
Chapter 17
24 de diciembre. Hogwarts, despacho del director Dumbledore
—Al mediodía recibí una carta de la Señora Zabini, quiere reunirse conmigo... sus palabras no fueron muy amables.
—¿Qué haremos Albus? Aunque me pidió que los vigilara, me negué aceptar que de verdad estaba sucediendo... El colegio ha vuelto a ser víctima de un atentado contra el honor.
—No podemos hacer mucho Minerva, solo lo de siempre.
—¿Lo de siempre?
—Hablaré con la Señora Zabini... Hay que convencerlo para que no continúe, aunque su cuerpo lo acepte. Lo mejor es que siga centrándose en sus estudios y que no se complique la vida, ni complique la del colegio.
—¿Y la Señora Weasley? No sé si ella estará de acuerdo...
—Lo estará... tiene varios hijos y ninguno ha deshonrado a su familia, todo lo contrario, han sido chicos de muchos logros, dudo mucho que permita que este lo haga.
—¿No crees que estas siendo un poco duro con ellos? Es cierto que los chicos han estado-
—Minerva, desde muy pequeños se les da charlas sobre educación sexual, recalcándoles la ilegalidad de tener una unión mágica y concebir antes de los 19 años; por ello no se puede dar el diagnóstico de si son o no fértiles hasta pasada aquella edad. Así que no veo ninguna dureza en mis palabras, ambos han sido unos irresponsables.
—Educación sexual... No sé si se le puede llamar así... Tampoco se les concientiza sobre la gravedad de un embarazo sin una unión, ni se les enseña métodos de protección.
—¿Para que enseñarles métodos de protección? ¡No deben practicarlo! Con saber que está prohibido y que no es tolerado en el mundo mágico debería ser suficiente.
—Solo son unos niños...
—No tan niños. Tanto Weasley como Zabini han estado practicando cosas de adultos, por lo que deben responsabilizarse por lo cometido y la mejor opción para ellos es terminar con aquel embarazo.
—¿Y si ya no se puede interrumpir?
—Sabes qué es eso o el destierro en conjunto con su eliminación del árbol genealógico, conviniéndolos en una deshora y vergüenza para sus familias y el mundo mágico. Además... Siempre se puede interrumpir.
—¡¿Qué?! Eso último... —Minerva miro incrédula al director por lo dicho. Es cierto que la profesora sabía lo horrible que podían ser las familias de sangre pura cuando alguno de sus hijos intentaba manchar el honor de su familia, situación que no pasaba con la mayoría de las familias mestizas. Pero, esta era la primera vez que MacGonagall estaba involucrada de lleno en este tema, las anteriores veces el director apartaba a todos los profesores y se hacía cargo él, y sorpresivamente todos los intentos contra el honor a Hogwarts se quedaban así, en intentos. La realidad era más cruel de lo que la mujer pensaba—. ¿Por qué esta vez sí me hace parte de esto? ¿A cuántos estudiantes ha obligado a esto director? ¡La seguridad de nuestros estudiantes debe estar por encima de todo Albus!
—Tranquilícese, un embarazo sin una unión mágica ya de por sí es un riesgo, yo solo les ofrezco una mejor solución.
—¿Solución? No hable como si una vida fuera un problema.
—Para sus familias si lo es. Desde el momento en el que quieran tener ese niño sus vidas se volverán horribles... Son menores, y por lo tanto no tendrán derecho a nada: ni a un trabajo, ni a una vivienda, y sus cuentas del banco pueden ser congeladas por sus familias... Al cometer una ilegalidad, la cual puede ser denunciada de manera privada en el ministerio, su magia empezará a ser rastreada, por lo que no les quedará más remedio que pasarse la vida huyendo... Y ya si hablamos del trato que recibirán por el mundo mágico...—Minerva miró con los ojos muy aguados al director debido a la gran impotencia que estaba sintiendo mientras el hombre decía aquellas barbaridades, las cuales ella sabía que no eran mentiras—. Además, Minerva, usted bien sabe lo que sucederá si las familias los atrapan.
Era un secreto a voces que en el mundo mágico muchas familias preferían encerrar a sus hijos o acabar con sus vidas y la de su respectiva pareja que permitir tal deshonra, y lo peor del caso es que el ministerio es cómplice de aquellas prácticas al saber que suceden y guardar silencio. Además, sus gobernantes, el ministerio de magia, comparten aquel pensamiento retrogrado.
Minerva no podía aguantar más todas las horribles verdades que salían de la boca del profesor, y de las cuales el hombre parecía estar a favor. La mujer dudaba de si ese era de verdad el Albus Dumbledore que ella conocía; esa posición por proteger al colegio sin importar la seguridad de los niños no debería ser la de un verdadero director de Hogwarts.
—Sera mejor que vuelva a mis labores. Si me disculpa director.
