No nos prohibirán amarnos

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
No nos prohibirán amarnos
Summary
Ron y Blaise tienen una relación a escondidas de sus amigos y familias, a pesar de este ocultamiento ambos son felices amándose, pero que pasara si al amarse no se protegieron lo suficiente… En el mundo mágico un niño/a que nace fuera del matrimonio y la unión mágica entre sus padres es considero un hijo bastardo o ilegitimo, teniendo un futuro lleno de repudio y rechazo por el mundo mágico.Parejas:• Principal: Blaise y Ron.• Secundaria: Draco y Harry.
Note
¡Hola lector!:Esta es mi primera historia, hace tiempo llevo queriendo escribir sobre mi pareja favorita Blaise y Ron, ya que hay muy poco contenido de ellos, ojalá aun queden personas que les gusta esta pareja tanto como a mí; también, podrán encontrar en esta historia mi poderosísima pareja Draco y Harry y la mención de otras más.Aclaraciones iniciales- Es un fanfic, habrá cosas del libro, pero mayormente serán de mi imaginación.- En esta historia Voldemort murió junto con los padres de Harry, por lo que no hay señor oscuro.- La historia se sitúa en el último año.- Los Slytherin y los Gryffindor siguen sin llevarse bien.Gracias por darle una oportunidad a mi historia <3.
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Chapter 19

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24 de diciembre, 18:15 p.m.

 

Tras ponerse de acuerdo con Sirius, Harry hizo una aparición dentro de la casa de Hermione sin importar si era descortés. Una vez estuvo dentro, se percató de que un gran silenció que inundaba la estancia.

—¡Hermione! —iba gritando el Gryffindor mientras revisaba cada una de las habitaciones de aquella casa. Después de revisar toda la vivienda, pudo comprobar que ni Hermione ni su familia estaban en ella. Harry se golpeó mentalmente por su torpeza, recordando que la pelirroja había comentado que no iba a estar en casa para navidades, había perdido un preciado tiempo yendo a casa de la chica. Por lo que, sin perder más tiempo, el moreno volvió hacer una aparición en la entrada de la casa victoriana. Al aparecer frente aquella vivienda de nuevo, fue testigo de cómo el animago saltaba para atrapar algo.

—¡Sirius! ¡¿Qué pasa?! —gritó el moreno mientras corría hacia su padrino.

Sirius volvió a su forma humana, recogió el pantalón donde anteriormente lo había guardado y luego se acercó a Harry —Un elfo se ha llevado a Ron.

—¿Un elfo? ¿Cómo?

—Se lo llevó en una aparición.

—¡¿Una aparición?! ¡Él no puede aparecer! E-El bebé...

—¿Bebé? ¿Qué bebé?

—¡Ron está embarazado, padrino! ¡Y ha hecho una aparición! —Harry se aferró a Sirius mientras las lágrimas empezaban a abandonar sus ojos y la lluvia caía sobre su cabeza ocultando su llanto lastimero.

—Lo siento mucho Harry... —dijo Sirius muy apenado, mientras acariciaba la espalda de su ahijado, por no haber podido impedir que el elfo se llevará a Ron y más ahora que se había enterado de su estado.

—Sirius... No quiero perderlo.

—Y no lo harás, lo encontraremos, ya verás.

—Entremos a la casa, puede que haya pistas o algo —comentó Harry quitándose con brusquedad las lágrimas, las cuales no querían parar de caer, y separándose rápidamente de Sirius para empezar a caminar hacia la casa.

Sirius siguió a Harry hasta la vivienda, pero no llegó ni siquiera a pasar de la puerta cuando Harry salió corriendo de la vivienda y empezó a vomitar en el jardín.

—Harry, ¿Qué pasa?

—¡Hay una señora muerta! —gritó Harry al tiempo que volvía corriendo a los brazos protectores de su padrino.

—Oh no, voy a entrar, tenemos que... —Sirius miró alrededor dándose cuenta de cómo algunos vecinos curiosos empezaban a acercarse a la vivienda— Debemos volver a casa para intentar encontrar a Ron, pero primero tenemos que borrar algunos recuerdos... — Harry despegó el rostro del hombro de su tío encontrándose con algunas personas que los miraban fijamente resguardados bajo sus paraguas.

