¿Qué hará Dumbledore ahora?

Harry Potter - J. K. Rowling
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¿Qué hará Dumbledore ahora?
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Nada puede salir bien para Dumbledore

Severus se fue de la oficina de Dumbledore, infeliz por lo que acababa de aprender; por un lado, estaba contento de que Potter, Black, Weasley y el inútil fueran castigados, pero lo que dijeron lo tenía preocupado. Llegó a sus aposentos y vio a Tom sentado en su lugar habitual con una copa de vino; quería hablar con él, pero no quería que Steffan los escuchara.

—¿Steffan ya se durmió?

—Sí, estaba agotado. Le dije que se quedara aquí esta noche. Draco y Theo le están haciendo compañía.

Severus tomó asiento enfrente de Tom, soltando un suspiro de cansancio.

—No te va a gustar lo que te voy a decir. Las buenas noticias es que Gryffindor perdió otros ciento veinte puntos, Potter fue suspendido por un mes y Weasley y el inútil por una semana, y Dumbledore va a obligar a Potter a aprender y enseñar la lengua de señas —miró a Tom que arqueó una ceja, esperando las malas noticias—. Weasley soltó parte del plan de Dumbledore que ya sabíamos. Sin embargo, lo que me molestó fue que Dumbledore parecía ansioso por impresionarme y quiso demostrarme que estaba de nuestro lado por alguna razón. Creo que tiene que ver con esa piedra.

Tom bajó la mirada pensativo por unos minutos y vio a Severus.

—Me he estado preguntando sobre esa piedra desde que la mencionaste, investigué un poco y acabo de encontrar la respuesta en este libro que trata sobre los doce usos de la sangre de dragón. ¿Sabes cuál es uno de esos?

—Me temo que no.

Severus quiso tomar Alquimia, pero Dumbledore ya la había cancelado, y la sangre de dragón no era algo que se usara con frecuencia en las pociones.

—La piedra filosofal.

—¿Está loco? Esa cosa es peligrosa. Espera, ¿por qué crees que está aquí?

—Creo que Dumbledore espera atraer con ella a Lord Voldemort como una forma de probar al inútil, como tú lo llamas, con la ayuda de Weasley y Steffan, y que esa es la razón por la que está esforzándose tan duro para que sean amigos.

Severus palideció de repente al recordar lo de hace siete años.

—Él quiere hacer con Steffan lo mismo que intentó conmigo.

Tom parecía confundido.

—¿Recuerdas cuando te dije que quería que jurara que me uniría al inútil? Bueno, creo que va a intentar unir a Steffan con él.

Ahora todo tenía sentido. Esa debe de ser la razón por la que trató de impresionarlo y presionaba para que los niños se convirtieran en amigos.

Tom parecía furioso; no había manera de que permitiera que Steffan se uniera a Charlie y sea usado de esa forma.

—Mataré a ese vejete antes de que ponga tinta en el pergamino.

—¿Cómo vamos a evitar que desaparezca la piedra? Dudo mucho que la vaya a devolver.

—La piedra nunca llegó a la escuela. La robé el día que mencionaste que Hagrid la iba a buscar en el banco y la reemplacé con una buena falsificación que conjuré en la bóveda porque él no sabía cómo era la piedra —contó Tom, sonriendo con perspicacia.

Severus se rio divertido.

—Pudiste habérmelo dicho.

—Te lo conté el día que lo hice.

Severus pensó en el día en cuestión y su risa se hizo más fuerte.

—Fue tu retiro no autorizado del banco.

Tom se levantó de su silla, se inclinó y besó a su esposo.

—Amo tanto que siempre recuerdas lo que te digo y logras entenderme más fácil.

Severus le dio una sonrisa coqueta.

—¿Qué tal si me muestras…?

Tom ni siquiera le dejó terminar la oración; cargó a Severus y lo llevó a su dormitorio.

—Pon las protecciones —le recordó Severus cuando lo depositó en la cama.

