
Chapter 18
16:35 p.m. Madriguera de la familia Weasley
Tras Charlie dejar el apartamento de Blaise junto a Bartolo, ambos se aparecieron de vuelta en la casa del pelirrojo. En el momento que se disponían a entrar a la casa, el mayor se percató de la llegada del coche volador sin ningún conductor, pareciéndole raro, se acercó al coche cuando este tocó suelo para cerciorarse de lo visto.
Cuando el pelirrojo se aproximó al coche pudo confirmar que estaba vacío; teniendo una idea de quién podía haberlo cogido, y sabiendo que si él entraba a su casa su hermano Bill no lo dejaría volver a salir, le detalló exhaustivamente todas las características de Ron a Bartolo, las cuales serían difíciles de confundir con sus otros hermanos y familiares.
La casa Weasley se encontraba muy movida, toda la familia estaba reunida ayudando a decorar la vivienda y preparando todo lo referente para la cena navideña. Era tanto el caos de hijos, nietos, cuñados y tíos que aún nadie se había percatado de la ausencia de Ron.
Fue fácil para Bartolo introducirse en la casa y confirmar en poco tiempo, gracias a las características dadas por Charlie, que Ron no se encontraba en ella.
—El joven Ron no está en casa Señorito Weasley —comunicó el elfo cuando apareció junto a Charlie.
—Deja esta nota en la cama de Ron, por favor, evitará que mamá se vuelva loca hasta que le encontremos, y sepa lo de su embarazo, claro...
—Su madre entenderá Señorito.
—Eso espero... ojala no me odie por mentirle —Charlie entregó la nota a Bartolo, este la tomó e hizo una aparición dentro de la habitación de Ron dejando la misma en la cama del pelirrojo menor y después apareció de vuelta junto al chico.
—Okey, coche... Por casualidad no habrás llevado a Ron a algún lado, ¿Verdad? —el coche retrocedió tras lo dicho por Charlie a la par que sus luces parpadeaban—. ¿Eso es un sí? —Las luces volvieron a parpadear provocando que el pelirrojo sonriera y luego se acercara al coche para entrar en el—. Entra tú también Bartolo.
Sin esperar palabra, en el momento que Charlie y Bartolo entraron al coche, este se separó del suelo y empezó a volar.
—¿Vas a llevarme a dónde está Ron? —preguntó Charlie al coche, el cual hizo un gran ronroneo de motor—. Gracias...
16: 40 p.m. Mansión Zabini
Una vez Evie volvió a casa, uno de sus elfos le informó que su marido ya se encontraba en la mansión. Antes de ir junto a él, llamó a Jeamper y a Aimée, ambos elfos se aparecieron a la vez delante de la señora.
—El espejo está cerca de Lurgashall, ahí tiene que estar Aramis y mi hijo. Quiero que encuentren en donde se esconde, no será sencillo, el chico es muy listo... Sus padres son la prueba de ello, así que cuando lo encuentren no se enfrenten a él, simplemente volver y comunicarme dónde se encuentra el hogar de mi preciado ahijado.
—Entendido ama —dijeron los elfos al unísono y luego desaparecieron.
—¿Amor...?
Antes de Evie voltear hacia su marido, la expresión en su rostro dio un cambio drástico: relajo su fruncido ceño, puso un rostro afligido con ojos acuosos y luego volteó.
—Thom... —el hombre se alarmó al ver el rostro de su amada, por ello fue de manera rápida hacia ella atrayéndola en un abrazo protector.
—¿Qué ha pasado?
—Es Blaise.
—¿Qué pasa con él? —Thom sujetó con suavidad el rostro de su esposa.
—Se lo han llevado.
—¡¿Qué?! ¿Quién?
—No lo sé... ¡Se han llevado a mi pequeño, Thom, se lo han llevado! —Evie empezó a llorar.
—Tranquila, tienes que decirme ¿Por qué crees que se lo han llevado?
—Su habitación estaba hecha un desastre, puse a Giovanna a limpiarla y encontró un rastro de sangre en una esquina, y Rufo halló sangre cerca de los grandes árboles, ¡No sé qué haré si le pasa algo a mi bebé!
—No va a pasarle nada, yo me encargaré de encontrarlo —comunicó Thom mientras acercaba a Evie más hacia él y acariciaba su espalda.
