
Capitulo 11
Advertencias: flashback por trauma, abuso y negligencia infantil, violencia, autolesiones inconscientes,
CAPÍTULO XI
«Cuando naces en una casa en llamas, piensas que todo el mundo está en llamas.
Pero no es así.» —Richard Kadrey, Aloha from Hell.
Regulus
En lo profundo de su mente, sabía que había sido atacado y que probablemente estaba en algún harapiento armario de escobas. Eso era algo lógico que hubiera asumido de estar en todo sus sentidos y mucho más tarde se daría cuenta que ese era el caso.
Pero no en ese momento.
Ahora, Regulus no estaba realmente en Hogwarts. No totalmente. Estaba aislado y hechizado. Por lo que su mente lo había transportado a otro lugar, su muy deficiente estado mental le estaba jugando una mala pasada y como si hubiera sido tragado por un pensadero muy cruel, ahora estaba ahogado en el pasado. Un recuerdo oscuro, húmedo y doloroso. Las memorias de un castigo que había tenido hace un par de años, no podía recordar qué había hecho mal para enojar a Walburga, ¿Había roto algo? ¿Tardo en contestar alguna pregunta? ¿No estuvo lo suficiente quieto en alguna reunión? Si, creía que fue eso último. Había cometido algún error en un banquete de invierno y entonces...
Estaba en el sótano de Grimmauld Place y se encontraba atrapado en su propio cuerpo. Las órdenes de su madre resonaban en su cabeza.
No te muevas. Había exigido ella. Solo podrás moverte cuando veas luz.
Su mente no era lo suficientemente fuerte como para resistir el imperio de su madre. Regulus obedeció. Estaba empapado, su madre le había arrojado agua fría continuamente hasta que casi se ahoga parado, era irónico como el agua siempre lograba volver a él para ridiculizarlo. Como si no saber nadar ni fuera suficiente, tampoco era capaz de soportar algunos chorros fríos sin perder el equilibrio. En fin, terminó por caer y ahora debía permanecer en esa posición por quién sabe cuánto tiempo. Se encontraba tirado en el suelo, algunos roedores caminaban sobre su torso, lo olfateaban curiosos e incluso los sintió mordisquear sus tobillos, pero se aburrían con facilidad. Hasta los ratones lo encontraban insípido. Regulus aguardo la luz por lo que se sintió horas, su mente repetía la orden una y otra vez. Sin embargo, en el sótano no había ventanas o tragaluces como en el altillo. El sol no vendría a su rescate, ni tampoco la tenue luz de las estrellas.
Regulus no le temía a la oscuridad, se había acostumbrado a ella y el sótano no era tan pequeño como lo eran algunas habitaciones en donde lo recluyeron para castigarlo. Pero era algo muy solitario. El silencio podía ser una verdadera pesadilla. Era como si Regulus fuera el último habitante de la tierra o como si lo hubieran arrojado al espacio. Ahora que lo pensaba, no le sorprendería si ese fuera el caso. Después de todo, se suponía que era una estrella. Una que estaba destinada a perderse en la oscuridad. No importaba que fuera parte de una constelación, ¿Qué tan lejos estaría la estrella más cercana?, Regulus se preguntaba si sus demás parientes se sentían de esa manera: solitarios e inalcanzables.
¿Su hermano se sentiría igual?
La luz entró en la habitación y el recuerdo se disipó de su mente, pero aún no podía moverse. Claro, esa vez habia sido Kreacher quien le habia dado fin a su tortura, se habia aparecido en el lugar con comida y una vela en mano. Solo una pequeña llama bastó para dar fin a la maldición imperiosa. Solo que ahora estaba bajo un Petrificus Totalus y todavía no habían lanzado el contrahechizo. Escucho algo similar a un gruñido y una exclamación angustiada que se le hizo vagamente familiar. Por el rabillo del ojo pudo notar que, efectivamente, estaba en un cuarto de escobas.
" Finite Incantatem ".
Intentó levantarse en cuanto el hechizo fue retirado, lo que fue una mala idea. Sintió un dolor abdominal expandirse por su torso, el cual le causó un fuerte quejido. Al menos pudo contener un grito que se quería escapar de su garganta. Sus costillas estaban mal, podía saber que estaban rotas. Su padre le había roto dos por accidente cuando tenía diez años y se había sentido muy similar. Pero se dijo que esto no era nada, para este punto le dolía más su orgullo que su estado físico, tenía que ser fuerte.