—Por supuesto profesora, ya veo que no será parte de esto... No comente con nadie lo que hemos estado hablando, lo mejor para todos es-
—Claro, para todos... —interrumpe la profesora —. Descuide, no lo diré, y por supuesto que no seré parte de esto —Minerva dio una última mirada desaprobatoria hacia el director, el cual ni se inmutó, y luego salió apresurada del despacho.
14:50 p.m. Madriguera Weasley.
Después de mucha búsqueda y preguntas a algunos magos, Bartolo pudo dar con la ubicación exacta de la familia Weasley e entró a la casa con mucho sigilo intentando que no lo descubrieran.
—Encontraste a Charlie, Bill.
—No, mamá.
—¿Buscaste en las habitaciones? seguro se habrá escondido en algún armario.
—Sí, ya busqué en to... Ah, no, me falta la habitación de Ron.
«¿Ron?, ese es el nombre de la pareja del joven amo. Solo tengo que seguir a este chico hasta allí», pensó encantado Bartolo.
Bill siguió subiendo las escaleras hasta el piso superior en donde se hallaba la habitación de Ron al tiempo que Bartolo lo seguía. Una vez el pelirrojo llegó a la puerta, intentó abrirla, pero esta estaba cerrada.
—Este Ron... mínimo esconde millones de galeones como para cerrar la puerta con magia —Bill respetaba mucho la privacidad de sus pequeños hermanos, por lo que, si Ron cerró la puerta, él no la abriría, esperaba que no hubiese sido Charlie tratando de engañarlo.
Por otro lado, el elfo vio una oportunidad cuando Bill se alejó de la puerta y empezó a bajar las escaleras. Inmediatamente, Bartolo abrió la puerta importándole poco la privacidad de la que hablaba el pelirrojo. La puerta estaba trabada con el hechizo Fermaportus, el cual era de fácil contra encantamiento.
Una vez abierta la puerta, el elfo no perdió tiempo y se introdujo en la habitación, allí se encontró con un chico tirado en el suelo, con los ojos muy abiertos y el cuerpo paralizado.
—Oh, no ¿Qué le han hecho a la pareja del joven amo? —el elfo se acercó al pelirrojo, analizó su condición y llegó a la conclusión de que lo habían petrificado. De inmediato, se aproximó a Charlie y llevó a cabo un finite incantatem haciendo que Charlie volviera en sí.
—¡No!
—No se asuste joven, vengo a por usted —intentó tranquilizar el elfo mientras se acercaba a Charlie.
—¿Qué? ¿De qué hablas?
—El joven amo Blaise ha sufrido un... Necesita de su presencia.
—Oye, no sé quién eres y tampoco sé quién es-
—No debemos perder tiempo, señorito Ron. Debemos alejarlo de la señora.
—¿Ron?, Oh... —Charlie se dio cuenta de lo que estaba sucediendo, el elfo lo estaba confundiendo con su hermano. —Ron... —susurró e inmediatamente los recuerdos de lo sucedido horas atrás llegaron a su mente: Ron, movimiento en su vientre, embarazo, hechizo y luego todo negro —¿A dónde dices que me vas a llevar elfo?
—A casa del padre del joven amo.
—¿Joven amo?
—Sí, el joven amo Blaise... Oh, mis disculpas, aún no me he presentado. Soy Bartolo el elfo doméstico de la familia Zabini, ¡Aunque ya Bartolo es un elfo libre! —dijo el elfo con emoción.
—Blaise... ¿Así se llama? —susurró Charlie para sí mismo —¿Tu joven amo es mi pareja?
—Sí, ¿Acaso conoce a otro Blaise? —dijo receloso el elfo.
—No, pero debo asegurarme de que no me mientes elfo.
—Oh, claro, claro. Es un chico muy listo, señorito Ron —expresó el elfo, para luego agarrar el collar que le había sido regalado por Blaise —Miré, tengo el escudo de la familia, esta es una buena prueba de que Bartolo no miente.
Charlie se acercó al elfo y luego tomó el collar para ver el escudo. No lo reconoció, pero sí pudo deducir, por el diseño del medallón, que pertenecía a una familia de un linaje muy antiguo.
—Llévame con él.
Bartolo sonrió, había encontrado a la pareja de su amo antes que la Señora. El elfo se acercó a Charlie, lo tomó de la mano, chasco sus dedos y ambos desaparecieron.
15: 25 p.m. Centro de Londres.
—Tenemos un problema Blaise, Bartolo ha traído al pelirrojo equivocado.
—¡¿Qué?!
—El chico que está en la sala no es Ron.
—¿Quién es?
—No lo sé.
—¿Y lo dejaste ahí sin hacer nada?
—Eh... ¿sí...? —Blaise lo miró extrañado, Aramis había dejado a un extraño en el salón con la grave situación en la que estaban.
—¿Te has dado cuenta de lo que has hecho?
—Creo que volveré al salón —dijo para luego salir corriendo de la habitación.
