
Cavando sus propias tumbas
Dumbledore caminó furioso hacia su oficina; le advirtió a James sobre ir al periódico y el idiota lo hizo. Ahora tendría muchas explicaciones que dar y tratar de averiguar cómo evitar que los duendes proporcionen más información dañina. Esto no se veía bien. La muerte de Harry fue un incidente que debió haber sido enterrado hace mucho tiempo.
Realmente no quería pensar en el que daño que esto le haría a sus puntos de vista sobre el regreso del Señor Tenebroso y que Charlie era el salvador. En cambio, ahora Charlie se veía cada vez más como un bravucón que seguía los pasos de sus padres. Y la reputación de los Potter había sido arruinada por entregar a uno de sus hijos para que fuera asesinado. Dumbledore suspiró, se sentó y esperó a que James hiciera su aparición, preguntándose si debió haber incluido a Lily y a Charlie en esta discusión.
James entró a su oficina, miró a Dumbledore, quien le dio una mirada furibunda, y tomó asiento.
—Te advertí sobre ir con el periódico. Mira lo que has hecho.
—No toleraré esas mentiras sobre Charlie. No merecíamos ser despedidos —espetó James con insolencia.
—Se lo merecían. Si hubiera podido, los habría despedido hace mucho tiempo. Sirius y tú son bravucones y le están enseñando a Charlie y Ron Weasley a serlo también. Debí haberlo visto venir. Ahora los periódicos también van a investigar la muerte de Harry —advirtió Dumbledore.
—¿A quién le interesa Harry? Está muerto. Charlie no es bravucón. Solo están celosos de mi hijo —replicó James bastante engreído.
—Si piensas eso, necesitas un sanador mental —señaló Dumbledore, haciendo una pausa para respirar hondo—. Debido a esto y a que los duendes publicaron esa información, la gente comenzará a hacer preguntas que no queremos responder. Por ejemplo, ¿por qué te deshiciste de Harry?
—A nadie le importará —afirmó James, seguro de ello.
—Parece que estás ignorando algunas preguntas importantes que la gente querrá hacer también. Por ejemplo, ¿qué sucedió con una de sus bromas que casi mata a un compañero cuando ustedes eran estudiantes? El público preguntará por qué dos profesores estaban intimidando a las cuatro casas, los obligaban a asistir a clases sobre bromas, molestaban a Steffan y, más importante, querrán saber por qué tu hijo, Harry, fue dejado con sus abusivos familiares. Nos van a investigar por culpa tuya y de Sirius.
—No veo cuál es el problema. Harás lo que siempre haces.
—Ya no puedo hacer nada. En caso de que no lo hayas notado, ya no soy el Jefe de Magos ni hago parte de la Confederación Internacional de Magos. Apenas mantengo mi puesto de director en Hogwarts. La mayoría de las personas se están cansando de que hable sobre el regreso del Señor Tenebroso y están empezando a creer que me he vuelto loco. Estos encantadores artículos no están ayudando a nuestro lado. Ahora parecemos bravucones gracias a Sirius y a ti. Por el amor de Merlín, ni siquiera pudiste decir correctamente el nombre de Steffan.
—Podemos hacer otra entrevista —propuso James, aún seguro de que todo saldría bien—. Llevaré a Charlie para que aclare las cosas.
—No lo harás. Ese niño es tan inútil como tú en las entrevistas. Ninguno tiene pelos en la lengua. Tú ya no eres visto con buenos ojos por el público y por nadie en esta escuela —informó Dumbledore con solemnidad.
—Tengo la intención de retirar a mi hijo de este colegio —avisó James, apretando sus manos en puños furiosos.
—Hazlo, por favor, me encantaría ver si eres capaz de encontrar una escuela que lo acepte después de estos artículos. Ni siquiera puedes pagarle tutores privados. No eres capaz de encontrar trabajo y dudo mucho de que alguien esté dispuesto a contratarte a ti y a Sirius. Me siento mal por Remus. No merecía perder su trabajo por culpa de ustedes dos —dijo Dumbledore, perdiendo rápido la paciencia con James e inhalando profundamente—. Sus reacciones tampoco ayudaron. El lenguaje que usaron debió haber sido tan grotesco para que se negaran a imprimirlo. Y que salieran furiosos de la entrevista que ustedes iniciaron sólo demostró su estupidez. Ahora, quiero que te vayas de mi colegio. No me importa a dónde vayas, pero no te vas a quedar aquí. Lily y Charlie pueden quedarse si quieren, pero tú estás vetado de Hogwarts.
James se levantó.
—Yo me ocuparé de esto. Olvidas con quién estás hablando. Soy Lord Potter y el padre del Niño que sobrevivió, nuestro salvador.
