
The Island
Un rayo de luz acarició el rostro de Hermione Granger, despertandola de forma muy, pero muy agradable. Le costó entender en dónde estaba porque su cerebro aún estaba medio dormido. Pero el instinto que había adquirido después de meses huyendo la hizo incorporarse rápidamente, tomando su varita debajo de la almohada.
Miró hacia la puerta, luego por las paredes, la ventana y la mesita con el té que no había logrado probar la noche anterior, y suspiró. Ahora recordaba en donde estaba y con quién estaba, y su estómago dio un brinco. No había sido un sueño, todo había sido real.
Se levantó lentamente y miró por la ventana. El patio de la casa brillaba con la luz del sol, y las hojas de los árboles bailaban con el viento. El invierno ya estaba sobre ellos. Por la posición del sol probablemente había dormido toda la noche y más.
Revisó sus vendajes, tomando la decisión de salir de ahí. La pelirroja había sido muy amable, pero lo mejor era no involucrarla a ella o cualquiera de la orden. Especialmente ella, siendo la futura madre de uno de sus mejores amigos, el que se suponía iba derrotar a Voldemort.
Se dio vuelta y observó su ropa, y frunció el ceño. Lily tenía razón, ya no daba para más y lo mejor era quemarla. Tomó la que Lily le había pasado y la observó. La pelirroja tenía buen ojo para descifrar su talla. Sonrió pensando en Harry. Habría sido muy feliz viviendo con su madre.
Bueno, antes de irse, necesitaba un baño. Con urgencia.
Al ponerse la bata que Lily le había dejado, escuchó las voces de una mujer y de unos hombres. Hablaban acaloradamente, y entre palabra y palabra logró rescatar “Orden”, “Dumbledore”, “Elfo doméstico” y “misión”. Hermione levantó una ceja, sin comprender la relación entre esas palabras.
Se acercó a la puerta sin hacer ruido, lamentando no tener unas orejas extensibles y escuchó tratando de sacar más información. Pero ya no escuchaba nada, como si hubieran dejado de hablar. Hermione, extrañada, se acercó y apoyó su oído en la madera, justo antes de que la puerta se abriera y la dejara caer de bruces hacia adelante.
—¡Muy buenos días! —exclamó Lily con una gran sonrisa en su rostro, abriendo los brazos para atajar a Hermione—. Supongo que dormiste bien, ya que es pasado medio día.
Hermione la miró, y sonrió con vergüenza. Cada vez entendía más porque le decían a Harry que sus ojos eran idénticos a los de Lily. La castaña los observó unos segundos antes de enderezarse.
—La poción que hiciste fue… excelente —comentó sonrojándose de repente.
Por sobre el hombro de Lily vio dos figuras sentadas en el living, observándose. Hermione levantó una ceja y se sonrojó aún más al verse usando un pijama y una bata.
—En pociones soy la mejor ¿Querías usar el baño que estabas pegada a la puerta? —preguntó Lily cruzándose de brazos, pero sin borrar su sonrisa—. Supongo que tienes hambre también.
—Mmmmm… —El estómago de Hermione respondió por ella. Esta situación no podía ser más vergonzosa.
—¡Ja, ja, ja! Me queda claro. Te tendré el desayuno listo cuando salgas del baño —dijo con un tono burlesco. Tomó la ropa que le había dejado en la puerta y se la pasó—. Hay toallas al lado del lavamanos. Que te vaya bien.
Y empujándola hacia adentro, le cerró la puerta. Hermione se quedó de pie en la mitad del baño con la ropa que Lily le había pasado, aun sintiendo sus mejillas arder. Sacudió su cabeza y se acercó a la bañera. ¿Hace cuánto que no se daba una ducha decente? Sonrió, y pensó que había pocas cosas realmente placenteras en la vida, y una de ellas era bañarse con agua caliente.
