Realize

Harry Potter - J. K. Rowling
Gen
G
Realize
Summary
Cuando algo parece estar mal con el heredero Malfoy, Harry va a hablar con uno de los pocos adultos en que cree poder confiar.Tal parecer eso desencadena una serie de cambios también en su vida, la cual, con el paso del tiempo, mejorará, o eso esperaba.Una familia conformadas por personas que de alguna manera están rotas. Las posibilidades son prácticamente infinitas.
Note
¡Buenas! Nuevo fic, y otro Severitus más con la increíble participación de la futura relación de hermanos de Harry y Draco. Aunque todo a su debido tiempo.No piensen adorar mucho a Lucius aquí, y creo que no hace falta advertir de los Dursley.Alguna que otra referencia a los shipps canon: Romione, Hinny y Drastoria de forma secundaria.Publiqué esto hace unos días, y lo tuve que enviar a borrador por motivos de corrección, pero ya está de regreso. Siento las molestias.
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Otro problema ya no tan oculto

Entre más lo guardes, peor será. Déjate ayudar.


Extrañamente, los hechos que pasaron después de lo sucedido en la noche no fueron tan malos. Si bien Snape vino enfurecido a la mañana siguiente por culpa de salir de su habitación en mitad de la noche, lo único que se ganó fue una advertencia de no volver a hacerlo, y unas pocas tareas que debía hacer en los terrenos exteriores de la mansión. Harry no se quejó, pues pasaría un rato al aire libre.

Por ello, después del desayuno fue directo a la puerta que daba al exterior, aunque no llegó a mucho, pues la voz de Snape le cortó.— Hay un abrigo en su habitación, Sr. Potter. Vaya a por él y póngaselo.— ¿Snape ofreciéndole ropa? ¿Desde cuando eso era posible? “Ya lo hizo el día de la enfermería.” Le dijo una voz en su cabeza. 

“Sí, pero en esa ocasión tenía que hacerlo sí o sí. Aquí simplemente me podía dejar salir con lo que llevo puesto. Seguro que se enfada luego” Respondió Harry. 

“Aprovéchalo, estúpido. Además, ¿no te despertaste anoche con un pijama que tampoco era tuyo? ¿Y esta mañana no tenías otro conjunto que, casualmente, tampoco te pertenecía?”

“Eres insufrible.”

“Me alegra que pienses eso de ti mismo.” Harry suspiró rendido. Hoy tenía que levantarse con una voz sarcástica en su cabeza. Gracias destino.

— ¿Se va a mover, Sr. Potter, o prefiere mirar a la nada por un rato más?— Las palabras de su profesor lo sacaron de la discusión que tenía consigo mismo. Murmurando un “Lo siento”, cambió su rumbo hacia la habitación. Un abrigo, de color negro, para no variar, se encontraba bien doblado en una esquina de su cama.

Una vez puesta la prenda salió, con la intención de ir  a uno de los invernaderos que tenía la propiedad, con una lista mental de cada tarea que debía hacer, y en qué orden ejecutarlo.

Observó lo mejor que podía y con cuidado cada detalle del exterior. Si bien hacía frío y el viento estaba algo fuerte, como en el día de ayer, la lluvia ya no estaba presente, y unas nubes algo grisáceas adornaban el cielo.

Forzó un poco la vista para ver cada detalle del lugar, pero tuvo que parar al notar el pequeño dolor de cabeza que empezaba a formarse. Algún día conseguirá unas gafas nuevas, cuando tenga 17 años y salga del cuidado de sus tíos, lo más probable.

Entró en el invernadero sin muchos problemas más. Tras echarle un vistazo a las plantas que debía cuidar fue hasta la vieja mesa de al lado de la entrada, donde Trey le dejó todos los materiales que requería.

Su mente desconectó en el momento en que empezó a trabajar, como siempre pasaba cuando se encargaba de las flores de su tía. El cuidado entre las flores de su tía Petunia y las del invernadero de Snape no variaba mucho, pues si bien es verdad de que algunas pocas aquí venenosas, no eran difíciles de reconocer, sobre todo gracias a herbología y a las conversaciones con Neville.

El tiempo pasó volando mientras el chico hacía las tareas. Cuando menos lo esperó, alguien más entró al lugar, empujando la puerta de vidrio con suavidad.

— ¿Potter?— Habló el recién llegado captando la atención de Harry, quien giró con rapidez su cabeza. Estaba sorprendido, debía admitir. Malfoy diciendo su nombre con tan poco veneno era algo que jamás pensó escuchar.— Es hora de almorzar.— El azabache asintió, sacudiendo sus manos para quitar algo de suciedad que traían sus guantes.

— Podrías haber enviado a Trey. 

