
Ryddle y Potter
—Yo estuve en la batalla de Hogwarts mi pequeña. Yo luche por un mundo mejor para nosotras. Para nuestra clase, vi a los mejores magos de la gran Bretaña enfrentarse en duelo. Estuve presente cuando el señor tenebroso enfrentó a esos 3 profesores de Hogwarts.
Siempre recordaré esas palabras, de nada sirvió que fuera una heroína de una casa noble y pura si fue maltratada por la historia. Constantemente se lamentaba de su destino, ¿qué hubo para ella después de la guerra? Nada. Se casó con un mestizo: Thomas Ryddle, sí, un nombre y apellido con una terrible reputación, pero era el opuesto a quien se autoproclamó Lord Voldemort. Mi padre me contó la historia de su familia.
Para conocer mi linaje debemos remontarnos a 1925, Cecilia y Tom Ryddle concibieron un hijo, sin embargo, él la abandonó por la madre de Voldemort, no solo la devastó, también su reputación fue manchada. Sus padres la obligaron a casarse con un importante hombre que no pudo tener hijos. Ambos se marcharon a América en 1937. Ese hijo por varios años tuvo el apellido de su padre adoptivo, el cual nunca lo trató bien. Después de la muerte de este su madre le reveló el nombre de su verdadero padre, por desgracia, para ese momento los Ryddle de Little Hangleton fueron asesinados y mi bisabuelo decidió quedarse en América, a priori eso le salvó de ser asesinado por su medio hermano, ya que decidió tomar el mismo apellido que el mago tenebroso más peligroso del Reino Unido.
Se alistó en el ejército y a los 25 años él tuvo que ir a la guerra de Corea, de la cual regresó tres años después. Mi padre me contó que mi bisabuelo era muy callado y solo se le veía sonreír junto a mi bisabuela. Ella era 18 años y un par de meses menor, vecina de mi bisabuelo desde siempre.
Se acercaron cuando ella solo tenía 17 años y él, 35. Sí, eso fue escandaloso, tal vez a ella le encantaban las almas rotas y sanar a las personas dañadas que se propuso hacerlo con aquel no-maj. En algún momento entre 1961 y 1962 se enamoraron, sin embargo, debido a la Ley de Rappaport tuvieron que esperar hasta 1966 para casarse y revelar que habían concebido varios mestizos, a los que ocultaron de su familia y de la sociedad mágica: otro escándalo para una talentosa bruja de sangre pura. Aunque su familia le dio poca importancia a eso, de todos modos, eran partidarios de cooperar con los no-maj.
Ellos tuvieron cinco hijos, 3 niñas y 2 niños, de ellos, dos murieron en su infancia asesinados por un mago que, obsesionado con mi bisabuela, decidió que eso era el mejor castigo para ella y el no-maj. De los tres sobrevivientes la única niña fue una squib y se volvió una monja, el otro hermano de mi abuelo también era un squib y murió sin tener hijos. Mi abuelo era un mago talentoso, el primogénito de la familia nacido en 1963.
Mi padre lo describe como alguien precoz ya que concibió a Thomas Ryddle en 1979. Sin embargo, no pudo conocerlo porque mi abuelo murió en un duelo poco tiempo después. Por lo que papá se crio con sus abuelos paternos, mi bisabuelo murió en 1998 de una enfermedad terminal y un año después mi bisabuela murió de tristeza a una edad muy joven para cualquier bruja.
En 1998 mi padre decidió viajar al Reino Unido para dejar las cenizas de sus abuelos en Little Hangleton, por alguna extraña razón ese fue el último deseo de su abuelo. Respecto a la ascendencia de su abuela paterna, solo me hizo saber que era legendaria.
En Little Hangleton conoció a mi madre y nací yo. Mi segundo nombre me lo dio mi padre y es el mismo nombre que el de mi tatarabuela: Cecilia.
***
Avanzamos casi 20 años y llegamos al 2016, el año en que obtendría mi primera varita, aunque no de forma legal, se la robé a un mago de lentes después de noquearlo con una roca algo grande y un hechizo, él tenía cabello oscuro y ojos verdes como las esmeraldas, tras recobrarse del golpe yo había cambiado el color de mi cabello y rostro. Con mis habilidades me era muy sencillo vivir de la forma que lo hice después de que mi padre muriese y mi madre fuese enviada a Azkaban cuando tenía 8 años. Los próximos 3 años de mi vida los pasé en la calle, tomaba las pertenencias ajenas para después venderlas. Mi base era una casa abandonada encantada para alejar a los curiosos. A veces niños y adolescentes muggles entraron y se llevaron un susto de muerte.
Ocupaba mi tiempo en mejorar mis habilidades y hechizos, prefería hacerlo en las calles que con libros. Incluso tenía mi propia pandilla de chicos de la calle que me seguían como una líder: robábamos carteras, objetos valiosos, celulares, entre otros.
Mi sello personal siempre fue un sombrero de bruja, tenía muchos de diferentes colores y antigüedad, aunque prefería los de color negro. Con mi ropa no era muy selectiva, como podía usar ropa muggle común, estilos de otros países o incluso ropa excéntrica de la forma en que visten los magos en la fantasía.
El 25 de junio recibí mi carta para Hogwarts. Las historias de madre de la batalla permanecieron conmigo y de inmediato envié una lechuza, devolví la varita a su dueño un par de días después, de esa manera evitaba muchos problemas. Fui de compras al callejón y cambié parte del dinero muggle por dinero mágico. El lugar estaba abarrotado de personas y niños yendo de tienda en tienda con sus padres, algunos adultos se veían confundidos, por lo que asumí que eran muggles.
Yo solo pasé por dos tiendas, primero fui a la de varitas. Después de esperar casi media hora llegó mi turno, el dueño me dijo muchas cosas a las que no puse atención, fingí que lo hice y que me interesaba lo que dijo. Al final fue a atenderme la hija de Garrick Ollivander. Ella fue muy amable conmigo.
—No le des importancia, cuando se refiere a las varitas mi padre no se detiene. Recuerda cada una de sus creaciones. —Era demasiado agradable y tierna— ¿Cómo dijiste que te llamas, pequeña?
—Diana.
—Muy bien, Diana, probemos hasta que alguna te elija, ¿no estás nerviosa?
—Un poco.
Sonreí y la mujer comenzó a pasarme varias varitas. Con diez emparejamientos fallidos no le di importancia, era casi imposible que alguna de las primeras me eligiera, sin embargo, cuantas más probé la expresión de la mujer cambió de una risueña y alegre a una de preocupación y desconcierto. Las varitas se amontonaron, ella volteó a ver a su padre preocupada, lo más cerca que había estado de conseguir una fue con aquellas con núcleo de pluma fénix, pero ni siquiera así estábamos cerca de que una me eligiera. Varios niños entraban y salían de la tienda con sus nuevas varitas mientras yo seguía en espera.
—Por las barbas de Merlín, si seguimos así probaremos todas las varitas en stock —dijo para sí misma y fue por varias varitas con núcleo de pluma de fénix, al menos las que restaban, no eran demasiadas. Seguí intentando, aunque me empecé a aburrir de la tediosa y repetitiva actividad ¿Por qué no me vendía una? Ya me las arreglaría. Ella se desesperaba y Ollivander consideró que él tendría que hacerse cargo de esa cliente que no era elegida.
—¿Qué tal si vuelvo mañana? Tengo varias cosas que comprar.
