just survive somehow

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
Other
G
just survive somehow
Summary
Volver al pasado podía ser peligroso, pero el presente era desolador. Sí, la guerra había terminado, pero le había quitado a todas las personas que amó. Ahora, sabiendo de antemano todo lo que podría suceder y con toda la información necesaria a su disposición, sólo puede arriesgarse a volver al pasado y enmendar los errores de todos, incluidos los suyos. Aunque eso signifique perder a la única persona viva a la que ama.
Note
Empecé escribiendo esto como un one-shot... No sé que sucedió, pero sucedió. De nuevo.
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capítulo ocho

Severus estaba nervioso por la cita. Había pasado toda la semana dándole vueltas, una y otra vez, al pequeño tête-à-tête que había tenido con Harry, incapaz de comprender sus propias acciones ni por qué había sentido esa necesidad de no dejarlo ir sin importar qué.

Severus había compartido el recuerdo con Lucius en un Pensadero nada más había salido de Potter's Manor. Verlo de nuevo lo había ayudado algo, pero no lo suficiente. Harry, con el torso fino pero musculoso, la estrecha cintura y el cabello revuelto por estar recién levantado se había llevado toda su atención. Como la lujuria había brillado en esos ojos verdes cuando él mismo se había perdido en ese lunar unos segundos, la manera en la que se había relamido los labios mientras Severus besaba su nuca, el gemido casi silencioso cuando mordió su cuello. Severus no había centrado su mente en lo importante, en realidad, pero Harry era aún más exquisito ahora y parecía un pequeño súcubo.

Pequeño porque, ritual o no, Harry todavía le llegaba al pecho.

Lucius casi se había desquiciado al verlo así. Se hubiera reído si no hubiera estado él mismo en la misma situación cuando lo vio por primera vez. Sin embargo, sí se rió a carcajadas con la cara de Lucius cuando Harry había dicho que no estaba comprando esos dos años de abstinencia completa. Cuando el adolescente lo hizo cambiar el cortejo por segunda vez, con esa cláusula de fidelidad, Lucius se había emocionado, tal y como Severus había predicho mentalmente. Y se había reído de él al ver que Harry había preferido ir a darse una ducha antes de seguir permitiendo que lo tentara.

Severus le había mandado un hechizo punzante por eso, por supuesto.

Pero había llegado el día de la cita y estaba nervioso. No le importaba reconocerlo, pero le molestaba estarlo. Harry se había colado en sus pensamientos y en sus sueños durante esa semana, haciendo que el hombre se planteara nuevamente la situación.

Quería hacerle muchas preguntas al adolescente, sobretodo cómo había terminado en una relación con ellos. Severus no dudaba en la veracidad de sus palabras, no cuando había visto esos ojos verdes llenos de miedo y dolor al mirar el sobre. Había cosas que no se podían fingir y menos delante de un espía que había aprendido a leer los gestos de las personas desde muy temprano. Los detalles del comportamiento del adolescente, las microexpresiones, todo en él había gritado pavor y dolor a la vez. Y Severus sólo había querido borrar todo eso, escribir encima de esos malos recuerdos, darle nuevos y mucho mejores que los que pasaban por su mente. No mentía cuando le decía que quería adorarlo como se merecía, Harry no sólo era exquisito, era una maravilla en sí mismo. Esa semana el periódico había vuelto a sacudir a la población con nuevos crímenes de los que nadie tenía ni idea.

Lucius, que había tenido otra reunión en el Wizengamot de emergencia, había vuelto a encontrarse con los mejores investigadores del Ministerio, Inefables expertos y los mejores Aurores, y nadie había encontrado nada. Harry entraba y salía de donde quería a su antojo, usaba su magia siendo capaz de borrar todo rastro después y era inteligente.

Con todo, Severus quería mucho más del adolescente.

Así que estaba nervioso. Se volvió a mirar al espejo, mientras se ataba los botones de la camisa negra muggle, incapaz de entender qué había visto Harry en él. Se observó, desde su nariz ganchuda, sus arrugas alrededor de los ojos, el ceño permantemente fruncido y la tez pálida hasta sus manos llenas de manchas por las Pociones, pasando por esa leve barriga que le había dado la edad y todas las cicatrices causadas por años de malas decisiones. No era sólo su aspecto físico, era su personalidad, el conjunto de lo que Severus significaba. Severus no lo entendía.

No era bello, ni por dentro ni por fuera. No era un hombre de moral ni ética firmes ni ligeras, no era más que un hombre hosco y gruñón, poco dado a las relaciones sociales y a los entresijos que traían con ellas y su propio físico era una imagen bastante buena de ello. Lucius, a diferencia de él, aunque estaba tan podrido por dentro como él, era físicamente hermoso y todavía tenía la capacidad de ser sensible, de mostrar algo de dulzura. Él había perdido esa cualidad hacía años.