Se tomó poco tiempo debajo del aguaí, porque Hermione es una chica muy educada y no quería abusar de la hospitalidad de Lily. Se secó el pelo con su varita y salió al pasillo casi renovada. Ni siquiera tenía dolores en su pecho y ya no necesitaba las vendas gracias a la curación que Lily le había dado la noche anterior.
Al llegar al living vio a Ojoloco Moody, Remus Lupin y Lily Potter aun hablando en tono bastante alto. Hermione parpadeó varias veces, aun sin acostumbrarse al ver a esos tres personajes frente a ella. La pelirroja se dio vuelta, y sonriendo se levantó.
—Ven, siéntate para que comas —la invitó feliz guiando a Hermione hacia la mesa—. Estamos terminando una reunión de último minuto.
—Aún faltan cosas que ver, Lily —dijo Moody. Al parecer, su ojo había delatado al grupo que Hermione estaba espiando en la habitación—. Y no creo que sea bueno que ella escuche.
—Dijo que quería unirse a la Orden.
—Tú dijiste que quería —la corrigió Lupin con media sonrisa.
Hermione se había sentado en un sillón singular mientras que los otros dos compartían el doble. Un sin fin de papeles estaban en la mesita de centro ocupándola por completo.
—Fue de mucha ayuda contra los motífagos.
—Podría estar bajo un maleficio —insistió Moody sin mirarla. ¿Por qué seguía hablando como si no estuviera allí?—. Sigo pensando que deberíamos darle un veritaserum.
Hermione tragó saliva.
—Ya somos expertos en saber quién está bajo algún maleficio o no —comentó Lily desde la cocina.
—Podría ser doble agente.
—Si lo hubiera sido, estaría muerta —sentenció Lily desde la cocina—. Tuvo un sin fin de posibilidades de lanzarme una maldición.
—Estás siendo muy imprudente, Lily Evans —le dijo Moody cruzándose de brazos.
—Potter, Señor Alastor. Soy Lily Potter —lo corrigió la pelirroja saliendo de la cocina con una taza de té y un pastel—. Ahora mueve un poco tus pergaminos. Mi invitada tiene que comer.
Moody masculló algo inteligible de muy mala gana, y lentamente comenzó a sacar uno a uno sus papeles, haciendo perder la paciencia a Lily. Ella dejó la taza de té sobre un pergamino sin cuidado, y con su varita tiro todos los restantes a un lado. Lupin rió por lo bajo al ver la cara de indignación de su compañero.
—Que disfrutes —le dijo con tono risueño, sentándose al borde del sillón en donde Hermione estaba sentada.
—Bien. Entonces —dijo Lupin sacando un pergamino de la montaña de papel que quedó como si nada hubiera pasado—. Los hombres-lobo comenzaron a moverse hacia el este. Sirius dijo en su carta que habían logrado evitar un ataque a un pueblo cerca del mar, pero que fue muy difícil. Se están multiplicando.
—Es cosa de tiempo para que lleguen a Londres —agregó Moody tratando de ordenar el desastre. Su ojo aún no dejaba de mirar a Hermione—. Desde Grindelwald que no habían actuado tanto.
—La mayoría se aprovecha del caos para encontrar carne fresca —Luín frunció el ceño—. El problema es que ahora Voldemort se las da…
Hermione, mientras comía y sentía una felicidad que hace mucho tiempo no sentía, observó los pergaminos. Había muchos nombres de magos, brujas, y pueblos de Gran Bretaña. Debajo de su taza había una lista de mortífagos con varias fotografías. Repasó rápidamente los papeles antes que Moody los sacara todos de la mesa, hasta que las mismas palabras que había escuchado aparecieron frente a ella. Las leyó: Elfo doméstico, misión. Había una fotografía de una playa, que le pareció extrañamente familiar.
De repente, una luz en su cabeza se prendió, y volviendo a la lista de mortífagos, volvió a leer y cayó en un nombre en especial: Regulus Arcturus Black.
—Disculpen —dijo sin pensar que estaba interrumpiendo una conversación, y apuntó al pergamino—. ¿Qué pasó con ese elfo doméstico?
