No nos prohibirán amarnos

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
No nos prohibirán amarnos
Summary
Ron y Blaise tienen una relación a escondidas de sus amigos y familias, a pesar de este ocultamiento ambos son felices amándose, pero que pasara si al amarse no se protegieron lo suficiente… En el mundo mágico un niño/a que nace fuera del matrimonio y la unión mágica entre sus padres es considero un hijo bastardo o ilegitimo, teniendo un futuro lleno de repudio y rechazo por el mundo mágico.Parejas:• Principal: Blaise y Ron.• Secundaria: Draco y Harry.
Note
¡Hola lector!:Esta es mi primera historia, hace tiempo llevo queriendo escribir sobre mi pareja favorita Blaise y Ron, ya que hay muy poco contenido de ellos, ojalá aun queden personas que les gusta esta pareja tanto como a mí; también, podrán encontrar en esta historia mi poderosísima pareja Draco y Harry y la mención de otras más.Aclaraciones iniciales- Es un fanfic, habrá cosas del libro, pero mayormente serán de mi imaginación.- En esta historia Voldemort murió junto con los padres de Harry, por lo que no hay señor oscuro.- La historia se sitúa en el último año.- Los Slytherin y los Gryffindor siguen sin llevarse bien.Gracias por darle una oportunidad a mi historia <3.
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Chapter 16

24 de diciembre, 10:15 a.m. Casa de la familia Weasley.

 

Después del desayuno, Ron se encerró en su cuarto porque la comida le había sentado mal, esto se debió a que su madre no le permitió levantarse de la mesa hasta que no hubiese acabado toda la gran cantidad de alimentos que se encontraban en el plato; además, desde que se despertó el bebé no había parado de moverse.

—Hoy estás muy inquieto, dale un respiro a papá, ¿sí? —comentó el pelirrojo mientras acariciaba su vientre—. ¿Qué estará haciendo Blay...? —al mencionar el nombre de su pareja el bebé paró de moverse y Ron sonrió—. Paraste... Te gusta que hable de él, ¿Verdad? Me dijo que a estas horas solía estar en su habitación. ¿Crees que si le llamamos responda?, uhm... ¡Vamos a llamarlo! Puede ser que tengamos suerte y conteste —el pelirrojo se levantó de la cama y buscó el espejo doble cara que mantenía escondido en un rincón de su habitación.

—¡Blay, Blaise, amor! —llamó por el espejo, y luego se acercó al percatarse de la presencia de quien pensaba era Blaise— ¡Ahhhh! —gritó a la par que soltaba el espejo, el cual chocó contra el suelo y se rompió —La-la-la señora Zabini... no pue- no, no, no... si ella tiene el espejo, entonces Blaise... —Ron entró en pánico: su pecho empezó a doler; su respiración se volvió irregular, sentía que le faltaba el aire; sus extremidades perdieron fuerza, por lo que cayó de rodillas al suelo y todo su cuerpo empezó a temblar. Su miedo se estaba volviendo realidad, que la Señora Zabini le hiciera daño a su pareja.

—¿Qué ha sido ese grito?, ¡¿Ron, estás bien?!, déjame entrar —expresó preocupado Charlie mientras tocaba la puerta. Al no recibir respuesta, no dudó ni un segundo en abrirla con magia, pero la imagen que visualizó al abrir la puerta le sorprendió: un espejo roto, su hermano en el suelo, temblando y respirando irregularmente —¡Por Merlín, Ron! —gritó mientras rápidamente se acercaba al pelirrojo menor.

Charlie levantó con mucho cuidado a su hermano del suelo y lo colocó en la cama. El mayor estuvo un buen rato intentando hablar y calmar a Ron mientras lo abrazaba, pero el pelirrojo menor no respondía, no sabiendo cómo abordar la situación, el pelirrojo mayor decidió llamar a su madre; sin embargo, un fuerte movimiento en la barriga del Gryffindor menor lo detuvo.

Ron rápidamente volvió en sí, sostuvo posesivamente su vientre y miró a Charlie con miedo, el cual se había apartado de inmediato del menor al percatarse del brusco movimiento que se produjo en la barriga de su hermano, estaba tan cerca de él que era imposible no haberse dado cuenta de aquella acción.

—¿Qué coño ha sido eso?, ¿Ron tú...? —cuestionó Charlie mientras señalaba el vientre de Ron.

