
Chapter 20
Tras borrar algunos recuerdos, Sirius entró a la casa, limpió todos los rastros de magia que había en el lugar, colocó a la anciana encima del sofá, curó la herida abierta de su espalda y luego cerró sus preciosos ojos azules; lo sentía mucho por la señora, pero si el ministerio se inmiscuía en ese asunto todo se complicaría para Ron y eso era lo que menos necesitaban. Por último, salió de la casa e hizo que una de las vecinas se dirigiera hacia la vivienda para que encontrara el cuerpo de la señora y diera voz de alerta a las autoridades muggles.
Harry no pudo ayudar a Sirius a limpiar la vivienda, era demasiado para él, le era difícil incluso borrar la imagen de la señora muerta y tirada en el suelo. Por ello prefirió limpiar su rastro y el de su padrino fuera de la casa.
—Harry, ya podemos irnos —anunció Sirius mientras se acercaba a su ahijado.
—¿Crees que esa señora habrá ayudado a Ron?
—Sí, por los rastros dejados, se nota que hubo algún hechizo de protección. Lo más seguro es que la señora le diese resguardo.
—Ron debe estar...
—¿Culpándose? Eso es seguro, todos lo haríamos si estuviéramos en su lugar. Una persona te brinda su ayuda y acaba muerta, es difícil no culparse... Es mejor que nos vayamos Harry, yo haré la aparición, aún necesitas tranquilizarte.
—Está bien, pero... ¿Por qué estás tan tranquilo?
—Sabes que no fui un angelito, Harry —el menor miró sorprendido a su padrino—. Hey, tampoco pienses mal, es solo que, cuando te pierdes a ti mismo y vas por esos lados puedes ser testigos de muchas cosas que no son del todo bonitas.
—Has sido testigo de un...
—Eso es pasado y ya pagué por mis errores. Lo mejor es volver, vamos, sujétate —Harry no dijo nada más y posó su mano en el brazo de Sirius, ambos en pocos segundos aparecieron en el Número 12. Las voces en la sala hicieron que los chicos fueran rápidamente hacia el lugar.
—¿A dónde dices que vas sin mí, Severus? —cuestionó Sirius mientras entraba junto a Harry en la estancia.
—Están empapados —a continuación de lo dicho, el profesor les secó la ropa en un hechizo silencioso—. Iba a dejarte una nota.
Sirius se acerca rápidamente hacía Severus —¡¿Una nota?! ¿Sabes lo preocupado que iba a estar? Un elfo se llevó a Ron y una anciana está muerta, si te hubie-
—Muer... ¿Qué elfo se llevó a Ron? —cuestionó Charlie mientras se ponía de pie y se acercaba a Sirius.
—¿Tú quién eres? —preguntó Sirius receloso.
—¿Charlie? Padrino, es Charlie, el hermano de Ron —dijo Harry a la par que se acercaba al pelirrojo y lo abrazaba de repente—. Charlie, Ron estaba en casa de esa señora y tal parece que hubo un enfrentamiento. La casa estaba destrozada por dentro.
Charlie se paralizó después de escuchar a Harry —Ron... mi hermanito, él...
—Un elfo se lo llevó, por suerte no visualicé ninguna herida en él. Puede que por la falta de su varita no haya participado —comentó Sirius.
—Y porque no lo-
—Por favor no lo culpes Charlie, mi padrino hizo lo mejor que pudo, pero ese elfo hizo una aparición antes de que pudiese alcanzarlo.
—¿Aparición? Oh no... —dijo Severus al tiempo que se sentaba en una de las sillas de la mesa y abrazaba su vientre. Sirius se acercó a su pareja para darle seguridad y Harry fijó su mirada en el suelo.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —Charlie se había puesto nervioso por el comportamiento repentino de aquellos tres hombres—. ¿Qué pasa si hace una aparición? ¡Hablar!
—Lo mejor será que vayamos en busca de Zabini —Comentó Severus.
—¡Y una mierda! ¡De aquí nadie se moverá hasta que me diga que pasa con mi hermano! —A pesar de los reclamos de Charlie, ninguno se atrevía a decir nada. Por ello, a Bartolo no le quedó más remedio que tragarse el nudo que se había formado en su garganta desde que Sirius habló y dirigirse hacia Charlie con la verdad.
