
🕯️| Capítulo 03
Todos felicitaban a Jiang Xiang por su maravilloso don. Fue una alegría y alivio el que si obtuviera un don.
Muchos de los que pensaban que el error de la ceremonia anterior fue la vela, ahora creían que en realidad el error fue de Jin Ling, o no se merecía un don, quién sabe.
Madame Yu estaba más que aliviada, al ver la llama de la vela revolotear sin disminuir y la fuerza del brillo de la puerta le hicieron comprender que no había ningún problema con la vela.
Muchos pensamientos cuestionaban acerca del porqué Jin Ling no obtuvo un don, pero no le tomó importancia en este momento. Había aprovechado el show que daba Jiang Xiang para ir a guardar la vela en su sitio, por lo que ahora era libre de moverse como le apetezca.
Se acercó con tranquilidad a la niña, agachándose para poner sus manos en los cachetes de la menor y decir:— Nunca dudé que lo lograrías, estoy muy orgullosa de ti.
Lo que no sabía es que un Jin la estaba mirando algo aturdido por esas palabras que alguna vez le llegó a dirigir.
Ahora que lo pensaba, ¿cuándo fue la última vez que Madame Yu le dijo o demostró su orgullo?
Ah, si. Hace nueve años.
Su ánimo comenzó a decaer ante los recuerdos tan lastimeros que se daba sobre sí mismo, siendo estos interrumpidos por la misma voz que lo aturdió.
—Hora de la foto, ¡todos vengan! No tengo tiempo para esto. —Lo último lo murmuró, por lo que nadie la había escuchado.
Nie HuaiSang abrió su abanico y se echó aire.
Toda la familia Jiang estaba acomodándose, era una especie de tradición tomarse una foto después de la ceremonia del don. Aunque no se habían tomado una la vez pasada.
Tanto Meng GuangYao como Wen QiongLin no se consideraban como tal de la familia, pero al ser esposos de dos de ellos tenían que participar en la imagen. Se acomodaron cuando uno de los del pueblo se acercó con una cámara para tomarles una foto, el fotógrafo una vez acomodado alzó su pulgar para dar a entender que todo estaba listo.
Sin perder tiempo, posaron y gritaron unísono:— ¡La familia Jiang!
El flash de la foto congeló a Jin Ling, que estaba a unos metros detrás del fotógrafo, algo escondido y empujado pues todos los que estaban a su alrededor se movían y lo alejaban de su familia, irónicamente.
Miró a lo lejos como todos parecían felices y en armonía, llenos de tranquilidad y emoción.. .sin él. Jin Ling se preguntaba qué tan inútil era como para que se olvidaran de él, él era parte de la familia… ¿no?
Al ver como todos se reunían en el centro de la habitación para iniciar la verdadera fiesta, él se fue de ahí. Al salir pudo observar como todos los que estaban en la sala se acercaban a la puerta de Jiang Xiang y también entraban a divertirse. Alzó la mirada para ver como los fuegos artificiales iluminaban el cielo azul oscuro con brillantina, era una imagen preciosa.
Comenzó a bajar las escaleras hasta terminar en el primer piso, quedándo parado al final de los escalones.Ahora que estaba totalmente solo, se comenzó a reclamar a sí mismo:
¿Por qué eres tan inútil? ¿Por qué no puedes ser alguien? ¿Por qué no eres capaz de enorgullecer a tu familia? Todo esto debido a ti, eres alguien que simplemente no debió ser. Si alguna vez llegaste a ser Jiang, ya no lo eres y nunca lo serás.
¿Jiang RuLan? Ese no vino para quedarse.
Tu eres simplemente Jin Ling, no esperes ser alguien en la vida.
Jin Ling recordó como antes de cumplir seis años era conocido como "Jiang RuLan, cortesía de Ling". Solo hasta que se supo su verdadera utilidad, la cual es ninguna, Madame Yu insistió en "otorgarle" el apellido Jin, dejando atrás el Jiang.
Desde que no obtuvo su don, nadie más que Madame Yu le llama por su nombre de cortesía.
Nunca supo, o más bien, no recuerda de donde surgió su nombre de cortesía. Tampoco es que le importara, solo le parece un nombre demasiado femenino para su gusto, pero no se quejaba. Después de todo, no lo utilizaba.
Los nombres de cortesía eran para los Jiang, o gente que por azares del destino obtuvieron un don. Él no era un Jiang y tampoco tenía un don. ¿Por qué tendría que usar un nombre de cortesía?
Miró directo hacia la vela mágica, en el fondo deseaba tener otra oportunidad. No sabía que había hecho mal para no merecer un don, pero quisiera tener esa oportunidad para demostrar lo que valía.
Luego observó la puerta de Madame Yu, pensando en más que nada su deseo era demostrarle a ella lo que valía.