"Quien hizo esto." No tardó en reconocer a su hermano erguido a su lado, su voz estridente le estaba causando fuertes punzadas de dolor en los lados laterales de su cabeza. Bueno, podría deberse al ruido o a los golpes que probablemente había recibido. No estaba seguro, necesitaba silencio para poder centrar sus pensamientos.
"Reg, dinos que necesitas." Potter se veía confuso y enojado pero estaba lo suficientemente consciente de la situación como para centrarse en la condición de Regulus. Encontró ese gesto entrañable. Por otro lado, Sirius estaba visiblemente furioso.
"Dinos quién te hizo esto." Reclamó Sirius. "Te juro que le meteremos tantas maldiciones en su trasero que no podrá volver a recordar lo que es sentarse sin."
Lo primero que pensó Regulus, fue que los Gryffindor tenían un serio problema con las. Hace un par de semanas habían usado la baba para dejar pegajosos varios pasillos del castillo. Incluso había una gigante rondando el gran comedor, la cual vomitaba baba mientras se desplazaba. Pero solo había sido una ilusión que usaron como distracción antes de que apareciera una horda de plumas hechizadas para hacerle cosquillas a todos los estudiantes. En ese momento había estado agradecido de que usaran estándar de gran tamaño y no las carnívoras, todo habría terminado muy mal si los merodeadores fueran tan negligentes. Regulus no estaba seguro de porqué estaba pensando en eso, debía concentrarse.
Recapitulando: El estaba caminando tranquilamente luego de conversar con Mary cuando lo habían atacado por detrás, sospechaba que habían usado un confundus o algún hechizo para la memoria, no creía que sus atacantes fueran lo suficientemente capaces de lanzar un obliviate pero no iba a descartar la posibilidad. Posterior a eso lo habían petrificado y por el evidente dolor de su cuerpo, lo habían golpeado. Sospechaba que este atraco había sido obra de Mulciber, era el tipo de persona que atacaba por la espalda, el muy cobarde. Además, debió ser cosa suya ya que el cuerpo le dolía como si lo hubiera aporreado con bolsas de piedras. Cosa que solo había logrado el grandulón con su fuerza bruta.
"¿Reggie?"
"Cállate". La palabra salió como un suspiro, le costaba hablar. Se masajeó la sien, tratando de ignorar el dolor. Tenia que concentrarse en los hechos, no debía divagar.
Mulciber.
Dudaba que hubiera actuado solo, su magia no era tan buena y estaba al tanto de que su magia fallaba debido a que su varita había sido heredada. Una tradición bastante estúpida para una familia de sangre pura. Tenían el dinero, ¿Porque simplemente no compraban una varita que tuviera afinidad? Claramente, la estupidez era otro legado familiar. Estaba bastante seguro de que Avery tuvo su parte en esto y Snape probablemente colaboró, se arrastraba detrás de ellos este último tiempo, era nauseabundo para la vista. Regulus no poseía una buena reputación en Slytherin desde que se había escapado con los Potter, pero las personas al menos se contenían un poco. Su nombre seguía teniendo peso y,antes que nada, aún tenía orgullo. Al menos un poco.
“Muy bien, ya pensaste demasiado.” Volvió a hablar su hermano y estuvo tentado de gritarle. “Habla conmigo.”
“Sirius, creo que tal vez deberíamos darle espacio mientras lo llevamos a la enfermería.”
“El espacio está bien.” Contestó Regulus poco a poco, su voz no salía tan firme como le hubiera gustado. “No iré a la enfermería.”
“Mira, tal vez es el hecho de que no puedes verte pero no te ves tan bien como siempre.” James acercó su mano al rostro de Regulus pero no lo tocó, hizo una mueca como si compartiera el dolor. “Estás sangrando.” Regulus se movió para poner más distancia pero nuevamente se encogió de dolor y su frente chocó contra la mano extendida frente a él. Tomó constantes bocanadas de aire mientras trataba de estabilizarse, podía sentir el sudor caer por su frente. El dolor había causado que subiera un poco la temperatura del cuerpo. James le lanzó un hechizo refrescante que era bastante común entre los jugadores de Quidditch, no pensaba agradecerle.
“¿Sigues creyendo que no deberías ir a que te sanen?” Le preguntó mientras lo ayudaba a incorporarse.
