just survive somehow

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
Other
G
just survive somehow
Summary
Volver al pasado podía ser peligroso, pero el presente era desolador. Sí, la guerra había terminado, pero le había quitado a todas las personas que amó. Ahora, sabiendo de antemano todo lo que podría suceder y con toda la información necesaria a su disposición, sólo puede arriesgarse a volver al pasado y enmendar los errores de todos, incluidos los suyos. Aunque eso signifique perder a la única persona viva a la que ama.
Note
Empecé escribiendo esto como un one-shot... No sé que sucedió, pero sucedió. De nuevo.
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capítulo nueve

Cambiar la estancia de unas horas a una semana había sido un poco difícil al principio, sobretodo porque el hotel favorito de Lucius en París tenía la suite ocupada. Sin embargo, cuando terminaron en la suite del Hôtel Paix de Sade, un hotel de cinco estrellas ubicado en el corazón mismo de la zona de más alta alcurnia de francia que además contenía un jacuzzi en el balcón y toda una sala de estar con chimenea, Lucius dejó de quejarse y refunfuñar y abrazó el cambio con verdadera ilusión, para diversión de sus acompañantes.

Harry, por su parte, no sabía si mirar embelesado a la novedad que tenía alrededor o a los hombres que tenía a cada lado. Una vez habían comenzado a hablar antes de Aparecerse, había menguado todo el pánico inicial. Pánico que, durante unos minutos, lo había sentado en el sillón de su departamento y casi hecho decidir no ir. Esa era la verdadera razón por la que había llegado tarde, a pesar de que no habían tenido que esperar demasiado, por lo que había visto.

Severus, sin embargo, los miraba a los dos preguntándose cuando iba a terminar su suerte. De vez en cuando le ofrecían una sonrisa brillante, con los ojos completamente llenos de ilusión, y su corazón decidía saltarse un latido o dos. No importaba si iban a Francia o se quedaban en Gran Bretaña, si Lucius decidía mañana ir a Japón o si Harry los llevaba a Estados Unidos, Severus simplemente disfrutaba viéndolos a ellos. Para cuando bajaron a cenar al restaurante del hotel, Severus estaba tentado a pellizcarse a sí mismo.

—¿De verdad has pedido caracoles?—Escuchó que Lucius le preguntaba a Harry.

—Merlín, sí. —Harry se relamió los labios.—Solo los comí una vez y fue suficiente para enamorarme del plato.

Severus sonrió. Sabía que Lucius se lo preguntaba por la manera en la que las pequeñas cosas se comían. Ninguno iba a salir invicto de esa decisión, él lo sabía, pero qué importaba.

—¿Cuándo los probaste?—Preguntó Severus, bebiendo un sorbo del vino. Era un buen vino, amargo pero sin llegar a picar en la garganta.

—Luc los hizo. —Confesó, perdiendo un poco de brillo. Lucius no tardó en mirarlo a él, directamente, pero Severus no sabía qué diablos quería que hiciera.—Quemados y todo, seguían estando buenos.

Lucius no se esperaba eso, por lo que soltó una carcajada ante la información. Severus, que tampoco, simplemente volvió a llevarse la copa a los labios para esconder una sonrisa.

—Por supuesto que Luc quemaría cualquier plato que tratara de cocinar.

—No soy tan mal cocinero.—Resopló el hombre. Harry se rió entre dientes y bebió el mismo para no responder ante la mirada que le dirigía el rubio.—Oye, no es justo. No soy tan mal cocinero.

—Una vez hiciste sopa. —Dijo Harry, con una sonrisa.—Era simple, hacer hervir agua en una olla y colocar el sobre de sopa. Era instantánea. Sin embargo, Luc, te las arreglaste para quemar la olla hasta el punto de la no salvación y volver puré una sopa que inicialmente estaba aguada.

Severus se rió y Lucius no engañaba a nadie con su ceño fruncido, sobretodo porque las comisuras de sus labios temblaban ante la sonrisa que estaba desesperadamente tratando de no dejar escapar.

—Sev es peor cocinero que yo.—Replicó Lucius. Severus le dirigió una mirada agria por pasarle la pelota a él.

—Lo sé. —Dijo Harry y Severus rezó por no haber tratado de cocinarle nada en un intento de romanticismo.—Por eso cocinaba yo.

Los dos giraron la cabeza hacia el adolescente.

—¿Cocinas?—Preguntó Lucius.—Quiero decir, ¿cocinas bien?

