
Capitulo 8
CAPÍTULO VIII
«¿Qué harías si no tuvieses miedo?»
¿Quién se ha llevado mi queso?–Spencer Johnson
Sirio
Para Sirius el tiempo era un concepto extraño. Los primeros años de su vida se habían sentido como siglos. Recordaba largas noches escabulléndose hasta el último piso de Grimmauld Place para acompañar a su hermano cuando este era castigado, a Regulus siempre lo encerraron en el altillo y Sirius se recostaba en la puerta. Al principio no podían verse, se comunicaban con pequeños golpes que atravesaban la madera, eran un pequeño recordatorio de que no estaban solos.
Pero Sirius recordaba cómo temblaba en la oscuridad incluso cuando sabía que las sombras no podían hacerle una pizca del dolor que le infundieron sus padres a la luz del día. Caminar por los pasillos sombríos y quedarse tras la puerta del altillo era simplemente aterrador. En esas noches el tiempo le dolía, era asfixiante.
Entendió que el tiempo podía ser pesado e incómodo como grilletes en sus tobillos que lo retenían contra su voluntad. Cuando finalmente encontró la forma de entrar a ese altillo para poder estar junto con Regulus, descubrió que a su hermano le pasaba algo similar con el tiempo.
También lo atemorizaban las horas y los segundos, el tic tac de aquel viejo reloj,el encierro, la soledad .
Pero cuando empezaron a pasar tiempo juntos en ese lugar, descubrieron que el tiempo podía ser muy escurridizo. La luz de las estrellas que entraba por el tragaluz los llenaba de una paz que era suficiente como para espantar sus temores. Esos momentos les pertenecían y finalmente, los castigos no se sintieron como tal cuando estaban juntos. Cuando eran ellos y las estrellas, quería que el tiempo se detuviera.
Cuando llegó a Hogwarts, a los merodeadores y los Potter: el tiempo se sentía como su enemigo, se escapaba de sus manos como si fuera arena.
Que irónica la forma en la que uno percibe el tiempo.
Cuando era feliz parecía que todo tenía una fecha límite y cuando lo estaban destruyendo se sentía en un espiral eterno. Congelado.
Ahora, no tenía ni idea de lo que le estaba pasando a él o al tiempo. Desde que había comenzado su relación con Mary, todo parecía acelerado. Pero no sentía que hubiera una fecha límite o congelado, de hecho, sentía que lo vivía todo desde afuera. Como si él fuera un observador más de esta obra con personajes que hacían lo que debían hacer.
Y se preguntaba internamente que lo había llevado a tomar la decisión de estar con ella.
¿Por qué sentía que estaba siguiendo un guión escrito por sí mismo?
No, eso era tonto. Sirius sabía perfectamente cuando tomó sus decisiones.
Remo .
Todo siempre lo llevaba a él y sus palabras.
Luego de la conversación que habían tenido en la enfermería, no pudo dejar de pensar en lo que el chico le dijo y no sabía qué hacer, hasta que Regulus le preguntó si confiaba en quien lo había aconsejado.
Pero más que un consejo, las palabras de Remus se sentían como una advertencia clavada en su pecho.
Una declaración de que tenía que comenzar a hacer lo correcto.
Ahí tomó una decisión.
Se dio cuenta que necesitaba salir con ella, darle un lugar a la chica que siempre lo acompañaba. Mary no merecía no saber cuál era su lugar en la vida de Sirius y él no quería que ella siguiera enojada. Porque era su amiga, una persona muy importante en su vida a la cual le gustaba ver sonreír.
Además, era necesario para poder aclararse a él mismo en donde se suponía que debía tener puesto sus propios sentimientos, después de todo, Mary y Sirius funcionaban.
Se suponía que debían funcionar.
Entonces... trató de ser detallista.
James le sugirió que hiciera algo grande, intentó hacer crecer girasoles en toda la sala común (porque eran las flores favoritas de Mary), pero él no era muy bueno en herbología ni con las plantas, terminó de darle un gran ramo que mandó a hacer y frente a toda la sala común le preguntó:
"¿Quieres tener el honor de ser mi novia?" Ella se río y se burló de su osadía mientras inclinaba su cabeza en un gesto divertido, sus rizos se balanceaban con el movimiento. Por un momento, Sirius creyó que sería embrujado por su irreverencia por lo que se apuró en volver a hablar. "Solo bromeo: ¿Serías mi novia, Bonita?"