—¿Todo bien? —preguntó una joven hacía Harry al ser consciente de las lágrimas del chico.

—¿Te está haciendo algo ese señor? —cuestionó otro al ver que Sirius estaba sin camiseta abrazado a un chico que lloraba.

Sirius y Harry se miraron —Mejor darnos prisa, borramos los recuerdos aquí, luego entramos a la casa para buscar pistas y después eliminamos toda evidencia de nuestra presencia. Debemos evitar que nos relacionen con lo sucedido. —Harry asintió en acuerdo y después cada uno empezó a realizar lo encomendado. Debían ser cuidadosos, borrar recuerdos a muggles sin permiso del ministerio no era del todo legal.

 

 

18:29 p.m. Centro de Londres.

 

Después de que Aramis hubiese casi obligado a Blaise a terminar la sopa, el cuerpo del moreno menor le rogó por un descanso, por ello el Slytherin se trasladó a su habitación, se tumbó en la cama y cerró los ojos para descansar un poco, no dormiría, su mente no se lo permitiría, ya que estaba inundada solo de pensamientos de Ron y su bebé.

En ese tiempo de descanso, Blaise estuvo intentando encontrar en su cabeza formas para contactar a Ron y los lugares en donde empezaría la búsqueda si el pelirrojo no estuviese en su casa; sin embargo, de repente, y sin saber por qué, la respiración del moreno empezó hacer irregular, su corazón comenzó a latir de manera desenfrenada y su cuerpo empezó a temblar. Debido a esto, Blaise abrió los ojos de repente y se sentó de golpe, pero el repentino movimiento hizo que empezara a sentir punzadas en su vientre.

—Ar-Ara-Ar- —Intentó llamar desesperado al francés—. A-A-ra —las punzadas en su vientre se intensificaban haciendo que el chico lo sujetara desesperadamente por el dolor. Siendo insoportable tal molestia, el moreno intentó levantarse de la cama para ir por Aramis, pero al hacerlo cayó estrepitosamente al suelo soltando un sonoro grito de dolor. El sonido de la caída y el grito hizo que Aramis entrara corriendo a la habitación y encontrara a Blaise en posición fetal con sonoras sibilancias (sonidos silbantes) que mostraban la dificultad que tenía para respirar.

Aramis se acercó apresurado a su hermano, intentó levantarlo y hablarle, pero el menor no hacía caso a nada de lo que decía el francés; sin embargo, sólo bastaron algunos segundos para que Blaise, por sí solo, dejará de sostenerse el vientre, empezará a abandonar la posición fetal, su respiración comenzara a regularse y su corazón poco a poco se calmara.

—¿Blaise? Háblame... Dime qué pasó.

El moreno se levantó con dificultad del suelo, ignoró a Aramis y se dirigió a su mesita de noche bajo la atenta mirada del francés. Una vez allí, cogió con su mano libre su varita y se dispuso a hacer una aparición, pero antes de poder hacer aquello, el mayor leyó sus intenciones y le propinó un gran empujón hacía la cama.

—¡¿Te has vuelto loco?!¡Ibas hacer una jodida aparición!

—Ron, necesito ir, algo pasó, me necesitan, me necesitan... Lo sentí, ellos me necesitan —decía Blaise desesperado mientras se sentaba en la cama, pero más para sí mismo que para Aramis porque en ningún momento lo miró a la cara o dio señas de estar respondiendo al chico.

Aramis miró sorprendido al menor, no entendiendo lo que estaba pasando —¿A dónde lo vas a ir a buscar?

—Tengo que buscarlo, tengo que buscar a mi Ron, mi bebé me llama, necesito encontrarlos —decía Blaise al tiempo que empezaba a dar vueltas por la habitación—. Ellos están por ahí, me llaman, lo siento, tengo que ir, tengo que ir...

Aramis estaba un poco asustado por el comportamiento de su amigo —¿Qué ha pasado Blaise? Vamos cuéntame, yo te ayudaré —el moreno mayor se acercó lentamente al menor, pero cuando posó una de sus manos en el hombro del chico, este lo empujo.

—No, ¡No entiendes! ¡Tengo que ir! Algo pasó, algo pasó...

