
Saliendo del fuego
Harry / James Evans POV
Harry salió de la chimenea y rodó por el piso; nunca pudo habituarse a utilizar la red floo y salir elegantemente. El fuego brilló con un intenso verde y Tommy apareció despedido desde la chimenea, cayendo sobre Harry.
– ¡Odio la red floo! – Se quejó Harry mientras se levantaba.
Tommy se sentó en el piso, asombrado.
– ¿Qué pasó? ¿Por qué hizo eso? – Harry sonrió.
– La mayoría no tienen problemas con esto y la utilizan bien. Ron se... digo, mis amigos se burlaban de mí porque casi siempre salía rodando de la chimenea. Supongo que a ti te sucederá lo mismo –
Harry sintió un cuchillo en su estómago al recordar a Ron. Era difícil para él hablar de su mejor amigo desde su muerte, y mucho más si el que lo había matado era ahora un joven de siete años.
Las últimas semanas habían sido difíciles para Harry. Nada había salido de acuerdo al plan de Aberforth, un plan simple: volver al pasado, matar al Riddle bebé y esconderse por doce años hasta que el gira tiempo se recargara. Todo había salido al revés.
La última semana Harry tuvo que batallar en el Ministerio para registrarse como mago reconocido por la comunidad mágica de Inglaterra, algo que era un requisito de la Ley Mágica para poder ser el guardián mágico de Tommy pero que no lo sería por los próximos cuarenta y siete años... ¡hasta que naciera!
Se había imaginado que cualquier trámite de ese tipo en el Ministerio resultaría un gran dolor de cabeza. Y como él era un extraño sin familia, los burócratas lo tomaron de punto al extremo de registrarlo como un mago no entrenado, sólo por no poder presentar una copia de sus registros escolares. El colmo fue que quisieron ponerle un guardián... terminó por echar de menos su status de el-elegido, o de el-niño-que-vivió.
Finalmente pudo concertar un encuentro con un grupo del ministerio que incluía a Madam Marchbanks, quien según recordaba Harry había examinado a Dumbledore en sus EXTASIS.
Le explicó que se había mudado recientemente a Escocia después de vivir toda su vida en el extranjero, y como no había sido entrenado en el sistema educativo inglés no tenía los documentos que le solicitaban; le explicó además las circunstancias que rodeaban su condición de guardián mágico de Tommy.
Para su fortuna, la señora Marchbanks se conmovió por su historia con Tommy y rápidamente hizo que se anule la sesión de TIMOS de agosto que los burócratas habían fijado para Harry. Como una examinadora de reputación, pudo reunir a un equipo de examinadores para una sesión especial que iba a resultar costosa en términos monetarios. A Harry el costo no le preocupaba, y eligió para su EXTASIS las asignaturas de Defensa contra las Artes Oscuras, Pociones, Transfiguración, Encantamientos y Astronomía. También decidió tomas su TIMOS en Cuidados de criaturas mágicas, Herbología, Aritmancia e Historia de la Magia. Sabía que no necesitaba todos esos exámenes para completar los requisitos burocráticos del Ministerio, pero los quería fuera de su camino. Si decidía ponerse a trabajar en algún momento, no quería volver a pasar por eso de nuevo.
Fuera de los asuntos ministeriales, Harry debía hacerse cargo de otras cuestiones. La señorita Underhill le había facilitado las medidas de Tommy para poder comprarle ropa de mago, lo cual hizo en el Callejón Diagon, y estando allí aprovechó para comprarle una pequeña escoba para edades de 7 a 11 años; mientras la pagaba en la tienda, se preguntó si el posible futuro Voldemort se convertiría en un buen jugador de Quidditch.
Compró, además, una selección de libros referidos a educación y parentesco mágico, ya que no tenía idea de cómo guiar mágicamente a un niño de edad pre-Hogwarts. Luego de esas compras (y de miniaturizarlas convenientemente), decidió hacer una visita al Londres muggle para abastecerse de artículos no mágicos como juguetes, ropa y libros de ciencia y matemáticas, ya que Tommy había vivido su vida como un muggle.
Caminar libremente por la Londres muggle fue una buena experiencia y terminó disfrutándolo. En sus tiempos, explorar Londres era peligroso para él, ya que siempre estaba amenazado por los mortífagos y todos sus conocidos se preocupaban de que nunca estuviera solo en ningún lugar.