Cuando llegó a la estancia, el pelirrojo estaba sentado en uno de los sofás mientras que el elfo estaba en posición de guardia, por si el chico hacía algún movimiento brusco.
—¿Bartolo?
—Tranquilo Señorito Aramis, lo he estado vigilando, no ha hecho ningún movimiento raro.
Aramis suspiro aliviado —Buen trabajo Bartolo.
—¿Se dan cuenta de que ustedes fueron los que me trajeron? Y ahora me tratan como una amenaza —el pelirrojo bufó y rodo los ojos por lo tonta que se veía aquella situación.
—Solo fue una confusión, no era a ti a quien queríamos traer.
—Claro, querían traer a Ron.
—Es innegable el parecido entre ustedes, así que deduciré que eres su hermano.
—¡Oh! Acabas de descubrir el último dragón de Rumanía.
—Sarcasmo, me gusta... Por lo menos tienes mejor sentido del humor que tu hermano, naranjito —dijo Aramis a la par que guiñaba un ojo hacia el chico, el cual simplemente le miró mal.
—¡Charlie! ¡Es Charlie! —exclamó el pelirrojo, no le había gustado aquel sobrenombre—. ¿Dónde está?
Aramis rio divertido —¿Quién, Ron? ¿No te quedó claro que lo estamos buscando, Chéri?
—No me conoces, así que deja de tener esas confianzas conmigo, y no hablo de Ron, si no de ese tal Blaise. Quiero hablar con él —ordenó Charlie mientras se ponía de pie—. O romperle la cara... —susurró, pero Aramis pudo oírlo.
El francés sonrió hacia Charlie, le miró lentamente de arriba a abajo hasta volver a detenerse en su rostro. El pelirrojo se removió incómodo por aquellos ojos marrones puestos en él.
—¿Por qué quieres golpear a mi hermano?
—Por embarazar al mío, ¿Puede ser?
—Dudo mucho que tu hermano no haya disfrutado mientras se la metían, así que eso de embar-
En un rápido movimiento Charlie arremetió contra Aramis y le propinó un puñetazo, el cual hizo que el francés cayera al suelo. Inmediatamente el moreno se levantó y devolvió el golpe, pero el pelirrojo ágilmente lo esquivó y el contrario cayó en el sofá, sin perder tiempo, el mayor se subió encima de Rosier intentando inmovilizar sus brazos contra aquel mueble, pero el piel canela no permitiría aquello, por lo que en un ágil movimiento zafó uno de sus brazos del agarre, tomó su varita del pantalón y la colocó en el cuello del Weasley.
—¡Vuelves a golpearme y no la cuentas, imbécil! —ambos chicos se quedaron mirando de manera intensa mientras Bartolo se encontraba alerta en una esquina de aquella habitación siendo testigo de la pequeña pelea.
—¿Qué sucede aquí? —preguntó Blaise a la par que entraba en la estancia con pasos muy lentos y con muchísima dificultad.
—¡Blaise, no puedes levantarte solo! —gritó Aramis mientras intentaba quitarse a Charlie de encima —¡Quieres quitarte de encima, imbécil!
Charlie miró al francés a los ojos, luego trasladó su mirada hacia Blaise y después, al ver la condición del moreno, se levantó. Justo a continuación, Aramis corrió hacia su amigo e hizo que el mismo se apoyara en él para ayudarlo a sentarse en el sofá.
Después que Blaise tomara asiento, su mirada se trasladó hacia Charlie reconociendo el parecido Weasley —Mucho gusto, soy Blaise Zabini, el novio de Ron —dijo mientras tendía la mano hacia el pelirrojo, pero este solo recostó su cuerpo de la pared más cercana y no respondió el saludo.
—¡Este imbécil! —exclamó enojado Aramis al tiempo que se levantaba del sofá.
—Déjalo Aramis, es entendible, no nos conoce.
—Sí, pero eso no quiere decir que tenga que ser un maleducado —dijo Aramis volviendo a sentarse.
—Lamentó que nos tengamos que conocer de esta manera... ¿Te apetece algo de beber? Bartolo, por favor tráele alguna bebida caliente —pidió Blaise.
—No es necesario. Solo quiero saber dónde está Ron.
—Igual que nosotros imbécil.
—¡Deja de llamarme imbécil, idiota!
—¡No me digas idiota, hijo de la gran pu-
—¡Aramis! —interrumpió Blaise.
Aramis miró con indignación a Blaise —¡Pero si es él el que empezó! —se levantó del sofá y enojado empezó a salir del lugar mientras iba refunfuñando cosas sobre el pelirrojo—: Este imbécil llega aquí creyéndose la gran cosa, con su cara bonita toda llena de pecas, su cuerpo musculoso, su pelo rojizo brillante... —Blaise rio por lo bajo por la actitud del francés, su hermano era un caso perdido.
—¿Me puedes decir tu nombre? Me gustaría poder referirme a ti correctamente.
