Luz y Oscuridad

Caminó con la poca fuerza que le quedaba.

No tenía otro lugar donde ir, asi que se decidió en que, mientras no supiera dónde más quedarse, estaría en...

En el orfanato.

Estaba seguro de que sus tíos estarían muy felices de no tenerlo con ellos.

¿Estarían los demás enterados de su notable desaparición? ¿Se preocuparían en buscarlo? ¿Seguirá pasando el tiempo allí o solo se detuvo inmediatamente Harry aterrizó en el pasado?

Tocó la puerta con tres leves toques.

–¿Quién...? –la mujer fue cortada al ver a un jóven de aparentemente (¿trece años?) en la puerta de su orfanato.

–Hola... Siento demasiado la molestia. –se apresuró en decir. –Me llamo Harry Pot... –se frenó a sí mismo. Existía otra generación de Potter's aquí y no creía que fuera posible pasar inadvertido en este mundo, menos si tenía un apellido tan mágico y de sangre pura, además, iría a Hogwarts y allí estaba seguro de que había ya un Potter, su... abuelo. –Evans... –se corrigió rápidamente. –Harry Evans, me encuentro inevitablemente perdido en esta zona. ¿Podría acaso quedarme por unos minutos a descansar? Vengo de muy lejos. –susurró lo último.

–¿Evans dices? –preguntó la señora con clara obviedad de que no estaba en todas sus facultades.

–Si. No creo que conozca a... –lo interrumpió.

–¡No, no, no, no! –empezó a negar frenéticamente. –Lo único que conozco de Evans es que es un apellido, que contiene cinco letras. –dijo hipando y se hizo a un lado para dejarlo pasar.

–¿Me permite entonces...? –la señora lo calló.

–Si, si. Cuando venga tu familia, te vas. –dijo con una fría indiferencia.

Se alejó dejando a un Harry perplejo y escuchando cómo aquella le pedía a alguien que le diera un tour por el orfanato.

No que lo necesitara... Pensó con desagrado.

Una chica se acercó con una sonrisa en su rostro. Parecía agradable.

–Hola –dijo con una sonrisa y Harry también le sonrió. –Soy Amy Benson. –dijo agradablemente. –Déjame mostrarte el orfanato para no perderte en futuro. –dijo con gracia y empezó a caminar sin esperar respuesta. Harry asintió tardíamente y comenzó a caminar.

Le mostró la pequeña cocina, el comedor que cumplía también la función de sala de estar, el vestíbulo dónde también se encontraba una puerta que llevaba a la oficina de la señora Cole y una escalera a las habitaciones.

No eran tantas habitaciones, pero sí lo eran de niños y niñas. Razón por la que debieron empezar a juntarlos entre sí.

–El único al que no le asignaron un compañero, es... –tragó saliva nerviosa y Harry pudo ver y notar un cierto temblor en su voz y cuerpo. –Tom Riddle. –dijo en un susurro.

–¿Puedo saber el por qué? –preguntó Harry con una ceja arqueada.

Lo había visto en los recuerdos de Dumbledore, pero igualmente, necesitaba saciar su curiosidad.

–Bueno él... –balbuceó y miró a todos lados con un brillo que denotaba terror en sus ojos. –Es un monstruo. –susurró y abrió grande sus ojos y se tapó su boca. -¿Sabes, Harry? Mejor iré a afuera. –dijo con apuro.

–¿Okey? –dijo confundido. La chica sonrió y corrió escaleras abajo.

Eso fue extraño. Pensó y dirigió su mirada a una puerta que estaba un poco más a la izquierda de la mitad del pasillo.

Se acercó con cuidado y sintió cómo el miedo crecía, miedo que no sabía que tenía hasta llegado el momento de tocar la puerta.

–¡Señor Evans! –dijo la que reconoció como la señora Cole subiendo las escaleras con rapidez. –Veo que ha encontrado su nueva habitación. –dijo y notó un brillo de lástima en sus ojos. –Lo lamento, querido. Espero que la querida Amy te haya informado que carecemos de espacio en todo el orfanato y la única habitación libre, por ahora, es con Riddle. –dijo y Harry notó el tono utilizado al nombrarlo.

Era una mezcla entre asco y terror. Eso le trajo recuerdos de cuando su tía Petunia se enojaba porque a su alrededor sucedían cosas totalmente extrañas, cuando su primo y sus amigos se reían y burlaban (a veces también llegando a tal punto de ser violentos) de él y de cuando su tío lo miraba con desprecio, asco y como si fuera de las peores cosas que existía en el mundo.

Ese fue quizá la primera vez que sintió pena por Voldemort, que se sintió identificado en cuanto a la no aceptación se trataba.

–Entonces debo entrar a dejar mis cosas. –dijo y notó como el miedo que momentos antes sentía, se transformaba en irritación.

–Sí, querido, sí. –asintió la señora Cole con pesadumbre. –Lo lamento, pero no puedo entrar contigo. –advirtió dando cuatro pasos para atrás sin dejar de mirarlo.

–Lo sé, tampoco esperaba que lo hiciera. –murmuró Harry y caminó aún más cerca de la puerta y la tocó dos veces.

Del otro lado no se escuchó nada. Cómo si realmente nadie estuviera allí... Tocó otras dos veces y nada, ni un solo ruido, susurro, nada.

Harry ya harto de esperar a que Riddle se dignara a decir un simple y sencillo 'Adelante', entró en la habitación.

Al entrar, se llevó una gran sorpresa de verlo durmiendo.

Iba a decir algo, cuando al darse vuelta vió que la señora Cole ya no se encontraba allí. Cerró la puerta con cuidado de no despertar a Riddle, no quería hablar con nadie.

Se sorprendió de ver una cama allí, como si fuera magia. Quiso reír de su pensamiento estúpido, pero el no querer despertar a Riddle lo frenó.

Sacó su baúl de su bolsillo y lanzó un hechizo para volverlo a su forma habitual.

Acomodó lo poco que tenía, en ese momento agradeció el haber convencido a la señora Weasley de que él podía llevar su baúl.

Abrió el baúl y allí encontró sus útiles escolares junto con otras cosas importantes, entre todas ellas, estaban cuatro bolsas con monedas que las tenía guardadas desde hacía un tiempo.

Sonrió.

Tenía todo bien organizado gracias a Hermione.

En una bolsa guardaba solo el dinero muggle (contaban con dos libras), en otra bolsa tenía veinte Knuts, en la tercera veinte Sickles, y en la cuarta y última bolsa veinte Galeons.

También tenía los libros de las asignaturas: Encantamientos, Transformaciones, Defensa Contra las Artes Oscuras, Pociones, Astronomía, Herbología e Historia de la Magia.

Guardó la varita que había sacado de su baúl y lo cerró. Miró a Riddle y no pudo evitar su confusión por verlo dormir. Eran cerca de las dos de la tarde y no parecía que vaya a despertar pronto, por lo que Harry decidió que lo dejaría así, durmiendo y tranquilo.