
1.5B Un amor fugaz sin fin (White Album fanfic)
De nuevo estaba solo en mi apartamento, no había pasado más de una hora desde que ella se fue.
—Kitahara, esto no... —Sonaba preocupada, sabía que Koharu quería evitar lo que hacíamos, aun si siempre fallaba en ello. No me abandonaría incluso si se lo pidiera (y es algo que no pensaba hacer).
—Tu cabello luce muy hermoso, Koharu. Me gusta como lo peinaste. —Acaricié su mejilla y moví un mechón que tapaba parte de su bello rostro, los hilos eran negros como la noche, sonrió por un segundo, pero se recompuso y la expresión cambió a una más seria—. No estamos haciendo nada malo, solo pasamos el tiempo.
Mordió su labio inferior y evitó verme a los ojos. Yo tenía la culpa, ella solo estaba a mi lado como prometió. ¿Por qué seguía con esa vida? ¿Por qué no solo terminaba con lo que sea que fuera aquello que teníamos? Era lo mejor para todos. ¿Por qué yo era tan cobarde y egoísta?
—Ayer entregué el artículo que el señor Hamada me encargó. Le encantó cuando lo leyó. Le comenté que me apoyaste y aunque no dijo nada sobre ello creo que no lo ignoró, los demás en la oficina dicen que tienes un gran potencial. —Sonreí al terminar y acerqué mi mano a la suya, dudó por unos segundos, pero al final aceptó. Estaba fría, no era nada extraño, restaba poco para la temporada invernal y me esperó a la salida sin usar guantes. Aun si fuera algo tan nimio como el frío o una situación muy difícil ella no rompería la promesa de estar a mi lado, así como tampoco traicionaría a Yada y sus amigas si no fuese por una gran razón. Es mejor persona que yo.
—Los demás me han llamado Kazaoka la tercera —dijo, seguro era para que el silencio no hiciera que nuestras mentes divagaran, era lo mejor para ambos.
El recordar a mi anterior jefa me alegró, Kazaoka Mari, editora de Kaoiu Graph. Se le ofreció un puesto en una de las sedes en América y lo aceptó. Tardaría en ser olvidada debido a su compromiso casi obsesivo con el trabajo y su responsabilidad en extremo, además, ella me ayudó cuando estuve en lo más bajo, me hizo entender que no podía usar el trabajo como escape. En mayor o menor medida Sugiura y yo éramos similares.
—Al menos no te llamaron Kitahara la segunda o peor, Mini-Haruki como te dice Takeya.
Ambos nos reímos de ello, su risa tenía un aura triste. En ese momento envolví su mano entre las mías, ya no estaba tan fría, la acaricié y froté para que se calentara más.
—Tus... Nuestros compañeros son muy amables. Aunque uno de ellos es un poco extraño.
—Seguro te refieres a Matsuoka ¿Qué fue lo que hizo?
—Intentó coquetear conmigo. —Mi corazón se detuvo por un instante, no tenía derecho a sentirme así, no en nuestra situación, mas era difícil suprimirlo, no podemos controlar nuestras emociones y sentimientos, no elegimos a quien amamos u odiamos, no del todo. Es como el nacimiento de una estrella, es un proceso muy largo, pero cuando menos lo notas se ha convertido en lo más brillante y hermoso que hay. Ella notó mi reacción y siguió hablando—. Por suerte se detuvo cuando se dio cuenta que solo estaba interesada en el trabajo.
Aliviado acerqué su mano a mi rostro y ella trazó una línea por mi mejilla hasta mis labios, hicimos contacto visual y lo mantuvimos durante lo que fue una eternidad. En aquel momento ella era toda para mí y en retribución yo era solo suyo. ¿Qué es lo que estaba mal conmigo? ¿Por qué repetía los errores del pasado? ¿Por qué la arrastraba conmigo? Koharu se acercó y acomodó su cabeza cerca de mi corazón.
—Haruki, incluso cuando los otros no estén de tu lado yo lo estaré.
Le di un beso en la mejilla y ella se ruborizó, sé que mi corazón comenzó a latir más rápido por lo siguiente que dijo.