El pelirrojo menor se asustó, rápidamente tomó su varita de la mesita de noche y se levantó de la cama, pero la acción fue tan brusca que tropezó y se cayó al suelo. Charlie, aún desconcertado por lo sucedido, se acercó hacia Ron e intentó ayudarlo a levantarse, pero el menor estaba demasiado asustado, por lo que simplemente lo apartó de manera brusca y salió corriendo en dirección a la puerta. Pero no llegó muy lejos ya que el mayor se cruzó en su camino e impidió que saliera.

—No voy a permitir que salgas de aquí sin que me confirmes lo que acaba de suceder.

Ron lo miró desesperado, él solo quería salir de allí e ir en busca de Blaise, en ese momento todo lo demás era secundario, pero Charlie no dio importancia aquella mirada, no podía creer que su pequeño hermano estuviera en espera, por ello no permitiría que saliera de aquella habitación sin que le contara todo lo que estaba sucediendo.

—¿Cuánto tiempo llevas escondiendo esto, Ron?

—A-Aparta Charlie, por favor...

—No lo haré, ¿Qué está sucediendo hermanito?

El pelirrojo menor no podía esperar más, necesitaba salir de allí, por lo que no dudó en empuñar su varita y lanzar un hechizo hacia Charlie.

—¡Petrificus totalus! —exclamó Ron hacia su hermano sin darle tiempo a poder reaccionar, inmediatamente el chico cayó al suelo Ron se acercó a él—. Lo siento, Charlie, pero tengo que ir con él.

El pelirrojo dio la espalda a su hermano y emprendió el camino hacia la puerta, no obstante, recordó la poca ropa que llevaba, por ello fue hacia su armario y tomó un grueso abrigo. Una vez se lo colocó, volvió a acercarse a Charlie, cogió una fuerte bocanada de aire, levantó su varita y dijo—: Obliviate... —Ron borró de la memoria de Charlie los recuerdos de lo sucedido en la habitación, pero claro, todos sabemos lo bien que le salen los hechizos difíciles al Gryffindor.

Después de haber realizado el hechizo, Ron se agachó, se acercó al rostro de su hermano, acarició su mejilla y luego susurró mientras una lágrima traicionera cursaba su mejilla—: Lo siento mucho hermano... —seguidamente el pelirrojo se puso de pie, salió rápidamente de la habitación y cerró la puerta tras de sí con el hechizo Fermaportus.

Una vez llegó a la planta baja de aquella casa, Ron se dispuso a salir rápidamente, pero su hermano mayor lo detuvo.

—¡Hey, Ron! ¿Has visto a Charlie? lo he estado buscando por todos lados, ese holgazán tiene que ayudarnos con la comida.

—Eh... no, no lo he visto Bill.

—¿Dónde estará ese chico...? Tienes abrigo... ¿Vas a salir?, pensé que nos ayudarías en la cocina. Mamá está apunto de matar a los gemelos por su rara ayuda.

—Eh, sí, claro que los ayudaré, pero primero tengo que ir a por algunas cosas que deje fuera, tiene pinta de que va a llover y no quiero que se mojen.

—Sí, tienes razón... —expresa mientras se asoma a la ventana más cercana—. Pronto empezará a llover. ¿No prefieres que te ayude?, así lo podemos hacer más rápido.

—No, son pocas cosas. Ve a ayudar a mamá, luego los acompañó.

—Uhm... de acuerdo, pero si ves que necesitas ayuda me avisas.

—Gracias hermano.

—Ten cuidado. Subiré arriba para ver si ese holgazán se está escondiendo por ahí.

—Claro, claro... yo, yo me-mejor me voy —expresó con nerviosismo Ron a la par que salía por la puerta.

—¿Ok? —contestó con duda Bill por la actitud tan rara que Ron de repente había puesto. Pero no le dio mucha importancia y se dispuso a subir las escaleras en busca de Charlie.

 

 

10:18 a.m. Centro de Londres.

 

Blaise y Bartolo habían llegado al apartamento muggle que el padre del moreno tenía en el centro de Londres para cuando iba a hacer negocios con los no magos, y también, el sitio que Ron y Blaise utilizaron alguna vez para pasar el rato. El Sr. Zabini no tenía esa relación de odio que comparten los sangres pura hacia los muggles, el hombre donde veía oportunidad de negocio ahí se plantaba hacerlos, independientemente de que fueran brujos o no.

Después de la llegada, el elfo no perdió tiempo y colocó a su amo en la cama de la habitación principal, por el traslado la herida se había abierto más y el torniquete no estaba conteniendo demasiado bien la hemorragia.

—¡Argh!, Es-Estoy a punto de desmayarme... T-Tienes que ir por Aramis.

—Pero amo, no puedo dejarlo solo.