Aunque su visita al orfanato de Tommy no había encajado en lo de buena experiencia...
Flashback:
Harry llegó al orfanato a eso de las nueve y media de la mañana dos días después de haber rescatado a Tommy en el callejón muggle. Se le había hecho tarde por su discusión en el Ministerio relacionada con su status de guardián mágico.
Al atravesar la puerta principal vio a algunas jóvenes jugando en el patio delantero. Parecían felices y bien alimentadas, y no vio rastros de abuso como los que Tommy le había contado en San Mungo.
Llegó a la oficina ubicada en el ala de los varones y golpeó una vez. Luego de golpear por segunda vez un joven apareció con su ceño fruncido.
– ¿Qué quiere? – Harry intentó ser cortés.
– Buen día, mi nombre es James Evans. Quisiera hablar con el señor Roughton –
– El señor Roughton no tiene tiempo de hablar con cualquiera que aparezca por aquí. ¡Retírese! –
Harry puso su pie en el marco de la puerta antes de que se cerrara del todo. El joven la abrió con furia.
– ¡Usted así lo quiso! ¡Piérdase o le patearé el trasero! – Miró al joven a los ojos.
– Me llevarás con el señor Roughton –
El pequeño matón dudó y por unos segundos pareció diferente: se le notó un dejo de miedo en su mirada pero se le pasó rápido. El joven Randolph (así se llamaba) le arrojó un puñetazo a la cara.
Durante su entrenamiento luego del asesinato de Dumbledore, Ojoloco decidió que el muchachito Potter también entrenaría combate físico. Para ello el ex Auror consiguió los servicios de dos squibs retirados de la Marina Real. Uno, campeón de lucha de la flota atlántica por cuatro años, y el otro experto de artes marciales orientales. Harry casi se hace adicto a las pociones curativas durante sus entrenamientos.
Luego de esquivar el golpe, Harry tomó rápidamente la muñeca de su agresor y aprovechando su momentum y masa lo arrojó con facilidad contra una pared. Sin mirar hacia atrás, entró a la oficina preguntándose si ese Rudolph tenía parientes en el mundo mágico de apellido Crabbe o Goyle.
Como no había nadie por allí, siguió hasta entrar al vestíbulo. Estaba medio oscuro y sus paredes no habían sido pintadas en años. Era realmente depresivo. Súbitamente escuchó voces y acercándose a una puerta cuyo cartel decía "comedor" descubrió que venían de allí.
– ¡Tendrán que esperar a que termine de comer, gusanos! ¡Uno de ustedes me ha desafiado y ahora todos pagarán el precio! ¡Y agradezcan que sólo sean dos los días en los que no comerán! ¡Lo único que tenían que hacer era encontrar a ese pequeño bastardo y traérmelo, pero como han fallado entonces todos compartirán el castigo! –
Harry se asqueó al confirmar el abuso en ese orfanato. Siempre había deseado que los Dursley lo dejaran en un orfanato ya que detestaba vivir en un diminuto cuarto debajo de unas escaleras, pero si esto era como Tommy decía... no tenía mucho de qué quejarse.
Pensó rápido. No podía utilizar magia en ningún muggle y no quería pasar esos doce años en Azkaban, así que sacó su varita y efectuó algunos encantamientos para alterar su apariencia. En unos instantes se había transformado en un grotesco hombre de cuarenta años, de rostro feo parecido al de Goyle.
– Ah, Roughton, aún sentado a la mesa por lo que veo – Graznó, entrando repentinamente al comedor.
– ¿Quién es usted? – Vociferó el gordo encargado.
– Vengo a hacerle una propuesta de negocios. ¿Estaría usted interesado en hacer dinero? – Los ojos de cerdo se abrieron con lujuria ante la idea, y sus modales cambiaron rápidamente.
– ¡Por supuesto! ¿Por qué no me sigue a mi oficina y discutimos su oferta? –
– Después de usted, señor – Dijo Harry, quien utilizó sus dotes de legilimens en Roughton en el corto trayecto hasta la oficina.