—¿Lo harás? ¿Encontrarás a mi bebé?
—Lo haré, te lo prometo —dijo Thom. Evie tomó con sus manos el rostro del hombre, besó suavemente sus labios y luego enterró su cabeza en el hombro del mismo para así evitar que viese la curva que había iniciado en sus labios.
17:20 p.m., Número 12 de Grimmauld Place.
Dejando atrás la decepción, Draco se dedicó a decirle a su padrino y a Harry los lugares en los cuales podía estar Blaise.
Cuando el moreno nació, el señor Zabini creo una cuenta en el banco a nombre de su hijo, para que el moreno dispusiese de dinero en el momento en que supiese el valor del mismo o por si algún día llegase a ocurrirle algo su hijo contase con un fondo para él apartado del de su madre.
Después de que el padre de Blaise muriera y su madre le obligase a formarse para las empresas Zabini, el Slytherin aprendió a invertir; utilizó sus ahorros para comprar propiedades en Italia y también para comprar lugares donde esconderse de su madre en Inglaterra.
—Bien, ya hemos colocado en el mapa los sitios en los que puede estar Zabini según nos dijo Draco... pero la mayoría, por no decir todos, están fuera de Londres y de Inglaterra. No será fácil trasladarse hacia esos lugares en plena víspera navideña —dijo Severus mientras bufaba.
—Tú no podrás hacerlo por el embarazo Severus, pero yo puedo hacerlo.
—No creo que sea lo mejor Harry, ese chico tiene demasiados escondites y con este clima... Como se nota que le sobra el dinero y que no le gusta estar en su casa.
Harry bufa —Tienes razón, pero algo debemos hacer.
—Mejor es rastrear los alrededores con el perro y si no lo encontramos pasaremos al mapa.
—De acuerdo.
En ese instante Sirius hacía acto de presencia.
—¡Hola, familia! —exclamó Sirius mientras se acercaba a Severus y depositaba un suave beso en sus labios. Después volteo hacia su ahijado y acarició su cabeza —¿Por qué esas caras en plena víspera navideña?
—Estábamos esperando a que llegaras —comunicó Severus.
—¿Qué ha sucedido? —Sirius se puso serio al reconocer el tono que Severus siempre utilizaba cuando algo iba mal.
—Necesitamos que rastres a Ron, padrino.
Sirius miró confundido a Harry —¿A Ron? ¿Por qué?
—Es que... —Harry miró a Severus y este negó con la cabeza— Se enojó conmigo y salió corriendo dejando su varita aquí y tengo miedo de que le haya pasado algo.
—Oh, entonces debemos ponernos en marcha, ya empezó a lloviznar y el rastro empezará a perderse —Inmediatamente dicho esto, Harry y Sirius se pusieron en marcha para buscar a Ron. Severus se quedó en casa, aparte de por su avanzado embarazo, por si el pelirrojo volvía.
17:30 p.m. En algún lugar de Londres.
Después de Ron terminar su chocolate y arrasar con el plato de galletas, la señora y él se trasladaron a la sala de aquella casa en donde estuvieron hablando sobre el embarazo de Ron.
—¿Cuánto tiempo tienes?
—Hace pocos días entré al sexto mes.
—El mes de las dudas —la señora le sonríe hacia el pelirrojo.
—Sí... Muchas dudas —Ron sonríe hacia la señora.
—¿Te ha visto un medimago?
—Sí, tengo un amigo, no tan amigo, que lleva mi embarazo.
—¿No tan amigo?
—Es amigo de Blaise, más que mío, pero es un buen chico.
—Y... ¿El bebé va bien?
—Sí, creo que sí...
—¿Por qué crees? ¿Qué te preocupa?
—Se ha estado moviendo mucho últimamente.
—Pero eso es muy normal en estas semanas de embarazo, malo sería si no se moviese.
—Lo sé, pero sus movimientos son... Es cómo si estuviera muy inquieto.
—¿Crees que lo hace por algo en especificó? —preguntó la señora al tiempo que empezaba a acariciar la mejilla de Ron.
—No sé si me estaré volviendo loco, pero... siento que lo hace por Blaise.
—¿Crees que te está intentando avisar de algo?