Demostrar… o convencerse a sí mismo que era parte de la familia.
Volvió a tener el pensamiento, él no era un Jiang y tampoco tenía un don . Siempre lo dejaban de lado y el pueblo no lo respetaba como parte de la familia Jiang.
¿Él era parte de la familia?
—¿Eh...? —murmuró al escuchar algo caerse. Volteó hacia donde daba espalda, encontrándose un pedazo de tejado en el suelo ya roto—. ¿Qué?
Se acercó, sentándose de rodillas en el suelo para recogerlo con cuidado. Agarró el trozo más grande, viéndolo con confusión al no entender la razón por la que Casita lo dejó caer. Por estarlo moviendo terminó cortándose la palma de su mano, asustándolo por el repentino dolor soltó el pedazo haciéndolo quebrar más.
Eso lo confundió, ¿por qué se quebraba? Nunca había visto algo que se quebrara dentro de Casita. ¿Sucedió algo?
No fue una respuesta a su pregunta como tal, pero el movimiento del suelo le hacía entender que si, algo sucedía.
El temblor en esa parte del suelo no era normal.
—¿Casita? —acercó con cuidado su mano sana al suelo, dudando si debía tocarlo o no, continuó moviendo su brazo algo inseguro.
Estando a pocos centímetros de tocarlo, un crujido sonó. El suelo se quebró.
La repentina ruptura hizo fruncir el ceño a Jin Ling, preocupándose más de lo que ya estaba. No se limitó ahí, pues la grieta anormal solo se expandía de forma extraña, como si marcara un rumbo al que seguir.
Sin quedarse quieto, Jin Ling se levantó y corrió para seguir las líneas irregulares que decoraban las paredes de su hogar, sus nervios le hacían tener la piel de gallina al darse cuenta de la dirección a la que iban.
Al principio solo pasó del suelo a la pared, agrietando la pared detrás del cuadro de su abuelo Jiang FengMian; también las paredes de las puertas mágicas, que no paraban de parpadear bajando su brillo con rapidez.
Subían más y más hasta acercarse a la zona donde estaba la vela, en este punto Jin Ling ya no podía seguir las grietas, limitándose a ver a lo lejos. Observó como la flama de la vela disminuyó y con ello también el brillo de las puertas, haciéndose cada vez menos luminoso.
Jin Ling abrió los ojos de más al darse cuenta de la situación, el encanto estaba agonizando.
La casa y el milagro corrían peligro.
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La música estaba a todo volumen, las personas en pareja o grupo bailaban al compás de las canciones. Todo estaba bien, no había nada de que preocuparse, la ceremonia fue todo un éxito, no faltaba nada más que divertirse.
Aplaudían, jugaban, comían… ¡todo lo que en una fiesta se hace!
Esta noche nada podía salir mal.
—¡La casa está en peligro! —Un grito interrumpió todo, absolutamente todo.
La música se detuvo al igual que los bailes y acciones, todos volteaban a ver lo que alteró la felicidad.
En ese momento, un escalofrío recorrió toda la espalda de Madame Yu.
Jin Ling pasó entre las personas hasta parar frente a su familia, más específicamente frente a Madame Yu.
—¡Las tejas se caían y había grietas en todas partes, la vela casi se apaga...! —respiró profundo para tranquilizarse, estaba muy alterado y estar en tanto movimiento lo cansó.
Todos se sorprendieron ante sus palabras, comenzando a murmurar sobre el veredicto de lo que decía o sobre los malos finales.
Jiang YanLi se acercó a su hijo confundida y preocupada, estando a nada de preguntar su madre intervino.
Madame Yu miró a todas direcciones, retomando su compostura de seriedad y hablar fuerte—. Enseñame.
Jin Ling asintió, caminando a la máxima velocidad que podía para que siguiera considerando caminar.
Bajó las escaleras alzando la cabeza para ver la vela.
Espera… ¿estaba bien?
Giró a todas direcciones buscando las grietas, las paredes estaban limpias.
¡Y las puertas...! Estaban brillando como siempre.
Bajó por completo para voltear a ver a Madame Yu, que le seguía el paso, buscando con amarguda los trazos que él decía. De igual forma, el pueblo les siguió, limitándose a estar en el piso de arriba observando todo.
—Yo vi las grietas... estaban en todas partes, y la teja… —Se cortó a sí mismo al notar que el trozo de tejado no estaba ahí. Volteó a ver a la mujer que lo miraba claramente molesta—. Madame Yu, en serio las vi-
— Cállate —alzó su mano como orden para que dejara de hablar. Suspiró antes de girar a ver a todos y gritar:—¡No hay nada malo con la casa! ¡La magia está fuerte! ¡Continuemos con la fiesta, vamos, música y bailen! —aplaudió dos veces dando otra orden.
