Doppelgänger

Harry Potter - J. K. Rowling
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Doppelgänger
Summary
Ok, básicamente tiré los siete libros por la ventana con esto...Harry Potter salvó la piedra filosofal, pero Vomdemort logró escapar con el cuerpo de Quirrel. Los planes cambian y el Señor Tenebroso es traído de regreso antes de lo esperado.¿Por qué crees que esto se llama "doppelgänger"?
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¿Triturar o cortar?

Las cuatro hornallas estaban ocupadas, cada una con un enorme caldero lleno hasta la mitad de agua, aunque solo dos de las hornallas estaban encendidas.

Severus, aún metido en su túnica de enseñar, estaba parado frente a la mesa de trabajo donde tenía ordenadas todas sus herramientas y los ingredientes a usar.

Aramis estaba en frente suyo. Entre ellos había un pergamino con las instrucciones para el veneno y otro con las del antídoto.

Ambos empezarían por el veneno. Williams había sugerido que uno se encargara del veneno mientras el otro hacía la cura, pero Snape se había rehusado rotundamente. El maestro de pociones quería asegurarse de que esta vez todo funcionara como debía. El otro accedió sin mucha resistencia, reconociendo que no podía permitirse una repetición de lo de ese día.

Empezaron su tarea, cada uno trabajando sobre un caldero, Severus siempre manteniendo un ojo sobre Aramis. Primero midieron el veneno de acromantula. Trituraron huesos de la columna de una serpiente marina en morteros. Cortaron en tiras la piel de víbora de la cabeza de una gorgona...

Así continuaron, trabajando en silencio.

Entonces Aramis leyó el siguiente paso: 'Triturar en un mortero 5 bayas de muérdago hasta formar una pasta y agregar'.

"Snape", lo llamó. Miraba el pergamino de instrucciones con el ceño fruncido. "¿No se supone que hay que cortar y exprimir ocho bayas de muérdago?"

El profesor de defensa sintió calor acumularse en sus mejillas cuando levantó la vista y encontró a su colega mirándolo con una ceja alzada y un implícito: '¿Es en serio?', en el rostro.

Aramis rara vez (leer: nunca) se disculpaba. Sin embargo, ese parecía el momento ideal. ¿En serio había intentado corregir las instrucciones del maestro de pociones? ¿En qué había estado pensando?

En nada, ofreció 'tan útilmente' su cerebro.

"Normalmente tendrías razón", contestó Severus, viendo la congoja en la cara de su colega y apiadandose de él. Y volviendo a su trabajo, explicó. "Modifiqué la receta. Usa menos bayas y se incorpora mejor a la mezcla".

Ante esto último, Aramis levantó ambas cejas en sorpresa, ladeando la cabeza en señal de interés, vergüenza olvidada. "¿Modificaste la receta? ¿Y cómo se te ocurrió?", preguntó.

Snape se encogió de hombros, no especialmente interesado en hablar, pero tampoco adverso a una charla. "No recuerdo. Tenía unos 18 años por ese entonces...".

"¿Empezaste a modificar pociones a los 18 años?". Lo interrumpió. La atención del profesor de defensa ahora estaba por completo en el maestro de pociones.

"A los 16, en realidad", contestó con simpleza. "Fue cuando empecé a corregir mis libros". Snape no era de hablar mucho, pero no había nada que el otro pudiera hacer con esa información. Eran cosas que todos sabían, al menos en la casa de Slytherin. Supuso que, por una vez, aportar algo a una conversación no iba a lastimar a nadie.

Entonces se dio cuenta de que Williams se le había quedado mirando.

"¿Qué?", le preguntó Severus con el ceño fruncido.

"¿Comenzaste a modificar pociones a los 16?", preguntó incrédulo.

"Sí", contestó el otro con simpleza sin desviar la vista de su trabajo.

Aramis parpadeó un par de veces. Agarró las bayas y un mortero y continuó trabajando.

Pero algo se removían al fondo de su cabeza. ¿A los 16 años? ¿Era en serio? ¿O era esa la idea de una broma para Snape?

Miró al maestro de pociones de reojo.

"Entonces...", llamó la atención de su colega. "Empezaste a experimentar con pociones desde muy joven. ¿Qué más has hecho?", preguntó en tono conversacional.

Snape no le parecía la clase de persona que andaría por ahí haciendo bromas, por no decir que tenía el sentido del humor de una maldita piedra. Aun así, no mostraba ningún indicio de haber estado mintiendo, salvo por la improbabilidad de la idea de un adolescente de 16 años corregiendo sus libros de texto nada menos.

"He creado algunos hechizos", respondió Severus a su pregunta; tono inexpresivo, completamente absorto en su tarea.

"¿Cómo cuales?", cuestionó Aramis echando la pasta del mortero al caldero y pasando al siguiente paso.

"Muffliato y Langlock, por ejemplo".

"Mmmm... Han de ser muy recientes. Nunca he oído de ellos", comentó en un tono ligeramente mordaz.

El orgullo era uno de los problemas del profesor de defensa. Hacía tan solo un minuto había creído notar un error en las instrucciones del maestro de pociones. Y claro, las instrucciones eran diferentes de las que él había aprendido, por lo que esa suposición era plausible.

Pero ahora, pensando que el otro intentaba verle la cara...

