
1A. Indigno de su amor (fanfic WA2)
Hoy se cumplen 2 años desde que rompí con Setsuna y 3 desde que Touma se fue a Austria a ser una gran pianista como su madre. Antes de cada invierno no puedo evitar sentirme nostálgico y soñar con lo que pudo ser si hubiese sabido de los sentimientos de Touma antes. O tal vez si me esforzaba en mi relación con Setsuna todo sería diferente, pero no podía seguir con ella después de traicionarla, estoy seguro de que trata de culparse y librarme a mí de ese sentimiento. Fue difícil, pero era lo necesario, no podía hacerla esperar años.
Estaba concentrado en mis ensoñaciones que mi estudiante me tomó por sorpresa, creí que todos se retiraron, al ver quién es me levanté de la silla, Mihoko siempre era la primera en llegar y la última en irse. Asistía a la preparatoria Houjou, una coincidencia ya que también asistí allí antes de entrar a la universidad.
—Sensei.
—Sí ¿Yada? —Ella tenía la costumbre de sentarse al frente, por lo que fue de las primeras estudiantes de quienes memoricé su nombre, es muy trabajadora y hacía preguntas de casi cualquier tema. No entiendo por qué terminó en una escuela de preparación si con obtener una recomendación pudo entrar a la Universidad Houjou.
—Tengo varias dudas, ¿hay algún problema?
—No.
En las últimas semanas las sesiones después de clases se volvieron más frecuentes. Al mirar el reloj me di cuenta de que transcurrieron dos horas, cuando me enfoco demasiado en mi trabajo o en mis estudios pierdo la noción del tiempo. Un guardia me avisó de que debía retirarme, por lo que le di las llaves del salón. Cuando salimos Mihoko se veía decepcionada.
—Sensei...
—Sí ¿Yada?
—¿Puede acompañarme a mi casa? En el camino podría terminar de resolver mis dudas.
Iba a negarme, fue entonces que mi teléfono sonó. En la pantalla aparecía el nombre de Takeya, respondí, aun si sabía que era muy probable que fuese otra de sus invitaciones, no sé cuántas rechacé en esos dos años.
—¡Haruki! Amigo, ¿cuánto tiempo sin hablar?
—Tres días...
—¿En serio? Es mucho tiempo, desde que te cambiaste al departamento de literatura casi ya no salimos juntos. —Del otro lado de la línea solo se oían voces de fondo, tal vez estuviera en la calle o en un bar.
—No es como si antes de eso fuese algo frecuente.
—Estaba pensando en invitarte, sabes, Io y yo vamos a salir a beber un poco ¿por qué no vienes y charlamos como en los viejos tiempos?
Con los "viejos tiempos" se refería a cómo creímos que sería después de la partida de Touma: con Setsuna y yo como pareja y ellos en ese estado de nunca avanzar en su relación. Es muy probable que también hubiesen invitado a Setsuna.
—No puedo, estoy ocupado.
—¿En serio? ¿Nunca tienes siquiera una hora libre? Entonces si no puedes hoy ¿cuándo sí? Quiero sacar la cita desde ahora —se rio, apenas audible por el teléfono. Sabía que si le decía el día planearía invitar a Setsuna. Io y él creían que nuestra relación tenía salvación.
—Te digo cuando revise mi agenda. Hasta luego, Takeya.
—Hasta luego.
Colgué, él entendía que tratar de negociar conmigo no tendría resultado. Guardé el teléfono, Yada esperaba mi respuesta a su petición de acompañarla hasta su casa. Acepté, no tenía algo que hacer en las siguientes dos horas. Se puso muy feliz, como si hubiese sido aceptada en la universidad. Anteriormente la acompañé a la estación del metro, pero nunca hasta su hogar.
Mihoko es una chica muy agradable y diligente, aunque también es algo tímida, por ello era el único de la clase de preparación con quien charlaba; tal vez en la escuela fuese diferente. Durante el trayecto terminé de resolver sus dudas restantes.
—Kitahara-sensei... Yo, yo quiero preguntarle algo más.
—Hazlo, no hay problema, ¿qué es?
—No-no quiero molestar.
—No te preocupes.
—Us-usted ¿qué es-estudia? —Supongo que por eso estaba nerviosa, es muy personal, ¿qué tenía de malo que respondiera? Era mera curiosidad.
—Literatura.
Su expresión cambió y saltó de alegría, tuvo la mala suerte de que sus lentes se cayeron. Alcancé a tomarlos en el aire, estaban intactos, me acerqué y se los puse, se ruborizó y evitó verme a los ojos. A veces Yada puede ser muy tierna.
—¿En serio, sensei?
—Sí.
—Yo también quiero estudiar literatura. Mi amiga Koharu y yo hemos decidido que entraremos al mismo programa.
—¿En serio? ¿Cuál universidad? —Tal vez por eso entró a clases de preparación, si no quería ir a Universidad Houjou entonces eso lo explicaba.
—Universidad Houjou.
—¿En serio?
En segundos mi deducción se cayó, tal vez solo quería repasar o no era tan buena en la escuela, pero eso quedaba fuera de mi control. Me preocupé por ella, la ayudaría lo más que pudiera, al menos hasta noviembre. Me despedí cuando llegamos a su casa, miré al teléfono, aún me sobraba tiempo para ir a mi otro trabajo.
Desde aquel entonces prefería conseguir mi dinero para en un futuro no tener que pagarles tanto a mis padres, aunque sé que a ellos no les importaba no quería tener esa deuda. Mientras pensaba en mi relación casi inexistente con mis padres e iba a retirarme de allí Yada me llamó.
—Sensei...