—Aramis sabrá que hacer, ¡Ah, joder! Dile que... —lentamente cerró los ojos.

—¡Amo!

Blaise abrió repentinamente los ojos y continuó hablando—: Dile lo que... ¡Argh...! pasó y donde...

—¡Amo, por favor! —gritó desesperado el elfo mientras intentaba despertar a Blaise, pero el moreno se había desmayado.

El elfo no quería abandonar en ese estado a su amo, pero si no lo hacía el chico moriría, por lo que rápidamente chasco los dedos y desapareció, para luego aparecer frente a una hermosa cabaña de madera, rodeada de frondosos árboles y con un camino de piedra que conducía a la puerta. No era la primera vez que Bartolo estaba allí, por eso no fue bloqueado y pudo aparecer sin problemas, este era quien mantenía a Aramis informado sobre el bienestar de su hermano. Aramis tenía fuertes encantamientos protegiendo su propiedad, desde la tragedia causada por sus padres no confiaba en nadie.

—¿Qué pasó?, ¿Qué haces aquí Bartolo? —cuestionó Aramis mientras salía corriendo y se acercaba al elfo, el escudo mágico le había avisado de la entrada de alguien, y el ver al elfo en vísperas de navidad no era buena señal.

Bartolo no contestaba, así que Aramis se acercó más a este, pero al hacerlo se percató de que la ropa del elfo estaba cubierta de sangre —¡Bartolo! ¿Qué pasó?

—¡El amo Blaise se está muriendo! —dijo llorando el pequeño elfo.

—¡¿Qué?! ¿Dónde está? ¡Llévame con él! —cuestionó y ordenó desesperado. Pero el elfo no paraba de llorar desconsolado, al francés no le quedó más remedio que sostener la cara de Bartolo y hacer que le mirase —Hey, Bartolo, Blaise estará bien, pero tienes que llevarme con él para que pueda ayudarle, y si sigues llorando así no podrás hacer una aparición.

El pequeño elfo asintió, quitó las lágrimas de su cara y tomó la mano de Aramis para rápidamente chascar los dedos y aparecer en la habitación en donde estaba Blaise. El francés horrorizado por el aspecto del moreno: sin camiseta, lleno de sangre, con una gran abertura en el brazo y con el rostro muy pálido. Sin perder tiempo el mayor se acercó inmediatamente hacia él y tomó sus signos vitales, el chico aún seguía con vida.

—¿Hace cuánto fue herido?

—Hace poco, pero hemos estado fuera, en la nieve.

—El torniquete ha ayudado a que no pierda sangre de manera rápida y por lo tanto no entrase en shock... Solo se ha desmayado por el dolor —el francés sacó su varita, la colocó encima de la herida, sujetó con cuidado el brazo del moreno y luego intentó recitar un hechizo, pero antes dé, el moreno se despertó repentinamente.

—¡Aaahhhh! —Blaise gritaba de dolor mientras intentaba zafarse del agarre de Aramis.

—Tranquilo Blaise, va a pasar, necesito que no te muevas —intentó tranquilizar Aramis, pero el dolor era demasiado intenso y el moreno se estaba desesperando, por lo que rápidamente el francés recitó el hechizo—. Vulnera Sanentur —el mayor curso su varita por toda la herida haciendo que la sangre empezara a desaparecer, dejando el claro control sobre la hemorragia. Sin perder el tiempo volvió a repetir dos veces más el hechizo—. Vulnera Sanentur, Vulnera Sanentur —la herida en el brazo empezó a curarse para después cerrarse, dejando una clara y gran cicatriz en el brazo del menor.

—Será necesario díctamo para reducir esa cicatriz... —comentó el moreno mayor mientras pasaba sus dedos por la herida ya cerrada—. Targeo —susurró al mismo tiempo que pasaba su varita por el cuerpo de Blaise, provocando que toda la sangre seca que tenía desapareciera.

Blaise volvió a cerrar los ojos, pero todo su cuerpo había empezado a temblar.

—Aún no está fuera de peligro... Su cuerpo está helado. No sería bueno si lo caliento con magia... Trae mantas Bartolo, terminaré de quitarle toda la ropa mojada. Aquí no hay chimenea, por lo que tendremos que calentarlo con las mantas para que su temperatura empiece a subir gradualmente.

Una vez Bartolo trajo consigo las mantas, Aramis empezó a cubrir el cuerpo de Blaise: comenzó por la cabeza y el cuello al ser estas zonas que más rápido pierden calor, y luego continuó cubriendo el resto del cuerpo. Todo el tiempo estuvo al pendiente los signos vitales del moreno, por si en algún momento era necesario empezar una reanimación cardiopulmonar, hasta que su cuerpo se estabilizará.