—Señorito Charlie... Si un embarazado hace una aparición, t-tiene altas posibilidades de que el bebé sufra algún daño, por la despar-despar- —Bartolo no se atrevía a terminar aquella frase, de solo imaginarse algo semejante se le rompía el corazón.
Charlie se sentó en el sofá y posó sus dos manos en su cara tapando sus ojos e intentando contener las lágrimas que rogaban por salir. En ese momento nadie comentó nada, dejando que el pelirrojo procesará todo aquello.
Pasados algunos minutos, Harry decidió que ya era tiempo de ponerse en marcha para buscar a Ron.
—Tengo una idea —todos miraron atentamente a Harry—. Enviar un Patronus hacía Ron y seguirlo para ver si nos guía hacia él.
—¿Un Patronus? Eh, sí, sí, hagámoslo—respondió Charlie levantándose del sofá.
—Sí, es una buena idea, pero deberíamos ir primero con el joven amo —comentó Bartolo.
—¡No podemos perder tiempo, Bartolo! ¡Debemos ir primero por Ron!
—¡No puede dejar al joven amo fuera de esto, joven Charlie!
—¡Si podemos! Tú vas donde Blaise y nosotros vamos a por Ron.
—¿Qué? ¡No! no pueden dejar al amo fuera de-
—¡Está decidido, Bartolo! —afirmó Charlie al tiempo que se levantaba del sofá.
—¡No! No haga eso —Bartolo insistía. Se estaba enojando con Charlie por atreverse a dejar a Blaise fuera de aquello, su amo era la pareja de Ron, merecía saber todo aquello y participar en todas las decisiones a tomar. «Si hubiese visto cómo se enfrentaba a Giovanna solo para poder ir en busca del Señorito Ron», pensó.
—Charlie, creo que deberíamos avisar a Zabini.
—Estoy de acuerdo con Harry. Lo mejor es avisar a Zabini e ir a buscar a Weasley con un buen plan por si cualquier cosa sucede —dijo Severus.
—¿Quién es Zabini? —preguntó Sirius.
—Es la pareja de Ron y padre de su bebé —respondió Harry y Sirius solo asintió, en ese momento se guardaría lo que pensaba sobre el asunto, no era el momento adecuado.
—Yo también estoy de acuerdo, no sabemos por cuáles lugares irá el Patronus y ya saben la importancia de la concentración. Lo mejor es seguirlo con distintos medios de transporte, así tenemos menos posibilidades de perderlo —enunció Sirius.
Charlie no estaba muy de acuerdo con esperar, no sabía que podía estar haciendo ese elfo a su hermano, para él, ir hacia donde estaba Blaise era una pérdida de tiempo.
—Perderemos mucho tiempo si hacemos eso.
—Es mejor perder un poco de tiempo y tener un buen plan armado, Señorito Charlie. Recuerde que estamos en invierno, si no nos preparamos bien, quién sabe si siquiera llegaremos a encontrar al Señorito Ron —Charlie no dijo nada más, sabía que el elfo tenía razón. Si por casualidad el Patronus salía fuera de Londres, lo más seguro es que se encontraran con alguna nevada o con los fuertes vientos muy típicos de esa temporada; además, nada aseguraba que no desaparecería antes de poder encontrar a Ron.
—¿Todos estamos de acuerdo? —preguntó Severus y todos en la sala asintieron en afirmación —Bien, Weasley ha traído el coche y Sirius tiene la moto. Lo mejor es que Bartolo lleve a Weasley a casa de Zabini para que pueda ir contando lo sucedido y luego vuelva para guiarnos hacia donde están con el coche y la moto. Yo los acompañaré para ver si puedo ayudar en la recuperación de Zabini.
—¿Qué le pasó a Za-? —intentó preguntar Harry, pero fue interrumpido por Bartolo.
—Bartolo lo hará Señor —el elfo se acercó a Charlie, el cual no muy convencido por la decisión, se dejó trasladar junto al pequeño a casa de Blaise. Bartolo chasco los dedos y ambos se encontraron, en milésimas de segundos, en casa del moreno.