Los tres se dieron vuelta a mirar a la chica, la cual se sonrojó
—Ya hablamos de ese tema —gruñó Moody mirándola fijamente.
—Ah… Es que siempre he tenido aprecio por los elfos domésticos. Siento que son abusados por los magos y pierden todo derecho a ser quienes quieren o pueden ser.
—A los elfos domésticos les gusta y viven para servir a los magos. Es muy difícil encontrar a uno que prefiere ser libre —comentó Lupin, también mirándola con curiosidad.
—Quizás este sea el caso —Lily se levantó y agarró el pergamino que había señalado Hermione para volver a sentarse a su lado—. Se le vio cerca de esa playa con Voldemort hace un día. Usualmente él deambula en lugares donde hay pocos muggles. Los aurores que lo vieron intentaron atacar, pero ya había desaparecido. Hicieron un escaneo del lugar, pero no encontraron nada. La verdad, pienso que les dio miedo. No cualquiera tiene las agallas para enfrentarse a Voldemort sin un grupo grande de gente a sus espaldas.
El cerebro de Hermione estaba trabajando a mil por segundos mientras observaba la fotografía frente a ella. Eran demasiadas coincidencias, y según el año, probablemente sea el tiempo en que Voldemort llevó a Kreacher a la cueva cerca de esa playa para guardar su Horrocruxes. Y quizás, según lo que Kreacher le había contado a ella, Harry y Ron en Grimauld Place hace un año atrás (según el tiempo de la chica), probablemente Regulus Black estaba ya planeando vengarse de Voldemort y cambiar el relicario por lo que le había hecho a Kreacher.
Todo eso era tan probable como incierto, pero no podía darse el lujo de perder la oportunidad de encontrarse con Regulus antes que este cambiara el relicario por uno falso, y que Kreacher se lo llevara a la mansión. Dio un largo sorbo al exquisito té que le habían servido y casi limpió el plato donde estaba el pastelito.
—Discúlpenme, pero creo que aún estoy muy cansada —dijo Hermione y se levantó—. Me retiraré por un momento.
—Claro, claro —Lily también se levantó—. Te avisaré cuando esté listo el almuerzo.
Hermione salió del living y se dirigió a la habitación, notando como Lily golpeaba el hombro de Moody en señal de enojo. Pero no le importó. Su corazón latía a mil y sus manos temblaban de los nervios. Había veinte por ciento de posibilidades de encontrar a Regulus Black, un cincuenta por ciento de no encontrar nada, y un treinta de encontrar a Voldemort y morir antes de dar un grito.
Entró a la habitación y sacó su varita, y manteniendo la imagen que había visto complementandolo con la que Harry le había mostrado hace mucho tiempo, se concentró y apretó fuertemente su varita.
El aire marino golpeó el rostro de Hermione, llenando sus ojos de lágrimas gracias al frío. Podía ver la cueva desde donde estaba, de pie en la mitad de la playa. Solo debía aparecerse lo más cerca de la cueva, y nada. No sería fácil llegar allí sin magia.
Pero, la pregunta más importante era: ¿Había Regulus llegado ya?
Miró a su alrededor, y cerca de la playa divisó a un pescador guardando una red. Se mordió el labio y decidió que era mejor preguntar antes que actuar. O al menos eso quería hacerse creer.
—Disculpe —lo llamó al acercarse lo suficiente al hombre. La brisa marina le enredaba el cabello y deseó tener algo con que amarrarlo—. Ando buscando a alguien.
El hombre se dio vuelta y miró a la chica con su ojo. El otro lo tenía debajo de un parche. Hermione tragó saliva.
—Si no me dice a quien está buscando, no puedo ayudarla, señorita —murmuró el hombre, y siguió trabajando en su red.
—Em… claro —La verdad era que no sabía cómo era Regulus. Suponía que se parecía a Sirius, pero describir a un chico de veintitantos años con el cabello negro no era algo muy específico. Y había cero posibilidad de preguntarle si venía con un elfo doméstico —. Es un chico de cabello negro… Creo que anda dando una vuelta cerca de la cueva.
