Cuando La Memoria Se Desvanece

Sueños de libertad | Dreams of Liberty (Spain TV)
F/F
G
Cuando La Memoria Se Desvanece
Summary
Los sentimientos trascienden el tiempo y el olvido. Incluso cuando la memoria se desvanece, en el corazón sigue habitando lo que realmente importa; el amor, la conexión de dos almas destinadas a estar juntas.
All Chapters Forward

capitulo 3

—¿Tu también lo sabes, no?

La pregunta de Begoña tomó por sorpresa al menor de los De La Reina, que apartó la vista de su hermana por primera vez en los veinte minutos que llevaban en la casa.
Después de una corta estancia en el hospital, donde Luz y Damián se habían asegurado de que los médicos realizaran todas las pruebas necesarias para descartar lesiones graves, Luz había sugerido trasladar a Marta a la casa grande, donde pudiera recuperarse más tranquilamente.
Andrés alzó las cejas, genuinamente confundido.
—¿A qué te refieres? —preguntó.
—A Marta… y Fina.
Andrés se enderezó en la silla junto a la cama donde Marta descansaba aún inconsciente. Carraspeó sutilmente, intentando no delatar su nerviosismo. La repentina pregunta de Begoña lo había descolocado.
—No… no comprendo de qué hablas
—Andrés, por favor —Begoña le dedicó una media sonrisa— ha sido demasiado obvio. Cuando Fina llegó a la zona del accidente corriste a contenerla en vez de quedarte junto a tu hermana y tu padre.

Andrés abrió la boca para replicar, pero Begoña no le dio oportunidad.

—Tu reacción solo me hizo pensar en que lo sabías, pero…lo que realmente me hizo atar cabos fue la reacción de Fina. Nunca había visto a alguien tan destrozada, me llamó la atención cuando llegó corriendo desesperada con Carmen detrás, buscando a Marta como si su vida dependiese de ello —Begoña cerró los ojos un instante al recordar la escena que había tenido lugar hacía tan solo un par de horas en la colonia— El dolor en los ojos de Fina cuando la vio en el suelo, y la forma en la que Carmen y tú batallaron para evitar que corriese a subirse en la ambulancia…sumado a tu padre intentando tranquilizarla, demasiadas señales para ignorarlas.

Andrés asintió. Fina había dado un buen espectáculo, aunque no podía culparla, él mismo sabía lo doloroso que era ver cómo la vida de la persona que más amas corre peligro.

—Por suerte, Tasio fue rápido en apartar a los operarios antes de que ella llegara. Lo último que necesitan es convertirse en el tema de conversación de la fábrica.

—¿Sabes cómo está ella?

—Según lo que ha dicho mi padre, Isidro la traerá en cuanto se tranquilice, ha tenido un ataque de nervios.

Begoña sintió una inmensa pena. La imagen de Fina desmoronándose seguía rondándole la mente.

—No es para menos, ver a Marta así, y ni siquiera poder acompañarla al hospital… es muy injusto.

—Si que lo es —Andrés hizo una pequeña pausa— Begoña, necesito pedirte que-

—No voy a decir una sola palabra, si es eso lo que te preocupa —Lo cortó— Y tampoco le haré saber a Marta que lo sé, si crees que es lo mejor para ella, lo ultimo que quiero es que se sienta incomoda.

—No —Negó de inmediato— habla con ella —La alentó, regresando su mirada a su hermana, colocando su mano encima de la de la rubia— A Marta le hará ilusión saber que también cuenta con tu apoyo

Begoña esbozó una pequeña sonrisa. Un silencio cayó entre ellos, Begoña en silencio acercó su silla al otro lado de la cama donde Marta descansaba ajena a todo. Luego de algunos minutos, notó un débil intento de Marta por abrir los ojos

—Andrés –Susurró Begoña llamando su atención—

Andrés levantó la mirada para ver como su hermana intentaba abrir los ojos con dificultad, los párpados pesandole una tonelada. Cuando logró abrirlos, volvió a cerrarlos y un leve quejido escapó de sus labios, se sentía mareada y desorientada.

—Marta —Dijo Begoña con voz dulce, captando la atención de su cuñada–

—Begoña —Marta hizo el intento de sonreir, aunque solo pudo esbozar una mueca.

—¿Cómo estás?

—Mareada, ¿Que sucedió? —Marta tenía su poca energía concentrada en Begoña, sin notar la presencia de su hermano menor.

—Has tenido un accidente, una caja te cayó en la cabeza, pero por fortuna no ha pasado a mayores. No te has hecho daño

Marta frunció el ceño, su cabeza intentando procesar lo que había pasado. No recordaba haber estado en la zona de empaquetado y mucho menos en el almacén.

—¿Don Evaristo está seguro de que no es para tanto? Me duele mucho la cabeza

El nombre de Don Evaristo sorprendió a Andrés y Begoña, quienes se miraron con una leve inquietud.