Una vez estuvieron allí, Bartolo se despidió del chico y volvió a desaparecer. Habían aparecido en el salón, al no encontrar a nadie en el mismo, Charlie imaginó que ambos chicos se encontraban en la habitación de Blaise, por ello el pelirrojo se dirigió hacia el lugar, no era momento de andar con recatos ni formalidades. Tras andar por los pasillos del apartamento y abrir algunas puertas, el chico se encontró con Aramis en la penúltima puerta.
—Oh, el imbécil ha vuelto.
—Hola a ti también, idiota.
—Dime que encontraste a Ron.
—No —Aramis suspiro con frustración y se dejó caer en uno de los sillones de aquel despacho —Todo se ha complicado.
—Dímelo a mí.
—¿Qué ha pasado?
—Encontré a Blaise en el suelo quejándose de dolor, después se levantó y no me preguntes de donde coño saco las fuerzas, pero empezó a desvariar y decir que iría en busca de Ron, que su bebé lo estaba llamando, que algo les pasó, que los necesitaban y cosas así.
Charlie trago con dificultad tras lo dicho por Aramis —Eh...
—¿Qué? —Charlie miró al suelo y Aramis se levantó y se acercó al chico —No me jodas, ¿De verdad le pasó algo?
—Un elfo se lo llevó en una aparición —Aramis caminó hacia atrás y se dejó caer de nuevo en el sillón.
—Una aparición... Eso explica el porqué se estaba restregando de dolor en el suelo y el que su vientre esté lleno de hematomas —murmuró para sí mismo Aramis.
—¿Sintió lo que le pasó a Ron? —preguntó curioso Charlie al haber oído lo dicho por el francés.
—No solo lo sintió. Estoy casi seguro que él recibió parte del daño.
—¿Pero cómo? —preguntó el pelirrojo mientras se acercaba más al moreno.
—Desde que conocí su relación y empecé a tratar su embarazo me di cuenta de que la magia de ambos es compatible.
—¿Cómo es eso posible sin una unión mágica? Nadie puede saber eso hasta que no se hace la ceremonia de la unión.
Aramis lo miró extrañado —Tu hermano aún sigue embarazado, ¿Sabes? —Charlie miró al moreno y luego ladeó la cabeza no comprendiendo lo que estaba tratando de decir—. Me parece que ya eres bastante mayorcito como para saber qué puede suceder cuando hay un embarazo sin una unión y no hay compatibilidad.
El pelirrojo se quedó unos segundos mirando con confusión a Aramis y luego, como si algo hubiese hecho clic en su cerebro, dijo—: Oh, claro, claro el rechazo.
—Y luego dices que no eres imbécil.
—No te burles, solo fue un momento de confusión.
—Aja, sí.
—Ya, ya. Ahora dime, que su magia sea compatible ayuda a que el bebé se desarrolle mejor, pero no explica el que Blaise haya sentido lo que significaba el traslado en el bebé.
—No es algo tan común, pero puede ocurrir en magos sangre pura, hay parejas que logran desarrollar una conexión que va más allá. Tengo la idea de que el bebé ha hecho que los seres mágicos de sus padres se conecten, incluso llegando tan lejos como para que mi hermano recibiera parte del daño.
—Eso es...
—¿Muy raro?
—Aterrador.
Aramis ríe por lo bajo —¿Te da miedo un bebé?
—No es miedo, es que de solo pensar... Imagina si sucediera algo que pudiese llegar a mat- ¿Él bebé podría trasladarlo a Blaise y que este muriera en vez de ellos?
—No creo que funcione de esa manera, dudo mucho que Ron y el bebé no hayan recibido algo de daño —el cuerpo de Charlie se tensó tras lo dicho por el moreno—. No soy experto en el tema, pero según lo que he podido investigar, la muerte no puede ser traspasada, pero si puede ser evitada compartiendo el daño —explicó Aramis y luego posó su vista en el suelo—. Si hubiésemos tenido esa conexión podría haberlos...
—¿A quiénes?
—Nadie que sea de tu interés —expresó Aramis con un tono más rudo de lo que hubiese querido.
—Okey... —Para evitar que se formara un mal ambiente por la repentina actitud del francés, Charlie prefirió volver a centrar el tema en su hermano y Blaise —Aunque recibieron parte del daño, ¿Ellos pueden estar bien?
—Esperemos que sí. Tu hermano es muy fuerte Charlie, y ese pequeño también.
