
Chapter 6
“Ayuda”
La Cámara de los Secretos era un lugar con el que ya estaba familiarizado, el último año pasó allí el mayor tiempo posible, tratando de conocer más a Noíl y a la vez avanzar en su contrato.
Era exhaustivo, la mayor parte del tiempo. Usaba mucha magia y requería de mucha concentración, su cuerpo lo resentía todas las mañanas luego del ritual.
Hoy fue uno de los días en los que pudo bajar, un fin de semana en el castillo sonaba bastante bien, más aún cuando tenía cosas que hacer.
Harry yacía de espaldas, en el medio del lugar, frente a la enorme cabeza de Salazar, sus mejillas estaban rojas y el sudor cubría su frente y cuello. El pecho subía y bajaba con su respiración errática, totalmente irregular por la falta de aliento.
El chico no sentía su cuerpo, era como si cada célula que existía en él se había apagado por un momento, y no parecía que volverían a funcionar pronto.
"Joven Lord," seseo Noíl, rodeando su muñeca con su cola. Había logrado que fuera de un tamaño menos… aterrador, pero aún era muy peligrosa de ver, aún no podía neutralizar la mortalidad de sus ojos. "¿cómo está el joven sangre pura? Últimamente dejó de acompañarlo."
El elegido se estremeció.
La situación con Draco era delicada, de la peor forma posible. Estaba dándoles un trato silencioso y apático a todos, siempre perdido en sus pensamientos.
Se veía pálido, apagado y Harry casi podía ver cuánto pesa había perdido con solo mirarlo durante un segundo. Ahora era habitual verlo congelarse en su lugar, mirando hacia la nada, con el rostro ceniza. Parecía que sus ojos veían algo que ellos no.
Harry lo odiaba.
"Ha estado… raro." declaró, con la duda en su voz, casi en la punta de su lengua. "No duerme mucho, o nada en lo absoluto. No lo he visto comer algo sólido en una semana. No habla con ninguno de nuestros amigos, y cada vez que alguien trata de acercarse se pone a la defensiva. Se aleja, no le presta atención a nadie, y siempre tiene algún libro de mierda en las manos."
E incluso diciendo eso, no estaba diciendo nada. Ni siquiera el inicio de todo lo que estaba pasando.
Harry estaba seguro de que Draco no había abierto la boca en un mes, completamente en silencio, como si hubiese optado por el mutismo selectivo.
Era frustrante. Muy frustrante, porque la última vez que lo escuchó decir algo fue en una discusión con Blaise.
Esa fue, también, la última vez que pasó tiempo en la sala común.
"Supongo que tratar de hablar sobre eso no funciona muy bien con él."
Harry dejó salir una risa seca, rasposa, como si naciera de su garganta y no de su pecho.
"No, no lo es."
Una pausa, como si necesitará tiempo para procesar lo que está por decir, para poner en palabras un pensamiento que se había filtrado en su parte consiente.
"Lo extraño." susurró, esperando que el silencio espacio borrar la tristeza y anhelo de su voz. Queriendo que se tragara lo vacío que se sentía su corazón, y su lado, donde antes Draco estaba diariamente.
Está solo, realmente solo por primera vez desde que lo conoce. Están separados por voluntad de uno de los dos, no por la acción de un tercero. Ni siquiera cuando se enojó con él el año anterior lo dejo.
Su mano se siente fría sin los elegantes y largos dedos del rubio.
Todo se escucha más apagado sin su voz arrastrada, el mundo se ve más oscuro sin su sonrisa.
Harry se da cuenta de que Draco se siente lejano, más inalcanzable que cuando están en vacaciones y Lucius Malfoy encierra a su hijo en Malfoy Manor. Está en un lugar al que Harry no tenía acceso, ni forma de llegar: su mente.
Era como un fantasma, una sombra que tiene la apariencia de Draco.
"¿Ha intentado hablar con él, Joven Lord?"
Harry casi mira desaprobatoriamente a Noíl.