Luego de preguntarle adecuadamente ella respondió tratando de contener una sonrisa que quería ser muy, muy, muy amplia.
"Bueno, no me molestaría que tuvieras el honor de ser mi novio." Fue lo que dijo pero su voz era afable y sus ojos brillaban. No pudo contener la sonrisa y Sirius se contagió de ella.
Entonces, ambos sonreían y se besaban con fuerza. Ella envolvió sus brazos en su cuello, él puso los suyos en su suave cintura y la sala común estalló en aplausos. Se bajó el telón o simplemente, inició un nuevo espectáculo.
Todo había sido romántico, suponía. Muchas chicas decían eso por los pasillos, el castillo entero estaba pendiente de esta nueva relación y se sintió bastante cómodo con la atención.
Era lo que era y cómo debería.
Entonces, ¿Por qué se sentía como si estuviera haciendo todo mal?
Las primeras semanas de su relación fueron las mejores, no era muy distinto a como era antes de que lo suyo tuviera nombre. Disfrutaba estar con ella, escuchar sobre la vida que tenía en el mundo muggle, oírla hablar por horas de sus hermanos y el resto de su familia, ella era tan abierta con él, tan confiada y risueña. Era chispeante y coqueta, siempre era ella quien empezaba sus acercamientos pero nunca iban más profundo. A Sirius no le desagradaba el contacto físico pero una parte de su interior le susurraba que nada de eso era correcto.
¿Qué estaba mal en él? Tenía por novia a una de las chicas más hermosas e increíbles de toda la escuela, posiblemente de todo el mundo mágico pero él simplemente no podía estar conforme con ello. Sentía que no era lo suficiente para Mary, que estaba siendo egoísta pero no podía evitar aferrarse a ella como si fuera un salvavidas. La necesitaba para no ahogarse en sentimientos que no podía entender.
Cuando menos lo esperaba, llegó Halloween y todo empezó a desmoronarse aún más.
…
Sirius amaba el banquete de Halloween pero nada se comparaba con la fiesta que se celebraba en la sala común tras el mismo. Participaban todos los Gryffindor's desde cuarto año, los más pequeños debían ir a la cama temprano, escoltados por los prefectos. Sin embargo, en las fiestas generalmente se colaban algunos de otras casas pero a nadie le importaba realmente, especialmente si traían bebidas con ellos.
"¿Reggie vendrá está noche?" Consultó James a Remus, quien al parecer había forjado una molesta amistad con su hermano.
"Se lo mencioné y le dije que podría traer a William o Rosier si no quería venir solo."
"¿Quién es William?" Pregunto James y se sintió agradecido de que lo hiciera porque él tampoco sabía de quién estaban hablando. Pero sospechaba que ese era el nombre del rubio que se había vuelto la sombra de su hermano en estas últimas semanas.
"William Stone, es un Hufflepuff de cuarto, tal vez recuerdes a su hermana mayor porque era prefecta. Solía jugar ajedrez con ella, era rubia y estaba en Ravenclaw." Respondió Peter quien se encontraba copiando un ensayo en un pergamino bastante maltratado.
"¡Oh, si! ¿Pandora? Ella era muy divertida, estoy bastante seguro de que hizo la vista gorda más de una vez con nuestras bromas." Recordó el chico, con un tono de voz animado. "Tuvimos a la ley de nuestro lado desde un inicio y ahora hasta tenemos un infiltrado."
"James, no soy su infiltrado." Se quejó Remus.
"Sinceramente, Moony. No entiendo como lograste engañar a todo el mundo."
"Yo no lo hice." Replicó el castaño.
"Aja, sigue jugando a la carta de niño bueno, es beneficioso para todo el grupo." Siseó el pelinegro. “En fin, Sirius debería ir a hablar con su hermano para verificar que venga con o sin compañía.” Declaró James con firmeza y Sirius se quejó por lo bajo.