—Esa cueva está maldita. Le recomiendo que no se le acerque —dijo el pescador sin levantar la mirada.
—Por ese motivo estoy buscando a mi amigo.
—Si no es más específica no puedo ayudarla. Solo vi a un chico deambular por la playa hace unas horas. Venía con una especie de perro deforme.
Hermione se llevó sus manos al rostro. Debía ser Regulus junto a Kreacher. De 1 a 100 en posibilidades de encontrarlos el mismo día…
—Iré… iré a ver si es él —dijo Hermione contenido el pánico de pensar que Regulus ya estaba muerto y Kreacher escondiendo el relicario en Grimmauld Place—. Muchas gracias.
—Vuelvo a decirle que no se acerque a esa cueva. Corren rumores de que el que entra, no vuelve a salir —murmuró el pescador volviendo a mirarla con su ojo—. Este mundo está de cabeza por fuerzas extrañas. No juegue con su suerte acercándose aún más a lo desconocido.
Y agarrando la red ya enrollada, se alejó de Hermione hacia el otro lado. La chica lo observó por unos segundo, y haciendo caso omiso a lo que el hombre le había dicho, salió corriendo hacia la cueva.
—Vamos nuevamente, Harry —murmuró apretando con fuerza su varita A varios metros y cerciorándose de que nadie la estuviera viendo, desapareció.
Cayó justo en una poza de agua. Hermione salió rápidamente de ahí y miró a su alrededor. La magia oscura se derramaba por las paredes, poniendo los pelos de punta. Es difícil describir qué clase de olor o sentimiento dejaba ese lugar, pero no era nada agradable.
La chica tomó aire para darse ánimo y se dirigió a la pared. Recordó lo que Harry le había dicho, y se miró las manos.
—Esto definitivamente va a doler —Y golpeó con fuerza la pared.
Gracias a las rugosas rocas que formaban la pared, fue bastante fácil hacer sangrar la mano de Hermione, pagando su entrada.
—Elegancia, cero —se dijo con lágrimas en sus ojos por el dolor, afirmándose su mano con fuerza—. Pero qué más da.
La pared se movió, y un frío aún más intenso atacó a la chica. Su estómago se acongojó y sintió su pecho apretado, una sensación parecida a la que había sufrido el día de ayer. La imagen del candelabro cayendo sobre ella y un grito agudo golpearon su cabeza y tuvo que sacudir su cabeza para sacar esos terribles recuerdos. La magia oscura que había en el lugar era muy poderosa.
Un lago negro se abría frente a ella, rodeado de las paredes de la caverna igual de negras que hacían parecer como si fuera una boca de lobo infinita, y al centro, estaba la pequeña isla que contenía el Horrocruxe. Hermione ahogó un grito al ver a dos seres en la isla, uno más alto que el otro. Hermione los observó unos segundos tratando de escuchar lo que decían.
—Estoy impresionado. No pensé que llegaría tan pronto.
Hermione dio un respingo al escuchar esa voz. Era Regulus hablándole desde la isla, con voz notablemente temblorosa. Había tanto silencio que su voz se escuchaba como si estuviera solo un par de metros lejos. Miró el agua esperando que una horda de Inferis saltaran sobre ella, pero todo seguía igual de quieto que antes.
—Pero te advierto que sacaré este relicario aunque tengas que matarme, Voldemort.
—No soy Voldemort —contestó Hermione sacando toda la voz que el lugar le dejaba.
Más silencio.
Hermione esperó sin moverse, como si el moverse hiciera que Regulus desapareciera. El agua estaba tan estática que parecía un agujero negro, y eso la ponía muy nerviosa. La luz de la varita del mago se dirigió a ella.
—Y entonces, ¿Quién eres? ¿Cómo lograste llegar aquí? —Parecía confundido, pero el temblor en su voz se había ido.
—Vine a ayudarte a destruir el Horrocruxe.