Di media vuelta, aún se veía feliz y emocionada, sus manos temblaban y sonreía.
—¿Sí?
Tardó en responder, aun si al final solo volvió a despedirse. Que actitud tan rara, aunque cuando se comportaba así consideraba que lucía muy linda, me recordó un poco a cuando Touma se enfermó y tuve que cuidarla, fue antes de nuestra presentación en el festival... Esos preciosos recuerdos con ella de un tiempo donde Ogiso, Touma y yo éramos felices como amigos estaban contaminados y manchados por mi traición a Ogiso. No debía pensar en el pasado, Touma estaba en Europa y yo a miles de kilómetros de ella, sabía que nunca la volvería a ver, aun si vivíamos bajo el mismo el cielo era imposible rebobinar a aquellos días. ¿Cuántos semanas, meses o años más serían necesarios para olvidar?
Fui a mi trabajo de tiempo parcial, como siempre mi jefa Mari me encomendó realizar muchas tareas y yo tomaba otros encargos de mis compañeros. En momentos así ocupaba mi mente la mayor parte del día para evitar que las memorias me persiguieran. Cuando llegué a casa eran casi la 1, por fortuna logré tomar el último metro del día y después de un par de cervezas concilié el sueño.
Las semanas transcurrieron hasta que llegó noviembre. Mi último día como profesor en la escuela de preparación estaba cerca, aunque trataron de convencerme no acepté seguir. El último año se aproximaba y tenía que liberar un poco de mi tiempo; además, había un factor que también me empujó a dejar ese trabajo.
En todo ese tiempo ayudé a Mihoko, a veces la acompañé hasta su casa. Uno de esos días estábamos en la acera ante su puerta.
—Sensei.
—¿Qué sucede Yada? —Ella quería hablar, se tomó su tiempo para hacerlo. Tenía curiosidad por saber qué era tan importante para ella.
—Y-yo quiero agradecerle —dijo y acomodó sus lentes, era algo que hacía seguido, aunque tardé en entender lo que significaba ese gesto.
—Está bien. No tienes por qué, es mi deber —respondí con sinceridad, haría eso por cualquiera.
—Tam-también quiero decirle que-que he recibido mi recomendación.
Ella estaba muy nerviosa, no era la reacción que esperaba de alguien que ha asegurado entrar a la universidad.
—¿En serio? —Asintió con la cabeza, ella estaba expectante a mi reacción—. ¡Felicidades, Yada! El proximo año serás mi compañera, al menos una estudiante júnior. Supongo que ya no asistirás a las clases
—¡No! —respondió de inmediato como si hubiese dicho algo muy malo—. Aún tengo que asegurarme de aprender muy bien.
—Muy bien. Hasta luego Yada, felicidades por tu logro, has hecho un gran esfuerzo.
—Sensei, espere. Y-yo, mi ma-mamá preparó comida para celebrar y quería invitarlo. —Nunca había sucedido algo así, no lo pensé más a profundidad, creí que solo se estaba dejando llevar por la emoción.
—No quiero ser una molestia, Yada.
—No, no se preocupe, ella ya lo sabe y aceptó.
Estaba dubitativo, así que revisé mi teléfono, tenía un par de mensajes: Takeya me invitaba a un bar. Luego vi la hora, podía ir con él, aunque no estaba seguro si invitó a Setsuna y no quería que el ambiente se volviera raro, ella también me evadía. Así que acepté la invitación de Mihoko.
Su madre fue muy amable, me agradeció que ayudara a su hija, aunque traté de explicar que todo fue esfuerzo de Yada, ambas me dieron más crédito del que merecía. Admito que me hizo sentir bien, hacía mucho que no experimentaba algo similar, era normal que cuando me agradecían no le daba mucha importancia. El sentimiento me hizo pensar en cuando ayudé a Setsuna y Touma. ¿Por qué pensé en ellas? Estaba tan bien, sin embargo, era lo que merecía.
Me despedí de Mihoko y su madre para ir al trabajo, donde me esforcé hasta dejar de pensar en el pasado. ¿Por qué Yada me hacía sentir así?
Con el tiempo que pasábamos juntos, noté que no tenía sentido que ella siguiera asistiendo y quedándose horas de más conmigo. Al principio lo que hacía lo habría hecho con cualquier otro de los chicos, pero resolver sus dudas, algunas que respondí en anteriores sesiones, comenzó a hacerme sentir bien. Su sonrisa hacía revolotear algo en mi estómago, ver sus gestos de timidez o ruborizarse me alegraba. Ella expresó su admiración, comenzó a decir que era una gran persona por siempre apoyarla, que solo su amiga Koharu era muy buena con ella. Y aunque me provocaba júbilo, no me gustaba aquello, era similar a lo de 3 años antes con Setsuna, pero sobre todo con Touma. Eran lo único que podía ver en aquel entonces.
En mi última clase me despedí de los chicos, varios parecían decepcionados y otros casi celebraron el hecho. Al principio fue difícil, pero con el tiempo aprendí un poco de lo que es ser un profesor y logré que me pusieran atención.
Me quedé un rato después de que todos se fueran, no restaba mucho tiempo para el invierno, la temporada de White album y también de Todokanai koi en la Universidad Houjou. Siempre desde mi primer año ponen esa canción en la estación de radio de la universidad. Aun si escucharla me causaba malos recuerdos seguía siendo la canción creada por Touma y yo, la tercera y última canción que interpretó el Light Music Club.
Entonces escuché la voz de Yada, eso me calmó. Como siempre se había quedado hasta después de clases.
—Kitahara-sensei.
—Sí ¿Yada?
—¿Entonces ya no vendrá?
—Como dije antes, el proximo será mi último año en la universidad y tendré poco tiempo.
