Tiempo

Harry Potter - J. K. Rowling
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G
Tiempo
Summary
Todo había salido mal. Voldemort había ganado y lo único que podían hacer los sobrevivientes era escapar de una muerte segura. Sólo tenían una oportunidad de arreglar el pasado y era un viaje en el tiempo sin retorno, la única opción para que Hermione Granger recuperara todo lo que habían perdido... el problema fue que nunca pensó en la posibilidad de toparse con un par de ojos de un color esmeralda, grandes, intensos, hermosos...
Note
Buenos días, buenas tardes.Esta es una historia extraña, una especie de What If que se me ocurrió hace un tiempo después de leer muchos, muchos, muchos fics... Y bueno, nació el chocapic.Espero que les guste, y si no. Coméntenme porque O.OCheers!
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Tower

—Torre, avanza tres espacios.

—Caballo, adelante.

—Torre toma alfil.

—… Caballo, adelante.

—Reina toma caballo.

—¡Reina toma reina!

—Torre avanza, Jaque.

—¡¿Qué?! ¡Pero…!

—James, ya es el cuarto jaque que te hace.

—¡Aún hay esperanzas!... em… Reina toma a Torre.

—Alfil avanza, Jaque Mate.

—¡Noooooo! ¡Otra! ¡Quiero otra partida!

James estaba de pie moviendo rápidamente las piezas de ajedrez mágico de nuevo mientras Arthur Weasley lo observaba con una sonrisa de autosuficiencia. Estaban en la Madriguera junto a Lily, Hermione, Molly Weasley y sus hijos.

Fred y George jugaban con Charlie y Lily con unas figuritas de dragones que flotaban unos centímetros del suelo, movían sus alas y lanzaban un hilo de fuego y Percy dibujaba en el suelo cerca de ellos junto a Hermione. Bill leía tranquilamente sentado en el marco de una ventana. Habían ido de visitas para ayudar a los dos padres y darles un poco de descanso, y las dos horas que llevaban ahí, James ya había perdido seis veces contra Arthur.

—Amor, ya deja de molestarlo —le pidió Lily a su marido frunciendo el ceño, con una figurita de un dragón de dos cabezas fucsia en la mano.

—Tranquila, Lily. No tengo problemas para ganar otra vez —dijo Arthur, hinchando el pecho.

Hermione los miró con una sonrisa, recordando como Harry y a Ron competían durante horas, y siempre salía victorioso el pelirrojo. El dicho de tal palo, tal astilla era real.

—Tía Emma, use el azul aquí —le ordenó Percy pasándole un lápiz para que siguiera pintando.

—¡Hola, Familia!

Todos se dieron vuelta y vieron otras dos cabezas rojas como el fuego entrando a la Madriguera. Fabian y Gideon sonreían de forma picarona, llevando dos bolsas cada uno. Todos los niños Weasley corrieron felices a abrazar a sus tíos.

—¿Qué hacen ustedes aquí? —les preguntó Molly de forma brusca. Había estado tejiendo tranquila, disfrutando del silencio que se había destruido con la llegada de los dos pelirrojos.

—También nos da gusto verte, querida hermana —se burló Gideon tomando a Percy en los brazos y estrechando la mano de Charlie. Eras iguales a Molly, con la misma cara redondita y sus ojos marrones brillantes, las dos únicas diferencias eran la barba y su espalda cuadrada.

—Venimos a visitarlos –dijo Fabian, con Fred y George en sus hombros—. Además, traemos algunas noticias.

Todos en el living los miraron con curiosidad.

Después de una media hora de intentar ordenar la mesa para cenar y dejar a los niños comiendo en una mesa más apartada de los adultos, por fin pudieron sentarse tranquilos y escuchar las noticias que los hermanos Prewett tenían. Los dos, después del asalto al Palacio de Buckingham, fueron asignados a otra misión cerca del área de los gigantes, obteniendo información importante. Al parecer se estaban acercando a un pueblo cercano a las montañas hacia el sur de Inglaterra, comandados por un grupo de guerreros mágicos, una antigua raza de hombres pequeños que usaban armas en vez de varitas.