—Ya lo hice. Incluso puse unas en la habitación de Steffan hace rato para saber cuándo los niños se despierten.

—¿Te he dicho cuánto amo tu forma de pensar?

—Muchas veces. Amo tu voz, es tan suave.

Tom comenzó a mostrarle a Severus qué más amaba de él.

[***]

Era demasiado temprano en la mañana cuando las protecciones se activaron primero en la habitación de Steffan y luego en su puerta.

—Nuestro mocoso viene, Sev.

Tom les conjuró unos pantalones de dormir. Severus se giró justo para ver a Steffan subirse a la cama, acurrucarse a su lado y volverse a dormir al instante.

—No ha hecho eso en mucho tiempo.

—¿Será por lo de ayer?

—Espero que no. Aunque también podría deberse a los nervios provocados por lo que pasó ayer y el primer día de clases. Estaba agotado anoche, pero sé que los niños se quedaron despiertos hablando hasta tarde.

—Podemos preguntarle después. No lo voy a despertar solo para hablar de eso.

Severus acercó a Steffan más hacia él y Tom los envolvió con sus brazos.

—Descansa, mi amor. No dejaré que nada le suceda a él.

Severus giró su cabeza, miró por encima del hombro a Tom y le dio una pequeña sonrisa somnolienta. Tom lo besó.

—Lo sé, nunca lo has permitido ni lo harás. Siempre nos proteges.

Severus le dio a su esposo un beso y se acurrucó contra él mientras que Tom apretó su agarre.

—Prométeme algo.

—Sabes que lo haré si puedo cumplirlo.

—Prométeme que Dumbledore pagará por lo que ha hecho. Sé que lentamente nos estamos encargando de sacar a la luz sus ideas, pero él aún no ha pagado por lo que le hizo a nuestro hijo, a nosotros y a los otros.

—Eso es algo que te voy a prometer y garantizar. Él pronto va a pagar. Esta pruebita que planeó para el inútil va a ser usado en su contra y todo lo que haga será registrado para poder utilizarlo después. Nadie lastima a nuestro hijo y se sale con la suya.

Tom sabía que técnicamente eso sucedió antes de que Steffan fuera su hijo, pero eso no importaba para él.

Steffan se despertó cuando Tom lo movió para que estuviera entre ellos, recargó su cabeza en el pecho de Severus con una sonrisa y se volvió a dormir.

[***]

Dumbledore observaba a Steffan conversando con Draco, Theo y Blaise sobre Encantamientos en la mesa de Slytherin; estaban trabajando en una forma para que Steffan use su varita y pueda comunicarse al mismo tiempo debido a que pensaban que podría confundir a la gente. Dumbledore quería sonreír ante la idea, pero no iba a dejar que los demás supieran que “escuchaba” la conversación de los niños. No sabía por qué se estaba encariñando con el niño; lo había visto crecer los últimos siete años y había algo especial en él, pero no estaba seguro de qué era.

Luego miró a Ron y Charlie comiendo en la mesa de Gryffindor y hablando al mismo tiempo sobre qué equipo de Quidditch era el mejor; eran en verdad un poco decepcionantes y necesitaba que se hicieran amigos de alguien inteligente. Miró a la niña Granger que era muy inteligente y tenía ganas de complacer; sabía que ella era una sabelotodo, pero podría ayudar a Ron y Charlie a conseguir la piedra una vez que él plantara todas las pistas.

Dumbledore quería usar a Steffan, pero Charlie y Ron no estaban ayudando; intimidaban al niño y no se esforzaban en crear una amistad con él. Esperaba que con la señorita Granger en el grupo tal vez conseguiría que Steffan se uniera; sus calificaciones eran mejores que las de ella. Apenas habían pasado seis semanas desde que comenzaron las clases, sin embargo, él no creía que Steffan fuera a reprobar, tomando en cuenta quienes eran sus padres. Él sabía cuán listo era Severus y Tomas estaba demostrando ser igual que él, pero más independiente y él no quería a ese tipo de personas en su Wizengamot.