Ron asiente y baja la cabeza apenado —Es tonto, ¿Verdad?
—No lo es. Sé que es una pregunta muy personal, pero... ¿Los dos son sangre pura?
Ron vuelve la vista a la señora con curiosidad —Eh, sí, sí lo somos.
—Pues ahí está tu respuesta.
El pelirrojo mira a la señora con confusión y luego dice—: No la estoy entendiendo, ¿Qué tiene que ver que seamos sangre pura?
—Todas las uniones son buenas, independientemente de la pureza de la sangre, pero tampoco podemos obviar que las uniones entre magos sangre pura son poderosas —dijo la señora mientras acomodaba el pelo de Ron— Si le está sucediendo algo a tu chico y el bebé intenta avisarte, es por la gran conexión que hay entre ustedes.
—Eso es... él me dio de su magia porque el bebé estaba absorbiendo la mía, ¿Puede ser por eso?
—Uhm... Sí y no. Sí tu medimago permitió que ese chico te diera de su magia es porque sabía que tu cuerpo no la rechazaría, ya que permitió que la magia de ese chico pasee junto a la tuya.
—Disculpe, pero no la estoy entendiendo.
La señora conjuro unos cojines para que ambos se acomodaran mejor en el sofá —A ver si me explico mejor... Tu magia es parte fundamental de ti, de tu ser como mago... Si a tu parte maga no le agrada la intrusión de otro ser, es decir de otra magia, la rechazará inmediatamente. El que hayas llegado con éxito a los seis meses es prueba de que la magia de ustedes congenia... Y si ese bebé siente lo que su otro padre pasa es porque sus seres, la magia tuya y la de ese chico, están en armonía y conectada por medio de tu pequeño.
—Entonces... ¿Él bebé es nuestra conexión?
—Sí, lo es. Tienen mucha suerte, no todos podemos lograr eso sin una unión mágica de por medio... Mi embarazo no fue complicado gracias a que ese hombre y yo nos unimos mágicamente y eso permitió que mi pequeña naciera sin ningún tipo de complicación ni riesgo, aunque él nos abandonara.
—Eso quiere decir que puedo utilizar esa conexión para... —Ron sonríe al percatarse de la posibilidad de que eso fuese posible, pero rápidamente un pensamiento hace que su sonrisa desaparezca—. ¿Si la magia de Blaise no hubiese sido compatible con la mía el bebé hubiese mu-muerto?
—Aunque suene horrible, puede ser, pero no todos los cuerpos son iguales, algunos embarazos simplemente son de riesgo, pero llegan perfectamente a término; sin embargo, si el cuerpo del mago lo considera un intruso, sintiendo un gran rechazo, la magia acabaría con el pequeño, inclusive antes de formarse.
Ron tragó con dificultad —Y si hay rechazo... ¿Qué le sucede al mago?
—Su cuerpo puede quedar resentido y existen altas probabilidades de quedar estéril, o en casos más extremos, acabar con su vida.
—Nunca nos han hablado sobre ello...
—Y no lo harán. Todos esos magos tradicionales prefieren que esos jóvenes mueran por ser, según ellos, desobedientes antes que permitirles unirse. Además, no hay algo más deseado que lo prohibido Ron —la señora suspiró—. Al Ministerio le encanta prohibir y tener el control sobre todo... Pero no me mal intérpretes, tampoco digo que deban ser padres jóvenes, no, cada mago debería darse el tiempo de conocerse y terminar sus estudios para poder llevar a cabo ese tipo de compromiso... pero si sabes que aun así lo van a practicar, ¿No crees que lo mejor es concientizar para que lo hagan de manera segura, y así evitar un posible embarazo y las consecuencias del mismo, en vez de adoctrinar y prohibir?
—Sí... Yo... Lo siento, sé que deberíamos haber-
—No te disculpes Ron y menos con esta anciana. Los errores son parte de las experiencias, si no nos equivocamos ¿Cómo aprendemos? Además, lo importante, según lo que me has contado, es que ambos están dispuestos a llevar todo esto juntos... y con esa carita de enamorado ya me quedó claro que mi nieto no tiene ninguna oportunidad.
Ron sonrió hacia la señora agradecido, había sido la única persona, aparte de Blaise y Aramis, con la que pudo hablar sin miedo sobre el tema.