“Regulus es lo suficientemente mayor como para tomar sus propias decisiones.” Sintió un golpe en su nuca y soltó una exclamación llena de indignación.
“Si realmente quieres mejorar tu relación con el, deberías dejar de comportarte como un idiota.” Lo reprendió James.
“Regulus también es bastante imbécil conmigo, me ha estado evitando prácticamente todo el tiempo.”
“Si, pero acosarlo a la distancia y mirarlo con gesto indignado tampoco califica como acercamiento.” Señaló Remus.
"Yo no hago eso." Se defendió rápidamente y los tres chicos lo miraron como si fuera un idiota. "No siempre hago eso. "
"Lo que Moony y Prongs tratan de decir es que deberías tratar de conversar con tu hermano. " explicó Peter antes de volver a enfocarse en su tarea.
Bueno, no estaban del todo equivocados. La última conversación que había tenido había sido aquella en los invernaderos y parte de Sirius se sentía avergonzado de que su hermanito lo viera en ese estado. Luego se había limitado a ver las interacciones que Regulus tenía con los demás sin acercarse demasiado y si se encontraban simplemente se saludaban quedamente. Sirius no había mentido aquella vez en la casa de los Potter cuando dijo que quería ser un buen hermano para Regulus pero definitivamente no tenía ni idea de cómo hacer algo al respecto. Especialmente ahora que pasaba más tiempo con Mary haciendo cosas de pareja y con los entrenamientos de Quidditch que estaban siendo muy exigentes teniendo en cuenta que se acercaba el primer partido del año. Sumándole a eso sus actividades de merodeador, castigos y tareas escolares.
Pero conocía a Regulus, era poco probable que se acercará primero por lo que decidió tragarse su orgullo y miedos e intentó acercarse a él en cuanto lo vio deambulando por los patios exteriores esa misma tarde.
Estaba acompañado de ese chico risueño y parlanchín, Regulus tenía una expresión estoica pero sus labios temblaban ligeramente, como si estuviera tratando de contener una sonrisa. Cuando se dio cuenta de que Sirius lo observaba, elevo una ceja y le dedicó un asentimiento cordial, su expresión se tambaleo un poco al notar que Sirius se estaba acercando a él y a su amigo.
“Te juro que sigo sin entender cómo es que estalló, coloqué los ingredientes que decía el libro y seguí todo al pie de la letra.” Escuchó decir al chico que estaba distraído mirando a Regulus y haciendo gestos nerviosos con sus manos, como si no las pudiera mantener quietas.
“Simplemente no estoy hecho para las pociones.” Concluyó Stone soltando un sonido de frustración antes de reparar en Sirius que se había colocado a su lado. “Eh, Black. ¿Hola?”
“Hey, tú debes de ser William. Un gusto, amigo.” Dijo golpeando su espalda amistosamente, el chico era más alto pero no tanto como Remus. Enfocó su mirada en su hermano.“Reggie.”
“Sirius.” Respondió a su saludo mientras lo observaba con curiosidad y desconfianza, pero no le dijo que se fuera de inmediato, lo que consideraba como una invitación para proseguir con la conversación.
“Así que… ¿Planes para esta noche?” Indago a William quien se veía más dispuesto a contestar y no dejar morir la interacción.
“¿Te refieres a después del banquete? Bueno, nada en mente. Podría quedarme un rato en la sala común, creo que harán juegos de bebidas o algo.”
“Deberían venir ambos a Gryffindor, siempre damos buenas fiestas.” Le dijo antes de posar su mirada en Regulus quien lo miraba seriamente. “Puedes invitar a Evan si quieres, no es un absoluto imbécil.”
“Estará con su novia en la fiesta de los Ravenclaw y yo no sé si estoy de humor para aguantar sus tonterías.” Dijo condescendiente, Sirius amplió su sonrisa que ciertamente no era amable pero antes de poder decir algo fue interrumpido por William quien golpeó ligeramente el brazo de Regulus en un gesto amistoso.
“Vamos, Reg. Deberíamos ir un rato para reirnos de las personas. Además, comida y bebida gratuita.”
“Si quisiera comer gratuitamente iría a las cocinas, Stone.” Dijo Regulus y su amigo puso sus ojos en blanco.