—Eso quiere decir que ya no nos veremos ¿verdad?
—Pero si ya recibiste tu recomendación, con solo asistir y aprobar tus materias estarás en la universidad. Podríamos encontrarnos en los pasillos, al final estaremos en la misma carrera y facultad.
—Su-supongo que tiene razón.
Estaba cabizbaja. No me gustaba verla así, sus movimientos y reacciones en aquel momento eran muy diferente a sus gestos cuando alguien se dirige a ella y por ser tímida agacha la mirada, se traba un poco al hablar o a veces hasta ignora a los demás. Lo siguiente me tomó desprevenido, se irguió e hizo contacto visual, algo que no creía posible. Esos lentes la hacían lucir tierna al tomar esa postura, es notorio que era nuevo para ella y entendí que fui afortunado al verla así.
—Sensei, qui-quiero preguntarle algo.
—Puedes hacerlo, ¿qué es?
—Es una pregunta y depe-dependiendo la respuesta decidiré si haré la otra. La pre-pregunta —Cerró los ojos y respiró profundo, parecía que ensayó la situación, pero ¿por qué? —, es-es si tiene novia.
Me mantuve impasible, estaba seguro de que si me hubiese visto al espejo luciría serio y con una expresión de pocos amigos. Habían pasado 2 años desde que terminé con Setsuna, tres desde que le rompí el corazón.
—No, no tengo novia...
Se alegró, más incluso que cuando recibió su recomendación. Verla sonreír también me hace feliz, no obstante, estaba mal y algo no tan positivo me intoxicaba, no soy capaz de explicarlo.
—Entonces... entonces me lleva a lo siguiente. —Su respiración se aceleró un poco y habló más lento—. Kitahara-sensei, yo-yo-yo —Jamás la vi tan nerviosa como aquel día, un escalofrío recorrió mi cuerpo, hasta el último momento deseé que no dijera lo que imaginaba—, yo lo am...
—Yada, detente —interrumpí sin dejarla acabar. No podía aceptarla, no tras todos mis pecados. Todo estaba manchado con mi traición. No supe qué más decir, pero me salvó la campana, para ser exacto, mi teléfono. Era Takeya y por la situación en que me hallaba contesté de inmediato. Desvié la mirada, no podía verla a los ojos sin sentirme mal.
—Haruki, que bueno que respondes, ¿ya puedo sacar mi cita para salir contigo?
—Está bien, ahora voy ¿en dónde?
Eso lo tomó por sorpresa, no era normal que aceptara una salida.
—¡¿En serio?! ¿Ahora? —Tardó en continuar. Sí que era algo nuevo para él—. Nos vemos en el bar de siempre.
—Llego en una hora.
En lo que charlé con él pensé mi respuesta. Estaba desconcertada, no me gustaba verla así, por desgracia no podía evitarlo. Después de colgar me enfoqué en ella.
—Yada, debes olvidarlo, lo malentendiste todo —dije lo más serio posible que pude, no deseaba lastimarla demasiado—. Solo soy un tutor temporal, nada más. Me alegro de que hayas recibido tu recomendación. Ahora, como has oído, tengo que ir con unos amigos.
Cuando entré al vagón es que me derrumbé y lloré amargamente, sé porque lo hice, pero Yada no merece a un infiel y traidor como yo, la protegía de un gran dolor con esa decisión. No quería lastimarla. Debí saber que algo así podría suceder, en mi anterior trabajo en un restaurante una de las camareras también creyó que estaba interesado en ella por mi comportamiento, sin embargo, cuando me lo dijo yo solo respondí que era su culpa por malinterpretarlo y en aquel momento no me importó. Entonces, ¿por qué me dolía tanto hacerle lo mismo a Yada?
Solo era su primer amor, con el tiempo podría superarlo, porque no la merezco. ¿Por qué era una persona tan terrible?
Cuando llegué al bar ya no lloraba. Setsuna estaba presente, solo bebimos, todo fue incómodo, apenas si hablamos entre nosotros, tal vez notó algo en mí, esperaba que solo fuese mi imaginación. Al terminar me fui a casa y me acabé la cerveza en mi refrigerador. Desperté al día siguiente casi hasta el atardecer, hacía mucho que no dormía tanto, mis trabajos y la universidad ocupaban casi todo mi tiempo.
La semana terminó, empezó otra y luego llegó el miércoles, casi finales de noviembre, en la estación de la universidad sonaba Todokanai Koi. Era la hora de salida y estaba en la entrada esperando a Izumi Chiaki. Al principio no le di importancia a la chica de cabello oscuro con el uniforme de la preparatoria Houjou. Cuando pasé la entrada ella me detuvo.
—¿Kitahara Haruki?
—Sí, ¿quién eres tú?
—Soy Sugiura.
—¿Te conozco de algún lado?
—No, pero sí conoces a mi amiga: Yada Mihoko.
La única amiga que siempre mencionó Yada fue una llamada Koharu, solo podía ser ella. En ese momento sentí como si mi corazón fuese apretado, antes había tenido esa sensación, sin embargo, mi preocupación por Yada me superó y no pude recordar cuando fue la última vez que sentí algo parecido.
—¿Le pasó algo a Yada? ¿Está bien?
—No, no lo está... —Casi sentí como si mi corazón se detuviera, también perdí fuerza en mis piernas. No podía ser cierto—. Todo por la forma en que la trataste.
—¿Qué? —Mis manos temblaban y mi voz no era audible.
—No ha asistido a la escuela y apenas si habla conmigo. ¿Qué le hiciste?
—Yo-yo... ella estará bien. Lo estará —respondí con remordimiento. En unos meses Yada volvería a la normalidad, tendría que hacerlo, yo solo era su primer amor.