—¿Y cómo sabes de su existencia? Nadie aparte del Señor Tenebroso, Kreacher y yo sabemos de esto.
—Larga historia.
—No me gustan las largas historias —La luz de la varita volvió al recipiente que estaba en la mitad de la isla, y volvieron a hablar en murmullo. Al parecer, Regulus ya no quería seguir hablando con ella.
Hermione se mordió el labio, inquieta. Debía llegar a esa isla antes que Regulus tomara la poción, pero cómo. Veía el bote en la orilla de la isla, haciendo imposible a Hermione usarla. Y no nadaría. Eso estaba fuera de las opciones.
—No puedes hacer eso solo —Hermione intentó otra táctica.
—Kreacher está conmigo.
—No es suficiente. Es a Lord Voldemort a quién estás retando.
—Y lo derrotaré sin tu ayuda.
Hermione estaba entrando en pánico. Camino de un lado a otro como un león enjaulado, apretando su mano para que no sangrara tanto. Sentía que si miraba mucho rato el agua, los Inferi saltarían sobre ella. En eso, escuchó un grito que hizo que casi le diera un paro cardiaco.
—¡Regulus!
Debía cruzar el lago pero ya. Dio una vuelta en el mismo lugar, completamente horrorizada sin tener idea de como.
—Vamos Hermione, se supone que eres inteligente. ¿Cómo no se te va a ocurrir nada? ¡Regulus!
—¡Déjame tranquilo! —Hermione estuvo segura que no le gritaba. La voz de Regulus se escuchó como si tratara de no vomitar, llena de desesperación. Debajo de ella, se escuchaba la voz de Kreacher, llena de temor.
—¡No es necesario que mueras aquí! ¡Déjame ayudarte!
—¡Aaaaaahhhh!
Ese grito había sido más desgarrador que el anterior. La poción estaba haciendo un efecto terrible en el chico. Hermione, desesperada, dio otro giro en el lugar pero pisó mal una piedra y resbaló. Dando un gritito cayó de espalda y se arrastró hasta el borde del lago. Con el corazón en la mano se quedó quieta, mirando hacia el lago. No había caído ninguna roca, y suspiró aliviada. Se incorporó extremadamente lento, y miró hacia la isla. Los gritos habían bajado la intensidad, pero no significaba que el chico estaba mejor.
—Vamos Regulus… ¡Regulus!
Pero no hubo respuesta. Sólo se escuchaban los sollozos de Kreacher. Una idea surgió en su cabeza.
—¡Kreacher! ¡Kreacher, por favor escúchame! ¡Si no ayudas a tú amo, él morirá y lo sabes!
Tampoco hubo respuesta. Debía quedar un poco de poción y era cosa de tiempo para que el chico se lanzara al agua. Hermione se mordió el labio, pero se quedó quieta. No se iba a dar por vencida. Tomó aire, y tratando de congeniar todas sus ideas, habló nuevamente.
—Sé que él es más que un amo para ti. Él te protege, te cuida, te muestra que los magos no son todos iguales. Él está aquí porque quiso vengarse de Voldemort por haberte lastimado… Por ese motivo, no debes dejar que muera. Si termina la poción, sabes muy bien que pasará, y ustedes dos solos no van a poder salir de aquí. ¡Kreacher, por favor! ¡Déjame ayudarte! ¡Déjame ayudarlos! ¡Sé que no me conocen pero soy la única opción para que Regulus sobreviva!
Silencio.
La chica esperó, y esperó, y esperó. Pero nada pasó. Hermione agachó la cabeza. Se sentía derrotada, ya no sabía qué más hacer. Apenas la poción se acabe, Regulus correrá al agua, los Inferi saldrán y se lo llevaran. Kreacher desaparecerá con el Horrocruxe y perderá toda posibilidad de conseguirlo porque sería imposible entrar a Grimauld Place con la señora Black ahí, viva. Y no hay que olvidar que los Inferi también la atacaran a ella. Una lágrima cayó por su mejilla.