—Es como si estuviéramos conectados. Mi corazón también late más rápido.
Nunca imaginé que Sugiura fuese capaz de decir algo tan cursi como eso. Seguro estaba relacionado a que en esos momentos solo existíamos ella y yo, un tiempo en que el trabajo, sus deberes en la universidad, nuestros amigos, familia y lo demás no importaban. Así era hasta el fin del día. Ella me abrazó con más fuerza y yo hice lo mismo. No quería soltarla y eso era injusto para ella, no merecía lo poco que le daba por su sacrificio. Lloró, no me gustaba verla así, no se lo merecía, no por nuestros sentimientos mutuos.
—Haruki... —dijo con la voz cortada, no estaba bien que derramara sus lágrimas por mantener su promesa hacia mí, por cumplir mis deseos egoístas y negarse a realizar los suyos—. No quiero que acabe...
Tardamos en separarnos, pero cuando lo hicimos ella se veía más serena. Se lavó la cara, peinó su cabello y tomó las pocas cosas que llevó consigo: una libreta, pluma, su celular y un viejo regalo que le meses antes en un intercambio de navidad en Goodies, soy incapaz de explicar la felicidad al ver que conservaba esa chatarra, merecía algo mucho mejor. Si tan solo pudiera darle algo más... Si tan solo fuera más decidido. ¿Qué es lo que está mal conmigo?
La acompañé hasta la estación del metro más cercana, donde se despidió como si fuese la Sugiura del día a día.
—Te estaré esperando, Koharu. —susurré cuando el metro se alejó. De nuevo se iniciaba la espera, fingiríamos durante quince días que no había sentimientos, ocultaríamos aquello que nos atormentaba y ella cargaría con todos mis pecados y pesares.
Cuando volví a mi apartamento lo primero que llegó a mí fue el olor de su perfume, su hermoso aroma impregnaba el lugar, solo sería temporal y era por el bien de todos.
Mientras limpio el lugar mi corazón se encuentra al límite, mis emociones podrían desbordarse en cualquier momento... Y mi teléfono suena, seguro es un correo, solo puede ser del trabajo o de ella. No debo verlo, no debo verlo, si fuera urgente mi jefe llamaría.
—Puede esperar. —Sigo con la limpieza hasta desaparecer el olor del perfume de Koharu lavo los platos, quito el disco del festival de invierno y me deshago de las sobras de comida. Todo va muy bien, ni siquiera Takeya notaría que hubo una mujer en esta habitación.
El celular vuelve a sonar, lo ignoro por varios minutos, para mi disgusto no se detiene. Tengo que responder, no me queda de otra.
—No es nada malo, no es una equivocación. No estamos cometiendo un pecado, solo disfrutamos un poco de tiempo juntos. —Tenía que recordármelo. No puedo olvidar lo que somos.
Tomo el dispositivo y en la pantalla aparece el nombre de la otra mujer que amo, la más inocente de nosotros. Le mentiré de nuevo, como tantas otras veces; me he convertido en un mejor mentiroso, se ha vuelto en algo tan común como respirar. Aprieto el botón para contestar.
—Haruki, ha sido increíble. —Suena feliz, incluso puedo imaginar su rostro, su sonrisa y sus mejillas ruborizadas. Oh, por dios, ¿cómo puede ignorarla? Debe ser algo muy bueno y actué como un idiota—. Voy hacia al apartamento, esto tengo que contártelo en persona. —No es nada nuevo, soy de los primeros a los que le cuenta sus triunfos y fallos, las otras personas son su madre y Koharu.
Trago saliva, no se dará cuenta, me he hecho cargo de eso. No lo notará.
—Te estaré esperando con tu comida favorita... —digo a pesar de agregar otra daga invisible alrededor de su corazón. Si supiera lo de su mejor amiga y yo... No, no lo descubrirá. Es lo mejor, ella no tiene que salir lastimada, no si Sugiura y yo podemos evitarlo. Además, Koharu y yo solo hablamos y pasamos el tiempo, nada más.
—A-algo más... —El volumen de su voz disminuye.
