
Chapter 24
25 de diciembre, 1: 15 A.M. Colegio Hogwarts.
Entrando en la estancia de los Gryffindor se encuentra un lindo Slytherin, estaba aprovechando la escasez de personas en el sitio. No se detuvo a mirar con detenimiento nada del lugar, si no que fue escaleras arriba directamente hacia la habitación de su pareja.
—¿Te contestaron? —preguntó al ver a su chico entrar en la estancia.
—Solo Pansy... Estuve intentando contactar a Draco, pero nada. ¿Y a ti?
—Ella no, pero me imagino que por la lejanía y la temporada la carta tardará en llegar... Harry no contestó, lo hizo el profesor Snape.
—¿Snape?
—Ron desapareció... Los chicos han ido a por él, Malfoy también.
—Esas son malas noticias... ¿Dijo algo sobre Blaise?
—Según la carta también ha ido con los demás.
—Bien —suspiró—. Debemos ponernos en marcha, el director se reunirá en unas horas con la Señora Zabini.
—No podemos permitir que les hagan daño. Hay que decirle esto a la profesora, por suerte está de nuestro lado.
—Sí, Pansy llegará a primera hora antes de que esa mujer llegue, cuando termine la reunión nos encontraremos con la profesora en su despacho y después pondremos el plan en marcha. Esperemos que para entonces los chicos puedan encontrar a Ron.
—Esperemos... Tengo miedo por ellos, Ty.
—Tranquilo bebé, nuestros amigos estarán bien. Todos nos encargaremos de que nada les suceda —dijo Theo al tiempo que acariciaba la mejilla de Neville. Después, depositó un beso en su frente y lo atrajo en un abrazo.
∘❃◦∘✾◦∘❁◦∘❀◦∘✿∘◦❈∘
—¡No! ¡Blaise! —gritó Aramis con desesperación.
—Ha hecho una aparición... Ese chico a dónde habrá ido —comentó Sirius—. Será mejor que sigamos.
—¡¿Qué?! ¡No! Debo buscarlo, no puedo dejarlo. Mi niño, él... Tengo que encontrarlo —decía desesperado el moreno mientras miraba hacia todos los lados por si Blaise aparecía de repente.
—Hey, tranquilo. Ya no puedes hacer nada, no sabes a dónde fue —Intentó calmar Sirius.
—¡Es que tú no lo entiendes! Él no está bien, tengo que asegurarme de que no se haga daño —Aramis dirigió su moto hacia el ojo de la tormenta ignorando los llamados de Sirius.
El animago resopló y empezó a seguir al moreno, pero algo dentro de aquella calma llamó su atención, por ello aceleró su moto y se posicionó delante de la del moreno para parar su cometido.
—¡¿Qué haces?!
—Hay algo ahí abajo —dijo Sirius y Aramis miró rápidamente hacia donde apuntaba el hombre.
—Eso es una... —Aramis abrió grandemente los ojos— ¡Ya sé dónde estamos! Cómo no me di cuenta... Cuando éramos pequeños vinimos varias veces de vacaciones, el padre de Blaise nos trajo junto a su-
—¡Esas son buenas noticias! El chico seguro está ahí. ¡Vamos!
—¡No, espera! —exclamó el moreno deteniendo cualquier intención de Sirius.
—¿Por qué? ¿Qué pasa?
—El bosque no nos dejará acercarnos a la casa... La tormenta no es una casualidad, es provocada.
—¿No puedes hacer una aparición dentro?
—No, un escudo la protege. Las veces que hemos venido quien nos aparecía era Bartolo, el padre de Blaise o Adrien, y una vez lo hicimos por chimenea. No será nada fácil acercarse... —Miró con detenimiento la casa debajo de sí— Sí Blaise hizo una aparición hacía allí debe de estar... —susurro con un poco de miedo en su voz.
—¡¿Pero qué cojones escondía ahí?! ¡¿Millones de galeones?!
—No, algo más importante... A su familia.