—Sí, lo es.
—¿Ya has visto el bulto en su vientre? —preguntó Aramis para intentar tranquilizar un poco la preocupación del pelirrojo.
Charlie asintió —También he podido sentir un poco cómo se movía —el francés devolvió la sonrisa —¿Cuánto tiempo tiene?
—Ya está en los seis meses.
Charlie miró incrédulo a Aramis —¡¿Tanto?! —el moreno asintió y fue ahora el turno de Charlie de dejarse caer en uno de los sillones.
—¿Estás bien?
—Eh, sí, solo estoy un poco...
—¿Sorprendido?
—Sí. Mi hermanito va a ser padre... Aún es tan pequeño —dijo el pelirrojo con tono de tristeza en su voz mientras miraba al francés.
—Lo son, aún ambos lo son —aclaro el francés.
El pelirrojo bufo y luego miró a Aramis —Ellos van a estar bien, ¿Verdad?
—Haremos que lo estén —contestó Aramis con una sonrisa.
—¿Tú y yo? —preguntó el pelirrojo al tiempo que se ponía de pie y se acercaba al francés.
—Estás demasiado cerca —comentó el moreno, pero para molestar un poco, Charlie se inclinó, posó sus manos en los brazos del sillón y acercó su rostro al del moreno.
—¿Te pongo nervioso? —comentó el pelirrojo con una enorme sonrisa.
—Si que eres imbécil —dijo el francés mientras estiraba sus brazos para que Charlie se apartara.
—No has dicho que no.
—Tienes mucha confianza en ti mismo.
—Un poco —enunció Charlie mientras sonreía.
El francés apartó los brazos dejándolos caer en sus piernas, luego se inclinó hacia delante, para que su rostro estuviera mucho más cerca al de Charlie, y después susurró—: ¿Charlie...? Estás seguro de ello, iubirea mea —el pelirrojo perdió la sonrisa —¿Charlie...? —volvió a susurrar mientras miraba fijamente al pelirrojo.
—¿Uhm? —respondió el pelirrojo mientras intercalaba su mirada entre los ojos y la boca de Aramis.
—Char... —susurró, y luego lamió y mordió sus labios, provocando que Charlie abriera un poco los suyos y empezará a acercar mucho más su rostro al del moreno.
—¿Cómo sabes que un elfo se llevó a tu hermano?
—¿Mi qué? ¿Qué? ¿Eh?
Aramis empezó a reírse a carcajadas mientras volvía a pegar su espalda al sillón —Cuánta confianza, ¿Eh?
El pelirrojo, un tanto avergonzado, se separó de inmediato del francés y fingió un ataque de tos para evitar el bochorno; de inmediato a esto, contestó a la pregunta de Aramis, haciendo como si no hubiese sucedido nada.
—Él estuvo en casa de su amigo, se escapó porque su profesor descubrió su embarazo, tanto Harry como el señor Black fueron a buscarlo, Ron se resguardó en casa de una señora y tal parece que ese elfo se enfrentó a la anciana, la asesinó y antes de que Harry o el señor Black pudieran alcanzarlo, se llevó a mi hermano.
—¿Era el elfo de esa señora, iubirea mea?
Charlie trago con dificultad por la repetición de aquellas dos palabras —¿Por qué me relacionas con Rumanía?
—Hago mis deberes, Charles Weasley, draconólogo que trabaja en el Santuario de Dragones en Rumanía —dijo con una sonrisa de superioridad dibujada en su rostro.
—¿Cómo lo has hecho? Apenas nos hemos conocido hace algunas horas —enunció Charlie incrédulo.
El moreno no pudo aguantar la risa por el rostro confuso que tenía el pelirrojo, y estalló en carcajadas —¿Vas a creer fielmente en todo lo que te diga? Eres peor que un niño.
—Ah, ya, perdona por ser tan ingenuo.
—Perdonado —Charlie miró con enojo al moreno y luego empezó a acercarse a él.
—¡Uy! ¡Qué miedo! —exclamó el francés mientras sonreía. Pero la sonrisa le duró poco, ya que, cuando Charlie estuvo lo suficientemente cerca de él, en un rápido movimiento lo sostuvo por la cintura y lo apresó con su cuerpo.