Tenía el Horrocruxe frente a ella y no podía hacer nada… Había fallado demasiado temprano.
El agua comenzó a moverse. El corazón de Hermione saltó de horror, y la chica retrocedió. Miró por el lago esperando ver una cabeza gigante y deforme salir del agua, pero solo vio el bote dirigiéndose rápidamente hacia ella. Y Kreacher sobre él. Su corazón saltó de nuevo, pero de un profundo alivio.
Kreacher se quedó sobre el bote al llegar a la orilla, con lágrimas en sus grandes ojos y su rostro fundido en la desesperación. Agachó un poco la cabeza y levantó su pequeña mano.
—El amo… Necesita ayuda, y me prohibió que yo lo hiciera —murmuró con su voz característica—. Pero si la chica va, Kreacher no tendrá que desobedecer al amo…
Se sobresaltó cuando Hermione tomó su mano. Levantó la mirada y chocó con los esperanzados ojos de la chica.
—Démonos prisa.
Llegaron a la isla en minutos. Regulus estaba hecho un ovillo al lado de la fuente, abrazando el contenedor vacío para tomar la poción. La chica miró el interior de la fuente, y suspiró aliviada al ver que aún quedaba un poco. Se hincó frente al chico y lo miró. Sus ojos estaban cerrados, murmurando cosas sin sentido, o sin sentido para Hermione.
—Regulus —lo llamó la chica, tomando su mano—. Te ayudaré a que termines la poción, y nos iremos de aquí.
Tomó el contenedor de las manos temblorosas del chico y lo llevó a la fuente, lo llenó y se lo llevó de nuevo. Tuvo que tomar su cabeza para que bebiera el contenido. A la tercera vez que Hermione se acercó a él, el chico lo rechazó, empujando a la chica casi haciendo que tirara la poción.
—¡Aléjate de mí, nadie te pidió que me ayudaras! —escupió con furia.
—Lo sé, lo necesitas —dijo con tranquilidad, acercándose a él nuevamente—. Tienes que terminar esta poción para poder salir de aquí.
—No quiero que me ayudes… Nadie lo ha hecho y esta no será la excepción —masculló aún enojado, pero recibiendo el contenedor y tomando la poción. Cerró los ojos con fuerza para no vomitar, y siguió hablando—. Siempre he estado solo con Kreacher… Nadie más. Ni mi familia, ni mi hermano…
Hermione titubeó un momento antes de llenar por cuarta y última vez el contenedor. Regulus lloraba en silencio. Se acercó a él y le ofreció la poción.
—Mi hermano… siempre me miró en menos —dijo tomando el contenedor—. Nunca apreció lo que hacía, siempre me dejó sólo… Nunca me quiso…
Tomó el último trago, y después de poner una cara de dolor, sus ojos volvieron a la normalidad. Miró a Kreacher, el cual sonrió de forma deforme, pero verdadera. Regulus le devolvió una sonrisa cansada y miró a Hermione.
—Necesito agua —pidió con la voz rasposa.
—Te daremos agua cuando salgamos de aquí —dijo la chica, y se levantó—. Es peligroso quedarnos mucho más tiempo.
—Es sólo un trago de agua.
—Si te acercas al agua de este lago, un ejército de Inferis nos atacará —Hermione se acercó a la fuente. Miró dentro y vio el relicario. Todos los recuerdos que había vivido con ese relicario al estar con Ron y Harry volvieron a su cabeza. Con tristeza y repulsión, tomó el Horrocruxe y se lo puso como colgante, sin querer mirarlo mucho—. Y no aparecer agua aquí. Hay que salir.
—¿Por qué tú te lo quedas? —alegó Regulus mientras Kreacher lo ayudaba a levantarse—. Yo hice todo el trabajo. tengo derecho a llevarlo y destruirlo.
—Te lo devolveré con entusiasmo, pero cuando salgamos de aquí.