—¿Quién le hizo esto?

—Fue Giovanna, la señora se enteró de que el joven amo va a ser padre y ordenó impedir su salida de la mansión.

—¡¿Qué?! ¿Ya lo sabe...? Esto no es bueno... No puedo dejarlo solo, así que tendrás que ir a por Ron, Bartolo.

—Pero no sé quién es el chico ni donde vive, Señor Aramis.

—Se llama Ron Weasley, vive en el condado de Devon, a las afueras, en una madriguera, seguro que la encuentras.

—¿Cómo sabré quién es?

— Es pelirrojo, tiene los ojos verdes y una cara de tonto, lo reconocerás fácil.

El elfo dejó salir una pequeña risa baja mientras asentía hacia Aramis y luego desapareció para averiguar la ubicación de la pareja de su muchacho.

 

 

11:00 a.m. Mansión Zabini

 

Desde la llamada de Ron, la señora Zabini se dedicó a estudiar el espejo que aún quedaba intacto, ya sabía que el roto pertenecía al chico Weasley, por lo que el otro debía ser el contacto de su hijo con Aramis.

—¿Mi señora? —llamó Rufo tras la puerta.

—Pasa —el elfo abrió la puerta lentamente y empezó a entrar despacio a la estancia —. ¿Encontraste a mi hijo?

—No, pero... encontré, eh... sangre en la nieve, cerca de los grandes árboles.

Evie miró rápidamente al elfo, el cual tras los dicho había bajado su cabeza para evitar mirar a su señora. La mujer dejó el espejo en la mesa, se levantó de la silla y empezó a acercarse al elfo.

—¡Mi señora!

—¡Cómo te atreves a entrar así a mi despacho, insolente!

—Lo siento mucho, ama. Pero es que ya tengo la dirección de la familia Weasley —respondió Aimée con mucho miedo.

Evie miró a la asustada elfa y sonrió —¿Cuál es?

—La familia vive en el pueblo de Otrery St. Catchope, en el condado de Devon, más específicamente a las afueras, en una especie de Madriguera.

—¿Madriguera? ¡Qué asco...! Cambio de planes. Rufo, quiero que vigiles al chico Weasley, se llama Ron o algo así. Quiero que me digas a dónde va y con quién... Sí se reúne con mi hijo comunícamelo inmediatamente, y sobre todo evita ser visto elfo.

—¡Entendido, ama! —respondió con entusiasmo el joven elfo para luego desaparecer rumbó a la casa de los Weasley.

 

 

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Ya eran las 12:15 del medido día y Ron sabía que había perdido mucho tiempo desde su ataque de pánico y la discusión con Charlie, por lo que justo después de salir de casa se dispuso a ir hacia el cobertizo donde se encontraba el auto volador, era el medio de transporte más rápido que podía utilizar y el que no pondría en peligro a su bebé. No lo pensó mucho, se subió al coche, lo encendió, activó el modo invisible y luego lo puso a volar; hace tiempo que el pelirrojo le había cogido el truco al coche y ya no le tomaba tanto trabajo manejarlo.

El coche estuvo sobrevolando un buen tiempo por los cielos sin rumbo, Ron se había percatado muy tarde de que no sabía en donde vivía Blaise y no se acordaba de cómo llegar al apartamento que el moreno tenía en Londres, el sitio estaba un poco escondido y no era fácil llegar hasta allí; Además, la pareja solía ir a distintos lugares durante sus encuentros, Blaise siempre le decía que juntos conocerán toda Inglaterra.

«Mierda... ahora a donde voy...», meditó el pelirrojo.

—¡Ya sé!, le escribiré a Aramis —expresó en voz alta emocionado por su idea, pero luego la sonrisa calló al darse cuenta de que no contaba con una lechuza y el ir hacia la oficina de correos no era una opción. Aparte, el francés no contaba con una dirección exacta para así evitar ser encontrado, y tampoco podían dejar pistas en ningún sitio, fue una de las recomendaciones del mayor.

Mientras Ron divagaba en sus pensamientos e intentaba crear planes para poder encontrar a Blaise, a las 14: 30 p.m., el coche había llegado a una localización muy conocida para él, el número 12 de Grimmauld Place.

El pelirrojo extrañado por la detención repentina del coche, se asomó por la ventana y al percatarse de donde estaban entró la cabeza rápidamente y dejó caer su espalda en el asiento.