—Pensaba que no había nada más aterrador que ver a un dragón, hasta que me encontré a unos metros de un gigante —comentó Fabian echándose un gran pedazo de tarta de manzana a la boca—. Los gigantes pasaron al número uno de criaturas peligrosas.

—Los dragón siguen estando en mi puesto número uno —dijo James, muy serio.

—Si hablamos de criaturas peligrosas, por sobre todos están los Dementores —replicó el señor Weasley en tono sombrío—. Por lo menos en contra de un gigante o un dragón estas con tus cinco sentidos alertas.

—De acuerdo con mi cuñado —Gideo levantó su vaso con agua ardiente—. Azkaban, horrible lugar.

—Se han visto Dementores rondando lejos de Azkaban —James miró a los dos gemelos—. ¿Saben algo de eso?

—Se han visto en pequeños pueblos lejos de Londres —contestó Gideon con sonrisa astuta, acercándose más a la mesa—. Lugares sombríos y olvidados por la humanidad. Se dice que han vuelto a las tierras del Innombrable.

—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Molly ensanchando sus ojos, asustada.

—Que hay más Dementores cerca de los lugares en los que el Innombrable ha estado. Su antigua casa por ejemplo. Eso es porque, obviamente, prefieren hacerle caso a él que al Ministerio…

Hermione levantó las cejas, sintiéndose emocionada y asustada al mismo tiempo. ¿Acaso iba a decir lo que ella creía que iba a decir?

—¿Crees que Voldemort volvió a su casita de campo? —preguntó James en tono aburrido.

—Han habido rumores —continuó Gideon después de estremecerse por escuchar ese nombre—, que se han visto Dementores en Little Hangleton, Glastonbury y el condado de Wiltshire.

—Es más, se sabe que los descendientes de Slytherin vivieron en Little Hangleton —agregó Fabian apoyando a su hermano—. Piénsenlo: El Innombrable era de Slytherin… Los descendientes de Slytherin… ¿Ven la conexión?

—¿Y esa era la noticia que tenían? ¿Dementores en la casa de los descendientes de Slytherin? —Molly se levantó. Tenía el ceño fruncido y bufó, molesta—. Hace mucho que esos seres están dando vueltas por Inglaterra, y que vengan ustedes a recordarlo no es agradable. Es imposible confirmar que el Innombrable sea descendiente de Slytherin.

—¡¿Cómo no lo va a ser?! ¿Has visto su nariz? ¡Ya cai ni tiene, es como una cosa rara parecida a una serpiente…

—Quizás sea algo importante, Molly —dijo James siguiéndola con la mirada.

—Es sólo meter miedo. Y saben que el Innombrable trabaja mediante el miedo —alegó la mujer recogiendo unos platos vacíos—. Preocupémonos de lo que ocurre aquí cerca, que sea certero, y preocupémonos de nosotros y de seguir vivos.

—Molly, deja. Yo puedo —se apresuró a decir Arthur al verla recolectar platos y platos. Al parecer la mujer no se había dado cuenta que era mucho peso para ella.

Gideon siguió hablando de los Dementores y su relación con Slytherin con James y su hermano sin darle importancia a lo que Molly había dicho. Pero Hermione fue más allá y su cabeza comenzó a funcionar a mil por segundo.

Voldemort sí era el descendiente directo de Slytherin, y eso significaba que su familia era de Little Hangleton, según lo que los gemelos Prewett habían dicho. Esa información nunca la había obtenido de Harry porque nunca lo tomó como algo relevante. Pero ahora era su conexión con el anillo que Voldemort había transformado en Horrocruxe.

—¿Me acompañas al baño?

Hermione salió de sus pensamientos instantáneamente al escuchar la voz de Lily a su lado, de pie mirándola con las cejas bien arriba. La castaña se levantó enseguida, asintiendo.

—Amor, voy y vuelvo —le dijo la pelirroja dándole un pequeño beso a su marido, quién sonrió pero no despegó la mirada de los hermanos Prewett.

Salieron del comedor y rápidamente caminaron hacia el baño. Guardaron silencio hasta estar lo más alejadas del comedor. Lily arrastró a Hermione hacia una ventana en un rincón, y habló en voz baja.