—Espera, déjame intentar algo más. —La mujer se fue al otro extremo de la tienda y tras buscar en varios estantes volvió con una caja hecha de una bella madera blanca, tenía tallada la figura de un ave con tres pares de alas. Sentí un extraño calor en mis manos, el cual aumentó conforme la caja se acercaba. La abrió y dentro estaba una varita de color negro.
—¡ACCIO VARITA! —No sé por qué tuve ese instinto de hacer ese conjuro, uno que conocía por lo útil que era para lo que hacía en las calles. La varita salió disparada en mi dirección, apenas logré tomarla con mi mano izquierda y al hacer contacto con ella un montón de chispas salieron de la punta—. Vaya, solo nos llevó tres horas para que nos encontráramos. ¿De qué está hecha? —dije por mera curiosidad, si me llevó tanto tiempo por lo menos tenía ese derecho ¿no?
—Es de Ébano, 30 centímetros, inflexible. —Ella se veía triste—. Esta es la única varita que no es de los núcleos supremos de los que padre tanto se enorgullece, este es una pluma de cola del ave del trueno. Es la primera varita que creé.
—¿En serio?
—Sí, aunque nunca quiso obedecerme y hasta el hechizo más sencillo me era muy complicado de realizar. —Juro que sus ojos se humedecieron y estuvo a punto de llorar. Supliqué en silencio que no lo hiciera, no soporto a los llorones—. Por lo menos ya eligió a alguien.
Se talló los ojos y me entregó el estuche en el que estaba. Le pagué 8 galeones y luego me fui a la tienda de ropa. Debido a una cantidad anormal de nacidos de muggles durante los últimos años Hogwarts decidió flexibilizar un poco el código de vestimenta para los fines de semana: el estándar era la túnica de mago funcional y clásica; los otras dos permisibles para los sábados y domingos era un uniforme muy similar a aquellos de los muggles, pantalones formales, camisa blanca y corbata para los chicos; para las chicas se componía de una falda oscura, camisa blanca que se teñía del color de la casa del estudiante y un suéter formal de color negro. Obvio la ropa tenía encantamientos que otorgaban la protección contra ciertos accidentes.
El tercer uniforme era uno increíblemente raro y con esta palabra me refiero a que parecía más al que usaría el personaje de una de esas series y animaciones de fantasía que dan la impresión de ser autoritarios y grandes líderes militares, además era mucho más caro que los otros y casi nadie lo compraba, muchos por esa razón y los defensores de la sangre pura porque consideraban que crear algo que juntara los dos mundos era un insulto a la comunidad mágica.
Compré 5 túnicas de mago y también pedí el uniforme más caro. La vendedora me miró con incredulidad, sobre todo porque iba sola, tras mostrarle que tenía el dinero necesario ella lo vendió y me fui a casa, los sombreros ya los tenía.
***
El resto del tiempo hasta el primero de septiembre seguí con mis actividades de siempre: conseguí dinero a expensas de otros, también dejé planes a los chicos de mi pandilla, aunque no estaba segura de si los seguirían, la mayoría de ellos preferían improvisar. Me despedí y me fui a la estación de King's Cross para tomar el expreso a Hogwarts.
Crucé al andén nueve y tres cuartos, un mago bien vestido estaba al lado de una mujer pelirroja con pecas, el hombre se despidió de un niño, el cual se fue corriendo con sus amigos. El hombre daba un consejo a un chico de ojos verdes muy parecido a él, probablemente era su hijo.
—Pero si a ti te importa tan... —Me estrellé con el hombre e interrumpí a media oración.
—Yo... no fue mi intención —dije y con un movimiento veloz de mano tomé la bolsa con galeones que el hombre cargaba—, lo siento tanto.
—No hay problema, en serio está bien
No se dio cuenta de lo que hice y me apresuré a abordar el tren, tomé un compartimiento vacío y me deshice de la pequeña bolsita. Eran 12 galeones, 68 sickle y 32 knuts. Minutos después el chico de ojos verdes de antes se sentó conmigo, él se notaba nervioso y con mucha dificultad se presentó.
—Soy... soy Albus Severus.
—Un placer, Albus, yo soy Diana —respondí con amabilidad y un tono dulce, mi madre siempre decía que le molestaba eso de mí. «Tu padre también es así. Debería enseñarle una lección para que empiece a comportarse». Decía seguido, al final lo hizo, me dio una gran lección de porque no debía ser débil y molesta.
Un chico que se acercó al compartimiento me sacó de mis pensamientos, tenía el cabello rubio, aunque en realidad era casi blanco.
—¿Puedo sentarme con ustedes?
Acepté y Albus se hizo a un lado y quedó más cerca de la ventana.
—Gracias, estuve buscando asiento, pero nadie quería que me sentara con ellos. Soy Scorpius.
—Albus Severus.
—Diana.
Albus comenzó a charlar con nosotros, al principio estuvo nervioso, pero conforme la plática se alargó él se desenvolvió mejor con las palabras; Scorpius y Albus compraron bocadillos cuando la vendedora pasó cerca de nuestro compartimiento. Mientras discutíamos a qué casa queríamos pertenecer una chica pelirroja se acercó y llamó a Albus.
—Al, te estuve buscando, ¿qué haces aquí?
—Rose —Albus se levantó—, te presento a Diana y a Scorpius. —Nos señaló a ambos, ella miró al chico de cabello casi blanco como si fuese sospechoso de algún crimen—. Son muy agradables.
—¿Tú no eres Scorpius Malfoy?
Y con esas palabras dio inició una relación tensa entre los cuatro.
Al llegar a Hogwarts los sucesos de la batalla que mi madre me contó se aparecieron ante mí, cada detalle de ella, con estudiantes y aurores que utilizaban maldiciones imperdonables contra las fuerzas del señor tenebroso, para que al final Voldemort muriera por su propia maldición asesina que le rebotó. Los destellos saliendo de las varitas eran tan claros.
Fuimos en bote hasta la entrada de Hogwarts, luego nos dirigimos al gran comedor, este estaba repleto con decenas de estudiantes, nos alinearon a los de nuevo ingreso y nos llamaron uno a uno. Scorpius fue asignado en Slytherin, luego llegó el turno de Albus, estaba nervioso y (para sorpresa de casi todos en el gran comedor) el sombrero lo colocó en Slytherin. Un par de niños más pasaron y llegó mi turno.
—Ry... —Quien nos llamaba se detuvo y volvió a leer el pergamino, seguro se sorprendió con mi apellido— ¡Ry...Ryddle, Diana!
Los estudiantes más grandes se callaron, la mayoría crecieron con historias sobre el señor tenebroso. Tomé asiento y me puse el sombrero seleccionador, en menos de 15 segundos este me mandó a Slytherin, en vez de recibir aplausos de mis nuevos compañeros el gran comedor se quedó en silencio. Varios se hicieron a un lado e incluso Scorpius y Albus también se distanciaron «¿En serio? ¿Todo esto por compartir apellido y casa con Voldemort?» No es lo que esperaba que sucediese, madre me había contado sobre sus tiempos de estudiante y el cómo Slytherin era la mejor casa.
A pesar de ello, en los primeros años en Hogwarts no sucedió algo relevante, aparte de lidiar con el constante hostigamiento y acoso de parte de otros, incluso de mis compañeros de casa. Rose fue una de las principales victimarias. Con el tiempo Scorpius y Albus dejaron sus prejuicios de lado, inscribimos las mismas asignaturas optativas y actividades extracurriculares, a pesar de que no querían, los tres nos unimos al club de duelo donde me hice una gran reputación al tener un invicto de 50 enfrentamientos, además era conocida por utilizar el tercer uniforme en esos 50 duelos.