Harry se rió.

—Sí. Puedo ser el anfitrión de la próxima cita. —Ambos hombres asintieron, ahora curiosos por probar la cocina de Harry.

La charla se interrumpió cuando llegó la comida a la mesa. Severus había pedido pasta, Lucius un bistec con salsa a la pimienta y Harry, por supuesto, sus caracoles picantes. No tardó demasiado en comenzar a comerlos —y torturarlos en el proceso—, arremangándose las mangas de la camisa y relamiéndose los labios.

Ninguno habló. Harry porque estaba demasiado centrado en disfrutar, Severus y Lucius porque estaban tratando de comer sin removerse demasiado en los asientos. Severus, que odiaba ver comer a la gente, se preguntó si no estaba descubriendo un nuevo fetiche aquí. Harry se mordía el labio inferior cuando sacaba del cascarón la pequeña cosa, antes de sorber un poco la salsa del interior y sacar la lengua levemente para dejar limpia la concha del caracol. De vez en cuando, se chupaba los dedos por la salsa. El momento crítico llegó cuando un pequeño hilo de la salsa picante cayó por la barbilla del adolescente y Harry la recogió con el pulgar antes de lamerlo.

Severus no pudo no ajustarse dentro de sus pantalones. Vio a Lucius hacer lo mismo.

Sin embargo, Severus se dio cuenta de que había un idiota mirándolo también. Estaba dos mesas más allá, pero se relamió los labios un par de veces, imitando el gesto del adolescente. Severus, sutilmente, le hizo un gesto a Lucius para que se fijara también. No sabía por qué le estaba molestando tanto, no tan temprano, pero lo hacía. Si no fuera un maldito hotel muggle, Severus le maldeciría el culo en ese momento.

Lucius llamó su atención antes de acercarse a Harry en la banqueta acolchada y le sonrió.

—¿Puedo robarte uno? —Le dijo en voz baja.—La verdad es que yo, personalmente, no los he probado nunca.

Harry, ajeno a todo el show, asintió, sacando la pequeña cosa del cascarón con un palillo y llevándoselo a Lucius a la boca. Severus sabía que sí los había probado, y los odiaba con pasión, pero entendió lo que estaba haciendo, por lo que se acercó también y, pasando un brazo por la estrecha cintura, llamó su atención.

—¿Puedo?—Preguntó.

Harry estrechó los ojos, dándose cuenta de que algo sucedía, pero volvió a asentir y repitió la jugada con él. Severus tampoco era fan de estas cosas.

—¿Pueden explicarme quién me está mirando y por qué están siendo tan idiotas al respecto?—Les preguntó, llevándose un caracol a la boca como si fuera una charla normal.—Sé que odian los caracoles.

Severus gruñó.

—El tipo de dos mesas más allá.—Aclaró el rubio.

Harry hizo una especie de "mmm", chupándose el dedo gordo mirando directamente a la mesa que le habían indicado. Severus maldijo mentalmente en cincuenta idiomas.

—Lindo.—Declaró él tras su análisis. Luego se giró a Severus.—Sin embargo, no es mi tipo.

Severus estaba a punto de decir algo cuando Harry dejó un suave beso en sus labios y se giró hacia Lucius para hacer lo mismo.

»Idiotas posesivos, ustedes dos.—Murmuró, volviendo a sus caracoles.—Solo les faltaba mearme encima.

Lucius se rió entre dientes, ahora más tranquilo. Severus también lo estaba al darse cuenta de que Harry, a pesar de su queja, acababa de dejarle claro al tipo que no tenía mucho qué hacer aquí, a juzgar por su ceño fruncido y la manera en la que ahora golpeaba la ensalada de tomate y queso con el tenedor.

Harry los conocía demasiado bien.

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Severus estaba indignado. Ninguno de los dos idiotas había pedido postre, sólo él, y sin embargo, de vez en cuando, mientras hablaban, robaban un poco del suyo. Por mucho que mirara a Lucius de forma asesina por la audacia, él seguía metiendo su cuchara en su mousse de chocolate.

A la cuarta vez, finalmente le gruñó.

—Mi postre.—Le siseó. Harry se rió entre dientes. Severus se dio cuenta de que sería algo recurrente, por la mirada que le acababa de dar.—No voy a pedir postre nunca más.

Harry negó.—Pide dos y deja uno en el centro.

—¿Y no sería más sencillo que ambos se pidieran el suyo?