—Entonces, hay que ir a Little Hangleton.

—Exacto. El cómo iremos es la pregunta —murmuró Hermione parpadeando varias veces y mirando hacia la ventana—. La casa de los Slytherin debería estar cerca del pueblo. Será peligroso, ese anillo tiene una maldición muy poderosa.

—¿Anillo? Pensé que iríamos a investigar si había un Horrocruxe.

—Ese es el Horrocrux… Como el relicario —contestó Hermione mirando a Lily con una sonrisa nerviosa. Había hablado de más—. Tendrá una medición encima. Quizás la casa completa tiene una maldición.

—¿Vas a contarme algún día cómo es que sabes todo esto? —Lily se cruzó de brazos, poniendo un tono levemente enojado.

—Te dije que estuve meses investigando… Es irrelevante ahora. Si tenemos esta pista, debemos ir lo antes posible para destruir esa cosa.

—Está bien, dejaré de preguntar —murmuró Lily y suspiró—. ¿Alguna excusa para ausentarse dos días? Al menos que quieras compartir la información con todos los de la orden.

—Es peligroso. Mientras menos gente lo sepa, mejor.

—Aún crees que la información pueda filtrarse —Lily levantó una ceja—. Pensé que confiabas en nosotros.

—Confió en tí —Hermione sonrió con simpatía—. Es suficiente para mi y esta misión.

Lily parpadeó varias veces y se dio vuelta, estirando su cuello.

—Pensaré en algo.

Al día siguiente Hermione se levantó muy temprano. Había tenido una pesadilla sobre la mansión Malfoy, en donde salía el basilisco del candelabro gigante con el cuerpo de Regulus en su boca. Las pesadillas habían disminuido las últimas semanas, pero quizás los nervios por su viaje a Little Hangleton jugaron con su cabeza.

Se quedó sentada frente al fuego de la chimenea en el living, pensando en muchas cosas, no sólo en Voldemort. Más bien, gracias al color del fuego comenzó a pensar en Lily Potter. Su cabello aparecía con cada movimiento de las llamas. Su estómago se revolvió, aludiendo a un grupo de mariposas que se multiplicaban al pasar los días. No era algo que le gustara.

—¿Todo bien?

El corazón de Hermione se detuvo por completo un segundo por el susto y se puso de pie por inercia, levantando su mano hacia James, que la observaba desde la cocina.

—Estoy desarmado —dijo levantando las manos con una sonrisa divertida.

—No me asustes así —alegó Hermione bajando la mano y llevándosela al pecho—. ¿Por qué estas de pie tan temprano?

—Lily se mueve mucho. Creo que es porque su barriga pesa más y más y está incómoda —contestó sin disimular cansancio y un poco de molestia—. Es verdad eso que dicen que al ser padres, ninguno de los dos vuelve a dormir. Toma.

—Ánimo —murmuró Hermione recibiendo una taza de té.

—Gracias. Igual debía levantarme temprano. Iré a visitar a mis padres —comentó el chico sentándose en la mesa—. Lily me dijo que no he ido hace semanas y es verdad. Están enfermos y de vez en cuando debo ir a ver si necesitan algo. Nunca me piden que vaya. Son demasiado orgullosos.

—Ah… entiendo. Entonces es de familia —pensó la castaña recordando la manía de Harry de siempre querer hacer todo solo.

—Sí, así que estaré fuera unos días. Prefiero viajar solo porque es peligroso para el bebé. La viruela de dragón es cosa seria. Te la encargo, por favor. Y que no se ponga a hacer aseo a las ocho de la noche.

—Cuenta conmigo —Hermione asintió con una sonrisa nerviosa.

Y así fue como Hermione y Lily tenían todo listo para su viaje después de que James desapareciera hacia la casa de sus padres, a eso del mediodía. El cielo estaba despejado, anunciando una noche muy fría.

—¿Ya averiguaste en donde queda el lugar? —preguntó Lily observando la fría calle desde la ventana de su casa.

