
¿Desde cuándo Alice es un apellido?
Harry no entendía lo que decían y mucho menos quiénes eran los que hablaban. Era bastante horrible. No solo porque no entendía nada de lo que escuchaba, sino también por todo lo demás. Para empezar, no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Bueno, un poco. Pero solo un poco. Tenía algo que ver con esos susurros de antes. Y temía que tuviera algo con una segunda vida. Simplemente: ¿Por qué? Solo quería descansar a estas alturas y ahora encima le venías con una segunda vida. Eso le daba un gran dolor de cabeza con solo pensarlo.
El dolor de cabeza solo empeoraba con el resto de cosas. Las voces le retumbaban en la cabeza, como si estuvieran hablando extremadamente alto a pesar de estar seguro de que hablaban en un volumen normal. Y no solo eran las voces, el sonido del aire, de las ramas agitándose con este y... bueno, ya le entendéis. Ni siquiera sabía cómo podía escuchar tanto y con tanta precisión. Suponía que sería algo de nacimiento, habría nacido con un oído más agudo.
También era un gran dolor de cabeza el frío y el calor. Literalmente tenía frío y calor. ¿Cómo funcionaba eso? No lo sabía pero si de alguna manera eso fuera posible, Harry tenía claro que tenía que pasarle a él. Y le estaba pasando en ese mismo momento.
Y el aire, otra vez, era otra molestia. Le rozaba la piel, como si fuera algo completamente nuevo. Le encantaba volar, pero ese roce era totalmente diferente.
Así que, en definitiva, tenía un gran dolor de cabeza. Y si esa persona que estaba cogiéndole en brazos (lo cual añadía más peso a su teoría de que era un bebé ahora) paraba de restregar su propia mejilla con la de Harry, todo estaría mejor. No tenía ni idea de quién era pero suponía que era uno de sus padres.
Ah, casi se le olvidaba mencionar que no había abierto los ojos. Que Harry supiera, ningún bebé abre los ojos al nacer. Tenía el presentimiento de que, si los abría, tendría un dolor de cabeza aún más grande y también le dolería los ojos como si alguien le echara limón y salsa picante a los ojos. No tenía ganas de probar esa teoría.
Espera. ¿Estaba llorando? Sí, pero si ni siquiera tenía ganas de llorar. Malditas hormonas de bebé.
Solo esperaba que el problema de la movilidad desapareciera pronto, porque no le apetecía nada enterrarse en sus propios pensamientos deprimentes (y sí, estaba al tanto de que era depresivos, pero eso no quería decir que no fueran verdad) por no tener otra cosa que hacer.
Dormir. Llorar porque tenía hambre (y joder un poco a quien quiera que estuviera cuidándole. Si el sufría, ellos también. Eso era lo que había aceptado cuando decidieron ser padres. Y si fue un accidente, pues qué lástima, que la próxima vez tuvieran más cuidado. Estaba siendo una poco vengativo, pero estaba harto de todo y ya le daba igual si era infantil o no hacer eso cuando tenía treinta y dos años mentalmente). Comer. Echar gases (eructar, en resumen). Mear y cagar. Ser cambiado de pañal. Dormir. Repetir. Eso cada cuatro o cinco horas.
Por suerte, fue sólo como el primer mes y Harry podía jurar que esa espantosa y traumatizante etapa había pasado muy rápido. No recordaba que Teddy tardara tan poco en descubrir cómo no hacer sus necesidades en el pañal sino en el váter. Mierda, podía hasta gatear y medio andar (no era ni andar ni medio andar. Era ponerse de pie con mucha ayuda de sus alrededores, dar un paso y caer de culo como una piedra pesada al fondo del mar). Y ya había abierto los ojos, sin dolor alguno (Harry suspiró de alivio). Era mágico, de verdad. Poder ver así de bien sin gafas. Tenía que decir que al menos en esta vida tenía una muy buena vista y no tener que darse porrazos contra cualquier cosa cuando tenía sus gafas porque no podía ver más allá de su propia nariz.
Lo que más le sorprendió era que sus padres no estuvieron sorprendidos por su rapidez de crecimiento. Había entendido algo de lo que decían (bendito sea el cerebro de un bebé. Literalmente era como una esponja. Aunque también ayudaba que tuviera su propia experiencia en Oclumancia y, un poco meno, en Legeremancia. Al parecer no era tan malo. No era un prodigio, peor sí tenía algo de talento como para ser un poquito mejor que la media en esas ramas de la magia. El único problema fue que era un maldito vínculo en el alma lo que le relacionaba con Voldy). Algo de que era algo normal en realidad en vez de estar avanzado para su edad. Algo de que venía de familia. Aunque al parecer el avance solo incluía lo físico, lo mental era más normal. Pero se había reído cuando dijeron 'normal'. Algo había ahí que a Harry le daba un presentimiento. Ni bueno ni malo, solo un presentimiento de algo. No era especialmente religioso (los Dursley eran cristianos y a él nunca le habían caído bien. Podría haber seguido su religión para que no recibir castigos, pero no era cristiano. Y tampoco estaba muy al tanto de la religión mágica, solo que se parecía más a los paganos pero con magia. Aunque sí entendía que dieran sus debidos respetos a la magia, eran mágicos después de todo. Lo que no entendía era por qué el lado 'lumínico' no podía entender eso), pero rezaría por que fuera algo bueno.
Fue cuando ya tenía tres meses y medio cuando se enteró de su nombre. Bueno, lo que suponía que era su nombre. 'El pequeño Lu', le llamaban... Solo esperaba que fuera un mote.