—Esta charla ha sido muy intensa, mejor voy a por algo de comer, ¿Te apetece?
Ron le ofreció una gran sonrisa a la anciana —Por supuesto, ya volvemos a tener hambre.
—Pues comida aquí no les va a faltar —dijo la señora mientras reía y caminaba en dirección a la cocina.
Pasaron unos minutos y la señora volvió a la sala con dos platos de estofado flotando a su alrededor. Cuando ambos platos se posaron en la mesa, la anciana hizo una señal con la cabeza hacia Ron para que se le uniera.
Una vez sentados en la mesa, mientras esperaban a que se enfriara un poco la comida, la señora no pudo evitar preguntar a Ron sobre su familia ahora que el chico estaba más relajado ante su presencia.
—Sé que no quieres hablar de ello, pero me da curiosidad saber si un chico como tú no tiene alguien que vele por ti, a parte de tu res-pon-sa-ble novio, claro.
Ron la miró con un poco de diversión en su rostro por lo dicho y luego contestó—: Sí, creo que los tengo.
—Uhm, eso no sonó muy convencido.
—Mi mejor amigo... Él sí me apoya, a su manera—Ron ríe entre dientes—. Sigue estando ahí a pesar de que yo lo alejo...
—Eso suena a muy buen amigo.
—Lo es.
—¿Y tu familia?
—No estoy muy seguro... mi hermano Charlie no reaccionó muy bien y mi madre... Yo sería el primero de la familia en tener un hijo fuera de una unión mágica... Ella siempre nos recuerda lo lindo de las uniones, así como lo hicieron ella y papá. No sé si ella...
—Algo importante que debes recordar pequeño, es que debemos estar junto a quienes de verdad quieran estar, esos son los importantes...Pero tampoco te adelantes a los acontecimientos, primero debes darle la oportunidad a tu madre antes de decidir por ella. Por ahora, debes aferrarte a las personas que saben sobre ello y te apoyan, como ese amigo tuyo. Deja de alejarlo, en estos momentos lo necesitas más que nunca.
—Lo intentó, no sé por qué lo alejó... simplemente estoy ahí y quiero contarle todo, pero al mismo tiempo también quiero alejarme.
La señora se percató de la tristeza en la voz del pelirrojo, por ello de inmediato se acercó a Ron y lo abrazó —Tranquilo pequeño... Estas en esos meses, eh —la señora dejó salir una suave risa —recuerdo cuando esperaba a mi pequeña, no quería que nadie estuviera cerca, los odiaba a todos, pero, aunque no los quería cerca, ellos, mis amigos y mi madre, no se alejaron... Seguro que ese chico no se alejará.
—No quiero que lo haga.
—Uhm... pues deberías hablar con él de lo que te sucede, no siempre hay que esperar a que sea el otro que venga por nosotros.
—Lo sé... pero mi cabeza y mi cuerpo no se ponen de acuerdo.
La señora vuelve a reír mientras acariciaba la cabeza del pelirrojo —Que contradicción... ¿Tienes muchos cambios de humor?
—Blaise tendría una rápida respuesta a esa pregunta —Ron ríe entre dientes.
—Se oye muy bonito cuando ríes...
Antes de que la señora pudiera volver a su asiento, un gran destello rojo impactó en su espalda tirándola al suelo, mientras que otro fue directo hacia Ron, pero la señora lo desvió con su varita. Ron intentó ayudar a la anciana a levantarse, pero otro destello salió de la oscuridad e intentó alcanzarlos; por suerte, lograron esquivarlo. En un rápido movimiento el pelirrojo arrastró como pudo a la señora hacia detrás de uno de los sofás.
— ¿Quién nos ataca?
—Es imposible que... alguien haya entrado... el único aquí aparte de nosotros es aquel elfo —dijo con dificultad la señora.
—Pero debería estar atado.
—Parece que lo hemos subestimado...
—¡No van a burlarse de Rufo! ¡Rufo no puede fallar a su ama! ¡Por su culpa el apellido Zabini se ensuciará! —vociferaba el elfo mientras lanzaba hechizos a diestra y siniestra en dirección al sofá donde se encontraban Ron y la señora.
