoria, había pasado años memorizando los pequeños detalles. Sus cejas eran en ese momento de un lila más oscuro que su pelo alborotado. Pero sus pestañas no cambiaban de color, eran del mismo tono rubio oscuro que su padre, igual que la barba. Deseó que no se hubiera afeitado para la graduación, le gustaba su barba.
Sus ojos eran en ese momento también como los de su padre, lo que indicaba que estaba feliz. Cuando estaba enfadado solían ser más oscuros, cuando estaba preocupado o agobiado se aclaraban hasta un verde muy sutil.
Tenía un lunar, que podía mover a su antojo por su cara, pero normalmente estaba bajo su labio, a la derecha. Y una cicatriz que él mismo había causado jugando a quidditch con él de pequeños, cuando le golpeó la nariz con un bate de golpeador.
Habían crecido revueltos, Ted ejerciendo de hermano mayor para todos ellos, especialmente para él y Lily, porque Albus... Albus ya tenía su propio hermano adoptivo, su sombra. Y al alejarse, el mayor en la Academia y él en Hogwarts, se había convertido en un hábito evocar su cara cuando estaba a solas, sobre todo cuando le echaba de menos y/o necesitaba ánimos.
La ceremonia terminó, la gente se puso en pie y los graduados pudieron por fin acercarse a saludar a sus familias. Vio a Teddy abrazar a su padre un largo rato, los dos con una sonrisa emocionada. Después abrazó con más cuidado a su abuela, que se secaba los ojos orgullosa, e intercambió un breve abrazo con Lucius. Lo vio acercarse más para abrazar a la par a su padre y a Draco, que lo felicitaron con cariño. Y allí estaba, con los brazos abiertos a los que su hermana se echó sin dudarlo. Él la abrazó, levantándola del suelo y los vio cuchichear un momento. Abrazó con más sobriedad a Albus, poco dado a muestras de afecto, y con una gran sonrisa a su primo, al que alborotó el pelo como siempre.
Cuando se paró delante de él, el último de la fila, vio los ojos dorados cambiar ligeramente de color, hasta ser iguales a los suyos, color castaño claro
— ¿No vas a felicitarme? —preguntó con voz un poco ronca.
Hizo un gesto con la cabeza antes de avanzar una zancada y rodearlo con sus brazos. Sintió los de Ted enroscarse en su cintura y acercarlo a él, generando una ola de calor inesperado. Se apartó un poco, para poder mirarlo. Teddy le sonrió, esa sonrisa que reservaba para él. Y no pudo evitarlo, se puso de puntillas y le besó.
Fue algo tan rápido que después dudaría si había ocurrido o lo había imaginado. Lo que sí que recordaba era como había huido del salón de la graduación y su padre le había encontrado un rato después, todavía hiperventilando, en el patio interior de la Academia.
Nunca hablaron de aquello, como si nunca hubiera ocurrido. El tiempo continuó pasando, Ted comenzó a trabajar de auror y él acabó la escuela. No tenía muy claro al acabar qué iba a estudiar, le parecía que ser auror también era un poco patético, aunque le atraía el oficio. Finalmente, siguiendo la estela de Draco, decidió prepararse para ser inefable.
Trabajó muy duro para el examen de acceso, apoyado por la pareja de su padre. Estudió y se preparó durante casi un año, esperando a ser convocado en cualquier momento, porque así eran los inefables, ponían a prueba los nervios de los examinados jugando a no darles la fecha precisa para las pruebas.
El día que llegó por fin la lechuza, entró en bloqueo. De repente, con el mensaje en la mano, sintió que todos aquellos meses habían sido en balde, porque no recordaba nada. Todo estaba en blanco. Y cayó de cabeza en el pánico.
¿Cual es el colmo de alguien que entra en pánico por un examen? Que la persona que más adora en el mundo sea el que le encuentre hiperventilando, sentado a la mesa de la cocina de su padre, en pijama todavía. Respirando con afán, sintiendo que no podía llenar del todo sus pulmones de aire.
— Ey, Jaimie, ¿qué pasa?
No pudo responder, se limitó a tenderle la carta y doblarse un poco sobre sí mismo, cerrando los ojos, intentando controlarse.
Sintió su mano cálida a través de la camiseta del pijama haciendo círculos tranquilizadores en su espalda.
— James. Mírame, James, por favor.
Levantó los ojos y miró los de Ted, de nuevo exactos a los suyos.