“Solo callense.” Farfulló molesto, hace tiempo que Regulus no estaba tan enojado. James obedeció a su petición mientras tomaba uno de los brazos de Regulus y lo pasaba por sus hombros, su hermano se colocó en el otro lado y ambos hicieron de muletas para Regulus, quien se negaba a ser levitado por todo el castillo. Su orgullo estaba demasiado magullado siendo ayudado por estas dos personas, no pensaba empeorarlo haciendo de esto un espectáculo más grande. Algunas personas los veían curiosos al pasar pero gracias a Salazar, ninguno fue lo suficiente valiente—por no decir estupido— para acercarse a preguntar qué había pasado. Regulus trataba de caminar firme pero su pecho se oprimía de a ratos y debían frenar el paso para que pudiera tomar aire. En un momento casi se cae pero James lo atajo y lo sostuvo por la cintura el resto del camino. Sirius le daba palmadas distraídas en la espalda, no siguió haciendo preguntas pero tampoco guardó silencio. Maldijo durante todo el trayecto al ala de enfermería y cada varios segundos le dedicaba miradas complejas a su hermano menor, como si temiera que se dañara el doble por tan solo existir.
Regulus no se decidía entre sentirse frustrado o querido por el ridículo comportamiento de Sirius.
Madam Pomfrey se apresuró a ayudarlos en cuanto los vio atravesar la puerta. Comenzó a trabajar de inmediato, no sin antes dedicarles una mirada acusadora a los dos muchachos que lo acompañaban.
“¡No hemos sido nosotros!” se ofendió Sirius.
“Yo no he dicho nada.” Dijo la mujer mirando al muchacho.
“Pero lo pensó.”
“No puede culparme, Señor Black. No sería la primera vez que me trae pacientes. Pero admito que estos solo han sido víctimas de bromas y no de este nivel de violencia.”
“Es mi hermano, jamás le haríamos daño.”
Regulus se sintió un poco mejor al oír las palabras de Sirius. Claro que de una manera mental y no física, el cariño no puede sanar las heridas de cabeza o costillas rotas.
“¿Saben quién pudo haber sido?” Consultó ella mientras proseguía con los hechizos curativos. Regulus suspiro en cuanto comenzaron a surtir efecto, sintió como sus costillas se acomodaban dentro de su cuerpo con un simple chasquido. Ahora si podía respirar, estaba mucho más aliviado y sabía que sus pociones no hubieran funcionado tan bien como el tratamiento que estaba recibiendo. Claro que no admitiría que Sirius y James tenían razón al llevarlo a la enfermería, eso nunca.
“Pregúntale a Regulus, aun no nos ha dicho.”
“Cariño” La medimaga le habló con dulzura, similar al tono de voz que usaba Euphemia Potter. "¿Podrías decirme qué ha sucedido?”
“No recuerdo, fui aturdido.”
“Ya veo, ¿Llegaste a reconocer a tu atacante?”
“Me atacaron por detrás, no pude ver a nadie." Regulus negó, tratando de restarle importancia. "Supongo que me hechizaron un poco.”
“Uhm, por lo que veo ha sido más que eso.” Lanzó un hechizo de diagnóstico y frunció el ceño. “Tus costillas estaban fracturadas pero parece que ya han sido rotas con anterioridad y nunca terminaron de sanar, al menos no mágicamente. Es un milagro que no tuvieras heridas internas, no veo residuo de magia para los huesos anterior a la que te acabo de aplicar, ¿Cómo te las curaron la primera vez?”
“Mi elfo me daba hielo para desinflamar, en un par de semanas ya estaba bien.”
“Bueno, algunos magos siguen sanando de la manera muggle pero es un tratamiento más lento y doloroso.” Comentó. Regulus no sabía que los muggles sanaban de esa manera todas las heridas. Repentinamente, sentía un nuevo respeto por todos ellos, ¿semanas con dolor? Por Merlin, que tortura. Qué agradable era ser un mago y tener estas ventajas a su disposición.
“Sé que eres jugador de Quidditch, ¿Como es que nunca has venido a un chequeo?” Preguntó la mujer mientras hacía anotaciones en una libreta. Debía ser un historial médico.
“Mi madre siempre se encargó de eso, nuestra familia tiene sus propios medimagos.”
“Te daré algunas pociones extras para la fortaleza de los huesos y a partir de ahora, deberás de venir a un chequeo médico posterior a todos los partidos.”
“No creo que sean necesarios los chequeos.”
“Eso no está a discusión, si no haces los chequeos hablaré con el jefe de tu casa y el capitán de tu equipo.”
“Esta bien.” Regulus suspiro derrotado, estaba física y mentalmente cansado como para extender esta discusión.