Incluso los que creían conocerme no sabían que podía hablar pársel, algo que descubrí un día por casualidad. Si eso se sabía el temor y acoso se reanudarían, eran muchas bendiciones. Demasiadas que hasta a mí me sorprendía que fueran reales. Fue entonces que un día descubrí un libro sobre 3 reliquias ancestrales y escuché una vieja leyenda... Pero, eso es otra historia.
***
—¡Expelliarmus! —conjuró un chico de 3er año de Gryffindor demasiado osado como para retarme.
—Protego —La luz roja impactó al escudo y aproveché esos instantes para contraatacar con un hechizo repulsor no verbal, esto tomó por sorpresa a mi contrincante.
—51 victorias en 51 duelos. Muy bien hecho, Ryddle —dijo James e hizo otra marca en mi historial. Aunque no sonaba muy feliz por ello. Los otros integrantes del club me aplaudieron, pronto sería la competencia de alumnos de 5to año o superior—. ¿Cuándo enfrentarás a alguien que de verdad sea una amenaza y no novatos?
—En la competencia de este año, James. Espero que entres o mi victoria será fácil.
—Realmente tenemos posibilidades de ganar este año —exclamó Albus y nos besamos.
—Consíganse una habitación, chicos —dijeron Scorpius y otros estudiantes.
—Hey, no arruinen la diversión. —Les dije y desaté mi largo cabello oscuro con mechones plateados.
—Esto es el club de duelo, no de los besos —comentó James, creo que estaba molesto.
—Oh, claro.
—Solo lo dice porque no tiene a quien besar, ¿hace cuánto que terminaste con Mary Jones? 1 año, ¿no? —Nuestros compañeros casi se rieron de ello, pero conocían muy bien a James, era el mejor duelista de la escuela y de los estudiantes más respetados—. No te creas, Jim, solo es una broma. Continuemos, ¿Quiénes son los siguientes en la lista?
Iniciamos con las pruebas de ingresos entre los de segundo y primer año, a veces nos encontrábamos con sorpresas muy agradables, ese día no las hubo y terminamos rápido. La mayoría solo quería unirse por James o por mí, ambos teníamos admiradores en la escuela, incluso llegaron a correr chismes de que éramos pareja, eso se desmintió cuando un poco celoso de su hermano y molesto, Albus reveló a los demás que él era mi pareja.
Despachamos a los miembros antes de la hora de la cena.
—Adelántense —dije a Scorpius y Albus—, todavía tenemos que acomodar todo.
—¿Te guardo el lugar de siempre?
—El lugar de siempre, Al.
Me quedé con James a acomodar los libros, muñecos de entrenamiento y las plataformas de duelo. La directora McGonagall fue muy clara de que suspendería el club si volvía a encontrarse con un desastre.
Limpié el segundo piso del edificio del club, algunos de los más jóvenes acostumbraban a dejar restos de comida y basura. Aunque intentamos evitarlo el antojo de bocadillos siempre era mayor.
—James, pásame la llave del armario de los autómatas.
—¿No puedes utilizar tu magia para llamarla?
—Sí, pero quiero que tú me la pases.
Me acerqué a la abertura que permitía ver la plataforma principal de duelo. Él acomodaba los libros y encantaba los estantes para que nadie tratara de tomar algún tomo sin permiso.
—Vamos, James, no te cuesta nada. Si no me lo pasas tardaremos más.
Enojado tomó la llave que se encontraba sobre su mesa especial y la hizo ascender con wingardium leviosa.
—Te lo dije, sencillo y rápido. Te tardaste más en decidir hacerlo.
—La habrías tenido antes si usabas tu magia para tomarla. —Decidí no responder a su comentario.
Terminé de guardar las armaduras y bajé a ayudar a James. Ya casi había acabado de acomodar todo. Así que me senté a esperar a que mi compañero finalizara con la limpieza.
—Te faltan los restos de esa esquina —disparé unas chispas a la derecha de él. No dijo nada, pero era claro que estaba molesto—. Ah, y también los de esa otra —lancé otras chispas. El respiró con profundidad y mantuvo la compostura, era divertido verlo actuar de esa forma tan seria y cerrada ya que todos lo conocían por ser un bromista de primera.
—Gracias, Ryddle.
—James ¿Cuántas veces debo decirte que puedes llamarme Diana? —Durante mucho tiempo nos llevamos más o menos bien. Pero su actitud cambió de un momento a otro y mis intentos de amistarme con él se volvieron infructuosos.
—¿Tienes un problema con que te llame Ryddle?
—No realmente, pero cuando lo dices parece que me tratas como si fuese la hija malvada del señor tenebroso.
—Ryddle, a mí no me engañas con toda esa fachada de estudiante modelo y chica popular. —Hicimos contacto visual, siempre estaba a la defensiva a mi alrededor.
—Mmm, no entiendo a lo que te refieres. —Me hice la tonta y me reí de su afirmación.
—Sé que me entiendes.
—¿Por qué no haces el intento de llevarte bien conmigo? —dije y traté de sonar decepcionada—. ¿Cuánto te costaría hacer el esfuerzo?
—Si todos vieran...
—¿Vieran qué? —Me acerqué a él y esta vez yo lo miré a los ojos.
—Que no te interesa nadie y solo los utilizas —afirmó sin duda alguna en su voz—, no harías lo que se te viniera en gana.
—Tu padre estaría muy decepcionado de saber que me juzgas por algo de lo que no tienes pruebas.
—No soy tonto, sé que fuiste tú quien le lanzó la maldición cruciatus a Rose —aseveró James, él se irguió, yo no me quedé atrás y lo imité.
—Oh, ¿en serio? ¿Por qué sigues creyendo que hice algo tan horrible como utilizar una maldición imperdonable? —Soné muy molesta y ofendida por sus palabras—. Un auror del ministerio de magia comprobó que yo no fui.
—Sé que tienes otra varita.
—James, James, James —cerré los ojos y me reí de él—, a veces creo que estás celoso de tu hermano. Me sigues e intentas mostrarles a todos que no soy quienes ellos creen... Lo he pensado mucho últimamente y creo que me quieres solo para ti, ¿No es eso muy obsesivo?
—¿Qué?
—Solo tienes que decirlo. Vamos, seremos amigos. —Caminé hasta acorralarlo contra la pared, golpeé su hombro y quedamos separados por apenas unos centímetros. Él buscó su varita, debió creer que haría algo más—. Dime, ¿desde cuándo te gusto? ¿Acaso fue en cuarto año que te robe tu primer beso o hace un par de semanas que me viste semidesnuda en el lago? No creas que no me di cuenta, Albus estará muy molesto si descubre que me espías.
—¿En serio crees que caeré ante muchas palabras sinsentido? Sé que fuiste tú y usaste otra varita.
—James Sirius Potter, tienes una gran imaginación. Si tan solo la enfocaras en otras cosas que no fuera alejar a todos de mí para que solo esté contigo sería mejor. —Me reí de él en su cara, siempre que decía esas cosas que sonaban tan disparatadas era tan divertido, ¿por qué la prefecta más querida, bella y hermosa, así como la chica más popular le haría un cruciatus a la hija de la ministra de magia? ¿Qué tendría en contra de una chica de Gryffindor? Nunca me tomé en serio la rivalidad de las casas.