"¿Realmente habló con él?" presionó, moviéndose de nuevo. "No me refiero a preguntar o reclamar sobre su actuar, sino solo… solo decirle esto, lo que me dijo. Ser sincero con él."
Ahora, bien, eso era… era algo que ninguno hizo. Nadie abordó el problema desde ese ángulo, ninguno de sus amigos lo intentó. Habían tratado de afrontar el problema, pero quizás ninguno había pensado en solo ser vulnerables con él.
Harry no dijo nada, y Noíl tampoco. Se mantuvieron así hasta que Harry siento la fuerza llegar a su cuerpo lentamente.
Las pesadillas eran tan frecuentes ahora que Draco ya no sabía diferenciar sobre su día a día o sus sueños. A veces estaba en clases, anotando lo que el profesor decía, y de repente estaba rodeado de fuego, colgando a penas entre una montaña de chatarra.
Otras veces estaba con Harry, caminando por Hogsmade, simplemente pasando el día, y allí era cuando cosas desagradables y crueles salían de su boca, cosas que él sabía que su Harry jamás diría… pero allá afuera había otro Harry ¿verdad? Uno que lo odiaba.
Uno al que Draco había lastimado.
Uno que lo vio morir.
A veces, cuando su mente realmente quería joderlo, vería a Harry morir. No era Draco quien caía al fuego. No era Draco a quien torturaban con el crucio. A veces veía a Voldemort llegar a la mansión antes de que Harry pudiera irse. Moría en la Cámara de los Secretos. O moría en el Torneo de los Tres Magos. O moría cayendo de su escoba. O lo mataba un dementor.
Moría de tantas formas, y en todas ellas, en cada ocasión, Draco estaba allí, mirando, y no podía moverse; no podía salvarlo.
Se sentía tan inútil, ¡solo tenía que moverse! ¡y proteger a Harry!
Estaba tan cansado de no servir.
¿Y si está oportunidad la hubiese tenido alguien más? ¡Probablemente haría un mejor trabajo!
Cuidaría mejor a Harry. No lo apartaría cómo está haciendo él, seguramente sería mejor amigo que él.
¿O si Harry hubiese quedado en Gryffindor? ¿No estaría mejor allí? Seguro que sí, con Hermione y Ron, como antes. Draco lo había visto funcionar bien una vez.
Harry era feliz con ellos. Harry sería más feliz sin él en el medio, ¿no es así?
Pero Draco arruinó eso también, ¿verdad?
— ¿Draco? —Myrtle lo llamo, sacudiendo su translúcida mano frente a su cara—. Te perdí por un minuto, ¿estás bien?
El rubio se sacudió, mirando correctamente hacia la niña, sintiéndose algo perdido.
—Sí, si. Lo siento. ¿Qué decías?
—Te pregunté que haces aquí, ¿no se supone que es la hora de la cena?
—Es demasiado ruidoso allí. Me duele la cabeza.
Todos los lugares eran demasiado ruidosos ahora.
Ella asintió, pero sus ojos recorrieron al heredero Malfoy de pies a cabeza, analizándolo. No pareció creerle, haciendo una mueca simpática y acomodando innecesariamente sus lentes en su nariz. Ella no presionó, sin embargo.
—Harry estuvo aquí hoy, más temprano. —comentó, indiferente, flotando por encima de los lavabos—. Se veía cansado. Y triste, miserable. Casi podrías decir que éramos hermanos de tan lamentable que se veía. ¿Pelearon?
—No…, no. Nosotros, uh, estamos bien. Mh-huh.
Silencio.
Draco miró sus zapatos. Mentiroso.
¿Puso a Harry triste? ¿Fue su culpa?
¿Y si algo más había pasado?
La sangre del rubio se heló.
¿Y si pasó algo sobre Voldemort? ¿O los mortifagos?
Sintió que su corazón se paralizaba durante un minuto entero antes de correr a toda marcha.
—Me, eh, me tengo que ir, Myrtle.
—¡Espera, Draco!
Él se volteo a verla, con un pie fuera del baño. Ella sonrió.