“Te daré un pase para que puedas ausentarte a clases mañana, puedes quedarte a descansar aquí por lo que queda de la tarde o ir a tu habitación. Recomiendo un sueño reparador y no te preocupes por reportar esto, debo ir a hablar con Horace y aprovechare para ponerlo al tanto de la situación.” La mujer le dio un toquecito en su mano. “Puedes venir en cualquier momento si te sientes mal, ¿Si?.”
Regulus asintió a sus palabras y agradeció su tratamiento, mientras que observaba las pociones que le había recetado e hizo una nota mental con la información que Pomfrey le dio. Se recostó en la camilla mientras la mujer se iba del lugar, dejándolo en compañía de los dos muchachos que lo miraban impacientes. Su esperado descanso debería ser puesto en pausa momentáneamente, se estaba por enfrentar a otro interrogatorio.
“Habla.”
“Ya dije todo lo que sabía”
“Vamos.” Sirius elevó sus hombros y sacudió sus manos en un gesto bastante teatral de exasperación, hacía eso cada vez que se encontraba inquieto o disgustado. “Se cuando evitas contestar algo, Regulus. No me tomes por estupido.”
“Bueno, eres estupido la mayor parte del tiempo.” Señaló con un tono insolente, el cual había aprendido de su hermano. Sirius probablemente estaría orgulloso de eso, si tan solo lo estuviera usando con sus padres en vez de contra él.
“Regulus.” Advirtió y el nombrado rodó los ojos. Era difícil verlo como una figura de autoridad cuando toda su vida lo vio en su rol de infractor.
“Estás molestando, se supone que debería descansar.” Intentó salirse con la suya, tal vez se apiadarian y lo dejarían en paz.
“Amigo, él tiene razón en eso.” Dijo James, adoptando una posición de mediador. “Tal vez deberíamos esperar a que descanse un poco.”
“Lo dejaré descansar solo cuando me de nombres.” Sirius apretó los puños y le envió una mirada de advertencia a James, quien suspiro derrotado. Si Remus hubiera estado en su lugar, hubiera podido lidiar con los arrebatos de su hermano. Regulus hubiera preferido que ese Gryffindor lo hubiera encontrado, todo sería menos humillante y estaba seguro de que ya estaría descansando plácidamente sin dar tantas explicaciones. Remus no presionaba y si sabía lidiar con los silencios.
“No sé sus nombres, ya dije que fui aturdido.”
“Se que ya tienes la certeza de quienes fueron los culpables.” Expuso el pelinegro. “Eres inteligente, no necesitas ver sus rostros.”
A veces odiaba lo mucho que Sirius le conocía.
“Solo tengo sospechas.” Suspiró. Realmente necesitaba silencio. “Puedo encargarme.”
“Quiero un nombre.”
“No, yo puedo con esto.”
“No te estoy preguntado si puedes, quiero los malditos nombres.” Regulus desvió la mirada mientras apretaba su mandíbula, estaba molesto y no quería lidiar con esto, no ahora. En las últimas horas no solo había sido atacado, sino que había tenido un maldito ataque en el que había recordado una de las tantas torturas por las que había pasado, posterior a eso tuvo que ser arrastrado por todo el castillo y ahora le exigían que hablara cuando lo único que quería era poder dormir en un lugar de tamaño adecuado. Sintió la mano de James tomando su muñeca y apartándola de su otro brazo. No sabía en qué momento había empezado a pellizcarse pero ahora tenía una mancha rojiza en el antebrazo, había también ligeras marcas de sus uñas. Sirius miró el intercambio y su semblante se suavizó un poco. “Reggie, solo quiero ayudar.”
“Se que quieres.” Murmuró mientras se acariciaba el brazo. Debía dejar de lastimarse de esa forma, era un mal hábito y el no saber recibir ayuda era otro de tantos.
Debía aprender a no lidiar con las cosas él solo, se suponía que quería mejorar su relación con Sirius. Solo que aún era difícil para él verse vulnerable. Claro que Regulus era alguien débil y no tenía problema en admitirlo para sí mismo pero a los demás… Ese era un tema completamente distinto. Solo que ya estaba demasiado cansado como para seguir siendo terco el día de hoy.
“Fue Mulciber, estoy seguro de eso.” Se aclaró la garganta al decirlo, para que supieran que todo lo que les decía era de muy mala gana.
“Bien.” Su hermano asintió con la cabeza. “¿Alguien más?”
Dudó por un momento y ambos chicos lo notaron pero aguardaban en silencio, esperando.
“Avery o Snape, tal vez ambos.” Confesó finalmente, algo indeciso. Estaba dando más de lo que quería. “Pero no estoy seguro de eso, no le agrado a varias personas.”