—¿Cómo lo supiste?
—¡Suéltame!
—Primero dime cómo lo supiste —Charlie afianzó el agarre en el moreno, el cual se removía con desesperación para poder liberarse, pero para su mala suerte, aunque era un poco más alto que el chico, el pelirrojo era mucho más fuerte que él.
—¡Me lo contó Blaise! Le dije que te llamabas Charlie y supo quien eras, tu hermano te tiene en un pedestal.
—Uhm, ya veo.
—¡Ya suéltame!
—¿Cómo aprendiste rumano?
—No se rumano, pero sé cómo se dice mi amor en varios idiomas.
—¿Los aprendes para molestar?
—Puede ser —Aramis sabía que no lo hacía por eso, el chico había aprendido a decir mi amor, y otras palabras cariñosas, en más de 20 idiomas distintos para poder sorprender a Ángela en cada cumpleaños y escribirlo en la nota que llevará su regalo, ya que la chica amaba los idiomas.
—Qué vida más triste llevas.
—Sí... —el francés colocó una sonrisa triste en su rostro al recordar a su chica, luego dejó de resistirse y después volteó su cara para evitar la mirada de Charlie—. Será mejor centrarnos en los chicos.
El pelirrojo se percató de aquella triste sonrisa en el rostro del moreno —Lo siento, no debería haber dicho-
—Déjalo así, Charlie —Aramis volvió a colocar la vista en el pelirrojo—. ¿El elfo era de esa señora?
—No sabemos de quién es el elfo —respondió Charlie, acatando lo dicho por Aramis y dejándolo ir.
—¿Cómo le cuento esto a Blaise? —el moreno se preguntó a sí mismo.
—Tienes que hacerlo, los demás vienen hacia aquí. Vamos a enviar un Patronus y seguirlo hacia Ron.
—¿Un Patronus? No lo había pensado, es una buena idea...Vamos a despertar a Blaise.
—¿Lo dormiste?
—Tuve que hacerlo.
—Ya veo —ambos chicos salieron del despacho y se encaminaron hacia la habitación.
Una vez allí, Aramis se acercó a la cama y contempló a su hermano con pesar, luego sacó su varita y ató cuerdas mágicas a su alrededor para que evitaran que el chico hiciera una aparición; después, recitó el contra encantamiento y Blaise empezó a despertarse.
—Hey, hermano —Blaise miró a Aramis, luego trasladó su vista hacia Charlie y, por último, al intentar levantarse, observó las cuerdas a su alrededor.
—Quítalas.
—No lo haré hasta que no sepa que no harás una aparición.
—No la haré —Aramis no estuvo muy convencido con ello, Blaise tenía una mirada vacía, sus ojos se habían vuelto completamente negros y su rostro estaba sin ningún tipo de emoción.
—Primero el chico de aquí te contara algo.
—¿Yo? No, mejor hazlo tú.
—Lo contaras tú, sabes mejor la situación que yo.
—No sé manejar este tipo de situaciones, lo mío son los dragones.
—Solo vas a contarle lo que pasó como me lo contaste a mi, no vas a hacer de terapeuta.
—¿Tera qué?
—Toglietemi quelle dannate corde di dosso!
Aramis pausó la discusión con Charlie y volteó hacía Blaise—Oh, guau, y así quieres que te suelte. Je t'ai dit que je ne le ferais pas jusqu'à ce que tu te calmes.
—Cómo quieres que lo haga si no me haces caso. Togliete le corde!
—¡A Ron se lo llevó un elfo! —dijo rápidamente Charlie, provocando que Blaise callara y lo mirara fijamente.
—Este imbécil. No podías haber sido más sutil.
—Te dije que no soy bueno para estas cosas.
—Simplemente podías dec-
—Quita las cuerdas Aramis —dijo Blaise con un tono suave.
El moreno mayor se acercó al menor —Blaise no ha-
—No lo haré, te lo aseguro. Solo quítalas, quiero sentarme y que me cuenten lo que está sucediendo —Aramis trasladó su vista hacia Charlie, tanto el francés como el pelirrojo no estaban muy seguros de hacer aquello debido a que Blaise se había calmado demasiado rápido, y esa no era la reacción que esperaban. Además, sus ojos no habían vuelto a su color y su mirada seguía pareciendo vacía—. De verdad que no lo haré.