Regulus la miró con furia, pero no siguió peleando. Sacó de su bolsillo el relicario que iba a poner en vez del original y se lo pasó a la chica. Esta lo tomó y lo colocó donde debía ir. Instantáneamente, la fuente se llenó de la poción. El silencio reinó en el lugar nuevamente, calando los huesos de los tres seres en la mitad del lago.
Un escalofrío recorrió la espalda de Hermione al sentir una pequeña brisa venir de quizás donde. Miró a su alrededor, y vio con horror como el agua comenzaba a moverse. Es sólo el viento se dijo. Esperaba que sólo fuera el viento.
—El viento está moviendo mucho el agua —anunció Kreacher, también mirando el lago.
—Pero ¿por qué? —Hermione comenzó a temblar—. No hemos hecho nada diferente a lo que debíamos hacer.
—Quizás… Quizás el Señor Tenebroso tenía un as bajo la manga si su truco del agua no funcionaba —propuso Regulus con la misma cara de terror de Hermione—. Vámonos de aquí.
Hermione corrió hacia el bote mientras Kreacher ayudaba a Regulus a caminar. La chica levantó su varita para atraerlo, pero algo más ocurrió.
El viento se hizo más fuerte de un segundo a otro. Regulus cayó al suelo junto con Kreacher. Hermione se cubrió el rostro tambaleándose por la fuerza. Apenas logró mantener los ojos abiertos para ver como el agua se movía con fuerza, empujando el bote de un lado a otro, amenazando con darlo vuelta y hacerlo pedazos.
—¡El bote! ¡Hay que subirse al bote y salir de aquí!
—¡AGARRA ESO!
Hermione miró hacia donde Regulus apuntaba y vio como la fuente entera se iba al suelo y se arrastraba hacia el lago. Si las ondas creadas por el viento no despertaban a los Inferis, de seguro que eso sí lo iba a hacer.
La chica apuntó con su varita para detenerlo, pero nada pasó. En segundos tendrían al ejército de Inferis sobre ellos. Corrió como pudo hacia la fuente y se lanzó sobre ella tratando de detenerla, pero era demasiado pesada y Hermione solo logró sujetarla unos segundos hasta que se le resbaló de las sudadas manos, y cayó con un fuerte splash al agua.
—Ay, no…
Una mano huesuda y espeluznante se asomó justo donde la fuente había caído, dando paso a un cuerpo podrido y horrible. Y a ese lo siguió otro, y otro, y muchos más. Hermione gritó horrorizada y se arrastró lo más lejos que pudo. Nunca había visto un ser tan horrible y asqueroso, y eso que había visto muchas cosas en su corta vida. Más rápido de lo que uno podría imaginar, los Inferi fueron posando sus manos y cuerpos en la isla.
—STUPEFY! STUPEFY! EXPELLIARMUS! —Hermione gritaba sus embrujos desesperada, haciendo que estos fueran más fuertes, pero menos certeros—. ¡¡Hay que salir de aquí!! ¡¡Al bote!!
—¡Mueve tu culo hacia acá! —le gritó Regulus y siguió lanzando hechizos hacia los Inferis. Kreacher, a su lado, también lanzaba embrujos aunque al mismo tiempo, se preocupaba de que su amo no cayera al agua. Gracias a esto, el elfo no vio como un Inferi había subido a la isla y se echaba sobre él.
—¡¡KREACHER, ATRÁS!!
Regulus se puso entre él y el Inferi, y fue empujado por el peso del ente a un lado. Tropezó con una roca y cayó de lleno al agua.
—¡¡AMO!! —chilló el elfo, abriendo a más no poder sus ojos al ver a su amo siendo atacado por esos zombies.
—¡Llévate a la chica y el relicario! —le gritó antes que desapareciera entre una multitud de Inferis en las aguas del lago.
El elfo se quedó unos segundos ahí, sin dejar de ver el agua moverse justo donde su amo, su amigo, había desaparecido. Lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos, agachando sus orejas, sintiendo una tristeza infinita.
—Incendio!