—¡¿Pero a dónde?! Blaise tienes que calmarte y contarme lo que está pasando, si no, no voy a poder ayudarte —comunicó Aramis mientras se ponía de pie.

—Me voy.

—¡No! ¡Desmaius! —exclamó rápidamente Aramis deteniendo las intenciones de Blaise. Si el moreno hubiese hecho una aparición en ese estado, era seguro que su cuerpo sufriría una despartición y eso era lo último que el cuerpo del menor necesitaba —Mierda, mierda... —el francés levitó al chico y lo colocó en la cama—. ¡Joder Blaise! ¡¿Por qué me has hecho hacer eso?!

 

 

18:30 p.m., En algún lugar de Inglaterra.

 

Ron y Rufo aparecieron en la sala de una antigua casa. El elfo estaba sujeto al vientre del pelirrojo, el cual se encontraba en un estado de shock.

—¿Joven? ¡Joven! —llamaba Rufo al pelirrojo, pero el chico seguía ahí de pie con los ojos muy aguados y mirando a la nada—. Tranquilo joven, Rufo ha protegido al bebé del amo —intentó tranquilizar el elfo al tiempo que se apartaba un poco de Ron.

Tras estas palabras, Ron pestañeó haciendo que las lágrimas abandonaran sus ojos, y después sostuvo su vientre intentando aliviar las ligeras punzadas que había estado sintiendo —Blay, el bebé de Blaise, mi bebé... —Murmuraba.

—No se preocupe, el bebé está bie-

Ron miró con rabia al elfo —Hijo de pu- —Se acercó de prisa hacía él y lo sostuvo por el cuello—. ¡Te dije que no nos aparecieras!

—Rufo lo siente, pero era nece-

—¡Más te vale que no le pasé nada a mi bebé o te mueres, maldito elfo! —exclamó enojado el pelirrojo al tiempo que lanzaba con dificultad a Rufo hacía el suelo.

—¡Rufo los salvó de ese perro! —Ron iba a contestar a la idiotez dicha por el elfo, pero cuando Rufo se puso de pie, el pelirrojo se percató de que la espalda del mismo tenía una gran herida. El cuerpo del pelirrojo volvió a paralizarse por el miedo y las lágrimas volvieron a recorrer sus mejillas, «Esa gran herida iba para mi vientre, para mi bebé», pensó. Pero, también el Gryffindor sabía que, aunque no hubo ninguna despartición, con solo cubrir su vientre no bastaba para evitar los daños que podría haber causado la apresurada aparición del elfo.

El elfo miró a Ron —Le dije que Rufo protegió al bebé.

Tras lo dicho por Rufo, Ron no hizo nada, solo se sentó en el sofá, siguió cubriendo posesivamente su vientre, en el cual las punzadas que anteriormente había sentido cesaron, y pensó, mientras miraba al elfo, si sería mejor dejarlo morir; él había asesinado a la noble señora sin ningún remordimiento e hizo una aparición sabiendo las consecuencias para su bebé, así que, porqué tenía que tener alguna lástima por él.

El chico quitó la mirada del elfo y la paseó por la estancia, deteniéndose en uno de los grandes ventanales, el cual estaba empañado por el frío, pero se podía visualizar como la nieve caía al suelo. Ron al ver esto, supo que moriría de congelación sin el elfo y su varita, por ello, de mala gana, se levantó del sofá y ayudó al elfo a sentarse en el mismo y luego empezó a buscar por la habitación algo para curarlo.

—Hace frío, ¿Crees que puedas encender la chimenea? —el elfo asintió y con un chasquido de dedos la vieja madera de la chimenea empezó arder con mucha dificultad.

—¿Dónde estamos?

—En una de las casas de vacaciones de la familia Zabini.

Ron trató de no mostrar su nerviosismo por lo dicho —Esa chimenea... ¿Conecta con alguna otra? —preguntó mientras se acercaba a los cajones para buscar algo con que curar al elfo.

—Claro, con todas las casas de la familia Zabini. —parecía que elfo ya le tenía confianza a Ron como para hablar sin prestar atención a lo que decía, y el pelirrojo aprovecharía aquello. La mejor estrategia era pretender que estaba agradecido con el elfo y hacerle creer que confiaba en él.

