
Se Lo Merecía
Harry miró por trigésima vez a el cuerpo dormido de Riddle.
Ya hacía tres horas y media que lo había encontrado así y no despertaba. ¿Debería preocuparse?
La única certeza que tenía era que Riddle no moriría, no de jóven por lo menos.
Decidido a pensar en otra cosa, siguió tratando de descifrar para qué servía el Sectusempra. Le aliviaba el no tener a una Hermione en ese tiempo, sería todo más relajante en cuanto a las clases se refiere. Aunque la extrañaría demasiado...
Extrañaba a todos, y el extrañarlos le llevaba a preguntarse que estaría sucediendo en lo que ahora era el futuro. ¿Acaso habrán notado su no vuelta en Hogwarts? ¿Lo estarán buscando? ¿Se acordarán siquiera de que existe, o existía?
Todo lo llenaba de dudas que no quería pero tampoco podía dejar de lado.
Todos sus pensamientos fueron empujados más allá de su mente gracias a la abertura de la puerta.
–¿Harry? –preguntó la inconfundible voz de Amy.
–¿Sí, Amy? –preguntó con una ceja arqueada.
–¿Está él despierto? –preguntó con terror al nombrarlo.
Harry miró a Riddle y respondió. –No... –dijo simple.
Escuchó un suspiro por parte de Amy y la vió dar unos pequeños pasos hasta dentro de la habitación.
–Bien, porque la señora Cole me mandó a darte ésto y sólo para ti. –dijo con una sonrisa. Le tendió una manta lo suficientemente grande para taparlo a él y otra persona más.
–Dile que gracias de mí parte... –dijo y sonrió. Amy asintió, e iba a salir cuando Harry la llamó. –Amy, por curiosidad, ¿por qué él no despierta aún?. Ha estado así desde que llegué. –dijo Harry con tono curioso. Amy se puso perpleja por la pregunta pero negó.
–Él... Fue castigado. –escupió. –Tanto así que lo dejaron inconsciente. –dijo y Harry pudo notar una ligera curva en sus labios, haciendo una casi sonrisa de satisfacción.
–Pero... ¿Qué adulto sería capaz de tanto y por qué? –preguntó con horror.
No recordaba que sus tíos llegaran a tanto, eso era... Una monstruosidad.
–No fueron adultos. –dijo sin mirarlo. Harry se espantó. –No sólo ellos, también algunos de nosotros. –dijo y su tono ahora denotaba orgullo.
Harry sintió ganas de vomitar.
–Eso quiere decir que tú... ¿También participaste? –preguntó tratando de no utilizar un tono que denotase lo asqueado que estaba.
–Claro que sí. –dijo con simpleza. Un silencio se formó y luego de segundos, Amy prosiguió. –Se lo merecía, y deberá como mucho despertar mañana en la mañana y si no lo hace... Bueno, estará bien muerto. –dijo y salió de la habitación luego de decir un simple 'Adiós'.
Harry miró a Riddle y no pudo evitar sentir pena otra vez.
Debería hacer algo... Pensó y momentos después se vió a sí mismo rebuscando en sus libros alguna poción u hechizo que pueda utilizar para ayudarlo a mejorarse.
Se acercó a el cuerpo de Riddle y lo giró con el máximo cuidado posible. Su rostro quedó mirando al techo y Harry ahí recién pudo notar que su camisa estaba roja y con una gran mancha de sangre.
Levantó la camisa y vió una venda tapando gran parte del torso, al parecer él trató de curar su herida... Pensó mientras trataba de sacarla.
Al no tener la venda, Harry notó el corte que había allí.
¿Corte? Eso parece todo menos un corte. Pensó, la única opción era curarlo mediante magia.
Agarró su varita y cerró la puerta con un hechizo para que nadie lo vea curando a Riddle. Luego, intentó curarlo con un hechizo que recordaba.
–Episkey.