La cual fue acatada por Jin ZiXuan, gracias a Nie MingJue que cargaba un piano, el Jin comenzó a tocar para evitar que su hijo fuera el centro de atención.
Todos ignoraron la situación...a medias, volviendo a lo que estaban haciendo, regresando a la habitación de Jiang Xiang.
Madame Yu miró de reojo a Jin Ling, negándo con la cabeza en silencio antes de subir.
En el primer escalón se encontraba Jiang YanLi viendo a su hijo, iba a avanzar pero su madre la detuvo para decirle algo.
—Controla a tu hijo, ya es suficiente con que arruine una ceremonia —ordenó con molestia, entrando a la habitación y dejando a su hija con la palabra en la boca.
Jiang YanLi iba a reprochar sobre sus palabras, pero ahora su prioridad era su hijo. Bajó las escaleras con velocidad, llegando hasta donde Jin Ling que tenía la mirada pérdida hacia la nueva habitación.
La madre abrazó a su hijo, dándole suaves caricias en la espalda para relajarle, cosa que no consiguió—. A-Ling, vamos a la cocina. Te daré sopa de loto y costillas, ¿bien? —susurró, sabía que esa no sería la solución, pero le haría sentir momentáneamente mejor al menor.
Jin Ling no hizo nada más que asentir y seguir a su madre.
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—Si todo era mi imaginación, ¿cómo me corté la mano? —acariciaba la herida de la que hablaba mientras se quejaba, su madre lo escuchaba con atención mientras terminaba de preparar la sopa—. Yo jamás le podría arruinar la noche a A-Xiang… ¿en serio crees eso?
Jiang YanLi se limpiaba las manos con un trapo, dejando el trapo en el mueble en el que Jin Ling se recargaba. La mujer se colocó frente a Jin Ling para responderle:—Lo que creo, es que este día fue muy difícil para ti, A-Ling.
—Eso no es... —iba a negar, pero no podía tapar el sol con un dedo. No podía mentir sobre eso, era verdad, este día fue agotador—. Solamente trataba de cuidar a la familia. Tal vez no sea súper fuerte como el tío MingJue, o no curo como tú, ni siquiera puedo entender del todo a Hada como lo haría A-Xiang… y no soy divinamente perfecto como el señorito perfecto SiZhui. Pero… —suspiró—, ya no importa.
Su madre se recargó a lado de él, agarrando su mano herida para darle pequeñas caricias de consuelo. Casita movió el plato ya listo y lleno de sopa para dejarlo a lado de la mujer, Jin Ling se dió cuenta y, resignado, se sentó en la silla frente a la pequeña mesa para comer.
Jiang YanLi sonrió un poco, agarrando con cuidado el plato para dejarlo frente a Jin Ling que empezó a comer decaído. Ella se sentó a lado de él, acomodando los pelos rebeldes del flequillo de su hijo.
—Desearía que te apreciaras como yo lo hago.. eres perfecto, A-Ling. Tal cuál eres, eres tan especial como tus tíos y primos, no tienes nada de malo.
Jin Ling casi cedía ante sus palabras, pero sintió su mano mejor, la alzó un poco y la observó curar. Suspiró, le mostró su mano a su mamá y dijo sarcástico:—Mhm, tú sanaste mi herida con una sopa de loto con costillas.
Jiang YanLi agarró su mano nuevamente—. Sané tu herida con mi amor por ti —entrelazó sus manos teniendo en medio la mano de Jin Ling, este soltó un quejido por las palabras—. Con su inteligencia...
—A-Niang.
—Amabilidad.
—A-Niang.
—Gran corazón~
—A-Niang.
—Lindos ojos, bella marca, cabello largo y brilloso… con una gran personalidad.
—¡A-Niang!
—Te amo mucho, pequeña peonía mía —agarró la cara de su hijo para besarla por todos lados, desde su frente hasta sus mejillas.
—¡Ya! —Se libró de las muestras de cariño de su madre. Las apreciaba de todo corazón, pero no estaba de humor para aceptar con facilidad palabras dulces—. Yo sé lo que vi, A-Niang.
Jiang YanLi dejó de tener su sonrisa, cambiando su expresión a una seria y con gran toque de nostalgia.
— A-Ling, mi shidi1 A-Xian perdió el camino en la familia… no quiero que eso te pase a ti. Todavía lo extraño mucho, no puedo evitar pensar en las miles de cosas que cambiarían si él estuviera aquí. No quiero que te tengas que ir por estas situaciones —suspiró pesadamente, tallándose ambos ojos con una mano para evitar que siguieran llorosos.
