
¿Qué está tramando Dumbledore ahora?
A la mañana siguiente Tom y Severus le informaron a Steffan lo que sucedía y él les sonrió.
—Ni siquiera me agradan, son unos bravucones. Ron golpea a cualquiera que crea que es diferente y Charlie solo los amenaza si no hacen lo que él diga.
Severus no estaba sorprendido por eso sino preocupado.
—¿Te han hecho algo?
—No me pueden atrapar. Solo giro mi cabeza para no ver lo que los idiotas dicen. Sin embargo, Draco y Pansy los confrontan, y a veces Daphne se involucra. Blaise y Theo los ignoran —respondió Steffan, encogiéndose de hombros—. ¿Puedes comprarme un helado cuando salgamos, papá?
—Sí.
Severus miró a Tom para ver cuál era su opinión; todos los niños que su hijo mencionó iban a estar en Slytherin y no estaba sorprendido por lo que acababa de aprender.
Tom tocó a Steffan en el hombro para llamar su atención.
—¿Han intentado lastimarte, Steffan?
—Suelen llamarme fenómeno y se burlan de mí por tener dos papás.
Tom estaba listo para matar a alguien.
—¿Por qué no nos dijiste?
Severus puso a su hijo en su regazo; Steffan se movió por unos segundos y se puso cómodo.
—No es gran cosa. Son unos idiotas. ¿Por qué debería preocuparme por lo que me digan?
A Steffan en verdad no le interesaba lo que esos niños le decían.
—A partir de ahora quiero que nos digas cada vez que lo hagan, Steffan.
Tom hizo una pausa.
—¿Podrías darnos tus memorias?
Steffan se encogió de hombros y asintió con la cabeza, inclinándose hacia Severus; no le importaba que sus padres tomaran sus recuerdos y los usaran contra Black y los Potter. Tom sacó su varita.
—Piensa en todo lo que te han hecho, Steffan.
Tom sacó sus memorias y las puso en unos frascos como evidencia.
—¿El señor Potter y el señor Black también te han hecho algo?
—También se burlan de mí, me llaman fenómeno y suelen empujarme cuando pasan cerca de mí.
Steffan sintió que Severus se tensaba.
—Puedo manejarlo, papá.
Severus besó a su hijo en la cabeza.
—Y no deberías de tener que hacerlo. Dale a tu padre esos recuerdos también, por favor.
Después de que terminaran, Severus no quería soltar a su hijo.
—Debes soltarlo, Severus.
—No quiero.
Severus se sentía como un fracasado; no había protegido a su hijo.
—No le hemos fallado a nuestro hijo, Sev. Él está bien y se puede encargar de todo por sí mismo sin lastimarse. Ha demostrado que sabe con quién acudir si las cosas se salen de control.
Tom sacó con suavidad a Steffan de su regazo.
Steffan los miró, examinándolos.
—Me has enseñado bien, papá —se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Severus.
Mientras Tom se enderezaba, Steffan también le dio un beso en la mejilla.
—¿Puedo ir a jugar ahora? Quiero ver si puedo vencer a Draco en el ajedrez. Theo y Blaise jugarán contra el ganador.
—¿A qué hora van a llegar? —preguntó Severus, más tranquilo.
—En unos diez minutos. El tío Lucius y la tía Cissa dijeron que Draco podía quedarse hasta la hora de la cena. Les conté que íbamos a cenar afuera esta noche.
—Puedes ir.
Tom bajó a Steffan después de otro abrazo y ambos lo vieron irse.
—Le encanta abrazar —afirmó Severus con seguridad, sintiendo tanto amor y cariño por su hijo.
—Y nos acaba de dar más evidencia para echar a esos idiotas.
Severus miró los frascos; era un pequeño comienzo. Si otros estudiantes hacían lo mismo, pronto se desharían de Potter y Black.
—No puedo creer que ya vaya a estudiar en Hogwarts.
—Estás sonando como un Hufflepuff, mi amor.
—Como si tú no fueras así cuando se trata de él —replicó Severus, dándole una sonrisa burlona.
Tom se inclinó y lo besó en los labios antes de que Severus pudiera decir otra cosa.
—Claro que lo soy, mi amor, él es nuestro hijo —levantó a Severus y lo cargó—. Vamos a ver qué está haciendo nuestro mocoso.