Confirmó todo lo que le había contado Tommy, y mucho más. Roughton utilizaba el orfanato para su propio beneficio, quedándose con parte del presupuesto fijado para la comida y suministros. Lo compensaba recortando en un tercio las porciones permitidas para los huérfanos y las huérfanas, a quienes usaba además para sus actividades nocturnas. Luego de varias veces, los vendía a otros que estuvieran interesados en esas mismas actividades repugnantes. También ganaba buen dinero colocando algunos niños o niñas en adopción para tales actividades, sin llenar formularios para que nadie pudiera rastrearlos. Harry estuvo a punto de vomitar del horror, pero hizo un descubrimiento fascinante: ¡Alfred Roughton era un mago!
Uno débil, de hecho, casi un squib. Su falta de poder mágico y su tendencia al abuso y a la violencia no le permitieron concluir su primer año en Hogwarts. Harry se asombró al notar que había sido sorteado en Gryffindor, no por ser valiente sino por carecer de atributos para las demás casas: sin cerebro para ser un Ravenclaw, sin trabajo duro ni lealtad para ser un Hufflepuff y sin ambición para ser un Slytherin. Roughton no venía de un mal hogar, simplemente era un psicópata que despreciaba a los demás.
Esto lo cambiaba todo. Dentro de la oficina Harry tomó su varita y lo aturdió. El gordo encargado cayó pesadamente al piso. A continuación buscó su varita, se la guardó en su bolsillo y siguió buscando en el escritorio. Encontró un frasco con polvos floo.
Harry volvió a su apariencia normal y prendiendo fuego la chimenea con un Incendio arrojó un poco de polvo.
– Oficina de los Aurores – Dijo.
Unos momentos después la cabeza de un joven hombre apareció en el fuego preguntando:
– ¿Puedo ayudarlo en algo? –
– Sí, quisiera reportar a un mago abusador de niños bajo su control, tanto muggles como mágicos. Ha vendido también a algunos de ellos a otras personas – Respondió.
El joven mago se sorprendió ingratamente.
– ¿Es un mago? ¿Está usted seguro? –
– Sí. He capturado su varita, y esta conexión floo es desde su oficina –
– Enviaremos un equipo allí a la brevedad. Por favor libere el espacio frente a la chimenea –
Harry se alejó y esperó a los Aurores. Se preocupó al preguntarse cómo afectaría esto a Tommy, y le resultó obvio ahora de dónde provenía el odio de Voldemort hacia los muggles. ¿Qué hubiera pensado si hubiera sabido que era finalmente un mago el que estaba atrás de todo ese abuso y violencia hacia él?
Antes de que siguiera pensando más nada, dos magos y una bruja se aparecieron en la oficina; el mayor de ellos le preguntó:
– ¿Es usted el que nos llamó? –
– Sí, yo fui. Investigaba este lugar ya que un niño recibió muchos maltratos aquí, y me sorprendí de hallar a un mago dirigiendo todo esto. Así que tuve que llamarlos en vez de la policía muggle –
– ¿Y quién es usted?– Preguntó la bruja.
– Mi nombre es James Evans. He regresado del extranjero y ahora vivo en Hogsmeade – Respondió Harry con una sonrisa.
– Soy el Auror Franklin – Dijo el mago más experimentado. – Ella es mi compañera, el Auror Gryfryder, y aquel joven es el aspirante Moody –
Harry apenas contuvo la respiración. Ese era Ojoloco? Parecía tan normal...
Moody, sin prestarles ninguna atención, dio vuelta el cuerpo inerte del encargado del orfanato.
– Señor, creo que se trata de Alfred Roughton –
– ¿Por Merlín, así que aquí se estaba escondiendo? – Espetó el más veterano.
– ¿Qué quieren decir? – Preguntó Harry intrigado.
La bruja le contestó:
– La oficina de Aurores ha estado buscando a este rufián por tres años. Estaba acusado de robo y asesinato, y pudo escapar por culpa de un error burocrático justo antes de enviarlo a Azkaban –
Harry sintió alivio, ya que al ser un convicto sería enjuiciado muy rápidamente. Pero al mismo tiempo no le gustó un ápice lo del error. ¡Si se ponía a pensar, habían dejado suelto al criminal que terminó arruinando la niñez de Tommy y creando las circunstancias de su horrible futuro!
Final del Flashback
Antes de que Harry tomara sus exámenes, Roughton fue enviado a Azkaban de por vida. Se sintió frustrado de que los cargos en su contra no se habían pronunciado en el Wizengamot, como si los cargos adicionales fueran una pérdida de tiempo por haber sido muggles los niños abusados. Sólo contuvo su ira por el hecho de que Tommy había sido excluido del asunto.