—Revelaré todo lo que has hecho: el asesinato del Hipogrifo, el cruciatus a Rose, los imperius sobre Daeron y Daemon Selwyn.
—Ay, James, esto es más serio de lo que pensé, ¿de verdad te has inventado todas estas historias? ¿No quedó claro que los dos gemelos Selwyn tuvieron las mismas creencias que Voldemort contra quienes consideraron traidores? —James siempre trataba de fastidiarme—. Hasta hice un bien por la escuela al entregarlos.
Di media vuelta y me dirigí a la entrada, sin embargo, la puerta que traté de abrir se encontraba sellada. Revise la hora, James había olvidado el encantamiento de cerradura, ambos estábamos encerrados el uno con el otro. Yo no tenía problema alguno, aunque James no estaría tan feliz por eso.
—Bien hecho, ahora por tu lentitud pasaremos la noche aquí. De verdad que eres muy listo —dije irónicamente, no intenté romper el encantamiento, eso solo pondría más paranoico a James ¿cómo una chica de 16 años lograría romper un sello muy poderoso puesto por la directora McGonagall y el profesor Flitwick?
Incrédulo, él corrió hasta la puerta e intentó abrirla, se le notaba molesto y desesperado.
—No, no, no.
—Tendremos que pasar la noche juntos.
No fue sencillo, James no se quería dormir y yo no quería dejar la guardia baja, no lo hacía con Albus y Scorpius, menos lo iba a hacer con Sirius que desconfiaba de mí hasta cuando me movía para encontrar la postura más cómoda. Las horas pasaron, habíamos apagado las velas, además de los sonidos del exterior lo único que podíamos oír era la respiración del otro «¿Por qué justo hoy? Prometí charlar toda la noche con Albus», pensé y miré el techo de edificio, pocas veces miraba el cielo, esa fue una de aquellas noches, el techo se volvía transparente, pero tenía la ventaja de que el aire no se colaba, a diferencia de si no hubiese estado allí. Aburrida e incapaz de conciliar el sueño me acerqué a James con sigilo, a un par de metros de distancia me apuntó con su varita.
—¿En serio? ¿Qué crees que podría hacerte?
—No lo sé, tal vez fue tu plan todo este tiempo. —De verdad creía lo que decía, si hubiese querido encerrarme con James lo habría hecho en las cocinas, no en el edificio del club de duelo.
—O tal vez fue tu plan para que yo pasara la noche contigo, Potter. —Me senté a su lado, él se levantó de inmediato, si trataba de atacarlo estaría preparado para defenderse y contraatacar—. Debes saber que si utilizo una maldición de tan cerca no podrías esquivarla... —comenté muy en serio—. No te creas, solo es una broma, ¿Por qué usaría una maldición en ti?
James podía ser demasiado terco a veces y mantuvo su varita alzada en todo momento. Como era de esperar ninguno durmió. Amaneció y el encantamiento se desactivó. Decidimos guardar silencio hasta llegar al castillo, él se fue a la torre de Gryffindor y yo a las mazmorras. Dije la contraseña, me di un baño de agua fría y me cambié de ropa. Albus estaba dormido en el sillón de la sala común «Me esperó toda la noche, que tonto fue al hacerlo», se veía tan inofensivo así, cualquiera podría haberle hecho daño «Confía demasiado en las personas».
Lo agité con suavidad para despertarlo, sonrió al verme y me pidió un beso, se lo di en la frente. Le ordené que se apresurara a vestirse, también me aseguré de que los niños de primero y segundo no hicieran desastre en la sala común. El retrato del profesor Slughorn nos miraba y daba consejos sobre el mejor camino para ser importantes. Le di las gracias y me fui al gran comedor, no faltaba mucho para que la copa de las casas terminara. Gryffindor y Slytherin estaban a la cabeza, Ravenclaw tampoco estaba tan atrás, los dos torneos de duelo serían definitorios, si muchos Ravenclaw avanzaban a las rondas finales y ganaban en las dos categorías se llevarían la copa, con Gryffindor y Slytherin era menos complejo.
Me encontré con James en el pasillo, no se veía tan mal para no haber dormido toda la noche. Iba con sus amigos, bromeaba y hablaba sobre que aplastarían a Slytherin en el torneo de duelo, choqué con él a propósito.
—¿Te arreglaste en tan poco tiempo? Eres muy rápido en todo lo que haces ¿no? Por eso Mary terminó contigo —dije, fingí estar decepcionada y lo exageré. Todos lo malinterpretaron, algunos incluso nos vieron de forma reprobatoria.
—Hazte a un lado, Ryddle.
—Vamos, Potter. Albus estará muy decepcionado. —Quería que mis palabras se prestaran a ser malentendidas—. ¿Por qué te comportas así conmigo? Nos conocemos desde primer año, ¿no crees...?
Toqué su pecho y moví mis dedos hacia su rostro. Si cara era muy divertida y la reacción de los demás lo mejoraba. Sentí a Sev acercarse a nosotros, me detuve y di media vuelta para darle un beso, las muestras de afecto público hacían enojar a James y muchos creían que de verdad le gustaba, incluso Albus lo hacía y a veces se ponía un poquito celoso por ello.
—¿De qué hablaban? —Sev trató de sonar calmado, era muy malo fingiendo, eso lo hacía alguien fácil de leer.
—Ayer, por culpa de James y sus muchas quejas nos quedamos encerrados toda la noche en el edificio del club de duelo. —Sev intentó ocultar su molestia hacia su hermano—. Por eso no pude cumplir mi promesa contigo, Al. —Abracé a mi novio, la reacción de James fue muy divertida, su misión era alejarme de su hermano a toda costa y lo único que hacía era alejarse él.
Fuimos al gran comedor, el resto del día practicamos para el campeonato de duelo de Hogwarts, de eso dependía de que ganáramos la copa de la casa y aunque evitaban mencionarlo, las esperanzas estaban sobre mí.
***
Como era de esperar en la categoría de los de primero a cuarto grado Ravenclaw ganó, no solo eso, obtuvieron el primer y segundo lugar, los otros dos semifinalistas fueron de Gryffindor. Su casa acortó la diferencia a 10 puntos de Slytherin y a 24 de Gryffindor. Perdimos la ventaja que se tenía antes de que comenzara el campeonato.
En el duelo de quinto en adelante Scorpius y yo avanzamos hasta los cuartos de final, de parte de Gryffindor estaban James y otro par de estudiantes de los que no me importaba su nombre, Ravenclaw logró meter dos estudiantes a esa misma instancia y Hufflepuff solo uno.
El primer duelo de los cuartos fue un par de horas después de la comida en el gran comedor. El chico de Hufflepuff era de séptimo año y la chica de Ravenclaw de sexto. Hicieron una leve reverencia y comenzaron el duelo. Ella lanzó un rictusempra y él un tarantallegra, ambos lo hicieron de forma no verbal, los dos hechizos chocaron por lo que rebotaron y uno de ellos le dio a un niño de primer año que se puso a bailar. El otro impactó a una niña y esta se rio a carcajadas. Ambos continuaron su enfrentamiento, solo lanzaban y esquivaban hechizos, tras 21 minutos la chica de Ravenclaw lucía más cansada que su oponente. Eso al final le costó y él la venció con el conjuro de rechazo de enemigos, a pesar de que la luz fue escarlata como en el Expelliarmus, en vez de desarmarla la empujó. Además, el movimiento de varita correspondía más.