—Umm... —dudaba Aramis.
—Parece calmado —susurró Charlie en el oído del francés.
—¡No hagas eso! —expresó con nerviosismos el francés al tiempo que se alejaba rápidamente de Charlie.
«Se ve más lindo cuando se pone nervioso, aunque enojado también es lindo y sexy», pensó para sí mismo Charlie, pero rápidamente se golpeó mentalmente por estar pensando en esas cosas en ese momento. «Por Merlín, tu hermano está en peligro, deja de pensar en bobadas», se regañó.
—De acuerdo, lo haré, pero no hagas ninguna tontería Blaise —el francés tomó su varita y quitó las cuerdas de alrededor del menor. Blaise estiró un poco y luego se sentó con ayuda de Aramis.
En ese instante Blaise miró de manera desafiante a su hermano —Blaise... —advirtió el moreno mayor, provocando que el menor relajara su posición —¿Qué pasó antes? ¿Por qué decías todo aque-? —El Slytherin desapareció en milésimas de segundo sin dar tiempo a Aramis a terminar la frase.
—¡Nos engañó! —exclamó el pelirrojo por la repentina acción.
—Hijo de-
—¿Ahora qué hacemos?
—¡Buscarlo y matarlo!
—¿Qué?
—¡Eso es lo que te haremos si no apareces, Blaise Zabini!
—¡Estoy aquí! —grito con desgana desde el salón. Rápidamente Aramis y Charlie se trasladaron corriendo al sitió. Cuando el francés entró al lugar, inmediatamente se fue encima de Blaise, pero en vez de golpearlo o algo parecido, lo abrazo muy fuerte.
—Eres un...
—Solo quería probar algo.
—¡Probar qué! ¡El joder más tu cuerpo! —el francés se separó enojado.
—Estoy intacto. La aparición salió bien —respondió el moreno quitando importancia al asunto. Aramis apretó sus puños y se quedó mirando unos segundos a Blaise. Pero, en el momento en el que se disponía a encajar su puño en la cara del moreno, Charlie lo detuvo.
—No lo hagas.
—¡Aargh! —exclamó de frustración el francés—. Cuídalo por mí, necesitó calmarme.
—¿A dónde vas?
—Voy un momento a mi casa.
—¿Sabes aparecerte?
—Sí, pero odio hacerlo. No tardaré, solo necesito un poco de aire —dijo Aramis mientras miraba a Blaise, el cual pretendía que no le importaba en lo más mínimo lo que hiciera su amigo—. Se un poco consciente de la puta situación en la que estas y deja de comportarte como un puto loco, si te vas solo lo único que harás es empeorar las cosas. Dime, si lo encuentras ¿A dónde lo llevarás? ¿Y cómo lo llevarás? —Blaise no contestó—. Exacto. No quieras repetir mi historia pedazo de idiota —regaño Aramis y luego desapareció.
Tras Aramis irse, Charlie se sentó en el mismo sofá en el que se encontraba Blaise —Sé que empezamos con mal pie... Amo a mi hermano y que alguien haya —Charlie detuvo lo que iba decir, no era momento de entrar en aquello de nuevo— Yo también quiero encontrarlo, hagamos esto juntos, tendremos más oportunidades —dijo el que pretendía dejarlo fuera de todo aquello.
—¿Saben de quién era el elfo? —preguntó Blaise no dando importancia a ninguna de las palabras dichas por Charlie.
—No —contestó el pelirrojo un poco molesto por la actitud del moreno.
—¿Tienen algún plan?
—Eh, sí. Harry, el profesor Severus y su pareja vienen hacía aquí. Pensamos invocar un Patronus para ir a por él — comunicó Charlie un tanto incómodo por la tranquilidad del chico.
—Relájate, no me iré.
—Acaban de decirte que un elfo se llevó a Ron, ¿Por qué estás tan tranquilo?
—¿Quieres algo de beber? —preguntó Blaise mientras se levantaba con dificultad del sofá.
—No —respondió incrédulo el pelirrojo.
—Iré a la cocina.
—Te acompaño.
—No me iré.