—¿Don Evaristo? —Preguntó Begoña, extrañada—

—Si, ¿O he ido al hospital? —Marta estaba confundida. Si estaba recostada en su habitación, no había podido atenderle otro médico— ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?

—Solo un par de horas, Marta —Esta vez fue Andrés el que habló—
La voz de su hermano llamó la atención de Marta, quien giró la cabeza hacia él, notándolo por primera vez. Sus ojos se iluminaron brevemente, y una enorme sonrisa apareció en su rostro.
—¡Andrés! —exclamó, sorprendida—. No puedo creer que estés de regreso en casa. ¿Cuándo has llegado?
—Marta, ¿De qué hablas? Si hemos estado juntos en la fábrica todo el día.

La sonrisa de Marta se desvaneció casi de inmediato, apartó la mirada de Andrés, la confusión apoderándose de su rostro. Parecía buscar desesperadamente algo en su mente, algo que no lograba encontrar.

La actitud de Marta había inquietado a Begoña desde el primer minuto, mientras Marta estaba perdida en sus pensamientos y Andrés la observaba extrañado y preocupado a la vez, algunos puntos comenzaron a conectarse en la mente de Begoña.

—Marta —Llamó la atención de su cuñada— ¿Qué es lo último que recuerdas?

Marta lo pensó por algunos segundos antes de responder.

—Acabamos de desayunar con mi padre, ¿No? no… no recuerdo qué fue lo último que hice, pero supongo que habrá sido llegar a la fábrica —Marta intentaba hilar una explicación no solo para Begoña, si no también para ella misma— Hoy debo enseñarle las instalaciones a las nuevas incorporaciones, ¿El accidente ha sido mientras les enseñaba el almacén?

Andrés estaba tan confundido como su hermana, pero para Begoña, el diagnóstico estaba más que claro, aunque no quisiera admitirlo.

—Andrés, quédate con Marta un segundo, voy a buscar a Luz —Dijo poniéndose de pie—-

—¿Luz? —preguntó Marta con el ceño fruncido. Su mirada reflejaba desconcierto, como si aquel nombre no le resultara familiar.—

Begoña entreabrió los labios, sorprendida. No dijo nada y salió de la habitación mientras escuchaba como Andrés le decía algo a Marta sobre la doctora Borrell.

—¡Luz! —Gritó Begoña cerrando la puerta detrás de ella al ver a su amiga del otro lado del pasillo, hablando con Don Damián–

—Begoña —El rostro pálido y preocupado de la enfermera asustó tanto a Luz como al patriarca De La Reina, que se acercaron rápidamente– ¿Ha despertado Marta?

—S..si, pero…—Begoña titubeó, sus manos temblaban ligeramente mientras buscaba las palabras adecuadas.

—¿Pero qué, Begoña?¿Le sucede algo? –Inquirió Damian desperandose— ¿llamamos a la ambulancia?

—Creo que Marta tiene amnesia—confesó finalmente, su voz apenas un susurro—

—¿Cómo que amnesia? —preguntó Damián con el ceño fruncido—No, no puede ser.

—Begoña, ¿estás segura? —El tono de Luz se mantenía sereno, todo lo contrario a su rostro, que reflejaba la preocupación que sentía.

—No lo sé con certeza, pero… no recuerda cosas básicas, Como quién es Luz —Explicó– Cuando vió a Andrés, parecía que llevase años sin verle, de hecho… me ha dicho que lo último que recuerda es el desayuno que tuvimos la mañana en la que Andrés regresó a casa –Explicó– Incluso ha mencionado a Don Evaristo

Luz asintió lentamente, evaluando la situación.

—Por lo que me cuentas, no hay mucho más que evaluar —Se lamentó Luz– Pero voy a hablar con ella… para tener una idea de a qué nos estamos enfrentando.