“Tú no tienes la menor idea de lo que es la diversión.”
“Estoy de acuerdo con el chico.” Se involucró Sirius.
“Callensen.”
“Vayamos un rato, si nos aburrimos nos volvemos a nuestros dormitorios. No hay nada que perder.”
“Tampoco hay nada para ganar.” Señaló Regulus.
“Está bien, ¿Qué es lo que quieres? “
“Liam, no quiero nada. Literalmente soy rico, puedo comprar lo que sea.”
“Maldita sea, entonces te daré algo que no puedas comprar, te haré un favor o no sé.” Regulus lo vio con interés y Sirius no pudo evitar pensar que el chico era bastante ingenuo si quería ponerse en deuda con un Black, sin importar que sea por algo tan infantil como un intercambio como aquel. Si su hermano lo quisiera, podría convertir al chico en su esclavo.
“¿Por qué tanta insistencia? Si quieres ir solo hazlo, no es como si debas ir conmigo para que te dejen entrar.”
“No sería lo mismo sin ti.” Declaró Stone sin inmutarse y Regulus lo vio como si fuera un rompecabezas repugnante.
“Por Morgana, ¿Cómo es posible que seas tan blando?” Dijo su hermano con aparente desprecio pero sus orejas se volvieron ligeramente rosadas. Sirius se sorprendió al notar que su hermano se veía feliz. De una manera casi infantil, sintió celos. Porque ese Regulus se parecía bastante al niño con el que creció, el que lloraba por todo y sonreía tímidamente cuando Sirius lo felicitaba. “Está bien. Iré, pero en algún momento deberás cumplir con tus palabras.” Accedió y la sonrisa de William creció.
“Claro que sí, Kitty.”
“Mira, me rehusaré a ir o incluso hablarte si me vuelves a llamar de esa forma.”
“Esta bien.” Se encogió de hombros restándole importancia a las amenazas. “Pero sigo creyendo que el apodo te queda.”
“No, no me queda. Es estúpido.”
“¿Kitty?” No pudo evitar decir divertido y logrando que ambos muchachos recordarán que estaba ahí. Regulus se estremeció al oír la palabra y lo miró con desdén. Si, definitivamente podía ver el parecido entre su hermano y los felinos. “Stone, me agradas. Recuerda traer al minino esta noche.”
“No soy una maldita mascota.”
“Nunca dije que lo fueras, Kitty .” Se burló Sirius. Regulus le dedicó una mirada gélida. Si, él definitivamente sabía cómo ganarse a su hermanito.
“Reg no es una mascota, ambos tenemos una relación de iguales.” comentó Stone con aparente inocencia. Sirius dudaba que lo hubiera dicho seriamente pero su expresión facial era bastante sincera.
“Ignóralo, William es la mascota.” Dijo Regulus con seriedad.
“¿Qué?” Miró a Regulus,“¿Se supone que eres mi dueño?” Consultó el Hufflepuff inclinando ligeramente su cabeza.
“No por elección, eres como esos cachorros de los que me hablaste, que siguen a los muggles y se terminan instalando en sus casas.”
“Acabas de usar una anécdota para insultarme.” Respondió el rubio con un tono de voz alegre que confundió un poco a Sirius, ¿Era este chico una especie de masoquista? Bueno, no era quien para juzgar.
“No debería gustarte que las personas te insulten.” Señaló Reg y Sirius asintió, dándole la razón
“No, pero si me gusta que me escuchen y estoy bastante seguro de que te conté de como mi Tía Fiona consiguió a su perrita Canela hace casi cuatro años.” El rostro de William parecía brillar. “Lo recordaste.”
Regulus abrió la boca ligeramente mientras fruncía el ceño con aparente molestia, parecía que quería replicar algo pero era como si se hubiera quedado sin palabras. Finalmente optó por mirar a Sirius, quien había comenzado a sonreír inconscientemente por el intercambio.
“¿Qué?”
“¿Que de que, Kitty?”
“Los odio. Son tan frustrantes.” El tono de su voz era prácticamente informativo, no había calor en sus palabras. Pero Sirius sabía que tampoco había sinceridad en lo dicho, solo una de las tantas artimañas que ambos habían aprendido para tapar sus sentimientos.