—Dime, ¿si no tienes novia por qué no correspondiste sus sentimientos? —su voz era muy controlada, no mostraba enojo, de cualquier forma, era obvio que estaba molesta, todo lo que sabía sobre Sugiura es que era la mejor amiga de Yada.
—No puedo.
—¿En serio? ¿Por qué?
—¿Ella no te lo dijo?
—Solo me dijo que su sensei Kitahara la rechazó... —Se acercó a mí y me forzó a verla a los ojos— ¿No te gusta?
—Ella es una chica muy linda. —Sugiura era demasiado entrometida, ni siquiera me conocía y actuaba de esa manera, aunque me alivió saber que tenía una amiga capaz de confrontarme para ayudarla.
—No te pregunte eso, dime...
—¡Haruki! —Una voz juguetona interrumpió a Sugiura. Chiaki me abrazó por detrás y me dio un beso en la mejilla—. Ya vámonos a tu apartamento, tengo hambre, además me prometiste que ayudarías con mi investigación.
—No es necesario que respondas, entiendo todo. —Sugiura se dio media vuelta y se fue de allí.
—No ¡Espera! no es lo que parece. —Me zafé del abrazo de Chiaki, seguro malentendió todo y Yada se enteraría, debía explicárselo... No, no era así, solo la ilusionaría.
—¡Haruki! —dijo Chiaki con voz quejosa e infantil. Quería llamar mi atención—. Me debes una cena por ayudarte a salir de esa situación. Curry está bien.
—¡Izumi!
Discutí con mi amiga o al menos eso creí que hice porque su actitud juguetona se opuso a mi enojo y la dejé dormir en mi apartamento, al fin que lo que dijo frente a la amiga de Yada no fue mentira y no me gusta romper mis promesas. Había lastimado a Setsuna a pesar de amarla, no quería que Yada pasara por lo mismo, no debía permitirle acercarse. Lo superaría, cuando se diera cuenta de que me involucro de más en mis trabajos y deberes lo vería como algo gracioso y se reiría, era una admiración desbordada, tenía que serlo.
Las semanas pasaron sin ningún incidente, a inicios de diciembre recibí una llamada del gerente del restaurante en el que trabajé, se había lastimado y me pidió apoyo en lo que se recuperaba de sus heridas. Acepté, después de dejar el trabajo de profesor en la escuela de preparación me quedé con tiempo libre, además Takeya insistía con las invitaciones, era la excusa perfecta para rechazarlas, ¿por qué simplemente él e Io no entendían que mi relación con Setsuna había acabado?
Cuál fue mi sorpresa que al ponerme el uniforme me encontré con cierta chica de cabello oscuro y muy entrometida en el pasillo. Sugiura, la amiga de Yada estaba también con el uniforme y por lo que me dijeron era la nueva en el restaurante.
Me encargaron que la entrenara y eso hice. En todo momento se comportó como si fuese un acosador, aunque era raro encontrarnos, solo era una coincidencia. No voy a demeritar, pero ella demostró que sabía mucho, sin embargo, no era suficiente, carecía de la experiencia y la mandé a atender a los clientes en la hora en que el restaurante está más concurrido, como es de esperar solo fue un obstáculo para los demás y cometió constantes errores, por lo que tuve que entrar a ayudar.
Al final del día se cambió el uniforme, se fue muy molesta y sin despedirse. Mi deber principal era que aprenda, si no aguantó no era culpa mía. Acepto que también fue divertido verla batallar con su trabajo, así cambió esa actitud arrogante.
—¡Kitahara! Te dijimos que no fueras demasiado duro con ella. Ya de por si es difícil conseguir empleados —dijo el otro gerente, casi parecía a punto de llorar, era algo dramático.
—Solo quería mostrarle que no está lista para hacerlo sola.
—Vamos, tienes que ir detrás de ella. Convéncela de volver o tendrás que trabajar hasta marzo. Si no, jamás te lo perdonaré.
—¿En serio?
—¡Vamos, ve por ella! —dijo mi compañera, por el tono en que lo hizo casi creí que éramos una pareja, aunque apenas si conocía a Sugiura. Obedecí y corrí hasta alcanzarla.
Cuando lo hice me puse enfrente para bloquear su camino, ella reaccionó con sorpresa, se recompuso rápido y sacó su teléfono.
—¡Espera!
—¿Me estás siguiendo? Voy a llamar a la policía.
—Sugiura, es necesario que aprendas que no estás lista para atender por tu cuenta. Necesitas la capacitación y aunque no te guste yo soy el encargado.
—Eso no importa ahora.
—Por supuesto, si no vuelves mañana entonces demostrarías que no tienes la suficiente capacidad para trabajar en el restaurante —Me gané el respeto del personal en mi tiempo allí y también una reputación como alguien diligente y demasiado estricto, incluso el gerente de piso me tiene algo de miedo—. Si piensas que te estoy siguiendo, solo fue una coincidencia, además, no tengo motivo alguno para hacerlo.
—¿En serio?
—Sí. —Desconfiaba de mi intención y palabras, no la culpo, para ciertas personas podía considerarse raro nuestro reencuentro.
—¿Cómo estoy segura de que no seré otra de tus conquistas de último año de preparatoria para que lo cuentes con tus amigos universitarios?
—¿Qué?
—Por eso le rompiste el corazón a Mihoko ¿no? Para reírte de ello con los...
—¡Detente! —No podía soportar que insinuara algo así, era un gran malentendido—. Lo que viste hace días con esa chica no es lo que parece.
—Ahora tratas de negarlo, aunque te vi con ella, ¿no puedes ser menos descarado?