—¿Sí?
—¿E-estás cansado? —Por un momento me toma por sorpresa. Una daga más alrededor de su corazón. La sugerencia es clara, no puedo negarme, solo he estado limpiando mi apartamento.
—No, amor, nos vemos en un rato. —Pronto ella sería quien dejara su bello aroma sobre mí apartamento y en mí. Colgamos al mismo tiempo y tiro el teléfono sobre mi cama—. Lo siento mucho, de verdad lo lamento.
¿Por qué siempre lastimo a quienes amo?
Koharu terminó los encargos de sus jefes, era de noche, en la oficina solo quedaban Haruki y unos cuantos compañeros del departamento de edición. Como ya le costaba entender la información que leía dejó los papeles sobre el escritorio.
—Ya envié el correo con lo que solicitó el señor Hamada y esto es lo que me pediste —informó a Kitahara.
—No era necesario que terminaras con todos tus pendientes esta misma noche, Sugiura. —Haruki apenas si le prestó atención, estaba enfocado en redactar el artículo sobre una afamada seiyū que había hecho el salto a la industria musical y estaba teniendo mucho éxito. Se hablaba tanto de ella como del éxito internacional de Touma Kazusa en Europa.
—Tampoco es obligatorio que tú lo hagas, si sigues realizando hasta los favores más pequeños de todos no dormirás ni 5 horas.
—En la preparatoria, en promedio, dormía 4 horas. Y en el último invierno hubo una vez que pasé hasta 36 horas despierto. —Koharu ya no se sorprendía de la normalidad con la que Kitahara hablaba de aquel invierno. Incluso hasta escuchaba Todokanai Koi.
—Ya no eres tan joven como en ese entonces.
—Está bien, Sugiura, no te preocupes, he dormido entre 5 y 7 horas. —Su enfoque estaba en la pantalla del computador—. ¿Por qué terminaste todos tus pendientes esta noche? ¿Has olvidado lo que te dijimos sobre forzarte de más?
—Tengo buenos motivos para haberlo hecho. —La conversación la incomodó, no era lo que quería y se estaba volviendo difícil—. Kitahara, ¿acaso has olvidado que celebración hay la próxima semana?
—¿Navidad? —respondió con tal seriedad que la molestó.
—Es el cumpleaños de Yada, ¿cómo es posible que lo hayas olvidado? ¿En qué mundo vives? —Él se rió, terminó con lo que tenía y se giró para verla. Se le notaba el cansancio, incluso en su sonrisa. Koharu se sintió culpable por haber alzado la voz «Debí saber que solo era una mala broma»—. ¿Has descansado en los últimos días? Sabes que no tienes que matarte trabajando. —Ella hizo presión en una de las palmas de las manos, a pesar de su intento de cambiar el tema de conversación volvió a lo mismo.
—El cuervo le dijo al grajo que era negro. Quiero terminar con el artículo antes del cumpleaños de Yada. He preparado una sorpresa. —Haruki apretó varios botones, hizo varios clicks y luego apagó la computadora. Se levantó del asiento y se estiró un poco—. He acabado, vamos, te acompaño.
—No es necesario, Kitahara. —«No podemos, aún no».
—Es muy noche, será similar a como cuando trabajamos juntos en Goodies.
—Entonces era diferente, ¿qué no lo recuerdas?
Haruki insistió y ella terminó por aceptar la propuesta. Caminaron en silencio hasta la estación del metro, subieron al vagón y se sentaron juntos, estaba medio vacío a esas horas, era uno de los últimos del día. Estaba tan cansada que recargó la cabeza sobre el hombro de él. Haruki no dijo nada, nunca lo haría, al menos en ese momento él no le negaría eso «No está mal, esto no está mal. Hoy solo somos dos amigos, nada más». Haruki la sacudió un poco cuando llegaron a su destino. De allí caminaron hasta la casa de Sugiura en completo silencio, ella no habría sabido que decir en aquella situación. «Solo un minuto más». La frecuencia de los latidos del corazón aumentó, no se dio cuenta cuando se acortó la distancia, con cada paso sus manos casi podían rozarse, no había algo que deseara tanto como entrelazar sus dedos con los de él y andar juntos tomados de la mano. Cuando creyó que no resistiría más la tentación se detuvieron ante la puerta de su casa. Estaba aliviada y al mismo tiempo maldijo.