Durante la batalla noté que él tenía la tendencia a hacer los hechizos cada seis o siete evasiones y fintas, además, también hacía un leve movimiento de cadera unos momentos antes de disparar. Solo necesitaba pasar a Scorpius para estar en la semifinal, una lástima que nos tocara enfrentarnos en esa ronda.
—No me contendré, Ceci.
—Yo tampoco, Scorpius.
Hicimos una reverencia y nos colocamos lejos del centro de la plataforma de duelo. Él fue el primero en atacar, siempre lo hacía, prefería acabar con el duelo lo antes posible, no tenía la mejor condición para resistir duelos largos. Esquivé los haces de luces que salían de su varita, mis compañeros decían que bailaba en el escenario, sus ataques eran unos tras otros y a veces tenía que utilizar protego para no ser impactada. Muchos consideraban esa forma de duelo muy cobarde, me la pasaba a la defensiva mucho tiempo, para algunos era aburrido y para otros era una maravilla ver cómo me movía por la plataforma. Scorpius fallaba y se esforzaba más al tratar de atinarme, entonces perdió el equilibrio, era mi oportunidad.
—¡Expelliarmus! —La luz escarlata que salió de mi varita fue más grande de lo normal, no solo desarmó a mi oponente, también lo lanzó un par de metros hacia atrás.
Caminé hasta él y lo ayudé a levantarse.
—Buen duelo, Scorpius.
—Sí, sí, presumida. —Tomó asiento, aunque estaba adolorido. Albus me felicitó por ello y me dio un beso, antes de empezar me había dicho que lo haría, aún si hubiese perdido me habría besado. Pero quería una buena excusa para darme muchos más.
Los siguientes fueron los chicos de Gryffindor de los que no sabía su nombre, ambos de séptimo año. Uno era algo gordo y el otro muy delgado, a pesar de su apariencia, en las llaves anteriores habían demostrado talento para los duelos.
El enfrentamiento dio comienzo con la orden de la directora McGonagall. Se lanzaron hechizos a diestra y siniestra, dos propuestas ofensivas, las luces chocaban y rebotaban en el gran comedor, usé protego para evitar que alguna me impactara, sin embargo, los más pequeños no pudieron hacer lo mismo, se pusieron a bailar, no podían parar de reír, sus piernas se colocaban juntas, algunos quedaron petrificados, otros perdieron sus varitas y los más desafortunados salían disparados cuando luces azules o amarillas les dieron en el cuerpo. Después de 8 minutos hubo un ganador, el chico delgado resbaló y con ello su oponente aprovechó para desarmarlo.
La directora arregló el desastre provocado y reanudó el campeonato con el último enfrentamiento de cuartos: James contra una chica de Ravenclaw. Todo fue acorde a mis expectativas, James ganó con un expelliarmus, era considerado el mejor duelista de la escuela y lo había demostrado en todos sus enfrentamientos.
El resto del día lo tuvimos libre, Albus y yo fuimos a las orillas del gran lago para apreciar el calamar gigante. Era un día soleado con bellas nubes, mi novio colocó su cabeza sobre mi regazo. Jugué con su cabello y charlamos sobre los TIMO, él era muy bueno en encantamientos, pociones, runas antiguas, astronomía, cuidado de criaturas mágicas, Historia de la magia y herbología, mediocre en DCAO y peor en transformaciones.
Yo en cambio era excelente en pociones, transformaciones, encantamientos, DCAO, decente en herbología, astronomía y cuidado de criaturas mágicas, terrible en historia de la magia y runas antiguas. Por lo que en sexto podríamos estar juntos en pociones, encantamientos y pensábamos inscribirnos a alquimia, aun si iba a ser una materia extra de EXTASIS.
—¿Me das otro beso? —Era muy diferente a su hermano, más amable, sin embargo, era más ambicioso, también prefería considerar sus opciones antes que hacer algo temerario, por ello se tardó mucho tiempo en pedir que fuese su pareja, no estaba seguro de si sentía lo mismo, hasta que cierto evento lo obligó a adelantar sus planes.
—¿Por qué? No se supone que eran un premio por si avanzaba de ronda.
—Por favor. —Hizo ojos de cachorrito, por lo que cumplí su petición, bajé mi cabeza y le di un largo beso en los labios.
—Tenemos que irnos, la cena empezará pronto.
—¿Y si nos quedamos aquí otro rato más? Nadie va a enterarse.
Acepté y disfrutamos del hermoso paisaje del castillo. Hagrid pasó por donde estábamos y nos sugirió que volviéramos al castillo, no le hicimos mucho caso. Anocheció y no nos quedó otra opción que regresar a nuestra sala común, con la capa de invisibilidad habría sido más sencillo, pero el padre de Albus se la había heredado a James y el mapa del merodeador se lo entregó a Lily Luna.
A la mañana siguiente después del desayuno comenzaron las semifinales. Primero fui yo contra el chico de séptimo año de Hufflepuff. Me vestí con el uniforme de duelo e hice un gesto exagerado de cortesía. La plataforma era más grande, todos estaban pendientes de lo que sucediera, no solo se definía a un finalista, también si yo perdía Gryffindor ganaba la copa de las casas, pero si yo pasaba a la final aún existía la posibilidad de ganarla.
Esta vez cambié mi estrategia, no esperé a que él me atacara, en cambio lancé conjuros para obligarlo a seguir el patrón que había descubierto en su anterior duelo. Fue un intercambio de luces, el lanzó un petrificus totalus y para defenderme del maleficio utilicé una de las sillas vacías para bloquearlo, de contraataque conjuré una serpiente y él la hizo desaparecer, luego de su varita salió una luz escarlata y un proyectil de madera también salió disparado, por apenas un poco logré esquivar el expelliarmus e hice que rebotara el proyectil, este golpeó violentamente a uno de los espectadores. Me puse a la defensiva, esos movimientos de cadera -imperceptibles para la mayoría- que advertían de sus ataques eran cada vez más constantes, luego presioné a la ofensiva sin arriesgarme demasiado como para dejar mi guardia abierta.
Una luz blanca muy brillante fue expulsada de su varita, si no es porque en ese momento resbalé me habría golpeado, aunque al estudiante al que impactó no tuvo tanta suerte y salió disparado muchos metros hacia atras, ese fue Filipendo Maxima, una versión muy poderosa del encantamiento repulsor. Respondí con Verdimillius tria, rayos verdes salieron de mi varita, se esparcieron a lo largo de la plataforma y para contenerlos tuvo que hacer un hechizo similar, pero sus rayos fueron rojos. Ambos ataques se neutralizaron.
Recorté la distancia entre nosotros, él seguía el mismo patrón, pero incluso si conoces a tu enemigo no quiere decir que romper sus defensas se vuelva sencillo; era muy rápido, ágil y sus acciones estaban calculadas, improvisaba lo necesario para contrarrestar su debilidad. Conjuré muros de tierra y luego los disparé en su dirección, seguro sabía que podía ser cegado, por ello él conjuraba ráfagas de viento que esparcían la tierra en todo el salón. Sin embargo, ya había logrado lo que quería, la tierra estaba en la plataforma, la mayor parte estaba del lado en que él se movía, retrocedí un par de pasos, en mi vista periférica vi los restos de una silla, las lancé con un conjuro de levitación, con sencillez se hizo cargo de los pedazos, en ese momento realizó su característico movimiento de cadera y aproveché esos instantes para llevar a cabo mi estrategia.