Pero Harry, cuando dejó esa caricia tan desconocida en su mejilla y le había confesado que no podía perderlos de nuevo, lo había mirado con un amor inconfundible incluso para él, tan poco experto en esos temas. Severus no lo merecía y, sin embargo, Harry se lo había dado.

Severus no quería dejar ir eso. Egoísta por su parte, sabiendo que podría hacerle daño al chico, pero no quería no tener de nuevo eso. Unos segundos habían bastado, en realidad, para que Severus se condenara, todo por esa caricia y a esa ternura que nunca había sido dirigida a él. No importaba lo poco que creyera que lo mereciera o lo poco que pensara que valía al lado de Harry, él quería más. Quería más de esa extraña sensación que, durante una milésima, había alejado toda la oscuridad que lo rodeaba.

Suspiró, dándose una última mirada. No había nada que pudiera hacer para verse mejor, esto era todo lo que tenía. Esperaba que fuera suficiente.

—ssxhpxlm—

Lucius se apareció en el lugar acordado para la primera cita casi incapaz de no rebotar en su lugar.

Las cosas estaban saliendo mucho mejor de lo que había pensado en un principio y estaba deseando ver a Harry de nuevo, ahora con ese magnífico cuerpo que despertaba cosas en él poco apropiadas para mostrar en público.

Lucius todavía estaba sorprendido de cómo había cambiado su vida, y podía seguir cambiando, solo por la aparición de Harry en ella. Realmente quería que las cosas salieran bien, sobretodo por lo que podía llegar a significar en un futuro.

Lucius pensaba que lo tenía todo o, al menos, todo lo que podía conseguir. Y estaba feliz con ello, en realidad, porque era más de lo que había tenido nunca, mucho más importante que el dinero o lo que su apellido significaba.

Su ex esposa, aunque eso era sólo una información que tenían los más allegados a ellos, era la familia que nunca había podido tener. Cariñosa, atenta y siempre mirando por su felicidad, aunque nunca pudiera amarla porque era una mujer. Narcissa hacía, a veces, de hermana menor molesta. Otras, era simplemente su mejor amiga, su cómplice, la persona con la que compartía una carga casi secreta. Draco, su hijo, era su orgullo más grande. Severus era su mejor amigo, su amante, su segundo en todo. Había intentado amar al hombre, pero nunca habían pasado más allá de esa camaradería extraña y la atracción física. Había asumido hacía años que nunca iba a poder encontrar a alguien que lo amara realmente, mucho menos cuando conociera sus secretos, su infancia, sus miedos, sus inseguridades, su versión más rota, la que escondía del mundo por miedo y orgullo. Pero Harry parecía haber visto eso, parecía conocer sus secretos, los de ambos, y amarlos de igual manera.

Lucius nunca había tenido eso, no un amor incondicional sin ataduras de por medio. Draco era su hijo, Severus era su amigo, en realidad, y Narcissa había llegado a través de un matrimonio concertado. No era amado en la manera en la que él siempre había anhelado serlo, pero había hecho las paces con ello hacía mucho. Nunca había pensado que se lo mereciera, de todas formas. Se había resignado a la idea de no encontrarlo jamás y, sin embargo, era feliz con lo que tenía, porque ya era mucho más de lo que había tenido nunca.

Pero entonces había llegado Harry, todo ojitos verdes y pequeñas manos manchadas con la sangre de los asesinatos sin resolver y no había podido evitar encapricharse un poco con él. Y luego había venido la revelación, eran amantes en otro tiempo y Harry los miraba con un anhelo y dolor apenas escondido.

Y Lucius no quería dejar pasar la oportunidad. Era un hombre egoísta, él lo sabía, pero una reunión y un recuerdo habían sido suficientes como para querer que Harry fuera suyo. El hecho de poder compartir eso con Severus, con el hombre al que quería tanto, aunque no fuera de forma romántica, lo hacía aún mejor. Si salía bien, si lograban hacerlo bien, si no perdían a Harry por estúpidos... Lucius iba a adorar a Harry como se merecía, él lo sabía.

El sonido de una Aparición lo sacó de su propia mente. Se giró para encontrarse a Severus allí, con las manos escondidas en los bolsillos de los pantalones de traje muggle que llevaba, demostrando que estaba nervioso. Lucius le sonrió.

—¿Tal vez deba recordarte que has espiado a dos bandos durante años?—Le preguntó, más burlón que otra cosa.

Severus suspiró.—Créeme, ni yo mismo sé por qué me asusta tanto esta situación. —Le dio una larga mirada antes de sonreírle de lado.—Tú tampoco estás mucho mejor, Luc.