Dumbledore dejó que su mirada vagara y se posara en James que había vuelto a trabajar hace dos semanas, y se preguntó por qué le había dado el trabajo. James aún no aprendía la lengua de señas, pero eso ya no importaba porque Severus se rehusaba a dejar que su hijo volara en grupo; él no tuvo más remedio que aceptar debido a que el niño era sordo por lo que no podía oír las órdenes del maestro y estaría en peligro si no hubiera alguien ayudándolo. Severus y Tomas le daban clases privadas de Vuelo a Steffan y por lo usual se les unían algunos Slytherin que querían volar.

Dumbledore tuvo una pequeña discusión con James sobre eso debido a que él insistía que ellos usaban ese tiempo para darles entrenamiento extra de Quidditch e incluso trató de involucrar a Minerva para ponerla de su lado. Dumbledore había observado algunas de las clases con James y Minerva desde su oficina, y James ya no pudo reclamar que era injusto; Severus y Tomas nunca se alejaban de Steffan y tampoco les daban instrucciones a los demás sobre el Quidditch.

De repente, se dio cuenta que James y Sirius no habían cambiado en los siete años que llevaban enseñando y que seguían comportándose como niños. Él les había permitido intimidar a los demás y que se salieran con la suya hasta el verano pasado, y se preguntó cómo pudo haber sido tan ciego. Ron y Charlie se estaban convirtiendo en unas miniaturas de James y Sirius, por lo que no era de extrañar que Steffan se negara a ser su amigo; también había notado que los demás tampoco querían ser sus amigos. Aunque James y Sirius habían sido populares en el colegio, Charlie y Ron estaban lejos de ser populares; sus actitudes los estaban alejando del resto de los alumnos.

Dumbledore se dio cuenta de que Minerva parecía estar enojándose demasiado con James y Sirius; debía hablar con ella para encontrar la razón. Recordó que Sirius tampoco había aprendido la lengua de señas, y comenzó a arrepentirse de haberlos contratado; Remus y Lily la aprendieron y estaban dispuestos a enseñárselas a quién quiera aprender. Debía de presionar a James y Sirius para que entiendan cuánto necesitaban a Lord Peverell y Steffan si las cosas con Lord Voldemort van como él planeó. Suspiró y se inclinó hacia Minerva.

—Quisiera hablar contigo cuando tengas tiempo.

Minerva lo miró por un segundo; detestaba la forma en la que las cosas se estaban manejando en Hogwarts.

—Podemos hablar después de la cena.

Dumbledore quiso gemir; sabía qué significaba eso y nunca era algo bueno para él.

[***]

Minerva entró a su oficina y tomó asiento.

—¿Caramelo de limón?

Dumbledore obtuvo la usual expresión desdeñosa.

—Quiero hablar contigo sobre James y Sirius.

—Al igual que yo.

Dumbledore tenía miedo del cortante y frío tono de Minerva, y les sirvió el té.

—Las damas primero.

—Sabes que siempre protegí a James y Sirius cuando eran mis alumnos, y había esperado que ya hubieran crecido, pero me temo que no es así. Ambos le han estado enseñando a mis estudiantes el mismo tipo de bromas para intimidar que ellos hacían en el colegio, y les han estado diciendo que se las hagan a Steffan y a los Slytherin. ¿Sabías que tuve que castigar y quitarle puntos a mi casa seis veces esta semana? Apenas es miércoles. He estado atrapando a mis alumnos intimidando a los más jóvenes y uno incluso empujó a uno de ellos contra una pared para poder reírse, mandándolo con Poppy.

Minerva inhaló y exhaló, tratando de calmarse.

—En las clases de Vuelo, James les da rienda suelta a los Gryffindor y permite que intimiden a los demás en sus escobas. Sirius y James se la pasan quitándoles puntos a las otras casas por razones inválidas. Sé que Severus también lo hace, pero no tan excesivamente como ellos. El otro día le quitaron diez puntos a un prefecto por evitar que le hicieran una broma a un estudiante. No sé si es porque Charlie ahora estudia aquí y pueden entrar a la sala común y los dormitorios, pero cada día empeoran más. Los últimos siete años hemos tenido que lidiar con sus bromas, pero ahora se están volviendo más malos. No sé cuánto más pueda aguantar.