Ah. Y sí, había dicho padres sin comillas ni nada. Había pasado muy poco tiempo, pero ya eran su familia. No pudo evitar cogerles cariño.
¿Lily y James Potter hubieran sido iguales o parecidos? ¿Hubieran cuidado de él hasta hartarle y más? ¿Hubieran sonreído y reído con humor y alegría a pesar de despertarles cada cuatro horas? ¿Le hubieran dado besos y abrazos hasta el punto en el que prefería estar quieto en sus brazos que andar y moverse? No lo sabía. Y eso fue lo que le hizo dudar. No podía negar que Lily y James le amaban. Pero tampoco podía afirmarlo. Lily murió por él, PARA que él siguiera vivo. Pero pudieron hacer las cosas mejor, ¿no? Podrían haberse escondido mejor o elegir un mejor guardián del secreto. Podrían haber sido ellos mismos los guardianes, ¿no? Podría haber crecido con ellos. Le daba rabia, MUCHA rabia. Pero le enfadaba más no saber si hubiera sido igual que el hecho de que no sucediera.
"Lu-chan." Una voz le llamó la atención. Era su madre. Y sí, en este mundo al parecer algunas personas utilizaban a veces sufijos japoneses (y era otro mundo porque esa 'energía' dentro de él o lo que quiera que fuera no estaba antes ahí). "¿Qué quieres comer?" Su madre siempre le preguntaba que qué quería de comer a pesar de que no había dicho ni una palabra en esta vida. Lo más gracioso era que a ella se le daba fatal cocinar, era su padre el que cocinaba. "¿Quieres comer algo con carne de tigre? Venga, vamos a cazarlo." Siempre le llevaba a cazar. ¿Cómo podía matar a un tigre de un golpe con él en brazos? Espera un segundo. ¿Cómo estaba ya a la altura de preguntar eso y no hacer la verdadera pregunta? ¿Como podía matar a un tigre de un golpe? Con o sin él en brazos.
"Mmmm..." Aunque a su madre no se le daba bien cocinar, sí que cantaba bastante bien. Tenía una buena voz, pero solía solo tararear antes que cantar.
"Mama." Ahí estaba, lo había dicho.
Su madre se paró un momento a mirarle, sorprendida.
"¡Lu-chan! ¡Has dicho tu primera palabra! ¡Estoy tan orgullosa de ti! ¡Verás cuando le cuente a tu padre que has dicho 'mama' en vez de 'papa'!" Su madre era un poco chinchosa. Y le encantaba trollear a la gente. Pero la quería así.
Para Harry todo se volvió borroso a pesar de su nueva y fantástica vista. Su madre corría muy rápido, había que mencionar.
"¡Cariño! ¡Lu-chan dijo su primera palabra! ¡Fue 'mama'!"
"¡¿Qué?! ¡Es genial! Espera un segundo..."
"¡Ja! Gané. Llama a oka-san otra vez, Lu-chan."
"Noooooooo."
La sonrisa ganadora de su madre estaba llena de orgullo.
"Papa." Se lo había ganado. No iba a hacerle sufrir más. Su padre se puso a llorar de alegría cómicamente. ¿Eran eso ríos en vez de lágrimas?
"¡Lu-chan! ¡Yo también te quiero! Vuelve a decir papa."
"No. Di mama otra vez, pequeño Lu."
Fue una tarde estupenda... ¡Espera! ¿Cuándo había traído su madre al tigre? ¿Lo había arrastrado hacia la casa sin que Harry se diera cuenta?
"A-l-i-c-e."
"Ariz."
"D."
"Zi."
"L-u-n-e."
"Run."
"L-u-c-k."
"Rac."
"Bien hecho, Lu-chan. Estás mejorando. Mira se escribe así. Tu nombre."
"Ariz Di Run Lak." Repitió Harry como podía. La boca de un bebé ponía difícil el hablar.
"Sí, sí. Ese es tu nombre. ¿Ves? Esta parte dice Alice. Y aquí D., Lune y Luck."
Estaba en una sesión de habla con su padre. Faltaban unas semanas antes de su primer cumple y sus padres ya estaban planeando la pequeña fiesta familiar.
"Cariño. También deberías incluir nuestros nombres. Para que nos recuerde siempre y que le queremos mucho." Su madre siempre a lo importante. Harry todavía no conocía el nombre de sus padres. Siempre se llamaban entre ellos cariño o cualquier otro mote cariñoso.
"Alice D. Ress." El nombre de su padre.
"Luck D. Haon." El nombre de su madre.
"¿Ves, pequeño Lu? Alice es mi apellido y Luck es el de tu madre. Los dos somos D., lo entenderás mejor cuando seas mayor pero hay un dicho que dice que los D. siempre provocan tempestades. Yo no adopté el apellido de tu padre. Sinceramente, me parece una acción muy irrespetuoso hacia las mujeres el adoptar el apellido del hombre con quien se casan. Así que me quedé con el mío. Los del pueblo pueden decir lo que quieran. Además, tienes mi apellido como nombre para que tengas una parte de los dos en tu nombre. Mola, ¿eh? Ah. Y Ress es el nombre de tu padre y el mío es Haon. Aunque parece que dices T-rex cuando pronuncias su nombre. Harararara."
"¡Hey! ¡Qué mala eres conmigo! Fifififi."
Sus risas eran muy extrañas pero muy contagiosas.
"Yihahahaha." Y esa era su risa. Le sorprendió mucho la primera vez que se rió. ¿Sería hereditario?
Espera un segundo... ¿Se llamaba Alice? ¿Pero como apellido? ¿Desde cuándo Alice era un apellido?