—Algo logré averiguar —respondió la castaña mostrándole un pequeño libro. Una guía turística de Gran Bretaña—. Durante el día fui a la biblioteca de Londres, y averigüé dónde queda Little Hangleton. Tienen un cementerio más grande que el mismo pueblo.

—Que bonito lugar —comentó Lily al ver las fotos, e hizo una mueca—. Perfecto para no ir nunca.

—¿Estás lista?

—Llevo el colmillo de basilisco en mi bolsito —dijo la pelirroja apuntando un pequeño bolso que tenía amarrado en su cinturón—. Así que estoy lista para derrotar, digamos, una parte de Voldemort.
Hermione asintió, y tomando su mano desaparecieron.

Un aire completamente diferente golpeó sus rostros. Hacía frío y se sentía muy denso con una neblina amarillenta. Estaba oscuro, como si el sol se hubiera puesto hace mucho tiempo, o nunca hubiera salido. Las chicas se quedaron de pie en la mitad del camino a la entrada de Little Hangleton. Se veían las luces de las casas entre la niebla, pero no se escuchaba nada más que el viento golpeando las hojas.

—¿Crees que la casa de los padres de Voldemort sea una de esas casas? —preguntó Lily mirando la entrada de la villa.

—No lo creo. Los Slytherin despreciaban a los muggles —dijo Hermione con el ceño fruncido. El viento se deslizó entre ellas, pero la chica lo sintió pesado—. Vamos, veamos un lugar dónde podamos encontrar información.

Caminaron por la villa, sintiendo olor a tierra mojada y pan quemado. Había casas con las luces prendidas, pero otras se veían vacías y con las ventanas tapizadas. A lo lejos escucharon unas risas, y vieron a un hombre salir escandalosamente de un lugar. Se tambaleó un momento, se dio vuelta, miró a las chicas y gritando salud, siguió caminando mientras tarareaba una canción muy antigua.

Las dos chicas se miraron y supieron en donde podrían encontrar información de forma fácil.

—Podría tomarme un licor de fuego en este instante —comentó Lily parándose frente a la taberna.

—No, no puedes —Hermione leyó el nombre de la taberna—. “EL Ahorcado”.

—Se siente la felicidad en el aire —murmuró la pelirroja con una sonrisa sarcástica y entraron.

Era un lugar pequeño, con un fuerte olor a cerveza y hierba. Había unas cuantas mesas en el salón, todas negras y probablemente no muy limpias. Dos personas estaban sentadas en una mesa sin hablar tomando de una jarra gigante de cerveza rubia, y una persona sentada en la barra con un enorme abrigo gris. Al entrar, sólo el aparente dueño del lugar que estaba al otro lado de la barra limpiando un vaso las miró, y frunció el ceño.

—No está permitido entrar si no van a tomar —bramó apuntando a Lily.

—Yo tomaré —se apresuró a decir Hermione levantando la mano un poco nerviosa.

—Mmmm… Pero no vendemos jugos para ella.

—Agua refinada de su delicada llave está bien para mí —dijo Lily indignada, y agarrando la mano de Hermione la arrastró hasta la mesa más alejada del lugar, aunque la taberna no era muy grande.

—Tratemos de no meternos en problemas —murmuró Hermione mirando de reojo al tabernero—. Se supone que estamos buscando información. Nada más.

—Si la gente es grosera conmigo, yo soy delicadamente grosera con ellos —replicó Lily cruzándose de brazos.

—No le hagas caso —Las dos chicas se dieron vuelta al escuchar a uno de los hombres sentado a dos mesas de ellas. Tenía una voz rasposa, producto del cigarro. Se apoyó en la mesa y les mostró una amarillenta sonrisa—. Es un hombre amargado.

—Lo notamos —murmuró Lily no muy convencida de querer seguir una conversación con ese hombre. Su aliento era asqueroso.

—¿Y a que han venido dos niñas tan bonitas a un lugar tan horrible como este? —les preguntó antes de carraspear.

—Estamos haciendo un programa de radio sobre lugares embrujados —contestó Hermione rápidamente, viendo como el rostro de Lily se indignaba cada vez más.

—Ah, entonces vinieron al lugar perfecto —El hombre se echó hacia atrás con su jarro de cerveza. Se ensució un poco su chaqueta, ya sucia—. Todo este pueblo está hechizado.