El rostro del elfo se iluminó por el fuego que salió de la varita de Hermione y rodeó la isla, incendiando a todos los Inferis que habían logrado escalarla.
—¡Kreacher! ¡Ayúdame con el fuego! —chilló Hermione corriendo hacia él, también con los ojos llorosos por el miedo y blandiendo su varita en círculos—. ¡Mantenlo alrededor como una muralla! ¡Yo no puedo hacer esto por mucho tiempo!
—El amo ya no está… dijo que tenía que sacarla de aquí junto con el relicario —murmuró con mucha tristeza.
—¡Te dije que iba a ayudarlo! —chilló aún más agudo pero decidida. Botó aire y lo volvió a tomar de forma exagerada. Lo mejor era no pensar y actuar, porque lo que iba a hacer era una completa locura.
—. ¡¡Así que, por favor, mantén el fuego vivo!!
Y pegando un grito muy agudo por el miedo, le dio una patada a un Inferi que estaba justo frente a ella, saltó con torpeza y tapándose la nariz y cerrando los ojos, entró en el agua.
Los abrió apenas estuvo dentro y vio una montaña submarina de cuerpos justo debajo de la isla, la cual se movía de forma deforme. Sintió náuseas y fuertes ganas de vomitar, pero se aguantó y haciendo un hechizo casco-burbuja buscó a Regulus. No le fue tan difícil encontrarlo, ya que un grupo especialmente grande lo arrastraba hacia lo más profundo del lago. Apuntó y lanzó grandes bolas fuego. Se felicitó por haber pedido todos los detalles a Harry de su viaje con Dumbledore hacia ese mismo lugar.
Nadó lo más rápido que pudo, sin dejar de mandar bolas de fuego hacia los inferis que aprisionaban a Regulus, y a los que se acercaban a ella. El muchacho había logrado soltarse gracias a la ayuda de la chica y comenzaba a nadar. Pero había perdido su varita, y al no poder hacer el casco-burbuja tenía muy poco aire guardado en sus pulmones.
Los dos nadaron lo más rápido que pudieron para encontrarse, estirando sus manos para alcanzarse. Estaba demasiado lejos, y en cualquier momento el chico se ahogaría. No podía permitir eso.
—Accio!
Regulus salió disparado hacia ella, chocando con fuerza y de forma desastrosa. Esta no espero una disculpa, y rápidamente levantó la varita hacia arriba. Se podía ver el fuego que Kreacher estaba manteniendo para protegerse de los Inferis.
—Ascendio!
Kreacher soltó un chillido de alegría al ver a las dos figuras salir disparadas desde el agua. Sin pensarlo dos veces, movió el bote para evitar que los dos volvieran a caer al agua. Como saco de papas, Hermione y Regulus cayeron en el bote en medio de un intenso campo de fuego. Kreacher lo abrazó con gran alegría, sin deshacer el fuego. El bote siguió moviéndose.
—¡Amo! ¡Amo Regulus, está vivo!
Se hizo un círculo dentro del campo de fuego, y varios Inferis intentaron entrar para atacar. Hermione se levantó como pudo y los lanzó lejos con su varita. El campo de fuego se volvió a cerrar.
—Lo siento —se disculpó el elfo agachando sus orejas.
Hermione sonrió sin dejar de jadear por el esfuerzo y la adrenalina Temblaba de pies a cabeza al igual que el pequeño Black.
—Vámonos de aquí —dijo el chico frunciendo el ceño—. Ya he bebido suficiente agua.
El bote se desplazó sin problemas hacia la otra orilla. Kreacher movió el fuego junto a los chicos para protegerlos de los Inferis, incluso al bajar del bote. Se podían ver sus manos apareciendo de vez en cuando dentro del campo de fuego, volviéndose cenizas al instante.
Apenas pusieron un pie fuera de la cueva, Kreacher hizo desaparecer el fuego y con ayuda de Hermione expulsaron a todos los Inferis que pretendían seguirlos hacia adentro, apagando su sonido eternamente.