“Bueno, quedé en ir a ver a Mary. Nos vemos esta noche.”
“Hasta luego.” Contestó William. Sirius les dedicó un asentimiento a ambos antes de alejarse. Se paró a un par de metros y se giró para decir algo más.
“Procura que no saque las garras para lastimar a nadie, Stone. Al parecer es tu deber el domesticarlo.”
No se quedó para escuchar lo que Regulus tuviera para decir pero al menos cumplió con su cometido de hacerlo ir a la fiesta y encontró una nueva forma de exasperar al chico. Oh, debía decirle a todos el nuevo apodo de Reg.
…
La fiesta de Gryffindor había estado bastante tranquila en comparación al año anterior pero no por ello menos memorable. Habían bebido y bailado demasiado, hasta que en algún momento de la madrugada solo habían quedado los merodeadores y sus amigos en la sala. También estaban Regulus y William, el primero no había bebido casi nada en toda la noche, se había limitado a picar los bocadillos y hablar con las personas del lugar. William era sorpresivamente tolerante al alcohol, o tal vez era que su personalidad ya era de por sí tan atolondrada que era difícil el saber si lo que hacía o decía eran efectos secundarios de la bebida o algo que tranquilamente haría en estado de sobriedad. Se habían sentado todos en ronda, algunos sobre almohadones en el suelo, otros en los sillones. Habían comenzado a contar anécdotas que los tuvieron riendo por un largo rato hasta que decidieron jugar juegos de preguntas con la excusa de conocerse más cuando técnicamente la mayoría se conocían desde hace años.
“Si tuvieran que salvar a alguien en esta habitación de ahogarse, ¿A quién sería?” Preguntó Marlene.
“Evans.” Respondió James inmediatamente, para sorpresa de nadie.
“Remus.” Dijeron todas las chicas y James susurró un casanova que todos pudieron oír. Remus a su vez dijo que probablemente salvaría a Peter y este último dudó bastante antes de decir algo.
“Uhm, es difícil. ¿Cuál es el contexto? ¿Todos en esta habitación se están ahogando y tengo que elegir salvar solo a uno? ¿O tengo que elegir que una de las personas de esta habitación se ahogue para salvarla?” Comenzó a divagar Peter, moviendo sus manos nerviosamente.
“Diablos, Pet. Ni siquiera había pensado eso.” Dijo James quien estaba achispado por el alcohol pero no irremediablemente ebrio, todavía.
“Todos nos estamos ahogando y tienes que elegir a quien salvar.” Aclaró Marls. Peter escaneó la habitación con ojos acuosos y negó con la cabeza.
“No, no podría elegir, es horrible.”
“De acuerdo.” Dijo la rubia y luego miró a Sirius. “¿A quién salvarías tú?” La respuesta se le escapó de entre los labios como si hubiera bebido un filtro de la verdad.
“A Regulus.” Dijo con simpleza.
“No sabe nadar.” Aclaró y levantó la vista justo a tiempo para ver a su hermano atragantándose con su bebida, William golpeó su espalda un par de veces intentando ayudar al chico más joven a recuperarse de su pequeño ataque de tos.
Sirius mismo se sorprendió de sus propias palabras pero no se retractaba, era la verdad. Todos los demás sabían nadar. Además, su hermano se acababa de ahogar con una mísera bebida, no quería imaginar lo que sería de él en un cuerpo de agua más grande y profundo.
“Aw, más lindo. ¿Qué hay del mini Black?” Regulus entornó los ojos en dirección a Marlene mientras terminaba de recomponerse.
“A nadie, me ahogaría.” Dijo con obviedad.
Nadie se vio inclinado a tratar de cambiar su respuesta.
“Yo también salvaría a Regulus.” Dijo William. “Perdón Remus, tú también eres genial, pero él es mi mejor amigo.”
“Si intentaras rescatarme, te arrastraría hasta el fondo.” Le dijo Regulus.
“¿Y eso?” Preguntó confundido.
“No podría soportar el peso de deberte mi vida.”
