De sueño a pesadilla.
Harry separo sus parpados con rapidez al escuchar el fuerte grito, claramente arrepintiéndose al instante.
-Mierda.
Murmuró inconsciente de las personas alrededor suyo, luego de unos segundos de estar parpadeando como linterna en película de terror, fue cuando lo notó o bueno, lo que medo pudo notar. Lo único que veía eran algunas formas, para su alivio humanas, casi completamente borrosas.
“Ni siquiera en otro mundo tengo buena vista, genial. Harry ciego por siempre.” Pensó. A él definitivamente le hubiese encantado no tener lentes, no es que los odiara, sinceramente había sido un fastidio cuando trabajaba de Auror y los jodidos lentes se caían y ni hablar de los contactos o ese estúpido hechizo que corregía la vista. Sí, mucha tortura.
Lloriqueo internamente puesto que no podía decir quiénes eran, bueno él era ciego, pero este chico tenía más ceguera que él y créanle eso era demasiado.
-Tom, cariño, trae sus lentes. No puede andar sin ellos, Severus nos advirtió.
“Esa es la voz de un hombre”
Observó, bueno ya sabemos que no de forma clara, una borrosa sombra negra moverse hasta quien sabe que otro lado; no tenia, ni ganas de saber, ni vista perfecta para hacerlo.
Apenas su cuerpo empezaba a reconocer ciertos dolores y Harry quería gritar, se preguntaba como mierda un mal intento de hacer una poción le había dejado con el peor dolor de dedos, es decir, ¿es enserio? ¡Incluso los dedos de sus pies!; sentía un pequeño dolor punzante en la cabeza, no era algo de lo que alarmarse o quejarse. Estaba tan concentrado en mirar la forma borrosa de sus manos, maldiciendo internamente a sus dedos, que ni siquiera sabía en qué momento se había cambiado de posición. Él realmente parecía tener problemas para percibir algunas cosas cuando se concentraba mucho.
“Bien, ¿Por qué nadie habla? ¿Dónde está el tal Tom con mis gafas? Y ¿Quién mierda es Tom?”
Harry miraba a las figuras, que ahora estaban delante de él, o bueno delante de la cama donde se encontraba; habían eran tres, una niña, un niño y un hombre. Los colores borrosos le podían decir que estaban usando, no de forma detallada, pero al menos podía destacar de qué color era la camisa del chico. Si era su mala costumbre. Aunque sus planes se vieron detenidos por la repentina claridad.
Luego de eso fue shock.
Sentía que por abrir tanto sus ojos estos se le iban a salir de sus cuencas, pero es que no podía creerse lo que veía, menos él.
Negó ligeramente, sabía que era una posibilidad, pero el pensamiento de que fuera se había desvanecido de su mente segundos después de llegar.
Parpadeo intentando no llorar, no quería hacer una escena, no se suponía que debía hacerlo. Aun así lo hizo. Es que nadie podía culparlo, ahí frente suyo estaba James William Potter, su padre y junto a él, en su lado izquierdo, una niña, que si no calculaba mal tenía su misma edad.
“Tal vez somos gemelos, eso sería genial.”
A su lado derecho, estaba el otro niño, se notaba que era un poco mayor que la niña, cosa que le hizo sonreír, ¿esos eran sus hermanos? Realmente estaba emocionado por ello.
Harry esperaba que no fuera una broma, esperaba y ansiaba que en este mundo, en este tiempo, pudiera ser nuevamente su hijo, y de Lily.
Soltó pequeños sollozos mientras sus manos comenzaban a cubrir su rostro, sintió varios pares de brazos rodearle, pequeños “te amo” “estamos aquí, pequeño” “estoy tan feliz de que estés despierto” murmurados y eso solo le dieron más ganas de llorar, si estaba siendo como quería, esto definitivamente era real y él estaba tan feliz por eso.
Un ligero, pero lo suficientemente sonoro, carraspeo hizo que todos se separaran de él. También se movió, sacando su rostro de entre sus manos y secando las lágrimas que habían salido en el anterior momento, se giró al lugar donde sus oídos habían detectado que provenía el sonido y casi grito.
Allí de pie a un lado de la cama, con su mano derecha posada tan cariñosamente en el hombro de James estaba su mayor enemigo, ahí estaba Tom Sorvolo Riddle Gaunt y lo que encendió su pánico fue la mirada llena de amor y preocupación que este le daba.
“Pase de sentirme en mi mayor sueño a estar en una pesadilla que nunca me imaginé”.