“¿Qué hay de Crouch?” Consultó James con aire distraído, mientras seguía de cerca los movimientos de Regulus, como si temiera que volviera a lastimarse.
“Él no lo haría.”
“¿Por qué no?” Insistió Sirius. “Oí que ustedes discutieron fuerte y ya no hablan, pudo haber sido cosa suya.”
“No fue Barty.” Dijo tangente. Sirius había traído otro mal recuerdo a su memoria, realmente no quería pensar en que él y Barty ya no estaban hablando, no había sido algo divertido. Ni siquiera recordaba porque habían discutido en primer lugar. No quería pensar en eso. Además, se suponía que ya no iba a referirse a Barty por su primer nombre, mucho menos por su apodo. Era Crouch. Pero a pesar de ello, no creía que el hiciera algo como esto a él. No era su estilo y parte de el queria creer que el chico al menosbse preocupaba un poco por lo que podria pasarle a Regulus. No era como si fueran completos extraños. Merlin, debía dejar de ablandarse.
“Pero–”
“Ya déjalo.” Corto el tema de raíz, ya había dado demasiada información como para que su hermano siguiera cavando en temas que nada tenían que ver. Rápidamente, la habitación se sintió fría e impersonal. Regulus estaba muy malhumorado y que Sirius se mostrara molesto hacía que Regulus se irritara el doble. James se movía inquieto debido al ambiente pesado. El silencio los cubría con incomodidad, todo se sentía mil veces más agotador que antes.
“Pomfrey dijo que te quebraste las costillas hace un tiempo, pero no recuerdo que te hayas caído en ningún partido.” El cambio de tema fue bastante abrupto, era obvio que James estaba intentando aligerar el ambiente por lo que trataron de adaptarse.
“Jamás me he caído de mi escoba.”
“¿Te ha golpeado una bludger? Una vez me lastimé el brazo con una.” James hizo una mueca de dolor. “Esas cosas sí que golpean.”
“Uhm, siempre fui lo suficientemente rápido para esquivarlas.”
“Que escurridizo, Mini–Black.” Regulus puso los ojos en blanco ante el ridículo apodo. En serio odiaba esos motes que le habían dado. Bueno, al menos eso se decía a sí mismo. Regulus se acomodo mejor en la camilla, estaba exhausto.
“No recuerdo que te hayas quebrado.” Dijo Sirius con el ceño fruncido y una mano en su mentón, entrecerró los ojos como si tratara de recordar. “¿Cuándo fue eso?”
“Tenía como diez, tú estabas en la escuela.” Regulus cerró los ojos, su cuerpo se hundía en el colchón. No era tan cómodo como el de su habitación pero lo invitaba a descansar y no encontraba razones para negarse.
“¿Y qué pasó?” No abrió los ojos pero estaba seguro de que ese había sido James.
“Uhm, fue algo estupido. Hice enojar a Padre.” Hubo silencio por unos segundos, Regulus estaba en esa bruma previa al sueño, su mente estaba dispersa. “Esta bien, no debí entrar a su despacho.”
“Tú jamás entrabas a su despacho.” Dijo Sirius luego de un rato. Era Cierto. Regulus nunca entraba, estaba prohibido. Trataba de evitar hacer enojar a sus padres, no era como Sirius. Si le decían que no a algo, hacía todo lo posible para obedecer. Solo que su madre le había quitado la carta que Sirius le había enviado antes de que pudiera leerla y él llegó a la estúpida conclusión de que la habían ocultado en el despacho. Se metió a hurtadillas y mientras la buscaba, dejó caer tinta sobre unos papeles que eran importantes. Fue en ese momento que su padre entró al lugar y le lanzó un hechizo que lo hizo volar del escritorio. Cayó con fuerza contra algo de piedra. Nunca supo si era la chimenea o alguna estatua, sólo sabía que se quebró las costillas porque Kreacher se lo dijo cuando fue a darle una poción para aliviarlo. Regulus no podía dejar de llorar del dolor. El elfo fue el único que lo revisó en esos primeros días, hasta que su madre se apiadó de él y le lanzó algunos hechizos curativos, pero Orion le impidió ver a un medimago, ese era su castigo por desobedecer y arruinar su trabajo.
“Eso es horrible, Reg.” Creyó escuchar un gruñido. Regulus no se había dado cuenta de que había hablado en voz alta. Bueno, ya no importaba. Unos segundos más tarde, ya estaba durmiendo y ni las pesadillas fueron capaces de despertarlo.
Podría incendiarse el mundo, él ya estaba acostumbrado a vivir en llamas.