— Todo irá bien. Has estado trabajando para esto, es bueno que haya llegado el momento.
Asintió un poco, colgado de sus ojos y de su cercanía.
— Siéntate derecho un momento y cierra los ojos.
Lo miró suspicaz, sin entender lo que planeaba.
— Venga, confía en mí, vamos —insistió con una sonrisa y un guiño.
Lo hizo, porque no podía negarle nada, y porque realmente estaba consiguiendo que volviera a respirar más o menos con normalidad.
Estuvo unos segundos expectante, sin saber. Entonces, le habló al oído.
— Voy a darte otra cosa en la que concentrarte cuando entres en pánico. No abras los ojos.
Y antes de que pudiera procesar nada, lo sintió. Los dedos acariciando su nuca y los labios suaves acariciando los suyos. Se estremeció y fue a abrir los ojos para ver si era real.
— Shhhh, no hagas trampas, los ojos cerrados.
Los apretó fuerte y él rió suavemente antes de besarle en la frente, los pómulos y los labios de nuevo.
— Vas a hacer ese examen, y lo vas a bordar, y yo estaré esperándote cuando salgas.
Cuando por fin abrió los ojos, estaba solo de nuevo en la cocina, lo único que delataba el paso de Teddy por allí era un rastro de su colonia.
El examen duró horas. Entendía que aquello era parte en sí de la prueba, ver si tras horas de trabajo mental todavía seguían alertas y preparados. Se alternaban las pruebas escritas con las prácticas y las físicas, hasta que los examinados llegaban a un punto de agotamiento mental que les hacía equivocarse, o peor, rendirse.
James agradeció entonces la exigencia que había puesto Draco en su preparación, porque, al cabo de ocho horas, los demás daban muestras de estar incluso desorientados, mientras que él aguantaba aún alerta. Y no podía negar que Teddy lo había hecho bien, le había dado algo en lo que enfocarse.
Cuando abandonó el área de exámenes, diez horas después de la convocatoria, lo primero que hizo fue verlo sentado esperando, todavía con el uniforme de auror puesto. Se dejó caer junto a él con una sonrisa cansada y golpeó suavemente sus hombros.
— ¿Cómo ha ido? —le preguntó, devolviéndole la sonrisa.
— Creo que bien.
— Seguro que sí. ¿Te acompaño a casa? Pareces agotado.
— Estoy tan cansado que deberías llevarme a cuestas —bromeó, levantándose con esfuerzo.
Teddy se levantó también y le dio la espalda, colocándose en la misma postura que cuando era pequeño y lo llevaba a caballito.
— Estas de coña, Lupin. Soy más alto que tú.
Pero Ted no varió la postura. Con una carcajada, se subió con esfuerzo a su espalda. Avanzaron hasta los ascensores sin ser vistos, pero al girar el pasillo se encontraron directamente con Draco, que los miraba con los brazos cruzados y una ceja levantada, imponente en su uniforme gris.
— Supongo que vosotros sois mi sobrino el auror y mi hijo el futuro inefable.
James se sonrojó violentamente, bajándose de un salto. Y entonces cayó en lo que acababa de escuchar. Se acercó a Draco y le abrazó. Su padrastro aflojó la postura y le abrazó a su vez.
— Vengo de ver al tribunal —le susurró al oído—. Disimula para no meterme en un lío, pero felicidades. Estoy muy orgulloso de ti...hijo.
Le abrazó más fuerte. Ese hombre, que había ayudado a criarle por amistad meramente desinteresada, mientras su propia madre se desentendía de ellos, se había ganado el derecho a llamarle hijo seguramente mucho antes de descubrir que amaba a su padre desde niño.
— Yo estoy muy orgulloso de llamarte padre. Y te prometo que voy a estar a la altura —le susurró de vuelta.
Draco le dio otro apretón más antes de soltarlo y mirar de nuevo a su sobrino.
— ¿Supongo que lo llevabas a casa a descansar?
Teddy asintió, enternecido por lo que acababa de ver.
— Vamos pues, tu abuela y Harry están preparando una cena especial, espero que James no se duerma sobre el plato.
No se vieron en unas semanas. Cuando llegó la carta confirmando que había sido aceptado, Ted estaba en una misión fuera de la ciudad. Cuando él volvió, James se había incorporado al entrenamiento. No coincidieron hasta un domingo en casa de los Malfoy, celebrando el cumpleaños del patriarca.
