
Capítulo 3
El tren arribó cuando el cielo se oscureció. Petunia salió del compartimento para irse a colocar la túnica escolar, luego Marrow también se fue.
Al llegar a la estación fueron recibidos por un hombre muy alto, tan alto como un árbol, con él llevaba una farol.
—¡Primer año!¡ Síganme!— dijo en voz alta y con una sonrisa bonachona.
Petunia tuvo que dejar su bolso y baúl, más bien abrió el baúl guardando su bolso con copito. Solo Dios sabe como reaccionaria Lily si se llegará a perder ese conejo.
Siguiendo al señor gigante, Petunia avanzó en grupos hasta la orilla del lago donde le esperan botes con un farol.
—¡No mas de cuatro por bote!— indicó el señor gigante.
Petunia se subió a uno, rápidamente Marrow se subio con ella, luego otra niña se subió. Rápidamente la identifico como la hermana de la señorita Black.
Notó que su cabello estaba recogido con un broche plateado que resaltaba en su cabello negro, al parecer la señorita Bellatrix la reconoció porque arqueo una ceja pero no comentó nada.
Al bote también se subio el Heredero Prewett, lo sabia por el lunar cerca de su ojo derecho. Los botes partieron cuando todos estuvieron a bordo.
Una sonrisa se dibujo en el rostro de Petunia cuando divisó el castillo iluminarse en la noche, podría sentir la magia hacerle cosquillas en los dedos, estaban tan concentrada en sentir la magia que un grito la quitó de su ensoñación.
—¡Mis lentes!¡ Se me han caído mis lentes!— Marrow estaba inclinada sobre el bote mientas seguía gritando.
—¿Qué te pasa?— dijo la señorita Bellatrix claramente molesta por los gritos.
—Se han caídos mis lentes al lago— sollozó Marrow.
—Espera que lleguemos a la orilla— contestó Petunia mientras le dio un par de palmadita en la espalda— Tal vez algún maestro te ayude a encontrarlos.
—Si es que el Calmar Gigante no se los haya comido ya— agregó la señorita Bellatrix provocando otro sollozo de Marrow.
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Fueron conducidos a un vestíbulo grande donde la profesora McGonagall ya los estaba esperando con un gran pergamino enrollado en sus manos.
—Muchas gracias por traer a los alumnos Hagrid— dijo la profesora McGonagall.
—Es un placer profesora— sonrió el señor Hagrid.
El gigante se fue dejándolos solos con la profesora. La profesora con su mirada seria los empezó a mirar hasta que vio a Marrow sollozó.
—¿Por que llora, señorita....— preguntó tratando se adivinar quien era.
—Judith Marrow— contestó ella limpiándose las lagrimas con la manga de su túnica.
—A Marrow se le han caído los lentes al lago y ahora no puede ver nada— contestó Petunia.
—No estoy ciega— dijo Marrow con los ojos entrecerrados— Solo veo borroso.
—Ya solucionaremos el asunto de los lentes— respondió la profesora. — Primero tendremos la selección de la casa, y luego de la cena arreglaremos el asunto de sus lentes.
Marrow asintió con la cabeza.
La profesora indicó que la siguieran, Petunia miró como Marrow avanzaba a paso lentos y los ojos entrecerrados.
Las enormes puertas se abrieron dejando ver un gran Salón con velas flotantes y un cielo lleno de estrellas. La profesora los guío por el corredor, cuatro largas mesas con alumnos ya puestos en ellas, Petunia rápidamente se enderezó, mostrando confianza externa.
La profesora McGonagall ponía en silencio un taburete de cuatro patas frente a los de primer año. Encima del taburete puso un sombrero puntiagudo de mago. El sombrero estaba remendado, raído y muy sucio.
Durante unos pocos segundos, se hizo un silencio completo. Entonces el sombrero se movió. Una rasgadura cerca del borde se abrió, ancha como una boca, y el sombrero comenzó a cantar. Fue extraño escuchar cantar a un sombrero desafinado.
Petunia arrugó la nariz cuando le dijeron que debía ponerse el sombrero.
—Ugh no, me puede contagiar de piojos— pensó Petunia.
La profesora empezó a nombrar por orden alfabético. A una chica llamada Annabelle Avery fue clasificada en Slytherin, así pasaron todos con A, luego siguió la B.
—Bellatrix Black— llamó la profesora.
La señorita Bellatrix avanzó con una sonrisa de confianza y la cabeza en alto,se sentó como toda una dama en el taburete mientras le colocaban el sombrero, pasaron menos de un minuto antes que el sombrero exclamará: —¡Slytherin!
Ella con una actitud radiante caminó hasta la mesa de los Slytherin. donde la señorita Black aplaudía con una sonrisa de orgullo
La B continúo, siguió la C, después la D y finalmente la E.