—No intentes hacerte el amable conmigo.
—¡No le hable así al joven amo, él es una persona sumamente amable!
Blaise suspiró, «Qué difícil es caerles bien a las personas en la vida de Ron», pensó —Está bien Bartolo... Mira, no intentó ser amable, de verdad que me gustaría que me permitieses conocerte. Ron es mi pareja y tú eres su hermano, quiero que nos llevemos bien.
—¡¿Esperas que nos llevemos bien después de saber que le has arruinado la vida a mi hermano?!
El elfo se estaba enojando con la actitud de Charlie hacia su amo, no le gustó como el rostro del moreno perdió su sonrisa amigable y pasó a estar serio y con una mirada triste.
—Ambos tenemos 17 años y ambos somos responsables de lo sucedido, no creo justo que quieras culparme a mí de ello.
—¡Claro que te culpo a ti! ¡Fuiste tú quien lo embarazó! —exclamó Charlie. Le estaba costando no culpar al moreno por lo sucedido, estaban hablando de Ron, de su pequeño hermanito; para su vista, el pelirrojo seguía siendo un niño.
Bartolo gruñó hacia Charlie, pero rápidamente Blaise colocó su mano libre en el hombro del elfo para detener cualquier acción.
—Sí, lo embaracé, pero no lo buscaba, no lo buscábamos... todas nuestras relaciones fueron consentidas, nunca obligué a Ron a nada y siempre me colocaba protección.
—¡Pues no lo hiciste muy bien!
—Pensé que sí... pero tal parece que no.
Charlie apretó los puños y miró de manera amenazante a Blaise —Tengo unas ganas de romperte la cara.
—Si eso te hará sentir mejor... hazlo —dijo Blaise bastante tranquilo. En ese momento no tenía fuerzas para enfrentar las acusaciones de Charlie, ya estaba harto de que todos lo vean como el culpable de todo. Por lo que decidió que solo le importaría la opinión de su chico, si es así como los demás lo querían ver, pues que así sea.
—Ponle un dedo encima y te mueres —expresó Aramis mientras volvía a entrar en la sala con un tazón con sopa caliente. Charlie no dijo nada, solo soltó sus puños y relajó sus manos—. Te he traído sopa, necesitas comer y no acepto un no.
Blaise sonrió hacia Aramis —Gracias, la tomaré —el francés dejo la sopa en la mesa y luego ayudó a Blaise a llegar a ella. Durante esa acción Charlie estuvo mirándolos detenidamente, percatándose de lo mal que se veía el moreno menor.
—¿Qué te pasó? —preguntó el pelirrojo en dirección a Blaise.
—A ti que te impor-
—Aramis... Tuve un enfrentamiento con una elfa.
—¿Una elfa?
—Mi madre descubr-
—Para de hablar Blaise, mientras más personas sepan de esto será más difícil el ocultarlo —Blaise miró a Aramis, el moreno menor había olvidado aquello; sin embargo, no sabía por qué, pero, aunque Charlie estaba siendo un idiota con el Slytherin, algo hacía que el moreno, sin darse cuenta, confiara en el pelirrojo.
—¿No creen que ya es tarde para eso?
—No, aún podemos matarte y enterrar tu cadáver donde nadie lo encuentre —dijo Aramis con una sonrisa ladeada. El pelirrojo se tensó y esto provocó que el francés soltara una sonora carcajada —No eres tan valiente como crees, imbécil.
—Él tiene razón Aramis... —Blaise posó la cuchara en la mesa, recostó su espalda en la silla y luego miró hacia Charlie —Mi madre se enteró del embarazó de Ron e intentó encerrarme en la mansión, pero quien la encerró fui yo a ella... los elfos... su elfa intentó detenerme y me hirió gravemente en el brazo.
—Eso es...
—Pero estoy bien.
—¡Y una mierda estás bien Blaise! No puedes mover el brazo, y tu cuerpo está en proceso de recuperación por la gran pérdida de sangre y una casi hipotermia.
Blaise ignoró lo dicho por Aramis y continuó hablando —Por eso Bartolo fue en busca de Ron, necesitamos traerlo aquí.
—¡Aparte de embarazarlo lo pones en peligro!
—¡Ya me hartaste! ¡Deffindo!
No sabe cómo, pero Charlie esquivó aquel encantamiento y se protegió detrás de uno de los sofás —¡Estás loco! ¡Ibas a cortarme por la mitad! —gritó el pelirrojo asustado mientras miraba la gran abertura que había dejado el encantamiento de Aramis en la pared.
—¡Ya me tienes harto con tu actitud de mierda! ¡Ambos follaron y tuvieron ese niño, la culpa es de los dos! ¡Así que deja de echarle la culpa a Blaise por todo! ¡Los dos están en peligro en este mundo mágico de mierda! ¡Así que si no estás dispuesto a ayudar a que estén a salvo te callas o hago que te calles! ¡¿Entendiste, imbécil?! —Charlie no dijo nada, simplemente asintió en acuerdo. Cuando Aramis se enojaba daba mucho miedo.