—¡AQUA ERUCTO! —dije y un gran torrente de agua fue disparado de la punta de mi varita, tuve que resistir el retroceso, el ataque fue una sorpresa para él, aun así y como siempre lo esquivó. No esperaba que le impactara, habría sido demasiado sencillo si hubiese sido así.
Retrocedí y volvimos al constante cambio de ataques, evasiones, fintas y hechizos defensivos.
—¡Filipendo Maxima! —Una gran luz blanca salió de la punta de mi varita a gran velocidad, pero esta vez cuando intentó rodar para evitar ser impactado por el haz de luz resbaló con el lodo bajo sus pies, la luz le dio en el pecho, salió disparado fuera de la plataforma y cayó sobre varios de sus compañeros. Bajé a celebrar y Albus esperaba para besarme.
—¿Por qué lo conjuraste en voz alta?
Me reí de su pregunta, era claro que podía hacer el hechizo sin problemas y habría sido una mayor sorpresa, pero mi intención fue otra.
—Para burlarme de que gané con un hechizo en voz alta con el que él estuvo más cerca de vencer cuando lo hizo no-verbal.
Guardé mi varita. Nos tomamos un descanso de 20 minutos donde comí un par de pastelillos de calabaza y varias ranas de chocolate. Pronto la segunda semifinal dio comienzo, mis predicciones no se equivocaron y como esperé James fue el ganador, el duelo no duró ni 10 minutos. Él aprovechó las muchas aberturas que dio su oponente al irse a la ofensiva indiscriminadamente, por lo que James solo conjuró varias rocas para bloquear los hechizos y después solo necesitó un simple encantamiento desarmador para ganar. Aunque como en duelos anteriores, aquellos niños que no fueron cuidadosos y cruzaron el límite bailaron y rieron sin parar contra su voluntad, los de menos suerte sacaban murciélagos en vez de mocos o quedaron con las piernas unidas. Los profesores y la directora se encargaron de volver a los demás a la normalidad, así como de arreglar el desastre en el gran comedor.
—Muy bien, Diana, si ganas, la copa de las casas es nuestra. —Scorpius me dio varias palmadas en la espalda y yo le lance un maleficio que le hizo crecer las uñas, él sabía muy bien que no me gustaba eso—. Oye, solo te estaba felicitando.
—Diana, eres la mejor —comentó Albus.
—Aún no, solo falta James y lo seré. —Me llevé a la boca una gragea Bertie Bott, la escupí de inmediato ya que era de ajo. Albus se rio de la situación y me dio un par de besos en la mejilla.
—¿Le darás su merecido, verdad?
—Él debe pensar que hará lo mismo conmigo.
—Sé que lo harás, Di.
—Confías mucho en mí, Sev.
—Porque sé que eres la mejor. —A veces Albus podía ser muy tierno.
La directora anunció que en 15 minutos daría inicio a la final. Me limpié la ropa y Albus me dio más besos de buena suerte, obvio recibimos las típicas bromas subidas de tono de nuestros compañeros de casa. En otros tiempos toda la escuela habría apoyado a Gryffindor sin dudar, pero Slytherin ya no tenía tan mala reputación, sumado a ello también estaba el factor de que era de las chicas más populares de la escuela.
—Patéale el trasero.
—Lo haré, Scorpius —dije con confianza, ahora pondría a prueba la táctica que desarrollé desde el inicio del torneo, usaría todas mis habilidades, incluso las que desarrollé en esos meses como la legeremancia. Necesitaba saber cuan buenas eran.
Subí a la plataforma seguida de James. Ambos hicimos una reverencia, abrí mi mente, él atacó, pero la mayoría de los hechizos que lanzaba rebotaban en mi protego o los esquivaba. Si supieran lo que hacía muchos pensarían que no era justo, fingí estar en apuros, no quería demostrar toda mi habilidad, a veces fingí resbalarme, otras parecía que me esforzaba en contener varios de los ataques de mi rival. Él pareció darse cuenta de lo raro que era el combate y se puso a la defensiva, siempre fue muy ágil y veloz, por lo que cuando lanzaba mis hechizos no tuvo problemas en bloquearlos con objetos o con quitarse del camino. La directora McGonagall se aseguró de alzar una barrera para evitar más daño colateral.
El duelo se convirtió en un constante haz de luces que rebotaban y chocaban por toda la plataforma y el gran comedor. Nunca nadie me había hecho utilizar mis habilidades especiales de esa forma. Aunque creía tener una idea del hechizo que dispararía James él podía cambiar en el último instante, era asombroso e impredecible, eso me encantaba. Usamos todos los objetos disponibles, mesas, sillas, antorchas; lanzamos rayos, llamas, torrentes de agua, tierra, incluso hicimos uso de animales en el duelo. Aburrida del intercambio decidí ponerme a la defensiva, James aprovechó para lanzar gran cantidad de hechizos, corrí, rodé y brinqué por toda la plataforma. Animé un par de estatuas en las escaleras, James se dio cuenta de mi jugarreta.
—¡Reductio! —Ambas se hicieron añicos, él contraatacó lanzándome un gran proyectil de madera.
—¡Evanesco! —Este se desvaneció del gran comedor. Apunte a los pies de James y use el hechizo explosivo—. ¡Confringo! —Una luz naranja ardiente fue expulsada de la punta de mi varita, mi rival trató de evadirlo y la pequeña explosión que sucedió detrás de él lanzó restos de madera de la plataforma y se desestabilizó—. ¡EXPELLIARMUS!
Trató de evitar ese último hechizo, pero el combate ya estaba decidido, no le dio tiempo para recobrarse y la luz escarlata lo impactó y los mandó a él y a su varita fuera de la plataforma. Él soltó un quejido y entonces recibí aplausos de todos los integrantes de mi casa, una muchacha trató de consolar a Sirius, él simplemente se fue del gran comedor.
Albus corrió hasta mí y me dio un largo beso ante toda la audiencia, la directora llamó su atención, el jefe de nuestra casa se burló del jefe de casa de Gryffindor. No solo era campeona de duelo, también habíamos ganado la copa de las casas.
La celebración continuó en la sala común donde se lanzaron bengalas y hasta el calamar gigante se acercó, la vista era muy hermosa. Sin embargo, esa noche después de que todos se fueran a dormir, a eso de la 1 de la madrugada salí de la sala común, nadie se dio cuenta. Utilicé mi habilidad de metamorfomaga para adquirir la apariencia del jefe de casa.
Tomé una escoba de la escuela y caminé fuera del castillo hasta llegar al edificio del club de duelo. Subí a la terraza del edifico de club con esa vieja escoba y volví a la normalidad. James estaba allí, veía a la luna.
—Hey... No siempre se puede ganar.
Como siempre James se volteó y me apuntó con su varita.
—¿Qué haces aquí?
—Lo deduje cuando te fuiste corriendo del gran comedor. Para ser mayor que yo no te tomaste de buena forma la derrota.
—Sí, sí, búrlate lo que quieras. Siempre ganas, mi hermano te adora, toda la escuela te ama, eres la favorita de los profesores y hasta le agradas a la directora.
—Sirius, no vine a burlarme. —Pocas veces lo llamaba por su segundo nombre y él lo sabía.
—Entonces ¿Qué haces aquí?
—Vine a hacerte la maldición cruciatus porque has descubierto mis malvados planes —dije con serenidad, quería ver su reacción y como era de esperar estuvo a punto de atacar. De inmediato comencé a reírme, para ser un bromista, si se trataba de mí a veces era demasiado predecible, ¿en qué momento decidió que yo sería su rival o la gran villana de su historia? Pudimos tener otra clase de relación, una muy cercana.