—Ya veo... Gra-Gracias por salvarnos —dijo con fingido agradecimiento.

—No hay de que, Rufo los protegerá hasta que los lleve con el joven amo y luego pueda avisar a la Señora. Así el joven no se enojará con Rufo y la señora lo premiará —dijo el elfo bastante orgulloso de lo dicho.

«Maldito elfo, solo lo haces por la recompensa, no porque aprecies a Blaise», pensó el pelirrojo.

—Sé que es una pregunta un poco tonta, pero... ¿La señora Zabini conoce todas las casas?

—Uhm, recuerdo que Giovanna le dijo una vez a Rufo que eran muchas propiedades las que el difunto amo tenía, incluso en lugares muggles, así que era imposible para la señora saber todos los sitios.

—Entonces... ¿Cómo es que esta chimenea está conectada a todas las demás?

—Por qué en sí, esta es la casa de vacaciones del difunto amo, no de la señora. Cuando el amo se encontraba en Londres mayormente se iba con el pequeño amo de excursión, la señora odiaba ir a la montaña o hacer algo que implicase esfuerzo, la ama prefería viajar a lugares donde hubiese tiendas o lujos.

—Eso quiere decir que ella no viene a esta casa.

—No, aún Rufo no ha podido comunicarle la ubicación de esta casa. Hace poco que Rufo la encontró. Por eso lo traje aquí, no ve que aquí no hay elfos y está muy sucia.

—¿Eso quiere decir que tú conoces todas las viviendas de los Zabini?

—No, Rufo sólo conoce algunas, pero Bartolo sí las conoce todas, era el elfo de confianza del señor, pero dice que su vejez ha hecho que no recuerde dónde están todas, pero le digo algo —el elfo se acercó con dificultad hacía Ron—: Giovanna y Rufo saben que Bartolo miente y que está ocultando las propiedades a la señora y también que el joven amo sabe dónde están.

—Uhm, ¿Como él las sabe y su madre no? —preguntó el pelirrojo, también aprovecharía para saber un poco sobre los asuntos familiares de Blaise, el moreno no era muy comunicativo cuando se trataba de los problemas de su familia, solo solía burlarse de los maridos de su madre, pero nada más. El pelirrojo no sabía cómo era la vida de su chico después que salía de Hogwarts.

—Porque la lectura del testamento fue individual... Fue una petición del difunto amo, la señora no sabe cuáles son las propiedades que le heredó el señor al joven amo aquí en Londres, sólo conoce las empresas en Italia.

Ron pudo relajarse un poco, ya que eso quería decir que por el momento estaba a salvo en aquella casa. Pero también debía tener cuidado con el elfo, tal parecía que era muy fácil de manipular, pero también cambiaba de opinión demasiado rápido.

—¿Por qué el Señor Zabini desconfiaba tanto de su esposa? Además, Blaise sigue siendo menor de edad, ¿No debería ser su madre la que se encargue de todo hasta que sea mayor de edad? —se arriesgó a preguntar el pelirrojo. Rufo lo miró con el ceño fruncido, lo que hizo que Ron se arrepintiera de preguntar, pero para su sorpresa el elfo contestó.

—Rufo llegó muy pequeño a la familia Zabini... Rufo no sabe mucho de la relación de los amos, pero Giovanna le dijo una vez a Rufo que, si alguien conocía todas las caras de la Señora, ese era el difunto amo, y... aunque la señora es la madre del joven, quien se encarga de las propiedades hasta que sea mayor de edad es su tío, el hermano menor del señor. Esa fue una de las peticiones del difunto amo en su testamento.

Por las palabras del elfo, Ron pudo llegar a la conclusión de que el Señor Zabini sabía que su esposa era una víbora, y por ello protegió a su hijo incluso después de su muerte.

—Pero sabe usted algo... —el elfo bajo su tono de voz, cómo si estuviera contándole un gran secreto a Ron— La señora no se lleva bien con la madre del difunto amo. Aimée le contó a Rufo que la unión mágica entre los amos no fue con la aprobación de la madre del Señor.