—Y tú —dijo el francés hacia Blaise—. Termina esa sopa, necesito que tengas fuerzas para que podamos ir a los sitios que crees que pueda estar el chico —se volteó hacia Charlie—. Será mejor que vuelvas a tu casa por si Ron está allí —ambos chicos acataron sin objetar lo dicho por el moreno mayor, Blaise siguió comiendo la sopa y Charlie volvió a la Madriguera junto a Bartolo.
15:30 a.m. Mansión Zabini.
—No he podido rastrear el otro lado de este espejo... Solo sí... —dijo Avie a la par que se acercaba a una tambaleante Giovanna—. Voy a salir, si Thom vuelve dile que he ido a la casa de la familia Malfoy.
—Sí, mi señora.
Evie cogió su abrigo, se guardó el espejo en el mismo y luego se adentró a la chimenea de su despacho —¡Mansión Malfoy! —la señora Zabini tenía permitido entrar a la mansión, por lo que no fue bloqueada y se le permitió llegar a una de las chimeneas de los Malfoy.
—Buenas tardes, ¿En qué puedo ayudarla?
—Solicito hablar con el Señor Malfoy.
—¿De parte de quién?
—La Señora Zabini.
—Entendido, enseguida la anuncio —el pequeño elfo fue en busca de su amo.
—Disculpe amo.
—¿Qué pasa Dobby?
—La señora Zabini solicita verlo.
—¿A mí?
—Sí, mi señor.
—¿Seguro que no quiere ver a Narcisa?
—No, dijo que quería hablar con usted.
Lucios miró al elfo extrañado, ambas familias se llevaban bien, pero la amistad la tenía con su esposa, con él solo pasaban palabras de cortesía.
—Está bien, déjala pasar y llévala a la sala de invitados.
—Entendido amo.
El elfo se dispuso a acatar lo dicho, dejó entrar a Evie y la llevó hacia la sala de invitados. No pasó mucho tiempo hasta que Lucius hizo acto de presencia en aquella sala.
—Señora Zabini, ¿A qué debo su visita?
—Evie, Lucius. Somos como familia, ¿No?
—Claro que sí, Evie —contestó Lucius mientras se acercaba a Sra. Zabini y la saludaba con un beso en cada una de sus mejillas.
—Uhm... ¿Dónde está Draco? hace tiempo que no lo veo.
—Está en su habitación enojado porque no lo dejamos salir.
—Oh, no me digas que quería visitar a mi hijo.
—Pues sí, dijo que quería ir a tu casa, pero estamos en víspera de navidad y debe quedarse a cenar con su familia.
— Sí que debería, yo también le dije lo mismo a hijo, pero el cabeza dura no me hizo caso.
—Uff estos chicos... Qué estaremos pagando.
—Eso me pregunto yo, les hemos dado todo y aun así no lo agradecen.
—Ya lo harán cuando sean adultos y vean todo el sacrificio que hemos hecho por ellos.
—Eso espero Lucius, todo lo que hacemos es por su bien.
—Por su puesto... Pero ahora dime, ¿A qué debo tu visita? —expresó Lucius mientras invitaba a Evie a tomar asiento en uno de los sofás.
—Pues veras, Thom se irá de viaje en estos días, ya sabes cosas de negocios, y tenía este espejo conmigo —saca el espejo de su bolsillo— para poder contactarme con él mientras esté lejos... No pasará año nuevo con nosotros y... —dijo la mujer mientras fingía tristeza.
—Te entiendo, ya alguna vez he tenido que pasar estas fechas lejos de ellos.
—Pues sabrás lo difícil que es... por eso quería que ambos tuviéramos espejos doble cara para poder contactarnos más fácilmente, pero no encuentro el otro espejo, no recuerdo donde lo deje... ¿Quería saber si puedes ayudarme?
—Uhm, esos espejos son difíciles de rastrear, por eso son tan preciados y difíciles de obtener... ¿Dónde los conseguiste?
—Fue un regalo de Thom, ya sabes que viaja mucho. ¿Crees que podrás rastrearlo?
—Por supuesto, si no tuvieras una de las partes sería casi imposible, pero con este lado del espejo podemos hacerlo. Déjame echarle un vistazo —Evie entregó el espejo a Lucius, el cual se dispuso con su varita a revisarlo y analizarlo.
Una hora había pasado en la que Lucius intentaba rastrear el otro espejo, el hombre tenía un ego tan alto que no permitiría que la mujer se fuera sin que él encontrara el otro lado.
—¿Estás segura que lo perdiste en la mansión?
—Sí te soy sincera no recuerdo donde lo dejé...
—Uhm, me sale que está a las afueras.