—Ya, ya, entiendo... —Guardó su varita y se dio media vuelta. No podía ver su rostro, aunque quería hacerlo.
—Sirius. —No me respondió, no estaba segura si estaba preparado para atacarme o prefería ignorarme. Repetí su nombre varias veces, siguió sin hacerme caso. ¿Por qué era tan difícil?—. Sirius... por favor, sé que nuestra relación es rara, pero estoy cansada del constante tira y afloja. ¿En qué momento sucedió? ¿Cuándo decidiste que yo sería una gran villana? ¿Acaso es por mi apellido?
Susurró algo que no logré oír ¿por qué era así? ¿por qué no era más directo? Seguí con las preguntas, ¿por qué no era como todos los demás y simplemente dejaba de lado todo lo que creía de mí? ¿Por que no me quería como los demás? ¿Por qué no me amaba como Albus? En el momento también me pregunté si era algo más.
—No lo sé... —Al fin dijo algo en voz alta, su actitud empezaba a aburrirme.
—¿No lo sabes? ¿En serio? El asombroso y excelente estudiante de Gryffindor, James Sirius Potter, no sabe algo tan simple... —Contuve la risa, no quería parecer hostil o agresiva, era el momento de arreglar nuestra relación—. Tiene que ser una broma ¿Cuándo fue? ¿Por qué?
No dejé de insistir con esas preguntas y entonces decidió voltear, parecía molesto e irritado, pero también algo más, si entraba a su mente podría saberlo, pero, no sería lo correcto en el momento.
—No lo sé, lo justo era descubrir quien usó el cruciatus sobre Rose y todos sabíamos sobre tu enemistad con ella.
—Pero los aurores...
—Los aurores simplemente no le dieron importancia. Tú eres la más brillante, si alguien puede usar una maldición imperdonable eres tú...
Evité interrumpirlo, a pesar de que se había quedado en silencio aún no terminaba, está bien, lo que dice tiene sentido, por ello después de que Rose fuese torturada varios de mis compañeros creyeron lo mismo. Manchó mi reputación hasta que se comprobó que la maldición no se realizó desde la varita con el núcleo de ave del trueno.
—Además, ¿quién más pudo ser? ¿Quién sería tan osado para hacerle un cruciatus a la hija de la ministra de magia? ¿Quién tiene la habilidad de ocultarse con sus habilidades? Además, eres pariente lejana de Voldemort... Incluso tienes un ancestro Gaunt en tu árbol genealógico.
—Sí, una expulsada de la familia. Y una squib, además.
—El caso es que todo indicaba que debía ser alguien cerca del mal y aparte debía poseer mucho talento. Esa solo podías ser tú.
Lo que dijo tenía algo sentido. Aunque no comenté respecto a sus prejuicios. Por suerte James desconocía que yo sabía hablar pársel, si hubiese sido de otra forma probablemente sus sospechas habrían aumentado más, aun si hablarlo solo me sirvió para algo más importante nada relacionado con lo de Rose.
—Todo encajaba, pero ni siquiera la directora McGonagall me hizo caso cuando se demostró que no pudiste ser culpable, tenías a todos embelesados ¿quién iba a creer que la linda y estudiante modelo cometería un crimen tan horrible? Nadie y al final todos lo olvidaron.
—¿De verdad crees que fui yo? —Necesitaba conocer la respuesta y saber si nuestra relación tenía arreglo.
La pregunta debió tomarlo por sorpresa porque evitó el contacto visual y se quedó en silencio.
—James ¿en serio crees que yo lo hice?
—No lo sé.
—¿Qué? ¿En serio?
—No lo sé... Todo parecía señalarte, pero ¿por qué lo harías? ¿por qué motivo torturarías a alguien? Lo del Hipogrifo y los Selwyn... No tiene sentido. —Sus preguntas me tomaron por sorpresa, no me interrogaba, buscaba que eliminara sus dudas, pero ¿por qué decidió eso? No era peor de lo que creía, sino todo lo contrario.
—La razón por la que me trataste como a una villana todo este tiempo fue porque te convenciste de que yo era la más sospechosa a pesar de que todo demostraba lo contrario... —Ni una prueba ni nada, cualquiera se enojaría si hubiese estado en mi lugar.
—Sí...
—¿Por qué? —Se merecía que le golpeara por todo lo que hizo en su misión de comprobar algo que ni siquiera el creía por completo—. Mi reputación se vio afectada y aun así insististe. ¿Por qué decidiste seguir con eso?
—¡Porque me besaste y a la semana empezaste a salir con mi hermano! —respondió y aun si era de noche la luz de la luna me permitió ver que sus ojos estaban húmedos...
—¿Qué? —Me tomó por sorpresa, no tenía sentido.
—Tenía que demostrar que eras malvada, así tendría una justificación... No he conseguido algo, ni una sola pista que indique...
—Pe-pero saliste con...
—Lo hice porque creí que te molestaría o que dejaría de darle importancia, solo era algo pasajero. Y fue injusto para ella, todo por tu culpa.
—¿Mi culpa? —«¡Es tu culpa que hiciera esto, Diana! Lo advertí a ti y a tu padre», escuché en mi cabeza.
—¡Sí! Tú me engañaste, me hiciste creer algo y después lo destruiste.
No tenía sentido lo que decía, era irracional, los sentimientos siempre lo han sido. ¿Todo lo que hizo simplemente porque Albus decidió pedirme que saliera con él antes que James se decidiera a hacerlo? Estaba segura de que trataba de engañarme y aun si era arriesgado decidí utilizar la legeremancia...
—No podía verte en el castillo y en el club de duelo sin saber que eras la pareja de mi hermano. —Mientras lo decía pude comprobar que no mentía—. No era justo, pero si descubría que eras malvada como para usar maldiciones imperdonables, tal vez —Lágrimas corrían por sus mejillas mientras lo decía—, tal vez...
—Tal vez ¿qué?
—No lo sé...
Su reacción a algo tan simple era exagerada e inmadura, lo que se podía esperar de alguien de nuestra edad. Era claro que las bromas que había hecho sobre que me quisiera solo para él no estaban tan lejos de la realidad. Y con mi legeremancia me dí cuenta de algo más. Sus sentimientos eran tan similares a los de Albus, aunque muy profundamente había duda, sospechas y desconfianza, pero no eran los más fuertes. Él me adoraba, cada movimiento en los duelos, hasta el más mínimo detalle estaba grabado en sus memorias. La manera en que sonreía, los diferentes tonos de mi voz y mis gestos, podía ver todos y cada uno de ellos con una gran claridad. Y entonces me ví a mí misma en aquella ocasión en el lago. Sus pensamientos eran tan claros, estaba abierto a mí que supe que en aquella ocasión tenía serias sospechas y pistas sobre mí, habría encontrado algo, sino es porque en ese momento me vio desnuda. Y sentí correr electricidad por mi cuerpo. El deseo era intoxicante. Se quedó quieto varios segundos, solo fue un pequeño error y fue allí cuando lo descubrí. Dejé de usar mi habilidad antes de hundirme más en su mente. Quería más y más de sus sentimientos por mí, por eso era muy arriesgado
Por eso decidí no reclamarle, en cambio lo abracé, eso debió sorprenderlo, no tardó mucho en corresponder y apretarme con fuerza, como si no quisiera dejarme ir.