«Este elfo si es chismoso, debe ser algo de familia», pensó Ron mientras intentaba contener una pequeña sonrisa al acordarse de lo curioso «chismoso» que era su pareja.

—Pero si quiere a Blaise, ¿Verdad?

—¿Su nonna? —Ron asiente, aunque no supiese muy bien lo que significaba nonna (abuela)— Lo quiere a su manera, es más estricta que mi ama. El joven amo va algunos días del verano a Italia, pero se queda en casa de su tío.

—¿Eres italiano?

—Sí.

—Entonces... ¿Tú sirves solo a la madre de Blaise o a los Zabini ?

—Rufo es el elfo de la familia Zabini. Rufo sirve a la mansión Zabini.

Ron tomaría muy en cuenta las palabras del elfo y las usaría a su favor, Rufo no se había dado cuenta de que indirectamente le estaba diciendo que él sirve también a su bebé, el cual es el hijo de su amo y también un Zabini —Iré a la cocina a por agua —comentó Ron un poco más relajado por la conversación que había tenido con el elfo.

—No creo que haya agua, las tuberías deben estar congeladas.

—Tienes razón... pero debemos curar esa herida.

—No se preocupe, Rufo se curará él solo, solo espere a que tenga un poco más de fuerzas.

—De acuerdo... —dijo Ron no muy convencido, la herida no era para nada pequeña.

Después de esto, el pelirrojo se sentó al lado del elfo para descansar un poco y luego investigar la casa —Vamos muévete un poco, papá necesita saber que estás bien —el pelirrojo suspiró un poco aliviado tras sentir un leve movimiento en su vientre—. Es demasiado suave...

El elfo se acercó muy despacio hacia Ron —¿Debería moverse más fuerte?

Ron miró receloso al elfo, pero contestó a su pregunta —Debería...

 

 

18:50 p.m., Número 12 de Grimmauld Place.

 

Cuando Charlie y Bartolo llegaron al Número 12 de Grimmauld, se bajaron del coche inmediatamente sus ruedas tocaron la calle. Al salir del auto, el pelirrojo estaba confundido porque, aunque el sitió le resultaba conocido, el barrio era muggle.

—Disculpe que interrumpa sus pensamientos, pero entre esos edificios falta un número.

Charlie miró lo dicho por el elfo percatándose de que este tenía razón y luego sonrió —¡Cierto! —el pelirrojo recordó el sitió, cuando era más pequeño algunas veces traía a Ron—. Aquí vive el que pensé era el novio de mi hermanito

El elfo miró alarmado a Charlie —¡¿El señorito está engañando al joven amo?!

—¿Qué? No, no —Charlie ríe —Solo era un pensamiento que todos teníamos cuando éramos niños... Creíamos que tenía algo con Harry o con la otra chica... Eh... He-Hermione me parece que se llamaba. Pero tal parece que mi hermanito no es tan malo ocultando cosas.

Bartolo suspiró sonoramente en alivio —Ha asustado a Bartolo, no vuelva a decir esas cosas.

Charlie sonrió hacia el elfo —Tranquilo, no lo haré. Dudo que mi hermano engañe a tu amo, la manera en la que quería ir corriendo a buscarlo demuestra lo mucho que lo quiere... Pero no le digas a ese chico que yo lo dije —Bartolo devolvió la sonrisa a Charlie—. Bien Número 12, se bueno y déjanos entrar —pidió el pelirrojo. Cuando un mago sabía la ubicación del Número 12 y se acercaba a este, la casa empujaba a las casas laterales mostrándose.

Charlie y Bartolo subieron con cautela los escalones, luego el pelirrojo tocó un extraño timbre «una campana sonora» la cual hizo un gran ruido al ser tocada. No esperaron mucho tiempo para que la puerta fuese abierta.

—Buenas tardes, ¿Profesor?

—Buenas tardes Weasley, ¿A qué debo tu visita?

—Estamos buscando a Ron.

—Nosotros también.

—¿Eh? Pensé que...

—Vamos, pasen. Es mejor hablar dentro —dijo Severus mientras se echaba a un lado para dejar entrar a Charlie y a Bartolo.

Cuando todos estuvieron dentro de la casa, Severus los guió hasta la sala principal, en donde les pidió tomar asiento.

