
Canela y Tarta de Melaza
Harry suspiró, interrumpiendo el monólogo de Tom y lo miró con una mirada de confusión.
–Bien, entiendo. –dijo pero la mirada de confusión no se borró. –Sólo... Tengo una pequeña duda no resuelta. –explicó y Tom asintió, dispuesto a escuchar atentamente su quinta pequeña duda no resuelta en la última hora.
–Te escucho. –ofreció Tom y Harry sonrió.
–Puedes tratar de negarlo, pero sé que eso que dijiste el otro día en nuestra pequeña discusión fue una burla. –dijo y Tom sonrió victorioso por la curiosidad de Harry. –Y... No lo entiendo. –dijo perdido en sí mismo.
–¿Qué cosa no entiendes? –preguntó Tom.
–¿De quién se supone que debo gustar, según tú? –preguntó nervioso y Tom se rió de lo nervioso que él sonaba. –¡No es gracioso, Riddle! –dijo Harry frustrado.
–No creo que sea correcto decírtelo. –suspiró divertido. Harry lo miró con una ceja arqueada.
–Sólo dilo. –dijo y unos segundos después, suspiró. –Por favor. –murmuró.
–Luego, no me haré responsable de corazones rotos. –dijo y sonrió. –Amy Benson.
–¿Qué? ¿Qué tiene ella? –preguntó Harry.
–Ella gusta de tí. –explicó enfatizando en "ella" "gusta" y en "tí".
Harry abrió enormemente sus ojos de una forma que Tom jamás había visto antes. Su cara se puso de todos los colores y parecía a punto de desmayarse.
–¿¡Qué ella qué!? –gritó Harry con sorpresa y confusión.
–Gusta de tí. –dijo Tom calmo. –Realmente, Evans, no es nada que amerite está reacción.
–¡Ni siquiera me conoce, Riddle, no puedes pedirme que me calme! –dijo con lo que parecía demasiado estrés. –¿Cómo es esto siquiera posible?... –murmuró y Tom rodó sus ojos con irritación.
–Harry. Harry. –Tom quería tranquilizarlo, pero Harry ni siquiera parecía escucharlo. –¡Harry Evans! –le gritó con preocupación. –Por Merlín, no te está pidiendo matrimonio, Evans. Es solo una chica que, extrañamente, gusta de tí sin siquiera conocerte. Pero nada más, no te casarás mañana, ni te estoy diciendo que ella está embarazada de tí. ¡Así que, cálmate, ahora mismo! –dijo irritado y Harry asintió confundido mirando cómo Tom Riddle le estaba sujetando sus hombros. –Ahora, respira. –le obligó.
Harry respiró profundamente y exhaló cuidadosamente, mientras sentía como las manos de Tom soltaban sus hombros y un extraño sentimiento abandonaba su cuerpo, dejando un extraño vacío.
–Bien, ahora. ¿Estás más calmado, cómo para poder reírnos de lo que te acabas de enterar? –preguntó Riddle y Harry lo miró con intensidad, tratando de entender sus palabras. Estaba tan concentrado en ver sus ojos y en descubrir qué era lo que había ocurrido cuando Tom lo soltó que no prestó atención a lo que él le había dicho. Tom interpretó el silencio como un sí, aunque Harry no sabía qué significaba ese sí. Comenzó a reírse entre dientes y Harry notó lo linda que era su risa.
Harry sonrió tratando de no pensar en lo extraño de aquella situación. Suspiró y abrió la boca para hablar.
–Riddle. Tengo otra pregunta más. –dijo y este lo miró y asintió.
–Te aseguro que no sé si Dennis Bishop gusta de tí también o no. –dijo y comenzó a reírse. Harry rodó sus ojos divertido por el pésimo humor que tenía Tom Riddle. Suspiró y sonrió internamente, sería un buen nombre para un show de stand-up: El Pésimo Humor de Tom Riddle.