[***]
Pronto se les dijo a todos los hijos de los mortífagos que vigilaran y escribieran cada vez que el profesor Potter, Black y Lupin eran prejuiciosos o intimidaban a cualquier estudiante, en especial Steffan Prince-Peverell-Snape. Los mortífagos y sus hijos amaban a Steffan y para ellos valía la pena protegerlo.
Steffan demostró a sus seis años que él los protegería cuando Charlie Potter intentó intimidar a Draco en el callejón, se paró enfrente de él y le dio una cachetada a Charlie Potter, y este respondió golpeándolo; esto les ganó a los Potter un muy mal titular en los periódicos y les costó mucho dinero recuperarse de eso. Entre lo que Draco y Steffan le dijeron a la prensa y lo que vio la gente, Charlie recibió muchas miradas de disgusto de las personas. Después de eso, Steffan había hecho quedar mal a Charlie cada vez que se encontraban. A los hijos de los mortífagos les encantó; tenían su propio defensor de su edad y respetaban su poder.
[***]
—¿Estás seguro de que quieres subirte al tren? —inquirió Tom, vacilante.
—Sí, padre, por favor, será divertido. Sé que papá y tú estarán aquí. Quiero viajar en el tren con mis amigos —les contó Steffan, deseoso—. Ustedes siempre me contaron historias sobre el tren, por lo que quiero experimentarlo por mí mismo.
—Está bien. Tu papá y yo te dejaremos juntos en el andén.
Steffan sonrió, contento de que accedieran a su petición.
—Como si yo quisiera que fuera de otra manera —se fue corriendo para unirse a sus amigos en el gran comedor.
Severus y Tom acordaron dejar que algunos de los amigos de Steffan lo visitaran antes de que acabara el verano y, para gran molestia de Dumbledore porque Weasley y Potter no habían sido invitados, se encontraban comiendo en el Gran Comedor.
—¿Esperabas que renegara porque lo fuéramos a dejar? —preguntó Severus, sonriendo divertido ante la situación.
—Sí, eso creía. Digo, tiene once años. No debería querer pasar tanto tiempo con sus padres.
Severus abrazó a su esposo, enternecido ante su reacción.
—Steffan siempre querrá pasar tiempo con nosotros. Me temo que nunca podremos separarnos de él —sonrió levemente.
Tom sonrió ante el pensamiento y Severus lo llevó al Gran Comedor para una última comida antes de que Steffan comenzara a estudiar oficialmente en Hogwarts mañana.
Ellos vieron a Dumbledore observando fijamente a Steffan y se preguntaron que intentaría el vejete. Severus le mencionó a Tom sobre la piedra y ellos pensaron que era una prueba para Charlie que arrastraría a Ron y Steffan a la aventura. Dumbledore se iba a sorprender cuando se dé cuenta que Steffan no iba a hacerse amigo de esos, acorde con él y Severus pensó que tenía razón, pomposos idiotas.
[***]
Draco, Blaise, Theo, Pansy, Millicent y Steffan estaban sentados en un compartimento, jugando Snap Explosivo cuando la puerta fue abierta de golpe.
Todos levantaron la mirada y vieron a Ron y Charlie en la entrada.
—Debes de venir conmigo, Steffan. No deberías juntarte con esta clase de personas —le informó Charlie a Steffan con tono soberbio.
Steffan esperó hasta que Draco terminó de interpretarle con señas lo que le dijeron, a pesar de que leyó sus labios, para mirarlos y luego a Draco.
—¿Por qué debo de ir con ustedes? Ellos son mis amigos y estamos cómodos aquí.
Draco pareció presumido; sabía que Ron y Charlie no sabían la lengua de señas.
—¿Por qué no vuelves a tu vagón con Potter y tratas de aprender modales, comadreja? Debes de tocar la puerta antes de entrar y no puedes exigirle a las personas que dejen a sus amigos para que vaya con gente que apenas conoce.
—No sabes nada, Malfoy. El director quiere que Steffan esté con nosotros y que deje de juntarse con los de tu clase. Así que vendrá con nosotros para que aprenda a ser una buena persona y a que nos ayude con nuestro proyecto este año.
Charlie literalmente le acababa de contar a todos sus planes; de todos modos, se había estado jactando durante un tiempo ante todos que iba a ayudar al director. Agarró el brazo de Steffan con fuerza y comenzó a jalarlo.