—De verdad, Izumi... esa chica, no es mi novia, es mi compañera de clase y solo la estoy ayudando en una investigación. En serio, ella solo es una amiga. Tienes que creerme, solo fue eso.
Me vio durante largo rato, se dio media vuelta y se fue sin más. No la seguí, no iba a conseguir nada si lo hacía. De camino a mi departamento no dejé de darle vueltas a la conversación. Me preocupaba que no volviera al restaurante, sin embargo, algo más me incomodaba y era lo relacionado con Mihoko.
¿Por qué le dije todo eso a una desconocida? Tan fácil que hubiese sido negarlo, al final que es la verdad... No. Sé porque se lo dije, tal vez si le decía eso a Sugiura puede que ella se lo diría a Mihoko. Yo podría explicarle todo y hacerle ver que sigo soltero. No me lo pude quitar de mi mente hasta que concilié el sueño.
Llegué temprano al restaurante, cuál fue mi sorpresa al ver a Sugiura ya preparada. Solo había conocido un par de personas que llegaran a esas horas al trabajo, mi jefa Mari y yo.
El gerente y mi compañera me agradecieron por convencerla de volver, aunque estoy seguro de que aun si no hubiese conversado con ella también habría asistido.
—Kitahara-sensei. Quiero aprender, espero que me acompañe en este camino.
Así comencé con su capacitación, al principio solo la enviaba en los momentos con menos gente o la mandaba a quienes eran más amables y tolerantes. Con el paso de los días ella me solicitó que le pusiera tareas más difíciles, nunca hizo nada arriesgado o fuera de su nivel, conocía muy bien sus límites, por lo que me di cuenta de que lo del primer día debió ser un desliz en su actuar. Aun si como compañeros de trabajo nuestra relación fluía bien, a veces el tema de Mihoko se colaba y ella terminaba molesta conmigo por no explicarle porque no correspondí a su mejor amiga. No podía, aún faltaba que hiciera algo para poder cruzar ese puente.
Llegó el 24 de diciembre, fuimos los últimos en salir del trabajo. En los últimos días me sentía nostálgico, tuve que realizar un trabajo para Ensemble sobre Touma Kazusa, la pianista japonesa en ascenso en Europa. El primer borrador fue tan horrible que Mari-san se enojó por lo que presenté, había tratado de ignorar y enterrar las memorias, por lo cual lo primero que escribí fueron mentiras.
El segundo borrador no lo fue, puse en papel mis atesoradas y felices memorias, sentí el contacto con la piel de Touma, el recuerdo de amarla y cuando me faltaba la respiración al verla. Volví a aquella memoria y me di cuenta de que era lo único que podía ver. Escribí sobre el Light Music Club, sobre la relación entre Setsuna, Touma y yo. Puse sobre su comportamiento mezquino y agresivo, que era asocial y sus constantes conflictos con estudiantes y profesores. Narré su vínculo con su mejor amiga, Setsuna; además mencioné su difícil relación con su madre. Los recuerdos no desaparecerían, me perseguirían para siempre y aun si lo sabía no fue hasta ese momento que lo asimilé. No podía retornar y revivir la senda que caminamos los tres juntos, no volveríamos a encontrarnos, aun si compartíamos el mismo cielo.
Algunos compañeros creían que era novio de Koharu, pero si supieran que ella es una persona muy entrometida y que aun si no tiene por qué, trata de arreglar todo entenderían que no había nada entre ambos. Estoy seguro de que ella es así en todos los aspectos de su vida, sobre todo porque tenemos muchas cosas en común, no creí que fuese tan molesto hasta que lo viví de primera mano.
Caminamos hacia la estación del metro. Ella se sentó en una banca y pidió que hiciera lo mismo ¿qué iba a decirme? Seguro que por enésima vez daría un sermón y luego intentaría convencerme para que hablara con Yada, no era tan sencillo como parecía. Noté que tenía frío y le di mi chamarra.
—Kitahara. ¿Por qué no quieres hablar con ella? No fue a la escuela estas semanas, por suerte empezaron las vacaciones de invierno, pero ¿y si no viene cuando estas finalicen?
—No te preocupes, estoy seguro de que irá.
—No quiero ofenderte, pero yo la conozco de más tiempo. Yada puede ser muy impredecible, a veces sus reacciones pueden parecer exageradas para la mayoría, pero no es así. Solo que nunca ha tenido muchas relaciones...
Eso me recordó a cierta pianista. También a Ogiso, aunque ella era una casi idol en la preparatoria, eso la hacía una flor inalcanzable que alejaba a la gran mayoría de posibles amigas...
—¿En serio?
—Sí, cuando la visito, lo único de lo que habla es de ti. Sé que soy muy molesta, pero es mi mejor amiga. Lo mejor es que hables con ella —Se oía preocupada y triste, lo dejó ver en su rostro. Por desgracia no me creía capaz de hablar con Yada, no sabía qué decir, podría hacerle una promesa, no cumplirla y romper su corazón como lo hice con Setsuna, lastimar a otra persona que amaba sería algo horrible. Lo mejor era que se olvidara de mí, el tiempo lo resolvería.
—No puedo, Sugiura.
—¿Por qué? ¿Cuál es el problema?
—Simplemente no puedo.
—No voy a dejar de insistir ¿por qué?
—Eres demasiado obstinada.
—Lo lamento, pero no dejaré que mi mejor amiga sufra sin siquiera tener una explicación. Al menos dime eso.
¡AGH! ¡¿De verdad soy tan molesto?!
—Bien, te lo diré...