—Hasta mañana, Kitahara.
—Hasta mañana, Koharu. —Se detuvo a un par de pasos, él sonreía, era la sonrisa que solo le dirigía a ella, señal de que confiaba con todo su corazón y de que Sugiura podía confiar en él. Anhelaba abrazarlo, quería sentir su calor y estar entre sus brazos «No, es el novio de mi mejor amiga. Ellos se aman. Acordamos ocultar nuestros sentimientos durante quince días».
Abrió la puerta y entró sin perder más tiempo, se quitó los zapatos y corrió a su habitación. «¿Por qué fui tan tonta? ¿Por qué no pude enamorarme de alguien más? ¿Por qué tuviste que ser tú que estás con Yada?»
—Oh, Yada, Haruki... Lo lamento tanto, de verdad lo lamento —dijo y hundió el rostro en la almohada, los ojos se humedecieron y las lágrimas cayeron. ¿Cómo podía elegir entre el hombre que ama y su mejor amiga? Era una mala persona, aun si se justificaba repitiéndose que no hacía nada malo con Haruki, aun si ella deseaba más de él y contenía esos deseos. Aun si ahorraban a Yada tanto sufrimiento y dolor ocultando sus encuentros y usando máscaras cuando estaban con ella. «¿Por qué no puedo terminarlo?». Tantas veces lo consideró, pero cuando le sonreía y la abrazaba se retractaba, las ideas desaparecían de su mente y se sentía en el paraíso. Tampoco podía traicionar por completo a su amiga, habían pasado por tanto para consolidar su relación—. ¿Por qué ella no es suficiente? ¿Por qué tenías que repetirlo?
Deseaba enterrar su amor en lo más profundo de su alma, dejar todo y seguir con su vida, pedía a los dioses que todo fuera como antes de conocerlo. Antes de darse cuenta de la horrible realidad de que la enojaba verlo con Yada, antes de que conociera su pesar y decidiera estar de su lado... Antes de que sus ojos se volvieran dos estrellas radiantes que iluminaban su mundo y se diera cuenta del abrasador amor que sentía por él.
«¿Por qué no puedo ser como ella? ¿Por qué no puedo simplemente abandonarlos como Kazusa lo hizo con él y con Ogiso Setsuna?». No sabía cuánto más soportaría, cada día y hora que estaba separado de él y llevaban las máscaras su alma y corazón eran atormentados. Cuando lo veía tan feliz con Yada sentía alegría por sus amigos y una profunda amargura por ver a Kitahara con alguien más. Igual eran los oasis que compartían, eran de los momentos más felices y terribles. Cuando volvía a la realidad Yada los esperaba, quería que su amiga y Haruki estuviesen siempre juntos. Se esforzaba en ello y sufría por sus decisiones. El trabajo era su único escape, su único consuelo y todos se lo había arrebatado. Si no era Haruki, eran sus compañeros y su jefe quienes se interponían.
Pero, ¿cuál era la mejor opción? Tal vez ninguna, no sabía en qué momento sucedería, suplicaba por un cambio que no quería. No estaba segura de quién se quebraría primero y lo que más miedo le provocaba es que fuera ella, ¿qué haría si ese momento llegaba? ¿Quién sería la víctima de su gran traición, Haruki o Yada? Ambas respuestas la aterraban, su vínculo con ambos es de sus cosas más apreciadas. Solo podía esperar que su frágil y efímero control no se perdiera. Porque antes que perderlos a ambos prefería acostumbrarse a vivir en aquel infierno de su elección.