∘❃◦∘✾◦∘❁◦∘❀◦∘✿∘◦❈∘
Charlie, Harry, Draco y Bartolo ya llevaban un rato siguiendo el rastro del Patronus, no fue para nada sencillo, tuvieron que intentar no hundirse en la alta nieve, esquivar los frondosos árboles y luchar contra la poca visibilidad que el viento les permitía tener.
—Siento que no estamos avanzando nada. ¡Solo veo blanco! ¿Están seguros que estamos siguiendo un rastro? —preguntó Charlie.
—Sí, lo hacemos —afirmó Harry.
—Deberíamos descansar un poco —pidió Draco, ya que habían llegado a un claro dentro del bosque.
—¡No, debemos seguir! —exclamó Harry, sin tan siquiera detener el paso.
—¡Harry, espera! —Draco corrió hacia su pareja y lo detuvo sosteniéndolo del brazo.
Al sentir el tacto, el moreno tiró fuertemente de su brazo hacia arriba para zafarse del agarre, dando un fuerte golpe en el rostro del rubio. Draco se quedó paralizado por un momento por aquel acto y Harry se lamentó haber realizado tan brusca acción, no fue su intención que aquello sucediera, simplemente quería llegar cuanto antes con Ron.
—L-Lo siento, no quise... Yo solo iba a...
El rubio volvió en sí, miró a su pareja con el ceño fruncido y luego dijo—: Vamos a descansar.
—Pero debemos ir-
—Vamos a descansar, Harry —dijo firmemente el rubio—. Es lo mejor, hemos caminado mucho. Todos necesitamos un descanso —Draco se alejó del moreno, pidió a Bartolo que derritiera y secará la nieve de una roca que vio y luego se sentó en ella mientras acariciaba el sitió a donde fue la mano de su pareja.
Charlie se acercó a Harry y palmeó su hombro al tiempo que sonreía ligeramente.
—Sé que quieres encontrarlo, pero... No sabemos dónde estamos, ni siquiera se puede hacer una aparición porque sería imposible para Bartolo volver aquí, y además nuestra magia no funciona... Es muy importante mantener las energías. Yo también quiero encontrarlo, Harry —El moreno miró a Charlie con notable tristeza y luego asintió ligeramente. Después, se alejó del pelirrojo y se dirigió hacia donde se encontraba Draco.
—¿Puedo sentarme?
Draco suspiró sonoramente y luego palmeó el sitió invitando a Harry a sentarse.
—¿Estás enojado?
—¿Debería?
—Sí, te he hecho daño.
—No pegas tan fuerte, Potter —respondió el rubio con ligera diversión en su tono.
—Lo siento, no quise hacerte daño, solo quería seguir caminando.
Draco posó sus manos en las mejillas de Harry y las acarició suavemente —Vamos a encontrarlo, ¿ok? —Harry asintió al tiempo que cerraba los ojos disfrutando del toque. El rubio no pudo resistirse a aquel tierno rostro, por lo que fue acercando poco a poco su rostro para alcanzar los labios del contrario.
—No estamos solos...
—Solo uno pequeño —susurró el rubio y luego juntó sus labios con los de Harry. Fue un beso lento y suave sin ningún atisbo de efusividad, solo dos labios acariciándose— He recargado energías, ya podemos seguir —Harry rio por lo dicho y luego abrió los ojos.
—¿Ya podemos?
—Sí... —susurro encima de los labios de Harry.
—¡Cof, cof! —se escuchó.
Ambos chicos se separaron al instante, un tanto avergonzados y luego se levantaron del sitió; pero, en el momento en el que Harry dio un paso, un quejido de dolor salió de sus labios provocando que instintivamente llevara sus manos hacia su su vientre.
—¿Harry? —llamó Draco al tiempo que pasaba sus brazos por la espalda del moreno para sostenerlo.
—No es nada, sigamos —dijo intentando ponerse recto para seguir caminando, pero un nuevo quejido de dolor volvió a salir de sus labios. Al ver la escena, Charlie y Bartolo se acercaron rápidamente.
—¡Harry! —exclamó Charlie mientras se acercaba al chico.
—Estoy bien, solo fue una pequeña punzada en el estómago.
—¿Punzada? —preguntó Bartolo.
—Sí, seguro es porque no he comido bien.
