just survive somehow

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
Other
G
just survive somehow
Summary
Volver al pasado podía ser peligroso, pero el presente era desolador. Sí, la guerra había terminado, pero le había quitado a todas las personas que amó. Ahora, sabiendo de antemano todo lo que podría suceder y con toda la información necesaria a su disposición, sólo puede arriesgarse a volver al pasado y enmendar los errores de todos, incluidos los suyos. Aunque eso signifique perder a la única persona viva a la que ama.
Note
Empecé escribiendo esto como un one-shot... No sé que sucedió, pero sucedió. De nuevo.
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capítulo once

Volver a Gran Bretaña había puesto más triste a Harry de lo que quería admitir. Esa noche, ya en su departamento, en su cama y solo, se preguntó cómo había sido tan sencillo estar con ellos, acostumbrarse de nuevo a ellos, a sus manías, sus maneras, sus gestos, sus bromas, sus celos incluso. Habían pasado solo unas horas desde que se habían despedido y sin embargo, ya los echaba de menos.

Dio otra vuelta en la cama incapaz de dormirse. Eran las cinco de la mañana y no había pegado ojo, pensando en toda esa semana. Harry nunca había viajado, era algo que habían prometido hacer los tres juntos después de la guerra. Pero estar haciéndolo ahora, de alguna manera, era como estar cumpliendo esa promesa. Lucius también había prometido llevarlo a comer caracoles cuando le gustaron los suyos quemados y lo había hecho, aún si este era otro Lucius.

Harry suspiró, estirándose en la cama como una estrella de mar. El recuerdo de Severus y Lucius en el jacuzzi, uno pasándole el brazo por detrás de la espalda y otro con una mano en su muslo llegó a su mente, dándole una idea. Sonrió para sí mismo mientras abría el cajón y agarraba el lubricante y uno de los juguetes que había comprado en la Francia muggle cuando Severus y Lucius habían estado demasiado ocupados comprándose la ropa que iban a usar allí. Casi había enrojecido hasta las orejas cuando Lucius se había equivocado de bolsa y casi abría la suya, pero había logrado evitarlo a tiempo. Realmente iba a necesitar juguetes si ellos lo iban a tener en abstinencia de todas formas.

Quitándose los bóxers y untando un dedo en el lubricante, se dispuso a relajarse lo suficiente como para dormir.

Lo necesitaba si al día siguiente tenía que comenzar a comprar todo lo necesario para empezar Hogwarts.

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Con Severus arreglando todos los papeles de su escolarización por él, ya que técnicamente, y al tener un contrato de cortejo firmado por Harry, podía tener cierta voz en sus asuntos, los documentos firmados por Sirius Black reconociéndolo como un primo lejano y la inestimable ayuda de los goblins creándole un pasado falso como estudiante en Durmstrang, ningún cabo había quedado suelto. Había sido mucho más sencillo de lo esperado y no levantaría muchas preguntas. No más de las necesarias y habituales, de todas formas.

Solo tenía que comprar las cosas. Los libros, plumas, pergaminos, uniformes y un largo etcétera que no estaba demasiado ilusionado por conseguir. Decidió ir por lo caro, lo necesitaba si el Sombrero iba a decidirse por Slytherin de nuevo. A Harry no le importaba mucho la casa en la que quedara esta vez, si tenía que ser honesto, no cambiaba nada en el gran esquema de las cosas. No estaba para hacer amigos, no iba a relacionarse con demasiados alumnos y tampoco pretendía pasar mucho tiempo con nadie más que Severus por ahora. Tal vez, entre los estudiantes más mayores que él no conocía de su época, podría haber alguien un poco más afín a él, pero seguía sintiéndose extraño ante la idea.

Sea como fuera, decidió no cerrarse en banda completamente. La vida, siendo Harry Potter, siempre terminaba sorprendiéndote de alguna manera. Solo rezaba mentalmente por, ahora que se había desecho de Quirrell, el año escolar fuera medianamente tranquilo dentro de la escuela.

Al menos, se aseguraría de que los otros alumnos estuvieran seguros.