Evie, emocionada por las palabras de Lucius, se acerca rápidamente a donde se encuentra el hombre —Ah, ¿sí? Thom y yo solemos ir mucho de viaje, puede ser que en uno de esos momentos lo haya perdido... ¿Exactamente en dónde está?
—No te puedo decir un lugar exacto, pero está a las afueras, cerca de Lurgashall, no creo que te sea fácil encontrarlo, me parece que sería una pérdida de tiempo buscarlo.
—Tienes razón... —dijo la mujer con fingida tristeza, pero con grata felicidad por dentro de ella—. Mi Thom y yo tendremos que conformarnos con las cartas.
—Lamento no poder ayudarte más.
— No te preocupes Lucius, has hecho mucho, tendré cuidado con mis cosas la próxima vez. Muchas gracias por todo —comunicó Evie mientras se ponía de pie.
—No hay de qué, espero que nos veamos pronto.
—Por supuesto que sí, solo tienen que-
—¡Padre!
—Que son eso modales Draco, no ves que tenemos visita.
—Lo siento, buenas tardes Señora Zabini.
—Buenas tardes Draco.
—Vendré después.
—No, Draco. Puedes quedarte, yo ya me iba —Evie camino hacia la salida de aquella sala en compañía de Lucius.
—Te acompaño a la chimenea.
—No hace falta Lucius, quédate con tu hijo, parece que tiene algo importante que decirte.
—De acuerdo, ¡Dobby!
—Sí, mi señor.
—Acompaña a la señora —la mujer se disponía a salir en compañía del elfo, pero antes de salir por la puerta se detuvo y volteó a mirar a Draco.
—Draco... ¿No sabrás en dónde puede estar mi hijo?
—¿Blaise? No, ni idea. ¿Por qué?, ¿Le pasó algo?
—No, dijo que vendría a verte, pero tal parece que no está aquí... —dijo Evie con un tono un poco acusatorio de, sé que lo tienes escondido —¿No sabrás de alguno de sus escondites?
A Draco se le encendieron las alarmas, la mujer nunca había utilizado ese tono con él.
—No, que yo sepa él no tiene escondites —mintió, sabía cada uno de los lugares a donde Blaise se escabullía.
—Claro, claro. Será mejor que me vaya —comentó la Señora Zabini a la par que miraba a Draco y le proporcionaba una sonrisa que hizo que el chico sintiera escalofríos, para luego salir de aquella habitación hacia la chimenea.
—¿Qué ha sido eso...?
—Eso es una madre preocupada por su hijo, más te vale que no estés ocultando a ese chico Draco.
—¿Qué? No, no sé dónde está Blaise.
—Por tu bien espero que así sea. Ahora dime, ¿Qué querías?
—Yo solo... —Draco se percató de un hermoso ciervo que pasaba por la ventana. Lo había reconocido, era el Patronus de Harry— Debo irme —dijo para luego salir rápidamente de la sala.
—Cómo qué- ¡Draco, vuelve aquí! Este chico... —Lucius estaba tan acostumbrado a la bipolaridad de su hijo que no le dio mayor importancia y simplemente volvió a su despacho para seguir con su trabajo hasta que fuera hora de cenar.
16: 20 p.m., Número 12 de Grimmauld Place.
Cuando Ron salió corriendo del salón por miedo y por los cuestionamientos hacia sus acciones, Harry intentó seguirle el paso, pero al salir ambos a la calle el pelirrojo pudo escabullirse de la vista de su amigo. El moreno no supo la dirección que había tomado el chico, por lo que, después de un rato de búsqueda, no le quedó más remedio que volver de vuelta al Número 12.
—Harry detente, me vas a marear de tanta vuelta.
—Lo siento Severus, pero es que ya ha pasado mucho tiempo y... no pude alcanzarlo y está ahí fuera... Hace mucho frío, está a punto de llover y se dejó su abrigo y su varita. Sin su varita él... ¡Tengo que ir a por él!
—¡Detente ahí Harry! Lo mejor es esperar a que Sirius llegue, contamos con su abrigo, el olfato del perro ayudará a encontrar al chico más rápido.
Harry sabía que Severus tenía razón, no había alcanzado a ver el camino que tomó su amigo, lo más sabio era esperar a que llegará Sirius.
—Porqué mejor no contactas a tu novio y así pueden averiguar si Weasley ha podido ir con Zabini.
—¿Mi novio?
—No empecemos a hacernos los tontos, sé que mi ahijado es tu novio. No son para nada disimulados, es un milagro que nadie en Hogwarts se haya dado cuenta.
—¡No se lo digas a Sirius, por favor!
—No lo haré, ese perro es insoportablemente irracional cuando se trata de ti.
—¡Gracias Severus! —agradece Harry mientras se acerca para abrazar a Snape.
—¡No te atrevas a hacer eso Potter!
—Algún día bajarás tus barreras Severus.
—Eso no pasará, ahora ve y contacta con Draco.