—Profesor, ¿Dónde está Ron?

—¿Sabes sobre el estado en el que se encuentra tu hermano?

—Sí, lo sé.

Severus miró un tanto dudoso a Charlie —¿Qué sabes?

—Uhm... no puedo decirle, no sé si estamos hablando de lo mismo.

Severus sonrió, Charlie siempre fue un chico muy precavido —Tu hermano está en espera.

—Pues sí, estamos hablando de lo mismo. ¿Eso tiene algo que ver con qué también lo estén buscando?

—Sí, Weasley huyó porque descubrí su estado.

—Tengo que enseñarle a mi hermano que la solución a los problemas no es huir.

—¿Eso quiere decir que el joven Ron corre peligro? ¡Debemos ir por él Señorito Weasley! —gritó alarmado Bartolo.

—Harry y Sirius ya han ido en su búsqueda, yo me he quedado aquí, aparte de por mi avanzado embarazo, por si él chico vuelve. Seguro que lo encontraran, Weasley dejó su varita y abrigo aquí, el cual tiene su-

—Espera, espera. Si dejo su varita y abrigo aquí, quiere decir que está afuera solo con...

—Lamento decirte que sí.

—¡Merlín! Bartolo ve donde Blaise y comunícale lo que-

—¿Ese elfo es de Zabini?

—Oh, mi culpa, no me he presentado. Desde que Bartolo es libre, se ha vuelto un poco maleducado. Mi difunto amo no estaría de acuerdo con ello.

—No pasa nada Bartolo, eres un buen elfo.

—Gracias Señorito Weasley.

—Puedes decirme Charlie, ahora estamos juntos en esto.

El viejo elfo se emocionó y en un impulso abrazó a Charlie —Gracias señorito Charlie, espero que le diga lo mismo al joven amo.

—Eh... Eso...

—Ejem —interrumpió Sirius —Entonces, ¿Eres o no?

—Sí, lo soy. Sirvo al joven amo Blaise.

—¿Eso quiere decir que Weasley no está con Zabini?

—No, no lo está —confirmó Charlie—. Bartolo será mejor que les avises.

—Espera, necesito hablar con Zabini. Avísales, pero tráelos contigo.

—No puedo hacer eso.

—¿Por qué no? —preguntó Severus.

—Porque... —Bartolo miró a Charlie con duda, el elfo no estaba muy convencido de contar a un extraño lo que sucedía con su muchacho.

—Profesor, él está...

—Su madre le hizo algo.

—¿Cómo lo sabe?

—Draco me contó que la mujer fue a su casa y le cuestionó sobre el paradero de Zabini. Por lo que no hay que ser muy listo para percatarse de que algo pasó entre él y su madre.

—Oh no, ya fue en busca del Señorito Draco. Va más deprisa de lo que pensábamos...

—¿Draco? Supongo que es amigo de Blaise.

—Sí, es el mejor amigo del amo.

—No nos desviemos del tema, ¿Qué le hizo a Zabini?

El elfo bajó la mirada y dijo—: Bartolo no pudo protegerlo... Fue atacado por Giovanna, tiene un brazo inmóvil y su cuerpo está aún débil por la pérdida de sangre y estar expuesto al frío.

Tras lo dicho Severus se levantó del sofá y pidió al elfo que aún no se fuera. Salió del salón y se encaminó a la habitación en donde tenía su laboratorio de pociones, allí tomó varios frascos y los guardó en un maletín. Luego se encaminó de vuelta a la sala.

—Los acompañaré —dijo Severus mientras se acercaba a la mesa y escribía en una hoja de pergamino un avisó para Harry y Sirius—. Me gustaría ver ese brazo e intentar ayudar a su cuerpo a recuperarse. Pero debemos ir hasta allí por otro medio de transporte, no puedo aparecerme.

Bartolo sonrió hacia Severus, esperanzado de que el hombre pudiera ayudar a su amo.

—Hemos venido en el coche volador de mi familia, si le parece bien podemos ir en el y Bartolo puede guiarnos hasta allí.

—Sí, me parece bien. Lo mejor es que nos vayamos.

—¿A dónde dices que vas sin mí, Severus? —cuestionó Sirius mientras entraba junto a Harry en la estancia.

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