Al día siguiente Harry se acercó a la institución de caridad que financiaba el orfanato. Se ofreció a comprarlo y a hacerse cargo de él, y el consejo terminó aceptando ante la extraña desaparición de Roughton. Una auditoría confirmó que faltaban fondos y que se había escapado con el botín, lo que los indignó sobremanera. El muchacho se congratuló de cambiar el nombre de su institución de caridad al de Fundación Phoenix.
Mientras aguardaba por sus exámenes, Harry consultó a Madam Marchbanks sobre educadores mágicos y squibs, quien se interesó por el proyecto.
– ¿Por qué quiere usted educadores mágicos, señor Evans? Es un orfanato muggle – Preguntó.
– Es que yo he sido un huérfano, y mi protegido lo es. Ambos somos de sangre mestiza. Mi padre fue un mago de sangre pura pero mi madre fue una bruja nacida de familia muggle, con una hermana que odiaba la magia. Y en cuanto a Tommy, su madre murió sin indicios de quiénes eran su familia, por lo que terminó en un orfanato muggle. Creo que necesitamos un sitio seguro para casos como el nuestro – Marchbanks lucía entusiasmada escuchando a Harry.
– ¡Entonces parece una gran idea! Nunca había considerado ese problema. ¿Pero qué hay de los niños muggles que ya están en ese orfanato? – Preguntó la anciana bruja.
– Se pueden quedar – Dijo Harry encogiéndose de hombros. – Creo que sería conveniente que los niños con magia reciban educación mágica y muggle, y además los niños squib y los muggles recibirán educación muggle pero desarrollando el conocimiento del mundo mágico –
– Me parece correcto, y pienso apoyar este proyecto. Puedo facilitarle una lista de profesores calificados y encargados de los cuidados infantiles. Y como pertenezco al Wizengamot haré lo posible para que nada interfiera con su proyecto – Contestó Marchbanks.
– Eso sería de gran ayuda, muchas gracias Madam Marchbanks –
– Un placer, señor Evans. Déjeme decirle además que estoy impresionada con los resultados de sus exámenes de los últimos dos días. He visto muchos Aurores con menores aptitudes para Defensa contra las Artes Oscuras que las que usted ha mostrado aquí –
Harry se preocupó ante la curiosidad de la anciana examinadora. ¿Cómo podría explicarle que había recibido entrenamiento de los Aurores y de los Inefables sesenta y cinco años en el futuro? Pero antes de que pudiera responder, una lechuza pasó volando sobre ellos dejando caer una carta y algo más.
Madam Marchbanks suspiró disgustada, mientras abría la carta.
– Deberíamos encontrar otra forma de repartir la correspondencia dentro del Ministerio –
– Bien señor Evans, ha sacado usted buenas notas, teniendo en cuenta de que ha sido educado en su casa fuera de Inglaterra – Dijo entregándosela al muchacho. Éste se salteó la palabrería y fue directo a las notas.
NOTAS de los EXTASIS:
Encantamientos: S
DCAO: E
Pociones: S
Transfiguración: E
Astronomía: A
EXTASIS: 5/5 con honores en DCAO
NOTAS de los TIMOS:
Aritmancia: S
Cuidado de Criaturas Mágicas: E
Herbología: S
Historia de la Magia: A
TIMO'S: 9/9 (EXTASIS incluidos)
Wow, son mejores que mis notas originales. Pensó Harry sorprendido, considerando que haber estudiado con tantas distracciones y amenazas quizá habían afectado su desempeño.
– Felicitaciones señor Evans. Creo que no habrá más obstáculos en su solicitud de Guardián mágico del niño Riddle – Congratuló Marchbanks.
El muchacho apoyó su mano sobre la de la examinadora.
– Gracias Madam Marchbanks. No tiene idea de lo que significa todo esto para mí –
Harry salió de sus recuerdos y volvió a la realidad, en donde tanto él como Tommy seguían en el piso luego de su pésimo aterrizaje al salir de la red floo. El joven Riddle aún seguía con la incredulidad marcada en su rostro.
– ¡Eso fue increíble! ¿Podemos hacerlo de vuelta? – Harry sonrió.
– ¿Esto te ha gustado? Entonces espera a montarte en una escoba – Se levantaron finalmente del piso. Tommy no paraba de mirar todo a su alrededor, con sus ojos abiertos por las expectativas de una vida nueva.