…
Barty Crouch no era lo peor de lo peor.
Si, era un imbécil que buscaba activamente meterse en problemas y estaba enfermo por un poco de atención. Regulus sabía que eso no lo justificaba, de la misma manera que él no justificaba su actitud ante la intimidaciones que vio suceder sin hacer nada. Sin embargo, Barty había sido uno de sus compañeros de cuarto por años, no lo consideraba un amigo pero pensaba en él como un buen compañero con el cual divertirse. A ambos les interesaba la magia oscura y eran compañeros de Quidditch, pasaban mucho tiempo juntos. No eran amigos pero eran algo parecido. Evan era quien mantenía el balance. Extrañaba un poco esa dinámica que habían tenido los tres. Ahora parecían chocar todo el tiempo entre sí, o más bien, había ausencia de ellos. Evan se la pasaba con su novia y casi no coincidían más allá de la habitación. Por otro lado, Barty lo ignoraba, no habían vuelto a hablar desde que habían discutido el año anterior frente a todo el vagón de Slytherin. En pocas palabras, no estaban en muy buenos términos.
Por eso era incómodo cuando se encontraban en la sala común o en su habitación. Un ejemplo perfecto sería el de ahora.
“Hey.” Barty estaba sentado en su colchón con las cortinas abiertas y lo miraba con un gesto preocupado. Eso era extraño. “Yo…Bueno, escuche que Potter y tu hermano te llevaron a la enfermería.”
Ahora toda la escuela lo sabía, perfecto. Como si no lo hubieran humillado lo suficiente. Barty lo miró con indecisión, se veía bastante desastroso con su cabello despeinado. Le daba ese aire rebelde al que estaba tan aferrado a mantener. Lo hacía a propósito, Barty no quería verse correcto. Siempre habían sido muy opuestos, Regulus estaba aterrado de decepcionar a sus padres mientras que eso era justamente lo que tanto buscaba Barty.
“¿Estás bien?” Dijo finalmente el muchacho.
“Tú dime.” Soltó Regulus mientras lo miraba amargamente.
Barty puso los ojos en blanco ante su respuesta. Regulus le dedicó una mirada indiferente. La siesta en la enfermería le había servido pero aun sentía un ligero dolor en los huesos recien sanados y se sentia un poco rigido al caminar, sin mencionar los moretones palpitantes que tenia en distintas areas del cuerpo. Habian dejado la peor parte en lugares que podian ocultarse fácilmente, el rostro habia quedado casi intacto. Casi.
Regulus aún tenía un humor de mierda. No tenía ganas de lidiar con absolutamente nadie.
“Escuche a Mulciber jactarse con Avery hace un rato de algo” Insistió el castaño. “¿Fueron ellos?”
Regulus archivo esa información en su memoria, confirmaba su teoría parcialmente. Ahora ya tenía garantizado dos culpables y los haría pagar pero ahora…
“¿Te importa?” El sarcasmo fue instantáneo. Era una herramienta defensiva a la cual estaba bastante habituado.
“Yo…”
Su compañero fue interrumpido por el sonido de la puerta al abrirse. Evan estaba en la entrada, su cabello rubio le tapaba ligeramente el rostro pero no lo suficiente como para que no notaran que había estado llorando. Barty y Regulus se miraron con un ligero pánico bien disimulado, eso nunca antes había pasado. Evan levantó la mirada, sus ojos estaban inyectados de sangre y comenzaron a humedecerse mientras miraba más allá de ellos.
“¿Evan?” Barty dio un paso hacia su amigo. “¿Qué sucede?”
El chico estaba por contestar pero frunció la frente tan pronto como noto a Regulus, o más bien, el estado de su compañero. Regulus agradeció que lo peor estaba oculto bajo su uniforme, ahora tan solo había un pequeño corte en su frente que no tenía idea de como se había hecho pero era una línea bastante fina que pasaba desapercibida bajo su cabello. El hematoma en su mentón era un poco más notorio.
“Reg, ¿Que pasó? ¿Estás bien?”
“Si, solo una cosa tonta. Quidditch y eso.” Se excuso. Barty le lanzó una mirada que rápidamente descarto. Más tarde le diría a Evan, pero en este momento no quería hablar sobre el asunto y estaba más preocupado por saber que le había pasado a su amigo como para que estuviera moqueando. “Habla tú, ¿Qué está mal?”
Los hombros de Evan cayeron rápidamente mientras terminaba de ingresar a la habitación.
“Cecil terminó conmigo.” caminó hasta su cama y se sentó con aire derrotado, Barty se ubicó a su lado en un instante.