—No deberían meterse aquí —dijo el tabernero al lado de las chicas, y dejó un gran jarrón de cerveza frente a Hermione y un vaso de agua de dudosa procedencia frente a Lily—. No le han pasado cosas buenas a esta villa desde que murieron los Ryddle.

—Ryddle —murmuraron las dos chicas al mismo tiempo, con aire de complicidad.

—Esos fanfarrones. Merecían morir —dijo el hombre en voz muy alta—. Todos estábamos hartos de ellos.

—¿Y cómo murieron? —preguntó Lily sin atreverse ni a tocar el vaso con agua.

—Nadie lo sabe —contestó el hombre arrugando su larga nariz—. Sólo aparecieron muertos los tres. Tom Ryddle y sus padres. No fue mucha la pena ya que no era una buena familia. Ni siquiera nos preocupamos de enterrarlos. Sólo Frank se dio ese trabajo.

—¿Frank?

—El jardinero. Fue él quién los mató, aunque siempre lo niega. Quizás por culpa se preocupó de enterrarlos y ahora cuida su mansión.

—Yo no creo que haya sido él —declaró otro hombre sentado frente al de dientes amarillos. Su voz era profunda y sus ojos azules brillaban entre su graso cabello al levantar la cabeza—. Todo lleva a que fue ese raro de las afueras, creo que se llamaba Gaunt. Ese casi mató a mi madre, y aun no sabemos como pero le creó un trauma psicológico severo. Tengo que ir a visitarla dos veces por semana.

—Estaban locos, sí. Pero no creo que lo haya matado. Su hija se casó con los Ryddle, ¿no? —mencionó el hombre de los dientes amarillos.

—¡Con mayor razón! —exclamó el hombre de ojos azules levantándose. Un dejo de locura se apoderó de él unos segundos—. Esa familia era salvaje y peligrosa. ¡Ellos trajeron la brujería a este pueblo!

—¿Era? —preguntó Hermione con los ojos bien abiertos. Su corazón latía y tenía los nervios de punta.

—Mi hermano vio como uno de ellos enterraba a alguien. Quizás al padre —el hombre de ojos azules volvió a echarse en el asiento—. Ese hombre, al poco tiempo desapareció. Su casa está vacía y nadie tiene ganas de acercarse. Es una casa sucia y siniestra a las afueras de esta villa, entre los árboles.

—Si es que se le puede llamar casa— se burló el hombre de dientes amarillos—. Si yo fuera ustedes, iría a la mansión de los Ryddle. Esa sí que está embrujada.

—Podría ser… —murmuró Lily mirando a Hermione, quién se había llevado una mano a la barbilla. Las dos sabían hacia donde tenían que ir—. Ha sido un honor escuchar sus historias, pero ahora debemos ir si no se nos hará muy tarde.

—Quédense aquí. Hay unas habitaciones vacías. Siempre hay habitaciones vacías —indicó el hombre de dientes amarillos con una sonrisa siniestra.

—Em… No creo que pasemos la noche… —dijo Hermione inquieta por esa mirada—. Pero muchas gracias.

—En esta taberna no se desperdicia absolutamente nada de alcohol —bramó el tabernero mirando con odio a Hermione mientras se paraba justo al lado de ella. Medía casi dos metros y sus brazos gigantes al descubierto podían atemorizar hasta al más valiente.

La forma en que lo dijo fue tal que la chica acercó rápidamente su jarrón y comenzó a tomar. Desgraciadamente, Hermione nunca había sido muy buena bebiendo alcohol, y menos alcohol muggle. La mueca que hizo al tomar un trago hizo sonreir a Lily y matar de la risa al hombre de dientes amarillos.

—Jajajaja, vamos niña. Si no puedes tomártelo todo, dámelo. Yo te haré el favor.

—Gra-gracias —dijo la chica conteniendo un hipo. Esa cerveza era bastante agria—. Todo tuyo.

—¡No vas a beber gratis de nuevo, Murray! —gritó el tabernero poniendose entre Hermione y el hombre de dientes amarillos—. Si no quieres que los saque a patadas a todos, ni se te ocurra acercarte a esa jarra.