—¿Hace cuánto que no comes? —preguntó Draco mientras ayudaba a Harry a enderezarse.
—Desde... la mañana.
—¡Qué! ¡Harry!
—Es que se supone iba a comer muchísimo en la cena navideña, entonces pensé en guardar mucho hueco para entonces.
—¿Oyes lo tonto que suena eso? —dijo Draco un poco enojado.
—Ahora sí... —contestó con una pequeña sonrisa inocente. El rubio le miró con el ceño fruncido— Ya, Draco. Ya se me ha pasado, sigamos —dijo al tiempo que recuperaba la postura y empezaba a caminar.
—¿Estás seguro? —preguntó Charlie.
—Sí, de verdad se me ha pasado, sigamos —todos asintieron menos Draco, este sabía que su chico estaba fingiendo y ocultando el dolor que seguro estaba sintiendo, al fin y al cabo, era Harry, el Gryffindor más terco que había.
∘❃◦∘✾◦∘❁◦∘❀◦∘✿∘◦❈∘
El ciervo había llegado rápido al ojo de la tormenta, en donde detuvo su cabalgata y se adentró, con total facilidad, entre unos grandes árboles nevados, los cuales ocultaban una pequeña casa rústica. La vivienda, en su tiempo, se notaba que había contado con una preciosa y trabajada arquitectura, pero en ese momento se veía muy deteriorada y descuidada.
Con cautela, el animal se adentró hacia la vivienda y se dirigió directamente hacia la última habitación en donde se encontraba Ron. Cuando entró en la misma, se encontró al pelirrojo con los ojos cerrados acurrucado en una mecedora.
El animal debía entregar el mensaje que le había sido encomendado, por ello se acercó al pelirrojo e intentó despertarlo, solo consiguiendo que el chico abriera ligeramente los ojos. Para el Patronus, ese gesto fue suficiente, por lo que se dispuso a reproducir el recado: Voy a encontrarte Ron, aunque sea lo último que haga. Después, sin esperar respuesta, el ciervo desapareció y Ron volvió a cerrar los ojos.
Mientras que, en la otra habitación, Rufo empezaba a despertar.
—¿Señorito Ron? —llamó el elfo mientras se sentaba, con mucha dificultad, en la cama. Al no tener respuesta, se asustó y se levantó rápidamente del sitió tropezando en el camino. Se levantó como pudo, encendió una llama en su mano y después salió de la habitación dirigiéndose hacia el salón. Una vez entró allí, una figura de pie en medio del lugar llamó su atención—. ¿Señorito, Ron?—volvió a llamar, provocando que la persona ahí de pie se diera la vuelta. El elfo se asustó al percatarse de que la persona en el salón era a quien ahora mismo más temía—. Joven amo... —murmuró al tiempo que miraba de arriba abajo el cuerpo de su amo, el cual se encontraba cubierto de sangre, proveniente de varias partes del mismo.
—¿Dónde está? —preguntó entre dientes. Su mandíbula estaba tensa, manteniendo los dientes juntos y apretados; su mirada era penetrante, que hacía al elfo helarse en el sitio del miedo.
—Amo... Necesita ayuda, su cuerpo...
—Te hice... ¡Te hice una pregunta maldito elfo!
Bartolo se asustó por el grito e instintivamente corrió para esconderse, pero Blaise fue más rápido lanzando un búho de piedra que encontró a su lado, dando de lleno en la cabeza del elfo y tirándolo al suelo. El moreno caminó rápidamente hacia él y lo tomó por el cuello.
—¡¿Dónde está?! —volvió a preguntar con una voz aterradora, no reconocible para Rufo.
—Rufo no... Rufo no...
Blaise estampo al elfo contra la pared y volvió a preguntar—: ¡¿Dónde está?!
Rufo se había paralizado por el miedo, las palabras no salían de su boca y eso estaba acabando con la mínima paciencia que en ese momento Blaise tenía.
—¡Habla! —El pequeño cuerpo del elfo empezó a temblar sin control y esa acción provocó una mayor ira en el moreno.
—¡Tú los apareciste! ¡Tú les hiciste daño! ¡¿Y ahora tiemblas maldito elfo?! —exclamó al tiempo que su mano se apretaba cada vez más en el pequeño cuello de Rufo.