“oh, amigo. Que mal.” Por alguna razón no sonaba muy sincero pero Evan no pareció notarlo, él solo continuó hablando.
“Estoy tan confundido, todo acabó tan pronto y yo– Siento que ella me hacía mejor persona. No sé qué hacer.”
“Siempre has sido el mejor, Ev.” Barty golpeó su brazo contra el de su amigo y luego miró a Regulus directamente a los ojos.
Sabía lo que significaba: Una tregua.
Regulus se sentó al otro lado de su compañero, no estaba seguro de que debería decir pero Evan lo había apoyado a principios del año. Ahora quería ser su apoyo.
“No lo creo.” Susurro. “Si lo fuera no me hubiera dejado.”
Okey, Regulus quería sacudir a Evan. Solo un poco.
“¿Qué dijo ella?” Barty golpeó con más fuerza su costado. Cosa que no se veía muy reconfortante pero era probable que no tuviera idea de qué hacer con todo esto, el chico se veía un poco molesto por el estado en el que se encontraba su amigo.
Regulus lo entendía, él tampoco estaba particularmente contento de presenciar a un Evan Rosier muy triste por esta ruptura reciente.
Bueno, la relación también era bastante reciente. Cecil y Evan habían empezado a salir en julio o agosto, antes de empezar el año escolar. No parecía mucho tiempo pero quién sabe. Sirius y Mary habían empezado hace menos y la relación ya estaba yendo en declive, tal vez eso era algo común en los noviazgos.
“Ella dijo… me dijo que lo había intentado pero que simplemente no podía enamorarse de mi.” Sollozo un poco. Regulus estaba comenzando a ponerse nervioso y un poco enojado, era difícil cuando lastimaban a alguien que te importaba. “Lo peor es que insinuó que no creía que yo la amara.”
“Eso no está bien.” Soltó. Los dos muchachos lo miraron. “Ella no puede decidir cómo te sientes, no debería de haber asumido eso.”
“Reg tiene razón, ella puede hablar por sí misma pero no está bien que hable de cómo te sientes por ella o cualquier otra persona." Las palabras de Barty estaban cargadas de un tipo de veneno que le hizo pensar que no le agradaba mucho Cecil.
Ella tampoco era la persona favorita de Regulus en este momento pero no recordaba haber interactuado con ella más allá de un saludo.
Evan hizo un sonido evitativo antes de murmurar un bajo tal vez que no los convenció ni un poco.
"Oh, maldita sea. Ven aquí." Barty se colgó del cuello de Evan y miró a Regulus, hizo un movimiento con la cabeza casi imperceptible pero no tardó en comprender.
Regulus se encogió de hombros y se dijo a sí mismo: ¿Por qué no?.
De un momento a otro , ambos estaban asfixiando al chico más alto entre sus brazos, Evan parecía un poco desconcertado por la inesperada muestra de afecto (especialmente de que Regulus participará) pero soltó un resoplido divertido antes de dejarse caer en la cama y arrastrando a los otros dos consigo. Regulus tuvo que contener un quejido, había olvidado que aun le dolía el cuerpo y que probablemente pasaría los siguientes días bastante quejumbroso pero se olvidó rápidamente de ello cuando noto que Barty casi cae de la cama, lo que realmente le gustó. Hubiera sido bastante divertido si se hubiera caído.
De hecho, Regulus estaba pensando que podía hacer para que Barty aterrizara de culo en el suelo. Eso seguro animará a Evan.
Evan los despeinó cariñosamente, Regulus frunció el ceño pero no se quejó mientras que Barty sacudió su cabeza contra la mejilla húmeda de Evan, como si estuviera tratando de golpearlo con su cabello.
"¿Estás tratando de hacerme cosquillas?"
"Esto es un ataque." Informa Barty.
"Le creo, mira esas puntas. Tranquilamente podrían pasar por cuchillas." se burló Regulus.
"Vamos, Black. No todos podemos tener una suave pelusa de oveja en nuestras cabezas."
"No encuentro el insulto para mi en eso."
A Regulus le gustaba su cabello, era sedoso y manejable. Barty le tenía envidia porque su cabeza parecía el culo de un erizo.
"No lo hay." Él castaño le dedicó un guiño coqueto, estaban los tres muy cerca por lo que Regulus empujó su cara con su mano.
"Maldito lunático."