—Es un elfo joven y está desesperado porque lo hemos descubierto... Debemos aprovechar su falta de experiencia para engañarlo.
—Pero, ¿cómo? No tengo varita y usted no puede...
—Abriré la puerta y ¡Ah! —la señora deja caer su cuerpo hacia Ron por el dolor—. Deberás salir corriendo hasta ella, así el elfo se distrae y yo lo ataco.
Ron dudó por un segundo, pero no tenían mayores opciones, por lo que asintió hacia la señora, y esta le sonrió y acarició el rostro.
—Bien... a la cuenta de tres. Uno... Dos y... ¡Tres! —Ron salió detrás del sillón y corrió hacia la puerta, la cual empezó a abrirse.
Todo pasó muy rápido: Ron corrió hacia la salida, el elfo se percató de la acción y lanzó un gran destello rojo hacia el pelirrojo, pero la señora, en un rápido movimiento, lanzó el hechizo «Protego» hacia Ron y «Everte Statum» hacía el elfo.
El pequeño elfo voló por los aires y se estampó contra la pared, mientras que el destello rojo rebotó en la protección que lanzó la señora hacia Ron yendo en dirección de la misma y dando de lleno en su espalda.
—¡NO! no, no, no... —gritaba el pelirrojo deteniendo su carrera hacia la puerta y volviendo hacia atrás a donde estaba la señora, la cual yacía en el suelo con sus preciosos ojos azules muy abiertos mirando hacia la nada.
—¡Por favor no! ¡Usted no! —exclamaba Ron mientras sacudía el cuerpo inerte de la señora.
En ese mismo instante, el elfo empezó a levantarse con dificultad obligando a Ron a tomar una de las decisiones más difíciles que había tomado en su vida. El Slytherin miró por última vez a la señora, se levantó rápidamente y corrió hacia la puerta, pero fue en vano; antes de llegar a ella, esta se cerró frente a su cara solo dándole tiempo a ver, por milésimas de segundos, aun gran perro negro aparecer frente a la entrada del jardín de la casa.
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Gracias al olor impregnado en el abrigo de Ron, Sirius pudo percibir el rastro dejado por el pelirrojo. Después de entrar por varios callejones, ambos hombres llegaron al parque donde anteriormente Ron se había sentado, pero en ese mismo instante la lluvia empezó a caer con más fuerza. El animago ladró hacia el moreno para que lo siguiera y no perder el rastro con la lluvia.
El gran olfato de Sirius permitió que llegara hasta una casa de estilo Victoriano en donde el olor del pelirrojo se hacía más intenso. Sirius entró corriendo en dirección a la puerta de aquella casa al ver a quien creyó era Ron dentro de la misma, pero aunque aumentó el ritmo, la puerta se cerró antes de siquiera pudiese atravesar el jardín.
De inmediato Black se transformó volviendo a su forma humana y volvió hacia a la entrada a donde llegaba un jadeante Harry.
—¡Por Merlín Sirius! Toma, ponte la ropa.
—El chico está ahí dentro —enunció Sirius mientras se colocaba los pantalones.
—¿Cómo lo-?
—Hay que sacarlo de ahí, ¡Pero ya! Vi como venía corriendo hacia la puerta antes de que esta se cerrará.
—Oh no...
Sin perder tiempo Sirius y Harry se acercaron a la vivienda e intentaron abrir, romper y despedazar la puerta, pero esta no cedía, por ello se trasladaron hacia las ventanas y las paredes y lanzaron los hechizos que conocían, pero no fue posible, todos eran repelidos, la casa estaba fuertemente protegida.
—¡Rooooonnn! ¡Roonnnn! —empezó a gritar Harry en desesperación.
—La casa está encantada... Los encantamientos son complejos... estamos tratando con alguien muy experimentado, Harry.
—¿Cómo entraremos? Debemos entrar, ¡Roooonnn!
Los gritos de Harry provocaron que salieran varios vecinos curiosos, para ver lo que estaba sucediendo.
—Estamos llamando demasiado la atención Harry y este es un barrio de Muggles.
—Lo sé padrino, pero es que Ron está ahí y... —Harry había empezado a llorar de impotencia.
Sirius se acercó a Harry y lo abrazó — Este no es mi fuerte... Debemos buscar a alguien que pueda ayudarnos.