— Ey, inefable —le saludó, dejándose caer junto a él en el sofá—. ¿Cómo va el entrenamiento?
— Lo siento, si te lo cuento tendría que matarte —respondió con tono serio.
Una carcajada fresca salió de la garganta del auror. James lo miró de reojo, con una sonrisa. Aquel día era rubio con ojos claros, en homenaje a la pareja de su padre. A pesar de su frialdad aparente, Ted apreciaba realmente a Lucius, cuya presencia en la vida de su padre había sido sin duda un cambio para bien.
— ¿Es muy raro tener al tío de instructor?
— Y a mi padre dándome clase —protestó quejumbroso.
— ¿Sí? no lo sabía.
— Ocurrió mientras estabas fuera, a papá le ofrecieron dar clases para varias carreras. Incluida la mía, para mi mala suerte.
Teddy rió por lo bajo y miró hacia la otra parte del salón. Draco y Harry estaban sentados muy juntos, parecía que discutiendo.
— Llevan así un par de días, discutiendo en cuchicheos. Creo que tiene que ver con vivir juntos.
Lupin revisó el salón, todo el mundo estaba distraído, así que aprovechó el momento para tomar a James de la mano y salir por las puertas abiertas al jardín. Tiró de él hasta que quedaron fuera de la vista de la casa.
— ¿Qué pasa Ted? —preguntó un poco sonrojado cuando frenaron y Teddy le acorraló contra la pared de la casa.
— Los muggles tienen un dicho, ¿sabes?
James le miró confuso.
— Dicen que no hay dos sin tres.
Siguió mirándole confuso.
— Me besaste el día de mi graduación, luego yo te besé aquel día en tu cocina, así que...
— ¿...nos falta el tercero?
Asintió, cambiando el color de sus ojos al de James y acercándose peligrosamente,
— Y por lógica, esta vez deberíamos participar los dos.
Una gran sonrisa llenó la cara de James al agarrarse a su cuello y tirar de él hasta unir sus labios. Empezó tímidamente, pero creció y creció, hasta hacerles sentir calor y frío a la vez, todo piel estremecida y saliva.
— Joder, Ted —gemió James cuando Ted se apretó más contra él y sintió el resultado de su beso, mientras se frotaba contra él y le besaba el cuello.
— Me parece una idea brillante, pero tenemos por delante una cena de cumpleaños —le respondió, lamiéndole la oreja.
— Quizá deberíamos parar entonces, antes de que uno de nuestros padres salga a buscarnos.
— Seguramente —contestó, pero no solo no se apartó, sino que se frotó especialmente fuerte, sacando un gemido de la garganta de James.
Y hasta ahí llegó la cordura. El aire se hizo espeso, James boqueaba entre gemidos mientras Teddy bajaba ambas cremalleras para unir sus penes y frotarlos juntos con energía. Ambos dieron un largo suspiro cuando todo se puso resbaladizo. James escondió la cara en su cuello y Teddy en su pecho mientras aumentaba la velocidad hasta correrse ambos con un grito ahogado.
Ted no dijo nada, sacó su varita, los limpio a los dos y les vistió, mientras James seguía con los ojos cerrados y apoyado en él. Cuando terminó, volvió a su posición apoyando la frente contra su clavícula.
— Ted...
— Dime —respondió sin moverse.
— Estoy enamorado de ti.
— Lo sé. Y yo de ti.
— Y acabas de llevarte mi virtud contra una pared.
— Eso no es técnicamente correcto.
— Eso le dará igual a mi padre si le digo que hemos tenido sexo y no quieres salir conmigo. Es un poco protector.
— ¿Me estás amenazando para pedirme que salgamos juntos?
James se encogió de hombros y Teddy lo sintió sonreír contra su cuello.
— Técnicas sutiles de inefable.
No pudo contener una carcajada antes de enderezarse para besarle.
— La sutileza no es lo tuyo, Jaimie, vas a tener que entrenar mucho.
Los ojos castaños, sombreados de preciosas pestañas cobrizas, le miraron serios.
— Sal conmigo, Edward. Porque respiro mejor cuando estás cerca. Incluso pienso mejor.
Sonrió y volvió a besarle.
— Saldré contigo, definitivamente me necesitas para ser más listo.
Le dio un pequeño puñetazo en el hombro antes de tenderle la mano para volver a la casa, con una sonrisa tierna.