—Tú olvidas algo muy importante y que sabías desde hace tiempo. Harry fue el Niño que sobrevivió y el salvador. Tú aceptaste abandonarlo para mantenerlo a salvo. Y fue asesinado por los parientes de Lily —le dijo Dumbledore sin rodeos.
James salió furioso de su oficina.
[***]
—Sabes, podemos enterrarlos con eso —dijo Tom, girándose hacia Severus.
—Sé cómo hacer que James hable —afirmó Severus, sonriendo.
—¿Cómo, mi amor? —preguntó Tom, sin quitarle la mirada.
—Emborrachándolo. Ni Sirius ni él toleran el alcohol. Alguien podría sugerirle a James que dé sus recuerdos sobre este encuentro —explicó Severus, su sonrisa se ensanchó ante esto.
—Te amo —comentó Tom—. Conozco a la persona perfecta para hacerlo.
—¿Quién? —inquirió Severus.
—Augustus Rookwood. Trabaja en el ministerio. Como James lo conoce, no sabrá que está hablando con un mortífago.
—¿No es un inefable? —cuestionó Severus, confundido.
—Sí, pero James cree que se va a convertir en un auror —habló Tom.
—El whisky de fuego bastará para que James hable, y para Sirius, cualquier cosa con un poco de alcohol funcionará.
—Será más fácil si esperamos unos días —señaló Phineas—. James podrá deprimirse más por no ser capaz de encontrar trabajo ni tener a alguien que lo escuche.
—Eso también le dará un gran golpe a Dumbledore. Cuando ocurra, podemos revelar el robo del linaje de los nacidos de muggles y el abuso encubierto. Los archivos de Poppy que has estado copiando podrán ayudarnos —afirmó Tom, de acuerdo con el plan.
—No creo que tengamos que preocuparnos por copiar a escondidas sus archivos sobre el abuso. Poppy está muy en contra de ello —manifestó Phineas.
—Tampoco le gusta lo que Dumbledore ha estado haciendo —comentó Severus, sintió que Steffan tocaba su brazo y se giró para verlo.
—Hagan que los duendes publiquen el robo de la piedra y que informen que Fluffy se encuentra aquí, al alcance de todos los estudiantes —habló Steffan, sonriendo con astucia—. No tienen que mencionar que no fue él quién la robó, ¿verdad, padre?
Tom sonrió, atrajo a su hijo hacia sus brazos y le dio un abrazo.
—Sí, creo que sería una ventaja adicional —concordó Severus—. Estoy seguro de que Nicolas Flamel no estará feliz de saber que robaron su piedra.
Severus se preguntó cómo su hijo lo sabía, pero no le importó. Tom negó con la cabeza sobre la de Steffan para que Severus supiera que no le había contado, y lo vio fruncir el ceño un poco, pero supo que entendía.
—Es hora de que vayas a hacer tu tarea, Steffan —informó Severus.
—Ya la acabé. ¿Quieres revisarla? —preguntó Steffan.
—Sí —respondió Severus, asintiendo.
Steffan se bajó del regazo de Tom y se fue a su habitación.
—¿Cómo lo supo?
—La verdad es que no tengo idea —contestó Tom algo confundido.
—No hace falta ser un genio para darse cuenta de lo que Tom hizo. Yo lo supe tan pronto como fue mencionado en los periódicos —dijo Phineas, haciendo un gesto con sus manos para desestimar sus preocupaciones.
—¿Quién más lo sabe? —interrogó Tom, preocupado.
—Solo nosotros —respondió Phineas—. No se lo diré a nadie más —hizo una pausa—. Fawkes dijo que el anciano dosificó nuevamente sus caramelos con el suero de la verdad, así que tengan cuidado.
—Me preguntaba adónde fue esa botella que desapareció —dijo Severus, frunciendo el ceño—. Tendré que mover mis suministros de nuevo.
—¿Cómo los encontró? —inquirió Tom.
—Debió haber usado las protecciones de nuevo —señaló Severus, sonando irritado—. Si busca lo suficiente, puede encontrar las protecciones personales de la gente y anularlas si son para cosas como pociones.
—Me pregunto si podemos comprobar que lo hace —opinó Tom.
—No. Sus caramelos se venden en una variedad de lugares, por lo que necesitaríamos a alguien que lo vea dosificándolos. No funcionaría si sólo tomamos una pequeña muestra para examinarla. Como director, se le permite usarlo, siempre y cuando no sea común —explicó Severus, soltando un suspiro derrotado.
—Bueno, iré a ver a Lucius para establecer un marco de tiempo para que Rookwood visite a Potter —avisó Tom, sonriendo.