—¿Esta es tu forma de decirme que él es mi única opción ahora mismo coche? —el bebé empezó moverse de manera brusca —¡Auch!, ya entendí, ya entendí... Vas a tener el mismo carácter que Blaise pequeñín, o... ¿Es el mío? —Ron ríe mientras acaricia su vientre.

El pelirrojo hizo que el coche descendiera del otro lado de la calle, se bajó de el y luego dijo—: Gracias por traerme... debes volver a casa, si no mamá me matará —el coche hizo un fuerte ruido en el motor y luego se fue volando.

—Vamos Ron, tú puedes —se animó a sí mismo para después cruzar la calle y posicionarse frente a los edificios de aquella acera, inmediatamente, el número doce se percató de la presencia del mago, empujó las viviendas de sus laterales (número 11 y número 13), dejando a la vista unos antiguos escalones, los cuales conducían a la entrada de aquella vivienda.

Despacio, el pelirrojo empezó a subir los escalones, pero no había ni llegado a la mitad de ellos cuando la puerta frente a él se abrió de repente dejando a la vista a un sorprendido Harry.

—¿Ron?, ¿Qué haces aquí?, ¿Qué ha pasado?, ¿Estás bien?, ¿Están bien? ¿Qué necesi-?

—¡Harry!, podrías dejarme entrar, por favor. Este pequeño no para de moverse y no creo que pueda permanecer mucho tiempo de pie.

—Eh, sí, claro, pasa.

Ambos chicos entraron a la vivienda, Harry condujo a Ron hacia la sala principal permitiéndole tomar asiento en uno de los sofás y tomando su abrigo para colgarlo.

—¿Quieres algo de tomar?

—No, estoy bien, gracias.

Harry asiente, luego mira detenidamente a Ron curioso por la presencia del chico en su hogar —¿Qué ha pasado, Ron?

El pelirrojo le brinda una sonrisa cálida a Harry —¿Me puedes dejar abrazarte?

Harry se sorprendió por lo dicho, la última vez que hablaron él acabó yéndose por la lejanía de su amigo y ahora el pelirrojo quería abrazarlo. «Algo estaba pasando con él», analizó el moreno. —¿Quieres tú, a mi...?

Ron se muerde el labio nervioso —Solo si tú quieres.

Harry suspira —Claro que quiero —luego se acerca hacia su amigo, le ayuda a levantarse y lo abraza con suavidad—. Sí que está muy movido allí —ambos ríen sonoramente y luego se separan.

—Sí, lleva muy inquieto desde esta mañana.

—Y eso es... ¿normal?

—Sí, Aramis dijo que a partir de ahora se moverá más seguido, pero hoy ha roto el récord —ambos amigos se miran y sonríen—. Algo lo tiene inquieto... Aunque creo que es porque desde que volvimos de Hogwarts ya no oye tan seguido la voz de Blaise, le gusta cuando él le habla —expresó con un poco de tristeza en su voz.

—Eso es... me...uhm, me dejarías tocar tu...

Ron captó las intenciones de Harry, por lo que tomó la mano del moreno y la colocó en su vientre.

Harry se sorprendió por el apto, pero no apartó la mano —Tú vientre... está un poquito más grande.

—Solo han pasado algunos días desde que nos vimos Harry, no creo que haya crecido.

—A mí me parece que sí... ¡Oh, no!, dejó de moverse, ¿Eso es que no le gusto?

Ron intentó contener la risa por la cara de perrito mojado que había puesto Harry solo porque el bebé no se movía —Lo contrario, cuando no le gusta algo me revienta un riñón —ambos chicos rieron sonoramente.

—Te da mucha guerra.

—Nah, suele ser bastante tranquilo, aunque ahora no lo parezca —Ron toma asiento mientras una sonrisa triste cursa su rostro.

—Ron... ¿Qué ha pasado?

El pelirrojo suspiró —Ella... Creo que ella le hizo algo a Blaise.

—¿Ella?, ¿Quién es ella?

—La madre de Blaise.

—Oh... ¿Por qué piensas que le hizo algo? —preguntó Harry a la par que tomaba asiento al lado de Ron.

—Tiene el espejo doble cara de Blay.

—Es su madre, puede ser que Zabini lo haya olvidado en algún lado de la casa y ella lo encontró.

—No me estás entendiendo Harry, ese espejo es solo para comunicarse conmigo y así evitar que nos enviemos cartas y que ella las intercepte. Blaise nunca dejaría ese espejo por ahí, nunca.

—Pero Ron, es su madre. No creo que ella le haga nada a su hijo.