En ese momento sonó su teléfono. Ella contestó, pude oír a Mihoko al otro lado de la línea, su voz era tan agradable de escuchar, imaginé sus gestos: la vi acomodar sus lentes, aunque estuvieran bien posicionados, también la imaginé ofrecer disculpas cuando se trabara al hablar y juntar las palmas de sus manos cuando estuviera nerviosa. Eso y más que la hacían muy linda.
Sugiura mintió a su amiga y declinó una invitación a una fiesta que Yada organizó. No debió estar tan mal como creí si hizo algo así.
—¿Por qué le mentiste?
—No me iré y menos ahora que logré hacer que te comprometieras a que por lo menos a mí me expliques porque no aceptas a Mihoko.
—¿En serio?
—Sí, ahora habla, te dejaré en paz hasta que termines.
—Lo haré.
Le conté la historia de hace 3 años, la historia de un representante de clase que quería presentarse en el festival de invierno para dejar algo con lo que fuese recordado, pero que al final por una chica la banda acabó con dos integrantes, su mejor amigo Takeya y el chico. Él como siempre aceptó buscar una solución. Un día que tocaba una canción con alguien que se encontraba en otra aula escuchó una bella voz en la azotea y cuando subió vio a una chica que consideró inalcanzable, la entonces dos veces ganadora de Miss Houjou. Logró convencerla de unirse y la última integrante fue la desconocida del aula contigua, una compañera callada y misteriosa, además de la única que se tomaba en serio la guitarra del chico. Le conté como los tres nos fuimos acercando y uniendo con cada día.
Le expliqué como el día más feliz entre los tres también fue el inicio de su separación, cuando los tres se convirtieron en una pareja y una más. Le dije cómo la pianista genio decidió irse a otro continente, también sobre la gran traición que cometí y como le rompí el corazón a alguien que amaba y como no pude cumplir mi promesa. La culpa me llevó a botarla.
En todo momento escuchó sin interrumpirme, seguro procesaba todo lo que salía de mi boca.
—Yada no se merece a un traidor como yo. Sé que le romperé el corazón, no quiero que sufra de más. No si puedo evitarlo, es mejor que el tiempo la cure. En unos años se reirá de que se haya enamorado de alguien tan común y aburrido como yo. No la merezco.
—Eres un idiota.
—Lo sé...
—De verdad que, eres más tonto de lo que creí.
—Lo siento...
—No, yo lo siento
—¿Qué?
Alza su brazo y luego me dio una fuerte bofetada.
—¡¿Quién te crees para comportarte como un patán?! ¡No tienes derecho alguno a elegir por Yada y romperle el corazón solo porque te culpas por algo de hace 3 años! ¿Acaso no la amas o te es divertido saber que sufre? —Nunca había actuado así, ni siquiera cuando me pasé de estricto en el trabajo.
—Lo siento, pero es lo mej...
—¡Cállate! Tienes razón, no mereces a Yada... Pero eso no es mi decisión y tampoco es una que puedas tomar solo. Ella debería aceptar o negarse —Se levantó y se alejó, antes de desaparecer en el interior de la estación se dio media vuelta—. Algo más, no le diré nada de lo que me contaste, te lo prometí.
Se retiró. Me fui a mi apartamento y lloré como nunca, no dormí en toda la noche. ¿Cómo podía no hacerlo?
Muchas veces solo necesitamos reunir el coraje suficiente para seguir. Aun si en ocasiones es más fácil tomar decisiones egoístas y cobardes que causan sufrimiento a aquellos que amamos.
Habría seguido así, si no es por Koharu. Cuando pregunté a Takeya si sabía algo sobre ella me respondió que la llamaba Mini-Haruki. Sí, es entrometida, representante de clase que toma responsabilidades extra y demasiado diligente, elementos que compartimos, sin embargo, es mejor que yo. Ella sería incapaz de abandonar a su mejor amiga y, sobre todo, desapegarse de sus allegados; no podía ser tan egoísta y cobarde como yo. Su relación con Yada era como la mía con Takeya, amistades que a pesar de todo no romperíamos. Ella era mejor que yo, estoy seguro de eso.
Los siguientes 15 días hasta el fin de las vacaciones de invierno compartimos mucho tiempo en el trabajo. Koharu dijo que me apoyaría y en ese tiempo evitó mencionar a Yada o hablar sobre lo que le conté. Caminábamos juntos hasta la estación, en el camino era la única vez que charlábamos de asuntos personales, me contó su historia con Yada, como la conoció y se hicieron amigas, me dijo que cuando las asignaron en diferentes clases quien peor lo pasó fue Yada.
Comentó que no contestaba sus llamadas, también que cuando la visitó no la recibió. En todo ese tiempo no me presionó para avanzar y se lo agradezco, porque al verla esforzarse movió algo en mi interior, algo que había olvidado.
La última noche antes del fin de las vacaciones la acompañé hasta su casa.
—Koharu.
—¿Sí, Kitahara?
—Lo haré, hablaré con Yada —dije en voz alta, fue más fácil de lo que creí—. No puedo seguir escapando.
—¿En serio? —sonrió y para mi sorpresa me abrazó—. ¿Cómo puedo ayudar? ¿Necesitas algo? ¿Quieres saber lo que le gusta? ¿Compro un regalo?
—No será necesario, tengo que resolver otro asunto antes de hablar con ella.
—Entiendo.
Le deseé una buena noche y envié un mensaje a Setsuna, me había dicho que nuestra relación había terminado años antes, pero no era verdad. Lo hice mal y durante dos años creí que podía ser diferente si intentaba recuperar lo perdido.
***
Setsuna esperaba en la cafetería a Haruki, sabía por qué la llamó y no quería admitirlo. Él sonreía, una sonrisa triste. Tomó asiento e hicieron sus pedidos.