Tom se levantó y le dio un rápido beso a Severus; Steffan salió de su habitación.
—Pórtate bien, hijo —le dijo.
—Yo siempre me comporto bien —contestó Steffan, sonriéndole con burla y entregándole su tarea a Severus—. ¿Puedo ir contigo para ver a Draco?
—Si tu papá está de acuerdo, entonces no hay problema —indicó Tom.
Severus lo miró, sonriendo.
—Ve a divertirte. No te quedes mucho tiempo.
Tom y Steffan se fueron por la red flu.
—Estoy ansioso porque asuma el papel de Lord Black y saque a Sirius de nuestro linaje —comentó Phineas, desapareciendo de su cuadro.
Severus se rio. Sí, eso sería bueno.
Tres días después
Rookwood encontró a James borracho en un bar del que nunca había oído antes; lo había estado siguiendo durante días y el hombre aún no había salido de su estupor borracho. Rookwood se sentó junto a James.
—Potter.
—Rooky —balbuceó James.
Rookwood trató de no estremecerse por el desagradable apodo que acababa de escuchar.
—¿Día duro?
—La peor semana —señaló James, sonando afligido—. ¿Dónde has estado?
—Estuve fuera del país. Acabo de regresar.
—Eso lo explica —murmuró James.
Rookwood sacó su varita por debajo de la mesa, le lanzó un Desmaius y comenzó a recolectar las memorias de Potter. Dejó al hombre desmayado en el bar, despojado de su varita y galeones.
Una semana después
Tom llegó a casa desde el ministerio y abrazó a Severus.
—Vas a recibir otra sorpresa en la cena de esta noche —susurró.
—¿Será mejor que mi sorpresa en la cena de Yule? —preguntó Severus, ansioso.
—Muchísimo mejor —contestó Tom, satisfecho de sí mismo—. En aproximadamente seis horas serás muy feliz.
—Ya veremos —dijo Severus, apoyándose en los brazos de Tom—. ¿Dónde está mi sorpresa?
Tom se rio y le dio un beso en el cuello.
—Siempre me esfuerzo por hacerte feliz en ese aspecto, esposo. Y me refería a la cena en el Gran Comedor.
—¿Otra vez? —se quejó Steffan, haciendo un puchero.
Severus y Tom se rieron de la cara que puso.
—Sí, es otra sorpresa —explicó Severus, divertido.
—En ese caso, ¿a qué hora es la cena? —preguntó Steffan.
—En una hora —respondió Tom—. Ve a terminar de leer en tu habitación —empujó a Severus hacia su dormitorio.
—No sé qué planeas hacer en menos de una hora, Tom, pero estoy de acuerdo —avisó Severus, siendo de nuevo empujado a la cama por su esposo.
—Lo amarás.
Tom lo besó profundamente y empezó a quitarle la ropa.
—Comienza con un beso aquí —besó sus labios—. Otro aquí —besó su cuello y bajó lentamente por el cuerpo de Severus hasta que este estuvo a punto de gritar.
[…]
Cuando Severus y Tom tomaron asiento en la mesa del Gran Comedor, pusieron a Steffan nuevamente entre ellos; no confiaban en que el vejete no tuviera un ataque cuando llegara el periódico. Comenzaron a comer mientras esperaban a que llegaran las lechuzas.
Las lechuzas soltaron los periódicos en la mesa y se fueron volando. Severus y Tom abrieron sus periódicos y leyeron el titular.
Dumbledore mintió. Harry Potter fue abandonado con sus tíos por orden suya
Dumbledore sabía que Harry Potter fue el verdadero elegido y lo mandó con sus tíos para ocultarlo del mundo mágico. ¿El lado luminoso es tan bueno como dicen ser?
Este artículo incluye la memoria de James Potter en la oficina de Dumbledore.
Memoria de James Potter
James entró a su oficina, miró a Dumbledore, quien le dio una mirada furibunda, y tomó asiento.
—Te advertí sobre ir con el periódico. Mira lo que has hecho.
—No toleraré esas mentiras sobre Charlie. No merecíamos ser despedidos —espetó James con insolencia.
—Se lo merecían. Si hubiera podido, los habría despedido hace mucho tiempo. Sirius y tú son bravucones y le están enseñando a Charlie y Ron Weasley a serlo también. Debí haberlo visto venir. Ahora los periódicos también van a investigar la muerte de Harry —advirtió Dumbledore.
—¿A quién le interesa Harry? Está muerto. Charlie no es bravucón. Solo están celosos de mi hijo —replicó James bastante engreído.