—¡Severus! él seguro sabrá qué hacer.
—¡NO!, no pienso traer a mi pareja embarazada para enfrentarse a saber que demente.
Harry miró a su padrino, el hombre tenía razón, el profesor Snape estaba en su último mes de embarazo y debía descansar.
—Tienes razón... Pero no podemos quedarnos aquí sin saber si le puede estar haciendo daño a Ron.
—Lo sé, pero en estas fechas es difícil, la mayoría de mis amigos están de vacaciones fuera de Inglaterra con sus familias. Lo siento ahijado, pero ahora mismo no se me ocurre a quien podemos recurrir.
Harry bufó frustrado por lo dicho por su padrino. Hace unos minutos que había empezado a llover a cántaros, por lo que debían darse prisa en tomar una decisión. El moreno estuvo unos minutos dando vueltas en círculo en la entrada de aquella casa pensando a quién podría contactar para que quitase aquellos encantos.
—¡Ya sé! Hermione podrá ayudarnos, seguro que estará muy ofendida si sabe lo mucho que he tardado en llegar a ella.
—Entonces ve a por ella Harry, yo cuidaré la casa.
Estando ambos chicos de acuerdo, Harry al conocer con detalles la casa de Hermione se atrevió a hacer una aparición y así no perder tiempo. Mientras que Sirius volvió a su forma animaga para vigilar y poder rodear de manera más rápida la casa.
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Una vez la puerta se cerró frente a la cara de Ron, el pelirrojo salió corriendo hacia la cocina para evitar que el elfo lo atacara.
Tras cerrar la puerta, Rufo se terminó de levantar del suelo y se dirigió con pequeños pasos hacia donde vio entrar al pelirrojo.
—¡Salga de su escondite, Rufo tiene que vigilarlo! —gritó el elfo entrando a la cocina y buscando con la vista a Ron, el cual se había escondido detrás de la isla de la cocina.
—No puedo decirle a mi ama que no he cumplido con mi misión, ella le dijo a Rufo que vigilara, ¡Pero ustedes lo arruinaron todo! —decía el elfo a la par que golpeaba su frente con la palma de su mano—. No debían darse cuenta de que Rufo estaba allí, todo debía ser un secreto...
Ron veía en silencio como el elfo desvariaba en desesperación.
—A Rufo le costó mucho encontrarlo, tuvo que seguir ese auto volador todo el tiempo ¡Sabe lo difícil que es eso! —cada que el elfo caminaba por la cocina Ron se arrastraba lentamente hacia la puerta para poder intentar salir de aquella estancia. En el momento en el que se percató de que el elfo le dio la espalda al sitio donde él se encontraba, corrió hacia la puerta, pero el elfo se percató y se apareció frente al pelirrojo tomándolo del cuello y tirándolo al suelo.
—Rufo no quiere hacerle daño ¡Pero usted no se queda quieto!
—¡Suéltame elfo!
—El joven amo Blaise debería haber pensado mejor el embarazarlo, a la señora no le gusto eso —Ron miró sorprendido al elfo, ahora confirmaba que la Señora Zabini sabía sobre su embarazo.
—Ella... ¿Sabe que estoy embarazado? —preguntó con dificultad por el agarre en su cuello.
—Sí —Rufo miró el vientre de Ron, el pelirrojo quitó su agarre de las manos del elfo que anteriormente había puesto para quitar presión sobre su cuello y las colocó en su vientre con posesividad— ¡Ese niño deshonrará a la familia Zabini! Si Rufo lo elimina... puede que la señora lo premie —dijo el elfo con una gran sonrisa por su idea.
—¡No! no deberías hacer eso.
—¿Por qué? Si ese bebé no está, todo volvería a la normalidad y el joven volvería a casa.
—¡No volverá!
—¡Si lo hará!
—¡Si le haces daño a su bebé te odiara!
—¿Odiar? ¿A Rufo? ¡No, cállese! —exclamó con enojo al tiempo que apretaba el agarre en el cuello de Ron—. ¡Él es el nuevo Señor Zabini, él no va a odiar a Rufo!