— Necesitaba respirar algo de aire fresco.— Aclaró como si nada mientras se apoyaba en la mesa. Harry lo miró sospechoso por unos momentos, ese comportamiento en el rubio era extraño.— Y será mejor que te laves antes de nada.— En la cara de Draco se formó una mueca de disgusto que provocó una pequeña sonrisa en Harry. 

“Eso sí que no cambiará.” Pensó el ojiverde.

Ambos chicos partieron rumbo al interior de la mansión sin pronunciar ninguna palabra, y de igual manera se separaron, cada uno yendo a una dirección diferente.

Harry se aseó rápidamente en el baño de su cuarto, quitando la mayor cantidad de tierra y polvo posible. Sus pensamientos, a su vez, intentaban buscarle alguna lógica al extraño comportamiento que recién tuvo Malfoy. Estaba claro que lo de querer salir a respirar aire fresco era mentira, hasta él pudo notar eso, entonces, ¿por qué mierdas vino? ¿Habrá sido para asegurarse de no tuviera intenciones de contar lo pasado en la noche anterior? Porque ya adelantaba de que no las tenía. Daba igual cuánto odiara a la serpiente, no había razones para extender un rumor tan personal por todo el colegio. ‘Y Merlin sabe lo mal que me pondría yo si eso me pasara a mí.’

— ¡Potter! ¡Baja ya de una vez!— Oyó gritar a su maestro de pociones.

— ¡Ya voy!— Replicó él, saliendo con prisa del lugar.


Poco a poco Severus iba descubriendo el misterio que había detrás de Harry Potter. La visita a la casa de sus tíos fue el principal desencadenante, y a partir de allí cada tanto descubría algo nuevo.

Lo último, recién sacado del horno, fueron las posibles pesadillas que el chico, al igual que su ahijado, estaba teniendo. 

No sería nada anormal tras saber por lo que el mocoso había pasado, pero era una posibilidad que nunca pensó. Fue gracias a esa conversación que oyó entre Trey y Potter que aclaró sus ideas.

Gracias a la buena capacidad auditiva que tenía escuchó como el elfo le ofrecía la taza de chocolate caliente, además de la explicación que la criatura dió ante el desconcierto del chico.

Por lo que, a la mañana siguiente, antes de que ambos chicos bajaran a desayunar, tuvo una pequeña conversación con el elfo.


——Esa mañana——

Trey sabe todo lo que pasa en esta casa, Maestro Señor Severus Snape. El joven señor Harry Potter tampoco está pasando por el mejor momento.— Le dijo la criatura tras la pregunta hecha por su amo. Severus asintió, ya intuía esa parte.

— ¿Qué más sabes?

El joven señor Harry Potter está usando un hechizo que Trey conoce muy bien.— El elfo paró por un momento, dudando si continuar. El pocionista, por una vez, no metió presión, solo esperó a que la criatura siguiera hablando.— La habitación del joven señor está rodeada por una barrera de hechizo silenciador, Amo Severus Snape, aunque Trey ha conseguido escuchar por poco tiempo, y no le ha sonado bien.— La idea de que el chico utilizara ese encantamiento le sorprendió. ¿En qué momento lo aprendió? Si no recordaba mal no entraba en el temario hasta cursos superiores. Además, parecía que esos terrores nocturnos eran potentes si había entendido bien las palabras y articulaciones del elfo.

Deberá tener una urgente charla con Potter, porque daba igual cuánto odiara al mocoso, que unas pesadillas tan fuertes y reiteradas sean guardadas en la oscuridad no era para nada sano, y de eso, créanle, tenía experiencia.


Y estaba dispuesto a tener esa conversación con el chico, el problema era que aún no se había decidido cuándo. Aunque, ahora, tras el almuerzo, podría ser un buen momento. No creía tardar más de una hora, y luego ya se pondría a corregir más ensayos de niños incompetentes- ¿Por qué le estaba dando tantas vueltas a una idea más que lógica?

— Potter, acompáñame a mi despacho, Draco, haz lo que quieras, pero no vengas allí.— Ordenó Severus una vez vio que los tres terminaron de comer. Con cabeza alta, paso decidido, y sin asegurarse de que el león le siguiera, tomó rumbo a su despacho.

Entró en él y esperó a que Potter también lo hiciera para cerrar la puerta. Luego tomó asiento detrás del escritorio principal, y con una seña le pidió a Harry que también se sentara.

— ¿De qué quería hablar, señor?— Potter fue el primero en cortar la leve tensión que se creó, moviéndose algo disconforme en su asiento.

— Me han llegado algunas… noticias que me conciernen.concernant.— Explicó el pocionista. Harry, algo intrigado y temeroso por saber a lo que se refería el mayor, se encorvó hacia delante sin darse cuenta.— ¿Últimamente ha estado durmiendo bien, señor Potter?— No se le pasó de vista el estremecimiento del chico tras escuchar la pregunta.