Lucius se rió entre dientes.—Touché.

—¿Llevan mucho esperando?—Llegó una voz a sus espaldas. Los dos hombres se giraron para ver a Harry caminando en su dirección. Lucius abrió la boca, ¿ese era, Merlín bendito, Harry maldito Potter? Llevaba unos pantalones de cuero negros ajustados como una segunda piel y una camisa esmerlada de seda algo abierta por delante, que hacía brillar aún más los ojos verdes. Lucius sentía la boca seca.—Lo siento, —volvió a hablar cuando llegó en frente de ellos, con una suave sonrisa— no sabía exactamente cómo llegar aquí desde el Callejón.

Lucius no era capaz de hablar por ahora, pero Severus parecía haber recuperado la compostura con un poco más de facilidad.

—¿Te estás quedando en el Callejón?

Harry asintió.—En el pequeño departamento de mi madre. Seguramente lo conozcas, está encima de esa librería antigua, la Alexandría's.

—¿Y qué pasó con Potter's Manor? —Le preguntó Lucius, por fin, curioso. Harry se rió entre dientes, negando con la cabeza.

—Remus y Sirius lo han vuelto su pequeño nidito de amor. —Les confesó. Lucius sonrió, se alegraba por esos dos, sobretodo después de enterarse de la injusticia que había sufrido Black.—Comenzaba a sentirme la tercera rueda por lo que los dejé. De todas formas, ¿dónde vamos? El pergamino no lo especificó.

Lucius le sonrió malicioso.—¿Te gustan los caracoles, Harry?

—Merlín, sí. —La respuesta los sorprendió a ambos.—Sobretodo los picantes.

Lucius asintió.—Me alegra, porque vamos a cenar en Francia.

Los ojos de Harry se abrieron un poco.—¿Qué?

Lucius notó como Severus se reía entre dientes a su lado.—Nunca has estado en Francia, ¿verdad?—Le preguntó el hombre. Harry negó con la cabeza.—Entonces tal vez debamos alargar nuestra visita para mostrarte algo del país.

Lucius se emocionó ante eso.—El Louvre, una cata de vinos y la Torre Eiffel están en la lista. —Ennumeró.—También tenemos que ir a la ópera, entonces, y tienes que probar los cócteles del lugar. El Sidecar, la Rosa Negra, el Dirty Margarita... —Lucius se perdió la mirada divertida que compartieron Severus y Harry, muy conscientes de la emoción del hombre al viajar y ser guía turístico de los mejores lugares.—Vamos a ignorar un poco el Bobo's francés, porque ningún cóctel que se precie lleva clara de huevo. Además, sale de un local lleno de terciopelo morado, eso no es de gente de bien...

Harry le sonrió a Severus. El adolescente había descubierto, al pasar los meses con ellos, la infancia y adolescencia de Lucius, lo que su propio padre había hecho con el rubio, no muy diferente a lo que los Dursley habían hecho con Harry. Sabía que todavía seguía cargando con él todos los traumas que ésta le había dejado y siempre había adorado verlo así, emocionado. Severus, por su parte, simplemente negó con la cabeza, más divertido que otra cosa.

—De acuerdo. —Interrumpió Severus, incapaz de no sonreír un poco ante la situación.—¿Cuatro días serán suficientes para que lleves a Harry por el camino del mal?

Harry soltó una carcajada por eso.

—Cuatro días no son suficientes para todo lo que tenemos que enseñarle en Francia.—Respondió Lucius, indignado.

—¿Una semana?—Preguntó Harry, acercándose más a ellos.—Necesito unos días aquí para comprar todo lo necesario para Hogwarts, pero no voy a montarme en ese tren infernal lleno de criaturas aún más infernales, así que puedo dejar algunas compras para el último día, sobretodo porque estará vacío.

—Esas criaturas infernales van a ser tus compañeros. —Puntualizó Severus, sin quitarle en absoluto la razón.

—Lo sé. Pero si puedo evitar pasar menos tiempo con ellos, más allá de lo estrictamente necesario, estoy tomándolo.

Lucius le sonrió, pasándole un brazo por encima de los hombros.

—Perfecto. Una semana en Francia será, entonces. —Harry se acomodó un poco en su costado.—Mañana tendremos que ir de compras.

Severus gimió, echando la cabeza hacia atrás.

—Merlín, no.

Harry, sin embargo, estaba emocionado por eso.

—Oh, oh, ¿podemos pasar también por el mundo muggle francés para comprar un par de cosas? —Lucius asintió, todavía sonriéndole. Severus, sin embargo, comenzaba a ser consciente de la fatalidad de acompañarlos a ambos de compras. Harry dio un leve saltito.—¡Genial! ¿Nos vamos?

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