La mayor parte del tiempo Yada sentía que vivía en un sueño, de alguna forma había conseguido todo lo que deseaba. Era su cumpleaños número 20, recientemente había sido aceptada como ayudante en la empresa que tanto quería. Además, estaba jovial porque las personas que amaba compartían ese momento con ella: Sus amigas, Ako y Sayuri hablaban con la mejor amiga de Yada, Sugiura Koharu, aun si la atención de la última estaba en atender a los pocos invitados que querían ponche o pastel. Por otro lado, el hombre de sus sueños y a quien ni en sus sueños más locos imaginó que amaría tanto hablaba por teléfono.
Eran momentos tan preciosos que nunca olvidaría. Cerró los ojos y escuchó su respiración «Estoy viva y esto no es un sueño», se repitió. En el último año y medio Yada atravesó una montaña de emociones. El rechazo inicial de Kitahara, las constantes inasistencias a la preparatoria debido a su mal momento emocional y el apoyo de su mejor amiga. Así como sucesos que la alegraban como el viaje por Europa con sus amigas, la entrada a la universidad y el noviazgo con Kitahara. «He avanzado gracias a todos ellos».
Caminó hasta su novio, a pesar de llevar un año y medio juntos aún la ruborizaba llamarlo así.
—Novio —susurró a sí misma y sonrió. Pocas cosas podrían arruinar ese momento.
Él volteó a verla, había terminado la llamada, ella asumió que era del trabajo, sabía cuan responsable era él. Yada era incapaz de seguir el ritmo tan acelerado que llevaba, solo Koharu era capaz de ello «Tal vez por eso sí fue aceptada en Kaoiu Graph. Solo alguien tan parecida a él puede ser su compañera». Ignoró ese pensamiento, no se pondría triste por algo así. No en su cumpleaños. «Ellos se llevan bien, no todas las personas tienen esa suerte».
—Haruki. ¿Es urgente? —«¿Y si lo necesitan de inmediato? ¿Me dejará en mi cumpleaños?». Se detuvo para no seguir esa línea de pensamientos, eran adultos como para tener celos del trabajo «Siempre se las arregla para que nos veamos».
—No lo es. Solo que la mánager de la seiyu que te conté aprobó el artículo. —Se veía feliz y aliviado—. Dijo que le encantó lo que escribí que hasta prometió que la próxima vez tendría prioridad para entrevistarla.
—Eres muy talentoso, Haruki.
—No es gran cosa, conocí a verdaderos prodigios en sus respectivos campos y yo no soy ni la sombra de ellos.
Lo besó a pesar de no estar solos, por lo menos rompería los protocolos sociales durante su cumpleaños, al fin que solo era un día al año. La fiesta continuó un par de horas más, charlaron sobre muchas cosas y sus amigas contaron las historias más embarazosas que conocían de Yada. Haruki rió en algunas y en otras su semblante cambió a uno más nostálgico, cuando le preguntó por eso la respuesta fue que tenía reminiscencias de sucesos con Takeya. Era un día tan hermoso, estaba entrando en ánimo para algo más íntimo con Haruki. Nada podría arruinar ese momento... nada.
Entonces, cuando todos se retiraban Koharu sacó una bufanda de su mochila y se la puso, era un día con mucho frío, la prenda era una que Yada le regaló en navidad: de gran calidad y que su amiga amaba. De inmediato bajó la vista, no quería que vieran la expresión que hizo.
—Koharu, ¿por qué no te quedas? Ya es muy noche.
—No es necesario, Yada... Estoy bien.
—Vamos, hemos hecho varias pijamadas. Mi mamá te conoce y no se molestará. Además, así no estaremos solo Haruki y yo. —Su madre había salido por un asunto importante que Yada desconocía, pero no le importó, había pasado la mayor parte del día con ella «No es un cambio de planes. No debo sentirme mal». Koharu vio a Haruki y se tardó en responder.
—No quiero arruinar su tiempo a solas.
—Oh, está bien —respondió y observó a Haruki, él estaba impasible ante la insistencia de Yada—. Es muy noche, seguro tus padres no se molestarán si les avisas.