Blaise tuvo suficiente y salió del compartimento para ir por un prefecto. Por suerte, el prefecto se encontraba en el siguiente compartimento y llegó para ver a Charlie tirando de Steffan que se rehusaba a ir con ellos e intentaba decirle con señas que se fueran, pero le era difícil; Draco se aferraba a Steffan mientras que Pansy trataba de hacer que Charlie lo soltara y Theo y Millie intentaban también alejar a Ron de Steffan.
—Suficiente —indicó el prefecto con firmeza.
Todos se soltaron y lo miraron.
—Siéntense y díganme qué sucede.
Por supuesto que Ron y Charlie trataron de echarle la culpa a Steffan por no ir voluntariamente con ellos. El prefecto sabía que mentían dado que había visto y oído casi todo ya que se encontraba en el siguiente compartimento.
—Verán al profesor Peverell-Prince-Snape y le explicarán cómo lastimaron a su hijo, señores Potter y Weasley. Quince puntos menos de cada uno por intimidación, quince puntos menos por mentir y quince puntos menos por tentativa de secuestro de cualquier casa en la que sean clasificados cuando lleguemos.
—Eso no es justo —espetó Charlie, soltando un resoplido de molestia.
—Es cierto. Quince puntos menos por faltarle el respeto a tus compañeros y cumplirás un mes de detención con Filch. ¿Tiene algo más que decir?
Charlie negó con la cabeza.
—Sugiero que vuelvan a sus asientos antes de que encuentre más razones para quitarles puntos.
Después de que Weasley y Potter se fueron, el prefecto cerró la puerta.
—¿Estás herido?
—No es nada que mi papá no pueda curar cuando lleguemos a Hogwarts. Estoy más preocupado por lo que mi padre les hará —respondió Steffan, cansado por el forcejeo anterior.
El prefecto y sus amigos estuvieron de acuerdo con él; sabían quién era en realidad Tomas y que detestaba que su hijo fuera lastimado.
[***]
Para el momento en el que Steffan entró al Gran Comedor, todos estaban hablando sobre lo que sucedió en el tren. Steffan miró a su papá y le dijo rápido en señas que estaba bien y que lo visitará después de la cena. Severus asintió; esperaba evitar que Tom matara a las dos cabezas huecas.
Severus miró furioso a los profesores Potter y Black que estaban sentados muy abajo en sus asientos. Dumbledore les estaba dando una mirada muy desaprobadora y nadie estaba contento de que alguna de las cuatro casas comenzara el ciclo escolar con puntos negativos por culpa de Ron Weasley y Charlie Potter; los dos ya se habían ganado una reputación antes de ingresar al colegio como estudiantes.
La clasificación fue como todos pensaron que sería; Weasley y Potter fueron a Gryffindor que al instante perdió sesenta puntos, haciendo que todos los miraran y gimieran. Después de la fiesta, Dumbledore les informó a los profesores Potter, Black y Severus que los quería ver en su oficina. Potter y Black intercambiaron miradas. Severus se desvió un poco del camino para darle una poción para el dolor y pomada para los moretones a Steffan.
Severus se reclinó en la pared al lado del retrato del antiguo director Black en la oficina del director y observó a Potter y Black moverse inquietos en sus asientos mientras que Dumbledore entraba. Nadie dijo nada por un rato.
—¿Entendieron lo que Steffan le dijo a su padre cuando entró al Gran Comedor y después de la clasificación, profesores Potter y Black?
Potter y Black intercambiaron una rápida mirada.
—No, ni siquiera le prestamos atención.
—Eso es extraño porque los vi a los dos mirar al niño que hablaba con su padre. Vi a Steffan decirte que estaba bien y que iría a verte más tarde a tus aposentos, Severus.
—Sí, es cierto. Charlie Potter lo agarró y trató de sacarlo a la fuerza del compartimento, provocándole unos moretones. Le di una pomada para los moretones y una poción leve para el dolor.
—Debido a su hijo y al señor Weasley Gryffindor comenzó el año con sesenta puntos menos, profesor Potter. Les dije a ambos que aprendieran la lengua de señas, que se aseguraran de que Charlie fuera más amable con Steffan y que no intimidara a nadie. En su lugar, su hijo se metió en problemas antes de llegar al colegio, profesor Potter. Serán otros treinta puntos de Gryffindor cada uno por desobedecer una orden del director sobre la intimidación y otros treinta cada uno por lastimar a un compañero.