—Si piensas eso, necesitas un sanador mental —señaló Dumbledore, haciendo una pausa para respirar hondo—. Debido a esto y a que los duendes publicaron esa información, la gente comenzará a hacer preguntas que no queremos responder. Por ejemplo, ¿por qué te deshiciste de Harry?
—A nadie le importará —afirmó James, seguro de ello.
—Parece que estás ignorando algunas preguntas importantes que la gente querrá hacer también. Por ejemplo, ¿qué sucedió con una de sus bromas que casi mata a un compañero cuando ustedes eran estudiantes? El público preguntará por qué dos profesores estaban intimidando a las cuatro casas, los obligaban a asistir a clases sobre bromas, molestaban a Steffan y, más importante, querrán saber por qué tu hijo, Harry, fue dejado con sus abusivos familiares. Nos van a investigar por culpa tuya y de Sirius.
—No veo cuál es el problema. Harás lo que siempre haces.
—Ya no puedo hacer nada. En caso de que no lo hayas notado, ya no soy el Jefe de Magos ni hago parte de la Confederación Internacional de Magos. Apenas mantengo mi puesto de director en Hogwarts. La mayoría de las personas se están cansando de que hable sobre el regreso del Señor Tenebroso y están empezando a creer que me he vuelto loco. Estos encantadores artículos no están ayudando a nuestro lado. Ahora parecemos bravucones gracias a Sirius y a ti. Por el amor de Merlín, ni siquiera pudiste decir correctamente el nombre de Steffan.
—Podemos hacer otra entrevista —propuso James, aún seguro de que todo saldría bien—. Llevaré a Charlie para que aclare las cosas.
—No lo harás. Ese niño es tan inútil como tú en las entrevistas. Ninguno tiene pelos en la lengua. Tú ya no eres visto con buenos ojos por el público y por nadie en esta escuela —informó Dumbledore con solemnidad.
—Tengo la intención de retirar a mi hijo de este colegio —avisó James, apretando sus manos en puños furiosos.
—Hazlo, por favor, me encantaría ver si eres capaz de encontrar una escuela que lo acepte después de estos artículos. Ni siquiera puedes pagarle tutores privados. No eres capaz de encontrar trabajo y dudo mucho de que alguien esté dispuesto a contratarte a ti y a Sirius. Me siento mal por Remus. No merecía perder su trabajo por culpa de ustedes dos —dijo Dumbledore, perdiendo rápido la paciencia con James e inhalando profundamente—. Sus reacciones tampoco ayudaron. El lenguaje que usaron debió haber sido tan grotesco para que se negaran a imprimirlo. Y que salieran furiosos de la entrevista que ustedes iniciaron sólo demostró su estupidez. Ahora, quiero que te vayas de mi colegio. No me importa a dónde vayas, pero no te vas a quedar aquí. Lily y Charlie pueden quedarse si quieren, pero tú estás vetado de Hogwarts.
James se levantó.
—Yo me ocuparé de esto. Olvidas con quién estás hablando. Soy Lord Potter y el padre del Niño que sobrevivió, nuestro salvador.
—Tú olvidas algo muy importante y que sabías desde hace tiempo. Harry fue el Niño que sobrevivió y el salvador. Tú aceptaste abandonarlo para mantenerlo a salvo. Y fue asesinado por los parientes de Lily —le dijo Dumbledore sin rodeos.
James salió furioso de su oficina.
Fin de la memoria de James Potter
Parece que el señor Potter tiene la costumbre de irse furioso cuando no le gusta lo que le dicen, especialmente la verdad sobre sus hijos. Los Potter abandonaron a su primogénito para que fuera asesinado por los parientes muggles de la señora Potter, y Dumbledore se atrevió a evitar que fueran a Azkaban.
Tantas preguntas se hacen ahora, lectores, sobre tantas mentiras que se han contado. Si el lado luminoso está lleno de este tipo de mentiras, ¿qué más nos han estado ocultando?
Debajo del artículo se mostraban las memorias de diferentes escenas: a Dumbledore sacando a los Dursley de sus problemas con el Wizengamot, defendiendo sus acciones ante los aurores y el Departamento de Seguridad Mágica, y los diversos incidentes de intimidación a diferentes estudiantes.
Debajo de esa historia se encontraba la noticia sobre el robo de Gringotts, que la piedra filosofal se encontraba ahora en Hogwarts y siendo custodiada por Fluffy, y que muchos estudiantes podían acceder a él. Las fotografías mostraban a Fluffy, a varios alumnos entrando en la habitación en la que se encontraba y al perro de tres cabezas ladrándoles mientras intentaba alcanzarlos.
Tom y Severus observaron a Dumbledore levantarse de un salto de su asiento y salir muy rápido del comedor.
—Me pregunto si fue por algo que leyó —comentó Tom de forma casual.