—Siempre puedes hablar conmigo, sea lo que sea, estoy aquí ¿sí? Podemos llorar juntos, si eso te hace sentir mejor.
Draco sintió que todo su ser se estremecía. Pequeñas gotas de agua se enredaron en sus pestañas, pero aún así ofreció una sonrisa, asintiendo.
Corrió. Aún si no era apropiado, o si sentía que iba a desmayarse a mitad de camino por lo poco que había comido.
¿Había comido? No lo recordaba.
¿Comió esa semana?
No importaba. Corrió con todas sus fuerzas hacia las habitaciones.
Harry ya estaba allí cuando tropezó dentro. Estaba sentado en el borde de la cama, mirando hacia la mesa de luz donde un plato de comida humeaba.
Ellos se miraron y Harry le sonrió.
No era una sonrisa grande o brillante, cómo acostumbraba, no. Pero era tan suave.
Draco se tambaleó en sus pies.
—Hey. —llamó Harry, en la quietud de la habitación.
Draco no pudo evitar notar como la luz de las velas suavizaban los bordes de su rostro, casi difuminado. Draco temió que fuese un sueño lúcido… de nuevo.
—Hey.
Su voz se resquebrajo, rasposa y débil. Harry se levantó de la cama, sus cejas estaban fruncidas cuando volvió a mirarlo. Estiró su mano hacia el rubio, invitándolo. Pidiéndole que se acerque.
Le hizo caso.
Tomó su mano.
—Draco--
El rubio negó, sus ojos fijos en la unión de sus manos.
La calidez abordó todo su cuerpo. Era tan débil por este contacto.
—No he dormido por tres días. —confesó, una risa temblorosa en su voz. Te tambaleó mientras avanzaba, inestable en sus propios pies—. Puedes--
Se detuvo a si mismo, apretando los labios.
—¿Qué cosa, Draco? Dime.
Tomó una respiración profunda, jodidamente concientes de cómo de temblorosa y asustada saldría su voz.
—¿Puedes sostenerme por un rato? ¿Por favor?
Harry tarareo, abrazándolo, asegurándose de que la cabeza de Draco se acomodara encima de su hombro, y el rubio se derritió. Sus rodillas se rindieron en el segundo en que Harry lo acerco, descansando todo su peso en él.
El joven Potter los llevó a la cama.
—Está bien, dragón. Estoy aquí. —murmuro, acariciando la espalda del chico, recorriendo toda su columna con delicadeza—. Siempre estaré, puedes dejarlo ir.
El rubio cerró los ojos, concentrándose en la respiración del chico, sintiendo su pecho expandirse y contraerse contra su propio pecho, utilizándolo cómo ancla para estabilizarse.
Era agradable, ser sostenido así.
Cómo algo delicado. Cómo si mereciera el cuidado, como si realmente valiera la pena ser amable con él.
Myrtle era buena compañía, pero la calidez de un abrazo era incomparable.
Harry era incomparable.
—Te extrañe.
La voz de Harry era dulce y tranquila cuando hablo, su boca estaba presionada contra su cabello y las vibraciones de su voz eran agradables de sentir. Draco tembló, la humedad en sus ojos aumento.
Esta vez no sentía la fuerza necesaria para detenerlas
Su cuerpo se sacudió, temblando, en los brazos de Harry. La tristeza de su corazón se desbordó por sus ojos, incluso cuando trato de cerrar las compuertas. Su voz al contrario de la de Harry sonaba agitada y rota, disculpándose repetidamente.
"Lo siento" susurró mientras Harry lo acomodaba en su regazo.
"Lo siento" lloro mientras lo mecían y arrullaban con dulzura.
"Lo siento" clamo mientras Harry acariciaba su cabello. "Lo siento" repitió hasta que su voz se perdió.
Draco no podía explicar lo abrumado que se sentía. Estaba asustado, confundido y frustrado. Por todo. Por los autores que no daban ni una pizca de información. Con él mismo por no lograr entender qué era lo que Voldemort planeaba. Con él mismo Tom Ryddle por ser tan humano en sus ambiciones.