Jin Ling estaba con algunos sentimientos encontrados, entre estos la amargura y curiosidad. Su A-Niang siempre evitaba hablar de su tío frente a la familia, las pocas veces que le contaba de él era sobre anécdotas de pequeña que tuvo con él y jiujiu.
Que ella estuviera hablando sobre él era algo que sorprendía al hijo.
—Confío en ti, A-Ling. Sé que nunca mentirías y menos para afectar a la pequeña A-Xiang —iba a decir algo, pero miró el plato de sopa, recordando que su hijo debía comer—. Termina la sopa, después ve a dormir. Te sentirás mejor mañana… ¿de acuerdo?
Jin Ling asintió en silencio, teniendo un nuevo conflicto mental mientras volvía a cenar.
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Nie HuaiSang y Wen QiongLin habían desaparecido de la ceremonia poco después del espectáculo que montó Jin Ling. Sería mentira si dijeran que no aprovecharon eso para irse.
Caminaron agarrados de la mano mientras hablaban de temas triviales por el vacío pueblo, o al menos casi vacío. Los animales de las granjas aún estaban ahí mezclándose con la tranquilidad del ambiente.
Ambos se dirigían hacia una casa muy lejana de Casita, literalmente se encontraban de extremo a extremo del pueblo. Y ni eso, de hecho esta casa estaba un poco alejada de la comunidad, pero no tanto para parecer una casa abandonada o aislada, de hecho se encontraba en perfecto estado.
En la casa se encontraban dos personas que ambos conocían
"A ver cuando llega ese tonto, siempre jalando a A-Ning para llegar tarde." Pudo escuchar ese murmuro aún estando a unos metros de distancia del lugar.
—¡Ya llegué! —Le respondió fingiendo indignación. Se colocaron delante de la puerta a pesar de tener el permiso de la dueña para abrirla con confianza.
El que abrió la puerta fue Wen Ning, utilizando las llaves que siempre portaba para quitar el seguro y entrar. Poniéndose a un lado para dejar entrar a Nie HuaiSang, este pasó abriendo su abanico para tapar su rostro levemente teñido por las acciones (desde su perspectiva) tiernas de su esposo.
—Al fin llegas, ya era hora, idiota. —Wen Qing, la dueña del hogar, lo recibió con dulces y muy amables palabras...nótese el sarcasmo.
—Siempre tan amable, Wen Qing.
—Lo soy cuando mi familia llega puntual. —Se acercó a Wen Ning para darle un abrazo de bienvenida, siendo correspondido.— ¿Qué pasó para que llegaran a esta hora? Normalmente llegan más temprano —preguntó sentándose en la mesa del comedor, ya en ella habían cuatro platos de comida—. ¡Niño, baja o comerás la sopa fría!
Llamó al tercer Wen, este al escuchar bajo rápidamente las escaleras hasta llegar al comedor donde estaba el resto de su familia.
—Aquí estoy, a-aquí estoy. —Se sentó, dándose cuenta de la presencia del Nie—. B-buenas noches, t-tío Sang, tío Ning.
—Buenas noches, A-Yu. —Ambos saludaron de igual forma. Nie HuaiSang se sentó a lado de donde estaría Wen Ning, el Wen había ido a la cocina a por bebidas para los cuatro.
—Y bueno, ¿qué pasó allá? —Wen Qing preguntó.
—Es una larga historia —suspiró exageradamente, recordando todo el alboroto que cierto pequeño armó... ah, y ese enorme tigre que le dió terror hasta los pies.
—No viniste aquí a decirme eso. —Wen Qing bromeó, aunque su expresión decía que no estaba jugando. Era consciente de lo imponente que podía llegar a ser (y del leve miedo que el Nie le tenía), aunque ella no lo admita, le gusta jugar con ello.
—Jiejie... —Wen Ning volvió al comedor, sirviendo las bebidas a cada uno. El menor se tapó la boca con su manga para tapar de pequeña risa que le provocaron las palabras de la mujer.
—¿Qué? Es verdad. Ni A-Yu ni yo nos acercamos allá, de alguna forma hay que enterarnos de las cagadas de los Jiang. Y que mejor forma que el mayor chismoso nos lo cuente —tomó un sorbo con serenidad, ignorando el jadeo ofendido de Nie HuaiSang.
—Me ofendes, me ofendes muchísimo.
—No eres chismoso, A-Sang —afirmó con una pequeña sonrisa la cual fue contagiada, pero Nie HuaiSang la mostró más grande.
—Mentira. —Wen Qing susurró, pero Nie HuaiSang la escuchó.
—¡Oye-!
—No seas tan dramático, ya cuéntanos que pasó allá.
Nie HuaiSang suspiró, escuchando en la lejanía las quejas de una mujer sobre la situación que estaba a punto de narrar—. Todo un drama, la ceremonia comenzó...