—¡¿Es en serio?! ¡Pero si vamos a pagar igual! —exclamó con horror la castaña.

—¿Acaso no te gustó mi cerveza?

El hombre se acercó a Hermione hablando con un tono lúgubre que le puso la piel de gallina, y al flexionar sus músculos, la chica tembló.

—Está rica. Muchas gracias —habló con un hilo de voz.

El hombre asintió, se enderezó y volvió a su lugar. Hermione hizo otra mueca y observó el contenido de su jarra. Olía horrible.

—Vamos Emma, es sólo cerveza —se burló Lily mirándola con una sonrisa aparentemente piadosa.

—Tú estás disfrutando esto, ¿verdad?

—Cada segundo. Piensa que es un pequeño relajo antes de trabajar.

—Lo pensaría así si esto fuera bueno.

Hermione le hizo una mueca y miró su jarra. Su lógica le decía que si daba tragos grandes, saldría de ese suplicio más rápido, así que dándose ánimo y sin respirar, tomó un trago gigante. Casi vomita.

—No eres buena bebiendo.

—Soy tan buena en eso como montando una escoba —murmuró conteniendo una arcada—. Prefiero un buen libro. Mis amigos se preocupaban de las emociones fuertes.

—Ah, entonces tú eras la cerebro del grupo.

—Ratón de biblioteca —aclaró con orgullo y tomó otro trago rápido. Sacudió la cabeza con fuerza y miró a Lily—. Podía pasar horas en la biblioteca. Me gustaba estudiar… No, me gusta estudiar, aunque también me gusta leer historias entretenidas. Gracias a eso pudimos sobrevivir a muchas cosas. Esos dos, ni siquiera ojearon una sola vez Historia de Hogwarts. ¡NI UNA!

—Baja la voz —pidió Lily divertida, tapando su boca—. O el tipo del aliento podrido nos va a escuchar.

Hermione levantó la mirada por sobre su hombro y vio a Murray, dos mesas lejos de ellas, levantando la oreja. Era un entrometido.

—Perdón.

—¿Qué más hacías con tus amigos? —preguntó Lily apoyando su cabeza en su mano. Parecía muy interesada en lo que Hermione podría decir.

—Que no hacíamos. Una vez fuimos a una fiesta de fantasmas. Fue una de las peores experiencias que he tenido. Otra vez llevamos a un dragón a la torre más alta de contrabando para que se lo llevaran a Rumania. Nos descubrieron por se nos cayó la capa invisible que llevábamos. Fuimos muy tontos esa vez.

—Guau. Esperaba algo así como: estuvimos en fiestas clandestinas o le hicimos un hechizo mocomurcielago a un compañero en un pasillo.

—Eso también, aunque esa era una amiga mía. Ginny… Ahora que lo pienso, ella se parece mucho a tí.

—Uh. Entonces era una chica muy bonita.

Lily ladeó la cabeza y ensanchó su sonrisa. Hermione tomó un sorbo extremadamente largo, y golpeó la mesa con el jarro sin querer. Sentía sus mejillas arder, y esperaba que fuera por el alcohol que se desplazó por su sangre a una velocidad alarmante.

—Bueno… sí.

Hermione siempre ha sido buena para dar cumplidos. Con Ginny lo hacía todo el tiempo y con sus compañeras de clase igual. Era algo natural en ella. Y por ese motivo no entendía porqué se sintió tan avergonzada al decir esas dos palabras en frente de Lily. Ni siquiera en un cumplido directo, solo había afirmado lo que la pelirroja había dicho. NADA MÁS.

Sintió fuertes ganas de vomitar, como si su estómago estuviera lleno de escorbutos de cola explosiva. Tuvo que cerrar los ojos con fuerza, sin atreverse a mirar la expresión de Lily. Respiro hondo y tomo el último concho de la cerveza. Maldecirá ese brebaje por el resto de sus días.

—Si necesitas echar afuera…

—No en frente del tabernero —murmuró Hermione abriendo sus ojos llorosos, mirando hacia el suelo—. Ya estoy lista. Larguémonos de aquí.

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