Dumbledore cerró los ojos; no se había dado cuenta de que era tan malo.

—Sirius había sido malo cuando James fue suspendido y Remus intentó controlarlo, pero son peores ahora que volvieron a estar juntos. Remus ya no puede controlarlo, y James y Sirius lo han metido en algunos de sus planes. Dos estudiantes vinieron a pedirme una re-clasificación porque temían estar en los dormitorios por culpa de Ron Weasley, Charlie Potter y las clases impartidas por los profesores Potter y Black. Cuando les pregunté al respecto sobre esas clases, ellos me explicaron que eran cursos de bromas obligatorios y que Ron y Charlie insultaban a todos los que pedían o preguntaban sobre las clases de lengua de señas. Se pondrá peor. En verdad temo que alguien resulte herido de gravedad o incluso muerto.

Dumbledore se veía como si no supiera qué hacer.

—¿Por qué James y Sirius van a los dormitorios y a la sala común?

A excepción del jefe de casa, ningún profesor debería estar allí a menos de que se tratara de una emergencia.

—He intentado mantenerlos alejados, pero no tengo una razón válida para hacerlo dado que Charlie se encuentra ahí. Traté de que detuvieran sus clases de bromas, pero ellos fundamentaron e insistieron que estaban dando los cursos que tú les solicitaste. No importa cuánto lo intente, ellos siempre encuentran una forma de impedirlo y por lo usual usan a Charle para eso.

Dumbledore podía decir que Minerva estaba furiosa y quería desahogarse.

—Se supone que James y Sirius deben estar dando clases de lengua de señas. En verdad no sé qué hacer con ellos, Minerva, y me han estado preocupando por un tiempo. Necesitamos a Charlie para la profecía.

—Despide a James y Sirius antes de que los estudiantes y sus padres se comuniquen con el Consejo Escolar, y envía a Ron y Charlie con un sanador mental. Esos niños deben de aprender a no intimidar a los demás y darse cuenta de que lo que hacen está mal. Sin duda no lo aprenderán de James y Sirius y Lily y Remus solo se sientan a observar y les permiten salirse con la suya. No sé qué le sucede a Lily. Ella solía enfrentarse a ellos y detenerlos.

—No puedo despedir a Sirius. Si lo hago entonces Remus también debe de irse debido a su problema peludo. Está establecido en su contrato que Sirius lo reemplazará durante esos días. En cuanto a Lily y Remus, debo de estar de acuerdo. Me he estado preguntando si ya se cansaron de tratar de controlarlos y por eso han estado empeorando.

—¿Quieres decir que todo esto es tu culpa?

Minerva no podía creer que Dumbledore hubiera hecho eso; él básicamente les dio vía libre para hacer lo que quisieran en el colegio sin el temor a ser despedido. Incluso puede apostar a que James tuvo una suspensión pagada. Sabía que él tenía razón con que Lily y Remus se habían dado por vencidos.

—Sí, pero para proteger a Charlie. Debo de asegurarme de que estén aquí para él. Ya hasta renunciaron a sus trabajos de aurores para poder enseñar a tiempo de completo aquí. Quizás debí haber esperado un año para contratarlos, pero necesitábamos profesores.

Dumbledore sabía que estaba tratando de justificar sus acciones, pero ¿qué más podía hacer?

—Vas a tener muchos problemas con los padres de los estudiantes. Será mejor que te asegures que no le hagan nada a Steffan ni a los Slytherin. Severus y Tomas los matarán si lastiman a su hijo. Son muy protectores con él —advirtió Minerva, su ceño fruncido se hacía más marcado.

—No le ha hecho nada, ¿o sí? —inquirió Dumbledore con la preocupación clara en su voz.