Caer en una treta como esa habría sido un golpe directo a ese maldito orgullo que no le dejaba ni pensar en la posibilidad de que el otro tal vez estuviera diciendo la verdad y que era él, de hecho, el que lo estaba ofendiendo, poniendo en duda sus habilidades y su trabajo.

Y fue así como Aramis terminó con la lengua súbitamente pegada a su paladar, sin entender que estaba pasando.

Parado en su lugar, se llevó una mano a la boca y miró a Snape con rabia. No sabía que era eso, pero era obvio que había sido obra de la única otra persona en el cuarto.

Severus era completamente inmune al enojo dirigido a su persona en ese momento.

"Langlock es un hechizo bastante simple", comenzó a explicar tranquilamente. Ni se molestó en mirar al otro. "Adhiere tu lengua a tu paladar. No puedes hablar, por lo que no puedes lanzar hechizos verbales".

El profesor de pociones procedió a cortar algo que Aramis ni trató de ver que era, demasiado ocupado lanzando dagas por los ojos a la cabeza de Snape, demandando silenciosamente que removiera el hechizo (porque él no iba a intentar hablar con la lengua pegada al paladar, ya bastante humillado se sentía).

"Claro que todavía puedes lanzar hechizos no verbales", agregó como pensando en voz alta. "Podrías realizar el contra-hechizo de modo no verbal, pero...", hizo un pausa que aprovechó para poner lo que sea que hubiera estado cortando en el caldero. Empezó a revolver. "Nunca has oído de él".

La mandibula de Aramis quedó colgando. Mudo, no pensó en intentar ningún hechizo no-verbal, no pensó en intentar golpearlo o atacarlo de ninguna manera. No. En ese momento su mente estaba total y completamemte desbordada de toda clase de insultos y obsenidades habidas y por haber.

... Petulante y desgraciado maldito hijo de una gran...

Severus terminó de revolver y, finalmente, se dignó a mirar al profesor de defensa.

Este último cortó abruptamente su 'colorida' linea de pensamientos cuando vio en el profesor la más pequeña sonrisa, apenas un movimiento de labios. Habría sido completamente imperceptible de no ser por los ojos. Tenían una pequeña chispa. Claramente aquel hombre se estaba divirtiendo a sus expensas, pero justo en ese momento a Aramis no le importaba.

Como fuera, esas pequeñas señales no tardaron en irse y menos de un segundo después su lengua volvió a ser libre.

Severus regreso a su caldero y Aramis siguió su ejemplo momentos después.

"Así que... Langlock", comentó Williams. Ya pasado el enojo inicial y la pena, solo quedaba la curiosidad.

¿Qué otra clase de hechizos habría inventado Snape? ¿Para qué servirían? ¿Qué otras pociones había modificado? ¿Qué otras cosas había descubierto? ¿Estaba trabajando en algún nuevo proyecto?

Todas estas preguntas se las hizo Aramis a Severus en apenas un respiro. El último, no viendo daño posible, respondió todo en tono neutral.

El profesor de defensa estaba genuinamente interesado. Como ya había dicho, en su tiempo había sido bueno en pociones, pero nunca se planteó que una ciencia tan exacta, pudiera dar lugar a tanta experimentación y uso de tu creatividad.

Snape, por su parte, se mantenía alerta. No le importaba responder las preguntas del otro. No lo reconocería en voz alta, pero era un buen respiro de dar lecciones. Contrario a la creencia popular, él no odiaba enseñar, era solo que repetir los mismos temas una y otra vez era súmamente aburrido. Lo suyo era inventar, innovar, probar cosas nuevas; no matar las horas del día repasando lo que él ya sabía.

Esto era distinto. No estaba enseñando. Aramis hacía preguntas, sí; pero también tenía sus propias respuestas y teorías. No era un maestro de pociones, pero por lo menos tenía un cerebro dentro del cráneo.

El problema era que Severus no era capaz de relajarse junto al profesor de defensa. ¿Y quién podía culparlo? Snape llevaba años cuidando cada paso que daba, cada palabra que decía. De repente aparecía ese hombre, que el primer día que lo conocía intentaba ingresar a su mente, que descubrió, aunque fuera parcialmente, su posición en la lucha contra Voldemort, que se atrevía a entrar a los pensamientos de Albus solo por curiosidad, que claramente fingía ser alguien que no era. Además, era el profesor de Defensa contra las Artes Oscuras...

El año pasado el profesor de defensa fue prácticamente Voldemort... Supongo que esto no es peor.

Terminaron el veneno mientras hablaban. Estaban por comenzar el antídoto cuando Severus sintió su brazo izquierdo arder con furia. Apretó los dientes para suprimir un siseo de dolor.

Aramis apenas notó la leve tensión que había adquirido el otro hombre. No pensó nada de eso al principio, hasta que...

"Williams, terminamos por hoy", anunció Snape. "Haremos el resto mañana".

El primer instinto del profesor de defensa fue protestar. El maestro de pociones debía de haber adivinado sus intenciones, porque le lanzó una mirada tan dura que lo hizo cerrar la boca en el acto con un pequeño clap de sus dientes.

Solo le tomó un segundo más adivinar porqué de repente Severus tenía tanta prisa. Entonces Aramis hizo su camino hacia la salida de los cuartos del profesor y hasta sus propias habitaciones.

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