–¿Por qué te molesta que Amy Benson guste de mí? –preguntó y Tom lo miró confundido y Harry no obtuvo una respuesta hasta unos minutos después.
–Jamás... Jamás dije que me molestará. –murmuró Tom y Harry asintió aturdido y avergonzado de sí mismo.
–Uh... Si, claro, tienes razón... –dijo y se rió incómodo y avergonzado. –Tienes razón...
–¿Estás bien, Harry? –preguntó y Harry le sonrió y asintió.
–Claro, sí. Uh... Tengo sueño, así que... Si puedes... –se trabó allí sin saber cómo seguir su mentira y Tom asintió, captando lo que Harry le había dicho.
–Claro, te dejaré descansar. –dijo y se levantó de su cama y entonces fue cuando Harry se dió cuenta de lo cerca que habían estado en las últimas dos horas y sintió un vacío en él al ver cómo Tom se alejaba hasta alcanzar el pomo de la puerta. –Cuando sea hora de comer te llamaremos. Descansa, Evans. –dijo y le sonrió y Harry se sintió extraño ante esa sonrisa. Segundos después, Harry vió cómo la puerta de su habitación se cerraba dejándolo solo.
Apoyó su cabeza en la almohada y cerró sus ojos tratando de dormir...
🍀🍀🍀
Harry estaba sentado en una mesa solo. En unos minutos, comenzaría su clase de Pociones y había decidido saltearse el desayuno para llegar antes y poder elegir un lugar lo más solitario posible.
Necesitaba pensar claramente en cómo mierda había sucedido que con tan sólo dos meses de conocer a Tom Riddle alias Voldemort, había llegado a apreciar sus sonrisas, su risa y a notar sus estúpidas manos cálidas.
Era claro que él necesitaba un descanso de Tom Riddle, Voldemort y quién sea que se parezca a estos dos.
El Destino varias veces demostró estar de su lado, pero al parecer se había hartado de estarlo... O tan sólo quiso jugar en su contra por una vez, (claro, sin contar la vez en que sus padres murieron o la vez en la que solo quería volver a Hogwarts y terminó más de 50 años en el pasado con su mayor enemigo quien, extrañamente, tiene las manos más cálidas que Harry haya sentido...) en fin, el Destino estuvo en su contra el día de hoy.
La voz de Dione, Ferbus, Tom Riddle, Abraxas Malfoy y Lestrange llegaron a sus oídos y Harry sólo suspiró agobiado de algo que todavía no había sucedido.
Apoyó su cabeza en sus brazos, rezando porque no se sentaran a su lado.
¿Ya he mencionado que el Destino estaba en contra de Harry el día de hoy?. Los cinco se sentaron junto a él y Harry sólo se dedicó a murmurar insultos hacia el Destino.
–Jódete, Destino. Ni siquiera te quería de mi lado, ¿sabes?. –gruñó en un murmullo.
–No te ví en el desayuno, Harry. –dijo Dione quien estaba a su lado.
–No tenía hambre. –murmuró. –Además, me desperté tarde y no tenía tiempo.
–Creí que eras tú el que se levantaba a las cinco de la mañana. Ahora tengo miedo de que sea un fantasma, ¿sabes?... Si hubieras sido tú... Estaría menos asustado. –murmuró Ferbus con miedo.
–¿Qué hacías despierto a las cinco de la mañana? –preguntaron todos menos Harry. Ferbus sonrió.
–Me desperté por el ruido. –murmuró.
–Fuí yo, Ferbus. –suspiró Harry y cualquiera que fuera a hablar, fue interrumpido por Horace Slughorn, profesor de Pociones.