Ron no dijo nada, sabía que esa sería la reacción que Harry tendría, inclusive el chico veía algo bueno en esa señora. Así era su amigo, por lo que ponerse a discutir con él sobre aquel asunto era una pérdida de tiempo.

—¿Me puedes prestar tu lechuza para enviar una carta?

—Eh, sí, claro ¿A dónde la vas a enviar?

—No tiene una dirección exacta, pero me dijo que estaba a las afueras de Londres.

—¡¿Qué?!, estás loco, dieron nieve y mucho frío para las afueras.

—Ya lo sé, pero aún la nieve es ligera, si la enviamos ahora puede-

—No la voy a enviar con ese clima, Ron. Lo siento, pero no permitiré que Hedwig vuele nevando.

—¡Pero necesito...!¡Ella puede estar haciéndole daño, Harry!

—¿Y por eso quieres que sacrifique a mi lechuza?, ¡No lo haré! —ambos chicos se miraron fijamente, Ron tenía una mirada de desesperación y súplica, mientras que Harry tenía una mirada decidida, no enviaría a su lechuza a la muerte.

—¿Qué está pasando aquí?, ¿Por qué esos gritos? —cuestionó Severus mientras entraba a la estancia.

—No pasa nada Severus, Ron y yo solo no nos poníamos de acuerdo, eso es todo.

—Bien, pero bajar la voz, estoy intentando descansar —dijo Snape mientras se daba la vuelta y procedía a salir por la puerta, pero un dolor en su vientre lo detuvo—. ¡Auch! —gritó.

—¿Estás bien Severus? —cuestionó Harry al tiempo que se acercaba rápidamente hacia Snape.

—Sí, Harry. Solo me ha dado una patada muy fuerte.

—¡Oh! A Ron aún no le da patadas, solo se le... —en ese momento Harry se dio cuenta de la metida de pata que acababa de cometer.

—¡Harry! —gritó Ron a la par que se levantaba del sofá, tenía que salir de allí cuanto antes. Pero Snape lo detuvo antes que pudiera salir por la puerta, y ágilmente le subió el jersey. Ron rápidamente quitó la mano del profesor y bajó su ropa, pero Severus ya había visto lo que quería.

—Lo sabía... ¿Estas informado de qué esto se considera un atentado contra el honor en Hogwarts? ¡Tienes 17 años Weasley! ¡¿Sabes en el lío en que te has metido y el en qué has metido al colegio?!

—No, yo no, yo... tengo que salir de aquí —expresó con nerviosismo el pelirrojo a la par que salía corriendo por la puerta de aquella estancia. Ron ignoró los llamados y gritos de Harry, y solo corrió y corrió hasta que se vio lejos de aquella casa. El pelirrojo no supo el camino que tomó, ni los callejones por donde se metió, él solo quería huir y escapar de aquellos cuestionamientos.

Cansado de correr y adolorido en uno de sus tobillos, se detuvo en un parque y se sentó en uno de los bancos; estaba helado, pero era eso o sentarse en el piso. Aunque aún eran apenas 15:00 p.m. el sol no había hecho acto de presencia, el cielo daba aviso de una pronta lluvia y las temperaturas habían disminuido.

«No te atrevas a llorar... el dolor pasará...», se regañó mentalmente.

—¡Mierda, mi varita!, la deje en el abrigo... —bufa a la par que pasa las manos con frustración por su cabello—. ¡Venga Ron!, recuerda dónde está ese apartamento... —pero su memoria no le hacía caso. Resignado por no recordar cómo llegar al sitio, se levantó del banco —Tengo que buscar un sitio seguro, por ti, por mí y por él —se dijo así mismo mientras empezaba a caminar —. Si Hermione estuviera aquí seguro que sabría cómo eliminar el dolor...

—Te duele mucho hijo.

—¿Disculpe?

—Te escuché decir algo sobre eliminar el dolor.

—Ah, no, yo... Solo me hice daño en el tobillo. No se preocupe señora, estaré bien.

—¿Seguro?, ¿Vives cerca?

—Eh, bueno, no tanto.

—Entonces no vas a estar bien. Yo vivo aquí cerca, ven que te invitó una taza de café y vemos ese tobillo.

—No es necesario, de verdad que-

—Tranquilo, no muerdo y tampoco te voy a encerrar en el sótano de mi casa, no soy una secuestradora... o eso creo —dice la anciana mientras da una sonrisa de lado a Ron —jajaja me encanta como la gente se asusta por unas simples palabras, esa es la sociedad tan peligrosa en la que vivimos muchacho. Bueno, tú decides hijo, si vienes con esta anciana o sigues tu camino cojeando y congelándote... No creo que ese jersey cubra mucho.