—Llegué antes que tú ¿no es eso una sorpresa? —dijo cuando él se sentó frente a ella. Él se veía sereno y con determinación en el rostro.
—Lo es, me he vuelto descuidado en estos últimos meses. —Pidieron el postre preferido de ella y dos tazas de café. Charlaron largo rato de esas últimas semanas, lo hicieron como en los viejos tiempos, cuando se conocieron, fueron parte del Light Music Club y además fueron novios. Ella le contó sobre Yanagihara Tomo, una estudiante un año menor que le hizo una mala broma, le comentó sobre su hermano Takahiro y sobre sus padres que esperaban que Haruki fuese un día a verlos. Sabía que él los respetaba y valoraba.
—Aún no lo saben ¿verdad?
—No, lo estuve aplazando todo este tiempo. —Antes de que él dijera algo más se adelantó—. Leí el artículo que hiciste sobre Kazusa.
—¿En serio?
—Sí, cuando la vi en la portada no pude contenerme de comprarlo. Tuve suerte de conseguir un ejemplar, se vendieron como pan caliente —A su memoria vino su mejor amiga, la pianista prodigio que compuso Todokanai koi, quien no sabía que era su canción y pensó que era para Setsuna—. Está triunfando en Europa, es casi una idol, hablan de ella en la televisión y en otras revistas.
—Sigue los pasos de su mayor rival...
Setsuna se rio del comentario, la mayor rival de Kazusa era su madre, Touma Youko. Aun si ella decía que la odiaba Ogiso sabía que no era así.
—Seguro pronto veremos noticias de competencias ganadas y grandes conciertos. ¿Quién sabe? Tal vez un día vuelva a Japón.
Y charlaron durante horas, de Touma Kazusa, del artículo y del pasado, sobre todo de él. Recordaron, rieron y lloraron. Una avalancha de emociones que dejaron salir y aquello fue como cuando los tres estaban juntos. Antes de que Setsuna se declarara a Haruki sabiendo los sentimientos de él hacia Kazusa y de ella hacia él. Pudimos ser felices los tres, debí dejarlos estar juntos. Siempre la amó más a ella, yo solo fui una intrusa, pensó Setsuna al recordar el momento en que selló la separación de los tres.
—He decidido dejarla ir...
—Se notó en tu artículo, casi parece que exhibiste todas las carencias de Kazusa —dijo ella sin hacer referencia a que todo lo que él había escrito estaba impregnado de mucho amor y nostalgia, cuando leyó el artículo Setsuna lloró y se rio conforme avanzaba y las memorias surgían de su mente. Aun así, el momento llegó—. Cuéntame de ella, ¿cómo se llama?
Haruki se tomó su tiempo, cerró los ojos un par de segundos y su expresión cambió a una más serena.
—Yada Mihoko.
Ella escuchó sobre el nuevo amor de Haruki. Asintió, preguntó y sonrió mientras más le contaba sobre ella, alguna vez él hizo lo mismo cuando hablaba de Setsuna. Se veía feliz y ella deseó que siempre lo estuviera. «Alguna vez te amé más que a nadie y nunca lo olvidaré», dijo en un momento, asintió y sonrió. Setsuna envidió a Yada, no la conocía, pero Haruki la eligió, la amaba más que a Setsuna y sabía que nunca podría ser ella. Ella les deseó lo mejor a pesar de todo. Serían felices juntos.
—En otra vida estaremos juntos para siempre.
Ella aceptó la dulce mentira y la atesoró en su herido corazón. Él pagó la cuenta y se levantó para irse.
—Adios, Haruki.
—Adios, Setsuna. —Salió del establecimiento y fue en ese momento que ella notó que nevaba. Igual a aquel día en que Kazusa se fue a Europa y él le hizo una promesa que no cumpliría. A la mañana siguiente después de la traición de Touma y Kitahara.
Hizo contacto visual por la ventana, sonrió y alzó la mano para despedirse por última vez. Cuando lo perdió de vista soltó a llorar, nunca volvería a verlo y tardaría mucho en olvidarlo. Lo recordaría cuando pasara por el café, el bar, la tienda en la que ella trabajó y los lugares que frecuentaron. Siempre que nevara sería bello y doloroso, porque compartiría el mismo cielo que él...
Dos días después de mi despedida con Ogiso me encontré con Yada. Se veía nerviosa, fue gracias a Koharu que pude planear el encuentro en su escuela. La llevé hasta el salón donde antes practicó el Light Music Club, al lado se encuentra el aula en la que Kazusa tocaba el piano, en esos 3 años no había cambiado tanto. El lugar estaba congelado en el tiempo.
—Kitahara-sensei. ¿Qué hacemos aquí? —Acomodó sus lentes y vio a su alrededor, pocas personas pasaban por allí a esas horas.
—Fue en este lugar donde Todokanai Koi se gestó —respondí mientras tomaba una guitarra, llevaba meses sin tocar una.
—¿Todokanai koi? —Yada estaba confundida y jugó con un mechón de su cabello—. ¿No es la canción que ponen a diario en la radio de la universidad?
—Sí, lo es. —Caminé a la ventana y vi al exterior. Aún había equipos de deportes practicando. Eso no me importaba, sino ver al lado. Donde alguna vez tuve la loca idea de caminar por el borde para saber quién era la desconocida que me acompañaba cada tarde con una canción.
—Me gusta esa canción —dijo tras un largo silencio—. Dicen que los integrantes del Light Music Club solo se presentaron una vez.
—Sí, en el festival de invierno. Aquel en que Ogiso Setsuna ganó por tercer año consecutivo el concurso no oficial Miss Houjou de la preparatoria. —Volteé a verla, a partir de ese momento tendría que avanzar—. Además, es la única presentación escolar de la famosa pianista Touma Kazusa.