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El uno de septiembre llegó rápido, acompañado de una lluvia fuerte y un viento frío que hacía temblar todas las ventanas. Esa mañana, despidiéndose de la comodidad de su pequeño hogar y guardándose los baúles encogidos en el bolsillo, lanzó los polvos Floo en la chimenea y fue directamente a los aposentos privados de Snape. Aún quedaban unas cuantas horas para que el tren llegara y habían acordado, Severus, Lucius y él pasar un tiempo en los aposentos del primero antes de la vorágine que significaba el curso escolar.

Maldijo mentalmente cuando se tambaleó al salir de la chimenea, como siempre, pero un brazo fuerte lo mantuvo en el lugar. Giró la cara, encontrándose la sonrisa burlona de Severus.

—Gracias.—Le dijo, dejando un beso en su mejilla. No vio la reacción del hombre hacia ese gesto tan casual porque se dirigió al sofá e hizo lo mismo con Lucius, justo antes de dejarse caer a su lado.—No estoy emocionado por cómo va a ir esto.

Severus se sentó a su otro lado.—Tendrías que ver a Dumbles comportándose como un adolescente drogado ante la perspectiva de conocer, por fin, al gran Harry Potter.

Lucius se rió entre dientes.

—Ha sido maravilloso. Sobretodo porque lleva más de un mes buscándote por todos lados sin encontrar nada, no entiendo cómo piensa que vas a aparecer en Hogwarts sin tener ni idea de nada.

Harry suspiró.—Apuesto que los Weasley no estarán muy contentos por esperar por nada allí en la plataforma.

Lucius pasó un brazo por sus hombros y Harry se acomodó contra el costado, colocando las piernas encima de Severus sin ninguna vergüenza. Tras un segundo completo de forcejeo para que las quitara, mirada asesina incluida, Severus fingió rendirse y se acomodó también en el sofá, permitiendo que Harry se acomodara aún más. Eran una visión extraña, desde fuera.

—Has hecho un par de comentarios acerca de las comadrejas un tanto preocupantes.—Le dijo Luc, pasando una mano por sus rizos.

Harry asintió.—Ellos estaban recibiendo dinero de mi maldita herencia, por parte de Dumbles, a cambio de manipularme aún más. Como si no estuviera siendo lo suficientemente ignorante y tonto.

Luc lo miró horrorizado.—¿Cómo te enteraste?

Harry le gruñó, volviendo a sentarse recto.—Porque hubo dos idiotas que me hicieron prometer que me casaría con Ginny si algo salía mal, por mi salud mental, dijeron, porque me conocían, supuestamente. —Severus le lanzó una de sus miradas y Harry entrecerró los ojos hacia él.—Ni se te ocurra. Fue tu idea en primer lugar, el otro idiota sólo te siguió. Yo cumplí, me prometí con ella y me lo terminó confesando cuando comencé a buscar respuestas sobre cómo volver atrás en el tiempo.

Lucius no tardó en volver a rodearlo con sus brazos. Severus, sin embargo, siendo Severus, le levantó el labio superior.—No te quiero cerca de ningún Weasley.

Harry negó.—Deja a mis Gemelos del Terror fuera de esto.

—¿Tus gemelos?—Le gruñó.

Harry asintió con una sonrisa, causando otra mueca despectiva en el hombre. Era tan él, simplemente tan Severus, ese gesto, que no dudó en atraerlo y dejar un beso en sus labios, descolocando completamente al mayor.

—No cambies nunca. —Le dijo, antes de dejar otro beso.—Idiota y todo, no cambies nunca.

Severus no sabía cómo proceder. Estaba bastante seguro de no haber causado nada que mereciera un beso y, sin embargo, había recibido dos. Parpadeó un par de veces en dirección a Harry antes de mirar a Lucius, buscando una respuesta, pero el rubio solo se mordía el puño intentando controlar la risa.

Harry dejó un último beso en su nariz, levantándose del lugar mientras negaba con la cabeza.

»Sev, ¿qué tienes en esa nevera destartalada tuya?

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Para cuando llegaron los alumnos, los más mayores ya sentados en las mesas y los pequeños a punto de ser sorteados, esperando fuera, Harry se había cambiado, despedido de ambos hombres hasta el día siguiente con un par de besos, y ya estaba dirigiéndose hacia McGonagall, que esperaba junto a los de Primer Año para la señal de entrada.

Harry le sonrió a la mujer, que lo miraba con el ceño fruncido.