—Ya —dijo Charlie no muy convencido mientras lo seguía a la cocina. «¿Qué le está pasando?», se preguntó al tiempo que caminaba. La actitud del moreno cuando se conocieron era totalmente distinta a la que tenía ahora, incluso su semblante está peor que antes, y su tranquilidad, para Charlie, no era normal.
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En el momento que Bartolo volvió al Número 12, todos se dispusieron a salir de la vivienda: Sirius iría en la moto, con algún hechizo que lo protegiera de la lluvia y Harry, Severus y Bartolo irían en el coche; sin embargo, antes de salir por la puerta, un gran ruido se escuchó en la parte superior de la vivienda.
—¿Qué ha sido eso? Iré a ver —comunicó Sirius
—¡No! Ya voy yo —dijo Harry para luego salir corriendo escaleras arribas. El chico sabía muy bien quién era el causante de aquel ruido.
—Iré yo también.
—Déjalo Sirius, esperemos a que Harry baje.
—Pero...
—Sirius... —Severus miró con el ceño fruncido a su pareja, bien sabía Sirius que lo mejor era hacerle caso al malhumorado embarazado, si no quería uno de esos regaños marca Snape.
—De acuerdo, pero si tarda subiré.
Harry subió corriendo las escaleras y no detuvo la carrera hasta que llegó a la puerta de su habitación. Una vez estuvo frente a ella, antes de entrar, cogió un poco de aire para estabilizar su respiración, luego abrió la puerta y se adentró a su estancia. Rápidamente se dirigió hacía un gran armario y lo abrió.
—Hola, amor.
—Hola, Drac.
—Sabías que iba a venir, ¿Verdad? —dijo juguetonamente Draco mientras salía del armario.
—¿Cómo lo iba a saber? Dijiste que te sería imposible escapar, incluso ya nos íbamos a ir.
—¿Sin mí? Eso duele, Potter.
—Idiota —expresó con tono divertido Harry mientras posaba sus brazos encima de los hombros de Draco y luego dejaba un pequeño beso en sus labios—. No me gusta que uses el armario evanescente, le dije a Dobby que solo te dejará usarlo si hubiera una gran emergencia, sabes que es muy peligroso.
—Lo sé, pero Dobby es mi elfo, no el tuyo, amor —Harry iba a replicar, pero Draco depositó rápidamente un beso en su boca.
—Eso es trampa.
Draco sonrió y dijo—: Esta es una emergencia, aunque dije que me quedaría esperando noticias, no pude quedarme en casa sin hacer nada.
—Tu padre se va volver loco.
—Convencí a mi madre para que me dejase ir, ella lo calmará.
—¿Qué le has dicho para que te deje salir de casa? —preguntó Harry al tiempo que acariciaba el rostro de Draco. La pareja se había extrañado mucho, después de su reconciliación, no habían tenido mucho tiempo para hablar.
—¡Harry! ¡¿Está todo bien?! —grito Sirius desde la parte baja de las escaleras.
—¡Sííí! ¡Ya bajo! Debemos bajar, Sirius está ahí y...
—No hay problema, Potter.
Harry frunció el ceño, pero luego miró la sonrisa divertida de Draco y relajó sus facciones —Gracias... Te amo mucho.
—Yo también te amo mucho.
La pareja se dio un último beso y luego salió de la habitación escaleras abajo. Cuando ambos estuvieron allí, Sirius se percató de la presencia de Draco tras la espalda de Harry, pero antes de que pudiera acercarse al chico, un rápido movimiento de Severus lo detuvo.
El profesor se colocó delante del animago y depositó un suave beso en sus labios y susurró—: Draco es amigo de Zabini y Zabini es la pareja de Weasley, ¿Recuerdas? Vamos, pórtate bien, sé un buen chico. Si lo haces te daré una gran recompensa —dijo esto último de manera juguetona. Esta acción dejó embobado a Sirius, permitiéndole solo asentir en afirmación, el hombre sabía lo buenas que eran las recompensas de su esposo—. Bien, hora de irse —comunicó el maestro a la par que se alejaba de Sirius y empezaba a caminar hacia la puerta seguido del animago.
—Guau, mi padrino es... —dijo sorprendido Draco.
—Tengo que aprender a hacer eso.
—¿Qué?
—Nada, vamos que nos dejan atrás. En el coche te cuento todo lo que ha pasado.