A la vez, con todo el descaro del mundo, le respondieron:—No.

Severus suspiró.—De acuerdo. Dos postres a partir de ahora. —Los señaló con la cuchara, entrecerrando los ojos.—Sin embargo, les cortaré las manos si vuelven a tocar el mío.

Lucius le sacó la lengua, haciéndole fruncir el ceño. Sin embargo, Harry se acercó y dejó un beso en su mejilla, lo que lo hizo deshacer el ceño fruncido y tener que esconder una sonrisa, el maldito mocoso del demonio.

Severus estaba disfrutando la cita como pocas veces había disfrutado algo, mucho menos cuando incluía a otras personas. Pero Harry no lo estaba haciendo incómodo, hablando de cualquier cosa sin tocar los temas más dolorosos, y Lucius parecía igual de fascinado que él por el adolescente. La comida y el vino habían sido una maravilla y, en términos generales, sobretodo porque Harry los había besado, Severus estaba feliz.

A pesar de su ceño fruncido.

—¿Cómo suena una copa de champán probando ese jacuzzi?—Preguntó Lucius.

Harry asintió casi frenéticamente, lleno de ilusión, por lo que Severus no se pudo negar. Si habían sido amantes, Harry conocía sus cuerpos, ¿verdad? Por lo que no tenía mucho sentido dejar salir sus inseguridades a flote.

Subieron a la habitación tras pedir la botella del mejor champán que tuvieran y Lucius fue directamente hacia el baño, agarrando las tres batas que había allí para llevarlas al balcón, dejando a Severus preguntándose por qué había aceptado. Se sentía incómodo, a pesar de todo. Eran sus inseguridades hablando, más que otra cosa, sobretodo ante el hermoso joven que era Harry. Suspiró. ¿Qué más podía hacer? No quería negarse, llamando la atención o cortando la diversión de los otros dos. Simplemente lo haría, independientemente de cómo se sintiera.

Harry pareció darse cuenta de algo, por lo que pasó de dirigirse hacia el balcón también a acercarse a Severus y agarrar su mano para llevarlo al balcón.

Se preguntó qué estaba haciendo el mocoso del diablo cuando él mismo le respondió, desabrochando la camisa botón a botón. Lucius, por algún tipo de razón que Severus no comprendía, dejó de desnudarse él mismo para acercarse por detrás y abrazarlo, colocando el mentón en su hombro.

Severus quería maldecirlos a ambos.

—¿Qué, en nombre de Merlín, están haciendo ustedes dos?—Les preguntó usando la misma voz que usaba con sus alumnos cuando hacían algo mal.

Harry paró en el botón de sus pantalones y levantó la cabeza para mirarlo, fingiendo una mueca de inocencia, parpadeo incluido, que no se estaba creyendo en absoluto.

—No sé qué hace Lucius aferrado a ti como un koala a su rama de eucalipto, pero yo estoy intentando demostrarte que estás equivocado contigo mismo.

Lucius bufó.—En realidad, estoy tratando de hacer lo mismo.

Harry sonrió.—Ahí lo tienes, entonces.—Dijo, volviendo al botón de sus pantalones.

Severus rodó los ojos. Si era honesto consigo mismo, él quería abrazarlos por ser unos idiotas asquerosamente dulces. Sin embargo, no se atrevía, no entraba en su naturaleza.

—Tienen la inteligencia emocional de un mejillón.—Les gruñó sin verdadero calor.

Harry se encogió de hombros como diciendo "¿puedes culparme por eso?" y Severus sabía que no, no podía.

Agarró las manos de Harry y las separó de la lucha que estaba manteniendo con el maldito botón. Le dio una sonrisa de lado mientras él mismo lo deshacía de un solo movimiento antes de desnudarlos a todos, salvo por los bóxers, con un movimiento de mano.

Lucius gimió.

—Maldita sea, tú y ese maldito hechizo.—Refunfuñó, dirigiéndose a jacuzzi.

Harry se reía entre dientes mientras empujaba a Severus para que se metiera también dentro del agua con burbujas, esperando, para nada pacientemente, a que lo hiciera para colocarse en medio de ambos.

Una vez allí, Lucius sirvió las tres copas. Repartiéndolas y alzando la suya para brindar.

—Por los nuevos comienzos.

Severus y Harry brindaron con él.

—Por los nuevos comienzos.—Repitió Harry, en voz baja, antes de beber.

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