– Ven, vamos a tu habitación –
Tommy parecía aturdido mientras caminaba tras Harry a través de la flamante casa. Al llegar a la primera puerta del pasillo de las habitaciones se hizo a un lado para dejar pasar al muchacho.
– ¿Todo esto es para mí solo?– Gritó tommy entusiasmado, arrancando una nueva sonrisa en Harry. – ¡Es más grande que la habitación que compartía con mis otros tres compañeros! –
Corriendo de una punta a la otra de su nuevo cuarto, Tommy encontró finalmente la escoba que Harry le había comprado.
– ¿Es ésta una de esas que vuelan? –
– Sí, aunque es para principiantes. No te dejará hacer nada peligroso hasta que le tomes la mano –
– ¿Y qué hay allí dentro? – Preguntó Tommy, señalando una puerta en la pared más alejada.
– Es el baño. Está conectado con la habitación de huéspedes del otro lado – Dijo Harry.
Tommy se dio vuelta para mirar a Harry con una extraña expresión en su rostro. Una fría expresión bastante parecida a la de los otros huérfanos del orfanato.
– ¿Por qué está haciendo todo esto? ¿Qué quiere?– A Harry se le cortó la respiración al recordar al Riddle que lo había confrontado en la Cámara de los Secretos. Su misma mirada calculadora y fría. Tuvo que ahogar sus sentimientos y miró a Tommy con la expresión de un hombre viejo y frío.
– Ven conmigo a la cocina y hablaremos. Te explicaré algunas cosas sobre ti y por qué te he ayudado –
Un rato después ambos estaban sentados en la mesa de la cocina, Harry con un vaso de cerveza de manteca y Tommy con un jugo de calabaza frente a él; miraba su vaso con cierta cautela.
– Te contaré una historia, Tommy. No es una de esas historias agradables pero creo que la comprenderás. Si quieres preguntarme algo me detendré y te escucharé, ¿De acuerdo? –
Tommy asintió solemnemente con su cabeza, sin decir una palabra.
Harry comenzó.
– Bien, todo empieza en la época de mi nacimiento. Un mago malvado buscaba aumentar su enorme poder, lastimando y asesinado a muchas personas. Mis padres lucharon contra él, al igual que muchos otros. Una noche, ese mago malvado llegó hasta la casa de mis padres y los mató, pero resultó gravemente herido y perdió casi todo su poder. No se supo más nada de él por más de diez años – Los ojos de Tommy reflejaban su profundo interés en la historia.
– Si era tan poderoso, ¿Cómo es que resultó herido? –
Harry aún no quería contarle todos los detalles a un niño de siete años, no había necesidad de asustarlo y además si todo resultaba mal y la historia volvía a repetirse, no sería bueno que Voldemort lo supiera.
– Eso no es importante ahora. Lo importante es que fue herido de gravedad y huyó –
Tommy arqueó levemente sus cejas y asintió con su cabeza. Harry evitó sonreír, ya que era el mismo gesto de Hermione cuando tenía un misterio ante sí.
– No tenía abuelos, sólo una hermana de mi madre, y decidieron llevarme a vivir con mis tíos y mi primo cuando yo tenía un año –
– Por lo menos no te han dejado en un orfanato – Agregó Tommy entre dientes.
– No opines tan rápido. Mis tíos odiaban la magia. Eran muggles y me llamaban fenómeno entre otras cosas. Me hicieron dormir en un pequeño armario debajo de las escaleras por unos diez años. Me gritaban constantemente y nunca me demostraron ninguna clase de afecto; de hecho mi primo y sus amigotes tenían un pasatiempo que se llamaba cazar a Harry: si me atrapaban reclamaban su premio, golpearme –
– ¿Cuándo dejaron de golpearte? – Preguntó el joven con un hilo de voz.
– Cuando cumplí once años. Comencé a estudiar magia en Hogwarts, y si bien no se me permitía utilizar magia en la casa de mis tíos pude hacer amigos que se preocuparon por mí hasta que pude protegerme por mí mismo – Dijo Harry, mirando hacia la ventana con la mirada perdida.
Tommy miró a Harry con firmeza.
– ¿Es verdad todo esto? –
Harry pudo sentir un leve impulso, débil como para que ni un muggle se sintiera obligado a decir la verdad si no quisiera, pero era sin dudas una prueba de que Tommy sería un legilimens natural.