Ron no se vio con muchas opciones y tampoco vio nada malo en la señora, por lo que decidió seguirla y tomar la invitación de aquel café. Pero mantendría la guardia alta, quién sabe si la señora era de verdad una secuestradora y lo encerraba en el sótano de su casa.

 

 

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Algunas horas habían pasado desde que Aramis había curado la herida de Blaise, el moreno no se despertó en todo ese tiempo, siendo difícil el suministrarle bebida y comida caliente.

Intentaré despertarlo —se dijo así mismo el francés mientras se levantaba de la silla. Se acercó al cuerpo del menor y con mucho cuidado posó su mano derecha en la mejilla del contrario mientras lo llamaba—: Es hora de despertar bella durmiente... Blaise necesito que despiertes —el moreno no dio ninguna señal de despertar—. Por favor... Necesito que despiertes hermano.

—Ron...—el moreno empezó a abrir muy lentamente sus ojos.

—Hey amigo, soy Aramis. Bartolo ha ido a por Ron, no te preocupes pronto vendrán.

Blaise terminó de abrir por completo los ojos —¿Dónde estoy?

—En el apartamento muggle de tu padre... ¿Cómo estás?

—Tengo mucha sed.

—Que bien que lo digas, necesito que bebas esto.

—¿Qué es?

—Una poción para evitar daños internos y engañar un poco a tú cuerpo.

—¿Engañar?

—Sí, perdiste mucha sangre y no tengo utensilios y tampoco a nadie para hacerte una transfusión de sangre, y yo no soy compatible. Por lo que opte por preparar una pócima que evitará mayores daños en tus órganos vitales y así engañar a tu cuerpo para que produzca mayor volumen de sangre, pero esta manera llevará más tiempo... Perdiste una gran cantidad de sangre, tu cuerpo irá forzado y...

—¿Y...? Continúa, por favor.

—Estarás débil por un buen tiempo...

—Seré una carga...

—No digas eso, solo hasta que tu cuerpo pueda producir la suficiente sangre que ayude a-

—¿Y si mi cuerpo no produce dicha cantidad de sangre que pasara?

Aramis ignoró la pregunta —Tienes que beber la pócima —se posicionó para ayudar a Blaise a sentarse, pero cuando el moreno intentó moverse una de sus extremidades no le respondió.

—¿Aramis...?

—¿Qué pasa?

—Mi brazo... no puedo... ¡No puedo mover el brazo!

—Lo suponía —el francés inmediatamente quitó las mantas de encima del brazo del desesperado moreno, cogió su varita y empezó a moverla mientras susurraba palabras—. Solo tienes una lesión a consecuencia del impacto en tu brazo, pero tranquilo irá curando poco a poco de manera interna, pero la herida fue profunda y el movimiento no será...

—¿No podré moverlo normalmente?

—No, fue muy profunda, es imposible que no deje secuelas —Blaise miró intensamente Aramis —. Lo siento hermano —dijo el francés mientras volvía a ayudar al menor a sentarse. Blaise no dijo nada más sobre aquello, simplemente se sentó y bebió con dificultad aquel brebaje.

—Necesito ir al baño.

—De acuerdo, vamos.

—No, yo puedo solo —expresó el moreno mientras intentaba ponerse de pie, pero Aramis sabía lo que pasaría, el chico aún estaba muy débil, y no podría mantenerse en pie. Cuando Blaise colocó sus dos pies en el suelo y se puso de pie, sus piernas perdieron fuerza y casi caen al suelo si no hubiese sido por la rápida ayuda del francés.

—Vamos, te acompaño —Blaise bufo, pero se dejó ayudar por el mayor—. Necesitarás días de reposo, sé que no estás acostumbrado a esto Blaise, pero tendrás que dejarte ayudar, tu cuerpo no está en condiciones óptimas —comunicaba Aramis a Blaise mientras iban camino al baño.

—Ya estamos aquí... ¿Puedes agarrártela? —comunicó divertido el mayor mientras dirigía su mano hacia el miembro de Blaise.

—No te atrevas a tocarlo, puedo agarrarlo yo mismo, aún tengo un brazo bueno... Tú solo sostén la manta.

—¿Seguro? No me molestaría ayudarte —dijo el francés a la par que su mano tocaba el miembro del menor.

—¡No lo toques idiota! —rápidamente Blaise empujó con su cuerpo a Aramis quien cayó al suelo.