Harry se levantó del sofá en el que anteriormente se había sentado junto a Severus y conjuro su Patronus. Una de las formas en las que él y Draco se contactaban cuando estaban fuera de Hogwarts era por medio del Patronus de Harry. Este le enviaba el suyo, mientras que el mayor recibía el mensaje e iba directo a la chimenea más alejada de sus padres para contactar con Harry por medio del fuego.
—Necesito hablar contigo Draco —comunicó Harry a su Patronus, para luego hacer que este fuera a entregar el mensaje. Habían pasado alrededor de 20 minutos cuando la chimenea empezó a destellar chispas.
—¿Harry?
—Aquí estoy —contestó Harry mientras se aproximaba al fuego.
—¿Cómo estás?
—Bien ¿Y tú?
—Extrañándote mucho.
—Yo también te extraño.
—¡Ejem! —carraspeó sonoramente Severus—. No se pongan melosos, no hay tiempo para eso.
—¿Padrino?
—Sí, soy yo Draco. Sí, ya sé lo de ustedes, pero no te llamamos para eso.
—Ron se fue y no sé dónde puede haber ir ido, y necesitamos buscarlo, y dejó su abrigo, no sé qué haremos, él seguro está helado y-
—Hay ya calla Potter, eres igual que Sirius, les encanta divagar y no ir al punto. El Weasley se fue de aquí porque descubrí que está embarazado, y pensamos que podía haber ido con Zabini.
De repente un gran silenció se instauró en el salón.
—¿Draco? ¿Sigues ahí? —cuestionó Harry.
—¿Embarazado...? No lo sabía... Tampoco me tuvo confianza para contarme algo tan importante... —dijo el rubio con un poco de tristeza en su voz.
—Ron a mí tampoco Draco. Yo lo descubrí por casualidad.
—Eh, sí, muy triste y todo, pero no es momento de hacer drama, debemos encontrar a ese tonto chico. Este frío no les hará bien ni a él ni al bebé —comunicó Severus, los síntomas del embarazo habían acabado con la poca paciencia que alguna vez había tenido.
Dejando la decepción de lado, Draco recordó la visita y los cuestionamientos de la madre de Blaise —La señora Zabini estuvo en la mansión... me preguntó por Blaise, parece que él se fue de casa.
—Oh no, esas no son buenas noticias —enunció Severus.
—Si Blaise se fue de casa es porque su madre ya sabe algo de lo que está sucediendo... Harry amor, ¿Ron te dijo algo acerca de ellos dos?
—Eh, sí, dijo que la Señora Zabini había encontrado el espejo doble cara de Blaise y que teme que ella le hubiese hecho daño, pero no creo que su madre pudie-
—Cómo se nota que no conoces a esa señora... Tengo que encontrar a Blaise.
—¿Sabes en donde podría estar? Puede que el chico Weasley esté con él.
—Sí, padrino. Conozco algunos sitios donde puede haberse escondido, pero... no creo que ahora mismo pueda escaparme de casa.
—No te preocupes Draco, nosotros nos haremos cargo y te mantendremos informado. Ahora dinos cuáles son esos sitios...
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Mientras Harry, Draco y Severus intentaban contactar con Blaise y por lo tanto encontrar a Ron, el pelirrojo se hallaba en la entrada de la casa de la señora mayor. Era una pequeña y sencilla casa de estilo victoriano.
—Su casa es muy bonita.
—Gracias, me alegro que te guste —la señora abrió la puerta —Vamos pasa, no seas tímido —Ron inseguro entró a la casa junto a la señora.
Una vez dentro, la señora se volteó hacia Ron, lo miró fijamente y luego gritó —¡Contusium!
De inmediato Ron se volteó y cubrió su vientre. Pasado unos segundos el menor se percató de que el hechizo no le impactó, se volteó hacia la señora y exclamó—: ¡Es una bruja! ¡Cómo se atreve! Pensé que quería ayudarme...
—¿Lo conoces? —preguntó la señora mientras señalaba al suelo.
Rápidamente Ron voltea a mirar al sitio donde la señora apuntaba; allí, tirado en el suelo, se encontraba un pequeño elfo —No, no sé quién es.
—Pues tal parece que te andaban siguiendo muchacho. Será mejor asegurarlo antes de que se levante, por si acaso —la señora y Ron tomaron al elfo por los brazos y lo sentaron en una silla, luego la anciana proclamó el hechizo «Incarcero», el cual ató gruesas cuerdas alrededor del elfo.
—Listo, esperemos a que se despierte para averiguar porque te seguía —la señora se desplazó hacia el sofá y tomó asiento; después, recitó un hechizo para producir fuego y encendió la chimenea, luego miró a Ron y dijo—: Sé que eres un mago.
—¿Cómo lo sabe?