No sabía que hacer. No sabía cómo hacer esto.
Está solo. Solo y perdido, ¿no es así?
Pero, por ahora, por este pequeño momento, está bien. Solo con este abrazo, él cree, todo estará bien.
Harry lo hizo sentarse correctamente, alcanzando el plato. Draco hizo una mueca de disgusto mientras se secaba las lágrimas con sus mangas, pero el elegido no estaba teniendo nada de eso, no más de todo lo que pasó esos meses. Fue suficiente.
—Tienes que comer.
El rubio se alejo físicamente del plato.
—No tengo hambre.
— ¿Después de una semana sin comer? —se burló, sin una pizca de humor en su voz, mirándolo a los ojos. El heredero Malfoy pasó saliva—. No te creo. Come.
—No puedes obligarme, Potter.
—Tu me obligaste a estar sin mí mejor amigo.
— ¡Eso no tiene sentido! ¡Solo necesitaba estar solo!
— ¡¿Estar con Myrtle es estar a solas?! ¡Estás bastante bien con ella pero no con nosotros! ¡No conmigo! —espetó. Draco no pudo discutir, mirando hacia otro lado. Vergüenza—. ¿Desde cuándo hay secretos entre nosotros? ¡Se supone que estamos en el mismo equipo!
Draco se quedó en silencio.
¿Qué decir ante eso? ¿Cómo discutir algo?
Draco mismo sabe, como un hecho, que si Harry se guardara un secreto así de importante y afectará su relación por eso, también estaría molesto. Muy.
Hipócrita. susurró está reciente voz en su cabeza, extrañamente tenía la voz de su padre.
Draco le ha estado mintiendo. Es un hecho que le ha ocultado cosas, desde que se conocieron.
—Es… solo estoy preocupado. —murmuró, evitando los ojos de su amigo, sintiendo el ardor de su mirada de igual forma. Harry tenía ojos muy intensos—. Puedo hablar con ella porque no está involucrada, no está en el medio de este desastre.
—Puedes hablar conmigo, Draco. Si es sobre Voldemort, tu familia o lo que sea que tengas en mente, te escucharé. Siempre.
El corazón del joven Malfoy se estrujó, sus pestañas se sintieron húmedas de nuevo y los ojos ardieron. Su labio tembló.
—Eres mí mejor amigo, estamos juntos en este desastre, podemos arreglarlo entre los dos. No estás solo.
Harry lo acomodó nuevamente, ayudándolo a comer. Se iba a asegurar de que Draco comenzará a cuidar su salud nuevamente. El niño-que-vivió no siguió presionando, sabía que necesitaban un descanso. Mañana podían abordar el resto, pero el momento, estaban bien.
Draco se despertó lentamente ese domingo. Sus sentidos volvieron a él de a poco, con el murmullo de Harry a su lado, con el material frío de la almohada contra su mejilla y las suaves caricias en su cabello.
Se movió un poco, abriendo lentamente los ojos. Gracias al lago negro la luz solar llegaba mucho más suavizada que en cualquier otra parte del castillo, pero aún era algo molesto.
Harry ya estaba mirando, sus ojos brillaban dorados detrás de esas estúpidas gafas. Su rostro entero estaba iluminado y suave, suave, suave, casi parecía que seguía en su sueño. Lucía más tranquilo y feliz.
Draco le regaló una sonrisa adormilada.
—Perdón por despertarte, bebé.
Sus mejillas se colorearon abruptamente, su rostro entero se sentía caliente, ardiente, y su estómago hormigueo. Harry parecía no ser consciente de lo que dijo.
Tarareo, tratando de disimular, sin comprometerse a dar una respuesta. Se arrastró hacia él, acomodándose contra su pecho, escondiéndose. Sus latidos constantes lo calmaban.
Era un recordatorio constante de que Harry estaba bien, vivo, y a su lado.
Harry lo abrazo, sosteniéndolo cerca.
—Amanecimos silenciosos, ¿mh?
