Qué Es La Voluntad De Un D

Harry Potter - J. K. Rowling One Piece
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Qué Es La Voluntad De Un D
Summary
Estaba todo allanado. Millones de años fueron los que formaron montañas, valles y el resto de formas geográficas. Pero en solo unos pocos años en comparación, había paisajes enteros completamente aplanados. A cualquiera que lo viera le daría un escalofrío. ¿Cómo podía existir algo que causara toda esa destrucción?Harry puede dar testigo de que fue la idiotez de la humanidad. Era algo tan simple y evidente, pero de lo que nosotros mismos no nos damos cuenta o, al menos, no queramos darnos cuenta.Todo iba bien. Murió. Tampoco era que si moría era algo bueno no. Lo que quería decir era que era natural. Luego todo se fue a pique y, tras unos momentos raros entre susurros, volvió a estar vivo. No me pertenecen ni One Piece ni Harry Potter.
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Las muertes aún no han terminado

¿Sabíais que había otros tipos de animales no mágicos más allá del gato, el perro, el resto de mascotas y las pobres especies atrapadas en el zoo?

¿Sabíais que había más paisajes a parte de las típicas colinas, los edificios y casas amontonados, y los lugares con magia? ¿Que podían ser mágicos a pesar de no contener ni una pizca de magia?

¿Sabíais que había más tipos de sonrisas a parte de la de 'estoy bien pero no tan bien' y la de 'estoy contento'? ¿Como la de 'te adoro' y la de 'eres mi mundo'?

¿Sabíais que hay más puntos de vista del mundo de los que imaginabais? ¿Sabíais que hay más experiencias de las que habéis experimentado o de las que habíais oído hablar alguna vez?

¿Sabíais que algo tan pequeño puede romper y destrozarte la vida? ¿Sabíais que por algo aún más pequeño, sólo un par de comentarios y sonrisas, puede evitar que se destroce del todo?

¿Sabíais que hay gente de verdad en algún lugar del mundo que sonríe no solo ante la muerte, sino también, y con aún más razón, por sus seres queridos a pesar de estar muriendo?

Porque todo eso existe. Harry lo había visto con sus propios ojos. Lo había sentido en su propia piel. Y lo había presenciado de primera mano sin filtros y sin nada con lo que suavizarlo.

Habían sido unos buenos años. Tres años, para ser más exactos.

Al principio podía ser fastidioso volver a aprender a sentarse, gatear, andar, hablar... da igual lo rápido que fuera para un bebé, era algo molesto y definitivamente tedioso. Pero pronto te das cuenta de la falta de responsabilidades, las cero expectaciones con las que te mira el mundo... Y Harry tenía la suerte de tener dos padres que le querían tanto y tan intensamente. No había ningún momento aburrido con ellos. Y puede que no siguieran las normal de lo normal muchas veces (ir de caza, especialmente tigres y osos, con tu niño en brazos; causar un mini-incendio en el bosque para quemar la prenda de ropa favorita de tu esposo porque este te no te dijo nada por el nuevo corte de pelo que tienes; deprimirse al descubrir dónde ha acabado dicha prenda de ropa con un aura deprimente que se puede hasta ver...), pero no podría haber tenido unos mejores padres.

Personas que se alegran sólo con verte, que sonríen como el sol cuando les dedicas un beso baboso y mal dado, que hacen que tu día a día nunca sea aburrido... Eso era lo que se sentía al tener padres.

Y en esos tres años en los que no pudo ser más feliz, aprendió cosas sobre el mundo en el que estaba.

Al parecer, este mundo era mar y más mar con numerosas islas a lo largo de las grandes y azules masas de aguas. Aprendió sobre los cuatro Blues, cuatro mares en los que la gente más 'normal' solía vivir. Le hablaron sobre el Grand Line, un sitio en el que la vida empezaba a perder el sentido común y en el que los campos magnéticos hacían inútiles las brújulas de los Blues. Descubrió que el Grand Line estaba separado en dos partes: el Paraíso y el Nuevo Mundo. A algunos les podría parecer que el nombre Paraíso, la primera mitad del Grand Line, era sarcasmo puro y duro, pero era todo lo contrario. Comparado con el Nuevo Mundo, el Paraíso se merecía su nombre.

También aprendió sobre los poderes que gobernaban su mundo. Los Dragones Celestiales estaban en lo alto de la cadena alimenticia, podían hacer lo que quisieran (violar, tener esclavos, matar sin motivo...) y sin ninguna consecuencia negativa como castigo. El Gobierno del Mundo eran los políticos que establecían el poder de los Dragones Celestiales. Y la Marina aseguraban que estos Dragones Celestiales siguieran en el poder. La Marina podía hablar de justicia, y era verdad que algunos estaban ahí para eso, pero había mucha corrupción y la creación de esta institución ya estaba manchada de dicha corrupción.