—Petunia Evans— llamó la profesara. Petunia camino con paso seguro hasta el taburete, con cuidado se sentó y espero que ese sombrero no la infectará de piojos.
—Vaya, vaya— dijo una voz dentro de su cabeza. — Una mente fuerte. ¿Donde te pondré?
—Al lugar que pertenezco—respondió Petunia.
—¡Slytherin!— gritó el sombrero. La profesora McGonagall le quitó el sombrero y Petunia camino hasta la mesa de su casa.
Hubo aplausos, pero eran corteses y fríos. Petunia se sentó a lado de la señorita Bellatrix, pero ella no la vio. Petunia se quedó callada, y vio a su alrededor.
Una mirada rápida, se dio cuenta que eran la mayoría era de familias antiguas por el aura.
—Genial— pensó Petunia— Acabo de entrar a la boca del lobo.
La selección continuo, pasaron los hermanos Lestrange (Rodolphus y Rastaban) siendo rápidamente seleccionados a Slytherin.
—Judith Marrow— llamó la profesora. Marrow, caminando lentamente por la falta de visión hasta el taburete, siendo ayudada por la maestra a sentarse.
El sombrero descendió a su cabeza, y luego de algunos segundos gritó "Slytherin". Marrow se puso de pie desorientada, la profesora tuvo que girarla hacia la dirección de la mesa.
Marrow llegó con ellos con los ojos entrecerrados.
—Dejarme ayudarte— dijo Petunia tomándola de la mano.
—Gracias— Marrow se sentó junto a ella.
Era una suerte que estuviera ciega como un topo, así ella no veía las miradas de toda la mesa sobre ellas.
Los gemelos Prewett fueron a Gryffindor.
La cena fue servida, Petunia comió en silencio. Luego, un hombre de larga barba se paro y empezó a dar el discurso de bienvenida, dando indicaciones de los lugares prohibidos.
Al final fueron conducidos por dos chicos grandes, que tenían una bonita placa en su túnica, hacia la sala común. Petunia todo el camino llevó a Marrow sujeta de la manga de su túnica para que no se perdiera o se cayera.
El camino hacia la común iba hacia las frías mazmorras iluminadas por antorchas. La puerta de entrada de piedra.
—La contraseña es "Victoria in sanguine"— dijo el chico mayor.
—Y está estrictamente prohibida decirle la contraseña a alguien externo a Slytherin— continuo la señorita.
La entrada se abrió dejando ver la sala común de Slytherin. Petunia la sintió algo fría.
La sala era oscura, con candelabros de plata, sillones que a simple vista se notaba que eran finos y caros. Las paredes están adornadas con tapices que relatan las aventuras de medievales.
—¡Ha nuevos Slytherin!— dijo un mago con gracioso bigote y sonrisa amplia— Bueno muchachos, mi nombre es Horace Sloughorn, seré su jefe de casa y maestro de pociones. Saben que pueden contar conmigo y los prefectos. Se que el heredero Fawley y la señorita Burke estarán dispuestos a ayudarlos.
Los dos prefectos se enderezaron ante la mención de ellos
—Por cierto. ¿Quien es Judith Marrow?— preguntó mientras sacaba los anteojos de Marrow del bolsillo de su túnica. — Recuperamos sus anteojos.
—Yo — Marrow alzó su mano, pero miraba hacia la chimenea y no al profesor Sloughorn.
Petunia le giró la cabeza hacia el profesor. Él le extendió los anteojos y Marrow se los colocó rápidamente.
—Bueno— dijo el prefecto Fawley— A la izquierda esta el dormitorio de los chicos y la derecha de las chicas.
—Es su deber mantener las habitaciones en buen estado. Tenderán sus camas cada mañana, los elfos se encargan de la ropa— siguió la prefecta Burke.— En cada cuarto esta una placa con el nombre de los habitantes. Cuatro alumnos por dormitorio. Sus baúles ya están, pasen buenas noche.
Petunia avanzó hasta los dormitorios. En la placa notó que tendría que compartir cuarto con Black , Avery y Marrow.
El lugar era amplio, con un gran tocador y cuatro armarios de madera negra. Camas grandes y esponjosas.
—Genial— dijo Avery claramente molesta— Bellatrix, pobre de nosotras. tendremos que pasar el resto de nuestra vida escolar con dos sangres sucias.
—A ni me nombres— contestó la señorita Bellatrix entrando al baño.
—No inicies una peleas— dijo Petunia a Marrow que lucia con ganas de saltar hacia Avery.
Petunia no dijo nada más, solo esperó que Black saliera del baño para poner el camisón. Antes de la medianoche, Petunia ya estaba durmiendo con Copito a su lado.