“¿Prefieres ahogarnos a ambos a permitir que tú mejor amigo te salve?” William arrugó la nariz con disgusto cuando Regulus asintió. “¿Sabes? En el mundo muggle existe algo llamado terapia.”
“También existe en el mundo mágico.” Informó Mary. “Solo que a los terapeutas se les llama sanadores de mente, es una profesión bastante interesante.”
“Bueno, eso. Deberías ir y ordenar tus prioridades, Reg.” El pelinegro simplemente lo ignoró.
Las preguntas con bebida siguieron otro rato hasta que Mary tomó una de las botellas vacías y propuso hacerla girar para besarse. Regulus se negó a participar y dijo que tenía demasiado sueño, se despidió de todos muy apático luego de que intentarán convencerlo de quedarse otro rato. William se fue junto a él luego de agradecerles a todos la invitación, el contraste de energías entre ambos era destacable. Regulus parecía caerse del sueño a diferencia de Stone, a quien parecía que le habían inyectado energía en las venas.
Sirius se sintió aliviado de que no quisieran quedarse a participar de este juego, le incomodaba un poco el que alguno de sus compañeros besara a su hermanito.
El juego había iniciado con Mary quien tuvo que besar a un Peter muy avergonzado. Luego le tocó a James quien temblaba de una emoción expectante.
James puso tanta concentración en hacer girar la botella que cualquiera creería que se estaba preparando para una evaluación nivel EXTASIS.
Entonces, la botella de hidromiel empezó a girar y la cara del chico se iluminó cuando esta se empezó a frenar en el lado donde estaba Evans, la chica estaba entre expectante y aterrada, en el último segundo, la boquilla apuntó al lado derecho de la pelirroja, quien suspiró aliviada.
"Oh, Merlín." Soltó el pelinegro, frustrado y con una clara mueca de decepción que le siguió a una risa colectiva de las personas que lo rodeaban.
"Bueno, gracias por lo que me toca." Dijo Remus rodando los ojos. "Muy halagador, Prongs"
Claro, se le había pasado el detalle de que su amigo hombre lobo era quien estaba junto a la pelirroja.
"No seas una reina del drama, Moony." Respondió James quien, para sorpresa de Sirius, se levantó de su lugar para acercarse a su amigo que estaba sentado en el suelo. Tomó el rostro del otro chico con ambas manos y se inclinó para darle un beso en los labios. No solo un roce, ese era un beso real . Remus primero se vio sorprendido por la acción, pero rápidamente se adaptó al contacto y correspondió el beso.
Se besaban con completa naturalidad y algo se sacudió dentro de Sirius. Fue como si algo hubiera estallado en su interior, algo frágil y punzante como pedazos de vidrio.
Cuando ambos chicos se separaron, Remus se río.
"Carajo, eso fue casi incestuoso." Soltó divertido, no parecía incómodo por que un chico lo hubiera besado. No solo un chico, uno de sus mejores amigos. Sirius estaba procesando la secuencia y el hecho de que a Remus solo le hubiera hecho gracia.
"Remus, dime por favor que no fue tú primer beso." Consultó Lily cuando las risas cesaron, al parecer habían estado intercambiando bromas que Sirius no escuchó por estar distraído.
"Me siento un poco herido de que pensarás que nunca había besado a alguien." Se expresó jocoso mientras le dedicaba una sonrisa ladina.
"Lo siento." Se vio ligeramente avergonzada."Es un alivio que Potter no fuera tu primera experiencia. "
"¡Oye!" Se quejó el susodicho quien ya se había vuelto a sentar en su lugar. "Yo soy un buen besador. Dile, Rem."
"Bueno, no eres malo." Comentó Remus, dudoso.
"¿Como que no soy malo? Soy increíble ."
"Increíble es que te lo creas." Le molestó el castaño, haciendo que James le lanzará uno de los cojines a la cara. Iniciaron una pequeña riña antes de volver a continuar con el juego.
A Mary le tocó besar a Lily, Sirius a Marlene, luego Lily a Remus (lo que generó que James gruñera por lo bajo como si él fuera quien podía adoptar forma canina.)