Luz se adelantó mientras Damian y Begoña le seguían, esta última relatando a su suegro en detalle lo sucedido.
Dentro de la habitación, Marta miraba a Andrés con una expresión perdida, mientras su hermano inquiria sobre cómo se sentía.
—¿Qué está pasando? —preguntó Marta en voz baja, casi para sí misma, cuando la puerta se abrió de nuevo, dejando entrar a Begoña, Luz y su padre.
Luz avanzó con cautela hacia la cama, tratando de esbozar una sonrisa tranquilizadora.
—Marta, soy la doctora Luz Borrell, la médica de la colonia —dijo Luz con voz suave mientras se sentaba en el borde de la cama—
—¿Doctora? —preguntó con un tono de confusión en su voz, pero a la vez, Marta levantó un poco las cejas en señal de sorpresa y una muy sutil sonrisa se formó en su rostro.
Luz sonrió, aquella misma mirada había sido la que Marta le había regalado la primera vez que se vieron y Marta supo que era médica.
—Si, soy el reemplazo de Don Evaristo en el dispensario, ¿Cómo estás?
—Creí que Jesús aún no había encontrado un reemplazo —Dijo ignorando la última pregunta de Luz—
—Lo importante ahora es saber cómo estás luego del golpe, ¿Te sientes mareada? ¿Cansada?
—Algo mareada —Respondió Marta intentando incorporarse para sentarse en la cama—
Al incorporarse, Marta intentó acomodarse el vestido, al hacerlo, sus ojos se posaron en una de sus manos.
—Marta —Luz intentó llamar su atención, mientras Marta analizaba con detenimiento su mano derecha— ¿Qué sucede?
—El anillo de Jaime —Susurró, antes de levantar la mirada hacia su cuñada y su padre– ¿Él está aquí?
Ante la mención de Jaime, Luz, Andrés, Begoña y Damián se miraron entre sí. Luz tenía su diagnóstico claro desde que había entrado en la habitación, pero aquella frase había servido para que el resto de los presentes salieran de dudas, incluso Andrés, que con una mirada de Begoña bastó para que entendiera a que era a lo que se enfrentaban.
—Enseguida regresamos, Marta —Le sonrió Luz—
Marta asintió, y Begoña llamó su atención al sentarse junto a ella y comenzar a hablarle de Julia para distraerla. Luz guió a Andrés y Damian fuera de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellos.
—Por lo que he podido observar, Marta parece estar sufriendo un cuadro de pérdida de memoria —comenzó Luz, su voz calmada.
—¿Pérdida de memoria? —repitió Andrés, frunciendo el ceño.
—Sí. Lo más probable es que el golpe que recibió haya afectado la parte de su cerebro encargada de almacenar recuerdos recientes. Es algo… normal en accidentes como este—Luz hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. No puedo asegurarlo con precisión, pero parece que Marta no recuerda eventos recientes de su vida, aunque sí conserva gran parte de ellos.
Damián cruzó los brazos, intentando procesar la información.
—¿Es permanente? —preguntó—
—Es difícil de decir, don Damián. En algunos casos, los recuerdos regresan con el tiempo, a medida que la persona se recupera del impacto. Pero no sabemos cuánto tiempo podría llevarle… ni si recordará todo.
—Pero, Luz, ¿Tú crees que Marta pueda recuperarse del todo? —Preguntó Andrés
—Es posible, pero el cerebro es complicado, y todavía no sabemos exactamente cómo almacena y recupera los recuerdos. Pero lo importante ahora es su bienestar. Marta tiene que estar tranquila, sentirse a salvo, para poder concentrarse en ella y en su recuperación.
—¿Crees que sea buena idea contarle sobre la muerte de Jaime? ¿Y… sobre, Fina?
—¡Andrés! —Damian regañó a su hijo ante la mención de Fina–
—No se preocupe Don Damian, estoy al tanto de la relación de Marta y Fina —Sonrió Luz, aunque a Damian aquello no le hizo demasiada gracia— Y no estoy segura de que tan buena idea sea, es demasiada información, y muy delicada también. Tenemos que ir de a poco.
El eco de pasos rápidos y un murmullo creciente se escucharon desde la planta baja, subiendo por las escaleras. Damian y Andrés voltearon justo para ver como Fina terminaba de subir las escaleras y giraba por el pasillo directamente hacia ellos. Carmen intentaba seguirle el paso mientras Isidro le pedia que se tranquilizase aún terminando de subir los últimos escalones.
—¿Dónde está Marta? —preguntó con desesperación, las horas de llanto eran notorias gracias al maquillaje corrido. Fina tenia aun puesto el uniforme, pero se había quitado las horquillas y su cabello estaba sujeto en un moño improvisado—
—Fina —dijo Damián, adelantándose con un gesto firme mientras levantaba una mano para detenerla—Calmate.
—¿Calmarme? –Preguntó con incredulidad— No la he visto desde que se la llevó la ambulancia, ¡Necesito saber como está!
—Marta está bien, Fina —Intervino Andrés— Acabamos de llegar del hospital, no se ha hecho daño
—Llamé a Maria Del Carmen para contarle que Marta estaba fuera de peligro y que podias estar tranquila –Agregó Damian—
—Se lo he dicho, Don Damian –Carmen colocó sus manos en los hombros de Fina, conteniendola—-Pero no ha sido suficiente, Fina necesitaba venir a ver a Doña Marta
—Don Damian por favor déjeme verla –rogó– Necesito comprobar que está bien y ella me necesita a su lado –Agregó en un hilo de voz—-
—Fina, no quiero prohibirte que la veas —Explicó Damian con más calma– Aunque el golpe no causó daños físicos,si que ha tenido consecuencias
—No entiendo
Fina frunció el ceño, su mirada alternando entre ambos hombres. Andrés suspiró y decidió no darle demasiadas vueltas al asunto.
—Fina, Marta ha perdido la memoria.

Forward
Sign in to leave a review.