– Sí Tommy, es la verdad. Muy abreviada por cierto. ¿Entiendes ahora por qué te he ayudado y por qué detesto a los abusadores? – Tommy asintió.
– No me gustan los muggles. Nos han tratado muy mal sólo porque podemos usar magia – Harry comenzaba a ponerse nervioso.
– Somos todos personas, Tommy, no importa si somos muggles o magos. Recuerda: fue un mago el que arruinó mi vida por haber asesinado a mis padres, quienes se habían negado a servirlo – Tommy bajó su vista. Harry agregó:
>> Y así fue en tu caso, Tommy – Levantó su vista sorprendido.
– ¿Mis padres fueron asesinados por un mago? –
– No Tommy. No estoy seguro qué ocurrió con tu padre, pero tu madre murió apenas naciste –
– ¿Si... si... si hubiera sido bruja, hubiera seguido viviendo? – Preguntó Tommy un poco avergonzado.
– Tu madre era una bruja, Tommy, y tú has heredado tu magia de ella –
– ¿Entonces, por qué me has dicho que un mago arruinó mi vida? – Harry suspiró con su estómago dado vuelta.
– Porque había dos magos en tu orfanato. Uno eras tú y el otro era el señor Roughton – Tommy abrió sus ojos entre asombrado y furioso.
– ¿Entonces por qué me llamaba fenómeno, o monstruo? –
– Está encerrado en una prisión ahora, Tommy. Se escondía de los Aurores y la policía mágica, y quizá tú le recordabas todo lo que había perdido por culpa de su oscuridad –
>> Hay muggles buenos y malos, así como magos buenos y malos. No es el poder lo que nos hace diferentes sino lo que hacemos con él. ¿Comprendes? – Añadió Harry.
Una lágrima corrió por la mejilla del joven.
– Sí – Harry rodeó la mesa y se sentó al lado de Tommy, abrazándolo.
– ¿Cómo tendré que llamarte? –
– Bueno, creo que señor Evans es muy formal. ¿Qué tal tío James? –
Tommy sonrió con sus ojos aún colorados por las lágrimas, y abrazó con cierta torpeza a Harry.
– ¡Entonces gracias, tío Jimmy! –
Tommy POV
Tommy estaba nervioso pero igualmente entró a la chimenea. Todo comenzó a moverse con rapidez y se sintió nauseabundo, y luego salió despedido de allí, aterrizando sobre alguien más. Se sentó sobre el piso, esperando que se le pasara el mareo.
Era el señor Evans sobre el que había aterrizado.
– ¡Odio la red floo! – Gruñó.
Tommy se sacudió la cabeza para aclararla.
– ¿Qué pasó? ¿Por qué hizo eso? –
– La mayoría no tienen problemas con esto y la utilizan bien. Ron se... digo, mis amigos se burlaban de mí porque casi siempre salía rodando de la chimenea. Supongo que a ti te sucederá lo mismo – Respondió su benefactor.
Siempre notaba una profunda tristeza cuando el señor Evans mencionaba a su amigo. El hombre se sentó en el piso en silencio, perdido en sus pensamientos. No podía comprender al señor Evans, y por lo que había aprendido del orfanato la gente siempre buscaba algo a cambio de otra cosa, y nunca era por buenas razones.
Finalmente el hombre pareció volver de sus pensamientos.
– ¡Eso fue increíble! ¿Podemos hacerlo de vuelta? – Dijo Tommy.
– ¿Esto te ha gustado? Entonces espera a montarte en una escoba –
Tommy sonrió confundido. Ansiaba sonsacarle la verdad al señor Evans: a veces parecía una buena persona pero esa mirada lo preocupaba.
– Ven, vamos a tu habitación –
Caminaron por la casa, y todo allí parecía nuevo y recién comprado. Nunca había visto muebles tan elegantes y nuevos, sin raspaduras ni patas quebradas ni puertas salidas de sus bisagras. Parecía un lugar confortable para vivir.
Unos momentos después entraba a su nueva habitación. Se sobrecogió al ver sus dimensiones y nuevamente notó los muebles relucientes. Su cama era enorme, nada que ver con su detestable litera metálica, tenía cuatro postes y parecía sumamente cómoda. Había también un escritorio en un rincón y una biblioteca llena de libros.