Draco presionó su sonrisa contra la remera de Harry.
—Mi cerebro está corriendo una milla por minuto constantemente, Harry —reclamó—... pero cuando estamos así se queda en silencio. —susurró, como un secreto que era solo para Harry—. Déjame disfrutarlo.
Y así lo hicieron. Desperdiciaron toda la mañana en la cama, con el rubio entrando y saliendo del sueño. Por primera vez no estaba teniendo pesadillas, y estaba aprovechando al máximo su momento de paz.
Harry no se había movido. Cada que Draco abría los ojos él estaba allí, jugando con su cabello, o acariciando su espalda, o simplemente tarareando. Tuvieron charlas en voz baja, sin sentido, sin importancia real, solo para escuchar al otro.
Harry parecía contento con ayudarlo a dormir cómodamente.
A media hora de dar las dos de la tarde, Daphne entró al cuarto. Probablemente estaba preocupada por ambos, al igual que el resto del grupo, y decidieron que uno debía ir a checarlos.
Daphne había sido la encargada de llevarles algo de comer. Ella los encontró acurrucados en la cama de Harry, con Draco parcialmente sobre él, escondiendo su cara en el cuello del moreno.
— ¿Hablo contigo? —indagó, dejando la bandeja con comida en la mesa—. ¿O solo amanecieron así?
—Hablamos. —la tranquilizó, su voz salió apagada y ronca—. No todo está bien, pero llegaremos ahí.
Ella no estuvo mucho tiempo allí, pero hablaron un poco. Harry prometió que iría a hablar con todos ni bien Draco comiera.
Harry le agradeció por traerles de comer antes de que ella se fuera. Sus amigos eran los mejores, verdaderamente, porque Harry no quería (ni tenía intenciones) de dejar solo a Draco mientras dormía pero tenía mucha hambre.
Despertó a Draco y le dio su comida. Esta vez no hubo quejas y ambos comieron en silencio.
No era incómodo, ni mucho menos, pero ambos realmente necesitaban comer. Y moverse un poco.
Después de la comida rápida ambos se separaron. Draco se metió al baño para ducharse mientras que Harry fue a la sala común en busca de sus amigos. Tanto por su promesa como para pedirles que hablarán con Remus.
Cuando volvió Draco estaba sentado en su escritorio, nada fuera de lo común.
Lo que hizo que Harry sintiera su corazón expandirse no fue eso, no. Ellos normalmente usaban los escritorios del cuarto indiscriminadamente. Harry, sin embargo, a pesar de compartir hasta cama con el rubio, no estaba listo para el sentimiento cálido y confuso que le generó ver a Draco usando una de sus remeras.
Era una vieja, que había conseguido de segunda mano, con el estampado de "Back in the Future" en la espalda.
— ¿Draco?
El rubio dio un pequeño brinco, mirando por encima de su hombro.
— ¿Si?
—Eso es… mío.
Draco miró la remera que estaba usando y después a Harry. Asintió suavemente.
—Uh, okay, eh… —el moreno carraspeó, pasando su mano por su cabello, tirándolo fuera de su rostro. Draco siguió el movimiento de sus dedos—. Cool. Sí. Te queda bien.
El rubio volvió a asentir, mirando nuevamente a la carta sobre la mesa. Su cara se puso inexplicablemente roja y quizás sintió que su corazón latía más rápido. Draco no sabría decirlo.
Harry se acercó a él, inclinándose sobre su espalda y abrazándolo por los hombros, asomando su cabeza por su hombro derecho para ver el papel. Leyó el “Querido Sirius” y corrió inmediatamente la mirada hacia otro lugar.
Draco apoyo su cabeza contra el hombro del chico.
—Puedes ver. —murmuró—. Quizás sea más fácil que leas lo que pasa a yo… a qué te diga. No sé qué tan bien me iría diciendo esto en voz alta.
Potter asintió.
“Querido Sirius,
Sé que no te he respondido estás semanas, en parte es por la cantidad ridícula de tarea que tengo encima, pero gran parte es porque no sabía qué decirte.