No quería lidiar con Lord Peverell y Severus si su hijo termina lastimado; podrían causar muchos problemas.

—No, se la han pasado aterrorizando a mi casa y a algunos cuervos y tejones.

Minerva pensó por un momento y se paralizó.

—Los cuervos y tejones son nacidos de muggles. Es casi como si James y Sirius los apuntaran porque los padres muggles no pueden hacer lo mismo que los mágicos debido a que desconocen cómo contactar al Consejo Escolar. Dudo mucho que te contacten porque todo está sucediendo aquí.

Dumbledore gimió ante las implicaciones.

—Voy a hablar con ellos. Cambia la contraseña de la torre y prohíbele a los alumnos que se las den. Adviérteles que perderán puntos o que incluso serán suspendidos si lo hacen. Si James o Sirius quieren hablar con Charlie, entonces tendrán que encontrarse en sus aposentos. No los quiero en la torre.

Minerva asintió con la cabeza; esperaba que Dumbledore hallara una forma de despedirlos.

—Solo será una medida temporal. Debes encontrar una solución permanente.

[***]

El director Phineas Black, Tom y Severus se inclinaron después de escuchar todo.

—El señor Malfoy y el Consejo Escolar deben informarles a los muggles cómo contactarlos —señaló Phineas.

—Sí, estoy de acuerdo. Debemos hacer que nuestros aliados ayuden a esos estudiantes y que recolecten sus recuerdos. ¿Quizás deberíamos pedirle a Minerva sus recuerdos? No tenemos que contarle nada.

Tom esperaba que la mujer estuviera de acuerdo.

—Puede que sea una buena idea. No sonaba muy feliz con ellos. Vigilaré de cerca a esos idiotas —afirmó Severus, descontento con lo grave que se estaba volviendo todo.

—¿Podrías hacer que los demás retratos nos ayuden, Phineas? Quiero que se vayan para Yule —pidió Tom, mirando fijamente al retrato.

—Sí. Ninguno de nosotros quiere a los bravucones aquí o ver que el colegio sea arruinado. Es por eso por lo que la mayoría ha estado dispuesto a ayudar e ignoran al director —respondió Phineas.

Steffan entró en la habitación, se subió al regazo de Tom y saludó a Phineas.

Fui el primero en lograr mis hechizos en todas las clases —le contó en señas.

Muy bien. ¿Cómo te fue en tu examen y en tu tarea? —le preguntó Phineas en señas.

La mayoría de los retratos habían disfrutado aprender la lengua de señas y pensaban que era un lindo idioma y que podían utilizarlo para comunicarse sin que los demás supieran lo que decían; Phineas creía que todos disfrutaban demasiado de sus secretitos y en verdad él no podía quejarse porque le gustaba. Phineas sabía que los fantasmas estaban intentando aprenderlo.

Obtuve un Extraordinario en todas mis tareas. El profesor Binns incluso me dijo que fui el único que obtuvo esa calificación en mi ensayo de Historia. Obtuve un Extraordinario y puntos extras en mi examen de Encantamientos porque mis tres trabajos adicionales estuvieron correctos —contestó emocionado Steffan.

Eso significa que te daremos un chocolate caliente esta noche después de que hagas tu tarea —informó Severus, muy orgulloso de Steffan—. ¿Dónde están los demás?

Haciendo sus tareas en los dormitorios. A mí solo me falta terminar mi ensayo de Encantamientos. ¿Podrías revisarlo cuando termine? Papi ya checó los otros hace rato —le pidió Steffan a Tom.

Sí, los puedo revisar. ¿Por qué no vas a acabarlo?

Steffan se bajó de su regazo y se fue a su escritorio.

—Steffan debería de pasar más tiempo en su sala común. Sin embargo, no quiero que se vaya.

Severus sabía que su dormitorio no estaba tan lejos, pero le gustaba tener a su hijo a la vista. Steffan solía venir a pasar unas horas a sus aposentos y algunas veces se le unían Draco, Theo, Blaise e incluso Pansy, Daphne y Millicent.