Desde esa noche me fue menos complicado arreglar mi relación con él, tras mucho esfuerzo logré que la última persona que no confiaba en mí lo hiciera. Aun así, la tensión debido a mi relación con Albus siguió y él siempre nos evitaba, le dolía que no fuera él quien estaba en el lugar de su hermano. Albus se alegró de que la relación entre James y yo mejoró, con ello el distanciamiento entre los hermanos también se acortó (al menos por un tiempo).
Los sentimientos de James no cambiaron en su último año. Así que durante una de sus últimas semanas en Hogwarts fui al lugar en el que logré que él dejara de considerarme como una villana.
—Sirius.
—Cecilia
—Al fin te graduarás, ¿ya sabes lo qué quieres hacer?
—Aun no me decido entre volverme un auror o ser un rompe-maldiciones. Me gustaría viajar a otros países, así como conocer las construcciones y la magia de magos ancestrales.
—A Harry seguro le gustaría que te convirtieses en auror. —Era extraño que a quien le robé su varita 6 años antes de ese encuentro fuese el famoso niño-que-sobrevivió. Aunque él no lo sabía, le debía mucho.
—Mi padre estaría bien con cualquier carrera mientras no me convierta en un mago tenebroso. —Se rio, a la luz de la luna lucía muy lindo, sus ojos no eran tan bellos como los de su hermano, aun así, eran bonitos. Hicimos contacto visual, no era la primera vez que nos encontrábamos en aquel lugar, esa vez fue diferente.
—Sería irónico que te volvieras uno cuando estuviste casi dos años tratando de probar que yo lo era.
—¡Ey! No es justo, te he ofrecido disculpas por lo que hice.
—Sabes, las aceptaré, pero quiero algo.
—Estoy dispuesto a pagar, por favor no seas tan terrible.
Me acerqué a él, sé que no se esperaba que lo besara. Yo, la novia de su hermano y que parecía que amaba a Albus hice aquello. Él se separó, era lo que quería, seguro desde su punto de vista estaba mal, pero, ¿qué hay de malo en ser un poco egoísta?
—Ey, te dije que aceptaría tus disculpas, pero que debías darme algo.
—No es momento para bromas.
—Es en serio...
—Tengo que irme. —Estaba a punto de retirarse, no iba a dejar que nuestro último encuentro terminara así.
—¡Espera! —Le lancé mi exótico sombrero de bruja de colores, este se iluminó y cegó a James por un segundo. Lo abracé, como aquella noche un año antes—. Ambos lo queremos ¿no?
—No, no puedes quererlo. Albus...
—Olvídalo, él no está aquí, solo tú y yo.
—No está bien, mi hermano te ama —enfatizó mucho en la palabra "hermano".
—¿Tú también no? Yo también te amo.
—Debes estar bromeando. Vámonos y olvidemos esto...
—No, podría ser la última vez que estemos juntos, desperdiciamos tiempo cuando trataste de demostrar que era malvada, no quiero que nuestro último encuentro sea así.
—Lo que dices está mal y no tiene sentido.
—Los sentimientos no deben tenerlo. —Pocas veces me dejaba llevar por ellos, sabía que era mi última oportunidad para hacer algo muy irracional, solo una cosa y era esa por la que me decidí. Lo besé, él trataba de resistirse, su reticencia era molesta, me daban ganas de utilizar un imperius sobre él. No sería tan difícil, no con todos los sentimientos reprimidos que tenía hacía mí. ¿Por qué se resistía tanto a lo que él deseaba y quería? ¿Por qué no me aceptaba?
—Albus... él...
—Olvídalo hasta que terminemos, no tiene que enterarse, será nuestro secreto. —Se habrían evitado muchos problemas si Albus no hubiese decidido declararse cuando sabía que tenía sentimientos por su hermano. Él tiene parte de la culpa y solo son sus consecuencias, después de enterarse del beso, de inmediato decidió adelantar su plan con el temor de que James se declarara primero. Es su culpa que yo tenga que hacer eso, no debió ponerme en esta posición en que serle infiel con su hermano era muy probable, pero siempre fue todo un Slytherin, sabía que a él también lo quería.
—Cecilia, no. No está bien. —Conforme lo besaba y acariciaba se resistía menos. Su mente debía ser un revoltijo de emociones y conflictos. Moví mi sombrero y lo convertí en una manta, me quité la túnica, estaba en ropa interior, el frío no me importaba en ese momento.
—Eres malvada, Ryddle.
—Tú eres demasiado bueno... —Él dudaba, así que lo acerqué con magia y llevé su mano a uno de mis pechos, luego lo besé en el cuello.
A pesar de su duda al final se dejó llevar, esa fue mi primera vez, no estoy tan segura si fue la suya, en teoría, éramos muy jóvenes, 17 y 18 años. Nunca la olvidaré y estoy segura de que él tampoco, en mi memoria es claro no solo el dolor, sino también el placer y felicidad que sentimos ambos a pesar de lo que cometimos. Pasarían muchos años hasta que volviera a ver a James, él debió sentirse demasiado culpable por ello que tardó mucho en volver a hablar con su hermano.
Atesoro esa memoria y disfruto mi vida con Albus. Los mejores con las pociones y grandes alquimistas de nuestra generación.
No obstante, hay tres cosas que he mantenido ocultas, si James se hubiese enterado de que aquella noche (mientras nos entregábamos con gran pasión y deseo) rompí mi varita con el núcleo de ave del trueno sabría que tuve que repararla. Se habría dado cuenta de que siempre tuvo razón sobre mí. Solo hay una varita capaz de hacer una hazaña como esa y soy su portadora desde aquella vez que quité la varita a un mago de ojos verdes, el padre de los hombres que amo. Fue difícil hallar la legendaria varita de sauco, pero las serpientes me ayudaron, se hallaba enterrada en la tumba de un mago igual de legendario. Esos animales pueden ser muy inteligentes, también me apoyaron en la búsqueda de la mítica piedra de la resurrección, perdida en el bosque prohibido.
Solo me falta una reliquia. Si la leyenda que escuché es real, ser la portadora de los 3 objetos y convertirse en la señora de la muerte no es algo que solo implica aceptar la muerte. Espero que sea así, por lo menos que sirva de algo mi primer vástago. Estoy segura de que James no tendrá más hijos, alguien como él difícilmente olvidaría a su gran amor. Sé que cumplirá con la tradición de heredar la capa de invisibilidad a su primogénito. Sé que sabe lo de nuestro hijo. Su culpa y remordimiento no serán suficientes para alejarse del todo. Debo esperar.
Lo que me lleva a lo segundo, aun muchos años después y tres hijos, Albus sigue creyendo que nuestro primogénito es suyo, nunca se cuestionó las fechas, es casi imposible de saber con solo una o dos semanas de diferencia. Solo James y yo sabemos la verdad, no fue sencillo cursar el último año con un mago creciendo dentro de mí, incluso después del parto, criar a un bebé mientras se estudia no es sencillo. A veces me arrepiento de esa tontería de haberme dejado llevar por los sentimientos y ni siquiera protegerme de algo tan obvio. La única vez que decidí darme un pase para realizar una estupidez y terminó así.
Respecto a lo último, no me arrepiento de lo que hice con la varita de sauco: los Selwyn eran dos personas desagradables que no merecían lo que tenían; tampoco podía mantener al hipogrifo con vida, la criatura sabía lo que le hice a Rose y era agresiva conmigo; respecto al cruciatus, una chica tan arrogante, pedante y creída solo por ser hija de la ministra de magia merecía una lección, no debió creerse con el derecho de meter sus narices donde no la llaman.