Ha sido un mes raro, un año raro.
Creo que finalmente está llegando a mí todo loque hemos vivido estos dos años, las cosas que pasamos… se están asentando. Estoy procesando todo lo mejor que puedo, pero es difícil.
Estar en todo este lío es difícil, es como si mí cerebro no pudiese ponerse al día lo suficientemente rápido para seguir con el día a día. Es frustrante.
Me alejé de todos, y sé que estuvo mal, pero no puedo explicar porqué llegue a ese recurso, solo pasó. No te preocupes igual, Harry ya me sacudió un poco, algo de coherencia llego a mí cerebro, y creo que alejarme solo empeora más las cosas en mí cabeza.
Este es mí primer paso para salir de eso, de hecho.
Necesito tu ayuda.
El año pasado, cuando descubrimos el diario, algo hizo «clic». Al inicio, así como tú, Remus y Harry, pensé que el diario solo era el contenedor de un recuerdo perdido. El mismo Ryddle dijo que lo era, pero ¿y si no es eso?
En su estúpido y tedioso discurso de auto-complacencia dijo que estaba "tratando de darle un trozo de su propia alma" a Ginny, cuando consiguió la fuerza necesaria al robarle la /vida/ a ella. Y eso me llevó a pensar…
¿Y si ese no era un simple recuerdo? ¿Y si era realmente un trozo del alma misma?
Ahora, yo no tengo tanta fé en la inteligencia de Voldemort, nadie así podría innovar la magia oscura de con un hechizo de tal magnitud, y aún así morir en las manos inconscientes y regordetas de un bebé (con todo respeto a Harry).
Eso me lleva a lo siguiente: es un hechizo que ya existía, y por ende, debería estar registrado en algún lugar, donde Voldemort lo encontró después. Algún retazo corto de información, en algún lugar.
Y no es en la biblioteca de Hogwarts, ya la revise por completo. Tampoco está en Malfoy Manor, Lucius se deshizo de todo para cuando el Ministerio fuera a echar un vistazo. (Sospechoso, lo sé).
Necesito ayuda con esto. Quizás si averiguamos lo que esto hace, cómo y porque Voldemort lo hizo. Quizás podamos entender lo que Voldemort está pensando, lo que planea.
Una ventaja.
Y si, sé que no te gusta que nos hagamos responsables de solucionar cosas que los adultos deberían hacerse cargo, pero seamos honestos, no podemos sentarnos a esperar a que un psicópata venga a pelear y posiblemente matar a Harry solo por conseguir poder. Si hay una posibilidad, por más mínima que sea, para evitar un enfrentamiento directo, la voy a tomar.
No confío en el director. No confío en el Ministerio. No confío en los Aurores. Y no hay forma en que confíe en mis padres.
Por favor, ayudame.
Con cariño, Draco”
Harry miró hacia el rubio, quien tenía la cabeza gacha y las puntas de las orejas rojas. Un color muy bonito.
—Draco.
Malfoy lo miro, parpadeando rápidamente. Estaba apretando los labios y tronando los huesos de sus manos, párpados caídos y casi evitaba en contacto visual.
Su mejillas se veían tan rojas como una manzana. Harry quería morderlas.
—Entiendo que no hayas querido hablar de eso, lo entiendo, pero por favor, no trates de alejarme de nuevo. —pidió, presionando sus frentes juntas, asegurándose de mirarlo a los ojos—. Eres demasiado importante para mí, y aunque sé que puedo vivir sin ti, no quiero. No es tu responsabilidad asegurarte de que este a salvo, pero si vas a tratar de cuidarme, déjame estar a tu lado. Quiero hacer lo mismo por ti.
Draco asintió suavemente, no queriendo perder el contacto. Era una cercanía nueva, la última vez que habían estado así de cerca fue en Navidad, y eso se sentía muy lejano ahora.
Podía contar las pestañas de Harry desde aquí.
—Te prometo que no me iré a ningún lado, Harry.
—Bien.