– ¿Todo esto es para mí solo? ¡Es más grande que la habitación que compartía con mis tres otros compañeros! – Clamó yendo y viniendo por la misma, escuchando reír al señor Evans.
Fue hacia el armario y silbó de júbilo al ver la cantidad de ropa allí dentro, muchas más ropa de la que había tenido en su vida. ¡Ropa que nunca nadie había usado antes! Finalmente descubrió una escoba apoyada contra la pared.
– ¿Es ésta una de esas que vuelan? – Dijo.
– Sí, aunque es para principiantes. No te dejará hacer nada peligroso hasta que le tomes la mano –
– ¿Y qué hay allí dentro? – Volvió a preguntar, notando una puerta en la pared más alejada de su colosal habitación.
– Es el baño. Está conectado con la habitación de huéspedes del otro lado –
Los instintos de Tommy le gritaban dentro de su cabeza de siete años. Este hombre quería algo de él. Había escuchado rumores en el orfanato acerca de unos huérfanos que habían desaparecido; algunos decían por lo bajo que habían sido vendidos a personas para abusar de ellos en sus casas privadas. Esto puso muy nervioso a Tommy y se dio vuelta para encarar al señor Evans.
– ¿Por qué está haciendo todo esto? ¿Qué quiere? – El rostro del señor Evans se endureció y sus ojos reflejaron una mezcla de tristeza y furia que preocupó a Tommy.
– Ven conmigo a la cocina y hablaremos. Te explicaré algunas cosas sobre ti y por qué te he ayudado –
Lo siguió a través de la casa rumbo a la cocina. Notó que era el sitio más extraño de esa casa, si lo comparaba con la cocina de su orfanato. Sus aparatos parecían... avanzados era la única palabra que pudo pensar.
Miró cómo el señor Evans acercaba dos vasos a la mesa y los llenaba con bebidas, aunque provenían de dos botellas distintas. Se quitó sus gafas y se sentó frente a él. Luego de beber buena parte de su vaso se mantuvo en silencio por un minuto hasta que, suspirando, le dijo:
– Te contaré una historia, Tommy. No es una de esas historias agradables pero creo que la comprenderás. ¿Si quieres preguntarme algo me detendré y te escucharé, de acuerdo?–
Tommy asintió solemnemente con su cabeza, sin decir una palabra. Podía sentir las emociones en el señor Evans.
Su benefactor comenzó a explicarle todo.
– Bien, todo empieza en la época de mi nacimiento. Un mago malvado buscaba aumentar su enorme poder, lastimando y asesinado a muchas personas. Mis padres lucharon contra él, al igual que muchos otros. Una noche, ese mago malvado llegó hasta la casa de mis padres y los mató, pero resultó gravemente herido y perdió casi todo su poder. No se supo más nada de él por más de diez años – Al instante Tommy se dio cuenta de que había más allí, y de que era una historia muy simplificada.
– ¿Si era tan poderoso, cómo es que resultó herido? – Preguntó.
La mirada de Evans fue de pura cautela.
– Eso no es importante ahora. Lo importante es que fue herido de gravedad y huyó –
Tommy arqueó levemente sus cejas y asintió con su cabeza. Pudo ver algo en su mirada que indicaba que había cosas que no quería contarle.
– No tenía abuelos, sólo una hermana de mi madre, y decidieron llevarme a vivir con mis tíos y mi primo cuando yo tenía un año – ¿El señor Evans creía que vivir con sus tíos era malo? Tendría que probar vivir en un orfanato por un tiempo.
– Por lo menos no te han dejado en un orfanato –
– No opines tan rápido – Dijo el señor Evans como reproche. – Mis tíos odiaban la magia. Eran muggles y me llamaban fenómeno entre otras cosas. Me hicieron dormir en un pequeño armario debajo de las escaleras por unos diez años. Me gritaban constantemente y nunca me demostraron ninguna clase de afecto; de hecho mi primo y sus amigotes tenían un pasatiempo que se llamaba cazar a Harry: si me atrapaban reclamaban su premio, golpearme –
Tommy estaba estupefacto. Siempre había creído que los integrantes de una familia se querían entre sí; por lo menos él podía escapar perdiéndose entre todos sus compañeros.
– ¿Cuándo dejaron de golpearte? – Preguntó el joven con un hilo de voz.