—Okey, okey —dijo entre risas—. Qué sensible, solo quería ayudarte —fingió indignación.

—No pongas esa estúpida cara. A ver si vas a querer que yo te la agarre a ti.

—¿Quieres? —preguntó Aramis con una sonrisa pícara en su rostro a la par que se ponía de pie y se acercaba a Blaise, el cual se había recostado de la pared para no caerse cuando el francés cayó al suelo.

—Imbécil, tú solo sostén la sabana.

—De acuerdo, mon amour.

Con esas últimas palabras había acabado la broma, Aramis ayudó al moreno menor con la manta mientras orinaba. Luego volvieron a la habitación, el Slytherin se quedó sentado en la cama con el francés frente suyo, el cual le ayudaba a colocarse ropa limpia, para luego de esto empezar a inmovilizar el brazo para evitar que le molestase.

—Se lo que estás pensando... mientras dormías pedí algunos favores e hice algunos movimientos. El vuelo sale pasado mañana.

Blaise mira a Aramis y asiente mientras deja salir una gran bocanada de aire —Gracias...

—Hey, no pongas esa cara, ya verás que lo resolveremos.

—Lo sé, es solo...

—¿Qué pasa hermano? ¿Qué te preocupa?

—Ella... lo llamó bastardo y a Ron cosa... tengo mie...

—Miedo, tienes miedo Blay, y es normal tenerlo—expresó Aramis mientras levantaba la barbilla del moreno.

—No, no puedo tenerlo.

—¡Claro que puedes! Es normal que tengas miedo, son dos personas importantes para ti, no pienses que no puedes tener miedo por ellos. Ustedes solo tienen 17 años Blais y no deberían estar pasando por nada de esto.

—Si solo hubiera abor-

—No digas algo de lo que puedas arrepentirte. Ya está ahí y los dos decidieron tenerlo. Ahora toca ponerlo a salvo y no hablar tonterías.

—Lo siento... empiezo a ser un idiota.

—Mira hermano, Bartolo fue a por Ron, han pasado algunas horas y no creo que tarden en llegar, así que aprovecha para ser todo lo idiota que quieras conmigo, pero cuando él llegue tendrás que ser lo más fuerte que puedas y darle la suficiente confianza como para que no se derrumbe. En el estado en el que te encuentras, más lo sucedido con tu madre... conociendo un poco al chico, se culpará por no haber estado ahí, y lo que menos necesita es más estrés del que ya tendrá —Blaise devolvió una pequeña sonrisa de agradecimiento al mayor—. Ahora dime, ¿Cómo te vas sintiendo?

—Mejor... pero sigo estando muy cansado.

—Es normal, dentro de poco con la poción deberías empezar a recuperar un poco más las fu-

—¡Señorito Aramis, Señorito Aramis! —llamaba Bartolo feliz mientras entraba corriendo a la habitación.

—¿Qué pasó Bartolo?

—¡He traído al señorito Weasley!

Rápidamente Aramis se levantó de la silla y fue donde el elfo —Bien hecho Bartolo.

—¿Dónde está? —preguntó Blaise.

—Le he dicho que espere en la sala para poder anunciarlo, joven amo.

—¿Y se quedó ahí? —cuestionó dudoso Aramis.

—Eh, sí —contestó Bartolo quitando la sonrisa que antes tenía. Aramis y Blaise miraron dudosos al elfo.

—Él no se quedaría esperando —afirmó Blaise.

—Oh no, ¿A quién trajiste Bartolo? —inmediatamente el francés corrió hasta el salón para comprobar que de verdad el pequeño elfo había traído consigo a Ron. Al llegar a la estancia el chico se sorprendió al ver a la persona de pie junto al gran ventanal que dejaba pasar la luz en aquella estancia: estatura baja, musculoso, pelo rojo y un poco largo, y un rostro cubierto de pecas—. ¿Quién eres tú...?

—¿Dónde está Ronald? —cuestionó el chico mientras miraba con el ceño fruncido a Aramis.

—Eso mismo quiero yo saber ¡¿Quién cojones es este papuch-chico, Bartolo?!

—Es el señor Weasley, señor Aramis. Pelirrojo, ojos verdes y una cara de tonto.

—¡Cuida tus palabras elfo! —amenazó el pelirrojo.

—¡Te has confundido de pelirrojo Bartolo!, ¡Lo que faltaba! —grito alterado Aramis mientras salía del salón y se dirigía a la habitación principal.

—Tenemos un problema Blaise, Bartolo ha traído al pelirrojo equivocado.

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