Luego estaban los piratas. Había un balance entre los poderes del mundo. La Marina era uno. Y los piratas otro. Más concretamente estaban los piratas de Rocks, una tripulación liderada por Rocks D. Xebec, alguien famoso y temido por su creciente poder e influencia, alguien que iba conquistando lugar tras lugar en el Grand Line, reinos enteros, porque proclamaba que sería el rey del mundo.

Y Harry y sus padres se encontraban en una isla desierta de gente, solo estaban ellos, las plantas y los animales. Decían que una vez navegaron por los mares, descubriendo partes de estos y teniendo sus propias aventuras. No fueron piratas ni tampoco marines. Simplemente navegantes de sus propios barcos errantes. Porque querían libertad, la libertad que les daba el mar y los cuatro vientos. Tuvieron que parar por un tiempo para criarle a él porque los mares del Grand Line no era un muy buen lugar para criar a un bebé. Ellos siempre se quedaban mirando al mar, con anhelo e ilusión. Harry no podía culparles. A pesar de no vivir en un barco, no tardó mucho en saber cómo navegar y cómo funcionaba un barco. Le llevaban continuamente a pescar. Y desde la primera vez que se subió a un barco, Harry se sintió como en casa. El viento en la cara, con el olor del mar y la humedad rozándole la piel. Era una sensación increíble. Empezó a entender por qué sus padres le decían que el mar los llamaba y que algún día, cuando él creciera más, navegarían juntos por esos mares que tanto les atraían.

Las historias de sus aventuras eran alucinantes. Islas en el cielo y mares blancos, los llamados Minks y los tritones y las sirenas, los gigantes y Gyojins, las razas de la luna y razas casi extintas...

Sus padres no eran piratas porque no querían ser perseguidos, sólo explorar, y tampoco eran marines porque querían navegar como quisieran, libres por los mares. Habían sido en algún momento comerciantes errantes para conseguir dinero.

Y después de todas sus aventuras, se instalaron en una isla sin gente para no meterse en problemas con los piratas o los marines. Allí, en esa isla en algún lugar del Paraíso, no tenían la protección de nadie, pero tampoco tenían ninguna amenaza. Perfecto para criar a un niño, decían.

Otra cosa curiosa era que a veces escuchaba voces. Bueno, no del todo voces, pero era lo más parecido que había para lo que conseguía captar. Sus padres le contaron sobre algunas habilidades misteriosas, como el insaciable hambre de los D. Además de algo llamado La Voz de Todas las Cosas.

No era del todo eso. No podía escuchar a todo ser vivo ni a todas las cosas inanimadas. Solo susurros relacionados con la muerte. A veces eran de animales de la isla, otras veces de las plantas e incluso de personas más allá de esa isla. Y el mar, el mar lo podía escuchar de vez en cuando. Contando pequeñas historias de lo que pasaba en sus aguas.

No estaba seguro de lo que era, pero eran voces a las que tenía que prestar bastante atención como para escucharlas.

Todo eso se desmoronó de repente. Su madre, su querida madre capaz de partir gigantes rocas con sus manos, resultó estar enferma.

Pasó tan de repente... Su padre había ido a pescar y estaría un par de días afuera. Harry estaba ayudando a su madre a tender la ropa, pero ella cayó al suelo sin más. Harry, con toda la fuerza que tenía a los tres años, logró arrastrarla hasta la cama. Tenía fiebre y de vez en cuando tosía. Era muy extraño porque ella nunca había enfermado.

Cuando cayó la noche, su madre se despertó con su querido Lune durmiendo a su lado arrodillado ante la cama en la que ella estaba tumbada. Lune se despertó de repente (¿y cuándo empezó a ser Lune en vez de Harry?) en cuanto notó a su madre moverse.

"Ssshhh, mi pequeño Lune. Déjame contarte una historia. Había una vez un mundo en el que la gente normal vivía sus vidas normales. Comían, dormían, hablaban, sonreían, lloraban... y todo eso sin saber lo que había más allá, más allá de esa vida normal. nunca se pararon a pensar que había mucho más de lo que pensaban. Así es la gente, ignorando lo que hay afuera de su pequeño y reducido mundo. Dragones Celestiales se hacían llamar los culpables de lo que había más allá.

Tenían el poder, el dinero y la influencia para hacer todo lo que querían. Y estoy segura de que tú eso ya lo sabes. Pero, ¿sabes la verdad de la esclavitud? Puede que no lo parezca, pero diariamente hay al menos uno o dos barcos que navegan por el mar con mercancía viva, con gente de cualquier raza que han sido condenados a una vida sin libertad. ¿Qué puede haber más cruel que que te roben la libertad? ¿Qué puede ser peor que vivir sin estar viviendo?