—N... No... Me... —balbuceaba Rufo con gran dificultad.
Blaise hizo caso omiso a lo que intentó decir el elfo, su raciocinio ya no se encontraba en ese momento, su mente ni siquiera le pertenecía, ya no era el pícaro y divertido Blaise el que actuaba, sí no toda la ira, frustración y miedo acumulados durante todos esos años los que actuaban por él. «Ahora, ahora, ahora», se repetía una y otra vez dentro de su cabeza.
De un momento a otro se escuchó un pequeño crack y los balbuceos dejaron de oírse. El moreno dejó de apretar el cuello del elfo, lo alejó de la pared y luego lo arrojó contra el suelo sin tan siquiera voltearse a mirarlo. Después emprendió el camino hacía el pasillo que conducía hacia las habitaciones.
Cuando estuvo frente a la puerta de su antigua habitación, una sensación de opresión inundó su pecho, por ello lentamente subió su mano hacia el pomo, pero antes de girarlo cerró sus ojos unos segundos intentando aplacar la ira. A continuación, abrió la puerta y se introdujo en la habitación, sus ojos recorrieron todo el cuarto hasta que se detuvieron en una figura iluminada por la luz de luna y acurrucada en una mecedora al lado de la ventana. Blaise corrió hasta el lugar, y una vez estuvo frente al pelirrojo acercó una de sus manos con miedo hacia su mejilla, estaba helada.
—Ron... Hey, Ron —llamó, pero no hubo respuesta—. Por favor, abre los ojos, Ronny, por favor... —suplicó con voz quebrada mientras acunaba con las dos manos el rostro del pelirrojo— Por favor, por favor, abre los ojos, ¿sí? —Siguió suplicando mientras las lágrimas empezaban a mojar sus mejillas —Rojito, amor, abre los ojos, vamos... Soy Blay... Estoy aquí, he venido por ustedes —Pero por más que Blaise lo llamaba e intentaba despertar, Ron no hacía ningún atisbo de querer abrir los ojos.
Blaise quitó las manos del rostro del pelirrojo dándose cuenta de que había manchado sus mejillas de sangre. Observó con sumo detenimiento cada mancha y luego quitó con rudeza las lágrimas de sus propias mejillas, para después su rostro volver a la expresión impasible de hace algunos minutos.
—Lo siento, no quise ensuciarte... —Cogió su varita e hizo un hechizo de limpieza hacia Ron y luego hacía él—. Parece que me he abierto la herida... Deberías regañarme, ¿No vas a regañarme? —dijo mientras dejaba salir lo que pretendía ser una pequeña risa alegre, pero sonó más triste y melancólica. Luego, realizó un encantamiento de limpieza y curación hacia su cuerpo deteniendo la sangre, pero no curando el mal aspecto que tenía—. ¿Ves? Estoy limpio. Ya no volveré a ensuciarte —dijo para después depositar un beso en la mejilla del pelirrojo.
Después, colocó su mirada en la pequeña cama de la habitación e hizo un hechizo de limpieza, luego se acercó más al pelirrojo, lo sujetó con cuidado entre sus brazos y lo llevó hacia la cama; A continuación, lo posó en la misma, como si del cristal más frágil de la tierra se tratara. Seguido se acostó en la cama atrayéndolo más hacía él, y empezó acariciar suavemente el abultado vientre y rostro de su pareja.
—¿Estás cómodo así? Les daré magia y calor, no es bueno que recuperes la temperatura de repente... ¿Vas a estar bien? ¿Van a estar bien...? Sí, sí, van a estar bien —iba diciendo el moreno en el oído del pelirrojo —Recuerda que mañana debemos irnos a Francia, así que debes despertar, tienes que despertar —Acercó su rostro al pecho de Ron buscando los latidos de su corazón—. Late, sigue latiendo... Prometo que esta vez lo haré bien... Esta vez si los protegeré... Sé que no me van a dejar como él, ustedes se van a quedar conmigo, ¿verdad? —dijo esto último en un susurró como si quisiera convencerse a sí mismo.