Avoriaz

-¿Como te fue hoy en el instituto? -Preguntó Lucius levantando la cabeza de su periódico.

Draco dejó caer su mochila en una de las sillas de la gran mesa y sacó su teléfono de su bolsillo, procediendo a teclearlo.

-Bien.

-¿Tuvieron practica hoy?.

-Sabes que sí.

-¿Y como estuvo?.

-Bien -Respondió el adolescente, intentando ignorar a su padre.

El mayor soltó un suspiro ante la actitud de su hijo. Extrañando con ganas los viejos tiempos en los que Draco llegaba emocionado a contarle sobre su día.

-¿Puedo salir mañana a una fiesta con los chicos?.

-¿Mañana? No, mañana tenemos planes -El patriarca dobló el periódico y lo dejó de lado, poniéndose serio.

-¿Tenemos? Me suena a multitud.

-Me acompañarás a comer a ese restaurante que tanto te gusta.

-Papá, en serio no me apetece.

-Voy a presentarte a alguien.

Los dedos del rubio se congelaron en la pantalla y subió la mirada, repentinamente molesto.

-Este alguien… ¿Es una mujer? -Dedujo que sí, por el nerviosismo visible en el rostro contrario.

-Sí…

-Padre… -A Draco se le hizo un nudo en la garganta de repente, queriendo más que nunca cruzar el océano y correr a los brazos de su madre- Han pasado sólo cuatro meses desde el divorcio.

-Exacto. Y ahora tengo a esta nueva persona en mi vida. Y quisiera que la conocieras, ya que tú eres lo más importante para mi.

-Sí, claro -Se burló rodando los ojos de nuevo.

-Es enserio. Mañana iremos a comer con ella y su hijo. Punto final.

Draco hizo una mueca de desprecio a su padre y hecho una furia subió las escaleras hacia su habitación.