No les tengas lástima, porque ellos seguramente no la querrán. No les mires mal por que no tengan esa libertad.

Pero tampoco los ignores como si su realidad no exista, como si ellos o su situación no fueran reales. Ni mucho menos los mires con asco, porque no son inferiores a ti ni tú eres inferior a ellos.

Y de entre esos esclavos sin libertad, entre esas personas vivas que no viven, entre ellos, una vez estuve yo. Esa marca que habrás visto en mi espalda y esas pesadillas mías que alguna vez habrás escuchado alguna vez en mitad de la noche, indican mi pasado. Algo que fui obligada a ser y que no quise ser.

Yo fui una esclava y, por mucho tiempo, me avergoncé de serlo. Escapé de servirles, pero no escapé de sus garras. Seguía escondiendo mi marca y seguían alejándome de la gente por vergüenza a lo que fui.

Pero un día, llegó tu padre, ese tonto que conoces tanto, ese idiota que no se acuerda a veces de atarse los zapatos. Fue sin querer, la verdad. Vio mi marca y yo fui a pegarle y a huir inmediatamente. Pero antes de hacerlo, vi su cara. No había cambiado de expresión, como si el hecho de haber sido una esclava no significara nada. Le pregunté cómo podía seguir con esa expresión a pesar de descubrir que yo fui una esclava. Me dijo que no es que no importara, porque sí que importaba. Una parte de mi pasado y, como tal, en lo bueno y en lo malo, era una parte mía aunque no lo quisiera. Pero no significaba que fuera mi límite, lo máximo que podría llegar a ser. Era parte de mía, porque era mi pasado, pero no era yo, no del todo, porque había más de mí que sólo una parte de lo que me pasó.

Fue entonces ahí cuando descubrí que, hasta ese momento, no había logrado dejar las garras de esos Dragones Celestiales. No cuando seguía con lo de vivir sin estar viviendo.

Ya no me avergüenzo ni tampoco me arrepiento. Conocí a tu padre y te conocí a ti. ¿Por qué me arrepentiría de algo que me llevó hasta vosotros?

Y ya hace años que sé sobre esta enfermedad mía, contraída en mi época de esclavitud. Ya era demasiado tarde como para librarme de ella, fue demasiado tarde por demasiado tiempo. Pero sigo sin arrepentirme ni un pelo. No con vosotros en mi vida.

Tampoco me arrepiento de estos años. He luchado, no sólo contra esos tigres y esos osos del bosque, sino que también he luchado por estar aquí para verte crecer. Poco antes de quedarme embarazada de ti, yo ya sabía que me quedaba solo unos pocos años de vida. Pero fuiste tú, incluso antes de nacer y luego al nacer, el que me dio más fuerza para seguir. Puede que no lo haya conseguido del todo, que no te vaya a ver en tu adolescencia o cuando seas adulto, pero estos tres años no los cambiaría por nada del mundo.

No te voy a mentir estoy llegando a mis límites, los superé hace ya tiempo, pero quiero que sepas que te quiero, que quiero que seas feliz. Que pases malos y buenos momentos, que te equivoques, que te caigas, que vuelvas a levantarte y que aprendas de todo eso. Quiero que vivas y quiero que, sobre todo, te acuerdes de nosotros. No puedo negarlo, soy un tanto egoísta, lo suficiente como para querer que no te olvides de nosotros a pesar de que eso te haga daño. Pero, ¿sabes qué? Soy una persona y de vez en cuando me gusta ser egoísta y muchas otras no puedo evitar serlo. No tienes que quedarte sólo con nosotros. Conoce a más personas y más. Pero acuérdate de nosotros, ¿vale?"

Lune vio cómo su madre cerraba los ojos. Por suerte, solo estaba dormida otra vez, bajo esa terrible fiebre.

Lune vio al sol salir al día siguiente, junto con un barco que indicaba la llegada de su padre.

Corrió, aunque a veces se tropezara por las raíces de los árboles. Pero su padre... No estaba en mejores condiciones que su madre. Había vuelto, como había prometido antes de irse. Pero le faltaba el brazo derecho y la pierna izquierda. Tenía un gran zarpado en el pecho y parecía que el hombre se iba a caer en cualquier momento.

Lune tuvo que volver a la casa para ir a por lo que necesitara para ayudar a su padre antes de moverlo a otro sitio que no fuera el barco medio destrozado en el que estaba.

La crema desinfectante que su padre hacía a mano, vendas limpias para cubrir las heridas...

Acabó consiguiendo llevarlo hasta otra cama en la casa.

Una vez allí, esperó a que alguno de sus padres despertara.

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