Dumbledore detestaba quitarle puntos a su antigua casa, pero no podía dejar que Lord Peverell lo acusara de permitir la intimidación en el colegio.
—Ambos le explicarán a Gryffindor porque perdieron tantos puntos, sin culpar a Steffan o a alguien más. Los únicos responsables son los señores Potter y Weasley. Sus castigos, profesores Potter y Black, es que yo los someteré a exámenes aleatorios para probar sus habilidades con la lengua de señas y donarán parte de su tiempo para enseñárselas a los estudiantes. Creo que Charlie y Ron están esperando afuera para que hable con ellos. ¿Tienes algo que decir, Severus?
—Sí, solo una cosa. Si lastiman a mi hijo de cualquier forma, me aseguraré de que eso sea lo último que hagan. No estoy amenazando a su engendro, les estoy prometiendo que ustedes personalmente van a pagar. Él no tiene la culpa de lo que sucedió entre nosotros. ¿Entendieron?
—Muy bien dicho, Severus. El pasado debe de quedarse así y ustedes dos no harán nada al respecto.
Severus se sintió extraño por tener a Dumbledore apoyándolo; sabía que era porque quería que Lord Peverell estuviera de su lado y se preguntó si era porque estaba desesperado. Dumbledore no era tan sutil como solía serlo.
—Pueden irse y díganles a Ron y Charlie que pasen.
—Quiero estar aquí con mi hijo —dijo James, irritado debido al regaño.
—Está bien.
—Y Sirius me acompañará —agregó James con rapidez.
—No, él no es un pariente de tu hijo.
Sirius salió de la oficina a regañadientes y dejó pasar a Charlie y Ron.
—No quisimos lastimarlo, pero se negaba a irse del vagón de los Slytherin —soltó petulante Ron.
Charlie asintió con la cabeza.
—No pueden llevarse a las personas en contra de su voluntad. A eso se le llama secuestro. Entraron a ese compartimento sin ser invitados y ni siquiera tocaron la puerta. Le exigieron al niño que fuera con ustedes, lo agarraron y trataron de sacarlo a la fuerza de ahí, usándome como excusa para salirse con la suya.
Ron no vio a Severus en la esquina.
—Nos dijiste que teníamos que alejarlo de los Slytherin.
Dumbledore quiso hundirse en el suelo cuando abrió la boca.
—¿Disculpa? ¿Qué acabas de decir? —interrogó Severus con el peligro goteando de su voz.
—Que teníamos que alejarlo de los malvados y babosos Slytherin para evitar que se volviera uno —señaló Ron, muy seguro y engreído.
Dumbledore quiso gemir de frustración ante la situación.
—Steffan ni siquiera era un Slytherin cuando eso sucedió, señor Weasley. Además de los sesenta puntos que perdieron en el tren, les quité otros ciento veinte por desobedecer una orden directa sobre la intimidación. Sé que también les dije que aprendieran la lengua de señas. ¿Por qué estás tan callado, Charlie?
—Por nada, señor. Nosotros agarramos a Steffan y fuimos duros con él porque papá dice que es la única manera de que un fenómeno nos escuchara. Debemos obligarlo a moverse y a hacer esas cosas, ya que no puede exactamente oír lo que queremos. Cuando hablamos sobre alejar a Steffan de los Slytherin, papá comentó que debíamos de obligar al fenómeno porque eso es lo único que conoce.
Dumbledore miró a James con inconformidad.
—Eso es todo, los tres están suspendidos. Tienes un mes libre para que aprendas la lengua de señas, cambies tu actitud, le enseñes a tu hijo modales, lo que le sucede a los bravucones y lo que pasará la próxima vez que me entere, James. Solo estás suspendido esta semana, Charlie, ya que sé que estás siguiendo el ejemplo de tu padre cuando deberías ser como tu madre. Tú también estarás suspendido esta semana, Ron, y te irás a casa para que tus padres te eduquen mejor.
Severus estaba perplejo y eso causó que los vellos en su nuca se erizaran un poco y que se preguntara qué tramaba ahora; Dumbledore en verdad debe querer que Steffan sea feliz ahí.