Tom soltó una leve carcajada.

—Yo tampoco quiero que se vaya.

—Son unos Hufflepuff —comentó Phineas, mirándolos divertido.

—Lo sabemos.

Severus y Tom se rieron aún más.

—Voy a ver qué más puedo descubrir. Despídanse de Steffan por mí.

Phineas se fue murmurando que se estaban convirtiendo en unos Hufflepuff por culpa del niño.

—Quizás podamos deshacernos de ellos antes de lo planeado.

—No nos costará casi nada —afirmó Tom, sonriendo complacido—. De verdad pensé que nos la pondrían más difícil.

—No me sorprende, nunca pensé que tuvieran cerebro —comentó Severus, encogiéndose de hombros.

[***]

Dumbledore se estaba preocupando; era casi Yule y no había señal de Voldemort. Tampoco ocurrió nada en Halloween como él pensó; estaba seguro de que Voldemort intentaría algo ahora que Charlie se encontraba aquí. Se preguntó si él sabía que Charlie no era el niño de la profecía; esperaba que no porque los niños eran casi copias exactas, exceptuando el color de su cabello. De verdad necesitaba que Voldemort hiciera una aparición para poder controlar en qué dirección iría el mundo mágico; la facción tenebrosa estaba creciendo y presentando más proyectos de ley que eran aceptados.

Sabía que nadie más que Charlie, Ron y Hermione trataban de averiguar qué estaba escondido debajo de la trampilla, y solo lo estaban logrando gracias a las pequeñas pistas que él había filtrado. Él sabía que muchos estudiantes habían ido al tercer piso y nunca volvieron después de ver a Fluffy, la mascota de Hagrid. Había dado esa advertencia por una razón y al menos eso parecía estar funcionando; los estudiantes sentían curiosidad por lo que se encontraba allí y solían activar con regularidad su alarma.

Dumbledore deseaba poder utilizar la capa de invisibilidad que James perdió cuando Lord Peverell se apoderó de las bóvedas. Él creyó que James conservaría la capa dado que era descendiente del dueño original, pero los duendes lo desestimaron; intentó hacerlos cambiar de opinión con algunos sobornos, pero fracasó. Lo que él no sabía es que Harry seguía vivo y tenía la capa; los duendes usaron eso como excusa para quitarle todo su patrimonio a James.

A raíz de esto, seguía tratando que el trío se hiciera amigo de Steffan que los evitaba como a una plaga, pero eso aún no le preocupaba mucho; tendría tiempo para enfocarse en los niños. Solo debía de esperar a que finalizara el año y sus problemas con James y Sirius terminarían; esperaba que sin ellos cerca las cosas volvieran a la normalidad. No ha escuchado nada del Consejo Escolar y el cambio de contraseña parecía estar funcionando.

El mayor problema de Dumbledore era tratar de averiguar qué estaba haciendo Voldemort que debía de estar cerca; creía que el hombre no iba a dejar que la piedra se quedara allí sin intentar obtenerla. Miró su tablero de ajedrez y se preguntó por qué muchos de sus peones no estaban haciendo lo que él quería. Soltó un suspiro frustrado. ¿Dónde salió todo mal?

[***]

Una lechuza oficial del ministerio aterrizó enfrente de Dumbledore durante el desayuno a la mañana siguiente. Él agarró la carta y vio el sello del Consejo Escolar; debió haber sabido que esto no iba a tardar en llegar. Nada iba de acuerdo a sus planes ni como él quería que fuera.

—Quisiera verte después del desayuno, Minerva —avisó Dumbledore, mostrándole el sello en la carta.

James y Sirius se rieron antes de que Minerva pudiera responder.

—Será mejor que arreglen esto o no podrán encontrar sus cuerpos para sus funerales, Potter y Black —gruñó Severus, bastante furioso.

Dumbledore lo miró y vio que Severus tenía ahora plumas en su cabello, sus túnicas eran amarillas y su cara se veía como la de una gallina; le lanzó un Finite, pero no funcionó.