Luego cambiaron de juego pero Sirius estaba ahí sin estar realmente. Estaba flotando y se había perdido en sus propios pensamientos. Pensaba en que hubiera pasado de ser él quien hiciera girar la botella en aquel momento…
¿Habría besado a Remus tan sencillamente como lo hizo James? ¿Monny también se reiría para luego decir que era raro ?
En parte lo entendía, Sirius sabía que sería extraño besar a James, porque lo consideraba su hermano. Pero besar a Remus se sentiría… no tenía la menor idea de lo que se sentiría pero no le disgustaba la idea y eso era simplemente aterrador.
Enfermo. Una desgracia…
Sintió un escalofrío al recordar las palabras de su madre.
Estaba mal, pensar en todo eso debería ser desagradable. No, en primer lugar, no debería estar pensando en eso.
Él era normal , tenía novia. La asombrosa, sensual y divertida Mary Macdonald.
Tal vez debería estar más cerca de ella, para que sus pensamientos no se desviaran de esa forma. Tenía que demostrarle a Mary que le importaba. Y tenía que demostrarse a sí mismo que no había nada malo, nada de qué preocuparse. Que podía controlarse, que todavía tenía el control.
Entonces, la próxima vez que estuvo a solas con ella se obligó a relajarse y cuando Mary le preguntó si quería ir un poco más lejos, aceptó gustoso. Se sintió bien, seguía siendo divertido. Ella no lo juzgaba por no saber qué hacer, lo guiaba y ambos terminaban por pasarla bien.
Todo estaba bien, muy bien.
Solo que a veces no podía dormir y cuando lo lograba, se despertaba lleno de remordimientos por sus sueños que ahora se mezclaban con pesadillas. En sus sueños, las manos de Mary hacían lo mismo de siempre pero en algún punto sus dedos eran más largos y malheridos, su piel más clara, su voz más gruesa. Su aroma frutal desaparecía hasta volverse pergamino, pino y algo que olía casi salvaje.
Cuando besaba su boca no había labios suaves sabor cereza, solo chocolate dulce y amargo.
En lugar de ojos felinos de un negro profundo, se topaba con una mirada miel, tan brillante.
Los iris eran casi dorados, tan enigmáticos y dolorosamente familiares.
Sirius podía oír a su propia voz llamarlo por su nombre entre pequeños suspiros envueltos entre el cariño y el deseo. Sabía que esa persona no era Mary, sabía perfectamente quién era pero aún así lo quería. No debería, estaba mal pero lo deseaba tanto. Quería su piel sobre la suya y hundir sus dedos en su cabello, escuchar su voz diciendo que él también deseaba esto pero cuando por fin lo oía hablar eran palabras bañadas en desprecio que lo paralizaban.
Se aterraba y todo se detenía, perdía forma y color. Nada tenía sentido.
El sueño se desvanecía hasta que toda la luz era absorbida y se encontraba envuelto en una habitación oscura. Podía reconocer de inmediato el lugar a donde lo había lanzado su subconsciente.
Sirius estaba en el suelo de Grimmauld Place, siendo insultado por su madre mientras diferentes hechizos golpeaban en su espalda. A veces se sentía como si él mismo se lastimara. Pero nada era peor que cuando él aparecía en esa pesadilla , nunca lo golpeaba pero su mirada estaba cargada de desprecio , podía oír como lo llamaba repugnante antes de darle la espalda y alejarse. Se quedaba solo en la oscuridad, nadie venía a salvarlo, nadie curaba sus heridas.
Se suponía que en los sueños uno no siente dolor pero ese no era el caso de Sirius, todo lo sentía real y muy vivido. Aún peor, lo recordaba.
Cada cosa quedaba impregnada en su memoria.
Podía recordar lo que pensaba en sus sueños, lo que deseaba, lo que se negaba a aceptar y las palabras que le decían, el dolor físico y su gran miedo al rechazo. Era aterradora. Asfixiante.
Sabía que todo era un sueño. Nada era real, ni tenía por qué afectarlo. Lo que su mente proyectaba mientras dormía no tenía poder en su vida. Se suponía que él era más fuerte que todo eso.
Pero al despertar recordaba todo y no podía engañarse de esa manera, ya no.
Entonces, al abrir los ojos, sentía tanta culpa que solo podía llorar.