—¿Touma Kazusa?
—La hija de otra famosa pianista, Touma Youko.
—No estoy muy involucrada en la música clásica. —Evitaba el contacto visual y jugaba con sus manos.
—El tercer integrante fue el jefe de su clase, ayudaba a muchos de los comités escolares y era conocido por su diligencia. Dio un discurso en la graduación... —Acorté la distancia entre nosotros. Ella se emocionó, aunque intentó no mostrarlo—. Sin embargo, el legado que anhelaba dejar fue una canción, una que escribió para la mujer que amaba...
—Todokanai koi.
—Él hizo la letra y Kazusa fue quien hizo los arreglos y compuso la música. Ambos dijeron que fue un regalo de amor a Ogiso Setsuna. —Tomé aire y di otro paso hacia ella.
—Kitahara, ¿por qué me cuenta todo esto?
—El tercer integrante, aquel mal guitarrista que de milagro consiguió realizar el solo de Sound of Destiny fui yo. —Abrió los ojos como platos y retrocedió por mi respuesta—. Yada, te amo. Lamento por lo que te hice pasar y espero que me perdones.
Le conté parte de mi historia, no toda, no era necesario que comprendiera todo el trasfondo. Ella mostró alegría, tristeza, dolor y alivio. Cuando terminé creí que podría ser rechazado, se tomó su tiempo para decir su decisión.
—En-entonces construyamos un nuevo camino, Kitaha... Haruki. —Y por segunda vez desde que la conocí fue ella quien tomó la iniciativa y me besó. Un tierno y dulce beso para señalar la consolidación de nuestro amor.
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Epílogo.
Haruki miró la pantalla de su teléfono, era un mensaje de Yada. Se alegró al ver su contenido, era una foto de ella disfrazada de ayudante sexy de santa y un mensaje deseándole feliz navidad con todo lo sucedido en la última semana. Él llevaba un par de semanas en Europa cumpliendo con el trabajo que su editor en jefe le encargó, no rechazaría una oportunidad de esa magnitud.
Habían transcurrido dos años, rememoró lo sucedido en ese tiempo. Después de despedirse de Setsuna esperó un día para confesar sus sentimientos a Yada. Koharu fue de ayuda para arreglar el encuentro. Fue difícil y a pesar de lo sucedido consiguió establecer una sólida relación con la mujer que ama. Cuando ella entró a la universidad él la apoyó cuando tuvo tiempo y en uno sesión de estudio en su apartamento estuvieron juntos por primera vez. Lo asombró descubrir ese lado de Yada.
En su graduación ella estuvo allí, al igual que Koharu. Su mejor amigo, Takeya, no rompió el contacto con él, no fue lo mismo con Io. No necesitaba saber por qué, comprendía que ella tomaría el lado de Setsuna y estaría allí para cuando ella la necesitara.
Solo un par de días más y volvería a Japón. Se encontraba en Francia, su jefe le encargó algo de último minuto y diligente que era aceptó el trabajo para aprovechar que se encontraba cerca. Mari-san aprobaría mi compromiso y ahorro de recursos. Sabía que algún día volvería a ver a su antigua jefa, solo tendría que seguir ascendiendo y esperar. Volvió a abrir el mensaje de Yada, lo leyó muchas veces y contempló la foto de su pareja.
Caminó hacia su hotel, no faltaba mucho para que llegara. Su teléfono vibró, era otro mensaje, cuando comprobó la bandeja de entrada vio que era de su jefe, Hamada-san. Eran los datos que necesitaba para la entrevista
«Hamada Kazunori.
Resumen de la cobertura.
Gracias por tu duro trabajo, este es Hamada. Lamento hacer esto con tan poca antelación, pero aquí está un resumen de la cobertura de mañana.
La información detallada se enviará mañana via email en un archivo adjunto. Solo quiero resumir los puntos más importantes.
Tu trabajo consiste en una entrevista. El editor en jefe de Ensemble insistió en esto. Lo lamento, pero a él también le debes mucho ¿verdad?
Alrededor de estas fechas, el sujeto a entrevistar vacaciona donde estás, por lo que sus agendas terminaron coincidiendo.
El camarógrafo es un local; se encontrará contigo. Tu único trabajo es realizar la entrevista, Kitahara.
No te preocupes por las barreras de lenguaje. Trabajarás con alguien que puede hablar el idioma con fluidez.
Después de todo, la persona que entrevistarás es...»
—Haruki...
Lo interrumpieron y volteó para ver quien lo llamaba. Nadie en Francia conocía su nombre y tenía esa voz, por lo que su cabeza tardó en procesarlo. Habían pasado cinco largos años desde la última vez que la escuchó, esa voz estaba grabada en su memoria y su corazón. Ante él se hallaba Touma Kazusa.
Las personas transitan los caminos de la vida, forman vínculos con otros. El tiempo pasa, personas son dejadas atrás, se separan y nunca vuelven a cruzarse. Hay vínculos que uno da por terminados ¿De verdad lo están? ¿Es un hado terrible o maravilloso el que reúne a aquellos separados por los caprichos del destino? Haruki dejó caer su teléfono a sus pies, de verdad era ella, era Kazusa, se veía igual a la última vez, tal vez incluso más hermosa. Había cerrado ese capítulo de su vida, ama a Yada, entonces ¿por qué estaba aterrado? ¿Por qué sentía que volvió al último año de preparatoria? Un revoltijo de sentimientos contradictorios lo invadieron y se paralizó. ¿Qué cruel dios planeó ese reencuentro?