"Que bonita esa boca." Barty dijo sarcástico y sonrió cuando vio la expresión desagradable de Regulus mientras que Evan se carcajeó suavemente. Tenía una risa bastante delicada que de alguna manera lo calmaba, era similar a Liam en eso. Ambos eran cálidos y confiables. Como hermanos mayores. Solo que Evan no tenía hermanos pero en la cabeza de Regulus eso tenía sentido. Simplemente eran confortables.
"Los extrañé." Confesó Evan mientras sonreía suavemente, ambos lo miraron y entendieron el sentimiento.
Lo que era extraño, ellos nunca antes habían estado tan cerca.
¿Porque se sentía como si se hubieran estado perdiendo de algo todo este tiempo?
Regulus se observó a sí mismo en el pasado, a todos ellos. Nunca se habían consolado y abrazado o reído de estupideces todos juntos.
Evan siempre era quien estaba en control, de alguna manera, verlo perder un poco de fe en sí mismo lo hizo darse cuenta que su amigo seguía siendo un adolescente. Por muy adulto que quisiera aparentar ser, más allá de toda su fortaleza y fuertes ideales. Seguía siendo alguien que podía llorar y extrañar a sus amigos. Regulus se veía un poco reflejado en Evan, solo a veces.
Siempre se reflejaba un poco en las personas que lo rodeaban.
Por eso podía entender que Evan no era muy distinto a cualquier otro chico y Regulus le tenía mucho cariño, al igual que Barty (por lo que podía deducir). Ambos eran personas importantes para Evan y era justo por él que permanecieron el resto de la noche juntos, acurrucados en una cama demasiado estrecha para los tres pero perfecta para que pudieran divagar por horas y horas. Recordando su primer año juntos, los chistes internos e incluso disculpándose un poco, todos ellos.
Regulus aún tenía mucho que hablar con Barty, nada estaba realmente bien. Pero ahora quien importaba era Evan. Tal vez, por primera vez en todos estos años, los Slytherin se estaban entendiendo entre ellos, como si al fin pudieran conectarse.
No todo sería fácil pero era un comienzo.
A Regulus le estaba empezando a gustar la idea de que probablemente no había quemado todos los puentes en sus escasas relaciones, que tenía tanta posibilidad de avanzar como de dejar a otros caminar hacia él.
Mirando a su pasado más reciente, las personas a las que había podido acercarse en este corto tiempo y cómo eso había sido posible gracias a que todos estuvieron dispuestos a verlo más allá de sus errores. Quería creer que él también tenía esa misma capacidad de confiar en otros, tal vez no todo estaba perdido. No él, ni sus amigos e incluso, tal vez su familia.
Esa noche, Regulus pensó mucho en el perdón y se preguntó hasta dónde algo podría ser irreparable.
…
Regulus Arcturus Black
Me han llegado noticias de lo más alarmantes sobre tu reciente comportamiento. El cual ha sido altamente deshonroso. No solo optaste por comportarte de forma indigna, sino que conscientemente ignoraste mis advertencias para socializar con los sangre sucia y mestizos asquerosos, una actitud de lo más vergonzosa para un sangre pura. Acudes a reuniones sociales con los miserables Gryffindor y te asocias con los débiles Hufflepuff. También me desobedeces abiertamente al pasear por todo Hogwarts en compañía de ese mestizo y permites que todo el colegio sea consciente de tus deficiencias.
Estoy muy decepcionada de ti.
Sin embargo, estoy al tanto de que esto es en gran parte mi error. En un arrebato poco común, tomé la apresurada decisión de confiarte a un par de ineptos. Era de esperar que los Potter contaminaran tu cabeza con sus pensamientos y nefastos ideales que van en contra de todo lo que representa nuestra respetable casa. Soy incapaz de perdonar semejante desliz de mi parte, pensar que te lavaron el cerebro con quien sabe que argumento… me enferma.
No te preocupes, nos encargaremos de arreglar todo esto en diciembre. Será un buen momento para repasar tu educación. No nos decepciones más de lo que lo has hecho en estas semanas. Tu padre no hubiera querido ver a otro Black cometer semejantes atrocidades.
Ya no permitiré más fallas de tu parte, hay que honrar a los nuestros y condenar a los traidores.
–Walburga Black
Regulus terminó de leer sin mostrar reacción alguna, su madre se había tardado en contactarse con él. No le sorprendía, probablemente habría recuperado la sobriedad recientemente y dudaba que le durara mucho. Esas navidades iban a ser un infierno. Por suerte, aún se encontraban a mediados de noviembre. Podría fingir por unas semanas que no iba a ser destruido en cuanto pusiera un pie fuera de la escuela.
Oh, dulce y condenado hogar.
Regulus estaba acabado.