—Señora, soy el nuevo alumno de sexto. —Le dijo, haciendo una leve reverencia.—Hadrian Black-Delacroux.

McGonagall asintió, abriendo un poco los ojos en reconocimiento.—Lo sortearemos primero, entonces, señor Black. Venga conmigo al frente directamente.

Harry asintió, colocándose a su lado. Vio, entre los alumnos, a Draco Malfoy junto a los dos guardaespaldas que lo seguían a todos lados. En el otro extremo, estaba Ron Weasley con una cara bastante enfurruñada. Harry contuvo la sonrisa de suficiencia cuando lo miró de arriba a abajo, dándole solo una ceja arqueada. Hermione Granger solo parloteaba con otros dos alumnos sobre Hogwarts: Una Historia, pero ninguno le estaba prestando atención. Parecía, más bien, que estaban barajando la opción de clavarse algo en los oídos para parar la voz chillona. Sin embargo, cuando su mirada se posó en Neville Longbottom y su sapo, sintió que el corazón se le apretaba dentro del pecho. En esta vida no serían amigos como antaño, donde fueron casi hermanos, pero procuraría cuidar del niño. Nev había sido su camarada, jurándole que donde iba un Potter iba un Longbottom sin importar qué. Harry, por su parte, había jurado que donde estuviera un Longbottom habría un Potter protegiéndolo, siempre.

Y Harry nunca rompía sus promesas. Fuera otra vida o no, estaba dispuesta a cumplirla.

Para cuando McGonagall lo avisó de que era hora, Harry había analizado a todos sus ex compañeros. Seamus y Dean ya habían hecho migas el primer día, se dio cuenta y Parkinson ya miraba a Draco con ojos de corderito degollado. Gracias a Merlín el chico parecía más centrado en analizarlos a todos con la mirada que en devolverle a Pansy sus atenciones.

Una vez entraron y se dirigieron al frente, dejando a los pequeños apelotonados en la entrada, los murmullos comenzaron a crecer un poco. Sin embargo, la bruja estricta no estaba teniendo nada de eso.

—Jóvenes, les presento a un alumno de sexto año que acaba de mudarse. —Llamó la atención de todos, indicándole a Harry que se sentara en el taburete.—Hadrian Black-Delacroux.

Harry sintió como el Sombrero era colocado en su cabeza, justo cuando el objeto dejaba escapar una carcajada.

¡Te lo dije, Harry Potter! Te dije que había grandes cosas para ti, pero elegiste el camino equivocado.

Harry suspiró.—Lo sé. —Habló en su mente, dándole la razón al objeto.—Soy muy consciente de que me equivoqué, Alastair.

El Sombrero tarareó en acuerdo.—Pero tienes una nueva oportunidad ahora, la oportunidad de cambiar todo lo que estuvo mal, ¿no es así? —Harry asintió.—Escúchame esta vez, joven Harry. Hufflepuff no es tu lugar, a pesar de tu inquebrantable lealtad, aterrorizarías hasta la médula a los pequeños tejones la primera semana. Ravenclaw no sacaría lo mejor de ti. Gryffindor fue un error. Slytherin es el único lugar donde crecerás como persona, y el único que te brindará la discreción que tanto necesitas. ¿Estás de acuerdo ahora, joven Harry? —Harry volvió a asentir.—Bien, entonces yo digo que es... ¡Slytherin!

Hubo una ronda de aplausos corteses mientras los colores se colocaban en sus túnicas, pero McGonagall lo miró frunciendo los labios. Harry simplemente lo ignoró, dirigiéndose a su mesa y sentándose en el hueco que dos Slytherin mayores acababan de dejar para él.

—Black, —dijo uno— es un placer. Soy Theseus Nott, él es Julian Avery. —Señaló al otro, y le tendió la mano.—Espero que Hogwarts sea de tu agrado.

Y yo espero que nunca descubran que mataré a sus padres pronto, pensó. Sin embargo, les ofreció un asentimiento y aceptó ambas manos.

—Es un honor conocerlos. —Dijo, completamente neutro.—Tengo entendido que Hogwarts es un buen colegio, ¿es así?

Nott hizo una mueca.—No desde hace algunos, bastantes en realidad, años.

Harry les dio una sonrisa de lado.

—Siempre los luminosos, ¿eh?

Y con eso, Harry acababa de ganárselos a ambos.

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