Que Snape le pidiera acompañarlo a su despacho ya era mala señal, aún más cuando el hombre sabía perfectamente que no había terminado su trabajo. Que poco después hiciera esa pregunta hizo que estallaran sus alarmas.

Snape no debía enterarse de eso. Con que ya supiera sobre su vida hogareña era bastante. No tenía necesidad de conocer lo otro.

— Bien, señor.— Mentir no era una mala opción, pero hasta él debía admitir que no sonó muy convencido. Su profesor también se dio cuenta de ello. “Oh, genial.” Comentó mentalmente.

— Creo que ambos sabemos que eso no es verdad.— Dijo cruzando sus manos.— ¿Me explicará ahora en qué momento le pareció una buena idea usar un hechizo silenciador?

— No es de tu incumbencia.— Snape alzó una ceja ante el comentario del chico.

— Ausente de modales… no me sorprende.— Comentó para sí mismo el hombre, negando con su cabeza.

— ¡Pero es la verdad! ¡Y qué si no duermo bien!— En este punto poco podía hacer Harry para evitar gritar más. Le daba rabia esta conversación en general. ¿No podía Snape hacer la vista gorda? ¿Ver y callar? ¿Acaso no tenía suficiente con lo que ya sabía?— ¡¿Qué mierda debe importarte a tí?!—  Un fuerte golpe se escuchó por toda la sala, golpe producido por el choque entre las dos manos de Snape y el escritorio. 

Harry, por inercia, dio un pequeño salto, y volvió a estremecerse. Sus ojos, de repente, encontraron muy interesante el suelo.

— Creo que es suficiente falta de respeto por ahora, Señor Potter— La voz de Snape volvió a su tono bajo y peligroso— y agradecería no ser gritado otra vez en mi casa.

— Lo siento.— Murmuró Harry, cubriéndose el rostro con sus manos. Severus solo suspiró e intentó relajarse.

— Está bien.— El azabache se movió rápidamente para mirar a su profesor, sorprendido por la forma Poco-Snape con la que reaccionó.— Lo digo por experiencia, Potter. Cerrarlos en una caja solo hará que la explosion sea más potente. Así que te prohibo volverlos a usar mientras estés aquí.

— Pero-

— No, Potter.— Cortó el profesor, sin dejar espacio para el argumento.— Sé que puede ser complicado, pero te pido que confíes en mí en este tema.— No muy seguro, Harry dudó. ¿Confiar en Snape? Sí, el hombre le había salvado varias veces durante los últimos años, pero la confianza en un adulto, y más cuando se trataba de su maestro de pociones, era un tema delicado.— No me importa que tus gritos me despierten si es por esa razón. No sería la primera vez que alguien lo hiciera.— Oír esa frase de Snape fue de alguna manera un alivio que ayudó a relajarle.

— Sí, Señor.

— Puede retirarse entonces, Sr. Potter. Termine sus tareas y luego tendrá el resto del tiempo libre hasta la cena.— Harry asintió, y no se lo pensó dos veces antes de levantarse y dirigirse a la puerta. Justo antes de salir Snape volvió a hablar.— Y ten en cuenta de que da igual lo que pase, o cuanto me enfade, nunca le trataré igual que esos familiares suyos.— Sabía que esa promesa no significaba mucho, pues solo eran palabras, pero algo lograron reconfortar.

— Muchas gracias. Buena tarde.— La puerta luego se cerró, dejando a Harry confundido por un lado, y a Severus pensativo por otro.


Según Harry logró tomar una decisión muy madura para su edad, la solución a su problema más reciente: era tan fácil cómo mantenerse despierto el mayor tiempo posible. Snape dejó un vacío en esa última norma que puso, nunca dijo nada de reducir sus ya escasas horas de descanso. 

Entre menos horas dormía, menos probabilidades de tener pesadillas, y que los otros dos habitantes de la mansión se enteren. 

No sería la primera vez que hiciera algo parecido, ya había pasado con los Dudleys, y el 80% de las veces salió bien.

Prefería no pensar en el 20% restante.

Al igual que el día anterior tuvo que tomarse una poción calmante para facilitarle el trabajo a Snape, pero a diferencia de ayer, una vez que el profesor terminó de aplicarle el ungüento, y tras despedirse con un ‘Buenas noches, Sr. Potter.’, Harry luchó por mantenerse despierto.

Al principio pensó que no lo conseguiría, pues había momentos en donde sus ojos se rendían, pero para su suerte, después de unos veinte minutos consiguió la fuerza necesaria para levantarse. 

La parte más difícil ya estaba hecha. Ahora solo debía entretenerse con algo mientras esperaba la hora para alistarse para el desayuno.

Nadie debería enterarse. Es un plan sencillo, pero eficaz.

Todo saldría bien. Se libraría de esto sin ningún problema.

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