Después de dudar un par de minutos aceptó pasar la noche en casa de Yada. Ella se quedó en otra habitación, en palabras de Koharu, al menos eso tenía que permitirle. Yada abrazó a Haruki y esperó que llegara el sueño, sin embargo, no pudo conciliar el sueño. El olor de Haruki la calentó y se dio cuenta que él tampoco podía dormir «Somos pareja, ¿por qué me importaría?». Movió su mano hasta la entrepierna de él y buscó su miembro, lo acarició y apretó un poco.
—¿Mihoko? —dijo en voz baja, algo confundido por el accionar de ella.
—No puedo dormir.
—Pero, ¿y Sugiura?
—No haré tanto ruido, te lo prometo. Puedes amordazarme si quieres. —Apeló a que a él le gustaba un poco esa clase de cosas para que tuvieran relaciones.
—Es que...
—¿Negarás su deseo a la cumpleañera?
—El día de tu cumpleaños terminó hace unos minutos.
Yada lo besó en el cuello y frotó sus pechos contra el cuerpo de él. Lo único que separaba el contacto directo con la piel era la ropa para dormir. A veces le costaba hablar de esos temas, las circunstancias de ese encuentro lo eran y en cualquier otra ocasión podría estar de acuerdo, no obstante, esa noche lo deseaba. Si no podía con palabras, lo demostraría con sus acciones...
Y no falló, lo siguiente fue asombroso para ella, pero cuando terminaron y debía dormir Yada no pudo quitarse la bufanda de la cabeza «Es mi novio, Koharu. Esto no tuvo que molestarte o entristecerte. Tú mentiste primero, no tengo ningún motivo para sentirme mal». Se había asegurado de hacer el suficiente ruido como para que su amiga pudiera saber lo que ocurría.
Recordó una noche semanas antes. Aquella vez después de haber sido aceptada como asistente de una de sus escritoras favoritas fue directo con Haruki y pasaron una gran noche entre juegos, una deliciosa cena y sexo. No obstante, a la mañana siguiente, mientras escuchaba música y esperaba el desayuno encontró una de las bufandas de Koharu tras uno de los muebles. La reconoció al instante, conservaba el perfume de su mejor amiga e incluso el de él. Evitó hacer conclusiones apresuradas, ambos trabajaban juntos y era probable que de vez en cuando tuvieran que trabajar en casa. Tomó el objeto y lo guardó en su bolsa, se aseguró de que él no se diera cuenta. Tuvo muchas justificaciones para el descubrimiento. «Koharu no me lastimaría así. Somos mejores amigas».
Esperó hasta la universidad y se la devolvió a la hora de la salida. «Seguro hay una gran y plausible razón para que estuviera en el apartamento de Haruki». La reacción de su amiga fue la peor de todas.
—Gracias, Yada. Creí que la había perdido. —Koharu no era buena mintiendo, no necesitó de mucho para darse cuenta de que ocultaba algo.
—La olvidaste la semana pasada en la última clase. Siento devolverla hasta hoy.
—Está bien, sin ti la habría perdido, sabes que es mi favorita —Koharu la abrazó y Yada aceptó el gesto—. No sé dónde tengo mi cabeza, debería tomarme un día libre en el trabajo.
—A veces creo que nunca duermes.
Y se rieron, aunque desde ese día no dejó de darle vueltas a ciertas preguntas «¿Por qué mentiste? ¿Por qué estaba tu bufanda en el apartamento de mi novio?». Nada arruinaría su cumpleaños, nada... Por desgracia este había terminado y lo que se esforzó por ignorar empezó a atormentarla: las miradas que se dirigían Koharu y Haruki, el acercamiento entre ellos, las risas sutiles que cambiaban el uno al otro y esa sonrisa que Yada creía que él solo realizaba cuando estaba con ella. «No soy egoísta. No tengo por qué sentirme mal por esto».
Alzo la vista, Haruki tenía cerrados los ojos, quería preguntarle tantas cosas y asegurarse de que solo fue un malentendido, él le diría que solo es amigo de Koharu y ella lo secundaría. «¿Qué es lo que me ocultan? ¿Cuánto tiempo me han mentido? Ustedes no me lastimarían, no pueden realizar algo tan horrible. No cuando me lo han prometido, no si dicen que me aman y son las personas que me hacen muy feliz».