—Sí... l-lo hará... Si matas... —intentaba decir Ron, pero el agarre se intensificaba cada vez que intentaba hablar. El pelirrojo ya se había dado cuenta de que el elfo le tenía miedo a Blaise, por lo que aprovecharía ese detalle a su favor—. Si matas... a su bebé... Te odiara.
El elfo soltó el cuello de Ron y empezó a dar vueltas por la cocina mientras gritaba desesperado. Esto permitió que Ron pudiera recuperar el aliento, aunque no tan rápido como él hubiese deseado.
—¡El joven no puede odiar a Rufo!¡Él no va a odiar a Rufo! ¡Mientes, mientes! —Ron aprovechó la distracción del elfo y salió corriendo con dificultad hacia el salón en busca de la varita de la señora, ya que no le quedaban más opciones, rogaba porque la varita no lo rechazara. Pero cuando tomó posesión de ella, el elfo apareció a sus espaldas.
—¡Le dije que se estuviera quieto!
Ron se volteó rápidamente y lanzó un hechizo hacia al elfo no muy poderoso por miedo a lo que sucedería, pero su temor se volvió realidad, el hechizo se volvió hacia él y lo lanzó hacia atrás haciendo que se fuera en dirección hacia la pared. Antes de chocar con ella, el elfo detuvo el retroceso evitando el choque. Ron, aún asustado porque pensaba que chocaría contra la pared, miró al elfo con confusión.
—Rufo no quiere que el joven lo odie... Lo llevaré con la Señora.
—No, no, no, espera... ¿Rufo? Era Rufo, ¿verdad?
—Sí, mi nombre es Rufo.
—Veras Rufo, si me llevas ahora con tu Señora a Blaise no le gustará.
El elfo lo miró confundido —Ella me mandó a vigilarlo, ella sabe lo que es mejor, es una bruja muy sabia.
—Sí, la señora Zabini es muy sabia, pero primero tienes que llevarme con Blaise —Ron estaba intentando aprovechar las dudas que antes había plantado en el elfo. La anciana tenía razón, el elfo era muy joven e inexperto, eso sería un punto a su favor.
—¡No! la señora dijo que le avisara si se encontraba con el joven.
—Entonces solo dijo que le avisaras no que me llevaras con ella.
—Eh... sí, pero...
—Sí me llevas con Blaise, luego puedes ir con ella y avisarle que me reuní con él —dijo el pelirrojo haciendo que el elfo cayera en su trampa y empezara a pensar en lo dicho—. Seguro que te premiará... —el elfo lo miró y en su cara apareció una gran sonrisa. «Caíste, idiota», pensó Ron.
—Tiene razón... seguro será un gran premio.
—Sí, uno muy grande por tu gran labor.
—Está bien, busquemos al joven amo —dijo Rufo a la par que tomaba la mano de Ron.
—¡No, espera! no puedo aparecerme, eso haría daño al bebé.
—Oh, no lo sabía... uhm, ¿Cómo buscaremos al joven amo? Es más fácil aparecerse.
—Abre la puerta y vamos en busca de mi coche volador.
—¡Buena idea! Es un joven muy listo.
—Gracias... —fingió Ron gratitud hacia el elfo mientras sonreía —Vamos, abre la puerta.
El elfo chascó los dedos y la puerta empezó abrirse lentamente, Ron sonrió por ello, iba a poder escapar de aquel elfo tonto. En el momento en que la puerta se abrió por completo, elfo y mago empezaron a salir de la casa. Una vez fuera de ella un ladrido detuvo el paso de Ron.
Ron miró hacia el sitio de donde provenía el sonido encontrándose con un gran perro negro —¡Sirius! —el pelirrojo lo reconoció e iba a correr hasta él, pero el elfo lo detuvo.
—¿Qué es eso? ¡Debemos huir!
—¡No! E-Es amigo de Blaise, él nos llevará hasta él.
El elfo miró al animago, el cual se acercaba muy lentamente con una mirada fiera.
—Me parece que se ha confundido... ¡Debemos huir! —el elfo tomó de la mano a Ron e intentó que corrieran, pero el chico se resistió. Sirius al percatarse de la acción corrió rápido hacia donde el pelirrojo, pero por mala suerte Rufo se percató y se sujetó al vientre de Ron al tiempo que chasqueaba sus dedos. Elfo y mago desaparecieron antes de que Black pudiera impedirlo.