—Arréglenlo ahora, James y Sirius.

James y Sirius miraron a Dumbledore; intentaban no reírse, sin darse cuenta de que los estudiantes estaban callados.

—Es solo una broma. Desaparecerá en un par de horas.

—Arréglenlo ahora. Quiero verlos a ambos en mi oficina antes del almuerzo.

James sacó su varita y lanzó el contrahechizo.

—El pobre Quejicus no aguanta una broma.

Severus sacó su varita, murmuró un hechizo y ahora James y Sirius estaban vestidos como payasos con narices rojas; salió del Gran Comedor, recibiendo muchos aplausos de los estudiantes de todas las casas.

Dumbledore se dio cuenta cuán malos eran cuando los alumnos le aplaudieron a Severus que antes era considerado el profesor más mezquino y odiado. Sí, debería arreglar este asunto.

 —Quizás sea mejor que también vengas, Minerva.

Dumbledore y Minerva se fueron juntos del Gran Comedor, se dirigieron lo más deprisa y discretamente a su oficina, y se sentaron cuando llegaron.

—Han sellado su destino. Severus no dejará pasar esto.

Dumbledore miró la carta abatido.

—Terminemos con esto —la abrió y la leyó.

Para el director Dumbledore:

Por medio de la presente, se le informa que, a partir de la fecha y siendo efectivo de inmediato, los contratos del profesor James Potter, el profesor Sirius Black y el profesor Remus Lupin (por las acciones del profesor Black) han sido anulados debido a las numerosas quejas contra el profesor Potter y el profesor Black.

La decisión fue tomada basándonos en la evidencia proporcionada por escrito y en memorias sobre la intimidación, la falta de respeto a los estudiantes y a sus derechos, así como de las bromas crueles y mezquinas perpetradas por parte del profesor Black y el profesor Potter.

Tendrá hasta las vacaciones de Yule para encontrar a sus reemplazos. En caso de no hacerlo, el ministerio proporcionará con gusto a los nuevos profesores.

Agradezco su atención y esperamos que este sea el final de la intimidación en Hogwarts.

Saludos cordiales,

Lucius Malfoy

Presidente del Consejo Escolar

—Te lo advertí —afirmó Minerva, sintiendo que la tensión alrededor de sus hombros se iba.

—Lo sé. Por desgracia, ya era muy tarde para hacer algo. Traté de arreglarlo, pero ellos en verdad necesitan crecer. Le costó su trabajo a Remus.

—No creo que esto debe retrasarse hasta la hora del almuerzo. Debes de informárselos ahora y cancelar sus clases. El plazo se cumple en dos días y ellos necesitan tiempo para empacar. Me preguntó cómo sacaremos a James del colegio ya que querrá vivir con Lily. Si nos deshacemos de ellos rápido, Severus no tendrá la oportunidad de vengarse y es muy vicioso en eso.

—Estoy de acuerdo con que Severus les hará pagar caro por la broma y ese comentario. Creo que sería mejor que se fueran hoy. En cuanto a James, esto nos dará la autoridad para vetarlo de la torre y los salones de clase. Tendrá que conseguir otro trabajo.

Minerva le dio una mirada bastante feroz.

—Se lo merecen —se levantó y se fue.

[***]

—¿Cómo que estamos despedidos? No pueden hacerlo. Está en nuestros contratos —señaló James de forma petulante.

—No tengo opción —afirmó Dumbledore, entregándole la carta—. Lo decidió el Consejo Escolar —lo observó mientras la leía.

—¿Cómo se atreven? ¿Quién denunció estas mentiras? —reclamó James enfurecido.

—Quiero nombres —exigió Sirius, echando humo.

—No lo sé. Si fueron alumnos, no les dirán sus nombres. Para ser honesto, estaba esperándolo. Ustedes han estado actuando igual que cuando eran estudiantes. No han dejado de ser unos bravucones. En ese entonces me negué a hacer algo, pero el Consejo Escolar ya lo ha hecho. Debes irte a más tardar mañana, Sirius. Estás vetado de la torre y los salones de clase, James.