—La experiencia... estos 70 años no son en baldes. ¿Dónde está tú varita? Un mago no es nada sin su varita —Ron no dijo nada—. Ese silencio, tu tobillo y ese elfo me dicen que andas huyendo... Además, lo único que hiciste para defenderte fue cubrir tu vientre, ¿Quién hace eso si no es para proteger algo? —Ron retrocedió y le dio una mirada amenazante a la señora, pero esta solo lo miró y sonrió —. Me parece que cambiaré ese café por chocolate caliente, ¿Qué te parece pequeño?
Ron la miró un poco desconcertado, era notable lo joven que él era, la señora sabía que aún no era un adulto. El pelirrojo se preguntaba por qué ella no lo interrogaba o juzgaba por estar embarazado a su edad como los demás.
Al no escuchar respuesta, la señora se levantó del sofá y se acercó a Ron, el cual retrocedió al percatarse de la acción —No te haré daño, y tampoco te juzgaré, por si eso es lo que estás pensado. Yo también fui madre joven, no creo que tanto como tú, pero si joven y soltera ... Ven, sígueme a la cocina, hay que curar ese tobillo.
Ron vio en silencio como la señora se trasladaba a la cocina, tardó unos segundos de pie en el sitio dudando si seguirla; sin embargo, su estómago decidió por él rugiendo y anunciándole que su bebé y él ya tenían hambre, al pelirrojo no le quedó más remedio que caminar en dirección a la cocina.
Una vez en la cocina, la señora invitó a Ron a sentarse a la mesa mientras ella ponía el chocolate a calentar, para luego acercarse hacia Ron y recitar un hechizo en dirección al tobillo que en pocos segundos ayudó a que el dolor desapareciera.
Cuando el chocolate se calentó, la anciana echó el contenido en dos grandes tazas, y con un golpe de varita las dos tazas fueron directo a la mesa seguidas por un plato con galletas.
—Eso se ve muy bien.
—Y sabe, ya verás. Mi chocolate es el mejor, por lo menos eso es lo que dice mi nieto.
Ron sonrió y se acercó la taza a la boca para dar un sorbo al chocolate. Que lo perdonara su madre, pero ese había sido el chocolate más rico que había probado en su vida.
—Está delicioso —La señora sonríe y le incita a seguir bebiendo y a probar las galletas.
—¿Puedo hacerte una pregunta, muchacho?
—Me llamo Ron, y sí puede hacerla.
—Pues Ron... ¿Ese pequeño tiene un padre responsable? Por qué sí no, mi nieto está disponible.
A Ron casi se le salé el chocolate de la boca por lo dicho por la señora. «¿En serio le estaba diciendo aquello?», se preguntó divertido así mismo.
—Sí, tiene un padre responsable —respondió el pelirrojo con un tono divertido.
—Lástima, mi nieto es bastante guapo. Tiene el pelo rubio, unos ojos más azules que el cielo y es bastante alto y elegante. Ustedes harían una pareja preciosa... ¿De verdad que no prefieres conocerlo?
—Disculpe, pero de verdad que mi bebé tiene un buen padre y yo un buen novio, así que no deseo otro que no sea él.
—Bueno... te enseñaré un retrato, pero no me hago responsable si caes enamorado de él.
—Uy, esperemos que no, si no me metería en grandes problemas —Ron se estaba divirtiendo con las ocurrencias de la señora.
—Con tu novio, ¿No? Pero mi nieto es un buen partido, él no se irá a ningún lado.
—Mi novio tampoco.
—Ah, ¿sí? ¿Y por qué no está contigo ahora mismo protegiéndolos? Digo, si es tan buen padre.
A Ron ya no le parecía tan divertida la conversación, pensó que la mujer solo estaba bromeando, pero ya se estaba metiendo en asuntos que no le correspondían —Esos no son sus asuntos, le agradezco que me reciba en su casa, pero no permitiré que hable así de mi pareja, él es un buen padre y buen novio, si no está conmigo es por las circunstancias.
—Estás muy seguro de que no te abandonará.
—¿Eso fue lo que le pasó a usted?
La señora miró fijamente a Ron y luego contestó —Sí, eso fue lo que me pasó a mí. El padre de mi hija nos abandonó y tuve que cuidarla yo sola, aunque en un principio mi enferma madre me ayudó.
—Lamento que usted no haya tenido al padre de su hija con usted, pero mi chico no nos va a abandonar. Ambos decidimos tener a nuestro bebé.
—Ya lo entendí —la mujer sonríe—. Él es un buen chico y se hará responsable.
—¡Nos! haremos responsables.
La señora amplió su sonrisa —Eso está muy bien.... ¿Y sus familias? ¿Los apoyan?
—Preferiría no seguir hablando de esto.
—De acuerdo, de acuerdo, no te enojes, solo quería que te relajaras y confiaras un poco más en esta anciana. Dejaré que sigas comiendo tranquilo.
Ron continuó tomando su chocolate y comiendo galletas, de verdad que tenía hambre. No le daría importancia a lo dicho por la señora, confiaba en Blaise y sabía que él no se alejaría de ellos.