– Cuando cumplí once años. Comencé a estudiar magia en Hogwarts, y si bien no se me permitía utilizar magia en la casa de mis tíos pude hacer amigos que se preocuparon por mí hasta que pude protegerme por mí mismo – Dijo, nuevamente perdido mirando hacia la ventana de la cocina.
Tommy necesitaba saber si todo eso que le estaba contando era cierto, ya que sería una buena explicación para todo lo que no comprendía y además calmaría sus instintos de conservación y supervivencia que lo estaban volviendo loco desde que había salido del hospital. El señor Evans no estaba sólo salvándolo sino que también parecía querer salvarse a sí mismo. Era un hombre muy extraño, y lo miró para preguntarle:
– ¿Es verdad todo esto? –
– Sí Tommy, es la verdad. Muy abreviada por cierto. ¿Entiendes ahora por qué te he ayudado y por qué detesto a los abusadores? –
Tommy asintió. Decía la verdad. No podía explicar cómo lo sabía, pero lo sabía dentro de su alma. Se percató de que él y el señor Evans eran magos, y sus vidas habían sido arruinadas por muggles; sintió su furia crecer dentro de él.
– No me gustan los muggles. Nos han tratado muy mal sólo porque podemos usar magia – El señor Evans frunció su ceño y se puso muy serio.
– Somos todos personas, Tommy, no importa si somos muggles o magos. Recuerda: fue un mago el que arruinó mi vida por haber asesinado a mis padres, quienes se habían negado a servirlo – Tommy bajó su vista, un poco avergonzado
Su benefactor agregó:
>> Y así fue en tu caso, Tommy – Levantó su vista sorprendido.
– ¿Mis padres fueron asesinados por un mago? –
– No Tommy. No estoy seguro qué ocurrió con tu padre, pero tu madre murió apenas naciste –
El mundo de Tommy se movió. ¿Su madre había muerto para que él viviera? Era increíble, siempre le habían dicho que había sido abandonado por sus padres.
– ¿Si... si... si hubiera sido bruja, hubiera seguido viviendo? – Preguntó Tommy un poco avergonzado.
– Tu madre era una bruja, Tommy, y tú has heredado tu magia de ella –
Tommy sonrió internamente; sintió algo por ella, algo parecido al orgullo por primera vez en su vida, y eso lo hizo emocionar gratamente.
– ¿Entonces, por qué me has dicho que un mago arruinó mi vida? –
– Porque había dos magos en tu orfanato. Uno eras tú y el otro era el señor Roughton – Dijo Evans con un suspiro.
Tommy abrió sus ojos entre asombrado y furioso. ¿Roughton era un mago? ¡Pero si no podía hacer magia! O por lo menos nunca lo había visto... no sabía si enfurecerse o no, no podía ser un mago. Necesitaba que fuera muggle. ¿Cómo un mago había podido ser tan destructivo y malo con él?
– ¿Entonces por qué me llamaba fenómeno, o monstruo? –
– Está encerrado en una prisión ahora, Tommy. Se escondía de los Aurores y la policía mágica, y quizá tú le recordabas todo lo que había perdido por culpa de su oscuridad –
>> Hay muggles buenos y malos, así como magos buenos y malos. No es el poder lo que nos hace diferentes sino lo que hacemos con él. ¿Comprendes?– Añadió el señor Evans.
Una lágrima corrió por la mejilla del joven.
– Sí – Harry rodeó la mesa y se sentó al lado de Tommy, abrazándolo. Sintió una oleada de seguridad y confianza en el abrazo, y las lágrimas siguieron saliendo de sus ojos. Sintió que ya no había necesidad de ocultar sus emociones.
– ¿Cómo tendré que llamarte? – Le preguntó un rato después, secándose las lágrimas con su manga.
– Bueno, creo que señor Evans es muy formal. ¿Qué tal tío James? –
Tommy sonrió con sus ojos aún colorados, y abrazó con cierta torpeza al señor Evans. Era una sensación agradable, eso de ser querido y de sentirse protegido. Todo muy nuevo para él, pero podía acostumbrarse.
– ¡Entonces gracias, tío Jimmy! – Le dijo riendo – ¿Podemos ir afuera a probar mi nueva escoba?–
Su tío James rio y su mirada se llenó de alegría ante la sola idea de volar.
– Seguro, tráela. Luego podremos caminar por Hogsmeade para que conozcas el pueblo –
Tommy corrió a buscar su escoba; al fin y al cabo, ¡había sido un estupendo día!
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