—Me aseguraré de que esto no acabe aquí —indicó James, cruzándose de brazos.

Dumbledore suspiró, sentía que estaba hablando con un niño.

—¿Qué crees que puedes hacer?

—Iré con la prensa y meteré a Charlie en otra escuela mágica. Hay demasiadas.

James sabía lo importante que era Charlie y se iba a asegurar de que Dumbledore lo recordara. Nunca creyó que Harry fuera el niño de la profecía. ¿Por qué Dumbledore se desharía del niño correcto? Él pensó que Dumbledore no quería que Charlie fuera egoísta.

—Si vas con la prensa, arruinarás más tu imagen. Y en cuanto a Charlie, ¿en dónde piensas inscribirlo? Ninguna otra escuela está interesada en él. La única razón por la que está aquí es gracias a mí —informó Dumbledore, impasible.

James y Sirius enloquecieron más, gritaron que todo esto era injusto y que molestaban a Charlie porque es el Niño que sobrevivió, y se fueron pisoteando fuerte de la oficina. Dumbledore tomó una poción para el dolor de cabeza y deseó haber ayudado más a Harry; debió haberles dicho a todos la verdad. No supo que Harry fue el niño de la profecía hasta la noche en que Voldemort atacó. Había escogido al niño equivocado cuando escuchó la profecía y, después del ataque, ya era demasiado tarde; James y Lily no quisieron escucharlo y lo presionaron para que se deshiciera de Harry. Él estuvo de acuerdo porque sabía que podía convertir al niño en su títere; Harry tuvo el don de ver la magia y habría sido útil en el futuro.

[***]

—Se fueron. Me has dado el mejor regalo, mi amor —le dijo eufórico Severus a Tom.

—Espera a ver el periódico de mañana. Te va a encantar tu próximo regalo.

Severus sonrió, sintiéndose un poco más en paz.

—Lo esperaré con ansias. Ah, por cierto, el inútil y su amigo están tratando de averiguar quién es Nicolas Flamel y creen que yo quiero robar la piedra.

Tom se rio ante la ocurrencia.

—Si quisieras la piedra, ya la tendrías, mi amor.

—Dices las cosas más dulces del mundo. Creo que el inútil está siendo presionado por Dumbledore para que se haga amigo de Steffan. Lo vi saliendo de la oficina de Dumbledore y lo oí decirle a la comadreja que debían de ser más amables con Steffan para ayudarlo a salir de su caparazón.

—¿Así que Dumbledore quiere arrastrar a nuestro hijo a sus supuestas aventuras?

Hasta la fecha, las aventuras del dúo solo los habían metido en problemas.

No me voy a acercar a ellos. Ni siquiera los tolero. Recuerdo muy bien cómo era Charlie cuando éramos niños. Además, no tienen buenas intenciones hacia mí ni hacia mis amigos.

Tom le sonrió a Steffan; ni Severus ni él se habían dado cuenta de que entró a la habitación.

Lo sabemos y no esperamos que seas su amigo. Confía en mí, nunca lo querremos.

Steffan asintió y se subió al regazo de Severus.

No es que no me encante verte, pero ¿por qué estás aquí? Aún no es hora de cenar.

No me siento bien, papi —avisó Steffan, acurrucándose en la túnica de Severus.

¿Qué tienes? —preguntó Tom, un poco preocupado.

Me duele la cabeza y el estómago.

Severus soltó un quejido.

Has contraído esa gripe que anda en el aire. Te llevaré a la cama y te daré unas pociones —cargó a Steffan hasta su cuarto y lo metió en la cama.

Severus se acostó al lado de Steffan, planeando quedarse hasta que se quedara dormido. Más tarde, Tom entró al cuarto, los encontró dormidos, sonrió y se fue, pensando que no había forma de que Voldemort regresara y que su hijo se involucrara en los planes de Dumbledore.

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