Apuntó a la herida pero vió que esta no cerraba. Se desesperó y lo lanzó tres veces más.
Nada.
Corrió a su baúl y abrió el libro de pociones del Príncipe Mestizo y buscó desesperadamente un hechizo que lo ayudara a curar la herida.
Lo encontró en las tantas escrituras que tenía aquel libro. En este, decía que lo debías decir con sumo cuidado y convicción. Principalmente, se encargaba de hemorragias en todos los sentidos, pero Harry esperó (y deseó) que también ayudará en esta ocasión.
Apuntó a la herida con convicción de curarla y, con la mayor tranquilidad posible, susurró el hechizo.
–Vulnera Sanentur.
Abrió uno de sus ojos y vió que el hechizo hacía efecto. Lo murmuró unas tres veces más y vió como la herida era totalmente curada.
Rebuscó en su baúl y encontró el regalo de Tonks por navidad, al abrirlo vió que era un libro.
Para cuando Malfoy vuelva a
ocasionarte problemas físicos,
Tonks.
Sonrió y abrió el índice dónde le indicaba que la página 39 trataba sobre los útiles necesarios para la sanación.
–Férula.
Aquella parte del torso fue vendada enseguida y Harry se sintió extrañamente orgulloso.
Antes de alejarse, se tomó un momento para respirar y tranquilizarse de los nervios que había estado cargando momentos atrás.
Miró el rostro de Riddle y notó como su entrecejo ya no estaba arrugado y no tenía ningún rastro de haber estado contraído por el dolor. Ahora parecía... Parecía estar calmo.
Inevitablemente sonrió, hasta que se dió cuenta de a quién tenía en frente. De a quién había salvado.
A quién había ayudado.
Eso inmediatamente le trajo la necesidad de vomitar. Se alejó como si el sólo estar a centímetros de él fuera tóxico.
Se giró y guardó todo lo que había utilizado en su baúl.
Agarró algo que podría utilizar como pijama y luego de ponérselo, se acostó en su cama. Miró a Riddle y luego de soltar un profundo suspiro, sintió todo el cansancio caer en él.
🍀🍀🍀
Abrió sus ojos y tuvo que pestañear varias veces antes de poder adaptarse a la vista.
Sintió su estómago rugir un poco por el hambre, pero seguramente en tan solo minutos Fleur o Molly entrarían con su desayuno.
Negó al ver dónde se encontraba.
Estaba en otra época, otra ciudad y con otras personas.
Se levantó de la cama y caminó hasta su baúl. Allí tenía algunas ropas que había decidido guardar antes de ir a la Madriguera.
Sacó unos pantalones y una remera. Luego de mirar cuidadosamente que Riddle siguiera durmiendo, se cambió.
Salió de aquella habitación y bajó las escaleras con rapidez.
Al llegar al que recordaba era el comedor, saludó a Amy.
–Harry, me alegra verte. –dijo sonriente. –Él es Dennis Beshop. –dijo con una sonrisa señalando a un chico que estaba a su lado.
Era de estatura alta, ojos grises y su cabello de color avellana.
–Un placer conocerte, Harry. –dijo y sonrió amablemente.
Harry sonrió también. –También es un placer, Dennis. –dijo sentándose al otro lado de Amy.
–¿Cómo fue tu primer noche? –preguntó la chica.
–Bien, supongo... –dijo.
–¿Él... Ha despertado? –preguntó Amy y Harry notó cómo Dennis Beshop se tensaba.
Estuvo a punto de decir que él se había encargado de curarlo, pero descartó esa idea.
–Cuando me levanté lo ví mejor que anoche. –dijo indiferente.
Amy asintió. Harry no sabía si se había dado cuenta que no había respondido su pregunta, pero decidió no seguir con ese tema.
Terminó de comer lo que podría llamarse desayuno y volvió a subir las escaleras para agarrar algún libro de su baúl y matar el tiempo.