–Muy bien, me alegra verles la cara a todos un día más de este bello octubre. –dijo y Harry hizo una mueca por su saludo. Miró a Tom Riddle y este parecía interesado en cualquier cosa menos la clase de aquel día. –Hoy, queridos estudiantes, tendremos una clase muy interesante. Creo, y espero no equivocarme al decir, que algunos de ustedes conocerán estás tres pociones tan famosas en nuestro Mundo. –dijo y presentó tres calderos. –Este, contiene Varitaserum. Este otro, Poción de Muertos en Vida y el último caldero contiene una poción de amor conocida como Amortentia. –dijo y hubo algunos ouh entre sus compañeros. Harry rodó sus ojos. –La más importante en esta clase, es la pócima Varitaserum. –explicó y asintió para sí mismo. –Hoy, quiero proponerles que ejecuten la poción Varitaserum. Confío en que lo harán perfectamente. Vayan a la página número trescientos cuarenta y dos y sigan paso a paso las instrucciones y entonces... ¡Tendrán la mejor Varitaserum de sus vidas! Tienen dos horas. –informó.
La clase comenzó y todos abrieron sus libros. Harry sintió que su cabeza daba muchas vueltas al levantarse de su asiento.
El dolor de cicatriz y el mareo que el mismo le daba era parecido a lo que estaba sintiendo en ese momento. Aunque, la diferencia era que el dolor venía de su estómago y su cabeza daba demasiadas vueltas como una calesita giratoria.
Al lograr levantarse de su asiento, sintió la mano de Tom en la suya. Lo miró y este tenía su entrecejo fruncido.
–¿Estás bien, Harry? –preguntó y Harry asintió, confundido. Se alejó de ellos y se paró en el escritorio del profesor Slughorn y sintió un aroma cálido. Era una mezcla de olores que se acoplaban muy bien entre sí: madera, tarta de melaza y canela.
–Señor Evans, ¿necesita algo? –preguntó Slughorn con una sonrisa nerviosa.
–Uh... Sólo... Quería preguntarle si pudiera ir a la enfermería... Me estoy sintiendo muy mareado y... ¡Agh! –murmuró tocándose la cabeza cuando sintió un ruido sordo que venía de él mismo.
–Señor Evans... –la voz de Slughorn se apagó de repente porque todo se nubló y apagó como una televisión cuando se cortaba la luz.
Tom se levantó de su asiento con preocupación en todo su ser al ver cómo Harry se desmayaba. Tenía un mal presentimiento desde que lo vió mal la noche anterior, pero en ese momento sólo creyó que estaba realmente afectado por esa estúpida noticia, pero al ver lo mareado que estaba mientras se levantaba de su asiento se asustó mucho.
–Profesor, cómo Prefecto que soy le pido el permiso de retirarme y llevar a mi compañero hasta la enfermería. –dijo rápidamente y Slughorn asintió asustado y confundido. Dione se levantó y no necesitó de explicación para que Slughorn le consintiera la salida. Ferbus, Abraxas y Atlas Lestrange parecían igual de preocupados que le siguieron los talones a Dione y Tom hasta la enfermería, dónde Madame Murphys, la enfermera, sin necesidad de muchas respuestas o preguntas, acostó a Harry en una camilla y les ordenó que se alejaran de ella y Harry mientras procedía a hacer los estudios. Dione y Tom insistieron a los otros tres que fueran a terminar la clase, mientras ellos se quedaban allí.
–Tom, sé que quizá sea demasiado lo que te voy a pedir, pero... –ella suspiró. –Si crees saber algo referido a lo qué podría estar pasándole a Harry, por favor, no te lo guardes porque podría ser vital para su salud. –dijo y Tom asintió.
Suspiró y trató de darle alguna conexión al descubrimiento de que Amy Benson gustase de Harry a qué ahora se esté en pésimo estado.
–No se me ocurre qué podría ser... –murmuró dudoso y Dione asintió.
–Está bien. –murmuró.
Tom sintió que algo en él estaba vacío. No sabía qué, pero se sentía... Mal. Vacío.
Suspiró y se sentó, tratando de pensar en aquél olor que sintió al acercarse al escritorio de Slughorn.
Tarta de melaza...